1 ¿Por qué y para qué Internet? Rosalie Sitman Universidad de Tel Aviv El tiempo vuela de verdad, aunque no lo crean. Me parece mentira que ya hayan pasado siete años desde aquel lluvioso día en Santander cuando me paré, temblando de miedo y de frío, para hablar por primera vez acerca de ese gran desconocido: Espan-L. Los pocos valientes que habían desafiado la furia de los elementos para venir a escucharme no parecían muy convencidos que digamos. Un año después, en León, no me fue mucho mejor con el tema de la supercarretera informática; había más público en la sala y por lo tanto más caras incrédulas. Recién en el congreso de ASELE en Almagro conseguí que la gente sonriera un poquito mientras yo les contaba del español e Internet. Lo demás es historia. Y hoy, unos pocos años más tarde, ya están todos hablando de Internet y yo feliz de poder seguir hablando del tema que tanto me apasiona: la enseñanza. Porque de eso se trata; de eso vengo hablando todos estos años: la enseñanza del español asistida por Internet y no Internet asistida por el español. Por eso estoy tan agradecida de estar aquí hoy y poder compartir con Uds. algunas reflexiones sobre el mismo tema que me vienen preocupando de un tiempo a esta parte. El panorama efectivamente ha cambiado muchísimo en los últimos siete años, aunque no es éste el momento de entrar en detalles; basta con leer el programa del congreso para comprobar que Internet es ya un lugar común y que los avances tecnológicos han modificado para siempre el cariz de la tarea educativa, sobre todo en lo referente a la educación a distancia. A veces tengo la impresión de que todo a mi alrededor se ha convertido en un enorme entorno virtual: sabemos de aulas virtuales, 2 cursos virtuales, tareas virtuales... Pero, ¿qué sucede con los estudiantes y los profesores? ¿Podemos realmente hablar de estudiantes y profesores virtuales? Lo que me preocupa es que toda esta superabundancia virtual (cuyo valor no dejo de reconocer), por el mero hecho de estar ahí al alcance del 'ratón', nos está conduciendo –paradójicamente-- a abusar de ella, llevándonos muchas veces a utilizar Internet en el aula por motivos equivocados: para no quedar atrás, simplemente porque está ahí, porque está de moda, porque no queremos ser diferentes, porque no tenemos tiempo, para no quedar mal, cuando en realidad un material en otro soporte –un libro, un cederrón, un vídeo, una grabación—quizás habría venido mejor al caso. Y creo que éste es un aspecto del momento actual sobre el que deberíamos reflexionar. ¿Por qué y para qué Internet? Ésta es la pregunta clave, y por supuesto atañe directamente a nuestra filosofía de la enseñanza y aprendizaje, algo que jamás debemos perder de vista. Otro aspecto contraproducente de la multi-oferta y multi-demanda de cursos y materiales virtuales que estamos viviendo en la actualidad es la falsa sensación de urgencia que nos lleva a pensar que por fuerza todos los profesores deberíamos estar produciendo más y más de lo mismo. Para quienes carezcan de experiencia, ganas o interés por ocuparse de ello, esta presión percibida puede convertirse en una verdadera fuente de tensión y angustia. La naturaleza de estos materiales también da mucho que pensar. Por empezar, la preparación de este tipo de paquetes prefabricados supone una inversión mucho mayor de tiempo y esfuerzo que la preparación habitual de materiales de estudio. Más problemático, en mi opinión, es el hecho de que al pretender anticipar cualquier eventualidad y prever todas las posibilidades –cosa que es imposible de entrada--, estos materiales excluyen a priori la espontaneidad de la 3 comunicación y por consiguiente destruyen un elemento fundamental del aprendizaje de una lengua. Esto nos devuelve, otra vez, al tema de la filosofía de la enseñanza. Del mismo modo que cada estudiante aprende a su ritmo y manera, cada profesor pone énfasis diferentes y adapta para sí lo que considera necesario de distintos métodos, de forma que un curso virtual, por más que lo intente, jamás conseguirá anticipar o reproducir estas variedades y combinaciones metodológicas individuales. También está la cuestión de la adaptibilidad. Evidentemente, las lecciones cibernéticas están hechas a la medida de sus autores y no siempre se ajustan ni a las necesidades de los estudiantes ni de los profesores que las utilizan. Como la mayoría de los usuarios carece por ahora de los conocimientos informáticos suficientes para efectuar los cambios necesarios a una lección virtual, éstas acaban presentándose tal cual y por consiguiente no siempre son efectivas. ¿Qué estoy tratando de decir con todo esto? Simplemente que nos cuidemos y no nos dejemos arrastrar ciegamente por el maremoto virtual. Si bien soy la primera en reconocer las ventajas del hipermedio, no debemos, ni podemos dejar que la atracción de lo novedoso nos haga perder de vista lo realmente importante en el proceso de enseñanza/aprendizaje, tanto más en el de una lengua, y ése es el factor humano --la persona, el individuo, los seres detrás de las pantallas. Por eso me parece instructivo el siguiente modelo de tres puntos para contestar a la pregunta de por qué y para qué Internet en el aula de E/LE: Internet como profesor; Internet como recurso; Internet como infraestructura para la comunicación. 