La sociedad internacional

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La sociedad internacional: su efectividad frente a ‘eje del mal’
La guerra de Irak, el enriquecimiento de Uranio por parte de Irán, las pruebas nucleares
realizadas por Corea del Norte y la guerra de Oriente Medio entre Israel y Hezbolá, han
sido situaciones que han puesto a prueba la efectividad de la teoría de la sociedad
internacional en un contexto de lucha antiterrorista. Frente a Irak, esta teoría fue
desvirtuada porque Estados Unidos actuó de forma unilateral violando las normas
internacionales. Entretanto, la diplomacia, la multilateralidad, la disuasión nuclear y el
papel de las organizaciones internacionales han tenido un papel protagónico en Irán,
Corea del Norte y a guerra entre Israel y Hezbolá, situación que ha permitido que dicha
teoría mantenga su efectividad frente a un marcado interés de Estados Unidos por actuar
de forma unilateral llevado por sus intereses.
Palabras
claves:
Sociedad
Internacional,
Teoría
Relaciones
Internacionales,
Terrorismo, eje del mal, Estados Unidos.
The International Society: its effectiveness front ‘axis of evil’
Iraq’s war, Iran’s uranium enrichment, North Korea’s nuclear test and the War between
Israel and Hezbollah in Middle East, had been situation that to put on approval
International Society Theory’s effectiveness in a context of anti terror war. In Iraq, this
theory was distorted because United States acted following a unilateralism politic in
which United States infringed the international law. Meanwhile, diplomacy,
multilateralism, nuclear détente and International Organization they have had a
protagonist paper in Iran, North Korea an War between Israel and Hezbollah. This
situation have permitted that International Society Theory keep a certain effectiveness
in view of a serious interest of United States for acting unilaterally.
Key Words: International Society, International Relations Theory, Terrorism, axis of
evil, United States.
La sociedad internacional:
Su efectividad frente al ‘eje del mal’
Andrés Felipe Giraldo Dávila
El sistema internacional ha padecido serios quebrantos que debilitan de cierta forma la
estructura de una sociedad de Estados debidamente conformada.
I
La guerra en Irak iniciada en 2003, el enriquecimiento de uranio por parte del gobierno
teocrático de Irán, la guerra entre Israel y Hezbolá en territorio libanés, sumado a las
pruebas nucleares impartidas por el gobierno de Kim Jong Il en Corea del Norte, han
sido hechos que han puesto en duda la eficacia de una sociedad internacional
teóricamente propuesta. Cada una tiene como común denominador la guerra explícita o
la amenaza de conflicto, así como el quebrantamiento de los intereses, normas y
principios que riñen con los presupuestos otorgados por la teoría de la sociedad de
Estados.
El orden en la vida social se sostiene bajo tres pilares fundamentales1; en primera
instancia, las sociedades propenden por asegurar la vida producto de la violencia
latente; de otra parte, los pactos y promesas establecidas por la sociedad deben ser
respetados; y en tercera medida, las sociedades promulgan una defensa o aseguramiento
de sus pertenencias. Dichos parámetros del orden social moderno, al ser trasladados al

Andrés Giraldo es magíster en Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Javeriana,
actualmente es profesor de Geopolítica, Comunicación Pública y Política y Teoría de Públicos en la
Facultad de Comunicación de la Universidad de Medellín. [email protected]
1
Bull, Hedley. (2005), La sociedad anárquica: un estudio sobre el orden en la política mundial, Madrid,
Catarata, p. 57.
ámbito de los Estados-nación, se traducen en evitar la guerra, cumplir los tratados y no
infringir la soberanía de las unidades políticas.
