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EN EL SESQUICENTENARIO DE THORSTEIN VEBLEN
Enrique A. Bour (UBA y FIEL)
Octubre de 2007
Deseo felicitar a Alberto José Figueras y Hernán Morero, ambos profesores de la
Universidad Nacional de Córdoba, por el cálido recuerdo 1 del sociólogo y economista
noruego-americano Thorstein Veblen a los ciento cincuenta años de su nacimiento (18571929) (Foto). A mi parecer han hecho un excelente resumen de dos de las obras principales
de Veblen, The Theory of the Leisure Class: an economic study of institutions (1899) y Theory
of Business Enterprise (1904).
Con anterioridad ya había escrito Why is Economics Not an Evolutionary Sience (The
Quarterly Journal of Economics, vol. 2, 1898) y The Beginning of Ownership (American
Journal of Sociology, vol. 4, 1898-1899).
He preparado este comentario con el objetivo de contribuir al propósito de los autores,
mencionando que otras obras importantes de Veblen pueden ser bajadas del sitio de
Wikipedia, que son una evidencia del gran alcance que tuvo la obra de este economista. Me
voy a referir en particular a su juicio sobre la teoría del capital de Irving Fisher (Fisher’s
Capital and Income, Political Science Quarterly, volume 23, 1908) y a la economía socialista
de Karl Marx (The Socialist Economics of Karl Marx and His Followers, The Quarterly Journal
of Economics, volume 20, 1906 y 1907).
La obra en cuestión de Irving Fisher es The Nature of Capital and Income (1906) que luego
desarrolló en forma más completa en su Theory of Interest (1930) en la cual figura su famosa
“segunda aproximación a la teoría del interés”. Recordemos que el problema de decisión de la
empresa es planteado dentro de este enfoque como un explícito problema de decisión
intertemporal.
Veblen considera a la obra de Fisher como del tipo producido por la economía teórica cuyo
contenido no hace gran cosa por “incrementar y difundir el conocimiento”. Tal severidad surge
de compararla con la producción de la escuela austríaca – como carente de vida y vacía,
como una simple taxonomía de fenómenos. Dice: No tenemos intención de menospreciar a la
taxonomía, pero las definiciones y clasificaciones no son más necesarias en economía que en
otras ciencias que las han dejado atrás. En otros términos, acusa duramente a la teoría de
Fisher de no constituir más que un conjunto de definiciones y clasificaciones, que en sí no
constituyen el objetivo de las ciencias modernas. Si se profundiza la crítica de Veblen, se
observa que termina cuestionando postulados calificados como “metafísicos”, como el
“principio hedónico” de maximizar el bienestar. Y continúa: Para satisfacer las necesidades de
la ciencia, conceptos modernos como “capital” e “ingreso” deben ser definidos por medio de la
observación más que del raciocinio.
Es cierto que el término “capital” es un concepto muy empleado por el hombre de negocios
moderno. Pero a veces se lo hace sin apreciar todas sus consecuencias. En el modelo de
Fisher – en el que todo el capital es circulante (lo que es señalado correctamente por Veblen),
aspecto que sería posteriormente expandido al capital fijo por Friedrich Hayek en su Pure
Theory of Capital (1941) – se derivan dos proposiciones refutables nítidas: 1) las decisiones
de inversión de la empresa son independientes de las preferencias del propietario; 2) las
1
Alberto José Figueras y Hernán Morero, Veblen en su sesquicentenario (y la corriente
institucionalista).
decisiones de inversión de la empresa también son independientes de las decisiones de
financiación. Esta teoría – que ha pasado a ser conocida como el enfoque de Fisher/
Hirshleifer – hoy domina el saber convencional 2. Y las observaciones metodológicas de
Veblen han quedado justamente relegadas al olvido.
En su reseña de las teorías de Marx, Veblen las caracterizó por su grado de osadía y su gran
consistencia lógica, con un “aire de originalidad y de iniciativa tales que son encontradas con
escasa frecuencia en las ciencias que tienen que ver con la cultura humana”. “Difieren en
todas sus características de todos los sistemas teóricos precedentes, ya sea en sus premisas
ó en sus objetivos.” ¿Veblen marxista? Todo lo contrario: el sistema Marxista no solamente no
se puede mantener de por sí, sino que ni siquiera es inteligible. Discutir un aspecto aislado del
sistema (como la teoría del valor) desde el punto de vista de la economía clásica (como el que
ofreció Böhm-Bawerk) es tan fútil como la discusión sobre cuerpos sólidos en dos
dimensiones.
