La aceptabilidad

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Lógica y Argumentación Jurídica
LA ACEPTABILIDAD(Aarnio)1
A lo largo de la descripción de la decisión judicial hemos visto como surgían pasos, en
los que estaba presente una actuación valorativa del juzgador, que culminaban con la creación
de, al menos, dos enunciados normativos. La validez de estos dependía de su conformidad con
los criterios de validez del Ordenamiento. Al tratar estos últimos señalábamos como, en
determinadas ocasiones, la idea de validez se vinculaba con la aceptabilidad. Es necesario
destacar la presencia de la aceptabilidad en lo que venimos denominando como corrección
externa 2.
La perspectiva de la aceptabilidad desempeña un papel en la actuación judicial que
convienen no pasar por alto 3, y que puede ser descrito, en principio, desde la teoría de la
justificación de los casos difíciles llevada a cabo por MacCormick 4.
Este autor distingue dos niveles dentro de la justificación. El primero se desenvuelve
básicamente en el respeto al requisito de la universalidad, en el sentido de exigir en la
justificación de la decisión la existencia de un enunciado normativo general 5. El segundo trata
justificar la elección del enunciado normativo general y se desenvuelve en dos condiciones: el
enunciado tiene que poseer sentido en relación con el sistema y en relación con el "mundo
real" 6. La dimensión de aceptabilidad que aquí estamos tratando afecta a la segunda
condición.
En efecto, la primera condición puede ser expresada con los requisitos de validez
jurídica que aquí estamos manejando. Se movería dentro de la corrección interna. Decir que el
1
Texto incluido en ASÍS ROIG, R. de, Jueces y normas, Marcial Pons, Madrid, 1995.
2
Con esto vinculamos la actuación judicial con la idea de democracia. Vid. en este sentido, Fernando Galindo,
"Jueces y Democracia. Criterios para una actividad judicial democrática", en Anuario de Filosofía del Derecho,
T: VII , 1990, pp. 164 y ss.
3
Vid. por ejemplo en lo que atañe a la interpretación G. Zaccaria, L'arte dell'interpretazione, cit., pp. 1o5 y ss.
4
Aunque como ha señalado G. Zaccaria, el análisis de Maccormick es válido de manera especial para el
proceso penal. Vid. L'arte dell'interpretazione, cit., p. 144.
5
Se trata del principio de justicia formal. Vid. Legal Reasoning and Legal Theory, cit., pp. 75 y ss.
6
N. Maccormick, Legal Reasoning and Legal Theory, cit., p. 103.
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enunciado normativo creado o fijado por el juzgador debe poseer justificación en relación con
el sistema no es otra cosa que decir que debe reunir sus condiciones de validez. En este
sentido, MacCormick habla de la necesidad de consistencia y de coherencia 7. La consistencia
implica que el enunciado debe apoyarse en premisas normativas que no están en contradicción
con normas válidas. Es decir, es la expresión de la obligación de obediencia la Derecho que
tienen los jueces, y concretamente de lo que denominábamos como obligación negativa de
obediencia 8. En relación con el requisito de la coherencia MacCormick diferencia entre
coherencia normativa y coherencia narrativa 9.
Desde el punto de vista de la coherencia normativa, una serie de normas o una norma
será coherente cuando pueda subsumirse, según MacCormick en una serie de principios
generales o de valores aceptables
10
. Este autor propone como ejemplo explicativo de este
requisito una norma que prohibiese a los coches amarillos circular a más de 30 Km/h,
existiendo un límite para los coches de otro color en 110 km/h
11
. Según MacCormick, esta
norma podría no ser inconsistente pero si incoherente. El color no parece que tenga nada que
ver con los fines o valores que deben perseguir las normas de tráfico (seguridad, ahorro de
combustible, etc...). Así podría convertirse en coherente si existiese otra norma que
estableciese que los coches de más de X años tuviesen que pintarse de amarillo.
