El Indio en la Literatura Argentina, Yanina Ponte

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El indio en la literatura Argentina.
Por Yanina Ponte
Ser indio en Argentina siempre fue una herencia dura. ¿Alguna vez
alguien se detuvo a pensarlo por un momento? Yo sí, por eso, en estas líneas
que hoy expongo, quisiera que por un momento podamos realizar una
mirada crítica, no sólo a través de los hechos concretos que nos ha de
mostrar la literatura argentina, sino también con la mirada crítica del
corazón.
“La cautiva" de Esteban Echeverría es la primera obra de la literatura
argentina donde el indio y la naturaleza de la pampa cobran un papel
protagónico. Echeverría describe con impresionante realismo, entre otras
cosas el desierto, las tierras argentinas y el indígena. Pero, su visión del indio
estaba matizada por su ideología. Echeverría representa el ideal Romántico.
Por boca de Echeverría, hablan los argentinos blancos de origen europeo o
educados en Europa, admiradores de Francia e Inglaterra y ansiosos por
convertir a la Argentina en un país similar a ellos. Para esto, por supuesto, es
necesario negar la existencia de los indios, retratarlos negativamente y, si es
posible, eliminarlos de la realidad nacional.
Esta visión se representa también en el clima de la lucha entre unitarios
y federales. Fue una división profunda: Dos concepciones antagónicas de la
realidad argentina, dos maneras opuestas de sentir la patria. “Civilización y
Barbarie”, dice Sarmiento. Los “civilizados” admiraban e imitaban a Europa y
servían sus propósitos dominadores; los “bárbaros” descreían de las
intenciones de los europeos y defendían obstinadamente a la Argentina. La
patria de los unitarios no estuvo en la tierra, ni en la historia, ni en los hombres;
era la Libertad, la Humanidad, la Constitución, la Civilización: valores
universales. Libertad para pocos, humanidad que no se extendía a los
enemigos, constitución destinada a no regir nunca, civilización foránea. Los
indios pertenecían a la civilización bárbara y por ello, la visión de Echeverría
es anti- indígena, los desprecia y aborrece. En “La cautiva”, “El matadero” y
hasta en el mismo “Martín Fierro”, se alude al indio como “engendro
demoníaco”,
“criatura salvaje sin alma”, “vago, ladrón, asesino y
saqueador”, “mal jefe de familia, abusador y golpeador”,
Más tarde, “La conquista del desierto” realizada por el general Roca
en el año 1879 actualizó, el tema del indio y el problema derivado sobre la
posesión de sus tierras. Estas campañas provocaron quizás la más grande
matanza entre hermanos en la historia argentina.
En Julio de ese mismo año, todo había terminado. Muchos aborígenes
lograron huir hacia la Patagonia, y otros tantos lograron cruzarla. 14000
aborígenes fueron capturados, trasladándolos a la fundación de alejadas
colonias, incorporándolos a la Marina de guerra, tomándolos como sirvientes,
destinándolos como trabajadores forzados a la Isla Martín García, a donde
fueron a parar unos 800 ranqueles para picar adoquines para las calles de
Buenos Aires. Por cierto, nada sabemos de la cantidad de indios que
murieron en combate, fusilados, o muertos de hambre, o por alguna
enfermedad mortal (cólera, fiebre amarilla o viruela).
Los pocos que sobrevivieron a este genocidio, iniciaron una etapa
nada feliz: la marginación. Y con ella comenzó no sólo su desaparición física,
sino también su desaparición cultural.
Pero ellos tienen la paciencia que pactan con la naturaleza para
luchar, esperar y resistir. Actualmente miles de indígenas siguen luchando
por la posesión de las tierras que les fueron arrebatadas.
Como dije en un primer momento ”ser indio en argentina duele”.
Debemos fomentar el pensamiento crítico, pensar que no sólo hay una
historia oficial, sino también la otra historia: “Quien quiera oír que oiga”
En otras palabras, mi deseo es que todos los argentinos reconozcan al
indio no solamente a través de descripciones en “El matadero”, “La cautiva”
o “Martín Fierro”.
Es necesario rememorar a los indígenas como hijos de la tierra,
conocer historias y relatos que demuestren que el indio no es el integrante de
“una raza estéril” o un engendro demoníaco, sino personas, hermanos de
nuestra patria, pobladores primitivos de estas tierras que tuvieron que
soportar todo tipo de castigos desde los tiempos colonizadores, en los que
miles de indios inocentes, murieron sin comprender quién era el Dios que les
quisieron imponer, hasta la actualidad, tiempos en los que la discriminación
se halla interiorizada en el seno de una sociedad costumbrista y marginal,
discriminación que aveces, cual espada colonizadora, apunta directo al
corazón.
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