Para cumplir con estos elementos básicos del orden, los Estados deben, de forma
autónoma, circunscribirse en unos principios, normas e intereses comunes en aras de
fortalecer la sociedad internacional. El interés del Estado comulga con los objetivos que
cada unidad política persigue dentro del sistema internacional teniendo como soporte
sus capacidades de actuar en la política mundial; en cuanto a las normas, este elemento
gira en órbita con el respeto de las leyes internacionales por parte de los Estados, en
donde las instituciones intergubernamentales son las encargadas de vigilar el
cumplimiento de la normatividad. “Una sociedad de Estados existe cuando un grupo de
Estados, consciente de sus intereses y valores comunes, forman una sociedad en el
sentido de que se consideran unidos por una serie de normas comunes que regulan sus
relaciones y de que colaboran en el funcionamiento de instituciones comunes.”2
Esta postulación paradigmática clásica propuesta por la escuela inglesa de las relaciones
internacionales, en época de Guerra Fría, se soportaba con la consolidación de una serie
de instituciones teóricas como el derecho internacional, el balance de poder, la
diplomacia, el papel de las grandes potencias y la guerra. Estos componentes de la teoría
de la sociedad internacional se consagraron bajo la premisa de que en la Guerra Fría la
estructura estaba dominada por la anarquía, que consiste en a ausencia de un gobierno
mundial que regule las pautas y los comportamientos internacionales, por lo que a los
mismos Estados-nación les corresponde afianzar unas normas y pactos para consolidar
la coexistencia y cooperación entre las distintas unidades políticas para llegar, a través
de esas normas, a la solidificación de una justicia mundial o cosmopolita. En este
sentido, la teoría de la sociedad internacional formulada por Hedley Bull en 1977
contempló una serie de instituciones que coadyuvaron al mantenimiento de un orden
internacional sistémico, en el cual todos los Estados se encontraron unidos y
entrelazados por una serie de intereses que hacían parte de un sistema integral. Sin
embargo, el fin último de esa sociedad internacional postulada consistía en que, gracias
al orden establecido por el respeto de las normas, los pactos y la soberanía, el siguiente
2
Bull… op. Cit, p. 65.
paso del sistema internacional era el alcance universal de la moral, o en otras palabras,
la consolidación de una justicia global.
Dichos ejes de esta teoría internacional estaban diseñados bajo un esquema bipolar del
mundo, en donde las dos superpotencias –Estados Unidos y la Unión Soviéticasometían a sus respectivas áreas geopolíticas de influencia en una confrontación
ideológica con el objeto de preservar la supervivencia de la raza humana. Bajo esta
estructura, se consolidaron las pautas, normas e intereses que organizaron al sistema
internacional dentro de un entramado de tentativas de conflicto y cooperación. “El
comunismo es el mal de la humanidad”, se llegó a promulgar desde el bando
estadounidense. A su vez, se edificaron una serie de instituciones que aliviaron de cierta
forma las amenazas de guerra, como por ejemplo la disuasión nuclear mutua; y, se
diseñaron toda una cadena de organizaciones internacionales que desde su inicio
tuvieron como finalidad la preservación de la paz y la búsqueda de intereses
cooperativos para el conjunto del sistema mundial.
Con la caída del muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética, dicha
estructura se transformó; los paradigmas explicativos se modificaron, situación que
sometió a la teoría de la sociedad internacional por un camino doctrinario en el cual se
tuvo que adaptar al contexto de la globalización, por lo que su explicación teórica se
dirigió a lo que se denomina gobernanza global, un criterio más que idealista en su
concepción3, ya que con la hegemonía de Estados Unidos en la década de los noventa,
esta serie de posturas universalistas se amoldaron a una estrategia de dominio a escala
planetaria matizada en la puesta en escena de la ideología neoliberal, de
democratización y libre mercado como los valores ‘justos y necesarios’ para que el
conjunto de las naciones lograran un desarrollo óptimo. La dimensión económica pasó a
ocupar el primer orden político del mundo impulsado desde La Casa Blanca, ya que el
enemigo militar había desaparecido y la ideología ‘pagana’ ya no existía. Por ello, la
Tercera Ola de la Globalización se materializó y alcanzó todos os rincones del planeta.
3
La gobernanza global se refiere un conjunto de acuerdos para el manejo de temas, resolución de
conflictos y la ubicación de diversos intereses en los que están implicados tanto los Estados como los
actores no estatales quienes deben trabajar juntos en el manejo de los asuntos globales. También se refiere
a los canales transnacionales, la construcción de instituciones y las normas entre las empresas, los cuales
deben consolidar una justicia cosmopolita. Véase: Makinda, Samuel. (2002), “Hedley Bull and global
governance: a note on IR theory”, Australian Journal of International Affairs, Vol. 56, No. 3, pp. 361371.
Los atentados del 11 de septiembre de 2001 (11-S) propiciaron un golpe fulminante al
corazón ideológico de la potencia hegemónica: Estados Unidos. Toda esa estrategia
globalizadora de los años noventa se vino a pique al igual que las Torres Gemelas,
edificios que representaban el desarrollo capitalista. Al mismo tiempo, el Pentágono en
llamas, símbolo de la invulnerabilidad de la nación, significó que en un mundo
globalizado nadie está a salvo ni se puede declarar totalmente protegido, ya que por más
tecnología, recursos e inteligencia que se posea, un minúsculo grupo puede utilizar
bombas ‘novedosas’ como los aviones para producir daño y pánico.
