Avances y desafíos en torno a la autonomía política

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Avances y desafíos en torno a la autonomía política
Lorena Fríes Monleón
Abogada, Presidenta Corporación Humanas
El objetivo de este artículo es reflexionar sobre el impacto que ha tenido en Chile la elección de una mujer como
presidenta, que además trae consigo una agenda de género en la que la autonomía política de las mujeres, en particular
el acceso de éstas a espacios de poder públicos se refiere, es la mas sustantiva de los gobiernos de la Concertación de
Partidos por la Democracia. Bachelet redibuja el escenario político a partir de la introducción de un cuerpo otro -el
femenino-, instala la pregunta por la distribución del poder frente a la evidencia explicita de la exclusión de las mujeres
y propone una política pública que se encamina estratégicamente a superarla. El resultado de esta política, radical en su
fundamento, no acaba de concretarse en parte por las resistencias y cortapisas de una democracia masculina que se
resiste a morir, en parte por la incapacidad de las mujeres para dimensionar la radicalidad de la misma y capitalizar
políticamente su impacto. Lo que parece evidente, sin embargo, es que a partir de Bachelet las mujeres son reconocidas como sujeto político per se.
Introducción
La paridad no es un concepto nuevo en el feminismo y desde hace 20 años hace parte de los principales debates sobre
política y poder en su seno. Estos debates, sin embargo, no han logrado permear la academia ni a la clase política, ya
sea porque hay pocas mujeres en espacios de poder y prestigio en ellos, ya sea porque en el feminismo chileno el tema
se problematiza recién y fundamentalmente a propósito de la campaña de Bachelet. La inclusión de las mujeres en los
espacios de poder político fue un elemento fundacional en las democracias de la región que se materializó, después de
períodos de dictaduras y de conflictos armados internos, en la aprobación de leyes de cuotas que garantizaron de mejor
o peor manera el acceso de un porcentaje de mujeres a espacios de poder político, fundamentalmente en los congresos y
parlamentos. En Chile sin embargo, ese debate no se hizo presente, entre otras cosas porque uno de los ejes de la
transición política fue una re-distribución consensuada del poder político entre los varones. En este sentido, la agenda
que las mujeres habían elaborado para la democracia no logró un eco que hiciera de estas una prioridad, máxime cuando
al interior del bloque gobernante no había acuerdo sobre un conjunto de temas que hacían parte de dicha agenda. Sin
duda, la creación del SERNAM así como de la institucionalidad pública que saldaba deudas históricas con las mujeres,
pueblos indígenas y jóvenes (actores relevantes en la lucha democrática) fue el instrumento que se visualizó como
eficiente para avanzar en la equidad de género.
Han pasado casi 20 años desde entonces y aún hay temas de dicha agenda pendientes. Uno de ellos es el que dice
relación con el derecho de las mujeres a participar en los espacios públicos y más concretamente en los espacios de
toma de decisión, situación que no se ha revertido y respecto de la cual sólo bajo el gobierno de la Pdta. Bachelet entra
a la agenda pública.
La ciudadanía para las mujeres ha sido un status esquivo, inestable e incompleto1como lo demuestra el tardío
reconocimiento de su derecho a voto a mitades del siglo XX y su inclusión aún bajo la norma de la excepcionalidad en
los actuales puestos gravitantes para la toma de decisiones políticas. Y es que las nociones de democracia y ciudadanía
en la tradición filosófica y política han esta siempre ligadas a una determinada comunidad, la de los varones. De
espacios democráticos construidos a partir de la exclusión explicita se pasó históricamente a la noción de ciudadanía
universal la que en la práctica sólo incluyó a mujeres en tanto excepción a la regla que confirmaba la comunidad de los
varones, reafirmando -en palabras de Genevieve Fraisse- el gobierno de la familia para las mujeres y el gobierno de la
ciudad para los hombres.
“Los límites del universalismo y su agenda siguen siendo fijados por el
hombre/universal….dejando por fuera, por parciales, los intereses de las mujeres.”2 Esta particularización tiene a su vez
razón de ser en la negación del carácter de sujeto político y de derechos –por tanto de constructoras del universal- de las
Femenías, Maria Luisa. “Cuotas, ¿un camino hacia la paridad?” en Democracia Paritaria; Aportaciones para un
debate, Angela Sierra Gonzalez y Maria del Pino de la Nuez Ruiz (eds), junio 2007.
2
Op.cit nº1 en pp 27
Ponencia presentada en el Panel “Avances y desafíos en torno a la autonomía política de las mujeres” del Seminario
Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad
1
mujeres.
Nuestras democracias occidentales han tenido graves dificultades para desarticular las inequidades estructurales de
género que presentan, en particular para desarticular la naturalización de las relaciones de género existentes a la base de
la construcción misma de estas democracias. De allí que los cambios que garantizan una democracia cuya nación está
compuesta por hombres y mujeres, y que se representa así misma en estos términos, requieren de políticas explicitas
para contrarrestar estas tendencias y para desbaratar estas inequidades sistémicas. En este sentido, y volveré a ello mas
tarde, la paridad constituye el último peldaño en el derrotero de la ilustración, la perdida de los privilegios masculinos.
He elaborado este documento sobre un posicionamiento político feminista, esto es que, si bien las democracias
occidentales son, en el concierto de los sistemas políticos probados, aquellas en que mejor garantiza los derechos de las
mujeres, ésta no alcanza tal y como la hemos conocido para transformar el orden social de género sobre el que se
cimenta el orden político. Por lo tanto, los aspectos críticos referidos al gobierno de la Presidenta Bachelet, mi
presidenta, hablan de las limitaciones que tiene la democracia política, económica y social para lograr la paridad en
términos sustantivos.
Para ello he organizado el documento en dos componentes, el primero referido al impacto de la llegada a la primera
magistratura de una mujer en particular, Michelle Bachelet y de la medida paritaria que impulsó en su gabinete; el
segundo referido al escaso impacto que ha tenido en el ámbito de la representación política, esto es en el congreso y en
los poderes locales. El universo de tiempo sobre el que propongo incluye los siguientes hitos:
- Elecciones parlamentarias y presidenciales de (Diciembre de 2005)
- Instalación del gobierno e implementación de la medida paritaria (Marzo 2006)
- Segundo cambio de Gabinete ( Marzo 2007)
- Presentación de un proyecto de ley de cuotas para las elecciones parlamentarias, locales y para
los cuerpos colegiados de dirección en los Partidos Políticos (Octubre 2007)
- Elecciones municipales (Diciembre 2008)
1. El factor Bachelet y la paridad
La campaña de una mujer para presidenta en Chile, la de Michelle Bachelet, avisora sino inaugura, un período de
cambios en la sociedad chilena cuyo impacto está aún por ser evaluado. Se trata de cambios que operan en distintos
niveles y cuyos resultados son y serán visibles en distintos tiempos. Unos generan un cambio inmediato mientras que
otros son de mas largo plazo puesto que producirían un cambio en la práctica social y cultural.
