Kant Resumen

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KANT
En el pensamiento de Kant, se hace patente una progresiva preocupación por la Metafísica, cuyo
estancamiento con respecto al resto de los saberes(Matemáticas y Física), era objeto de controversia.
Según el Racionalismo, el problema de la Metafísica, como el del resto de las ciencias, era encontrar el
método adecuado para la misma. Una vez encontrado, el conocimiento de los objetos metafísicos, dejaría de ser
problemático(este es el sentido de la filosofía cartesiana). Desde el empirismo, en cambio, se propone un análisis
del conocimiento para dilucidar a qué tipo de objetos (de la experiencia o más allá de ella) puede referirse el
mismo. Desde la postura empirista de Hume, el conocimiento de objetos más allá de la experiencia que pretende
la Metafísica es imposible, porque ésta –la experiencia- es el límite de nuestros conocimientos.
La postura inicial de Kant, bajo la influencia principal de Ch. Wolff, se sitúa en el racionalismo dogmático
pero, una vez recibida la influencia del Empirismo por medio de Hume, evolucionará hacia una postura propia que
intentará solucionar la frontal oposición entre ambas corrientes y las insuficiencias de cada una de ellas. Esta
postura propia se denomina CRITICISMO, y consiste en el análisis crítico de la Razón sobre sí misma para
conocer sus propios límites y capacidades. Esta postura no se refiere únicamente a un ámbito exclusivamente
teórico, tiene también una dimensión práctica.
En el ámbito teórico, la crítica kantiana, buscará que la Razón sea consciente de cuáles son las
condiciones necesarias para el conocimiento seguro(para la ciencia en general) y cuál es el límite de este
conocimiento(aquí se sitúa la preocupación por el conocimiento metafísico). En el ámbito práctico, la crítica
Kantiana analizará la capacidad de la Razón para encontrar principios universales para regir las acciones.
Kant sintetiza este análisis como el intento de responder a dos preguntas fundamentales: para el uso
teórico de la Razón, ¿qué puedo saber?, y, para el uso práctico de la misma, ¿qué debo hacer? El resto de
nuestra exposición girará principalmente en torno a esta crítica de ambas dimensiones la Razón humana.
La postura kantiana, queda perfectamente enmarcada dentro del marco de la Ilustración, que, en líneas
generales, busca la emancipación por parte de una razón crítica y analítica de toda autoridad irracional: someter
al juicio de la “luz natural” de la razón a todo prejuicio y a la razón misma, para embarcarse en un progreso
indefinido. Desde el punto de vista de Kant, se trata de que la Razón sea consciente de sus limitaciones y
capacidades, tanto en su uso teórico como en el práctico, para que el ser humano alcance su “mayoría de edad” y
sea capaz de valerse por sí mismo. De este modo la humanidad podrá embarcarse en la búsqueda de una “época
ilustrada”, caracterizada por la prosperidad y la libertad del ser humano capaz de servirse de su propio
entendimiento(“¡sapere aude!”, “atrévete a saber”), y podrá esperar alcanzarla.
EL USO TEÓRICO DE LA RAZÓN. TEORÍA DEL CONOCIMIENTO.
En este ámbito, Kant intenta trazar los límites del conocimiento seguro y descubrir cuáles son las
condiciones que lo hacen posible. En este sentido, y alejándose tanto de la postura empirista como de la
racionalista, Kant plantea que nuestro conocimiento de las cosas está sometido a dos tipos de condiciones. Es
decir, para que se dé un conocimiento seguro, este tiene que tener dos componentes distintos:
a) Por una lado, tiene que tener un contenido empírico. Para nuestro autor, todo conocimiento debe
comenzar en la experiencia sensible.
b) Por otro, en todo en él deben darse unas condiciones a priori(independientes de la experiencia), que
lo hacen posible(trascendentales). Por lo tanto, no todo el conocimiento procede de la experiencia
como afirmaba la filosofía empirista.
Una vez planteadas estas condiciones, se trata de comprobar si las distintas facultades del conocimiento
humano se acomodan a ellas, y si son cumplidas en el ámbito de la ciencia.
Para analizar este segundo aspecto (las condiciones de posibilidad de la ciencia) Kant se remite al análisis
de sus argumentaciones, que son juicios. Los juicios pueden clasificarse según dos criterios.
Según la relación entre sujeto y predicado, los juicios pueden ser analíticos si el predicado se halla
comprendido en el sujeto(“los solteros son no casados”), o sintéticos, si el predicado aporta información que no
se puede extraer del análisis del sujeto(“todos los cuerpos son pesados”, “la recta es la distancia más corta
entre dos puntos”). Los juicios analíticos no amplían el conocimiento, los sintéticos sí(son extensivos).