La coherencia normativa parece hacer referencia así al requisito de la razonabilidad
que apuntamos cuando analizamos la interpretación. En este sentido, desde los planteamientos
que aquí estamos desarrollando, sólo tendría sentido desde la interpretación de normas. Es
decir, el enunciado estaría justificado cuando no fuese contradictorio con los valores que
inspiran el Ordenamiento o la regulación concreta afectada. La coherencia normativa se
7
N. MacCormick, Legal Reasoning and Legal Theory, cit., pp. 106 107.
8
Como señala Atienza, el requsito de la consistencia deriva, por un lado, de la obligación de los jueces de no
infringir el Derecho vigente y, por otro, de la obligación de ajustarse a la realidad en materia de prueba. Vid.
Las razones del Derecho, cit., p. 144.
9
Vid. Neil MacCormick, "La congruenza nella giustificazione giuridica", en N. MacCormick y O.
Weinberger, Il Diritto come Istituzione, Giuffrè, Milán 1990, p. 355.
10
En sentido parecido se expresa Ronald Dworkin en "Retorno al Derecho natural", en J. Betegón y J. R.
Páramo, Derecho y Moral, Ariel, Barcelona 1990, p. 24.
11
Vid. Neil MacCormick, Legal Reasoning and Legal Theory, cit., pp. 106 y ss. También en "La congruenza
nella giustificazione giruidica", cit., p. 338.
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proyecta en la idea de la consistencia respecto a los valores y es expresión de la obligación de
obediencia de los jueces en su aspecto positivo, esto es, de la necesidad de que el enunciado
normativo no sólo no transgreda el Derecho sino que esté en conformidad con sus valores.
Básicamente estamos volviendo a destacar la importancia de la visión sistemática en la
interpretación 12.
La coherencia narrativa suministra un test referido a la probable verdad de cuestiones
de hecho, cuando no cabe percepción directa por observación
13
. Se refiere pues, a los
razonamientos inductivos y abductivos, es decir, basicamente, al tipo de argumentación a
través de indicios.
Ahora bien, para nuestro modelo de decisión no debe quedarse exclusivamente en la
visión de este tipo de argumentación. La coherencia narrativa debe implicar la coherencia en la
estructura y en la narración del proceso de decisión; la credibilidad de las decisiones y
constataciones efectuadas en su desarrollo y la coherencia en la exposición de las mismas. En
este punto, la exigencia de congruencia en el ámbito de los procesos se presenta como
característica esencial 14.
Los requisitos hasta ahora apuntados están implícitos en las diferentes consideraciones
que hemos venido realizando en torno al sentido normativo de la actividad judicial. Se
relacionan con la idea de la aceptabilidad pero desde lo que podríamos denominar como punto
de vista interno. Podría incluso entenderse como proyección del art. 24 de la Constitución 15.
En efecto, no habría dificultad en equiparar estos requisitos con las exigencias que el Tribunal
Constitucional y el Tribunal Supremo se han encargado de exaltar a la hora de enjuiciar la
motivación de las decisiones judiciales. Entre estas cabe destacar las siguientes (todas ellas
tendentes a exaltar el valor de la coherencia y a las que deben añadirse algunos requisitos ya
apuntados a la hora de estudiar la argumentación sobre hechos y normas):
a) Deben darse a conocer las razones y elementos de juicio que permitan conocer los criterios
12
Vid. Neil MacCormick, Legal Reasoning and Legal Theory, cit., p. 152.
13
N. MacCormick, "La congruenza nella giustificazione giuridica", cit., p. 355.
14
El art. 359 de la Ley de Enjuicimianto Civil se refiere a esta exigencia. Vid. sobre ella con carácter general
la Sentencia del Tribunal Constitucional 77/86 de 12 de junio, fj. 2º.
15
Vid. T.S. Vives Antón, "Doctrina constitucional y reforma del proceso penal", en AA.VV., Derechos
fundamentales y Justicia Penal, cit., pp. 522 y ss.
