Ichinen Sanzen - Sergio Carlos Spinelli

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ICHINEN SANZEN
"La mente es nuestro propio lugar, y puede por sí misma convertir en un paraíso el infierno, o en
un infierno al paraíso.”
John Milton, Paradise Lost (Paraíso Perdido)
Era una tranquila mañana del Sábado cuando llegó el telegrama. Juan estaba sentado junto a la
mesa de la cocina, tomando su café y leyendo el diario. Del otro lado de la mesa, Juana leía una
revista. Un perezoso sol matinal penetraba calladamente a través de la ventana. La quietud fue
interrumpida por el sonido del timbre en la puerta del frente. Juan retornó a la mesa con un
telegrama en la mano. A medida que lo iba leyendo, Juana vio los cambios que ocurrían. Las
pupilas de Juan se dilataron y sus mandíbulas se tensaron. Su rostro se tornó rojo y sus puños
se apretaron. De repente, todo el cuarto parecía haberse transformado. La temperatura parecía
haber aumentado, el aire parecía espeso y los rayos del sol a través de la ventana se
convirtieron en una brusca intromisión. Sin ni siquiera escuchar una palabra, Juana supo que
había malas noticias.
Si congelamos esta escena y la examinamos, podemos observar los misteriosos
funcionamientos de la vida a medida que ésta cambia de momento a momento. Cualquier cosa
que fuera lo que decía el telegrama, obviamente enojó a Juan. Pero de igual forma podrían
haber sido noticias que despertaban extrema felicidad, o una miríada de emociones diferentes.
En la filosofía budista de la vida, ichinen sanzen, que afirma que un solo instante de la vida
posee tres mil aspectos, explica exactamente cuáles son esas posibilidades y cómo funcionan.
Ichinen significa "un pensamiento" o "una mente", que proviene de la realidad suprema o el
verdadero aspecto de la vida que existe a cada momento en la vida humana y en toda fenómeno.
Sanzen significa "tres mil" y se refiere a la variedad de experiencias que la vida manifiesta en
relación con su ambiente.
La experiencia de Juan respecto a las noticias en el telegrama cambió no sólo su vida interna
sino también su ambiente inmediato. Todas las variaciones de la experiencia de la vida son
manifestaciones de la Ley única o la entidad de la vida.
El Yo
Nuestra conciencia del "yo" forma una estructura en la cual nosotros basamos nuestra visión del
mundo. Las dos partes en que nosotros percibimos el universo -el yo y lo otro, o lo interno y lo
externo- provienen de nuestra conciencia del yo. Asimismo esta conciencia da lugar a otras
dualidades: por ejemplo, la dualidad de la mente y el cuerpo (en la cual consideramos la mente
como parte de nuestro ser verdadero, mientras que el cuerpo no lo es), la dualidad de lo material
y de lo espiritual, o la dualidad de la humanidad y la naturaleza. Un pensamiento dualista tal
como éste ha definido la evolución de la civilización moderna, pero es también la raíz de muchas
crisis presentes en ella.
El Budismo señala maneras de solucionar tales crisis demostrando la verdad de que nuestra vida
no está limitada al yo solamente, sino que comprende otras personas, el mundo y aún el
universo. Tal vez no encontremos en ningún lugar una explicación mejor de esta idea de que el
individuo y el cosmos son inseparables que en el principio de ichinen sanzen, que sostiene que
un instante de la vida posee tres mil aspectos. El sistema filosófico de ichinen sanzen fue
desarrollado en la China por el destacado maestro budista del Siglo Vl, T’ien-t’ai (a quien la Corte
Imperial de la China le dio formalmente el título de Gran Maestro). él basó sus ideas en el Sutra
del Loto, el cual gradualmente llegó a ser, en parte por sus esfuerzos, reverenciado como las
enseñanzas supremas del Buda Shakyamuni. Ichinen sanzen constituye una visión universal que
explica la relación mutuamente inclusiva de todos los fenómenos y la realidad suprema de la vida.
Por supuesto, hay muchos más que tres mil fenómenos en el universo, pero el número es
tomado para indicar la multiplicidad de fenómenos en la que la realidad suprema se muestra a sí
misma. El número tres mil deriva de la multiplicación de los componentes principales de ichinen
sanzen, los que discutiremos en detalle más adelante. Aquí, al menos, podemos señalar que
esos componentes consisten en, primero, los Diez Mundos o estados de la vida. Cada uno de
ellos posee en sí mismo la totalidad de los diez, constituyendo de esta manera cien mundos.
Cada uno de esos mundos está dotado de los Diez Factores. Finalmente, cada uno de esos
factores opera en Tres ámbitos -y así llegamos nuestro total de tres mil aspectos.
El mundo fenoménico y la realidad suprema
Así vemos que el principio de ichinen sanzen revela la influencia recíproca entre el mundo de los
fenómenos y la realidad fundamental de la vida. También enseña que todos los fenómenos, sin
excepción, existen dentro de cada momento de la vida de un individuo, y que por lo tanto cada
uno de esos momentos contiene un potencial infinito. En "Sobre cómo lograr la Budeidad", el
Daishonin escribe: "La vida, a cada momento, abarca el aspecto material y el espiritual; el sujeto
y el ambiente de todos los seres animados, en todos los estados de la vida, así como el de todos
los seres inanimados, desde las plantas, el cielo y la tierra, hasta la más diminuta partícula de
polvo. La vida, a cada momento, es parte de todo el universo y se revela en todos los
fenómenos." (MW1,3.) Lo que él quiere dar a entender es que el ichinen individual la vida del
individuo a cada momento -simultáneamente es parte del universo entero y abarca dentro de sí
mismo todas las leyes y los fenómenos del universo.
Lo que, por lo tanto, significa que se extiende paralelamente (en tiempo y espacio) con el
universo. Esta relación entre el microcosmos de la vida humana y el macrocosmos del universo
es misteriosa -y maravillosa. Si miramos el mundo físico, podemos ver fácilmente que aún las
cosas más pequeñas contienen un inmenso potencial. Todo este vasto universo tiene sus
orígenes en un "huevo cósmico" que los físicos creen que fue indescriptiblemente diminuto -tal
vez del tamaño de una partícula subatómica. La fusión de un núcleo minúsculo puede producir la
potente energía de la bomba de hidrógeno. Cientos de millones de "pizcas" de información están
almacenadas en un gen tan diminuto que es imposible verlo a través del microscopio. Se cree
que el cerebro humano contiene cerca de 14 millones de neuronas, cada una de las cuales
extiende sus dendritas a otras miles de neuronas, formando una red de comunicaciones de una
vastedad incomprensible.