'Internet como profesor' es el punto que me provoca más rechazo, porque sinceramente creo que Internet no podrá jamás suplir los hilos invisibles del entretejido de la comunicación humana. Pero reconozco que si ésa es la única manera 4 de que un pobre interfecto aislado en Alaska aprenda español, entonces por supuesto que justifico que se use para el autoaprendizaje en dichas circunstancias. Repito, no me preocupa tanto el uso como el abuso o mal uso de Internet. Lo que sí me inquieta es la tendencia actual a utilizar Internet como un entorno virtual todopoderoso que enseñe, corrija, ponga notas, calcule promedios, etc. Tomemos el caso de la corrección y la retroalimentación, por ejemplo. Ambas dejan mucho que desear y se limitan mayormente a reproducir lacónicas respuestas preestablecidas y poco imaginativas. (Aunque sí hay que reconocer que se han ido registrando grandes avances en la ingeniería lingüística que facilitan la corrección automática a través del análisis automático del texto escrito y de la voz.) Un profesor, por el contrario, puede dar información más detallada, sugerir cambios, recomendar soluciones, cuidarse de no herir los sentimientos del alumno... Lo mismo sucede con la mayoría de los ejercicios disponibles en la red hoy en día, por bien que esté diseñada la página o lo atractiva que sea: siguen siendo básicamente mecánicos, de respuesta cerrada y corte estructuralista, con poco o ningún lugar para la improvisación o la creatividad. Entonces, ¿para qué utilizar Internet en estos casos? ¿Qué puede contribuir al proceso de enseñanza/aprendizaje que no pueda hacer un libro, un cederrón o un programa informático? El por qué y para qué de 'Internet como recurso' está ampliamente justificado. Sin duda, constituye una herramienta de gran utilidad para la enseñanza/aprendizaje de lenguas, pues ha abierto nuevos mundos de información audiovisual, gráfica y textual, con una mínima inversión de esfuerzo por parte del profesor. De pronto podemos ofrecer a nuestros estudiantes acceso a todo tipo de información actualizada sobre cualquier tema que pueda ser de interés para ellos en la lengua meta. Esto tiene 5 una importancia fundamental para la enseñanza de E/LE en países alejados del mundo hispanohablante, tanto como una rica fuente de material lingüístico, cultural y didáctico relevante, así como un factor motivador de indiscutible valor. En mi caso particular, por ejemplo, los estudiantes israelíes siguen con gran interés las informaciones y reportajes sobre su país en la prensa española en línea y preparan con mucho entusiasmo cada detalle de su próximo viaje a España o América Latina. De esta manera, el aprendizaje del español se lleva a cabo de una manera amena, práctica y relevante para ellos. Asimismo, el mero hecho de tener la posibilidad de acceder en un mínimo de tiempo a los diarios de los distintos países de habla hispana y poder aprender a conocer y comparar las características de las respectivas variedades dialectales (y culturales) es de un valor incalculable en la E/LE tanto en España como fuera de ella. Se trata, además, de un recurso que no nos limita a su explotación en el aula, sino de un entorno de aprendizaje cuya posible utilización sin límites de tiempo y espacio facilita la continuación y la extensión de la enseñanza/aprendizaje fuera de los confines físicos del aula, e incluso su integración como un elemento más de la rutina diaria y no como un elemento forzado o artificial reducido a 'la clase de español'. Esto, por supuesto, es sumamente importante en los países 'extranjeros', con pocas o nulas posibilidades de contacto extracurricular con hispanohablantes. Con un poco de imaginación y preparación previa, el profesor puede sacar mucha de ventaja de esta 'multiteca' de recursos complementarios (diccionarios, enciclopedias, vídeos, radio, televisión en línea) para realizar trabajo preliminar a las actividades que luego se desarrollarán con mayor eficacia en el aula. De esta manera, no sólo cambia radicalmente la percepción y la naturaleza misma del concepto de deberes, sino que 6 también se ahorra tiempo y pueden aprovecharse al máximo los momentos compartidos en el aula. En cuanto a la utilización de Internet como recurso dentro del aula, la preparación previa por parte del profesor es fundamental por diversos motivos: para resolver algunos de los infaltables