Según la forma de comprobar su validez los juicios pueden ser a priori, si su verdad puede ser conocida
independientemente de la experiencia(“el todo es mayor que las partes”), o a posteriori, si su verdad es conocida
a través de los datos de la experiencia(“Manuel juega al fútbol”, “los cuervos son negros”). Los juicios a
posteriori, por depender de la experiencia, no son universales ni necesarios. Los juicios a priori son universales y
necesarios.
Toda ciencia busca ampliar nuestro conocimiento, pero busca hacerlo de tal modo que sus nuevos
argumentos o juicios sean válidos en cualquier momento y circunstancia, en todo tiempo y en todo lugar. En
consecuencia los juicios de la ciencia son juicios sintéticos a priori. La labor de Kant consiste en comprobar la
presencia de juicios de este tipo en las ciencias (Matemáticas y Físicas) y en la Metafísica, para ver si es posible
el conocimiento seguro en la misma.
La investigación sobre el uso teórico de la Razón se desarrolla a lo largo de su obra “Crítica de la Razón
Pura”. En ella, se buscan las condiciones a priori - y por lo tanto vacías de contenido empírico o puras- del
conocimiento en cada una de sus facultades, y las condiciones de posibilidad de las Matemáticas, la Física y la
Metafísica.
La primera parte de esta obra recibe el nombre de ESTÉTICA TRASCENDENTAL y nuestro autor se
ocupa en ella de descubrir las condiciones a priori de la sensibilidad, entendida como facultad o capacidad de
recibir sensaciones. Paralelamente, se ocupa de responder cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en la
Matemática.
Kant señala al espacio y al tiempo como los ingredientes a priori necesarios para que se dé el
conocimiento sensible. Espacio y tiempo son condiciones que no provienen de la experiencia, están vacías por
tanto de contenido empírico(son intuiciones puras), y conforman los datos recibidos por los órganos sensoriales
mediante intuición sensible(son las formas a priori de la sensibilidad).
En consecuencia, podemos afirmar que no conocemos si los datos empíricos que provienen del objeto no
están situados en el espacio y en el tiempo, que son condiciones del sujeto. Por lo tanto no conocemos las cosas
tal y como son en sí mismas, sino tal y como nos aparecen. Conocemos fenómenos(los datos sensoriales sometidos
a las formas a priori de espacio y tiempo) y no las cosas en sí(noúmeno).
La aplicación a la Matemática de lo investigado sobre la sensibilidad se concreta en lo siguiente: Los
juicios sintéticos a priori son posibles en la Matemática porque están basados en las intuiciones puras de espacio
y tiempo(los de la geometría en el espacio, los de la aritmética, que están referidos a la sucesión numérica, en el
tiempo). Como todo lo que conocemos esta sometido a estas condiciones, los juicios matemáticos serán válidos en
todo el ámbito de nuestro conocimiento y por lo tanto universales y necesarios. He aquí la respuesta kantiana a la
pregunta sobre por qué la matemática es aplicable a la realidad o por qué la realidad responde a los cálculos
matemáticos. La realidad a la que tenemos acceso es fenoménica y está basada en las mismas condiciones que la
Matemática.
La segunda parte de la Crítica de la Razón Pura, recibe el nombre de ANALÍTICA TRASCENDENTAL.
En ella se investigan las condiciones a priori del entendimiento, la facultad de comprender o formular juicios.
Además se investiga sobre cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en la Física.
En el ámbito del entendimiento, es posible el conocimiento seguro porque éste posee elementos
independientes de la experiencia(a priori), que le sirven para unificar los datos fenoménicos(la experiencia
sensible conformada previamente en el ámbito de la sensibilidad por espacio y tiempo). Estas condiciones a priori
del entendimiento son las categorías o conceptos puros, y son producidos espontáneamente por él. Hacen posible
el conocimiento por parte del entendimiento pero no pueden ser aplicadas más allá de la experiencia fenoménica.
Una vez más, queda cerrado el paso para el conocimiento del noúmeno o cosa en sí.
Kant deduce doce categorías a partir de las doce formas de juicio aceptadas desde Aristóteles, después
de constatar que la unificación de los datos sensibles por medio categorías se expresa en la formulación de
juicios. Las categorías son totalidad, pluralidad, unidad, realidad, negación, limitación, sustancia, causa,
reciprocidad, posibilidad, existencia y necesidad.
La aplicación de estas conclusiones a la Física discurre por un camino paralelo al anteriormente
mencionado con respecto a la Matemática. Los juicios sintéticos a priori en la Física son posibles porque se
basan en las categorías o conceptos puros, que son a su vez las estructuras a priori del entendimiento. Por lo
tanto sus conclusiones son aplicables a todos nuestros conocimientos y, en consecuencia, son universales y
necesarias.