Los atentados, producto mediático de la información al instante en vivo y en directo,
produjo un odio a los ‘otros’, es decir, a aquellos que están en contravía con los valores
que llevaron a Occidente a la consolidación del desarrollo. Pero fue precisamente
producto de ese desarrollo que se formaron asimetrías, pobrezas, excluidos y atrasados
que, al regarse en tierras subdesarrolladas, brotan las más extremas formas de violencia
como voz de protesta a la hegemonía de Estados Unidos. Por ello el gobierno Bush, al
ver en el piso sus principales símbolos de la cultura liberal y democrática, trajo de
nuevo a escena la seguridad de la nación como el pilar de su política externa, ya que
existen Estados corruptos e inestables institucionalmente que “no comparten los valores
de nuestro progreso”, que además, están relacionados con unas cadenas oscuras de
terrorismo transnacional. Luego del 11-S se dibujaron los nuevos enemigos de la actual
coyuntura internacional: las organizaciones terroristas y los Estados pícaros que poseen
Armas de Destrucción Masiva (ADM). Ambos aúnan esfuerzos para amenazar los
valores que han sustentado el desarrollo de la humanidad. Por ello, la seguridad y
defensa nacional con una proyección internacional sustituyó una década de prioridades
económicas que habían consolidada a Estados Unidos como la hiperpotencia global.
Los atentados terroristas del 11-S coadyuvaron a que Estados Unidos tuviese una
excusa más que justificada para tomar la vocería mundial en la aplicación de políticas
encaminadas a salvar al mundo de los grupos terroristas y Estados mafiosos que poseen
armas nucleares. El 11-S relegó a un segundo plano los principios facultativos de la
sociedad internacional, priorizando la acción racional; egoísta; preventiva; inmediata;
por fuera de la ley internacional, si es necesario; en el cual la seguridad nacional volvió
a ocupar el primer renglón dentro de un ámbito internacional timoneado por
Washington en aras de eliminar ese enemigo en ‘común’. Sin embargo, es necesario
precisar que, ante la promulgación de la Estrategia de Seguridad Nacional de Estados
Unidos un año después de los ataques, la doctrina de política exterior estadounidense
desde el 11-S deambula entre conceptos hobbesianos de constante tensión y parámetros
ideológicos que comulgarían con una formación de sociedad de Estados debidamente
conformada4. La Estrategia de Washington priorizó la protección, defensa y seguridad
de la nación, a su vez que definió una serie de valores como la democracia y el libre
mercado, que al ser aplicados en todos los rincones del mundo, eliminarían al terrorismo
internacional.
Para hacerlo, Estados Unidos también diseñó un nuevo mapa geoestratégico de acción
prioritaria para borrar el terrorismo global. El señalamiento de puntos geográficos de
primera necesidad de acción es la puesta en marcha de una doctrina justificada para que
el gobierno estadounidense ejerza el dominio militar planetario. La denominación por
parte del gobierno Bush del ‘eje del mal’5 actúa acorde a sus intereses geoestratégicos
del actor racional, porque utilizó sus capacidades militares, económicas y políticas para
enviar un mensaje al mundo acerca de sus futuras decisiones en política exterior.
Si bien en sus primeros puntos doctrinarios Estados Unidos pormenorizó una acción
unilateral “si es necesario” para salvar al mundo del mal, también la burocracia de la
Casa Blanca dejó un margen para la acción ‘adecuada’ que deberán cumplir las
principales instituciones internacional en aras de cumplir con los fines de la sociedad
mundial. Estados Unidos también utilizó los puntos fundamentales de la moral
internacional como una serie de valores que el mundo debe acoger como los únicos
“justos y necesarios” para borrar de la faz de La Tierra al terrorismo.
Esta lucha frontal contra el terrorismo mundial iniciada hace cinco años y encabezada
por Estados Unidos afianzó en primera página una línea realista de protegerse así
4
La Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos de 2002 contiene nueve puntos. Los primeros 4
puntos dibujan una posición realista del actor racional que pretende eliminar las cadenas oscuras de
terrorismo internacional y contener a los Estados mafiosos que desarrollan Armas de Destrucción Masiva.