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jurídicos empleados 16.
b) Deben ponerse de manifiesto los hechos probados de que se parte y la calificación jurídica
que se les atribuye 17.
c) Debe haber congruencia 18
d) Debe ser internamente coherente, so pena de caer no ya en incongruencia sino en falta de
motivación 19.
e) Debe ser una aplicación de normas no arbitraria 20.
Este sentido de la aceptabilidad no es el que queremos destacar en este punto. La
dimensión de la aceptabilidad que quiero subrayar aparece en la justificación que
MacCormick denomina como "en relación con el mundo real" 21. MacCormick distingue entre
resultado y consecuencias
22
. El resultado de la acción del juez al decidir un caso concreto
16
Sentencia del Tribunal Constitucional 122/91 de 3 de junio, fj. 2º, y del Tribunal Supremo de 31 de
diciembre de 1992, fj. 2º, RA 10669. Todo ello con la necesaria claridad (Sentencia del Tribunal Supremo de
17 de octubre de 1991, fj. 3º, RA 7077). Como ha señalado el Supremo (Sentencia de 11 de mayo de 1993, fj.
1º, RA 4071), "para que una sentencia sea clara y comprensible es suficiente que describa de manera
inteligible, todos y cada uno de los elementos integradores del tipo delictivo que aplica en la fundamentación
jurídica de la sentencia, de tal manera que su lectura no deje dudas sobre cual es el acontecimiento histórico
que se está enjuiciando".
17
Setencia del Tribunal Constitucional 27/93 de 25 de enero, fj. 2º. Ahora bien, no es necesaria una
determinada extensión, ni un razonamiento explícito exhaustivo y pormenorizado de todos los aspectos y
perspectivas (Sentencia del Tribunal Constitucional 122/91 de 3 de junio, fj. 2º). Tampoco hace falta expresar
el completo proceso lógico que condujo al juez a su decisión, aunque ello fuera deseable desde la más pura
técnica procesal (Sentencia del Tribunal Constitucional 27/93 de 25 de enero, fj. 2º). Por otro lado, no se
excluye la economía de los razonamientos, ni que estos sean escuetos, sucintos o incluso expuestos de forma
imprecisa o pr referencia a los que ya constan en el proceso (Sentencia del Tribunal Constitucional 184/88 de
13 de octubre).
18
Sentencia del Tribunal Constitucional 184/88 de 13 de octubre. Vid. también las Sentencias del Tribunal
Supremo de 9 de enero de 1992, fj. 3º, RA 175 y de 18 de diciembre de 1990, fj. 1, RA 9163.
19
Sentencia del Tribunal Constitucional 218/92 de 1 de diciembre, fj. 4. También del Supremo la de 20 de
septiembre de 1991, fj. 2º, RA 1540. Si bien hubo algunos pronunciamientos del Supremo en donde se llega a
afirmar que no es incongruente la contradicción entre los considerandos y el fallo (Sentencias de 24 de febrero
de 1967, RA 1035 y de 11 de noviembre de 1970, RA 5101).
20
Sentencia del Constitucional 184/92 de 16 de noviembre, fj. 2º. También del Supremo la de 20 de febrero de
1993, fj. 2º, RA 1002.
21
Se trata de lo que podríamos denominar como finalidad de la actuación judicial: el acierto. Vid. la Sentencia
del Tribunal Constitucional 126/86 de 22 de octubre, fj. 2º. Por su parte, el Tribunal Supremo ha declarado que
"la motivación insuficiente o notoriamente desacertada equivale a ausencia de motivación y tal defecto vulnera
el deber de tutela judicial efectiva". Sentencia de 31 de enero de 1992, fj. 1º, RA 614.
22
Legal Reasoning and Legal Theory, cit., pp. 129 y ss.
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consistirá en producir una norma válida. Por el contrario las consecuencias, se referirán al
estado de cosas posteriores y conectadas con el resultado. Tener sentido en relación con el
mundo real no va a ser otra cosa que afirmar que las consecuencias del enunciado puedan ser
aceptadas.