Desde el punto de vista temporal, la vida a cada momento puede ser enseñada como un corte
transversal de una continuidad ininterrumpida, extendiéndose desde el pasado infinito hacia el
futuro infinito. Respecto a esto, podemos pensar que el ichinen de una persona es como una
película televisiva. En cuestión de un segundo, treinta imágenes sucesivas aparecen a través de
la pantalla de la televisión, emergiendo para conformar una película de movimientos coherentes.
Pero la longitud del momento, como lo explican las escrituras budistas, es mucho más corto que
la duración de una de esas imágenes. El Gran Comentario sobre el Abhidharma dice que hay
"sesenta y cinco instantes en un abrir y cerrar de ojos".
Sin embargo, de hecho el concepto budista de un "momento" implica una duración
inconcebiblemente breve. Nuestra vida es una acumulación de una miríada de tales minúsculos
momentos que circulan sin interrupción desde el pasado a través del presente y hacia el futuro.
En cierto sentido, podemos ver cada momento como el producto de todos los momentos previos.
De forma similar, la causa hecha en el momento presente ayudará a determinar la
naturaleza de cada momento subsecuente. Por lo tanto, podemos decir que el pasado, el
presente y el futuro están contenidos en cada momento -cada momento es la
condensación de una vida entera. La cosa más importante, entonces, es nuestro estado
de vida a cada momento. La condición de vida de una persona de momento a momento
determina el curso general que su vida tomará.
Nosotros podemos observar hasta cierto punto las actividades físicas y mentales de nuestra vida
a través de disciplinas tales como la biología, la bioquímica, la psicología y la fisiología; pero los
fenómenos que conciernen a todas estas ciencias son meramente expresiones de la vida, no la
vida misma. La realidad última de la vida es intangible e invisible, incontrolable por el tiempo y el
espacio. Sin embargo, se manifiesta en el mundo fenoménico a cada momento.
Nuestros cuerpos físicos están compuestos por muchos millones de células, que mueren
constantemente y son reemplazadas. Nuestra mente también cambia a medida que ocurren
distintas emociones y pensamientos. Nosotros estamos sujetos al cambio, tanto física como
mentalmente; y a medida que el tiempo pasa, continuamente repetimos el ciclo de nacer y morir.
Las circunstancias constantemente cambiantes de nuestro cuerpo y nuestra mente son
consideradas como las funciones inherentes de una realidad fundamental inmutable.
La vida y la muerte son, por lo tanto. expresiones naturales de la realidad eterna de la vida; esta
realidad eterna es, a su vez, el fenómeno inmutable del nacimiento y la muerte. La liberación de
los sufrimientos del cambio viene sólo al momento cuando despertamos a la verdad eterna
manifestada en nuestro ichinen. Entonces, como dice el Daishonin, "repetimos el ciclo del
nacimiento y la muerte en el eterno sendero de nuestra inherente naturaleza iluminada" (Gosho
Zenshu, p.724)
Aunque los momentos de nuestra vida parecen pasar volando, podemos ver que, desde un
punto de vista profundo, todos juntos, ellos abarcan la realidad fundamental. Cada momento
trasciende los límites de espacio y tiempo para ser simultáneamente uno con la fuerza
vital cósmica - la realidad fundamental del universo. Todas las formas de la vida se
interrelacionan infinitamente en la vasta totalidad de la vida cósmica, y aún así ninguna de
ellas pierde su individualidad. Nichikan Shonin, el décimo sexto sumo prelado de la Nichiren
Shoshu, expresa la idea en su obra "La Triple Enseñanza Secreta”: "Desde el punto de vista del
Sutra del Loto, la frase “tres mil mundos en un solo momento de vida” tiene dos significados:
“incluir” e “impregnar”. El universo entero está incluido en cada momento; y cada momento
penetra el universo entero. Cada momento es una partícula de polvo que posee los elementos
de todas la tierras del universo, o una gota de agua cuya esencia no difiere en nada del mismo
vasto océano.
La relación entre los componentes
Analicemos ahora las relaciones que existen entre los componentes principales de cada
momento, o ichinen sanzen. Ellos son los Diez Mundos, su inclusión mutua, los Diez Factores y
los Tres ámbitos. Al comienzo del Gosho "El Verdadero Objeto de Veneración", Nichiren
Daishonin cita un pasaje de "Gran Concentración y Discernimiento" (Maka Shikan) de T'ien-t'ai:
“La vida a cada momento está dotada de los diez estados. Al mismo tiempo, cada uno de los
Diez Mundos está dotado de los otros diez, de modo que cada entidad de vida posee, en
realidad, cien estados. Cada uno de esos mundos por su parte posee treinta aspectos, lo que
significa que en cien mundos hay tres mil aspectos. Estos tres mil aspectos de la existencia
están presentes en cada entidad del ichinen. Sin la vida se acaba la materia. Pero si existe el
menor soplo de vida, allí están contenidos los tres mil aspectos.” (MW-I,pág. 45).
Cuando T’ien-t’ai escribe : "La vida a cada momento está dotada de los Diez Mundos", quiere
decir que en cada momento de vida existe el potencial para las diez condiciones: Infierno,
Hambre, Animalidad, Ira, Tranquilidad, éxtasis, Aprendizaje, Comprensión, Bodhisattva y
Budeidad. Ninguno de los diez estados es fijo. La vida en cualquiera de los diez estados contiene
en sí mismo todos los demás; en otras palabras, una persona en cualquier estado tiene, a cada
momento, el potencial de manifestar cualquiera de los otros nueve estados. Este es el concepto
de inclusión mutua, o "posesión mutua", de los Diez Mundos. Nuevamente, porque cada uno de
los diez estados contiene en sí mismo los diez estados en su totalidad, es que llegamos al total
de cien estados.
La expresión de T’ien-t’ai de que "cada uno de esos mundos posee treinta aspectos" se explica
al entender que cada uno de los diez estados incluye Diez Factores de la vida, y a su vez, cada
factor posee los tres aspectos de existencia. Esto podría entenderse como que los diez estados
juntos tienen trescientos aspectos, sin embargo, desde que cada uno de los diez estados
contiene los otros nueve además del suyo, el total es de tres mil aspectos. Los Diez Factores de
la vida son: apariencia, naturaleza, entidad, poder (fuerza inherente), influencia, causa interna,
causa externa, efecto latente y efecto manifiesto, y finalmente consistencia del principio al fin.
