Documento 2832017

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Una mujer, con otras mujeres
Lunes, 17 de Diciembre de 2007 09:17
Cristina Fernández dijo que su mandato le será más difícil que para cualquier hombre
sencillamente porque es mujer.
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Por Marta Dillon, publicado en Diario Página 12
La lágrima se le escapó por la tangente. La contuvo en el
momento del traspaso de la banda y el bastón
presidencial. La contuvo con fuerza pese al guiño de su
marido, el hombre al que le tocaba legarle los atributos del
mando, que en ese gesto develó la intimidad que ella
conjuró con un paso de comedia, recriminándole su falta al
protocolo.
Había que firmar el acta primero y entonces la Presidenta pudo
hacer gala de autoridad –aun dejando entrever el chiste
doméstico en el que ella pone orden–, retomar el tono de voz
grave y firme con que entonó su largo discurso, aprendido tal
vez en noches de desvelo, de ensayo, de deseo. El discurso
que enunció sin leer pero sin dejar punto alguno al azar. Ni
siquiera entonces la voz se le quebró. Cristina Fernández de
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Kirchner pudo incluso reconocer que su mandato no le
resultará fácil. O más precisamente, que será más difícil que
para cualquier hombre sencillamente porque es mujer.
Buscó entonces en los balcones del Congreso la figura de las
Madres y Abuelas de Plaza de Mayo señalándolas con la voz y
con los ojos como el ejemplo por “lo que hicieron cuando nadie
se atrevía... y lo hicieron”.
Pero la seguridad en el tono, la mano dura sobre su propia
emoción siguió firme. La lágrima se le escapó por la tangente y
fue delante de otra mujer. Fue necesario que estuviera frente a
frente con otra mujer, Alicia Kirchner, su cuñada. Alguien con
quien seguramente ha compartido y comparte tanto lo público
como lo privado. Frente a ella la voz se quebró, alumbró el
llanto y ese acto que podría parecer menor delató a la mujer
detrás del animal político que es la Presidenta. No porque haya
llorado, eso ya no es sólo cosa de mujeres. Sino porque
exhibió esa necesaria alianza de género que las mujeres
necesitamos para que esa dificultad que Cristina Fernández
enunció no se convierta en un obstáculo insalvable. Huelga
decirlo, pero las Madres con mayúsculas fueron un grupo, uno
en el que muchas palabras habrán sobrado, sobre todo
aquellas destinadas a nombrar la desesperación por la
ausencia de los hijos, las hijas, los nietos, las nietas, pero no
los gestos. Gestos que en algún momento habrán sido mínimos
–una mano tendida, cuidar los nietos de otra, compartir el llanto
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y el silencio– pero que les sirvieron para poder poner en común
elaborando un lenguaje que les dio la fuerza necesaria para
que el miedo sea un motor y no un límite y entonces poder
andar; en círculo, en torno a la plaza, sin más voz que esa
presencia indeleble que nos pone a todas frente al espejo de lo
que es posible más allá de la voluntad individual.
La Presidenta las eligió como ejemplo –amén de haber
nombrado a Eva Duarte de Perón– y es deseable, íntima y
públicamente deseable, que esa huella que ella misma se
impuso le marque los pasos en adelante. No solamente por la
exhibición del coraje que estas mujeres tuvieron sino también
por la chance de caminar con otras, de reconocer esas
dificultades que no son naturales pero están naturalizadas
porque desafían un orden establecido, porque desbaratan un
modo de ser mujer que somete a diario a la mayoría a dobles y
triples jornadas laborales: el trabajo invisible de la casa, el que
merece un salario, el solidario.
La Presidenta sabe que para ella será difícil porque la
misoginia, el orden jerárquico entre varones y mujeres, no se
desarma con una que llegue donde otras no pueden. En todo
caso podría empezar a desafiarse si esa una que llega abre
camino a otras y allana esas dificultades en general con
políticas públicas en particular.
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Lo público y lo privado, lo privado y lo público, no hay distancia
ni antagonismo cuando hay conciencia de género, conciencia
de que sólo mezclando esos ámbitos a través de la política y
de las políticas tendrá sentido más allá de lo simbólico de que
una mujer haya llegado; porque entonces llegarán otras –y
otros, diversas, diversos– y las dificultades dejarán de ser
estructurales para ser, en todo caso, anecdóticas.
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