Revista electrónica ddeser no. 36 Derechos humanos de las Mujeres. (por Diana Maffia) Los derechos humanos tienen una serie de características que los definen: son innatos y congénitos (porque se extienden a todo el género humano, en todo tiempo y lugar), son inalienables (porque pertenecen en forma indisoluble a la esencia misma del ser humano), son absolutos (porque su respeto se puede reclamar indeterminadamente a cualquier persona o autoridad), son necesarios (porque su existencia deriva de la propia naturaleza del ser humano), son inviolables (porque ninguna persona o autoridad puede actuar legítimamente en contra de ellos), salvo en conflicto de derechos por exigencias del bien común de la sociedad), son imprescriptibles (porque forman un conjunto de derechos que rige de modo inseparable). Si bien hablar de derechos humanos de las mujeres pueda parecer un pleonasmo, la historia muestra que durante siglos éstos fueron pensados sólo para varones; y, pese al avance del feminismo, todavía a las mujeres les resulta dificultoso incluirse plenamente en los instrumentos supuestamente universales de protección de derechos, cuando el paradigma de lo humano es el varón. Desde ese paradigma, las mujeres han sido concebidas (y ubicadas socialmente) como inferiores, sumisas y dependientes. Suele reconocerse como un antecedente clave en la concepción universalista de los derechos humanos la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, de 1789, en el marco de la Revolución Francesa. Esta revolución, se nos ha enseñado, significa el fin de un estado de servidumbre y el acceso a la ciudadanía. Pero no se mencionan las limitaciones en la distribución de tales derechos: por nombrar sólo una, no incluía los derechos de las mujeres. Olimpia de Gouges, una luchadora revolucionaria, redacta en 1791, la Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana, para subsanar esa omisión. A consecuencia de ello Robespierre ordena guillotinarla en 1793 “por el delito de haber olvidado las virtudes de su sexo para mezclarse en los asuntos de la república” y sus compañeras fueron recluidas en hospicios para enfermos mentales. El delito en cuestión era la extensión de los derechos pretendidamente universales a la mitad olvidada: las mujeres. Gouges pagó con su vida creer que la palabra “hombre” era un término universal, no sexista. Esta lectura prevalece hoy en algunas teorías políticas y declaraciones que involucrarían a las mujeres “implícitamente”, y que está en la base del tratamiento de las mujeres, como una “minoría social” incluso por quiénes se interesan en sus derechos. Cuando Marx en La cuestión judía critica las limitaciones de la concepción liberal de los derechos humanos, advierte que no alcanza a todos los varones sino sólo a los que eran propietarios, pero ni siquiera considera digno mencionar que no 1 Revista electrónica ddeser no. 36 alcanza a ninguna mujer. La ideología patriarcal (que asegura la supremacía masculina institucionalizada) atraviesa como un continuo en el tiempo, el espacio y los sistemas de pensamiento más diversos y por eso requiere un tratamiento específico. Socialismo y capitalismo nunca han sido términos opuestos desde el punto de vista del sostenimiento de este poder patriarcal. La llamada “cultura de los derechos humanos” ha ido avanzando y profundizándose desde la “Declaración Universal de los Derechos Humanos” de 1948, pasando por la firma de dos pactos en 1966 (el “Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales” y el “Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos”) en que se reconocen no sólo derechos individuales sino también “colectivos” o “de grupo”, hasta el desarrollo de muchos instrumentos internacionales y regionales que protegen y otorgan contenido sustantivo y precisión normativa a los derechos humanos y libertades fundamentales que la ONU y sus estados miembro tienen la obligación de promover. Muchos de estos instrumentos se han logrado a partir de movimientos sociales, y del trabajo informativo y de concientización de las organizaciones no gubernamentales. En 1975, la ONU realiza en México la primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, prestando así especial atención a la situación de retraso en el cumplimiento de sus derechos. Se declaró ese año como Año Internacional de la Mujer, y los Estados Miembro se comprometieron en un “Plan de Acción” cuyo resultado fue la proclamación por la Asamblea General de la ONU del “Decenio de la Naciones Unidas para la Mujer 1975-1985”. Un instrumento que nos interesa especialmente es la aprobación en 1979 de la “Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer”. La Convención entro en vigor en 1981, y más de 130 países han consentido aceptar obligatoriamente sus disposiciones, preocupados -según expresan los considerándoos de la misma- “al comprobar que a pesar de estos diversos instrumentos las mujeres siguen siendo objeto de importantes discriminaciones”. En 30 artículos se consagran en forma jurídicamente obligatoria principios y medidas para que la mujer goce de derechos iguales en todos los aspectos, ampliando las disposiciones generales de los derechos humanos. La disposición reciente más importante es la “Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer”, conocida como “Convención de Belem do Para”, aprobada en junio de 1994 por la Asamblea General de la OEA. Establece a nivel mundial el parámetro legal en torno a la violencia contra las mujeres, al cual quedan sujetos todos los países signatarios de dicha Convención. Es muy relevante, porque las mujeres han sido víctimas sistemáticas de formas de violencia como la violación, el estupro, el abuso sexual, el incesto, la prostitución forzada, el tráfico, la esclavitud sexual, el hostigamiento y acoso sexual en instituciones laborales y educativas, las mutilaciones genitales, la esterilización 2 Revista electrónica ddeser no. 36 forzada, el aborto forzado, el infanticidio y la utilización sistemática de mujeres como arma de guerra en conflictos armados. Si la Convención es un avance, se puede pensar también que constituye un reconocimiento palmario de la insuficiencia y limitaciones de los anteriores instrumentos (universales) para garantizar los derechos de las mujeres. Comúnmente se percibe la violación de derechos humanos en caso de tortura, encarcelamiento, ejecución o desaparición por cuestiones políticas, y se visualiza a los sujetos de tales derechos como presos políticos, soldados derrotados, exiliados y refugiados: en su casi totalidad varones. La violencia contra las mujeres es parte de la cotidianeidad doméstica. Estos crímenes de la vida diaria, a veces cometidos en el seno de la familia, no son percibidos como violaciones a los derechos humanos. No sólo debe señalarse la condición particular de la mujer como parte de los derechos ya reconocidos de “primera generación” (civiles y políticos), “segunda generación” (económicos, sociales y culturales), “tercera generación” (derechos globales como paz, medio ambiente y desarrollo) y “cuarta generación” (derechos colectivos o derechos de los pueblos, como los derechos indígenas o los derechos étnicos). Todo esto es importante y necesario: que haya instrumentos y comisiones especiales sobre la mujer, y que se señale su situación en cada una de las generaciones de derechos humanos. Aunque plantea limitaciones, como definir la violación como un abuso contra los derechos humanos sólo cuando ocurre bajo custodia estatal (como en situaciones de guerra), pero no cuando ocurre en las calles o en el hogar. En la Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos, (Viena, 1993, realizada por la ONU), las ONG’s de mujeres realizaron una campaña para el reconocimiento de los derechos de la mujer, bajo el lema “los derechos de las mujeres son derechos humanos”. A través del Tribunal sobre la violencia contra las mujeres, y con la tragedia de Sarajevo cercana y condenada por todo el mundo (violación sistemática de mujeres como una herramienta de guerra y de limpieza étnica, reclamaron que se visibilizara de otro modo el sufrimiento invisible de millones de mujeres. Por primera vez, la comunidad internacional se vio precisada a declarar que “ los derechos humanos de la mujer y de la niña son parte inalienable, integrante e indivisible de los derechos humanos universales”. Es un desafío transformar el concepto de derechos humanos desde una perspectiva de género Alda Facio sostiene que hay sexismo en los conceptos, en las teorías, en las declaraciones y en la práctica de los derechos humanos. Por ejemplo, en cuánto a los conceptos, el de “trabajo” no contempla el trabajo doméstico; se da prioridad a la “propiedad privada” cuando las mujeres son dueñas del 1% de la tierra, y la “integridad física” no impide la cliteridectomía. En cuánto a las teorías, tanto el naturalismo como el positivismo tienen como prototipo de sujeto de esos derechos al varón de la especie humana. Los logros de las mujeres han sido que se le extiendan en algunos casos esos derechos supuestamente válidos para toda la especie, en vez de reconceptualizar el listado 3 Revista electrónica ddeser no. 36 partiendo de las necesidades e intereses de ambos sexos. Respecto a las declaraciones, en realidad el sujeto de la Declaración francesa es el varón burgués, rico y educado. Desde la práctica, sólo los organismos que se especializan en la cuestión de la mujer se han preocupado por los derechos de las mujeres, no así los que se especializan en la defensa de los derechos humanos. El feminismo desafía el poder patriarcal al exigir que las mujeres sean tratadas como humanas con derechos: a la integridad física, la potestad sobre sus cuerpos; al trabajo, la educación, la cultura, el acceso al poder; a una vida sexual y reproductiva plena y sana; al acceso a la tierra y las facilidades financieras; a ser tratadas con dignidad en igualdad de condiciones y oportunidades. Facio, A & Fries, L., Genero y Derecho. , American University/La Morada, Santiago de Chile 2000. - Human Rights: A Compilation of International Instruments of the United Nations. - Isis Internacional, La mujer ausente. Derechos Humanos en el Mundo. Ediciones de las Mujeres, Sgo. de Chile 1991. - Maffía Diana. "De los derechos humanos a los derechos de las humanas", en Maffía D. & Kuschnir C. (comp), Capacitación política para mujeres: Género y cambio social en la Argentina actual. Feminaria Editora, Buenos Aires 1994. Diana Maffía 4