Los Tres ámbitos de la existencia son: el ámbito de los cinco componentes de la vida (forma,
percepción, conceptualización, volición y conciencia); el ámbito de los seres vivientes y el ámbito
del medio ambiente. Tres mil no es un número elegido al azar, sino que más bien es la expresión
de un conjunto de principios que refleja la inmensidad y diversificación de la vida.
A través de la historia, las personas han comprendido que todos los fenómenos naturales son
ilusorios e inciertos, y por ello han buscado la eterna e inmutable verdad de la vida. Diferentes
maestros han ofrecido diferentes explicaciones de la relación entre esta verdad absoluta y el
mundo efímero que experimentamos. Algunos han sugerido que esta verdad suprema gobierna
este mundo desde un plano superior; otros, que yace más allá o detrás de los fenómenos, o que
los fenómenos son en realidad mera ilusión y que sólo la verdad suprema es real. Una tendencia
dualista similar se encuentra en algunas de las enseñanzas budistas anteriores al Sutra del Loto.
éstas generalmente sostienen que la mente es la base de todos los fenómenos, y que todos los
fenómenos provienen de la mente.
En contraste, el principio de ichinen sanzen, basado en el Sutra del Loto, sostiene que la mente
(o cada momento de nuestra vida) y los fenómenos del universo son "dos pero no dos". Todos
los fenómenos son manifestaciones de la realidad suprema, y esta realidad fundamental existen
sólo en los fenómenos mutables: en otras palabras, ninguno puede existir independientemente
del otro. Es así que todos los eventos del universo, por ser manifestaciones de nuestro Ichinen,
están integrados formando una sola entidad, de tal forma que cada individuo está directamente
conectado con el resto del universo.
Cada momento en la vida de cada individuo penetra los tres mil aspectos y éstos están
comprendidos en cada uno de esos momentos. O sea que las formas de todos los fenómenos
del universo derivan de esta interrelación,
A través del principio de ichinen sanzen, cada ser humano tiene el potencial de ser un Buda,
despertado a la eternidad y la infinidad de la vida. Sin embargo, lo que las personas realmente
experimentan es más bien algo diferente. Así, este principio, puede ser dividido en dos tipos: el
ichinen sanzen teórico y el ichinen sanzen real. El ichinen sanzen teórico se refiere a la vida de
los mortales comunes o las personas que no se han iluminado, a través de los nueve estados
desde el Infierno hasta el de Bodhisattva, en el cual la Budeidad permanece en estado latente.
En contraste, el ichinen sanzen real indica la vida de la Budeidad, o sea, la vida que activa y
plenamente manifiesta la Budeidad..
El ichinen sanzen descrito en el "Hoben", segundo capítulo del Sutra del Loto es reconocido
como teórico porque explica la Budeidad como un potencial inherente a las personas de los
nueve estados inferiores. El ichinen sanzen indicado en el décimo sexto capítulo, "Juryo", es
descrito como real porque presenta la Budeidad como una realidad manifestada en la vida de
Shakyamuni. De acuerdo al Budismo de Nichiren Daishonin, sin embargo, la versión de ichinen
sanzen descrita en el décimo sexto capítulo es incompleta, porque está explicada sólo como
efecto, o sea, como la iluminación de Shakyamuni alcanzada en el pasado remoto.
Como la descripción de ichinen sanzen en este décimo sexto capítulo fracasa en revelar la causa
que permitió que Shakyamuni alcanzara su iluminación original; carece de una clarificación
completa de la realidad fundamental de la vida. Nichiren Daishonin fue la persona que identificó
la causa original de la iluminación de Shakyamuni -y, por lo tanto, la iluminación de todos los
Budas- como Nam-myoho-renge-kyo, o la Ley Mística. En "La Esencia del capítulo ‘Juryo' ", él
escribe: "Nam-myoho-renge-kyo, el corazón del capítulo 'Juryo,' es la madre de todos los Budas
en las diez direcciones y en las tres existencias del pasado, presente y futuro (MW-3,35). La
pregunta que debemos hacernos es: ¿Cómo los mortales comunes de los nueve estados
inferiores pueden despertarse y manifestar su Budeidad latente? El Budismo de T’ien-t’ai fue, y
es, extremadamente difícil de entender, y la meditación y prácticas que prescribe para "observar
la esencia de la vida", o percibir los tres mil aspectos dentro de uno mismo, era poco factible
para la vasta mayoría de la gente, siendo adecuado solamente para una pequeña élite
monástica. Más aún, esas prácticas se concentraban solamente en las funciones internas de la
vida y tenían muy poca relevancia al mundo exterior - la vida que todos tenemos que vivir en la
sociedad. Nichiren Daishonin, por otro lado, buscó establecer una forma de percibir el ichinen
sanzen que sería accesible para todos, una práctica que no sólo iluminaría el ámbito interno de
la vida sino que también transformaría el mundo en que vivimos.
De acuerdo a ello, él incorporó su iluminación a la ley de Nam-myoho-renge-kyo en la forma de
un mandala llamado Gohonzon, el cual, en sus enseñanzas es el objeto fundamental de
veneración. El Daishonin enseña que creer en el Gohonzon y entonar Nam-myoho-renge-kyo
constituyen en sí mismos "observar la esencia de la vida" o el logro de la Budeidad. Por lo tanto,
a través de la inscripción del Gohonzon, estableció un camino por el cual, todas las personas por
igual, podrían percibir el ichinen sanzen y lograr la Budeidad en sus vidas comunes.
Para usar una analogía, aunque no sepamos nada de electrónica o del funcionamiento de un
aparato de televisión, nosotros aún podemos disfrutar simplemente prendiendo el aparato. La fe
en el Gohonzon es análoga al acto de prender la televisión y seleccionar el canal; la imagen que
entonces vemos está ligada a la Budeidad que disfrutamos mientras se manifiesta desde dentro
de nuestra vida. Nichiren Daishonin, por lo tanto, da una expresión concreta y práctica a la
filosofía budista enseñada por Shakyamuni y sistematizada más tarde por Tíien-tíai.
