TEMA 19- ARQUITECTURA Y URBANISMO DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX. ECLECTICISMO, ARQUITECTURA DEL HIERRO Y ESCUELA DE CHICAGO, MODERNISMO (GAUDÍ). La segunda mitad del siglo XIX se conoce como la Era del Gran Capitalismo o del Capitalismo Financiero. Se trata del período en el que las sociedades industriales europeas y de Norteamérica desarrollaron enormes y continuos avances económicos y sociales, al tiempo que el comercio internacional y los transportes se extendían por océanos y continentes y los europeos colonizaban el mundo. El Positivismo era la corriente filosófica dominante en esta situación. Los positivistas confiaban en el avance ininterrumpido de la ciencia y en sus efectos positivos en el género humano. Una de las expresiones más genuinas de esta era industrial fueron las Exposiciones Universales organizadas por las potencias industriales como escaparates de los beneficios del progreso ante el mundo (Exposición Universal de Londres de 1851, de París en 1889, etc.). Otra expresión de los avances industriales fue la “Arquitectura del Hierro”. El nuevo material proporcionado masivamente por la siderurgia revolucionó las técnicas constructivas y se convirtió en el emblema de la nueva Era Industrial . La arquitectura europea experimentó a mediados del siglo XIX un conflicto entre dos tendencias contrapuestas. Por un lado, buena parte de los arquitectos mantuvieron una posición historicista, es decir, recreaban en sus obras los principales estilos artísticos de períodos anteriores de la sin realizar innovaciones técnicas ni formales. Así surgieron el Neogótico, el Eclecticismo, etc. Por otro lado, estaban los defensores de aplicar los avances de la Revolución Industrial a las nuevas construcciones, especialmente la utilización masiva del hierro y el vidrio, los nuevos materiales proporcionados por la Era Industrial Además eran partidarios de crear formas artísticas novedosas para adaptarlas a las nuevas funciones que demandaba la sociedad industrial. Esta tendencia fue defendida durante la primera mitad del siglo XIX sólo por los ingenieros, pero a mediados de siglo, muchos arquitectos habían aceptado la nueva arquitectura del hierro para efectuar sus nuevas realizaciones. Una de las cuestiones fundamentales que se planteó a los arquitectos de la Segunda Mitad del siglo XIX fue la de la relación entre forma y función. La nueva sociedad industrial requería construcciones con funciones completamente nuevas e inéditas hasta entonces (fábricas, estaciones de ferrocarril, grandes infraestructuras como puentes, viaductos, etc). La solución de los historicistas a este problema hubiera sido recurrir a las formas del pasado, sin embargo, ¿podría construirse una estación de fewrrocarril en Estilo Neogótico?, ¿Habría que inventar nuevas formas para las funciones cada vez más complejas que la sociedad demandaba de la arquitectura?. En resumen, ¿qué relación debía existir entre forma y función?. Otra cuestión que afectaba a la arquitectura era el coste de producción. Durante toda la Historia del Arte, la cuestión de los costes de construcción había sido algo secundario (piénsese en las pirámides o en las catedrales góticas construidas durante generaciones a un coste incalculable). Ahora, en la Era del Capitalismo, el coste de construcción de los edificios se convertía en un factor básico de planificación, de ahí que los arquitectos e ingenieros buscaran la racionalidad constructiva tanto en los materiales como en las técnicas constructivas. Otra de las grandes cuestiones de la arquitectura de la segunda mitad del siglo XIX fue el urbanismo. Las ciudades europeas y norteamericanas crecieron a una velocidad inusitada debido al éxodo rural, y los urbanistas tuvieron que encontrar soluciones para que dicho crecimiento urbano no fuera caótico. El siglo XIX termina en Europa con el Modernismo, un estilo tan brillante y creativo como efímero (su período álgido se sitúa entre 1890-1900). El Modernismo tiene una vertiente esteticista y ornamental que encierto modo contradice el concepto de racionalidad constructiva. En EEUU, en cambio, surgirá el Protorracionalismo de la Escuela de Chicago, el principal precedente de la arquitectura racionalista del siglo XX. EL HISTORICISMO Y EL ECLECTICISMO. El Historicismo era la consecuencia lógica de la Arquitectura Neoclásica y Neogótica de la primera mitad del siglo XIX. Los arquitectos de mediados del siglo XIX