Veblen quedó impresionado con la lógica interna del sistema marxista: No hay sistema de
teoría económica más lógico que el de Marx. Ningún miembro ó artículo de doctrina puede ser
comprendido, criticado, ó defendido excepto como un miembro articulado del todo y a la luz
de los preconceptos y postulados que permiten partir de allí. Analizó a continuación el linaje
marxista procediente de dos vertientes, el sistema materialista hegeliano y el sistema inglés
de los derechos naturales. Sus ideales de propaganda son ideales de derecho natural, pero
su teoría del desarrollo de estos ideales a través de la historia descansan en la metafísica del
desarrollo de Hegel, y su método de especulación y de elaboración teórica fue la dialéctica
hegeliana.
De particular interés para el economista es su afirmación de que en un sistema capitalista la
determinación del valor de cambio de los bienes surge de un proceso de maximización
competitiva de los beneficios, de lo cual concluye que “los valores de cambio difieren en forma
errática de las proporciones legítimas que les corresponden. Los críticos de Marx identifican
usualmente al concepto de “valor” con el de “valor de cambio” y muestran que la teoría del
“valor” no se ajusta a los hechos de los precios bajo el sistema de distribución existente. Y
esperan con ello haber refutado a la doctrina marxista, pero en realidad ni siguiera han
llegado a su superficie.” Veblen atribuye la falta de comprehensión de los críticos a la
oscuridad oracular de Marx (posiblemente a propósito). Deduce que estas refutaciones no
han sido concluyentes y que la crítica de Marx al sistema capitalista se obtiene por implicación
en su desarrollo de la manera en que los valores de cambio reales de los bienes difieren de
su valor trabajo.
Observa que, si bien identifica su doctrina con la teoría del valor-trabajo de David Ricardo, la
relación entre ambas es una “coincidencia superficial” más que una coincidencia sustancial de
contenido teórico. A diferencia de Ricardo, en cuya teoría “la fuente y medida del valor se
ubica en los esfuerzos y sacrificios realizados por el productor, posición a la que Ricardo
había adherido en forma vaga y acrítica siguiendo la posición utilitarista de Bentham, según la
cual el hecho decisivo sobre el trabajo es su carácter fastidioso y molesto”, para Marx ésta no
es la cuestión relevante en lo concerniente a la relación entre trabajo y producción. Esto está
patente en el hecho de que no existe teoría de la plusvalía en el sistema ricardiano. En Marx
la fuerza de trabajo invertida en la producción es en sí un producto que tiene un valor
sustancial correspondiente a su propio costo de producción. Valor de la fuerza de trabajo
2
Para un tratamiento mas riguroso de este tema, consultar E. F. Fama and M. H. Miller, The Theory of
Finance, Holt, Rinergart and Winston, New York, 1972.
invertida y valor del producto creado por esta inversión no necesariamente son iguales.
Veblen observa que el “resultado más grave” de este discrepancia sistemática es la
acumulación de capital a partir del trabajo impago y el efecto de la acumulación sobre la
población trabajadora. La teoría del valor conduce así a la doctrina del ejército industrial de
reserva y al colapso del sistema capitalista. “Como Marx siempre fue un agitador socialista así
como un economista teórico, puede afirmarse que la ley de la acumulación es el climax de su
magna obra, ya sea considerada como un teorema económico o como un principio de la
doctrina socialista.”
Veblen pasa en este punto a considerar el carácter insustentable de esta teoría. Dejando de
lado la doctrina de la miseria creciente de la clase trabajadora, los postulados de la filosofía
hegeliana sin los cuales el marxismo de Marx carecería de base (indica que el Darwinismo ha
reemplazado al Hegelianismo en los hábitos modernos de pensamiento), considera que la
mayor fragilidad de la teoría, considerada como una teoría del crecimiento social, radica en su
doctrina del creciente ejército de desempleados. Esta teoría “implica como postulado que la
población siempre crecerá, sin referencia alguna a los medios de vida actuales o futuros”. Y
agrega: Nadie a partir de Darwin ha tenido el atrevimiento de decir que el aumento de las
especies humanas no está condicionado por los medios de vida... Marx, como Hegeliano que
era – lo cual es decir un filósofo romántico – era necesariamente un optimista, y las penurias
(elemento antitético) de la vida se le aparecían como un mal lógicamente necesario, como la
antítesis es una fase necesaria de la dialéctica; como una forma de consumación, ya que la
antítesis es un camino hacia la síntesis.”
Thornstein Veblen caracterizó así a la teoría marxista, caracterización que no ha
experimentado cambios sustanciales desde entonces. Termino aquí este breve comentario
sobre dos obras de un autor que resulta esencial para entender el pensamiento económico
del siglo veinte.
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