Los Diez Mundos
Los Diez Mundos, el primero de los principios que componen el ichinen sanzen, son los diez
estados o condiciones de vida que experimentamos. Tomados conjuntamente, los Diez Mundos
comprenden un análisis de las condiciones que una vida individual manifiesta en el transcurso
del tiempo. La idea de los Diez Mundos describe las sensaciones subjetivas experimentadas por
el yo, en el nivel más fundamental de la vida. Como hemos visto, los Diez Mundos comenzando
con el más inferior hasta el más elevado, son: Infierno, Hambre, Animalidad, Ira, Humanidad,
éxtasis, Aprendizaje, Comprensión, Bodhisattva y Budeidad.
La idea de los Diez Mundos tuvo sus orígenes en una teoría cosmológica. En ésta se creía que
había diez ámbitos distintos y separados en los que la gente renacía, y donde cada ámbito en
particular estaba determinado por la naturaleza del karma acumulado por el individuo. Por
ejemplo, la Humanidad denota el mundo de los seres humanos; la Animalidad el reino de las
bestias, y el Infierno una prisión subterránea.
Sin embargo, en la doctrina de ichinen sanzen, los Diez Mundos no son vistos como lugares
físicos sino más bien como estados o condiciones inherentes a cada uno de nosotros que
experimentamos de momento a momento a través de nuestra interacción con el ambiente.
Nichiren Daishonin discute este aspecto de los seis primeros estados en "El Verdadero Objeto
de Veneración": "Cuando miramos de tanto en tanto el rostro de una persona, la encontramos
algunas veces alegre, otras encolerizada, y otras en calma. Por momento la avaricia aparece en
la cara de las personas, por momentos la necedad y a veces la perversidad. La cólera es el
estado del Infierno, la avaricia es el del Hambre, la necedad es el de la Animalidad, la
perversidad es el de la Ira, la alegría es el del éxtasis y la calma es el de la Humanidad (MW-I,
52).
Los cuatro mundos superiores son, del mismo modo, inherentes a la vida. De acuerdo con el
Budismo de Nichiren Daishonin, el Infierno, el éxtasis y aún la Budeidad son condiciones de la
vida: " En cuanto al interrogante de dónde exactamente existen el Infierno y el Buda, un sutra
dice que el Infierno existe debajo de la tierra y otro sutra dice que el Buda está en el Oeste. Sin
embargo, un análisis más profundo revela que ambos existen en nuestro cuerpo de cinco pies"
(MW I, 271). Como podemos ver, los Diez Mundos en su totalidad existen dentro de nuestra
vidas cotidianas comunes.
Los Diez Mundos considerados individualmente
El primer mundo, el Infierno (jigoku), indica un estado totalmente desprovisto de libertad, una
condición de extremo sufrimiento y desesperación, en el que uno es impulsado por la cólera a
destruirse a sí mismo y a los demás. Los sutras budistas describen varias clases de infiernos,
tales como los ocho infiernos candentes, los ocho infiernos fríos y los dieciséis infiernos menores.
Muy semejante a la manera en que el Dante describió en su Divina Comedia los nueve niveles
del Infierno, los nueve niveles del Purgatorio y los diez niveles del Paraíso -un esquema típico de
la cosmología medieval cristiana. El 26? Sumo Prelado Nichikan Shonin, se refiere igualmente a
la cosmología tradicional cuando escribe en su "La Triple Enseñanza Secreta": ì...el Infierno es la
morada incandescente y el Hambre, un lugar de 500 yojanas debajo del mundo humano.
Aquéllos en el estado de Animalidad viven en el agua, en la tierra y en el aire. La Ira tiene su
morada junto al océano o en el fondo del mar. La Humanidad es la vida en la Tierra, y los seres
en éxtasis residen en un palacio".
Sin embargo, como hemos notado, el concepto de los Diez Mundos puede considerarse no sólo
como un sistema cosmológico sino también como un esquema de potencias inherentes en toda
vida. En este sentido, la afirmación de que "el Infierno es una morada de hierro incandescente"
puede entenderse como la tormenta ineludible que sufrimos cuando estamos en el estado de
Infierno.
El segundo mundo es el Hambre (gaki). En este estado somos gobernados por unas ansias
constantes de objetos o de ciertas experiencias tales como riqueza, fama, poder y placer. Las
causas de este estado pueden encontrarse en tendencias como la avaricia, la mezquindad y los
celos. Originalmente el mundo del Hambre era visto como un ámbito habitado por los espíritus
de los muertos, quienes se creía, estaban sufriendo de inanición como retribución kármica por la
avaricia y el egoísmo demostrado mientras vivían. En el mundo del arte son representados con
vientres abultados y cuellos angostos. En su "Tratado conforme a la Doctrina Correcta",
Samghabhadra, el erudito oriundo de la India que vivió durante el Siglo V A.C., describe tres
tipos de espíritus hambrientos cada uno de los cuales se subdivide en tres.; el Sutra de la
Meditación sobre la Ley Verdadera enumera treinta y seis clases. El reino habitado por esos
espíritus hambrientos se creía estar localizado 500 yojana debajo de la superficie de la Tierra.
( Una yojana era una medida métrica usada en la India Antigua: los cálculos de su longitud
varían entre los 9.6 y los 24 Km.). La imagen de una morada oscura y estrecha en las
profundidades de la tierra, expresa vívidamente las restricciones del estado de Hambre, en la
cual somos prisioneros de nuestros insaciables deseos.
El tercer mundo es el de la Animalidad (chikusho). En este estado, somos como animales
gobernados por instintos de supervivencia y por la falta de virtudes coercitivas tales como la
razón o la moral. Las personas en este estado solamente observan "la ley de la jungla". Se
aprovechan de los que son más débiles que ellos y adulan a los que son más fuertes.
El cuarto de los mundos es el de la Ira (shura). Los primeros tres estados -Infierno, Hambre y
Animalidad- se conoce, en conjunto, como los tres caminos del mal. La vida en estos estados
está dominada por deseos instintivos y pasiones. En este estado, la Ira, existe una conciencia
del ego -pero es un ego voraz y distorsionado, decidido a triunfar sobre los demás, a cualquier
precio, y viéndolo todo como una posible amenaza a sus supervivencia. Se decía que este
estado estaba caracterizado por asuras, demonios contenciosos que aparecen en la mitología de
la India antigua. Como hemos visto, el Sumo sacerdote Nichikan escribió que "la Ira reside junto
al océano; las olas rompen en el océano y su temible potencia para sumergir cualquier cosa en
fracción de segundos pueden verse como una representación de un ego agresivo y arrogante,
que es la carácter distintivo de la Ira. En este estado solamente nos valoramos a nosotros
mismos, despreciando a todos los demás. Nos creemos superiores a otros y no podemos
soportar ser considerados inferiores a ninguna otra persona, en ningún aspecto. Los tres
caminos del mal, junto con la Ira, se llaman "los cuatro caminos del mal" o los cuatro mundos
inferiores.