El nombre de la tercera parte de la Crítica de la Razón Pura es DIALÉCTICA TRASCENDENTAL. En
ella se investiga la posibilidad del conocimiento seguro desde la facultad de la razón y la posibilidad de la
Metafísica como ciencia(¿son posibles los juicios sintéticos a priori en la Metafísica?).
La razón, entendida como facultad particular en este caso y no como el conjunto de la dimensión humana
referida al conocimiento y a la dirección del comportamiento, tiene la tendencia natural de buscar la unificación
absoluta de todos nuestros conocimientos. Tiende a establecer juicios cada vez más generales que sirvan de
fundamento a un mayor número de juicios particulares, que explican una parte menor de la realidad.
Para ello crea tres ideas: “Dios”, ”alma” y “mundo”. Estas son las ideas trascendentales en las que la
razón pretende unificar de modo absoluto todos los conocimientos.
Pero ocurre que en su afán unificador, la razón sobrepasa la barrera de todo conocimiento empírico. Su
error consiste en intentar situar estas tres ideas en el ámbito de lo fenoménico, siendo esto imposible. La razón
no puede llevarnos por tanto a conocer de modo cierto, puesto que prescinde de las condiciones empíricas del
conocimiento. Busca la aplicación de las categorías más allá de la experiencia sensible. Busca, en definitiva, el
conocimiento de la incognoscible realidad en sí, el noúmeno. Soslaya, por tanto, una de las condiciones que
posibilitan el conocimiento y, en consecuencia, comete errores al intentar conocer las ideas de Dios, alma y
mundo.
En la idea de mundo, la razón busca unificar todos los fenómenos físicos, el conjunto de la experiencia
externa. Este intento da lugar a antinomias, en las que la razón se contradice a sí misma(afirma por un lado la
existencia de la libertad en el mundo, y por otro, la niega).
En la idea de alma, busca unificar todos los fenómenos psíquicos, el conjunto de la experiencia interna.
Esta búsqueda de lugar a paralogismos.
En la idea de Dios, busca unificar ambos tipos de fenómenos y experiencias, una unificación suprema de
todos los conocimientos(Dios como idea que contiene en sí toda la realidad). Esto le lleva a intentar demostrar la
existencia de Dios cometiendo errores, de forma no probatoria.
Estas tres ideas trascendentales, ocupan fundamentalmente a la Metafísica, entendida como saber que
pretende conocer más allá de la experiencia. En su intento de conocerlas se superan las condiciones empíricas
que hacen posible un conocimiento seguro. Por lo tanto es imposible la Metafísica como ciencia.
Pero, aunque las ideas de la razón no proporcionan conocimiento seguro, cumplen una función reguladora
dentro del uso teórico de la razón. Señalan los límites del conocimiento seguro y son los ideales que impulsan la
investigación intentando agrupar toda la experiencia en un sistema racional.
EL USO PRÁCTICO DE LA RAZÓN. ÉTICA.
Al igual que en la crítica a la Razón en su uso teórico, en el análisis del uso práctico de la misma, Kant se
centrará en la búsqueda a priori de elementos que sirvan, en este caso como preceptos morales universales y
necesarios(responder de modo universal a la pregunta ¿qué debo hacer?). De esta cuestión se ocupa
fundamentalmente en dos de sus obras: Crítica de la Razón Práctica y Fundamentación de la Metafísica de las
Costumbres.
El filósofo prusiano rechaza las reflexiones éticas anteriores a la suya porque no proporcionan
universalidad al deber. A estas éticas les da el nombre de éticas materiales(p.e. el hedonismo de Epicuro o el
eudemonismo aristotélico). Las éticas materiales intentan fijar un bien supremo o fin último a alcanzar
analizando a posteriori la naturaleza humana, para luego establecer unas normas (que pretenden ser universales,
válidas para todos los seres humanos) para alcanzarlos. La crítica de Kant a este tipo de ética se basa en los
siguientes puntos:
1.Las éticas materiales son empíricas, lo que implica que extraen su contenido de la experiencia( a
posteriori). Pero basándose únicamente en la observación no se pueden establecer principios universales y
necesarios(recordemos la crítica de Hume).
2.Los mandatos de las éticas materiales son condicionales, hipotéticos(imperativos hipotéticos). Su
validez depende de si queremos alcanzar el fin propuesto. Por lo tanto no san imperativos necesarios.
3.Las éticas materiales son heterónomas. En ellas la voluntad está determinada por la inclinación o el
deseo de algo exterior y no desde sí misma.
