Enfermos graves

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El enfermo, tanto desde una enfermedad leve hasta el punto extremo del moribundo requiere unos cuidados
externos que son difíciles de atender ya que su sensibilidad se suele encontrar más o menos alterada y puede
reaccionar de forma inusual a las muestras de cariño o cuidados.
En nuestro caso vamos a estudiar el caso del enfermo grave, que pasa por lo que llaman los siete estados
diferentes de conciencia que le afectan en grado sumo sobre su relación social porque la distinta reacción ante
la enfermedad hace que en las etapas de choque, cólera, depresión y aunque resulte extraño la de decatexis:
sintió que le besaban la mano, y que alguien rompía a llorar. Era su hijo que había entrado en el cuarto a
escondidas de todosSintió piedad por él y se enternecióSintió pena por su mujer que estaba bañada en
lágrimas. (Tolstoi. (1998): Madrid, p: 85) sean momentos en los que el paciente requiere una atención especial
por parte de especialmente los más cercanos; sin embargo, en las etapas de negación, comercio y aceptación
es más importante su experiencia interna, personal, que su relación con los demás. (Mainetti. (1985):
Minucias e la agonía en La muerte de Ivan Illich, Jano, (648−H): 41−54.)
No obstante cualquier persona en estado mental saludable narra sus vivencias de enfermedad (como la
mayoría del resto de sus vivencias) con una atención especial sobre el contacto con el exterior que ha vivido y
la atención que ha recibido tanto por parte de quienes le rodean en su vida como sano como de sus nuevos
compañeros de existencia: los otros pacientes, los médicos y las enfermeras.
RELACIÓN FAMILIAR
La necesidad de un apoyo familiar es en estos momentos de la vida es cuando se hace más imprescindible. El
enfermo es muy sensible a los cuidados de aquellos con quienes habitualmente más contacto tiene, son su
apoyo en los momentos en los que se siente desprotegido y solo, tiene miedo, por lo tanto busca en lo
conocido aquello que le dé seguridad, amor y compañía.
Se pueden ver muy distintas respuestas ante esta llamada de atención del enfermo:
Es posible que aquella madre (como un ejemplo, podría darse con un hijo, esposa) que siempre tuvo una
relación lejana con su hijo se sienta conmovida en estos momentos por el estado de su hijo y rompa las
barreras que tanto tiempo les mantuvieron separados (Lázaro. (1991): La muerte en la casa de los Bernhard,
Jano, 41 (975): 39−45) y que también el paciente ávido de cariño y con un futuro incierto decida reconciliarse
con la vida, y una parte importante de ella es su familia más cercana. Aquí, en la habitación de morir, yo había
podido tener de repente la relación estrecha y cariñosa con mi madre que tan dolorosamente había echado en
falta durante los dieciocho años anteriores (Bernhard. (1985): Barcelona, p: 105)
Otra posibilidad es la que la familia se desentienda de un peso como el que es un enfermo grave y
directamente no le preste más que la mínima atención, o a veces ni siquiera La mayoría no se habían atrevido
a entrar realmente más que una sola vez en la habitación de morir, aunque aquellos a quienes visitaran
estuvieran más tiempo (), con su única visita habían cumplido su deber, realizado su sacrificio (Bernhard.
(1985): Barcelona, p:105)
Ahora, así piensan, se ha librado del que durante tanto tiempo, () le ha supuesto una carga, e incluso aunque se
les plantee con ello un problema de conciencia, sencillamente no vuelve a aparecer más (Bernhard. (1985):
Barcelona, p: 105)
En el caso de Ivan Illich, se da una respuesta distinta, su familia no acepta su enfermedad y más bien le culpan
de su problema, es una idea bastante extendida durante siglos que en parte nace de la cultura judía en que se
consideraba la enfermedad como castigo de Dios. Esta respuesta provoca en Ivan un sentimiento de
culpabilidad que irá en aumento al verse incomprendido y como un estorbo, suele estar melancólico. A estas
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alturas de la agonía, cuando la muerte es realidad para él, necesita del prójimo que se le acerque y lo
acompañe brindándole su solidaridad y comprensión, pero estas condiciones se le niegan sistemáticamente y
es a partir de esta circunstancia que empieza a dudar del mundo que vivió y valoró anteriormente. (Tolstoi.
(1998): Madrid, p:72)
Desde no hace muchos años, se lleva teniendo en cuenta un aspecto muy determinante a la hora de lograr la
curación de un enfermo y es el aspecto psicosomático; esto es desde un punto de vista general, que cualquier
persona que tenga una vida feliz es menos propenso a la enfermedad; y más a propósito el enfermo, que si es
frecuentemente visitado, bien tratado por sus cuidadores y sabiendo su vida y la de los demás bien
estructurada, tendrá el sistema inmunológico más activo y con ello la causa de sus trastornos tendrá menos
incidencia. el aislamiento social −la sensación de que uno no tiene a nadie con quien compartir sus
sentimientos o mantener cierta intimidad− duplica las probabilidades de contraer una enfermedad y de morir.