El quinto de los Diez Mundos, es el de la Humanidad (nin). Este mundo se caracteriza por la
estabilidad vasta y llana de la Tierra. La Humanidad es el estado en el cual podemos usar la
razón para controlar los deseos instintivos permitiendo así que las cualidades verdaderamente
humanas, tales como el amor y la benevolencia, puedan emerger. Las personas en el estado de
Humanidad experimentan tranquilidad y en general viven una existencia calma.
El sexto de los mundos es el éxtasis (ten). Este estado puede entenderse mejor si pensamos en
el intenso placer que experimentamos cuando, por ejemplo, tenemos las satisfacción de lograr
algo que hemos deseado por mucho tiempo, o cuando un largo sufrimiento se alivia. Aunque es
intenso, el placer experimentado en este estado es de corta duración y extremadamente
vulnerable a influencias externas.
Estos primeros seis estados, desde el Infierno al éxtasis, se llaman en conjunto, los "Seis
Caminos" o los seis mundos inferiores. Todos ellos tienen una cosa en común: se originan
mediante la satisfacción o la frustración de diferentes deseos e impulsos. Por lo tanto, su
aparición o desaparición está gobernada por circunstancias externas. El budismo señala que la
mayoría de las personas pasan su vida fluctuando entre los seis estados, sin comprender que
están completamente a la merced de sus reacciones al ambiente. Cualquier felicidad o
satisfacción que podamos obtener en este estado están totalmente gobernadas por las
circunstancias y por lo tanto son transitorias. Pero cuando estamos atrapados en los seis
mundos inferiores fracasamos en comprender esto, y en su lugar basamos toda nuestra felicidad
en realidad toda nuestra entidad en factores externos, que por definición, están más allá de
nuestro control. Sin embargo, cuando reconocemos que todo lo experimentado en los seis
mundos inferiores es impermanente - una aceptación que nos impulsa comenzar una búsqueda
por una verdad duradera- es cuando entramos los dos estados siguientes del Aprendizaje y la
Comprensión. Estos dos estados, junto con los dos últimos, de Bodhisattva y el de Budeidad, se
llaman los "Cuatro Mundos Nobles". A diferencia de los Seis Caminos, que en esencia
constituyen una reacción pasiva al ambiente, éstos cuatro estados superiores se logran
solamente por medio de un esfuerzo continuo y deliberado.
En el estado de Aprendizaje, buscamos la verdad indirectamente, por medio de las enseñanzas
o experiencias de otras personas. La palabra japonesa para este estado, shomon, puede ser
traducida como "el que oye la voz". Originalmente, fue usada para aquellos discípulos del Buda
que lo habían escuchado predicar en persona.
Luego del Aprendizaje, está el octavo mundo, la Comprensión (engaku). Este estado es similar al
del Aprendizaje, excepto que aquí, buscamos la verdad no a través de las enseñanzas de otras
personas sino a través de nuestra propia percepción directa. La palabra sánscrita para este
estado es pratyekabuda, y denota una persona que llega independientemente a un
entendimiento de las verdades budistas. Juntos, el Aprendizaje y la Comprensión, se describen
como los "dos vehículos". En esos estados, habiendo comprendido la impermanencia de todas
las cosas, hemos ganado cierto grado de independencia: ya no estamos sujetos a nuestras
reacciones hacia el ambiente, como cuando estamos transitando por los seis estados inferiores.
Pero nada es perfecto. Las personas de los dos vehículos tienen la tendencia a mirar con
desdén a aquellos que aún no alcanzado su mismo nivel de entendimiento - o sea, aquellos que
marchan penosamente por los Seis Caminos. Además, su búsqueda de la verdad es en gran
parte una cuestión de interés propio; de modo que las personas en esos dos estados pueden
retener un poco de egoísmo.
Después de estos mundos se encuentra el de Bodhisattva (bosatsu). Este estado, en contraste
con los dos vehículos, está caracterizado por la compasión y el comportamiento altruista. Los
Bodhisattvas, aunque aspiran a la iluminación suprema, al mismo tiempo tienen la determinación
de que todos los demás seres humanos, también alcancen el mismo estado. Conscientes de los
lazos que nos unen a los demás cuando estamos en el estado de Bodhisattva, comprendemos
que la felicidad que disfrutamos en forma solitaria es ilusoria y sólo parcial, y por lo tanto nos
dedicamos a aliviar los sufrimientos de otras personas- aunque sea a costa de nuestra propia
vida. Cuando estamos en este estado encontramos que nuestra mayor satisfacción proviene de
un comportamiento altruista. Nichiren Daishonin señala el objetivo y el espíritu del Bodhisattva en
una frase de la "Recopilación de la Enseñanzas Transmitidas Oralmente" (Ongi Kuden): "La
alegría significa que tanto uno mismo como los demás se regocijan" (Gosho Zenshu, pág.761).
Dr. Hans Selye, en su libro El Stress de la Vida (1956), enfatiza la importancia de expandir los
horizontes personales. él dice que transformando los impulsos egoístas en acciones altruistas provocando así un sentimiento de gratitud en otras personas- es el camino hacia la verdadera
seguridad interna. Esta preocupación por los demás es característica del estado de Bodhisattva.
Los estados desde el Infierno hasta el Bodhisattva son conocidos colectivamente como los
"nueve mundos". El término es con usado con frecuencia para indicar la condición no iluminada
de los mortales comunes, en contraste con el décimo de los Diez Mundos: la Budeidad (butsu).
El estado de Budeidad implica una condición de libertad perfecta y absoluta; el estado supremo
en el cual despertamos a la verdad perfecta y fundamental que es la realidad de todas las cosas.
Se considera que en conjunto, los diez epítetos o títulos honoríficos del Buda, que aparecen en
el Comentarios sobre las Diez Etapas de Nagarjuna, describen el gran poder, la sabiduría, la
virtud y la capacidad única de aquellos en el estado de la Budeidad.
Los diez epítetos son:
"El que así llega"- El cual se refiere a alguien que ha venido del mundo de la verdad. Un Buda
personifica la verdad fundamental de todos los fenómenos y capta la ley de causalidad que
penetra el pasado, el presente y el futuro.