Frente a las éticas materiales, Kant plantea una ética formal, basada en principios a priori y no
condicionales que implican la autonomía plena de la voluntad para determinarse. Si las éticas materiales están
dotadas de contenido porque establecen un fin y nos dicen lo que hemos de hacer para alcanzarlo. La ética
formal kantiana es una ética vacía de contenido: no establece ningún fin ni nos dice lo que hemos de hacer, sólo
nos dice cómo debemos hacerlo. Por lo tanto la pregunta es: ¿cómo debo actuar para que mi forma de
actuación pueda ser considerada universal y necesaria y elevarse así al rango de norma moral?
Buscando dar respuesta a esta pregunta nuestro autor analiza distintas formas de actuar:
a)Una acción contra el deber, como prometer a sabiendas de no cumplir la promesa o cobrar precios
abusivos es claramente descartable como prototipo de norma moral.
b)Una acción conforme al deber, como no cobrar precios abusivos para mantener la bonanza del negocio
y no perder la clientela o practicar la caridad para obtener el reconocimiento público, tampoco es para Kant
merecedora de ser elevada a la universalidad. Nótese que en este tipo de acción aparece la relación medio-fin,
propia de las éticas heterónomas. En ellas el sujeto actúa por una inclinación hacia algo externo a sí mismo.
c)La respuesta de Kant es que sólo actuamos moralmente cuando lo hacemos por deber, cuando nos
sometemos a la ley por respeto a la ley misma y no por una inclinación hacia un fin o utilidad que conlleva. De este
modo mi voluntad se estará determinando por sí misma y no por la tendencia hacia algo exterior a ella. Será por
lo tanto autónoma y libre. La libertad no coincide para Kant con la simple indeterminación, consiste en la
propiedad de la voluntad de darse la ley a sí misma, es decir, en la autonomía.
Recapitulando, una voluntad buena es aquella que actúa por deber, con libertad y autonomía. Sólo una
voluntad que actúa de este modo puede esperar que sus acciones concretas se eleven a la universalidad. Y en la
expresión de esta idea consiste la ley práctica universal, el principio práctico supremo, al que Kant denomina
imperativo categórico.
El deber se expresa en el imperativo categórico. Este es una proposición sintético-práctica a priori.
Aunque es único, puede ser formulado de distintas maneras:
a) “Obra según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal”. Por
máxima entendemos una norma subjetiva y concreta de comportamiento. Se trata de que ésta pueda ser
aceptada con una forma universal. Si la máxima es que ahora debo cumplir lo prometido en una ocasión anterior,
intento elevarla a la universalidad(todos deben cumplir sus promesas) y observo que es posible sin contradicción.
Kant nos da un procedimiento para saber cuando una acción concreta es moralmente buena: tenemos que
comprobar que puede ser universalizable.
b) “Obra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier
otro siempre como un fin y nunca como un medio.” Solo el ser racional, el ser humano es un fin en sí mismo;
por lo tanto, nunca ha de ser usado como un medio o instrumento para satisfacer nuestros deseos. En esta
formulación se destaca la dignidad fundamental del ser humano. Cuando consideramos al otro como fin en sí
mismo podemos esperar que nuestro comportamiento concreto se convierta en universal.
Como podemos observar la existencia de la libertad, como capacidad que me permite determinarme a mí
mismo al margen de la determinación natural, es completamente necesaria en la ética kantiana. Pero, por otro
lado, la existencia de la libertad(como la de la inmortalidad del alma y la de Dios) no pudo ser demostrada desde
el uso teórico de la Razón. He aquí como la Razón en su uso práctico sobrepasa los límites descubiertos para su
uso teórico.
Las ideas trascendentales que suponen el límite y la aspiración de la Razón Pura teórica, son afirmadas
desde la Razón Pura práctica como postulados, es decir como elementos no demostrables cuya aceptación y
afirmación práctica es necesaria para que la moralidad sea posible.
Sobre el mundo en su totalidad, es necesario que en él exista la libertad, porque el hombre no puede
actuar por deber, por el respeto a la ley que se da a sí mismo si no es libre.
Sobre el alma, es necesario suponer su inmortalidad, porque la Razón nos ordena aspirar a la virtud, es
decir a que hagamos concordar de forma perfecta nuestra voluntad con la ley moral. Y esta perfección es
inalcanzable en una vida limitada. El ser humano necesita creer en un mundo donde esta aspiración se cumpla.
Sobre Dios, es necesario suponer su existencia, porque es la garantía de que la virtud y la felicidad(como
algo añadido a ella y no como fin) se identifican.
Afirmando los postulados de la moralidad Kant plantea un esbozo de respuesta a la tercera pregunta
fundamental que vertebra su pensamiento, ¿qué me cabe esperar?. Con la respuesta a esta y a las dos preguntas
planteadas anteriormente, la filosofía kantiana se constituye como un planteamiento sistemático y global en
torno al ser humano(¿qué es el hombre?).
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