Todos somos La Yuca Juan Carlos Pinedo Ibáñez Equipo pastoral de Llodio (Álava) Exmisionero en Los Ríos (Ecuador) El Grupo Misionero Vasco en Ecuador El Grupo Misionero Vasco lleva más de 50 años en Ecuador, con el nombre de la provincia de Los Ríos dando identidad a su proyecto misionero. Durante ese largo tiempo, la opción preferencial por los pobres, la creación de Comunidades eclesiales de base y el trabajo en equipo han sido tres de sus rasgos diferenciales en el camino de construcción del Reino. La Asamblea de obispos latinoamericanos en Medellín (Colombia) 1968 ha marcado nuestra marcha pastoral de estos últimos 40 años, enrumbándonos de forma clara hacia la solidaridad con los pobres. Desde su llegada al Ecuador, el GMV (Grupo Misionero Vasco) buscó estar en los lugares pobres, donde nadie quería estar, remontarse por los campos y los ríos. Medellín supuso dar forma a esa intuición y unirla a la gran corriente de la Iglesia latinoamericana iluminada por la teología de la liberación. Much@s de nosotr@s hemos dicho que fuimos al Sur para evangelizar, para enseñar y hemos sido evangelizados, nos sentimos deudores de una forma de vivir el evangelio que desafía a nuestro mundo poderoso. Hoy decimos que nuestra relación con el Sur es dar y recibir, recibimos más de los que damos. Palenque en Los Ríos La situación de la Iglesia vasca es muy peculiar, esperanzada en el proceso de paz, preocupada por la poca implicación de l@s jóvenes, con poca conexión con otros colectivos sociales. Pero sí hay un tema alrededor de cual hay solidaridad y cercanía: el trabajo de l@s misioner@s en pueblos del Sur, defendiendo siempre las posiciones de los más pobres y la justicia en medio de la corrupción. En esos temas, la iglesia misionera encuentra solidaridad y apoyo, como se está haciendo patente estos días en el caso de La Yuca-Palenque-Ecuador. Un sacerdote alavés, de Artziniega (Benjamín Respaldiza) y un joven seglar vizcaíno de Orduña (Aitor Arbaiza) forman el equipo pastoral de Palenque, un remoto cantón de la provincia de Los Ríos, que forma parte del Ecuador profundo. De los 381 kilómetros de vías que tiene este cantón, solamente 15 están asfaltados. Y la pobreza extrema alcanza al 66,5% de sus 20.000 pobladores. Grandes haciendas cacaoteras formaban el paisaje hace 100 años, cuando al cacao se le llamaba la Pepa de Oro. L@s hij@s de los hacendados estudiaban en París, mientras los trabajadores morían exhaustos. Al llegar las epidemias del cacao, esas haciendas quedaron olvidadas, sin cultivo durante años. En los años 70, la Reforma Agraria posibilitó que campesinos sin tierra es instalaran en estas tierras abandonadas. Uno de esos remotos poblados tomó el nombre de La Yuca: allí llevan 120 familias asentadas durante años, poseyendo el título de propiedad de las tierras otorgado por el IERAC (Instituto Ecuatoriano de Reforma Agraria y Colonización). Allí tienen sus escuelas, allí se reúnen como comunidad cristiana, nunca han visto a los terratenientes que viven en Guayaquil. Contrarreforma agraria Una nueva ley del año 2000 ha posibilitado que los antiguos propietarios hagan renacer de las cenizas las escrituras de propiedad. El nuevo organismo llamado INDA (que para más contradicción tiene como lema: La tierra para el que la trabaja) ha legalizado a favor de los herederos Pimentel una extensión de 4.600 hectáreas de tierra que hoy ocupan 10 recintos diferentes. La Yuca solamente es el ensayo para lo que vendrá después. Basados en esa resolución del INDA, un contingente de policías ha entrado el 14 de junio en ese pueblo y lo ha desolado, con la destrucción de numerosas casas y bienes de l@s moradores. Toda esta gente, organizada en comunidades cristianas, ha recurrido enseguida a la parroquia y a la Comisión Diocesana de Derechos Humanos de Los Ríos, que han salido en su defensa. Los organismos de orden público de dicho provincia han amenazado a los agentes de pastoral con la deportación si es que se mueven. Una Iglesia cercana al que sufre La situación que viven hoy Benjamín y Aitor es similar a la que sufren tant@s misioner@s en el mundo entero, que trabajan por el Reino desde la justicia, al lado de los más pobres. Y nuestra iglesia puede sacar pecho, porque este tipo de personas atraen el aplauso y la solidaridad de personas muy alejadas de la fe. Nosotros mismos estamos orgullosos de Benjamín y Aitor, porque dejan una imagen de iglesia muy diferente de lo que normalmente vemos. Seguir el ejemplo de Jesús y vivir el espíritu de las bienaventuranzas siguen siendo actitudes atrayentes para nuestro mundo de hoy, siempre que sean vividas desde el pueblo y con el pueblo. Solidaridad Eclesalia llega a los rincones más apartados y sirve como enlace y revulsivo para quienes sentimos que nuestra iglesia debe ser Pueblo de Dios. Te invitamos a que te solidarices con Benjamín y Aitor enviándoles un mensaje a esta dirección de correo electrónico: [email protected]