Recogiendo esta idea de MacCormick, nos interesará en primer lugar el tipo de norma
a que puede dar lugar el enunciado normativo creado por el juzgador, una vez llevada a cabo
la subsunción. Si nos fijamos bien, esto no será otra cosa que llevar a cabo un juicio de
validez, en el sentido de afirmar que la norma deberá ser susceptible de ser integrada en el
Ordenamiento. Este primer aspecto puede ser descrito bajo los requisitos que hemos visto
antes.
Ahora bien, en segundo lugar, puede hablarse de la necesidad de que la elección sea
aceptable no ya en relación sólo con el Derecho, sino también en relación con los ciudadanos a
los que se dirige y a los que puede en algún momento afectar 23. Esta es la dimensión de la
aceptabilidad que en este punto interesa señalar. Así, de la reflexión anterior podrá derivarse
que el análisis de la aceptabilidad implicará cuestionarse tanto el enunciado judicial general
cuanto el individual.
Todo esto, nos hace salirnos, relativamente, del ámbito jurídico y adentrarnos en un
campo que nos apartaría del objeto inicial del trabajo. En todo caso, conviene apuntar desde el
principio que la actuación judicial, tal y como venimos afirmando, tiene que moverse dentro
del Ordenamiento (exigencia de legalidad, aceptabilidad jurídica) pero además, debe moverse
o mejor, debería moverse en la idea de la aceptabilidad ética (exigencia de moralidad,
aceptabilidad moral). Lo primero es una exigencia jurídica que condiciona su validez; lo
segundo es una exigencia ética que condiciona su legitimidad. Es claro que con lo primero
bastará para encontrarnos con una decisión jurídica, pero también lo es que con el
sometimiento a lo segundo (siempre y cuando se haya cumplido lo primero), la decisión será
23
Vid. N. MacCormick, "La argumentación y la interpretación en el Derecho", cit., p. 205. Vid. esta
dimensión en el pensamiento de J. Esser, Principio y norma en la elaboración jurisprudencial del Derecho
privado, cit., p. 62. Nuestro Tribunal Constitucional ha decelarado que: "Los fundamentos de la Sentencia se
deben dirigir, también, a lograr el convencimiento, no sólo del acusado, sino también de las otras partes del
proceso, respecto de la corrección y de la justicia de la decisión judicial sobre los derechos del ciudadano"
(Sentencia 55/87 de 13 de mayo, fj. 1º). Así mismo, en relación con la exigencia de motivación ha manifestado
que esta expresa el interés legítimo de la comunidad de conocer las razones de la decisión. Vid. en este sentido
las Sentencia 13/87 de 5 de febrero, fj. 3º, y 14/91 de 18 de enero, fj. 2º. En idéntico sentido se ha expresado el
Tribunal Supremo, por ejemplo vid. la Sentencia de 17 de diciembre de 1992, fj 1º, RA 10432.
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más correcta desde un punto de vista ético 24.
Dos problemas aparecen con la reflexión anterior. En primer lugar la presencia de un
discurso ajeno a lo jurídico dentro del tratamiento de la decisión; en segundo lugar, la
dificultad de definir aquello que es correcto desde un punto de vista ético. Ahora bien, en
relación con el primer problema, es un problema similar al que vimos al reflexionar sobre la
validez. La atención a la corrección ética implicaría la legitimidad de la decisión y junto a ella,
el aumento de las razones para su obediencia.
En cuanto al segundo problema, no hay duda de que es difícil definir lo correcto desde
un punto de vista ético. De ahí que identifique esto con aceptabilidad y lo haga desde una
perspectiva en la que no se dice que realmente las decisiones sean aceptadas sino desde
aquella que obliga al juez a situarse en la posición de aquellos a los que se dirige y a plantearse
si estos aceptarían su decisión.
Puede parecer que hablar de aceptabilidad, en relación con la justicia o con la
corrección, supone adoptar una postura susceptible de ser integrada en el formalismo ético. La
idea de la aceptabilidad que manejamos no se identifica, en principio, con la aceptación real.
