16 | POLÍTICA | Domingo 2 De marzo De 2014 asamblea legislativa | el capítulo económico Omisiones, falta de anuncios y amenazas a los empresarios por los aumentos de precios Cristina no habló de inflación ni de suba de tarifas; defendió la gestión en YPF y deslizó que impulsará la reforma de leyes para defender a los consumidores Kicillof, definido por Cristina como “chiquito, pero cumplidor”, y Juan Carlos Fábrega, presidente del BCRA Florencia Donovan La NaCioN En dos horas y cuarenta y seis minutos, la presidenta Cristina Kirchner no habló ayer ni una sola vez de la inflación. Culpó abiertamente a los empresarios por la suba de precios e incluso anticipó que impulsará en el Congreso una ley para defender a los usuarios de los “sectores concentrados, oligopólicos y monopólicos”. En un raconto detallado de los logros de su gestión, la Presidenta pidió que los empresarios “valoren el inmenso esfuerzo que se ha hecho en estos años”, y afirmó que, gracias a las políticas del Gobierno, se pudo “revertir el aquietamiento de 2012 de la economía para crecer como hemos crecido en 2013”. Es que, según las estadísticas oficiales, la economía avanzó el año pasado 4,9% (contra el 3% calculado por las consultoras). “No hay justificativo para aumentos de precios por encima de valores que no se condicen con la realidad y que solamente saquean el bolsillo de los argentinos”, dijo. “Por eso, creo que entre muchas de las cosas que estarán en la agenda de este año, vamos a tener que abocarnos desde el Ejecutivo y también desde este Legislativo a sancionar instrumentos que defiendan a los usuarios y consumidores frente al abuso de los sectores concentrados, oligopólicos y monopólicos”, aseveró, en lo que parece ser un guiño al proyecto de ley del diputado oficialista Héctor Recalde, que habilita al Poder Ejecutivo a declarar “de utilidad pública y sujetos a expropiación” todo tipo de bienes. Cristina apuntó especialmente a la industria automotriz que, a su juicio, está exagerando en sus precios el im- pacto del nuevo impuesto a los autos de alta gama, para contrarrestar, en realidad, la caída de ventas que sufrió por la menor demanda de Brasil. “algunos subieron, en promedio, 45% por arriba de lo que fue la devaluación. Me van a contestar: «Pero la devaluación fue de tanto...» Sí, pero vos los salarios no los pagás en dólares y la energía la tenés subsidiada desde el Estado, y la mayoría de las autopartes son nacionales. así que no vengan a hacerme cuentos”, dijo la Presidenta, quien de forma excepcional usó ayer la palabra “devaluación” para referirse al salto cambiario que el Gobierno convalidó en enero. asimismo, pidió impulsar una alianza con Brasil, para producir autopartes de valor agregado, la mayoría de las cuales hoy son importadas, situación que, dijo, se replica en otros sectores de la economía. Los supuestos logros son todos propios; los errores son ajenos el análisis Jorge Oviedo La NaCioN U na argentina que crece en soledad, gracias a las políticas del Gobierno, mientras el mundo –hasta Brasil– se desbarranca y mientras los empresarios locales hacen lo imposible por quedarse con una tajada más grande que la que les corresponde a expensas del pueblo. Esa es la imagen del país que presentó ayer Cristina Kirchner, que no sólo no usó la palabra “inflación”, sino que, además plantó como único proyecto claro volver a las draconianas leyes contrarias a la propiedad y la libertad en materia de comercio que el peronismo más fascista instauró en los 70. Para defender los logros de la administración que comenzó con la presidencia de su esposo, según los términos por ella establecidos, utilizó citas de lo que pareció ser un reporte de prensa o un comunicado acerca de un informe reciente del Banco Mundial. Un primer problema: esas síntesis de prensa suelen tener citas laudatorias respecto de algunos países miembros, como la argentina, que en el estudio luego no se encuentran. Pero en este caso, lo más importante parece ser lo que la Presidenta omitió: “a pesar de la prevalencia de los programas de transferencias de efectivo condicionadas y el aumento del gasto público social, el efecto de la política fiscal en la desigualdad ha sido modesto en argentina, Bolivia, Brasil, México, Perú y Uruguay”. Sí señala el trabajo que “el Cono Sur –argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay– continuaron en 2012 liderando la reducción de la pobreza en américa latina y el Caribe. De todas formas, los datos se basan en la Encuesta Permanente de Hogares del cuestionado indec, además de otros indicadores. Como quiera que sea, en el discurso presidencial, todo lo que se creció desde 2003 no estuvo influido para nada por las condiciones de los mercados