Seguidores de Jesús: Exaltación de la Santa Cruz

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SEGUIDORES DE JESÚS
14 septiembre
EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ
DETALLES DE ESTE DÍA / FIESTA
Nos encontramos ante una de las
fiestas profundamente significativas
de la fe cristiana, pero con serios
riesgos de ser “desfigurada” en su
contenido. Toda una forma de ver y
entender la Cruz, a lo largo de la historia,
testimonian este dato y este hecho.
También es verdad que grandes figuras
de la Comunidad Cristiana han sabido
ofrecernos su inmensa experiencia
mística en torno a la Cruz y la
Espiritualidad que emana de ella.
A esta espiritualidad “sana” y
profunda es hacia donde nos quiere llevar esta fiesta de la
EXALTACIÓN DE LA CRUZ. Hacia ahí queremos dirigir nuestros
pasos creyentes, como seguidores de un Crucificado, que en esa entrega
plena y total, por FIDELIDAD al proyecto del Padre y en
SOLIDARIDAD con los hombres, sus hermanos, nos ofrece todo. Por lo
tanto, aquí nos encontramos con una auténtica SÍNTESIS de la vida de
Alguien, que es fiel a su MISIÓN, aunque ese camino concluya en la
Cruz.
Esto es lo celebramos la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Esta
fiesta se remonta al siglo IV y conmemora la consagración de una
Basílica que se construyó en Jerusalén sobre un lugar en donde se creía
que Jesús había muerto y había sido sepultado. Es, pues, una fiesta para
profundizar en el sentido de la Cruz, signo de la fe cristiana.
Pero… ¿qué sentido puede tener celebrar la fiesta de “la Exaltación de
la Cruz” en una sociedad que busca ávidamente el confort, la
comodidad y el máximo de bienestar? Más de uno se preguntará ¿cómo
es posible seguir todavía hoy “celebrando la Cruz de Cristo?”.
Creemos profundamente que sí. Sin embargo, cuando los cristianos
celebramos la Cruz de Jesús no ensalzamos el sufrimiento, ni la
muerte, sino el AMOR y la SOLIDARIDAD de Dios que ha querido
compartir nuestra vida y nuestra muerte hasta el final.
He aquí el “secreto” y, también, el misterio de la Cruz, porque de la
Cruz se le “escapa” algo a nuestra mirada, y es que sólo se nos ofrece
como DON y como REGALO de lo alto. No aceptar esta dimensión, es
abocarnos a un callejón sin salida.
Celebrar la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz significa tomar
conciencia en nuestra vida del amor infinito de Dios hacia nosotros.
Todo ser humano tiene sed de este amor, sin el cual no es más que un
experimento absurdo, por más transformaciones del mundo que se lleve a
cabo. Hoy, más que nunca, precisamos de la luz de Aquel que nos ha
amado hasta el extremo. El, Jesús Crucificado, es la verdadera luz, más
allá de toda palabrería.
“Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su único Hijo para no perezca
ninguno de los que creen en El, sino que tengan Vida Eterna” : es penoso
percibir que los creyentes de hoy no seamos capaces de descubrir y
experimentar nuestra fe como fuente de VIDA auténtica y que nos
contentemos con sobrevivir. No estamos convencidos interiormente de
que creer en Jesús es tener Vida Eterna, es decir, comenzar a vivir ya desde
ahora una vida plena y definitiva.
El texto evangélico al que hoy acercamos para profundizar en esta fiesta,
es de un contenido impresionante, toda una síntesis de fe y fuente de una
espiritualidad que puede llenar el pobre corazón humano. Así nos
acercamos, para dejarnos empapar de toda su fuerza.
A LA LUZ DE LA PALABRA DE DIOS
EVANGELIO: Juan 3, 14-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
- «Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene
que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él
tenga vida eterna.
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no
perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino
para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado;
el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre
del Hijo único de Dios.
El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres
prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues
todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz,
para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la
verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están
hechas según Dios».
HOY, NUESTRA HORA
Aquí nos encontramos -sin ningún tipo de duda- con lo que es
propiamente una “ESCUELA”, una “escuela” donde se ofrece el don
de la salvación, pero donde no es nada fácil hacer propias las
enseñanzas que se imparten. Y, al mismo tiempo, es la CLAVE para
entender cuanto aquí se nos está proponiendo.
Y es que si ser cristiano es “ser seguidor de Jesús”, ese Jesús es el
Crucificado; y no hay otro, al menos si lo aceptamos en todo su conjunto:
“Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser
elevado el Hijo del Hombre…” (según el relato que se nos ofrecido). Jesús
retoma esta vieja historia del pueblo de Israel y se la aplica a sí mismo.
Así tiene que ser su caminar y su MISIÓN.
Jesús, elevado en la Cruz (como la serpiente del relato), es la presencia
salvadora de Dios para todo el mundo. Todo el que se adhiera a Él,
aceptando el don de su Amor, obtendrá la vida definitiva: “Para que no
perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan VIDA
ETERNA”. Es necesario levantar la mirada al Crucificado, clavado en
el madero de la Cruz, y descubrirle como expresión del Amor infinito
de Dios.