Se trata más bien de la posible aceptación por parte de la comunidad racional. Ahora bien, este
es un requisito ideal que puede convertirse en real. En este supuesto, la crítica podría ser
acertada. Sin embargo, éste parece ser el criterio de justicia (social o política, no individual),
presente en determinados sistemas 25.
Con este criterio, no acudimos a algún contenido concreto de moralidad salvo el determinado
por la idea de la aceptabilidad, y además, no trato de determinar a priori cual tendrá que ser el
sentido de la decisión, sino sólo afirmar cual debe ser la postura de enjuiciamiento del
juzgador. Una vez determinado el significado del enunciado judicial general o del individual y
por supuesto su validez jurídica, el juzgador deberá concretarlo o especificarlo moviéndose en
la idea de la aceptabilidad de aquellos a los que se dirige (siempre dentro de la validez),
además del requisito de la universalidad o auto-precedente. Y esta idea, que acompaña a la
24
Y esto repercute en el tema de la obediencia y por tanto puede llegar a afectar en último término a la
validez.
25
Este parece ser el criterio de justicia más coherente con un sistema jurídico-democrático. En él, las
decisiones legítimas son las aceptadas. Así, independientemente de que para un sujeto esa decisión sea injusta,
si es aceptada por la mayoría será "justa" para esa mayoría. La aclaración de este punto exigiría plantear una
visión general de las relaciones entre Derecho y Moral.
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validez jurídica o si se quiere que se desarrolla dentro de ella, deberá presidir todos y cada uno
de los pasos del proceso de decisión
26
.
La importancia de la aceptabilidad, que fue ya resaltada en las primeras páginas del
libro, ha sido subrayada por Aulis Aarnio en relación con la decisión judicial dentro de su
trabajo Lo racional como razonable.
Aarnio se propone analizar la justificación de las decisiones jurídicas y para ello parte
del estudio de la interpretación y de la distinción entre casos fáciles (los que denomina típicos)
y difíciles. Según Aarnio, la solución a los casos difíciles deberá consistir en la adopción de la
respuesta mejor justificada, es decir, la más racional y ello principalmente por dos razones. En
primer lugar porque nuestra forma de vida está construida de manera tal que esperamos que la
gente se comporte racionalmente; en segundo lugar, porque valoramos de forma especial la
coherencia 27.
Dado que la respuesta más racional va a ser la más justificada, conviene analizar el
sentido de lo racional en el Derecho. Según Aarnio, cabe hablar de dos sentidos de lo racional
estrechamente conectados: la racionalidad en sentido estricto y la razonabilidad
28
. En
principio, esta división parece estar vinculada con la distinción que establece entre
racionalidad jurídica y aceptabilidad racional. La primera exigiría que la justificación jurídica
estuviese basada en ciertas pautas de interpretación y en las fuentes del Derecho; la segunda,
se fijaría en el resultado de la decisión y poseería dos significados, uno que influiría en la
racionalidad jurídica en el sentido de que a través de ella se debe llegar a un resultado
aceptable, el otro conectado a las consecuencias en el sentido también de la posibilidad de su
aceptación. Así no debe confundirse la aceptabilidad real con la racional, ya que la primera
puede estar basada en la coacción, la manipulación o el error 29.
26
Como ha señalado Beneytez Merino: "La sentencia judicial y especialmente la sentencia penal, es una
respuesta razonada y razonable a un requerimiento social y, en consecuencia, debe estar expresada en términos
tales que su curso lógico, su coherencia racional a partir del sistema normativo sea plenamente comprensible
para su destinatario, y también para la sociedad". L. Beneytez Merio, "Juicio de valor y jurisprudencia", cit.,
pp. 9 y 1. La importancia de la aceptación en la decisión judicial ha sido también destacada en España por
Ignacio de Otto, en "La posición del Tribunal Constitucional a partir de la doctrina de la interpretación
constitucional", en AA.VV., El Tribunal Constitucional, cit., p. 1945.