Una mujer presidenta
La investidura del mas alto poder político en clave femenina y el anuncio de la paridad significó para las mujeres el
quiebre de horizontes vedados en el hacer y su (auto) valoración como sujetos políticos en un contexto de persistente
desigualdad de género y restricciones a sus derechos humanos. A partir del año 2005 y en sucesivas encuestas de
alcance nacional, las mujeres venían señalando altos grados de malestar frente a su condición de discriminadas en el
ámbito laboral, político y familiar.3 A su vez el perfil de la candidata, esto es, soltera, agnóstica, con hijos/as de
diferentes padres, físicamente una de las nuestras, generó una identificación en las mujeres en general. Esto podría
explicar un primer cambio; en las elecciones presidenciales del año 2005 las mujeres por primera vez desde 1989 votan
mas que los hombres por el –en este caso la- candidato presidencial. En efecto, en promedio, la Concertación de
Partidos Políticos venía obteniendo una votación en hombres que superaba en 5 puntos porcentuales a la de mujeres.
Sin embargo, con la candidatura de Bachelet está tendencia se quebró y las mujeres superaron la votación masculina en
2 puntos porcentuales. Llevar una candidata le permitió a la Concertación aumentar su votación en el electorado más
numeroso: las mujeres. La candidata logró 286.000 votos femeninos por sobre los masculinos.
Un segundo cambio es el re-conocimiento que se hace de las mujeres como sujeto político que puede por tanto ser leído
con conductas propias y diferenciadas a los varones. Las encuestas de opinión políticas, instrumento clave en la política
chilena, no ponían atención en las mujeres en tanto grupo electoral que además pudiera basar su conducta entre otros
factores en el de género. A partir de la campaña electoral presidencial de 2005, los analistas políticos han incorporado a
las mujeres a sus análisis como un sujeto de análisis per se, trasladando con ello una cuota de poder simbólico a las
3
En el ámbito laboral una de las principales evidencias de discriminación es la baja tasa de participación femenina en el
mercado laboral (40%), la brecha salarial entre hombres y mujeres (30% en promedio); en el ámbito político la tasa de
participación femenina en la Cámara de Diputados no supera el 16% y en el Senado es de 5,2%; y en el ámbito familiar
el régimen patrimonial matrimonial general otorga al marido la administración de los bienes comunes y propios de la
mujer que se hayan obtenido a título gratuito.
Ponencia presentada en el Panel “Avances y desafíos en torno a la autonomía política de las mujeres” del Seminario
Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad
mujeres.
La medida paritaria
Si la presencia de un cuerpo –otro- femenino produjo identificación y nuevos horizontes para las mujeres, además de
un cambio en la mirada de los intelectuales de la política, también lo hizo el anuncio sobre la paridad y su concreción.
Recién asumida, la Presidenta exige a los partidos someter listados de personas calificadas para ejercer en los
principales cargos del poder ejecutivo. A través de los medios se filtró la insistencia de la Presidenta para que los
partidos políticos postularan mujeres. Para las que somos militantes de partidos de la coalición gobernante el rechazo
de algunas cúpulas partidarias a esta exigencia y la justificación de no encontrar a mujeres con los méritos suficientes
para ser incluidas en las listas, fue pan de cada día durante las primeras semanas de gobierno. Al nivel de representación
de la política habíamos ganado en términos de contar con una imagen normalizada de la política –al menos en el
gabinete- por la inclusión de un número equivalente de mujeres. Sin embargo, la segunda pregunta que falta contestar es
que tipo de mujeres es las que ingresaron a esta elite y que rol han o pueden jugar ahí para democratizar el poder y para
impulsar agendas a favor de la igualdad de género.
La medida paritaria, en su enunciado, operó de manera contradictoria en los distintos actores y sectores de la
ciudadanía. Por una parte la elite política, mayoritariamente masculina, se resistió a la medida esgrimiendo desde
razones que ubicaban la paridad como un atentado a la igualdad entre hombres y mujeres, hasta señalar que ésta
generaba un “clima de guerra entre los sexos innecesario”. En el seno de la coalición oficialista la reacción fue más bien
cauta frente al anuncio, lo que se entiende por las implicancias que la adopción de la medida podía tener en particular
para los integrantes de la misma, aspirantes a asumir diferentes cargos en el ejecutivo.
La paridad que implementa Bachelet es mas un ejemplo para los otros poderes del Estado de la posibilidad real de
incluir mujeres en la misma proporción que hombres, que en una paridad que tiene por objeto la redistribución del
poder y de las responsabilidades, tanto en el ámbito público como en el privado. Y es que para que la paridad contribuya
a lograr la igualdad hay que hacerse cargo de aquello que limita a las mujeres en sus posibilidades de ser y hacer en el
ámbito público. No se trata entonces sólo de la inclusión numérica, mas o menos proporcional de hombres y mujeres a
los espacios de poder político, sino que de entender que el espacio político, como dijera Carole Pateman, se ha
construido sobre la división sexual del trabajo y que por tanto hay que desmantelarla con la inclusión de los hombres al
espacio de la reproducción social; la(s) familia(s).
En todo caso la inclusión de mujeres en el gabinete en una proporción similar a los hombres, mostró que era posible
representarse de otra manera el poder político y demostró además que la voluntad política de los actores que pueden
decidir sobre esta inclusión es clave. Frente a Bachelet, los ex presidentes de la Concertación no hicieron todo lo que
podían hacer. Así, la Presidenta evidencia con la medida paritaria la falta de voluntad de los Presidentes que la
precedieron. Habremos acumulado un capital que haga que por convicción o por vergüenza esta paridad se mantenga en
el próximos gobierno?
Junto al ingreso de alrededor de un 50% mujeres a los cargos mas altos del Poder Ejecutivo, la medida paritaria tuvo un
componente que le dio mas densidad. Dos de las ministras designadas asumieron carteras que tradicionalmente se
asocian al poder masculino. En un caso se trató de Paulina Veloso que entra a ser pieza central del gabinete político
como Ministra Secretaria General de la Presidencia, y en el otro Vivien Blanlot nombrada como Ministra de Defensa.
Así, a la representación equilibrada a que da lugar la paridad en los cargos más visibles del gobierno (ministerios,
subsecretarías, intendencias y gobernaciones) se suma el hecho inédito de dos mujeres en el gabinete político.
Durante el gobierno de la Presidenta Bachelet se han realizado cuatro cambios de gabinete. El segundo, en marzo de
2007 significó la salida de las dos Ministras del gabinete político. Si bien numéricamente hubo relativa compensación
-se mantuvo entre el 45 y 50% de mujeres ministras- en la distribución del poder al nivel de cabezas de ministerios, para
las organizaciones feministas fue un golpe duro a las expectativas de cambio ya que, además del equilibrio matemático,
la ubicación y el poder real que estas dos mujeres tenían, hablaba de una mayor radicalidad en la medida.