"Digno de ofrendas"- Se refiere a una persona que está calificada para recibir ofrendas tanto de
los seres humanos como los celestiales.
"Conocimiento correcto y universal"- Lo que implica alguien que comprende todos los fenómenos
correcta y perfectamente.
"Claridad y conducta perfectas"- es el título que describe una persona que entiende la eternidad
del pasado, el presente y el futuro y quien realiza buenas acciones hasta la perfección.
"Bondad alcanzada"- Esto significa una persona que ha alcanzado el mundo de la iluminación.
"Entendimiento del mundo"- Esto implica una persona quien, mediante su comprensión de la ley
de causalidad, entiende todos los asuntos seculares y religiosos.
"Valor insuperable"- Una persona que se distingue supremamente entre los demás seres
humanos.
"Instructor de las personas"- Este título describe alguien quien instruye y guía a las personas a la
iluminación.
"Maestro de los seres humanos"- en otras palabras, un maestro que puede guiar a todos los
seres humanos y a los celestiales.
ëBuda, el Honrado por el mundo"- Este título significa una persona dotada de perfecta sabiduría
y virtud, quien puede ganar el respeto de todas las personas. El Budismo constituye un sistema
práctico de enseñanza que en su totalidad provee de los medios para comprender este estado
ideal de la Budeidad.
Hoy, por todos lados vemos evidencias de los logros remarcables de la ciencia y la tecnología
durante las últimas décadas pasadas, y sin embargo, irónicamente, esos mismos avances han
actuado a menudo para restringir nuestra libertad, dando la impresión de que sólo somos una
pieza en la gigante maquinaria de la sociedad burocrática. Aún más, las enfermedades que han
aparecido por la naturaleza de nuestra civilización moderna -tales como las relacionadas con el
stress y varios desórdenes emocionales- son endémicas. A pesar de nuestros beneficios,
entonces, todavía nos tenemos que liberar de los sufrimientos de los seis mundos inferiores.
La Budeidad trae como consecuencia la sabiduría de reconocer la realidad fundamental de
nuestra vida, la compasión infinita, un perfecto yo eterno, y una pureza de vida total e
incorruptible. De acuerdo con las enseñanzas budistas, sólo cuando hemos establecido como
nuestra base este estado superior ñla Budeidadñ es que podemos transformar nuestra existencia,
dirigiendo todas las actividades mentales y físicas de nuestros nueve mundos hacia metas
altruistas y valiosas.
La posesión mutua de los Diez Mundos
En "La Apertura de los Ojos", Nichiren Daishonin escribe: "El concepto de ichinen sanzen
comienza con un entendimiento de la posesión mutua de los Diez Mundos o estados de la
existencia" (MW-2, 80). Posesión mutua o inclusión mutua significa que cada uno de los Diez
Mundos comprende los otros mundos dentro de sí. Podemos interpretar esto como que todos los
diez estados son inherentes en cada individuo. Una persona que experimenta el estado de
Humanidad en un momento puede, en el momento siguiente, permanecer en ese estado o
manifestar cualquier otro de los nueve mundos. Lo que este principio nos dice, entonces, es que
la vida no permanece fija en cualquiera de las diez condiciones sino que a cada momento puede
manifestar cualquiera de las diez; y también que la vida en cualquiera de esas condiciones,
posee todas las otras condiciones en forma latente dentro de sí mismas.
La idea de la posesión mutua explica la interrelación de los Diez Mundos en como uno o el otro
pasa de su estado latente a una manifestación activa, o de una manifestación activa a un estado
latente. Por ejemplo, en un momento podemos estar experimentando la alegría del éxtasis, pero
en el momento siguiente algún factor de nuestro alrededor puede cambiar repentinamente y así
nosotros nos zambullimos en las profundidades del Infierno. Pero esto no significa el estado de
éxtasis ha dejado de existir en nosotros, sino que simplemente a pasado a un estado latente; y
con el estímulo externo apropiado, emergerá nuevamente de su latencia.
De esta manera, los diez estados desde el Infierno a la Budeidad pueden ser activados a través
de nuestra relación con el mundo externo, manifestándose tanto en el aspecto físico como en el
espiritual de nuestra vida cotidiana.
Podemos ver, entonces, que la idea de la posesión mutua de los Diez Mundos es un concepto
que describe la dinámica estructura de la vida en una forma total. Nichiren Daishonin explica el
concepto en su " El Verdadero Objeto de Veneración": "Aún un villano despiadado ama a su
esposa y a sus hijos" (MW-1, 53). Por lo tanto el estado de la Budeidad -así como todos los otros
estados- existe aún en el mundo del Infierno. Konrad Lorenz (un científico en comportamiento,
oriundo de Austria) señala que aunque los animales actúan normalmente sólo de acuerdo con
sus instintos, algunos ayudarán a otra criatura que sufre. Podemos tomar esto como un ejemplo
de que el estado de la Budeidad existe en el mundo de la Animalidad.
Cuál de los Diez Mundos se manifestará en un momento dado, depende no sólo de las
influencias externas sino también de las propias tendencias básicas. Una cierta influencia
externa no necesariamente hará que el mismo mundo se manifieste en dos personas diferentes.
Por supuesto, nuestras condiciones fluctúan de un momento al otro, pero en una perspectiva
más amplia, siempre existe una condición o un conjunto de condiciones alrededor de las cuales
se centran nuestra actividades y a las cuales estamos más propensos a regresar. Por ejemplo,
algunas vidas giran en los tres caminos del mal, otras oscilan entre los seis mundos inferiores, y
la motivación de algunas personas es la búsqueda de la verdad, lo que caracteriza los dos
vehículos.
En definitiva, el concepto de la posesión mutua de los Diez Mundos -que clarifica la igualdad
fundamental y el potencial infinito de cada ser humano, explica que cada individuo posee la
potencia para elevar sus tendencias básicas. En otras palabras, a través de un esfuerzo continuo
en la práctica budista, podemos elevar gradualmente nuestras tendencias básicas hasta que a lo
largo del tiempo establezcamos el estado supremo de la Budeidad como nuestra fundación.
Aunque es imposible describir el estado de la Budeidad -incluso imposible de imaginar- podemos
pensar en éste como una condición de júbilo y confianza absolutas experimentadas en lo
profundo de nuestro ser, y expresadas a través de los nueve mundos de la vida cotidiana.