27
Vid. A. Aarnio, Lo racional como razonable, cit., p. 251.
28
Vid. A. Aarnio, Lo racional como razonable, cit., pp. 240 y ss.
29
La distinción entre lo racional y lo razonable ha sido exaltada en numerosas ocasiones dentro del ámbito de
Rafael de Asís, Mª del Carmen Barranco, Patricia Cuenca
Es posible distinguir dos tipos de racionalidad jurídica y dos tipos de razonabilidad
dentro de los planteamientos de Aarnio. En relación con la racionalidad, el mismo Aarnio
diferencía claramente entre lo que denomina como Racionalidad L y Racionalidad D 30.
La Racionalidad L se corresponde con lo que venimos denominando hasta aquí como
corrección interna. Por su parte, la Racionalidad D, se origina desde la consideración de la
justificación jurídica como una forma de razonamiento práctico 31, e implica entenderla como
un proceso discursivo con reglas. La Racionalidad D trataría de analizar las reglas que
provoquen resultados aceptables (presumiblemente), identificándose con uno de los sentidos
de la razonabilidad.
En este sentido, es posible hablar también de dos tipos de razonabilidad. El primero se
proyecta en las reglas de la justificación desde el punto de vista de su posible aceptación como
procedimiento para la adopción de decisiones aceptables, identificándose por tanto con la
Racionalidad D. El segundo de los tipos de razonabilidad sería el estricto, es decir, la
aceptabilidad racional 32.
La aceptabilidad racional tiene en cuenta la decisión desde el punto de vista de las
consecuencias. Supone por tanto un paso más. Mientras los otros tipos de racionalidad y
razonabilidad se referían a la racionalidad interna y a la idea de la aceptabilidad presumible de
las decisiones que se toman bajo ciertas reglas, la aceptabilidad racional se fija en la decisión
concreta y en sus consecuencias.
Parece que una solución correcta sería aquella que fuese racional y razonable. Ahora
la argumentación jurídica. Se dice que una decisión es racional cuando es lógica, razonable cuando atiende a
fines, coonsecuencias, justicia, etc... Vid. M. Atienza, "Sobre lo razonable en el Derecho", en Revista Española
de Derecho Constitucional,n. 27, 1989, pp. 94 y ss. Vid. tambiénla idea de lo razonable como equivalente a no
arbitrario en Luis Recasens Sichés, Experiencia jurídica, naturaleza de la cosa y Lógica `razonable', Fondo de
Cultura Económica, Mexico 1971, pp. 499 y ss. También del mismo autor, Nueva filosofía de la interpretación
en el Derecho, cit., pp. 310 y ss.
30
Vid. Lo racional como razonable, cit., p. 247.
31
Vid. A. Aarnio, "La tesis de la única respuesta correcta y el principio regulativo del razonamiento jurídico",
trad. de J. Aguiló Regla, en Doxa, n. 8, 1990, p. 31.
32
Esta distinción no aparece explícita en los planteamientos de Aarnio pero puede derivarse de sus
reflexiones. En cualquier caso, igual que la racionalidad D (discursiva) es ideal, la racionalidad o la
aceptabilidad racional también lo es, por lo que ambas sirven para medir la corrección de los discursos reales.
Vid. A. Aarnio, "La tesis de la única respuesa correcta y el principio regulativo del razonamiento jurídico", cit.,
p. 31.
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bien, no es necesario diferenciar drásticamente entre ambas notas (salvo que con la última se
quiera estar haciendo referencia a algo ajeno y enfrentado a lo jurídico). Y ello porque desde
un punto de vista racional, el análisis de la justicia, de las consecuencias, etc..., tiene cabida.
La dimensión de lo razonable debe ser una dimensión racional o si se prefiere interna 33.