La prensa de la época reflejó la incomodidad masculina con estas dos figuras. Respecto a la primera, Paulina Veloso, la
tendencia fue a responsabilizarla por su “escasa sintonía con el Poder Legislativo”4. A pesar de su reconocida formación
profesional y académica, su “testarudez” le impedía ejercer un cargo donde la búsqueda de acuerdos políticos es clave,
señalo un medio escrito. En el caso de Blanlot, la prensa enunció de manera tendenciosa su incapacidad para combinar
sus responsabilidades públicas con su rol de madre frente a un problema de orden público de su hijo adolescente. Nada
se dijo de la responsabilidad del padre frente al mismo hecho.
4
Diario La Nación electrónico, 26 de Marzo, 2007, www.lanación.cl
Ponencia presentada en el Panel “Avances y desafíos en torno a la autonomía política de las mujeres” del Seminario
Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad
Durante octubre de 2008 renuncia Soledad Barría, Ministra de Salud y defensora de la autonomía de las mujeres en
materia sexual y reproductiva. En su gestión se logró ampliar la cobertura de métodos anticonceptivos incluyendo la
Pildora de Anticoncepción de Emergencia, si bien su distribución sufrió un retroceso con el fallo del Tribunal
Constitucional. La renuncia de la ministra se dá en el marco de la detección de casos de VIH Sida que no habían sido
informados por el sistema público a los/las afectados/as. En este caso, así como en el caso de Veloso y Blanlot, la falta
de redes de apoyo, en particular de sus respectivos partidos políticos para mantenerse en sus cargos, fue evidente. En el
caso de Barría por ejemplo, el primero en señalar la posibilidad de una acusación constitucional fue el presidente de su
partido, Camilo Escalona. Ni en el caso de Veloso ni en el caso de Vivien Blanlot se alzaron voces desde las directivas
de partidos para su defensa, cuestión que ha ocurrido para defender a ministros varones frente a hechos de igual o
mayor envergadura.
Inicialmente la paridad numérica se concretó en torno al 50% para cargos ministeriales, subsecretarías e intendencias.
En efecto de un total de 20 Ministerios 10 fueron asignados a mujeres y en el caso de Subsecretarías e Intendencias, 15
de 31 (48,3%) y 6 de 13 (46,1%) respectivamente, fueron ocupados por mujeres. En el umbral del 30% se ubicaron las
mujeres que fueron nombradas en Gobernaciones y Seremías. La mayor o menor cercanía con la gestión presidencial
afectó la posibilidad de que en estos ámbitos se logrará alrededor del 50%. También la presión de los partidos políticos
para ubicar allí a cuadros militantes que aseguraran un buen manejo territorial para los futuros contextos electorales
significó priorizar a hombres que ya contaban con liderazgos regionales o provinciales en desmedro de las mujeres que
suele tener menos posibilidades de liderazgo partidario y experticia territorial-electoral.
Tabla 15: Paridad en principales cargos del poder ejecutivo al 15/06/06
Hombres
Mujeres
Pendientes
Total
Ministerios
10
10
20
Subsecretarias
16
15
31
Intendencias
7
6
13
Gobernaciones
34
17
51
Seremis
127
80
1
208
% Mujeres
50%
48,3%
46,1%
33,3%
38,4%
Fuente: Estudio realizado por Corporación Humanas en base a la página web
www.gobierno.cl y las páginas de los respectivos ministerios.
Tabla 26: Paridad en principales cargos del poder ejecutivo al 30/04/09
Hombres
Mujeres
Pendientes
Total
Ministerios
12
10
22
Subsecretarias
25
7
32
Intendencias
13
2
15
Gobernaciones
37
16
53
Seremis
148
94
242
% Mujeres
45%
22%
13,3%
30%
38,8%
Fuente: Estudio realizado por Corporación Humanas en base a la página web
www.gobierno.cl y las páginas de los respectivos ministerios.
Entre la situación de paridad numérica de principio del gobierno y la situación actual, puede apreciarse una disminución
en términos generales del número de cupos ocupados por mujeres en los niveles ministeriales, de subsecretarías e
Intendencias. Los factores pueden ser múltiples pero traen como resultado el hecho incuestionable de que hay menos
mujeres hoy en dichos espacios. Esto refuerza, por una parte la idea de la necesidad de adoptar mecanismos concretos
que garanticen la presencia de mujeres que contrarresten la tendencia a la reproducción del poder masculino, y por otra
da cuenta de la facilidad con que la diferencia sexual es expulsada de la lógica de distribución del poder.
5
Estudio Corporación Humanas, “La Paridad en el gobierno de Bachelet”. El estudio comprende también la situación de los/las Jefes de Servicios y
Jefes de Departamentos pero que para los efectos de esta ponencia no fueron incorporados.
6
Estudio Corporación Humanas, “La Paridad en el gobierno de Bachelet”. El estudio comprende también la situación de los/las Jefes de Servicios y
Jefes de Departamentos pero que para los efectos de esta ponencia no fueron incorporados.
Ponencia presentada en el Panel “Avances y desafíos en torno a la autonomía política de las mujeres” del Seminario
Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad
Comparativamente las mujeres en cargos ministeriales bajaron en el período un 5%, las subsecretarías un 26,3%, sólo 2
intendencias están ocupadas por mujeres en relación a las 6 del inicio, lo que representa un 32.8% menos. En el caso de
las gobernaciones y de las Seremías, la situación se mantuvo más o menos igual.
Durante los 3 años y medio de gobierno se han realizado cuatro cambios de gabinete los que afectaron de manera
diferenciada los distintos niveles de decisión del poder ejecutivo, esto es, no todos los cambios en los ministerios
tuvieron como consecuencia cambios en las subsecretarías ó no todos afectaron a las subsecretarías o a las Seremías,
algunos cambios ministeriales fueron acompañados de cambios en las gobernaciones y hubo cambios de subsecretarios
que no implicaron cambios en la conducción ministerial.
La presencia equilibrada de mujeres en un cuerpo colectivo como es el gabinete fue un primer paso que evidenció la
naturalización de la exclusión, amplió el imaginario de los modelos de mujer y posibilito la instalación de una nueva
normalidad con el acceso de mujeres a los espacios históricamente controlados por los varones. En el transcurso de
estos tres años ha quedado claro sin embargo, que no basta con garantizar el acceso de mujeres a dichos espacios –aún
cuando se adoptaran medidas de carácter institucional- sino que hay que adoptar un conjunto de medidas que permitan
una mayor equivalencia entre hombres y mujeres en la sociedad. En mi lectura de lo sucedido con estas tres
emblemáticas ministras se refleja que, a pesar de sus capacidades, la fragilidad de sus redes partidarias y la
incomodidad de sus cúpulas para con ellas por el hecho de ser mujeres ligadas a una trayectoria profesional impecable
pero con poca presencia en cargos partidarios, no las ayudó.