Por lo tanto: éstas son las grandes “lecciones” para NOSOTROS y que
las tenemos que aprender si queremos GUSTAR todo el contenido del
mensaje de este día.
Aquí, en la Cruz se habla de FIDELIDAD, de una fidelidad hasta el
límite. Es la fidelidad del Crucificado al proyecto de Dios, a quien él
mismo se dirige como su Abbà y como Padre. En una mirada superficial,
una “lectura complicada” de hacer, y es que es el AMOR lo que está en
juego y… esto ya es “otra historia”. Por lo tanto, la fidelidad es la primera
“lección” de esa “escuela”.
Pero la segunda clave o la segunda “lección” es también sorprendente,
pero no por eso deja de ser nítida y clara: el para qué de ese “cuadro” es
la SOLIDARIDAD con los hermanos, y es que el objetivo no es otro
que ser cauce de “vida eterna” para cuantos se acogen a Él. Esa VIDA
viene “disfrazada” de un AMOR sin límites y la consecuencia que aporta
es CONVERTIR al que se ha encontrado con el Crucificado, también
él, en TESTIGO DEL AMOR.
Aquí nos encontramos nosotros, contemplativos de la Cruz y del
hermoso, muy hermoso misterio que se nos revela en ella. Además,
tenemos la seguridad de que si nuestra contemplación es correcta, no
corremos el peligro de desvirtuarla ni adulterarla. Al contrario, la Cruz
dejará de ser “maldita” y pasará a ser generadora de vida, allá por
donde pasemos; una auténtica bendición para nuestro entorno. Desde
ahí sí que merece la pena el celebrar esta fiesta de la EXALTACIÓN. Aquí
se forjan las mujeres y los hombres enamorados de cuanto descubren
y, como Él, dedican su vida a ofrecer a raudales esa “Vida Eterna” que
emana del Crucificado. ¡Hermoso regalo para nuestro mundo!
ORACIÓN
Dios, Padre bueno y misericordioso,
que has aceptado que,
en la entrega incondicional de tu Hijo amado,
todos los hombres encontrasen la NUEVA VIDA
que Tú deseas para cada uno de tus hijos;
concédenos que cuantos hemos conocido
este hermoso misterio de amor,
lo vivamos en plenitud
y seamos capaces de ofrecerlo,
con ilusión y gozo,
a cuantos lo buscan y así lo desean.
JESÚS ES SEÑOR
Di con el corazón: Jesús es Señor.
Dilo con los labios: Jesús es Señor.
Grábalo en tus entrañas: Jesús es Señor.
Cántalo con tu voz: Jesús es Señor...
Jesús es Señor:
antorcha de libertad,
fuente de alegría,
viento de paz,
victoria sobre toda muerte;
estandarte en lo más alto de la tierra,
sol en las profundidades de nuestro ser,
meta de nuestro caminar,
compañero de vida y esperanzas...
que nadie podrá quitar.
Jesús es Señor:
de él brota la vida,
en él nuestra esperanza,
con él todo bien,
a él nuestro reconocimiento,
para él nuestra voluntad,
por él nuestra plenitud;
él nuestra justicia,
él nuestra salvación...
que nadie podrá quitar.
Jesús es Señor:
ya no hay más señores;
los señores del dinero y de la salud,
de las armas y de las leyes,
del poder y de los negocios,
de la democracia y de la razón de estado,
de la carne y del templo,
todos los príncipes de este mundo,
señores de las tinieblas,
están vencidos.
Jesús es Señor:
el que vive y el que hace vivir;
el que nos cura, recrea y salva
ayer, hoy y siempre.
Jesús es mi Señor.
No hay otros señores.
Jesús es nuestro Señor.
Ulibarri, Fl.
CANTO
EL AMOR ES NUESTRO CANTO
El amor es la palabra limpia que hace vivir,
es el fruto de la tierra buena y es sufrir,
es decirle al hermano pobre: sólo no estás.
No dejes que pase tu tiempo sin más.
EL AMOR ES NUESTRO CANTO A LA VIDA QUE SE DA
Y QUE ESPERA UN AMANECER EN LA VERDAD.
EL AMOR ES NUESTRO CANTO A LA VIDA QUE SE DA
Y QUE ESPERA UN AMANECER EN LA VERDAD.
El amor es el regalo eterno que nos da Dios,
es tener el corazón abierto y es perdón.
Es la fe y la esperanza cierta del más allá.
No dejes que pase tu tiempo sin más.
El amor es un camino largo y sin final,
es la luz que inunda sombras en la oscuridad,
es la vida que nos brinda un tiempo de oportunidad.
No dejes que pase tu tiempo sin más.
(Grupo Kairoi – Disco: “Y ahora, Señor” – Ed. Musical PAX)
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