Según Aarnio es posible elaborar dos teorías: la Teoría Procedimental del
Razonamiento Jurídico y la Teoría Substancial de la Aceptabilidad racional 34. Por la primera
se busca determinar las condiciones de racionalidad; por la segunda, las condiciones de
aceptabilidad, o mejor de razonabilidad.
Así, la Teoría Procedimental del Razonamiento Jurídico consiste en la elaboración de
una serie de reglas que deben presidir la argumentación jurídica para que esta sea racional y
aceptable. Es decir, se trata de sentar las condiciones para que los enunciados que siguen esos
criterios sean aceptables, aunque no asegura que la decisión concreta lo sea 35.
La Teoría Substancial de la Aceptabilidad racional, exige adentrarnos en conceptos y
teorías de índole claramente filosófica, desde las que poder llegar a la determinación de ciertos
criterios comunes de valoración 36. Sin adentrarnos en sentido estricto en esta teoría, podemos
33
Para el Tribunal Constitucional, "la razonabilidad no es un puro sinónimo de corrección hermeneutica, sino,
también, además de ello, exigencia de adecuación a los valores que la Constitución incorpora". Sentencia
261/89 de 16 de octubre, fj. 4º. Por lo tanto se trata de una dimensión interna. Por otro lado, en la Sentencia
159/89 de 6 de octubre, se habla en el fj. 2º, de razonamiento irrazonable, identificándolo con razonamiento
ilógico. En contra vid. M. Atienza, para quien, "una decisión jurídica es razonable en sentido estricto si, y sólo
si: 1) se toma en situaciones en que no se podría, o no sería aceptable, adoptar una decisión estrictamente
racional; 2) logra un equilibrio óptimo entre las distintas exigencias que se plantean en la decisión, y 3) obtiene
un máximo consenso". "Sobre lo razonable en el Derecho", cit., pp. 108 y 109. En ocasiones, el Tribunal
Supremo ha utilizado la idea de razonabilidad más en un sentido externo que interno. Vid. por ejemplo la
Sentencia de 25 de julio de 1993, fj. 4º, RA 6274.
34
Vid. A. Aarnio, Lo racional como razonable, cit., p. 249.
35
Aarnio diferencia en este punto entre principios y reglas básicas de la racionalidad y las reglas de la carga de
la prueba. Aarnio se refiere a las reglas de racionalidad D, pero como he venido señalando, si se analiza su
significado es fácil observar como está presente también la racionalidad L. En efecto, las reglas de la
racionalidad D comienzan con las denominadas reglas de consistencia, que según el mismo Aarnio son reglas
de la racionalidad L o de justificación interna. Vid. Lo racional como razonable, cit., p. 254. El significado de
todas ellas es similar a las reglas de otras teorías de la argumentación o del diálogo. Si tuvieramos que destacar
algún sentido general en ellas, nos veríamos obligados a volver a subrayar las ideas de coherencia y
universalización, siempre dentro de los criterios de validez jurídica.
36
La teoría de Aarnio sobre la aceptabilidad racional se mueve en torno a posiciones como las de Wittgenstein
y las "formas de vida", Habermas y el "mundo vital" y Perelman y el "auditorio". Por otro lado, parte de dos
presupuestos mínimos, a saber: que las partes tengan una base común en el conocimiento y que se sometan a
los mismos valores generales.
Rafael de Asís, Mª del Carmen Barranco, Patricia Cuenca
señalar algún punto de vista dentro de ella que suponga un paso adelante en relación con la
Teoría Procedimental o que, en cualquier caso, señale un criterio más a tener en cuenta.
En este sentido, es interesante tener presente como la decisión va dirigida a un receptor
y desde este punto de vista, se dirige a un auditorio o audiencia, por lo que este concepto
perelmaniano
37
adquiere indudable significado. Aarnio utiliza la diferenciación entre
audiencia concreta e ideal y audiencia universal y particular.