Se ha hablado mucho sobre el impacto simbólico de la paridad. Temo que sea una forma de decir que no alcanzó para
más y que no seamos capaces de mirar la radicalidad de una medida como esta en sus implicancias futuras, a condición
claro está de que la capitalicemos políticamente. Desde la norma masculina, las mujeres constituyen lo otro
indiferenciado. Naturalizadas en su alteridad, las mujeres distintas entre si, son idénticas e intercambiables bajo la
mirada patriarcal, lo que hace que en la representación que la democracia masculina hace de si misma, las mujeres
queden encasilladas en La Mujer. La regla de la excepcionalidad, esto es, que unas pocas mujeres alcancen espacios de
poder contribuye a reforzar y generalizar a la totalidad de las mujeres en una o en muy pocas. Así, cuando la Presidenta
o una ministra es criticada por falta de liderazgo, por falta de capacidad negociadora el problema además de constituir
una descalificación que tiene sesgo de género, es que se aplica a todas las mujeres que términos concretos “no sirven”
para la política y mas en concreto aún “para el ejercicio de poder político”. Patricio Navia, un analista político que no
entiende de temas de género, señalaba en su columna de La Tercera que la Presidenta Bachelet le hacía un grave daño a
las mujeres con su falta de liderazgo puesto que establecería la imposibilidad futura de que otra mujer fuera presidente.
Para la ciudadanía en cambio, en particular para las mujeres la situación ha estado lejos del trauma y sobre un 63%
están dispuestas a votar, a tres años de gobierno y en el peor momento de la popularidad de la Presidenta, por otra
mujer.7
Respecto de los altos cargos que asumieron algunas mujeres producto de la paridad implementada y si esto sirvió para
que estas a su vez incorporaran a otras mujeres en niveles medios de dirección pública, la respuesta no es evidente y no
hay estudios que permitan comparar la situación actual con la de esos mismo ministerios en gobiernos anteriores. Lo
que si me parece claro, es la ausencia de una estrategia política por parte de este grupo de mujeres que sostenga la
paridad y la proyecte como un sin equa non para el próximo gobierno, y que contribuya a abrir puertas para otras
mujeres dentro de sus propios ministerios. En efecto, de acuerdo a una investigación en curso de Corporación Humanas,
algunas ministras individualmente abrieron las puertas a otras mujeres, mientras que para otras esto no ha sido una
preocupación central de su gestión. Aclaro que no es que la democracia exija que las mujeres representen y promuevan
exclusivamente a otras mujeres, pero la solidaridad de género debiera ser, desde mi punto de vista una práctica éticopolítica esperable. Es esta conciencia del lugar subordinado y de los obstáculos que deben superar las mujeres, lo que
las feministas pedimos a las mujeres que llegan a dichos espacios.
Lo concreto es que a este respecto, es decir, en relación con como se ha reproducido la paridad dentro de las
reparticiones (Jefaturas de División) la tendencia es mas bien a la reproducción de las lógicas masculino/femenino
público-político/privado/doméstico en la composición de los ministerios. Así, entidades como el Ministerio de Bienes
Nacionales, SERNAM o el Ministerio de Salud tienen un alto componente de mujeres en niveles medios, mientras que
en el Ministerio Secretaría General de la Presidencia, Relaciones Exteriores, Hacienda y Secretaría General de
Gobierno esta presencia es baja.
Tabla 3: Mujeres en cargos de dirección por ministerio (marzo,2008)
MINISTERIO
HOMBRES
MUJERES
7
TOTAL
Encuesta sobre Discriminación a Mujeres inscritas en Registros Electorales, 2007,2008, www.humanas.cl
Ponencia presentada en el Panel “Avances y desafíos en torno a la autonomía política de las mujeres” del Seminario
Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad
M. VIVIENDA Y URBANISMO
CONSEJO
NACIONAL
DE
CULTURA Y DE LAS ARTES
5
13
18
LA4
10
14
M. DEL INTERIOR (1)
7
9
16
M. DE SALUD PÚBLICA
13
8
21
M. DE PLANIFICACION
4
6
10
M. DE OBRAS PÚBLICAS
10
5
15
M. DE HACIENDA
9
5
14
M. DE BIENES NACIONALES
1
5
6
Y13
4
17
M. DE AGRICULTURA
6
4
10
SERNAM
5
4
9
M. RELACIONES EXTERIORES
15
3
18
M. DE JUSTICIA
8
3
11
M. DE ECONOMÍA
4
3
7
COMISIÓN NACIONAL DE MEDIO8
AMBIENTE
M. DE EDUCACION
8
2
10
2
10
M. DE MINERIA
3
2
5
COMISIÓN NACIONAL DE ENERGÍA 7
1
8
M. DE DEFENSA
4
1
5
M. DEL TRABAJO Y PREVISIÓN1
SOCIAL
M. SECRETARIA GENERAL DE LA5
PRESIDENCIA
M.
SECRETARIA
GRAL.
DE2
GOBIERNO
1
2
0
5
0
2
M.
DE
TRANSPORTES
TELECOMUNICACIONES
La incógnita es que va a suceder en el próximo gobierno, considerando que los actuales comandos electorales
presidenciales en términos de su composición, están muy por debajo de una integración equilibrada entre hombres y
mujeres, y no se han pronunciado respecto de si mantendrán o no la medida en un eventual gobierno.
2. Mujeres: votantes, candidatas y electas
El período de campaña de Bachelet coincide con la campaña electoral parlamentaria de 2005 y su gestión
gubernamental, con las elecciones municipales el año 2008 y con las futuras elecciones parlamentarias a finales del
2009. El hecho de contar con una Presidenta Mujer, un gabinete paritario y un compromiso de gobierno por promover
un mecanismo de acción afirmativa como el de cuotas impactó en el número de mujeres que votaron, en cómo votaron
o en el número de mujeres candidatas y finalmente electas? Hay algo de ese cambio que se inicia y que se anuncia que
se traslada a los escenarios electorales. La respuesta es poco o nada.
En efecto, se entra en este caso a otro campo de la política en el que históricamente las mujeres han tenido más
dificultad de acceso que incluso en los puestos de administración pública. Es el de la representatividad y en él, los
partidos políticos son actores exclusivos y excluyentes en tanto articulan la oferta electoral y la agenda política.
Contribuye a dicho rol un sistema político que no cuenta con formulas y mecanismos para la participación ciudadana
que no sea a través de los partidos, y un sistema electoral que premia a las coaliciones de partidos, dejando fuera de la
posibilidad de representación a expresiones sociales u otras organizaciones políticas minoritarias.
En términos de patrón electoral, las mujeres son más que los hombres, votan más que ellos y se abstienen o anulan
menos el voto que los varones.8 Esta situación sin embargo, no es premiada en el congreso ni tampoco en los gobiernos
8
En las elecciones del año 2005 se registraron un total de 216.306 nuevos electores, de los cuales 128.507 eran mujeres. Es decir, del total de nuevos
inscritos un 59,6% corresponde a mujeres.