internacionales de las materias primas, ni tuvo nada que ver el dinamismo del sector privado local, particularmente el agrícola, que en muchos casos (lechería, ganadería ovina, trigo) ha debido pelear contra adversas políticas. En el caso de los automóviles, culpó de toda la caída de la actividad a la menor demanda de Brasil. Pero al dar un detalle de qué proporción de unidades es alcanzada por el “impuesto al lujo”, convalidó las críticas al sistema: no estaba allí el lugar por donde se iban las divisas. Porque la mayoría de los automóviles que se venden en la argentina son importados, pero son mayoritariamente los más baratos. También habló de patentamientos récord de casi un millón de unidades en 2012, pero allí pareció confundir los tantos. Ese número no se refiere a automóviles, sino a automotores, lo que incluye camiones y ómnibus. Como al pasar, reconoció que la deuda en moneda extranjera pasó del 8 al 10% del PBi por “la variación del dólar”. Y aunque al hablar de los autos habló de “devaluación”, evitó mencionar el porcentaje y dijo que las terminales no tenían por qué trasladarla a precios porque la mayoría de sus costos están en pesos, lo cual es cuando menos discutible. Probablemente sea el previsible efecto dañino en el empleo de la menor actividad en las terminales lo que está preocupando a Cristina Kirchner y los suyos. La defensa de Kicillof, al que definió “chiquitito, pero rendidor”, sirvió para respaldar el acuerdo con Repsol, que aparece como más que costoso. Curiosamente, por primera vez en años la Presidenta elogió lo ventajosa que fue para las provincias la privatización inicial de YPF en 1993. Pero falseó la realidad al decir que Santa Cruz “se vio obligada” a vender, junto con el Estado nacional, su parte a Repsol en 1999, desvirtuando el esquema original y entregando el control total a una única compañía extranjera. También es notable que Cristina Kirchner parece adjudicar la totalidad de la propiedad de Vaca Muerta a YPF, cuando hay otras compañías con concesiones allí. Un párrafo aparte merece que haya defendido a De Vido y su política energética, que hizo perder el autoabastecimiento, que según ella, no existía, era una falacia. La Presidenta dijo que sobraba energía “porque los argentinos no tenían nada para enchufar” y no había actividad industrial. Nada dijo de la constante declinación en las producciones de petróleo y gas, incluida YPF, y del modesto e insuficiente crecimiento de la generación eléctrica. Y cuando se refirió a la política monetaria, dijo que es “el 50% de la economía de un país”, rara definición para quien se dice contraria a los monetaristas. Y al citar al sistema norteamericano confundió al Departamento del Tesoro, que es una dependencia del Ejecutivo, con la Reserva Federal, que es una especie de banco central federalizado. Nada dijo tampoco de los efectos de la política fiscal en la economía en general. En particular cuando un exceso de expansión del gasto se financia con emisión y lleva a la inflación de altas tasas, como está ocurriendo en los últimos tiempos en el país y ahora lo reconoce hasta el indec. Para ella, todo lo que está errado o causa problemas no tiene nada que ver con su gestión.ß rodrigo néspolo También hizo un llamado de atención para los laboratorios, con los que el Gobierno acaba de firmar un acuerdo de precios. “No solamente esperamos que se respete, sino que tienda a mejorarse porque es un sector de inmensa rentabilidad”, advirtió. En todo momento, Cristina avaló la gestión del ministro axel Kicillof. Elogió el programa de Precios Cuidados y destacó que la oNU lo consideró “una medida que facilita el acceso a los alimentos”. Y hasta bromeó que el ministro era “chiquito, pero cumplidor”, en referencia al rol que jugó en el acuerdo de indemnización de Repsol por la expropiación de su 51% en YPF. Por primera vez, Cristina justificó ayer primero la privatización de YPF a principios de los 90 (que respaldó Néstor Kirchner), y también su estatización en 2012, en pos de la re- cuperación del autoabastecimiento energético. “Para las provincias petroleras la privatización, no la desnacionalización, había sido un muy buen negocio. Porque cobrábamos regalías. ¿Por qué fue el tema de la privatización? Para poder pagarles a las provincias las regalías que no nos liquidaban”, dijo la Presidenta, que a última hora, por Twitter, anticipó que había mandado al Congreso el proyecto de ley para indemnizar a Repsol. Cristina no perdió oportunidad para reafirmar el relato en lo económico, aunque en la práctica el Gobierno ya se distanció de él: ß Defendió la expropiación de aerolíneas argentinas, que permitió demostrar “que el Estado es más eficiente o puede ser tan eficiente como los