Durante el proceso de elevar nuestras tendencias básicas, nuestras percepciones y valores
seguramente cambiarán.
En una carta a su discípulo Soya Kyoshin, Nichiren Daishonin escribe: ìEspíritus hambrientos
perciben el río Ganges como fuego, los seres humanos lo perciben como agua, y los seres
celestiales lo perciben como amrita (néctar divino). El agua es la misma, pero parece diferente
de acuerdo con la capacidad kármica de los individuosî (Gosho Zenshu, pág.1050). El Daishonin
está diciendo que la vida en el estado de Hambre percibe las aguas del Ganges como si fueran
sus propias llamas abrasadoras de la avaricia, mientras que una vida en un estado diferente
tiene una percepción totalmente distinta. Aunque el párrafo se refiere sólo a la percepción en el
estado de Hambre, Humanidad y éxtasis, de igual forma el mismo principio obviamente se aplica
a todos los otros estados. En el análisis final, entonces, cuando establezcamos la Budeidad
como una fundación inmutable, de tal manera que nuestra vida individual se fusione con la
Budeidad del cosmos, entonces con toda seguridad crearemos una vida de júbilo ilimitado y
libertad absoluta.
Los Diez Factores
Cada uno de los Diez Mundos tienen sus únicas y propias características -el Infierno por ejemplo,
es muy diferente del estado de Aprendizaje. Los Diez Factores (junyoze), por otra parte, son el
mecanismo por el cual un estado cambia con cada momento que pasa. La vida en el Infierno,
Hambre, Animalidad o cualquiera de los otros Diez Mundos, posee los mismos Diez Factores. La
palabra nyoze, literalmente "es como" es un prefijo de los nombres de los Diez Factores que se
recitan en el capítulo "Hobenî del Sutra del Loto. Los Diez Factores explican cómo cambia la vida
de uno de los Diez Mundos al otro. Los Diez Factores son:
Apariencia (nyoze-so): Esos aspectos que pueden ser percibidos o pueden discernirse desde el
exterior. La apariencia incluye atributos tales como el color, la forma y el comportamiento, y en
términos de los seres humanos señala el aspecto físico de nuestra existencia, incluyendo el
cuerpo y sus funciones.
Naturaleza (nyoze-sho): La disposición inherente o esas cualidades que no pueden discernirse
desde el exterior. En términos de la vida humana, la naturaleza indica los aspectos espirituales
como la mente y la conciencia.
Entidad (nyoze-tai): La entidad o esencia de la vida que se manifiesta como una apariencia
externa y una naturaleza interna pero en sí misma no es ninguna de las dos. Es la entidad de la
vida en cualquiera de los Diez Mundos.
Estos primeros tres factores describen la vida desde un punto de vista estático. Analizan lo que
la vida es y forman también una base teórica para el concepto budista de la unidad del cuerpo y
la mente (shiki shin funi). Los seis factores siguientes analizan las funciones dinámicas de la vida.
El poder y la influencia describen el funcionamiento de la vida en términos del espacio, mientras
que la causa interna, relación, efecto latente y efecto tienen que ver con la causalidad y explican
las funciones de la vida en términos del tiempo.
Poder (nyoze-riki): La capacidad de actuar inherente a la vida, su fuerza latente o energía para
lograr algo. Cada uno de estos diez estados tiene su poder correspondiente. La vida en el estado
de Ira tiene el poder de destruir valor, mientras que la vida en el estado de Bodhisattva tiene el
poder de aliviar el sufrimiento de los demás.
Influencia (nyoze-sa): La acción o el movimiento producido cuando el poder latente de la vida es
activado. Es el empleo de la influencia, ya sea buena o mala, en pensamientos, hechos o
acciones.
Estos dos factores, el poder y la influencia, presuponen la existencia de algún objeto externo
hacia el cual se dirige un movimiento o una acción. La entidad, cuando es acompañada por los
factores dinámicos del poder y la influencia, podría considerarse como un sujeto autónomo que
puede actuar en relación con otras existencias. Más aún. El poder y la influencia no están
necesariamente en proporción uno con el otro. El poder inherente puede ser grande, pero la
influencia pequeña; o el poder inherente de uno puede ser pequeño pero la influencia inmensa.
Una persona de gran talento (poder inherente) que está en estado de Infierno, donde la fuerza
vital es insignificante, ejercerá muy poca influencia en el ambiente. Mientras que una persona
que pueda tener un talento promedio pero se encuentra en un estado de vida superior como el
de la Humanidad o el de Bodhisattva, revelará una gran parte de su poder inherente y producirá
un impacto mayor en el ambiente. Los próximos cuatro factores explican cómo las acciones del
sujeto causa el fluctuación desde uno de los Diez Mundos al otro.
Causa interna (nyoze-in): La causa latente en la vida que simultáneamente contiene un efecto en
una latente posibilidad. Causas buenas producen efectos buenos, mientras que malas causas,
producen malos efectos.
Relación (nyoze-en): La causa auxiliar o el estímulo ambiental que ayuda al karma a producir su
efecto. Aunque se le llama causa externa, no es el ambiente en sí mismo sino la conexión entre
la vida y el ambiente. Cuando es activada por la relación, una causa interna sufre un cambio y
simultáneamente produce un nuevo efecto latente. Es también a través de esta función de
relación que los efectos latentes se manifiestan.
Efecto latente (nyoze-ka): El efecto latente producido en las profundidades de la vida cuanto la
causa interna es activada por la relación. Como tanto la causa interna y el efecto latente están
dormidos en la profundidad de la vida, no hay lapso entre las dos, tal como ocurre
frecuentemente entre la acción y su resultado perceptible.
Efecto manifiesto (nyoze-ho): El resultado concreto, perceptible que emerge después de cierto
tiempo como consecuencia de una causa interna y un efecto latente.
Para clarificar cómo los primeros tres factores (apariencia, naturaleza y entidad), los cuales
componen una vida humana, demuestran los seis factores siguientes desde el poder hasta el
efecto manifiesto, tomemos como ejemplo una escultora principiante. Su capacidad artística
(poder) encuentra su expresión en los esfuerzos concretos (influencia) de perfeccionar el uso del
martillo y el cincel. A través de su interacción con la madera o la piedra (relación) sus habilidades
artísticas innatas (causa interna) son estimuladas (efecto latente) y con el tiempo ella se
convertirá en una artista magistral (efecto manifiesto).