Ponencia presentada en el Panel “Avances y desafíos en torno a la autonomía política de las mujeres” del Seminario
Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad
locales. Las mujeres también han demostrado ser rentables electoralmente y más económico en tanto el gasto electoral
de las candidatas es considerablemente menor al de sus pares hombres. Concentran sólo el 27% del total del gasto
electoral. Es decir, a pesar de que los hombres gastan el triple que las mujeres en sus campañas estas logran similares
resultados.9
Elecciones parlamentarias 2005
En las elecciones del año 2005 al congreso, las candidatas constituyeron el 16% del total de la oferta electoral, lo que
implicó un alza respecto de las elecciones del año 2001 en las que representaban el 13,1% del total de candidaturas. Las
coaliciones que más mujeres incorporaron a sus listados de candidaturas fueron el Juntos Podemos con un 19,7% de
mujeres equivalentes a 17, en segundo lugar la Concertación de Partidos Políticos por la Democracia con un 17,5%
sobre el total de candidatos de dicha coalición, y en tercer lugar, la Alianza por Chile con un 14.1% equivalente a 15
mujeres del total de su oferta electoral. 10 En todos los casos no se alcanza un umbral convencional (30%) lo que refleja
que más allá del efecto perverso que produce el sistema binominal, los partidos no incorporan a mujeres en la misma
proporción que hombres. Entre los partidos, ya no coaliciones, que incorporaron mas mujeres para dicha elección están
el Partido Socialista con un 27,2% y el Partido Por la Democracia con 26,6%, tendencia que se mantendrá en las
elecciones municipales en el 2008, sin considerar la irrupción de nuevas organizaciones políticas que surgieron en la
coyuntura de dicha elección.
Un segundo dato interesante que mostró la elección del 2005 es que las candidatas mujeres arrastran una fuerte votación
de mujeres, lo que permitiría hablar de un voto de género. 11 Así, la comparación entre el padrón electoral y la votación
obtenida por cada una de las candidatas demostró que en un 70,6% del total de candidatas se expresa un voto de género,
es decir, una votación mayoritariamente femenina.
En el siguiente gráfico se observa el porcentaje de candidatas de cada partido político cuya votación se compone
mayoritariamente de votos femeninos. Del total de candidatas de la Democracia Cristiana el 83,3% recibe una votación
mayoritariamente femenina y de las candidatas del Partido Por la Democracia el 85,7%. En el Partido Socialista de
Chile y en Renovación Nacional el 50% de las candidatas que se presentó obtuvo mayor votación femenina. En el caso
de la UDI todas las candidatas lograron mayor apoyo femenino.
Candidatas a Diputadas que lograron voto de género
100,0%
100%
90%
83,3%
85,7%
80%
70,6%
70%
60%
50%
50,0%
50,0%
PS
RN
40%
30%
20%
10%
0%
9
DC
PPD
Estudio de Corporación Participa sobre Gasto Electoral
Mujeres en el Congreso 2006-2010, Observatorio Nº2, FLACSO, Chile,
10
UDI
TOTAL
2006
11
Para determinar en que casos existe “voto de género” se analizó la composición por sexo del padrón electoral en cada uno de los distritos dónde se
presentaron las candidatas. Teniendo en cuenta las diferencias en cada distrito se observó el total de votos obtenidos por cada candidata, en los casos
en que la votación alcanzada en mujeres supera la asimetría del padrón hay un voto de género pues el apoyo femenino está sobre la diferencia
porcentual existente entre electoras y electores.
Ponencia presentada en el Panel “Avances y desafíos en torno a la autonomía política de las mujeres” del Seminario
Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad
Las mujeres además, son buenas candidatas. En las elecciones parlamentarias las candidatas lograron un alto apoyo
electoral superando el promedio de votos alcanzado por sus respectivos partidos. Si se promedia la votación alcanzada
por las candidatas de cada partido y se lo compara con la votación nacional que logró su bancada se observa que el
porcentaje promedio obtenido por las candidatas supera el apoyo que recibió el partido de pertenencia. Destacan las
candidatas del PPD y PS cuya votación promedio dobla el promedio nacional de preferencias que alcanzaron sus
respectivos partidos.
Los partidos aumentan su votación cuando llevan candidatas. Así lo demuestra el hecho de que las primeras mayorías
nacionales senatoriales y parlamentarias del 2005 hayan sido alcanzadas por mujeres: Soledad Alvear y Alejandra
Sepúlveda respectivamente. El siguiente gráfico ilustra como el apoyo que reciben las candidatas supera las
preferencias promedio de sus partidos.
Votación comparada Candidatas v/s promedio partido
35%
33,0%
30%
25%
26,1%
25,3%
25,0%
23,2%
20,8%
20%
15,5%
14,1%
15,4%
15%
10,0%
10%
5%
0%
DC
PPD
Votación candidatas
PS
RN
UDI
Votación nacional del partido
Otro indicador para medir el nivel de éxito de las candidaturas femeninas es la electividad de las candidatas, es decir, el
número de electas sobre el total de mujeres que fueron candidatas. Este indicador demuestra que la electividad
promedio de hombres y mujeres es similar si se promedia a los candidatos y las candidatas sin distinción de partido
político. Sumando a los parlamentarios electos de la concertación y de la Alianza por Chile, un 48,6% de las mujeres
que lograron ser candidatas fueron electas mientras que un 49,03% de los hombres lograron llegar al parlamento.
Este empate no iguala el éxito de las candidaturas femeninas y masculinas. Entrega mayor mérito a las mujeres ya que
según un estudio de la Corporación Participa el gasto electoral de las candidatas es considerablemente menor al de sus
pares hombres en tanto ellas solo concentran en 27% del total del gasto electoral. Es decir, a pesar de que los hombres
gastan el triple que las mujeres en sus campañas estas logran similares resultados.
Cuando se analiza la electividad por partido se observa que las candidatas de RN y la UDI son las más exitosas pues
superan la electividad promedio de sus partidos. En este último un 80% de las mujeres candidatas resultó electa
mientras un 55% de los hombres logró ser elegido. La UDI es el partido donde las mujeres tienen mayor éxito en
comparación con sus pares hombres, superándolos en 25 puntos porcentuales.
Ponencia presentada en el Panel “Avances y desafíos en torno a la autonomía política de las mujeres” del Seminario
Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad
Electividad candidatas V/S electividad partido
80,0%
80%
72,4%
71,0%
70%
68,1%
60%
56,6%
50,0%
50%
40%
48,9%
48,6%
37,5%
33,0%
36,6%
33,3%
30%
20%
10%
0%
DC
PPD
PS
RN
Electividad candidatas
UDI
TOTAL
Electividad partido
Elecciones municipales 2008
En las elecciones locales del año 2008 la situación no fue mejor. Mas bien se mantuvo el ritmo de crecimiento en
alrededor de 3 puntos porcentuales. Así, si en el año 2000 el porcentaje total de mujeres candidatas fue de 19,6, el año
2004 fue de un 21,2%, y el año 2008 subió a 24,3%. 12 Estas dos últimas elecciones responden ya al nuevo marco legal
electoral que introduce elecciones separadas para Alcaldía y Consejalías.