privados a la hora de la gestión”. ß Reafirmó el valor del desendeudamiento (pese a que para compensar a Repsol se emitirán US$ 6000 millones). Dijo que la argentina era el país que más se había desendeudado en el mundo. “Nuestra deuda es aproximadamente un 10% del PBi. ¿Por qué un 10% cuando yo decía hasta hace poquito que era un 8%? Por la variación que hubo en el dólar y ahí se incluye ese 10%”, concedió. ß Dijo que el Gobierno había sufrido ocho corridas cambiarias, todas bajo su gestión, que implicaron una salida de US$ 60.700 millones. “Es para ver los obstáculos que hemos tenido que superar”, dijo, aunque no exploró demasiado en las causas. ß Elogió la expropiación de las aFJP, “que sólo pagaban las jubilaciones de la crema”. En programas como el Procrear, el Conectar y el Progresar, afirmó, hoy las inversiones de la anses representan 13,5% del PBi. ß anunció, un vez más, inversiones ferroviarias por US$ 1200 millones para renovar los trenes del área metropolitana y del Gran Buenos aires, electrificar el Roca y reactivar el Belgrano Cargas, una obra que se viene presentando desde 2010. Para los economistas, no obstante, el discurso tuvo gusto a poco. “Hay un ajuste que ya se concretó, pero faltan definiciones en política fiscal. Se habló de lo que se logró, falta saber cómo vienen los próximos dos años”, dijo Ramiro Castiñeira, de Econométrica. En la misma línea, Dante Sica, de abeceb.com, opinó: “El Gobierno reafirma la línea de pensamiento, no habla de inflación, sino sólo de aumentos de precios y corridas cambiarias, con la idea de que los problemas son producto de la puja redistributiva y la resistencia de las empresas de ceder parte de la renta. Pero no asumió ayer, tiene que hacerse cargo”. Para José Luis Espert, “el relato no tiene que ver con la realidad: dice que crecemos y estamos estancados; que la inflación es culpa de los empresarios, cuando está probado que es fenómeno monetario, y que al agro le fue bien, cuando fue a pesar del Gobierno no por el Gobierno”.ß Alivio parcial entre los hombres de negocios Preveían un discurso y anuncios más duros, pero sigue la inquietud por las críticas Francisco Olivera La NaCioN Esperaban que fuera más virulenta. Pero la inquietud persiste. El discurso de Cristina Kirchner en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso dejó a buena parte de los hombres de negocios con una sensación ambivalente: la Presidenta no materializó en anuncios lo que ellos interpretan como una atmósfera antiempresarial expansiva, pero tampoco se despegó del proyecto que pertenece al diputado Héctor Recalde y que faculta al Gobierno a declarar todo tipo de bienes como sujetos a expropiación. al contrario: sin mencionarlo, la jefa del Estado pareció estar a favor de la iniciativa. “Es un alivio, creí que se venía con todo”, admitieron en la Unión industrial argentina (Uia), donde estaban, de todos modos, molestos por los reproches de la Presidenta a los aumentos en los precios de los automóviles. “Le pasaron mal los números”, evaluaron. En una terminal dijeron: “Los precios suben por la devaluación, porque el componente de un auto es 60% importado”. Muchos de ellos, principalmente aquellos que pertenecen al sector de consumo masivo, venían de una semana tensa por la irrupción de un nuevo elemento perturbador para los directorios: hace diez días, proveedores y cadenas de supermercados empezaron a recibir cartas de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, organismo que responde políticamente al secretario de Comercio, augusto Costa. Esos textos, que no existían ni con Guillermo Moreno –con quien se relacionaban de palabra–, exigen ahora por escrito información sobre los últimos cinco balances, márgenes de rentabilidad, participación de mercado, precios, estructura de costos y productos de las compañías. En algunos casos, incluyen la citación a audiencias. “Es demasiado”, resumieron en una de las empresas. El martes pasado, en una reunión sobre el seguimiento de los acuerdos de precios y el abastecimiento, miembros de la cámara alimenticia Copal le preguntaron a Costa por esas cartas. El secretario de Comercio reconoció ser el autor de la iniciativa y explicó que, luego de indagar en organismos con atribuciones institucionales para este tipo de requisitorias, el Ministerio de Economía había caído en la cuenta de que debía hacerlo la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia. Es la etapa pos-Moreno, en la que el papel reemplazó al teléfono. De ahí que, ayer, cuando la Presidenta deslizaba que el Poder Ejecutivo centraría toda la atención en los proyectos que defendieran los intereses de los consumidores, muchos de ellos hubieran advertido un aval a esa nueva forma de relacionarse con las empresas. algo que, por lo pronto, queda claro al repasar los pocos funcionarios a quienes Cristina Kirchner nombró: su cuñada alicia, axel Kicillof, Carlos Zannini, Eduardo de Pedro. “El poder y el peso pasan por Kicillof y Zannini”, entendió un operador empresarial. No sorprendieron las alusiones a los controles de precios ni la celebración presidencial al documento que firmaron días atrás varias cámaras con el ministro de Planificación, Julio De Vido, y que pone el foco en combatir a los especuladores y a las corporaciones que conspiran contra la Patria. Es el léxico sobre el que redundará, de aquí a 2015, la relación entre empresarios y Gobierno.