(Goleman. (1996): Capellades (Barcelona), p: 268)
RELACIÓN MÉDICO−PACIENTE
El paciente siempre está atento, en lo posible dentro de sus capacidades, a las respuestas de su médico, a
cualquier gesto, a cualquier intención; y es uno de los casos más claros en los que se puede ver el servilismo
del que paga ante el que recibe su dinero.
La salud es uno de los aspectos más importantes en la vida de cualquiera, y aquél que acude a un médico ante
la posibilidad de sufrir una cierta enfermedad suele hacerlo con miedo pero con esperanza de que allí va a
lograr la curación.
La actitud del doctor hace mucho en la respuesta tanto física como psicológica del paciente, pero aun así hoy
por hoy todavía no está muy extendida la actitud cercana del médico al que acude en busca de ayuda.
Hasta no hace mucho, el enfermo ni siquiera tenía la posibilidad de informarse sobre su verdadera patología o
sobre los tratamientos que le iban a aplicar, pero al menos las leyes comienzan a amparar esta desorientación
del paciente con el consentimiento informado que consiste en la aceptación, mediante la firma de un
documento, de la práctica de una exploración, manipulación, tratamiento o procedimiento terapéutico tras
haber sido informado por su médico.
No es raro todavía ver actitudes como las vividas por Bernhard durante su estancia en el hospital: Había
tenido ininterrumpidamente deseos de hablar con mis médicos, pero sin excepción, jamás habían hablado
conmigo, no habían mantenido conmigo la más mínima conversación. () Los médicos se parapetan, levantan
la muralla, si no natural, sí artificial de la incertidumbre entre los pacientes y ellos. (Bernhard. (1985):
Barcelona, p: 64)
Y desde luego sin exageraciones es cierto que los médicos se comportan de forma fría, distante y
desinteresada. Se podía notar claramente esta actitud en la película Wit donde los investigadores tratan a la
Dra. Bearing como a un mero objeto de estudio y en ningún momento como a un ser humano con
sentimientos.
También hay que disculpar a la profesión médica que aunque a veces no lo parezca también es humana. Uno
de los problemas principales es la falta de tiempo para atender a cada uno de sus pacientes, es un hecho que en
el caso de España, en la Seguridad Social, suele atenderse a unos diez enfermos por hora, lo cual no permite
grandes aspavientos en la relación médico−paciente, ya que ni el primero puede profundizar, ni el segundo
llegar a la confianza del que guarda su salud. (Vallejo Nágera. (1981): Barcelona, pp: 9−14.)
Doctor−dijo−, el padre de mi amigo murió de cáncer de vejiga y él está ansioso por saber si la radiografía ha
detectado algún síntoma de cáncer. −Nada anormal−fue la lacónica respuesta que nos espetó el especialista
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antes de precipitarse a atender a la siguiente cita. (Goleman. (1996): Capellades (Barcelona), pp: 272−273)
RELACIÓN ENFERMERA−PACIENTE, PACIENTE−PACIENTE
Las enfermeras, a diferencia del médico que suele hacer una aparición puntual a lo largo del día para
confirmar el buen estado de su paciente, conviven hora tras hora con los enfermos, y por ello, la relación que
se establece entre ellos suele ser o más bien, debe ser, más cercana que la del médico. (Coordination in
nurses' listening activities and communication about patient−nurse relationships.Res Nurs Health. 2004 Oct
27;27(6):447−457 PMID: 15514958 [PubMed − as supplied by publisher])
La mención de la relación enfermera−paciente va a ser meramente puntual, ya que no es un aspecto que nos
preocupe tanto en nuestro caso.
La ocupación de la enfermera no es únicamente teórica, sino más afectiva. No obstante, muchas veces la
actitud de las enfermeras no suele ser la esperada: Llevaban ya decenios haciendo su trabajo y no eran más
que máquinas de atender a los enfermos, de funcionamiento exacto, con hábitos de hermanas de la caridad. Se
podía ver en ellas que su situación las había amargado y hecho así más inaccesibles aún para lo que se llama
alma. (Bernhard. (1985): Barcelona, pp: 60−61)
Aunque siempre hubo buenos profesionales que cuidaron a sus pacientes como a frágiles seres, con
comprensión y diligencia: −Esto debe de serte muy desagradable. Perdóname. No puedo valerme. −Por Dios,
señor −y los ojos de Gerasim brillaron al par que mostraba sus brillantes dientes blancos−. No es apenas
molestia. Es porque está usted enfermo. (Tolstoi. (1998): Madrid, p: 55.)