El total de candidatas a Alcaldesas en las últimas elecciones fue de 18,6% y ninguno de los partidos políticos que
participaron de las elecciones logró superar la barrera del 20%. En las Consejalías y considerando que los Partidos
Socialista de Chile y Por la Democracia estaban obligados estatutariamente a la aplicación de una cuota del 30%, son
los que alcanzan un mayor porcentaje de mujeres candidatas. En el caso del PPD un 29.5% y en el del Partido Socialista
ni siquiera llega al 30% (28,2%). En términos de las dos principales coaliciones, la oficialista alcanzó un 25,9% y la
opositora un 23,3% de candidatas mujeres a Consejalías.
Tabla 4: Candidaturas de Mujeres para Alcaldías según Partido Político
HOMBRES
MUJERES
TOTAL
DC
Nº Candidaturas Porcentaje
129
86%
Nº Candidaturas Porcentaje
21
14%
150
PPD
62
87,3%
9
12,7%
71
PS
61
76,3%
19
23,8%
80
PRSD
26
92,9
2
7,1%
28
CONCERTACION
278
83,7%
51
15,5%
329
RN
146
80,7%
35
19,3%
181
UDI
115
80,4%
28
19,6%
143
ALIANZA
261
12
80,6%
80%
63
3
19,4%
CHILE PRIMERO
20%
324
15
JUNTOS PODEMOS
176
80,7%
42
19,3%
218
PRI
79
76%
25
24%
104
TOTAL PARTIDOS*
806
81,4%
184
18,6%
990
Partido
Fuente: www.elecciones.gov.cl
12
Carrera, Carola. “De la demanda de clase a la demanda de género”. Corporación Humanas,
Ponencia presentada en el Panel “Avances y desafíos en torno a la autonomía política de las mujeres” del Seminario
Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad
Tabla 5: Candidaturas de Mujeres para Consejalias según Partido Político
CANDIDATAS
Partido
Nº Candidaturas
DC
817
PPD
722
PS
742
PRSD
561
CONCERTACION 2842
RN
835
UDI
652
ALIANZA
1487
CHILE PRIMERO 160
JUNTOS PODEMOS1003
PRI
930
TOTAL
5492
ELECTAS
Porcentaje
76,4%
70,5%
71,8%
78,6%
74,1%
78,3%
74,6%
76,7%
79,2%
74,5%
74,8
74,9%
Nº Candidaturas
253
302
291
152
998
231
222
453
42
343
313
1836
TOTAL
Porcentaje
23,6%
29,5%
28,2%
21,3%
25,9%
21,7%
25,4%
23,3%
20,8%
25,5%
25,2
25,1%
1070
1024
1033
713
3840
1066
874
1940
202
1346
1243
7328
Fuente: www.elecciones.gov.cl
En el universo de Alcaldes electos, un 12,4% fueron mujeres en las elecciones del año 2004 y un 12,5% en el año 2008.
Para las consejalías en el año 2004 un escualido 21,1% de mujeres fueron electas y en el año 2008 esta cifra subió a un
23%.
Vale la pena analizar cuan efectivas fueron las candidaturas de mujeres, es decir ver la relación entre el número de
candidatas propuestas y el número de candidatas electas por partido y coalición. Esta relación mientras más cercana al
100% da cuenta de la ubicación de mujeres en en comunas en las que existían posibilidades reales de salir electas. Al
revés, mientras mas alejada del 100% implica la falta de una estrategia que tenga como objetivo que mujeres resulten
electas. El Juntos Podemos por ejemplo, presentó 42 candidatas de las cuales sólo una fue electa y el Partido Socialista
de Chile que había presentó 19 candidaturas de mujeres logro elegir a 3 Alcaldesas. En el primer caso podría tratarse de
una estrategia de promoción de liderazgos femeninos ya que se trata de una coalición chica y extraparlamentaria, por
tanto con menos posibilidades de conseguir cargos electos que los partidos que se encuentran en las dos principales
coaliciones. En el caso del Partido Socialista y de Renovación Nacional que hacen parte de estas coaliciones la lectura
no puede ser la misma y mas bien refleja la falta de voluntad política real para promover a mujeres a cargos de elección
popular.
Tabla 6: Relación candidatas/electas por partido político
Partido
DC
PPD
PS
PRSD
CONCERTACION
Nº Candidaturas
21
9
19
2
51
Nº
Electas
4
3
3
0
10
Porcentaje
19
33,3
15,8
0
19,6
Ponencia presentada en el Panel “Avances y desafíos en torno a la autonomía política de las mujeres” del Seminario
Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad
RN
UDI
ALIANZA
CHILE LIMPIO
JUNTOS PODEMOS
35
28
63
25
42
7
15
22
2
1
20
53,6
34,9
8
2,4
TOTAL
181
35
19,3
Fuente: Estudio Corporación Humanas. www.humanas.cl
En definitiva, el acceso de las mujeres a espacios de representatividad popular como lo son el Congreso y los gobiernos
locales, no se ha visto afectado por el discurso y práctica paritaria del gobierno Bachelet. Ello en buena parte porque
son los partidos políticos los centinelas de la democracia masculina y por tanto quienes definen las posibilidades de
quienes optan por este camino. A pesar de la evidencia empírica respecto de la elegibilidad y eficacia de las candidatas
mujeres y aun considerando la creciente solidaridad de género que muestra el voto de mujeres para con mujeres
candidatas, es decir aún demostrando su rentabilidad electoral además de esgrimir un conjunto de argumentos que
apelan a un principio de justicia, de inclusión y de derechos humanos, los partidos se siguen resistiendo a adoptar
medidas y/o prácticas concretas que terminen con la exclusión de las mujeres.
3. La agenda sobre participación de las mujeres
Uno de los compromisos de la campaña de la Presidenta Bachelet fue promover la adopción de una ley de cuotas para
garantizar la presencia de mujeres en los espacios de representación popular (congreso y municipios). No se trata de un
tema sobre el cual no hubiera habido al menos mociones de ley que en su momento fueron apoyadas por el SERNAM,
pero el hecho de que lo anunciara la Presidenta como parte de su programa de gobierno le dio un peso que los gobiernos
anteriores no le otorgaron.
A partir de 1997 se han presentado iniciativas parlamentarias que buscan corregir el déficit de participación política de
las mujeres en el país. Una primera moción, presentada por diputadas/os en marzo de 1997, proponía que ninguno de
los sexos pudiera superar el 60% en las listas de candidatos/as para elecciones parlamentarias y municipales, así como
en los/as integrantes de los órganos colegiados de los partidos políticos.13 Dicho proyecto no contó con el apoyo del
Poder Ejecutivo y jamás se le asignó urgencia a su discusión14, por lo que terminó siendo archivado.