Consistencia desde el principio hasta el fin (nyoze-honmmatsu-kukyo-to) El factor integrante que
unifica todos los otros nueve factores a cada momento en una sola entidad de la vida. Donde hay
un factor, los otros nueve estarán invariablemente presentes. No importa en cuál de los Diez
Mundos uno se encuentre, el décimo factor afirma que los otros nueve estarán en consistencia
con ese estado. Los primeros tres factores son la entidad (principio) y los seis factores siguientes
son su función (fin). Tanto el principio como el fin, que son la entidad y la función de todos los
fenómenos, son inseparables.
LOS TRES AMBITOS DE EXISTENCIA
Los Tres ámbitos son el último de los componentes de ichinen sanzen. Ellos son: el ámbito de
los cinco componentes, el ámbito de los seres vivientes, y el ámbito del medio ambiente.
Podemos considerar estos Tres ámbitos como las tres dimensiones del mundo fenoménico en el
cual los Diez Mundos se manifiestan.
Los cinco componentes se combinan para formar un ser viviente. Los seres vivientes son seres
individuales que manifiestan los Diez Mundos. El ambiente es donde los seres vivientes llevan a
cabo sus actividades. Los cinco componentes son:
Forma (shiki): El aspecto físico de la vida que posee atributos tales como la forma y el color.
Forma también indica los cinco sentidos - vista, oído, olfato, gusto y tacto- a través de los cuales
uno percibe su mundo externo.
Percepción (ju): La función de recibir información externa a través de los cinco órganos
sensoriales (los cinco sentidos) más la mente ( que integra las impresiones sensoriales).
Conceptualización (so): La función por la cual uno forma una idea o un concepto sobre lo que ha
sido percibido.
Volición (gyo): La voluntad de tomar acción hacia lo que ha sido percibido. (La acción misma
sería clasificada como "forma").
Conciencia (shiki): La función discerniente de la vida que puede hacer juicios válidos, distinguir
entre lo bueno y lo malo y así sucesivamente. La conciencia también actúa para apoyar e
integrar los otros cuatro componentes.
La forma corresponde al aspecto físico de la vida y los otros cuatro al aspecto espiritual. Sin
embargo, como el Budismo sostiene que los aspectos materiales y espirituales de la vida son
inseparables, no hay forma sin percepción, conceptualización, volición y conciencia y tampoco
puede haber conciencia sin forma, percepción conceptualización y volición. Los cinco
componentes deben ser entendidos como un todo y asimilados en términos de su interrelación.
Las diferencia entre los Diez Mundos son reflejadas en el funcionamiento de los cinco
componentes. Por ejemplo, en el estado de Infierno, uno percibe y reacciona a un fenómeno
dado en forma muy diferente que si hubiera encontrado en el estado de Bodhisattva. El karma
que uno crea por lo tanto también diferirá. Por ello, los cinco componentes están coloreados por
el karma individual formado en vidas sucesivas y ellos también funcionan para acumular karma
posterior.
El segundo ámbito es el de los seres vivientes. Todos los seres vivientes, desde aquellos en el
estado de Infierno a aquellos en el estado de Budeidad, están formados por la unión temporaria
de cinco componentes -temporaria porque se desintegrará al morir. Cualquiera de esos Diez
Mundos que sirva de base para el funcionamiento de los cinco componentes, se manifestará
también en el ser viviente formado por esos cinco componentes. Ya que los seres vivientes son
percibidos como una unión temporaria de los cinco componentes, surge la interrogante de por
qué se debiera establecer un ámbito separado para ellos, aparte del ámbito de los cinco
componentes. La respuesta es que esos dos ámbitos consideran los seres vivientes desde
ángulos diferentes. El ámbito de los cinco componentes analiza los seres vivientes en el
funcionamiento de los componentes físicos y espirituales, mientras que el ámbito de los seres
vivientes lo considera como un individuo integro capaz de interactuar como el ambiente. El
ámbito de los seres vivientes también puede interpretarse en el plural como un grupo de seres
vivientes. En este sentido, el reino de los seres vivientes indica la verdad que nosotros vivimos
en un estado de interrelación perpetua y dependencia mutua con otros seres vivientes. Sin
embargo, a menudo caemos bajo la ilusión de que el "yo" es de alguna manera absoluto e
independiente de los demás. El Budismo enseña que el sufrimiento nace finalmente de este
egocentrismo. La idea de que "los seres vivientes no son más que una unión temporaria de los
cinco componentes" tenía la intención de ayudar a romper la el apego a una idea de uno mismo
como fija y absoluta.
El tercer ámbito es el del medio ambiente ñ el lugar donde los seres vivientes habitan y del cual
dependen para subsistir. Este incluye toda forma de vida como las plantas, arboles, montañas,
ríos y así sucesivamente. Cualquiera de los Diez Mundos que sea manifestado por un ser
viviente, se manifestará en el medio ambiente. Como se explicó anteriormente, los Diez Mundos
fueron originalmente concebidos como ambientes físicos distintos. El Infierno se consideraba
estar bajo de la tierra, el Paraíso en la cima del Monte Sumeru, y así sucesivamente. De acuerdo
con la teoría de ichinen sanzen, sin embargo, la tierra misma, como los seres vivientes, posee
todos los Diez Mundos. La única diferencia es que el ambiente no tiene una condición de vida
independiente. Manifiesta uno u otro de los Diez Mundos en respuesta a la condición de vida de
los seres vivientes que la habitan. Por ejemplo, aquellos en el estado de Hambre experimentarán
un ambiente determinado en una forma diferente que lo harían en el estado de Humanidad. La
implicación más significativa aquí es que los seres humanos pueden transformar su ambiente
elevando su propio estado de vida. No hay un ámbito especial donde mora el Buda. Mejor dicho,
al manifestar nuestra Budeidad innata, los seres humanos pueden hacer del ambiente inmediato
la tierra del Buda.
Mientras los Diez Mundos y los Diez Factores son comunes a todos lo seres, los Tres ámbitos
explican que no hay seres iguales. La diferencias más básicas expresadas en los Tres ámbitos
de existencia son las de los Diez Mundos. Aún entre los seres vivientes en el mismo mundo de
Aprendizaje, no habrá dos que tengan la misma forma física, o dos que percibirán,
conceptualizarán y responderán al mundo exactamente de la misma manera. Tampoco ninguno
de ellos tendrá el mismo ambiente, pues cada persona se interrelaciona en forma única con el
resto del mundo
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