Puede hablarse así de 38:
a) Audiencia concreta universal. Compuesta por todos los individuos del mundo en un
momento determinado. Esta audiencia presenta dos problemas. El primero es que
normalmente los argumentos no van a merecer la atención de todos; el segundo es que
normalmente los argumentos no van a ser aceptados por todos. Desde este punto de vista esta
audiencia no sería relevante en lo referente a la aceptabilidad.
b) Audiencia concreta particular. Puede ser de dos tipos, individualizada e individualizable. La
primera es aquella en la que cada miembro tienen conciencia de la posición que se discute
(por. ej. los asistentes a una conferencia). La segunda es aquella en la que la condición anterior
no está satisfecha pero, en principio, la posición puede ser sometida a la atención de cada
miembro (por ej., grupo de quienes se han graduado en Derecho en España). Este tipo de
audiencia presenta el problema de las razones de la aceptación, en el sentido de que la misma
puede haber sido producida por factores no racionales (causales o psicológicos), por lo que
tampoco es relevante en lo referente a la aceptabilidad.
c) Audiencia ideal universal. Es la formada por todos los individuos racionales. En ella no hay
persuasión ni manipulación y puede lograrse un acuerdo total sobre lo correcto. Sin embargo,
este tipo de audiencia además de acercarnos al cognoscitivismo ético (no aceptado por
Aarnio), presentaría un ámbito de proyección en el que difícilmente podría mantenerse y en su
caso, excedería enormemente del plano jurídico.
d) Audiencia ideal particular. Es la definida a través de dos caracteres: sus miembros se
autoobligan a seguir las reglas del discurso racional y están dentro de lo que Wittgenstein
denominaba "forma de vida". Pues bien, esta parece ser la audiencia relevante para Aarnio y
37
Vid. Ch. Perelman y L. Olbrechts-Tyteca, Tratado de la argumentación. La nueva retórica, cit., pp. 52 y ss.
38
Vid. A. Aarnio, Lo racional como razonable, cit., pp. 281 y ss.
Lógica y Argumentación Jurídica
para la aceptabilidad.
La sociedad puede contemplarse como un enorme tejido de opiniones en el que las
personas constituyen audiencias determinadas. Pues bien, la comunidad jurídica se acerca al
concepto de auditorio ideal y particular. Sobre todo si la analizamos y caracterizamos con las
notas que han sido señaladas en este trabajo.
En efecto, parece que la comunidad jurídica se rige por unas reglas, algunas de las
cuales son de índole jurídica y otras exigencias de la racionalidad, en forma mínima de
coherencia, que debe caracterizar al Derecho. E incluso, sin entrar en lo problemático del
concepto "forma de vida", puede pensarse que los operadores jurídicos están dentro de una
forma de vida en el sentido de que participan de un marco mínimo de valores que está descrito
en el Derecho (al menos desde el punto de vista interno).
De la contemplación de la comunidad jurídica como un auditorio ideal particular,
extrae Aarnio el siguiente principio regulativo: "la dogmática jurídica debe intentar lograr
aquellas interpretaciones jurídicas que pudieran contar con el apoyo de la mayoría en una
comunidad jurídica que razona racionalmente" 39.
En este sentido, el criterio que se añade a la Teoría Procedimental es la maximización
de la aceptabilidad. No bastaría así, desde el punto de vista de la correccion externa con las
notas de la exigencia de coherencia y del auto-precedente, sino que sería necesario también
decidir teniendo en cuenta la presumible aceptación de la decisión por los destinatarios
ideales. Es decir: decisión no arbitraria y apropiada o aceptable para la comunidad 40.
Esta reflexión podría añadirse a nuestro modelo de decisión judicial, con lo que pasaría
a ser no ya un modelo descriptivo sino prescriptivo. La dimensión de la aceptabilidad y la de
la universalización (coherencia a futuro o auto-precedente), tendría un relevante papel tanto en
la decisión fáctica como en la normativa.
39
40
A. Aarnio, Lo racional como razonable, cit., p. 286.
Vid. A. Aarnio, "La tesis de la única respuesta correcta y el principio regulativo del razonamiento jurídico",
cit., p. 26.
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