continuaban imitando estos estilos, pero además a éstos se unió el gusto por la imitación de la arquitectura musulmana, china y bizantina. Más aún, en algunos casos, varios estilos se mezclaron en un mismo edificio. Es lo que se denominó el Eclecticismo. Los estilos historicistas y eclecticistas eran conservadores desde el punto de vista de los materiales y las técnicas. Es decir, que no aprovechaban la mayor parte de los avances de la era industrial en sus sistemas constructivos. Por otro lado, el Historicismo y Eclecticismo confundían forma y función, al recurrir caprichosamente a formas que estéticamente les parecían bellas aunque no fueran racionales ni baratas desde el punto de vista constructivo. Londres mostraba a mediados del siglo XIX una convivencia de los principales estilos historicistas. Por un lado, el Neoclasicismo tiene su principal ejemplo en el British Museum. Por su parte, el Neogótico se convirtió en el estilo de moda durante la Era Victoriana. El principal ejemplo es el Edificio del Parlamento en Westminster (184065). Es interesante observar que la sede del Parlamento, un edificio con funcionalidad política se inspira en un edificio religioso muy cercano: la Abadía de Westminster. Se trata, por tanto de un ejemplo de confusión entre forma y función y es una expresión de la veneración que sentían los británicos por el Gótico, un estilo que se había perpetuado en ese país desde la Edad Media (Estilo Tudor). París fue otro de los focos del Historicismo. Esto se debió a la radical transformación de la ciudad realizada durante el Segundo Imperio de Napoleón III (1848-1870). El artífice de dicha transformación urbanística fue el Barón Haussmann. En esta caso, la inspiración fundamental del Historicismo Parisino fue el Barroco del Gran Siglo Francés. En esta línea tenemos que situar el Nuevo Louvre (1852), o el Teatro de la Opera de París de Charles Garnier (1861-74). Este último edificio utiliza una tipología de Palacio Barroco Francés con sus características columnas pareadas. Esto y su inmensa cúpula (que cubre el patio de butacas del teatro), se convertirá en modelo de muchos edificios civiles posteriores. LA ARQUITECTURA DEL HIERRO Y LAS EXPOSICIONES UNIVERSALES. La Revolución Industrial había puesto en manos de los arquitectos nuevos materiales que a la larga revolucionarían los sistemas de construcción: el hierro y el vidrio especialmente. Estos materiales eran ahora muy abundantes y, por consiguiente, relativamente baratos. Los pioneros del uso sistemático del hierro en sus construcciones fueron los ingenieros británicos ya a principios del siglo XIX. El hierro les permitía llevar a cabo arcos amplísimos de luz muy ancha. Además acortaba el período de construcción abaratando los costes. Por otro lado, los ingenieros solían exponer el hierro a la vista, sin recubrimientos exteriores. En un principio, los arquitectos historicistas consideraban esto algo antiestético y reservaban este modo de construir a obras puramente “funcionales”. Sin embargo, a medida que fue avanzando el siglo XIX, algunos arquitectos tomaron en consideración estas ventajas del hierro e incluso sus posibilidades estéticas completamente nuevas si era utilizado a cara vista. Precisamente, las Exposiciones Universales fueron el marco adecuado para que la arquitectura del hierro se valorara como el nuevo símbolo de la Revolución Industrial. Estas Exposiciones Universales eran un auténtico escaparate de los logros del progreso científico y técnico en las sociedades industriales. La primera Exposición Universal fue la de Londres de 1851. En ella destaca el Cristal Palace de Paxton, un enorme pabellón de hierro y cristal (más de 600 m. de largo). Además se construyó en un tiempo record gracias a que Paxton utilizó un sistema de piezas prefabricadas. No obstante, hay que decir que la forma elegida para el edificio recordaba las alargadas catedrales inglesas de planta basilical con varios cruceros. Esto significa que en un principio el gusto estético de los arquitectos del hierro no se encontraba tan alejado de los criterios historicistas. Algo similar ocurre, por ejemplo en la Sala de Lectura de la Biblioteca Nacional de París de Henri Labrouste (1862). En ésta se construyó una enorme "hallenkirche" en la que todo el sistema sustentante y sustentado está realizado en hierro. Las bóvedas son falsas pues el hierro no las hace necesarias. La Exposición Universal de París de 1889 demostró