Coloquio Nacional de Teoría de la Arquitectura Rafael López Rangel* El reciente Coloquio Nacional de Teoría de la Arquitectura (23 al 26 de agosto) convocado por la UNAM, la UAM y la UIA, se distinguió por su alto nivel de convocatoria** 57 ponentes, resultado de un no claro criterio de selección, una gran diversidad de intereses y de interpretaciones entre los cuales, al lado de unas cuantas ponencias de indudable calidad, junto a otras que también apuntaron a posiciones transformadoras, escasamente se presentaron preocupaciones que ahora son de urgente tratamiento, tales como los vínculos con los procesos urbanos y sus evidentes patologías sociales y ambientales, la insustentabilidad y dispendio energético, y sobre todo las visiones epistemológicas que tienden a superar los enfoques reduccionistas, para acceder al pensamiento complejo constructivista, tan necesario para enfrentar la hipercompleja y ambivalente problemática actual de nuestra arquitectura, tan necesitada de poner en claro, desde la especificidad urbanoarquitectónica, sus implicaciones socio- ambientales, político-culturales, en los entornos y contornos de un sistema globalizado y altamente segregado. 1. Quedó en evidencia que la teoría de la arquitectura no esta invisible en nuestro país: se encuentra enclaustrada a nivel formal- sobre todo en las instituciones de enseñanza. Lo que nos parece cada vez más invisible, es cierta manera de entenderla, sobre todo aquella que se generó en el momento fundacional del funcionalismo en nuestro medio, por la simple razón de que ya cubrió su cometido antiacadémico y perdió eficacia para enfrentar la actual problemática. En este sentido, entendemos a la teoría de la arquitectura –y de esto hubo indicios en el coloquio- como una construcción conceptual paradigmática, un sistema de ideas capaz de explicar los procesos arquitectónicos en toda su complejidad, y que está multideterminada por procesos de su entorno sociocultural y por su propio movimiento interno de ideas (E. Morin). En consecuencia, una teoría no permanece estática y cerrada, se transforma, y se “disipa”, se organiza en algo distinto a la precedente. Y no faltó quien planteara en el evento, que la Teoría de la Arquitectura, así, con mayúscula, no tiene hoy pertinencia. 2. Evidentemente, se presentó de manera frecuente el ya añejo problema de la desvinculación de la “teoría” con la “práctica”. Se hizo el reconocimiento de la vinculación estrecha y necesaria de la teoría, la historia e incluso la crítica, tanto de manera explícita (González Lobo, Cristina Valerdi y Jorge Sosa, Alejandro Ochoa, entre otros), como implícita, ya que se presentaron menciones e investigaciones históricas, como el trabajo sobre Morelia (Ma. Eugenia Salomao), sobre la primera modernidad de la teoría en México (Victor aria), sobre Arrieta, Rivas Mercado y los trabajos sobre el espacio mesoamericano y la conferencia magistral sobre Barcelona. 3. Se acentuó la tendencia a acotar el ámbito de la teoría de la arquitectura al edificio aislado, y con ello, a subestimar a la problemática urbana (como si ésta fuera objeto de otras especialidades) y a los procesos sociales. Este hecho muestra el relativo éxito de las recientes políticas públicas en torno a incentivar el aislamiento y la “competencia” de disciplinas que debieran estar integradas, para enfrentar con eficacia la aguda problemática de nuestro país en materia de vivienda, la edificación y el “desarrollo urbano”. Empero, se presentaron algunas preocupaciones significativas al respecto, entre las cuales se destaca la ponencia de Carlos González Lobo. Una lección de apertura y profundidad fue la de C. Mijares. 4. La búsqueda del pensamiento complejo, se manifestó en ponencias como la de Estephania Biondi, R. Gómez Arias y Edmundo Sotelo. Apuntemos finalmente que el principio de habitabilidad, que se presentó en el coloquio, puede adquirir profundidad y pertenencias con un manejo complejo. *UAM-X, excluido del Coloquio. ** acudieron al evento cerca de una veintena de instituciones foráneas.