Posteriormente, en 2002 y 2003, se presentan nuevas mociones parlamentarias orientadas al mismo fin. Una primera
moción, presentada en agosto de 2002, apunta a asegurar que en las elecciones municipales y parlamentarias al menos
el 30% de los/as candidatos/as sean mujeres.15 En marzo de 2003, diputadas/os ingresan a tramitación nuevamente la
moción sobre paridad presentada en 1997. Sin embargo, dichos proyectos no contaron con el patrocinio del Poder
Ejecutivo ni recibieron urgencia, por lo que durante años no fueron debatidos. Inclusive, la moción de 2002 fue
archivada por la Cámara de Diputados.
El proyecto de ley que modifica diversos cuerpos legales con el objeto de promover el derecho de las mujeres a
participar en la vida pública nacional fue presentado en marzo de 200316 por diputadas/os de diversas bancadas. Recién
se inicia el estudio del mismo en diciembre del año 2006 17y se lo somete a votación en enero del año 2007, siendo
rechazado por 6 votos a favor, 5 en contra y una abstención.18
13
Proyecto de ley que modifica diversos cuerpos legales con el objeto de promover el derecho de las mujeres a
participar en la vida pública nacional, de las/os diputados/as Isabel Allende, Mariana Aylwin, Víctor Barrueto, Camilo
Escalona, Jaime Estévez, Andrés Palma, Fanny Pollarolo, Romy Rebolledo, María Antonieta Saa y Martita Wörner.
Boletín Legislativo 1994-07.
14
Mecanismo que tiene el Poder Ejecutivo para obligar a debate en un período de no mas de 60 días.
15
Proyecto de ley que establece discriminación positiva a favor de las mujeres y modifica las leyes 18.700 y 18.695, de
las/os diputadas/os Isabel Allende, Carmen Ibáñez, Carlos Abel Jarpa, Juan Pablo Letelier, Aníbal Pérez, Edgardo
Riveros, Fulvio Rossi Carolina Tohá, y Ximena Vidal. Boletín Legislativo Nº 3020-06.
16
Isabel Allende (PS), Carmen Ibáñez (RN), Guido Girardi (PPD), Rosa González (UDI), María Eugenia Mella (DC), Adriana
Muñoz (PPD), Fulvio Rossi (PS), Alejandra Sepúlveda (DC), María Antonieta Saa (PPD), Carolina Tohá (PPD). Fue remitido para
estudio a la Comisión de Familia, lugar en el que permaneció sin ser debatido durante más de 3 años, sin que en ningún momento le
fuera asignada urgencia desde el Poder Ejecutivo.
17
Participan como invitados a algunas sesiones:Unidad Mujer y Desarrollo de la Comisión Económica para América Latina y El
Caribe CEPAL, Corporación Humanas, Instituto Libertad, Instituto Libertad y Desarrollo, Fundación Jaime Guzmán y Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales FLACSO.
Ponencia presentada en el Panel “Avances y desafíos en torno a la autonomía política de las mujeres” del Seminario
Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad
El 29 de octubre de 2007, la Presidenta de la República anunció públicamente la presentación de una iniciativa que
establece una política equilibrada de hombres y mujeres en el acceso y ejercicio de cargos de elección popular. El
proyecto de ley ingresa a tramitación ante la Cámara de Diputados el 11 de diciembre, siendo remitido a la Comisión de
Gobierno. Hasta ahora el proyecto no ha sido debatido por la Comisión ni se le ha asignado urgencia legislativa.19
El proyecto propone la modificación de diversas normas legales, la Ley Orgánica Constitucional de Partidos Políticos
(Ley Nº 18.603), la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades (Ley Nº 18.695) y la Ley Orgánica Constitucional
de Votaciones Populares y Escrutinios (Ley Nº 18.700). Propone con respecto a la Ley de Partidos Políticos, incluir una
norma que les obligue a asegurar ‘una efectiva democracia interna y la igualdad de oportunidades de sus militantes,
sean estos hombres o mujeres’. Ello se concretaría en la obligación que se impone a las colectividades de considerar
procedimientos y formulas electorales que aseguren, en la composición de sus órganos colegiados internos, incluyendo
la Directiva General, con un cupo del 30% para las mujeres en la respectiva instancia. El proceso de elección o
designación de cargos deberá repetirse en caso que no se alcance dicha proporción, tantas veces sea necesario. En
relación con las elecciones, tanto municipales como parlamentarias se obliga a los partidos políticos o pactos a que en
sus listas de candidaturas incluyan una cuota de 30% de candidatas. A fin de asegurar el respeto a dicha obligación, se
define que el incumplimiento de la proporción conlleva el rechazo de las restantes candidaturas de dicho partido o
pacto.
Por otra parte, los factores político-institucionales que subyacen a la subrepresentación política de las mujeres son de
mayor envergadura que la modificación propuesta. Uno de los factores relevantes para una mayor o menor participación
política de mujeres es el sistema electoral y, de acuerdo a la experiencia internacional, son los sistemas proporcionales
en contraposición a los sistemas mayoritarias. El sistema binominal chileno –siendo un sistema proporcional pero de la
menor magnitud de distrito posible (dos)- no es un sistema propicio para la participación de mujeres.
Durante el gobierno de Bachelet y con el fin de modificar el sistema binominal, se creó la llamada Comisión
Boeninger.20 Inicialmente la comisión fue integrada exclusivamente por varones y fue sólo a partir de la gestión de
Diputadas como María Antonieta Saa y de la presión que sostuvieron algunas ONG´s, que se incluyó a dos
mujeres.21Estas asumieron como labor que se incorporara el tema de la participación de las mujeres en el marco más
amplio de la reforma política al sistema binominal. Sin embargo, su labor no resultó lo fructífera que ellas todas –
incluidas ellas- hubiéramos querido. En el documento final, se hizo mención en términos de principio la inclusión de las
mujeres, cuestión que luego se tradujo en la propuesta que envió la Presidenta al parlamento en 2007. Un hecho que
hasta ahora no se había considerado en las propuestas legislativas anteriores es la entrega de un beneficio económico a
aquellos partidos que incorporen candidatas y también respecto de quienes salgan elegidas.
La propuesta de cupos o de no privilegio de ninguno de los dos sexos en las candidaturas, en lo que refiere a las
elecciones de diputados/as, senadores/as y alcaldes/sas -por las características del sistema binominal que aplica a las
elecciones parlamentarias y mayoritario a las elecciones de alcaldes/sas-, no puede, por si sola, garantizar resultados
paritarios. Para ello se requerirá una mayor voluntad política de los partidos políticos en orden a incluir mujeres con
reales posibilidades de ser elegidas y que cuenten con el debido apoyo partidario a su candidatura, así como asegurar el
debido financiamiento de tales campañas. Pero además, la posibilidad de acceso de las mujeres a las candidaturas en
cargos de representación, requieren de otras medidas y/o políticas que faciliten su desempeño en espacios que se
organizan de acuerdo a la norma masculina. Para ello hay que entender que el déficit de mujeres en los espacios de
poder político (y no sólo) no es un problema de “integración” sino que de cambios profundos que involucran las formas
de organización social sobre las que se han construido nuestras democracias. Las mujeres tienen menos posibilidades
que los hombres para acceder a los cargos de representación y designación política, tanto por las dificultades que les
impone una política construida para y por los hombres como por las desventajas que acarrean al ejercicio público
producto de la división sexual del trabajo.