gajes técnicos que surjan, para facilitar la labor del estudiante y evitar que éste simplemente se pierda por el ciperespacio y no saque ningún provecho de su interacción con el recurso, para ayudarle a manejar algunas de las herramientas más sofisticadas como traductores automáticos, motores de búsqueda, bases de datos, procesadores de voz y de texto, cuyas aplicaciones prácticas diversifican el proceso de enseñanza/aprendizaje y lo hacen mucho más interesante para todos. De manera que no es cuestión simplemente de usar Internet en el aula como sustituto del profesor o para pasar el tiempo; su utilización debe tener sentido, propósito e incorporarse a las demás actividades desarrolladas durante la clase. En cierto modo, entonces, el buen uso de 'Internet como recurso' de hecho supone más trabajo para el profesor, obligándole a replantear su labor a la luz de las nuevas responsabilidades que se van sumando a su conocimiento de la lengua, pero no cabe duda de que los frutos recompensan el esfuerzo invertido. Por fin llegamos al momento que esperaba. A diferencia de 'Internet como recurso', que constituye un aporte maravilloso pero básicamente neutral para la enseñanza/aprendizaje de una lengua extranjera, 'Internet como infraestructura para la comunicación' es simplemente idóneo para el estudio, en nuestro caso particular, del E/LE, precisamente porque prioriza el factor humano de que hablábamos antes y hace posible la comunicación espontánea y auténtica entre los estudiantes/profesores y otros practicantes, expertos o hablantes --nativos y no nativos por igual-- de la lengua 7 meta en situaciones comunicativas reales. Es, sin duda, la característica más distintiva de Internet y la que más justifica su utilización en la enseñanza y el estudio del E/LE, tanto más en un país alejado del mundo hispanohablante. A fin de cuentas, qué es enseñanza si no comunicación, interacción, inspiración, improvisación, producción... Las posibilidades que ofrece Internet de establecer comunicación sincrónica y asincrónica a través del correo electrónico, los foros de discusión, listas de distribución, Moos, pen-pals, chats escritos y de voz, videoconferencias, son ya ampliamente conocidas. También se ha escrito y dicho bastante, incluso en este mismo congreso, sobre la utilidad de esta interacción escrita y oral sin fronteras, y sus implicaciones tanto para la enseñanza/aprendizaje a distancia como presencial de una lengua extranjera en general y del E/LE en particular. Por esta razón quisiera terminar plantando las semillas de una posible dirección hacia el futuro que reúne los principales pensamientos, necesariamente inconclusos, que he intentado compartir con Uds. en esta intervención --la priorización del factor humano, mi filosofía de la enseñanza, Internet y las aplicaciones de las nuevas tecnologías al estudio del E/LE-- con la mirada puesta esta vez sobre un campo que considero fundamental y que merece mucho más atención de la que se le suele prestar: la formación de profesores. La palabra clave es telecolaboración. Y quisiera enfatizar cada uno de sus componentes: 'tele' (a distancia), 'co' (juntos), 'labor' (trabajo), 'ción' (acción, condición). Consideraciones de tiempo me impiden entrar en detalles, pero básicamente lo que tengo en mente es la explotación (en el buen sentido de la palabra) del gran potencial educativo que se puede extraer de la elaboración y realización de proyectos conjuntos entre profesores y (sus) estudiantes de E/LE en distintos países y profesores y (sus) estudiantes de enseñanza de E/LE, mediante la 8 utilización de la infraestructura comunicativa de Internet. Todos se benefician de este tipo de colaboración. Los estudiantes de E/LE tienen ocasión de practicar la lengua que están aprendiendo, mientras que los futuros profesores de E/LE aprenden a conocer en la práctica –antes de verse obligados a lidiar con ellas en el aula-- cuáles son en realidad las cuestiones del español/lengua extranjera que estudian en forma teórica en los cursos de formación o de filología. No menos importante, todos tienen la oportunidad de conocerse y de esta manera pueden tomar conciencia y sobreponerse de antemano a determinados prejuicios o nociones preconcebidas que pudieran haber albergado y que podrían haber afectado su desempeño en el aula. Comunicación, interacción, comprensión, tolerancia, conocimiento lingüístico y sociocultural, enseñanza, aprendizaje, colaboración... mejores profesores y mejores estudiantes. Cuando "me metí" en Internet y empecé Espan-L hace tantos años, me guiaba la necesidad vital y profesional de romper el aislamiento geográfico y comunicarme con colegas y otros profesionales de la lengua española. No todo ha cambiado en los útlimos siete años. Con algunas variaciones, las recompensas continúan superando con creces las expectativas.