Un retrato de la educación

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Un retrato de la educación
Roberto Fermín Bertossi
Para la Educación, todo esquema de enseñanza/aprendizaje, implica el propósito
coherente, consistente e irrenunciable de formar buenas personas y mejores
ciudadanos.
Pocas profesiones poseen como la educación, este carácter de vocación, de `llamado`
para una misión abnegada en favor de la sociedad, esta es, la transformación social
para un mundo más justo y mejor para todos, sin acepción de personas.
Educar y aprender son actos sagrados que forman y enriquecen vidas, que dan sentido
y sabor a crecimiento con horizontes de movilidad y progreso permanentes.
Son muchísimos los maestros y profesores para los cuales, parte o todo su trabajo
educativo, sigue siendo un modo para transformar y enriquecer el mundo,
comprometiendo y ´jugándose´ en ello, su propia realización personal.
Por eso, toda huelga o resistencia más que legitimas Vg., de nuestros maestros rurales
como de docentes universitarios, conmueven y emocionan, mucho más cuando a
pesar de todo, admirable y magnánimamente, ellos en general, se niegan a abandonar
a sus alumnos, a sus obligaciones, compromisos y responsabilidades; no solo
educativas sino, familiares, ciudadanas y de solidaridad social.
No obstante la hipocresía política educativa, materializada en toda desigualdad
distributiva escandalosa de los recursos públicos, toda huelga perjudica tanto a
estudiantes como a planes de enseñanza/aprendizaje; resumiendo, a todo el sistema
educativo y, de una u otra forma, a todo un país.
Los estudiantes siempre tienen derecho a aprender, superrazón por la cual, nunca
deberían ser ´penalizados´ por los horrores redistributivos de corruptos funcionarios
públicos los que “según sus frutos”, son ajenos, extraños e indiferentes a la Educación.
La mejor perspectiva docente consiste en que toda educación es “misión” –reitero-,
una vocación hecha donación, entusiasmo y compromiso solidario intergeneracional,
tan imprescindible como insustituible; en suma, tan valiosa y lozana como para
malograrla irresponsablemente truncando el mejor instrumento de transformación
social.
Si bien estamos, en principio, en contra de una huelga o de cualquier intermitencia en
el campo educativo, no obstante y sin perjuicio de lo dicho, ante retrocesos
educativos, malas condiciones de trabajo, pésimas remuneración de los docentes, etc.,
podemos vernos compelidos para adherir a las protestas de maestros, educadores y/o
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profesores, indignados por la violenta estatal y perversas asignaciones retributivas, las
que así, solo acreditan un tremendo desprecio y peligrosísima subestimación para con
la formación y las dignas remuneraciones educativas, tan alimentarias como
innegociables.
Sobre esto ultimo, con solo leer un presupuesto nacional o provincial y comprobar sus
partidas para Educación, verificamos la reproducción de un apotegma, también
aplicable a la cuestión: “¡el interés es la medida de la acción y, en este caso, también
de la redistribución!”
Ningún educador debe permanecer en silencio ni pasivamente ante cualquier cuestión
educativa injusta, no solo en materia salarial (constante pérdida de poder adquisitivo
salarial/jubilatorio) sino en la dotación de ambientes favorables, propicios y
satisfactorios para la formación, para la autoformación, para la capacitación e
información de alumnos, para material didáctico, para asimilación y equipamiento
tecnológico, etc.
Pero, la realidad de años de huelgas, de reiterados paros como de manifestaciones
docentes y no docentes `no escuchadas`, nos revela que en los hechos y en los datos
cualitativos disponibles, todos hemos involucionado con la involución del campo
educativo.
Al mismo tiempo, las promesas y los planes de los últimos gobiernos, sólo han tenido
éxito en la ampliación del acceso a la escuela pero, reiteramos- poca influencia en la
calidad de la educación para todo lo cual, mucho tendríamos para aprender y asimilar,
con solo abrevar sin ir más lejos, en las actuales políticas educativas ecuatorianas, que
vienen cobrando reconocimiento mundial.
Así, nuestro sistema educativo resulta perverso, castigando y denigrando a los
trabajadores de la educación, no sólo al explotarlos con bajos salarios sino con cargas
inhumanas o escenarios en los que deben asumir responsabilidades postmodernas,
para las cuales no fueron formados, preparados ni capacitados a lo largo de su proceso
formativo ni de su ejercicio docente.
Esto lo vemos agudizado, singularmente, durante este último cuarto de siglo cuando
surge la aplicación e influencia masiva de Internet, como resultado de las
investigaciones universitarias mediante la Red ARPANET que luego se transformaría –
reitero-en la apabullante Internet actual, con todos sus derivados más las novedades
de las comunicaciones y de las otras tecnologías imperantes entre nosotros.
Nos agravia también que todo eso termine, inadvertidamente, desalentando y/o
destruyendo el sentido de la misión educativa con creciente incertidumbre e
inseguridad para quienes son verdaderos ´hacedores´ en la construcción educativa de
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humanismo, de ética, de conocimientos y cualificaciones generales o particulares,
fundamentalmente de derechos y deberes democráticos traducidos y medibles en
grados de cultura cívica y responsabilidad ciudadana.
Concretamente, al servicio educativo docente lo han ´convertido´ en una mercancía
más, escandalosa y extravagantemente negociada e intercambiada en un vil mercado a
donde solo concurren arteras, aviesas e indolentes componendas políticas con
desleales dirigentes gremiales.
Por eso también, no resulta ni extraño ni inverosímil que tantos excelentes alumnos –
ahora profesionales o no-, hayan postergado o abandonado su vocación a la docencia,
advertidos y espantados de las paupérrimas condiciones en que hoy se desenvuelve
ese trabajo/misión, debido a una mentalidad política arrogante, petulante y corrupta
que fue vaciando la Educación de su propio y mas profundo sentido.
Ante semejante dislate o auto boicot nacional, late un clamor social para ya no perder,
postergar ni perjudicar lo mejor de la educación ni la plenitud y consumación de la
misma.
En este siglo XXl, el Estado deberá apoyar, promover y fomentar una `educación con
pantalones largos´, impulsando políticas educativas con prospectivas hipermodernas e
integradoras apropiadas para ir logrando crecimiento, progreso y movilidad
cooperativa, socialmente ascendente, en tanto, la población deberá `acompañar` y
`supervisar´ aportando disponibilidad, reconocimiento, exigencias, colaboración,
responsabilidad, critica constructiva, entusiasmo y solidaridad.
Finalmente, si acaso es cierto que el único fin y limite del Estado es “el bien común”,
no se podrá eludir (o negar en los hechos) en adelante =salvo dolo gravísimo y calificado=,
que con más educación se produce mas simetría de clases sociales, menos desigualdad
y, de tal manera, menos corrupción ante una ciudadanía, recién ahora instruida e
ilustrada.
Veremos… si se persiste con “lograr (?) la suba de la ignorancia” para descender más
aún en toda clase y tipo de servidumbres o, afrontamos con responsabilidad e
hidalguía, los esfuerzos e inversión necesarios para una plena educación excelente y
duradera la cual, asimilada socialmente, nos libere definitivamente de todas las
cadenas, maltratos y sometimientos actuales, puesto que, sólo si somos libres,
entonces seremos capaces de lograr toda libertad, sin eufemismos ni cortapisas, para
vivir, convivir, cuidarnos y disfrutarnos con ella, definitivamente.
Roberto Fermín Bertossi
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Investigador CIJS/UNC
Experto CoNEAU
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