ß Un signo claro de impotencia y fatiga opinión Sergio Berensztein PaRa La NaCioN S e está acabando un ciclo”, dijo ayer Cristina Kirchner. Tiene razón. Su discurso sorprende por la negación de los problemas del presente y por la ausencia de referencias al futuro, síntomas del temprano agotamiento de su gestión. Cristina habló para sí misma y para su menguante núcleo de seguidores. No mencionó la inseguridad ni el narcotráfico, dos problemas que obsesionan a los argentinos. Tampoco la inflación, a pesar de que una mayoría considera que es su gobierno el principal responsable del aumento generalizado de precios. El trillado argumento de que su causa reside en el egoísmo de empresarios, que actúan en contra de sus intereses, solamente encuentra eco en su reducida base de sustento, que orilla el 30% de la población. Prefirió ignorar que el Gobierno está implementando un severo ajuste que incluyó una fuerte devaluación. Su recopilación del pasado reciente, pletórico de supuestos logros y récords (la Presidenta sigue confundiendo la diferencia entre aumentos reales y nominales), evadió curiosamente la derrota electoral de octubre. Suena ilógico que un gobierno, en teoría tan exitoso, sufriera una paliza electoral tan terminal como contundente. Parece que los equivocados no son sólo los empresarios, sino también los ciudadanos. Fiel a sí misma, el discurso de ayer constituye una síntesis perfecta de cómo piensa la Presidenta. La defensa acrítica y a ultranza del papel del Estado en la economía fue el pilar conceptual a partir del cual elaboró todo su argumento. Para ella, el Estado es bueno y eficiente. No importa cuánto y cómo gaste. No importan la ausencia de prioridades o su flagrante ineficiencia. Para la Presidenta, este Estado es un instrumento de igualdad y progreso. Esto ocurre cuando es imposible disimular su absoluto fracaso en brindar los bienes públicos esenciales (seguridad, justicia, infraestructura, educación, salud y cuidado del medio ambiente), a tal punto que según el Índice de Confianza en el Gobierno, que elabora la Universidad Torcuato Di Tella, dos de cada tres argentinos piensan que el Gobierno no sabe resolver los principales problemas de la sociedad. Cristina Kirchner sigue aferrada a ese anacrónico prejuicio respecto de la naturaleza de la globalización en tanto juego de suma cero: si ganan los países ricos, deben perder los pobres. Esto es particularmente notable en una líder de un país emergente tan beneficiado por el extraordinario ciclo de altos precios de los bienes primarios. Su defensa del nacionalismo proteccionista y autárquico surge de ese preconcepto, que ignora el éxito de países en desarrollo que se integran al comercio mundial gracias a su competitividad y al buen clima de negocios, basado en la estabilidad macroeconómica y la seguridad jurídica. Para Cristina, el mundo también vive equivocado, no sólo los empresarios y los ciudadanos argentinos. Desde el punto de vista político e institucional, utilizó la crisis venezolana para reiterar su supuesta defensa de todos los gobiernos elegidos por el voto popular, independientemente de su ideología. Ratificó, así, su convicción de que para ella el triunfo permite que los gobernantes hagan prácticamente lo que quieran cuando están en el poder, al margen de límites constitucionales o desatinos. ignoró no sólo las flagrantes violaciones de los derechos humanos del régimen de Nicolás Maduro –cada vez más criticado por referentes chavistas–, sino sobre todo el legítimo derecho de protesta que tienen sus ciudadanos. Cometió una nueva contradicción: nunca condenó a los manifestantes que en diciembre de 2001 contribuyeron a la caída de Fernando de la Rúa. Eligió sostener en su penúltimo discurso como presidenta un conjunto de viejos argumentos, débiles y gastados. Mientras, implementa un giro pragmático que contradice su reconstrucción de la realidad y acelera su inexorable pérdida de poder. La política comienza a reorganizarse con ella como una influencia decreciente, camino de convertirse en marginal.ß