4. Desafíos
A partir de esta revisión de lo que ha sido la participación de las mujeres en el gobierno de la Presidenta Bachelet y del
18
Votaron a favor del proyecto las/os diputadas/os Isabel Allende (PS), Carolina Goic (DC, en reemplazo de Gabriel Ascencio),
Adriana Muñoz (PPD), María Antonieta Saa (PPD), Jorge Sabag (DC) y Alejandra Sepúlveda (DC, en reemplazo de Eduardo Díaz).
Votaron en contra las/os diputadas/os Sergio Bobadilla (UDI, en reemplazo de Ramón Barrros), María Angélica Cristi (UDI), José
Antonio Kast (UDI), Claudia Nogueira (UDI) y Ximena Valcarce (RN). Se abstuvo el Diputado Carlos Abel Jarpa (PRSD). No
asistió el Diputado Maximiano Errázuriz.
19
Boletín Legislativo Nº 5553-06.
20
Edgardo Boeninger, ex Ministro Seretario General de la Presidencia en el gobierno de Aylwin
21
Marcela Rios, investigadora Flacso y María de los Angeles Fernandez Secretaría Ejecutiva de Chile XXI
Ponencia presentada en el Panel “Avances y desafíos en torno a la autonomía política de las mujeres” del Seminario
Género en el Poder: el Chile de Michelle Bachelet. Organizado por el Observatorio de Género y Equidad
impacto que ha tenido su medida paritaria, me parece que surgen algunos desafíos que haríamos bien en asumir:
a) Cuotas, representación equilibrada de hombres y mujeres y paridad
Un primer tema que me parece necesario fijar con mayor claridad es la distancia y diferencia que existe entre las cuotas
o su expresión máxima la representación equilibrada entre hombres y mujeres (paridad numérica), y la paridad. El
sistema de cuotas es sobretodo un sistema de corrección de un cierto déficit de mujeres en los espacios de poder, sean
estos los que sean. Asegura en este sentido la igualdad de oportunidades ya que se instala en el punto de partida de la
carrera por el poder, sin que necesariamente garantice el resultado de dicha carrera. En su versión maximizada, la
representación equilibrada de hombres y mujeres, amplia el espectro y lo acerca a lo que es la composición de la
sociedad, sin embargo, tampoco garantiza el resultado. Se trata de acuerdo a Celia Amorós de un tratamiento diferente
para los diferentes
La paridad en cambio, es una herramienta para lograr la igualdad, pero una igualdad de resultado, es decir que garantiza
la redistribución del poder y las responsabilidades. Uno de sus objetivos es entonces la incorporación de las mujeres a
todos los espacios donde se ejerce el poder político, pero a sabiendas de que esto significa una transformación de la
forma en que hemos organizado la vida social. Así una política de paridad no sólo exige medidas que resulten en el
acceso y mantención de mujeres a los espacios de poder público sino que de medidas que corresponsabilicen a los
varones de las tareas del mundo doméstico. Ello significa por ejemplo derogar en el caso chileno el régimen de sociedad
conyugal que no permite a las mujeres administrar sus bienes propios y que por tanto las limita en su capacidad
económica para sostener por ejemplo una carrera política; contar con medidas de apoyo a la crianza y cuidado de los/las
hijas independientemente de si se trata de un padre o madre trabajador/a, entre otras. Por cierto se trata además de ser
implacables con la violencia contra las mujeres que es un factor inhibidor y/o castigador de las mujeres que quieren o se
han salido de su rol.
b) Pacto democrático de inclusión y pacto político de mujeres
Las actuales democracias, y en particular la nuestra, es incompleta. El problema de representatividad de las fuerzas
políticas es un tema que lentamente empieza a aparecer, sin embargo sigue siendo ampliar la democracia a los varones
excluidos. La incompletud a la que me refiero es en relación al horizonte ético y normativo de democracias que han
hecho de la igualdad una premisa rectora. Las desigualdad de género tiene por consecuencia la ausencia de las mujeres
en las posiciones de poder y no sólo en la política, también en el ámbito del saber y del la economía. Incluso en estos
términos la paridad no es el fin de la exclusión para las mujeres en tanto éstas no son un colectivo uniforme y en su
interior coexisten otras exclusiones producto de factores como la etnia/raza, origen socio-económico, orientación
sexual, etárea, etc.
La democracia masculina a partir del gobierno de Bachelet está en entredicho sin embargo requerirá de algo más que la
constatación. Lo primero, desde mi punto de vista es la creciente articulación política de las mujeres. Es aún demasiado
evidente que las identidad de género se supedita a las entidades partidarias y al sistema de legitimidad política que
otorgan los varones. No ha habido desde las mujeres de los partidos políticos una acción desafiante en relación a ellos
por lo que es muy difícil que las cosas cambien en sus dinámicas. La radicalidad de lo que pone en escena Bachelet
tiene sentido en la medida que es sostenido por las mujeres, y mas aún por las mujeres que se desenvuelven en los
círculos de la política.
En este sentido, hecho de menos una acción más colectiva y más articulada políticamente de las ministras que mal que
mal, están allí porque una mujer así lo decidió. El impacto simbólico de la medida paritaria no consiste sólo en el
panorama mixto que deja entrever sino que en la estrategia política que el núcleo de mujeres puede tener para que esta
paridad se constituya en umbral cultural sino legal. La manifestación clara de las ministras por que se mantenga la
paridad en el próximo gobierno, podría generar un doble efecto en las mujeres que votamos y en los comandos
electorales, que hasta ahora no parecen muy decididos a implementarla. Así mismo, una actitud más desafiante de las
mujeres al interior de sus partidos -principales cuellos de botella para el acceso de las mujeres a la elite política- y entre
partidos podría contribuir a lograr una ingobernabilidad que se saldaría a partir de compromisos concretos.
Un segundo momento es el del pacto democrático por la no exclusión. Como ya dije, el tema de la exclusión no se agota
en las mujeres, sino que además obliga a mirar el conjunto de exclusiones de las que si bien el género es la diferencia
irreductible, no es la única puesto que se hace presente también en colectivos de varones. De allí que un pacto por la no
exclusión de las fuerzas democráticas y progresistas debiera dar cuenta del conjunto de discriminaciones sistémicas que
produce el sistema político para tender a su superación. Este pacto, no se logra por la sola voluntad de quienes
aspiramos a que se dé, sino que requiere de un pacto político entre mujeres para hacer posible la
conversación/imposición.
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