Y respecto a la interrelación de los pacientes es muy diversa según el grado de enfermedad de ambos, porque
en el caso de que uno esté muy enfermo y el compañero no, puede darse que el más sano cuide y se preocupe
por el otro, o que se compadezca continuamente de su suerte. Si ambos están graves será muy escasa su
relación y si al contrario, ambos están relativamente bien (por lo menos conscientes), puede que se apoyen el
uno en el otro o que se detesten, aunque suele darse más que ante la soledad y la incertidumbre se establezca
entre ellos unos fuertes lazos. Finalmente había considerado a mi compañero de enfermedad como compañero
ideal de cuarto (Bernhard. (1985): Barcelona, p: 129)
AFECTIVIDAD
Todos necesitamos que nos quieran, es una necesidad inherente a la persona, llena de sentido nuestra vida y
contribuye a nuestro equilibrio psicológico. Nos hace sentirnos útiles, necesarios y satisfechos de nosotros
mismos al desarrollar una importante capacidad de nuestra personalidad (Vallejo Nágera. (1991): Madrid, pp:
219−221)
Como ya hemos mencionado, el enfermo tiene la afectividad más desarrollada por el simple hecho de verse en
una situación conflictiva. Esta evidencia está empezando a ser utilizada por la medicina como método
curativo, lo que se llama tratamiento psicoterapéutico, aunque el médico o enfermero que tiene un trato más
sensible y compasivo hace esto mismo simplemente con una medicina más humanizada.
El sistema económico occidental fomenta el escaso trato humano de los médicos a sus enfermos por el afán de
promoción y de mejoras económicas, sin embargo, está comprobado que un trato cercano y que genere
confianza sobre los enfermos fomenta la mejora de sus afecciones y con ello se dan grandes mejoras
económicas, además de conseguir el mayor bienestar del enfermo. (Goleman. (1996): Inteligencia emocional,
Capellades (Barcelona), Kairos: 275−278)
Como último aspecto a mencionar brevemente en relación a la importancia de la psicología como mejora de
las patologías está la religiosidad, que conlleva una mayor aceptación de los problemas y con ello una
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relajación y una felicidad que mejoran notablemente el funcionamiento del sistema inmune. Los pacientes con
fe tienen, sin tanta necesidad externa, cubiertos todos esos aspectos que se mencionaban anteriormente del
sentir que la vida tiene sentido y que está llena. (Reyes−Ortiz y Ayele y Mulligan. Religious activity improves
quality of life for ill older adults.J Am Geriatr Soc. 1996 Sep;44(9):1139.PMID: 8790255 [PubMed − indexed
for MEDLINE)
En conclusión, los enfermos graves se sienten solos y desprotegidos, por ello las relaciones que establecen con
su entorno en esos momentos son cruciales para su estado físico y hay que intentar ofrecerles el mayor apoyo
y afecto que nos sea posible según nuestra situación y según su propio interés. Es un método que no sólo hace
al profesional sanitario más humano sino que ayuda enormemente a mejorar la salud del paciente y a
enriquecer al médico o enfermera.
BIBLIOGRAFÍA
TOLSTOI, L. (1998): La muerte de Ivan Illich, Madrid, Alianza.
MAINETTI, J. A. (1985): Minucias e la agonía en La muerte de Ivan Illich, Jano, (648−H): 41−54.
LÁZARO, J. (1991): La muerte en la casa de los Bernhard, Jano, 41 (975): 39−45
BERNHARD, T. (1985): El aliento. Una decisión, Barcelona, Anagrama
GOLEMAN, D. (1996): Inteligencia emocional, Capellades (Barcelona), Cairos
VALLEJO NÁGERA, J. A. (1981): Introducción a la psiquiatría, Barcelona, Científico−médica: 9−14
GILBET, D.A.:Coordination in nurses' listening activities and communication about patient−nurse
relationships.Res Nurs Health. 2004 Oct 27;27(6):447−457 PMID: 15514958 [PubMed − as supplied by
publisher]
VALLEJO NÁGERA, J. A. (1991): Guía práctica de psicología, Madrid, Temas de hoy: 219−221
REYES−ORTIZ, C.A. y AYELE, H. y MULLIGAN, T.: Religious activity improves quality of life for ill
older adults.J Am Geriatr Soc. 1996 Sep;44(9):1139.PMID: 8790255 [PubMed − indexed for MEDLINE
BLEULER, E. (1967): Tratado de psiquiatría, Madrid, Espasa−Calpe
Melancolía: de mélas, negro, y chólos, bilis.
Psicosomático: de psiquis, mente, y soma, del cuerpo.
Patología: de pato, enfermedad, y logía, ciencia de.
Psicoterapéutico: de psiquis, mente, y terapéutica, de tratamiento
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