Del Movimiento a la Emoción La danza es la más fundamental de las artes, ya que envuelve la expresión directa de uno mismo a través del propio cuerpo. El cuerpo en si mismo es un síntoma, en su postura y manera de moverse ya que refleja la personalidad, allí está lo que pretende ser y lo que realmente es. Si podemos cambiar nuestra actitud corporal, implica que podemos cambiar nuestra actitud hacia el mundo y con uno mismo, un cambio social y psicológico. Hay muchas razones para bailar danza del vientre. Diferentes culturas orientales se refieren al vientre (incluyendo la zona lumbar, abdominal y la pelvis) como el centro vital, desde donde se irradian las fuerzas hacia todo el cuerpo. Este punto de vista energético ofrece una explicación a la alegría que provoca mover las caderas en la danza oriental. En japonés Hara significa vientre. La palabra sirve para designar el centro de gravedad del cuerpo. Posarse, establecerse, apoyarse, asentarse en él, significa poder iniciar un camino hacia la meditación. En muchas técnicas orientales el Hara es el centro o la base de todos los ejercicios, desde donde la energía se proyecta hacia fuera a través de los movimientos. Para la medicina tradicional china el Chi es la energía potencial o vital de la persona. El cuerpo almacena el Chi y lo transporta por una red de canales o meridianos. Uno de los meridianos extraordinarios es el Dai Mai, también denominado Meridiano Cinturón: Se encuentra a la altura del ombligo y controla el paso de la energía de todos los meridianos principales. En esta zona se encuentran la mayoría de los órganos: vejiga, riñón, hígado, bazo, intestinos, vesícula biliar, estómago, órganos reproductores, etc. Estirar, fortalecer y movilizar la zona lumbar ayuda a movilizar el Chi. Así pues, la danza del vientre, con sus movimientos ondulantes y su trabajo de la musculatura profunda de la columna y abdominal, ayuda a movilizar los tres tipos de Jing (esencia), que son la esencia-sangre, la esencia hormonal y los fluidos pesados como la linfa y el líquido sinovial. Según la tradición hindú, con las danzas que movilizan el vientre se activan los cuatro primeros Chakras. El primer Chakra nos enraíza con el mundo. Con el segundo se activa la energía creadora; que es el que nos conecta con las emociones originales. El tercer Chakra da la energía y la actividad, a la vez que purifica. El cuarto une la parte inferior y la superior del cuerpo: la inferior está conectada con lo físico y lo emocional y la superior con lo psíquico y espiritual. Entonces nos encontramos que con la danza oriental, trabajamos toda la musculatura profunda de la columna, abdominales y periné, algo que hace que se masajeen indirectamente todos los órganos y como hemos podido leer antes, crear más energía gracias al trabajo que se realiza con el Hara y el Quí, es por ello que la danza oriental nos haga sentir más energía, más seguridad y por lo tanto alegría. El Taller: Sesiones que incluirán, una parte verbal de presentación, una de movimiento y para finalizar una puesta en común, para entender lo vivido en la sesión. En un espacio íntimo y seguro, tomaremos consciencia física y emocional, poniendo palabras, pensamientos y metáforas a través de la danza y del movimiento. Entraremos en un proceso de autoconciencia, quien soy, como me muevo, que es lo que siento y percibo, que es lo que pienso y recuerdo y el por qué, trabajando con el aquí y el ahora. Una experiencia que posibilita abrir el mundo imaginario y llevarlo a la acción y la expresión de afectos reprimidos, una experiencia enriquecedora con uno mismo y con los que nos rodean. *Para leer más sobre danza oriental y sus beneficios: http://www.cuerpomente.com/sumariona.jsp?numatra=30506 Artículo escrito por Rachida Aharrat para la revista Cuerpo Mente el año 2010.