El tema hoy es el aborto, a propósito del debate... despenaliza la decisión de interrumpir un embarazo en tres causales....

Anuncio
Opinión: La humanidad de los señores obispos y arzobispos
Lunes, 11 de Julio de 2016 17:00
El tema hoy es el aborto, a propósito del debate en el Senado del proyecto de ley que
despenaliza la decisión de interrumpir un embarazo en tres causales. El planteamiento de la
jerarquía católica es que ninguna sociedad, democracia y convivencia es posible si se hace un
mal para alcanzar un bien.
Por Gloria Maira, feminista y ex subdirectora de SERNAM
Se requiere mucha humanidad para costear el inserto de la Conferencia Episcopal en el cuerpo
de Reportajes de El Mercurio el pasado domingo. Una dimensión de humanidad que para la
precariedad de vida de muchos y muchas no cabe aún siquiera en la utopía.
Pero el tema hoy no son los bienes, ingresos y excepciones de impuestos de la institución
católica. El tema hoy es el aborto, a propósito del debate en el Senado del proyecto de ley que
despenaliza la decisión de interrumpir un embarazo en tres causales. El planteamiento de la
jerarquía católica es que ninguna sociedad, democracia y convivencia es posible si se hace un
mal para alcanzar un bien.
El mal, el aborto: jamás la interrupción de una gestación es una acción positiva, ni siquiera
cuando de esta depende la vida de una mujer. Es que “en ese caso” no es aborto, sostiene la
curia. A ver, si se entiende: la gestación está matando a la mujer y la acción médica debe
interrumpirla. Es decir, practicar un aborto para salvar su vida, no sería aborto. Dejemos la
resolución de este asunto de profunda connotación filosófica a los señores obispos y
arzobispos.
1/3
Opinión: La humanidad de los señores obispos y arzobispos
Lunes, 11 de Julio de 2016 17:00
Cuando se trata de inviabilidad fetal letal, el bien no se configura en que la mujer gestante
pueda decidir continuar o no con ese embarazo. Eso es un mal para la institución católica
porque en realidad, lo que se esconde tras ese “engañoso bien”, es “auto compasión”,
“conveniencias” e “intereses”, más aún, egoísmo tiránico de “los padres” y de la sociedad. A ver
si entendí: el bien para los señores obispos y arzobispos es que esa mujer, en el mejor de los
casos con su pareja y entorno cercano, por obligación prolongue la agonía de la muerte
inevitable, dure lo que dure. Mi sentido de humanidad me dice que la libre decisión de esa
mujer es precisamente el más alto bien para resolver una situación que, desde donde se le
mire, es humanamente dolorosa.
Y en el caso de un embarazo producto de la violencia sexual, los señores obispos y arzobispos
– por gracia – coinciden en que la violación es un mal y, más mal aún, el aborto de su
consecuencia. El bien radica única y exclusivamente en que el producto de esa brutal agresión
nazca; abortar traumaría aún más a la mujer agredida, lo que sería inhumano. Así la cosas, la
mujer agredida se haría un bien, aceptando el producto de la violación; sería para ella un acto
casi de reparación. Agregan que permitir el aborto sería para el Estado una rendición ante el
“flagelo de la agresión sexual a mujeres”. Es decir, que si una mujer violada decide abortar
estaría haciéndose cómplice de esa violencia sexual porque el Estado ya no perseguiría el
crimen.
En resumen, el único bien para la institución católica es que cualquier gestación debe llegar al
nacimiento, sea cual sea la circunstancia en que se produce y las consecuencias que ello
acarreé para la vida de la mujer. Todo lo demás es un mal. Con vehemencia obispos y
arzobispos sostienen que el aborto encarna “la tiranía radical del culpable sobre el inocente”.
Como la interrupción del embarazo en estas tres causales tiene el apoyo del 80% de la
población, somos culpables todas, todos, la sociedad, el Congreso, el Estado. Vivimos y
actuamos en la inspiración y conspiración del mal.
La presentación de la Conferencia Episcopal ante la Comisión de Salud del Senado es una
gran muestra de la experiencia de humanidad de la institución católica con las mujeres. No
somos, ni hemos sido nunca dignas, salvo, como ellos mismos dicen: cuando por sobre
nosotras mismas nos imponemos mayores exigencias, mayores sacrificios, mayor maternidad.
El sentido del bien y del mal que imponen los señores obispos y arzobispos sobre las mujeres
es simple: el bien está en la madre, el mal en todo lo demás que nos hace mujeres y humanas.
Afortunadamente en la tierra, en este planeta tierra, las leyes de los hombres y de las mujeres,
los Derechos Humanos, encarnan la dignidad de las personas en la posibilidad de decidir
libremente, sin coacción, temor ni violencia. Es precisamente en el reconocimiento de la
2/3
Opinión: La humanidad de los señores obispos y arzobispos
Lunes, 11 de Julio de 2016 17:00
capacidad moral de las mujeres para decidir sobre sus vidas donde se juega nuestra dignidad
como personas. Y es lamentable que después de tantos siglos de humanidad, para los señores
obispos y arzobispos las mujeres sigamos siendo la representación del mal.
3/3
Descargar