hasta qué punto había revolucionado la arquitectura el uso del hierro. El protagonista de esta exposición fue la Galería de Máquinas que cubría un gigantesco espacio de 48.000 m. cuadrados sin soportes intermedios. Otro record, esta vez de altura, lo representaban los más de 300 m. de la Torre Eiffel. En estas obras Eiffel utilizó las vigas de hierro a cara vista sin recubrimiento de ninguna clase, además creaba formas arquitectónicas completamente originales que ya no recordaban a los estilos arquitectónicos del pasado. EL URBANISMO DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX. El urbanismo de la segunda mitad del siglo XIX se desarrolló, especialmente en las grandes ciudades industriales. La razón fue el creciente éxodo rural. El crecimiento urbano era tan rápido que amenazaba con convertir a las ciudades en algo caótico y desordenado. La solución que se adoptó fue la construcción de amplios "ensanches" de calles amplias y rectas con una preferencia por los planos ortogonales o en cuadrícula a veces combinados con planos radiocéntricos. Nuevamente, el modelo del nuevo urbanismo fue París. El Barón Haussman se encargó de la reconstrucción de la ciudad tras la Revolución de 1848. Haussman destruyó los tortuosos barrios obreros del París antiguo, creando en su lugar una elegante red de grandes avenidas rectas y anchas. Esta estructura urbana no sólo buscaba ser práctica sino que manifestaba los ideales de las clases dirigentes del Segundo Imperio Francés. Así una parte de la planificación urbana está centrada en torno al Arco de la Estrella que conmemora las victorias de Napoleón I En España hay que destacar el Ensanche de Barcelona planificado por Ildefonso Cerdá y formado por una monótona estructura de calles en cuadrícula. Cerdá se plantea cuestiones muy importantes en la urbanística moderna. Por un lado, al realizar la Diagonal responde a la necesidad de un tráfico rodado rápido que pueda llegar a cualquier punto del ensanche. Por otro lado, crea unas manzanas de planta cuadrada achaflanadas que en el diseño original incluirían amplios jardines en su interior. Con ello daba importancia a la calidad de vida en el interior de la ciudad industrial (la especulación posterior eliminó estas zonas verdes). EL PROTORRACIONALISMO AMERICANO Y LA ESCUELA DE CHICAGO La arquitectura moderna surgió a finales del XIX en el Nordeste de los Estados Unidos. Un cúmulo de circunstancias lo hizo posible: una economía industrial en expansión, ciudades en extraordinario crecimiento, invención de sistemas constructivos rápidos y económicos. Además en la arquitectura norteamericana el peso de la tradición de los estilos artísticos era escaso pues se trataba de un país nuevo. Por otro lado, la forma de ser norteamericana, siempre pragmática, valoraba en la arquitectura la racionalidad, funcionalidad y el bajo coste sobre otras cuestiones estéticas. A ello se unieron, desde 1870, la madurez de los avances tecnológicos de la sociedad industrial y la especulación del suelo que empezaba a aquejar a unos núcleos urbanos con incipiente superpoblación. El resultado fue el rascacielos, el edificio emblemático de los modernos EEUU y de la denominada Escuela de Chicago. Un área importante de Chicago fue destruida por dos grandes incendios en 1871 y 1874. Entre los arquitectos que se encargaron de su reconstrucción destacaron William Le Baron (1832-1907), Henry Richardson (1838-1886) y Louis Sullivan (1856-1924). La gran aportación de Le Baron fue la utilización de las estructuras en esqueleto a partir de vigas de hierro en I, iniciando así el método característico de construcción del siglo XX. Con ello, pretendía crear una nueva estructura metálica resistente al fuego, pero lo más importante es que el nuevo sistema suponía que los muros dejaban de tener una función sustentante y se convertían en muros-cortina que simplemente cerraban el edificio. Este proceso de edificación, posteriormente perfeccionado con la combinación de acero y hormigón, unido a la aplicación del ascensor de seguridad, hizo posible multiplicar la construcción en altura. Los pisos superiores pasaron a ser los más valorados y se resolvió en parte el problema del elevado valor del terreno: había nacido el rascacielos. Richardson y Louis Sullivan (1856-1924) continuaron la labor de Le Baron en la definición del rascacielos. Sullivan definió en 1896 el modelo clásico del rascacielos: estructura triple de raíz clásica (base, fuste y capitel), con fachadas reticulares cada vez más abiertas mediante ventanales recortados sobre el muro. El nivel inferior, de finalidad comercial, destacaba por su diafanidad, el "fuste" está formado por pisos idénticos. El edificio debía ser, ante todo, práctico y, por tanto, responder a las necesidades para las que fue concebido. Sullivan resumió este sentido utilitario, en la frase que afirma que, en arquitectura, "la forma sigue a la función", es decir, que forma y función no se deben confundir. Lo decorativo no forma parte de la construcción y es algo accesorio y añadido al edificio. Entre las obras de Sullivan destacamos el Auditorium de Chicago o el edificio Guaranty de Buffalo, construido entre 1894 y 1896. EL MODERNISMO El Modernismo, también conocido como Art Nouveau es el movimiento arquitectónico más importante del siglo XIX. Tiene su período de auge entre 1890 y 1910 y es especialmente importante en Bélgica, Francia, Norte de Italia, Inglaterra y Cataluña. El Modernismo es un arte promovido por la burguesía industrial, la nueva clase dirigente de fines del siglo XIX. Para ciertos sectores de esta clase social, progresista y sofisticada, la arquitectura del hierro y otras construcciones protorracionalistas son consideradas excesivamente vulgares y por eso buscan una arquitectura alternativa. El Modernismo es, por tanto, un movimiento preocupado por la belleza estética. Sin embargo, no es Historicista, pues no pretende imitar las formas artísticas de lenguajes anteriores. Así estéticamente, el Modernismo pretende ser original, y las formas modernistas están dominadas por la curva y la línea sinuosa. Una de las fuentes de inspiración más importantes del Modernismo es la propia naturaleza. Los edificios modernistas parecen "orgánicos" formas vivas que recuerdan plantas o animales. Algunos autores resaltan también el aspecto surrealista u onírico de las formas modernistas. Aunque renuncia al Historicismo ocasionalmente el Modernismo recuerda a formas propias de estilos anteriores, aunque siempre de una manera muy imaginativa. Así le ocurre, por ejemplo a los edificios de Gaudí. La técnica constructiva del Modernismo es moderna. Los edificios modernistas utilizan técnicas y materiales novedosos como el hormigón armado, etc. Sin embargo, al contrario que la arquitectura del hierro, el modernismo recubre completamente la estructura sustentante y la oculta al exterior. En el Modernismo es muy importante la decoración, colorista, curvilínea e incluso con cierta tendencia al horror vacui. Los materiales utilizados en la decoración son los vidrios de colores, los apliques de bronce y de hierro y los azulejos de colores. La funcionalidad de los edificios modernistas es muy diversa, pero hay que destacar las viviendas urbanas particulares de la burguesía enriquecida, también encontramos teatros, parques, estaciones de metro, iglesias, etc. En general, hay una gran variedad de edificios. A principios del siglo XX el Modernismo europeo retrocedió ante el Protorracionalismo y Racionalismo Arquitectónico, movimientos que quieren asociar estrechamente la forma y la función del edificio y quieren limitar la decoración a la mínima expresión. Ejemplos Víctor Horta es uno de los principales arquitectos modernistas de Bélgica. Héctor Guimard trabajó en las estaciones del Metro de París. En éstas utilizó una corolista mezcla de bronce y vidrio de formas sinuosas y orgánicas. Uno de los mayores genios del Modernismo es Antonio Gaudí. Algunos de los edificios de Gaudí tienen cierto aire "historicista", así ocurre con la Sagrada Familia de Barcelona, obra inacabada que recuerda una Catedral Gótica de enorme tamaño. Sin embargo, al profundizar en los detalles, los elementos góticos desaparecen, y el edificio parece inspirarse en una gigantesca caverna pétrea. Por tanto, Gaudí combina detalles inspirados en la historia y en la naturaleza mezclados de una manera surrealista y caprichosa. Estos mismos elementos historicistas aparecen en las columnas dóricas del Parque Güell. Sin embargo, otras obras de Gaudí como la Casa Milá o la Casa Batlló se han realizado con formas vagamente inspiradas en la naturaleza pero tratadas con tintes surrealistas: chimeneas que parecen cabezas humanas, balcones y ventanas que parecen ojos, el tejado de la casa Batlló semeja un dragón dormido, etc. VOCABULARIO (4) Pastiche Plano Ortogonal o en cuadrícula Plano radiocéntrico Ensanche (urbanístico)