Por Javier Flores Fuente: Lista

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Internacional; El sexo en los juegos olímpicos
Viernes, 22 de Agosto de 2008 10:32
Por Javier Flores
Fuente: Lista estudiosfeministasLAC
Las competencias olímpicas, prácticamente en todas las disciplinas, se dividen e
n pruebas para mujeres y para hombres. Esto es interesante, pues se asume que
h
ay diferentes capacidades físicas entre los sexos. Así, en los 100 metros
planos en atletismo, o en los 200 metros de nado estilo libre o mariposa, se
separa a los participantes en función de su sexo.
Hay muy pocas competencias en las que da lo mismo si se trata de una u otro; s
on las que se califican de manera cualitativa, como la gimnasia, en las que
la expresión de los cuerpos no depende de llegar más rápido a alguna parte,
saltar más alto o levantar mayor peso. El récord mundial en la carrera de los
100 metros planos al aire libre para varones corresponde a Asafa Powell, de
Jamaica, en 2007, con un tiempo de 9.7 segundos. En mujeres el récord lo tiene
Florence Griffitt, de Estados Unidos, con un tiempo de 10.49, obtenido en
1988. La diferencia es de menos de un segundo. Pero si se compara este récord
femenino con el de los hombres en 1930, el de ellas hoy es inclusive mejor. En
1992, para citar otro ejemplo, el récord olímpico en la prueba femenina de 100
metros en nado libre superó todas las marcas masculinas anteriores a los
juegos de 1964, incluida la del legendario Johnny Weissmuller de 1924 ¡por más
de un minuto! Pero, como sea, se ha generado en las competencias deportivas una
gran tensión por separar a hombres de mujeres, al grado de que se han creado
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pruebas para tener certeza acerca del sexo de los competidores… o mejor dicho,
de las competidoras.
A nadie le preocupa que una mujer intente colarse a una competencia
masculina. Lo que importa es si un hombre trata de ingresar en una prueba
femenina, pues
se considera que tendría ventaja.
La historia del deporte da cuenta de varios casos que han conducido inclusive a
despojar de sus premios a algunas atletas, como sucedió con la corredora
india Santhi Soundarajan, quien después de ganar una medalla de plata en 2006
fue sometida a esa humillación, que la condujo a un intento de suicidio –luego
se supo que tenía una rara condición conocida como síndrome de insensibilidad
a los andrógenos (SIA), que desde luego no era su culpa. Esto ha conducido a
pruebas degradantes sobre las mujeres que participan en las competencias,
pues, a diferencia de los hombres, ellas tienen que demostrar su condición
femenina.
El Comité Olímpico Internacional (COI) ha realizado en el pasado exámenes en l
as atletas ante la sospecha de que pudieran ser hombres ¡por su aspecto! El
criterio más elemental para la determinación del sexo es la apariencia, aunque
esto no es seguro. Basta comparar actualmente a las y los competidores de
natación en Pekín, que de la cintura para arriba pueden ser indistinguibles.
El ejercicio físico (y el uso de esteroides anabólicos) modifica la masa
muscular, y hay competencias, como el levantamiento de pesas, en las que esto
es más que evidente.
En un artículo publicado en 2000, Gendel da cuenta de casos en los que se lleg
ó a examinar a algunas deportistas desnudas ante un panel de médicas, y en
otros casos se solicitó inclusive el examen ginecológico.Fue en las Olimpiadas
de México de 1968 cuando se introdujeron por primera vez las pruebas genéticas
para la determinación del sexo. Con ellas se trata de detectar la presencia del
cromosoma Y, considerado característico de los hombres, o la presencia de un
gen conocido como SRY, que supuestamente es el causante de la diferenciación
sexual masculina.
Estas pruebas se han hecho cada vez más sofisticadas mediante el empleo de
la reacción en cadena de la polimerasa, que permite replicar
fragmentos del ácido desoxirribonucleico.Pero todas las pruebas para la
determinación del sexo en atletas no funcionan y han sido criticadas por
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genetistas, endocrinólogos y la comunidad médica porque, además de que
pueden
conducir a actos de discriminación, no consideran las múltiples variantes en la
composición del material genético, como en los casos de hombres XX o de la
intersexualidad (como disgenesia gonadal, mosaicismo, síndrome de Klinefelter,
SIA o seudohermafroditismo, entre otros), que, de presentarse, no determinan la
condición de género.
Estas pruebas fueron suspendidas por algunas federaciones deportivas
internacionales, y el COI reconoció desde 1999 que existen múltiples
inconsistencias médicas y se mostró decidido a abandonarlas. Pero ahora, en los
Juegos Olímpicos de Pekín, fue instalado un laboratorio para determinar el sexo
en las competidoras sospechosas de ser hombres. O sea, que no se ha
aprendido
la lección.
Ante la individualidad biológica, por la que cada persona tiene una anatomía, hor
monas y genes propios, resulta imposible determinar el sexo a partir de una
concepción basada en un ideal de dos sexos únicos. Sin embargo, todo esto no
nos impide vibrar de emoción cuando un atleta consigue una proeza deportiva…
Se trata de un logro de la especie humana.
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