En tanto que del punto 5 al 9, Estados Unidos defiende unos valores que contribuirán al fortalecimiento
de la justicia mundial o cosmopolita: el desarrollo económico, la preservación del medio ambiente, la
eliminación de la pobreza, la consolidación de la democracia y la salud mundial. En:
http://www.whitehouse.gov/nsc/nss.html
5
Para identificar a Estados peligrosos: Irak, Irán, Corea del Norte, Siria, Libia, Sudán y Cuba.
mismo, pero de de forma paralela contempló la iniciativa para la promoción de valores
universalmente aceptados, que son los que en última instancia pretenden encontrar un
valor significativo al paradigma de la sociedad internacional. En el mismo sentido, el
comportamiento del gobierno norteamericano frente a lo que denominó ‘eje del mal’ –
Irak, Irán y Corea del Norte- experimentó actuaciones duales, ya que frente a Irak,
Estados Unidos actuó bajo parámetros realistas del actor racional relegando o violando
las instituciones acordadas por la sociedad internacional; en tanto que, frente a los otros
dos bastiones del eje, Irán y Corea del Norte, el tratamiento que le ha dado Washington
ha estado matizado por la participación y el llamamiento a la comunidad internacional
para que juegue un papel vital en la solución de las controversias. “En los grandes
momentos de la nación convergen realismo e idealismo dando una línea de continuidad
a la acción exterior del Estado.”6
II
En marzo de 2003, Estados Unidos inauguró de forma oficial su lucha contra “los
herederos de las ideologías más asesinas del siglo XX”7: los terroristas. La invasión a
Bagdad por parte de las tropas estadounidenses y aliadas con el objeto de derribar el
régimen autoritario, corrupto, represivo y terrorista de Sadam Husein le propinó un duro
revés al paradigma de la sociedad internacional, ya que violó la ley internacional
consignada en el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, la cual contempla que
cuando un miembro de la Organización es atacado, este tiene la facultad de actuar. Sin
embargo, Estados Unidos atacó a Irak sin una amenaza latente so pretexto del no
cumplimiento por parte de Bagdad de la resolución 1441 del Consejo de Seguridad que
lo conminaba al desarme nuclear. Por ello, Washington actuó bajo los intereses de su
Estrategia de seguridad preventiva dejando al traste el imperio de la ley internacional,
ya que “el Congreso otorgó a Bush la potestad de utilizar la fuerza contra Irak sin
obtener la aprobación previa de la ONU”8 debido a que consideraron al régimen iraquí
6
Este argumento es defendido por Henry Kissinger en su libro Diplomacia. En: Pardo de Santayana, José.
(2003), “Una guerra para cambiar el mundo”, Política Exterior, mayo-junio, p. 10.
7
Reporte de George W. Bush el 20 de septiembre de 2001. En: Hirsh, Michael. (2002, septiembreoctubre), “Bush and the World”, Foreign Affairs, Vol. 81, No. 5. Consultado en base de datos, [en línea]
https://bases.javeriana.edu.co
8
Glennon, Michael. (2003, julio-septiembre), “¿Por qué fracasó el Consejo de Seguridad?” Foreign
Affairs en Español, [en línea] http://www.foreignaffairs-esp.org
como un Estado que amenaza la seguridad internacional por el hecho, no probado aún,
de la existencia de armas nucleares.
Prevaleció el realismo clásico agraviando o irrespetando uno de los principios básicos
para el sostenimiento del orden social como lo son las normas pactadas. Una serie de
miembros de la comunidad de Estados actuaron aliados con Estados Unidos,
menoscabando los valores consignados por la institución internacional de las Naciones
Unidas que ellos mismos han integrado porque han considerado que hacer parte de esta
organización es vital para sus intereses respectivos.
Pero el tema de Irak era aún más relevante a la hora de la praxis política, ya que
Washington necesitaba demostrarle al mundo, especialmente a los terroristas, su
capacidad de acción unilateral y que la confrontación contra el mal de la humanidad iba
por el sendero correcto. La reivindicación al 11-S inició con pie firme. Irak se convirtió
en el conejillo de indias de la Estrategia antiterrorista estadounidense, “la guerra era
necesaria porque respondía a las condiciones ideales para aplicar, por primera vez, la
nueva doctrina estratégica en su forma más evidente y descarnada”9. Por un lado, el
régimen de Husein resultó más vulnerable, más penetrable y más fácil de inferir;
segundo porque se comprobó que Irak no era esa gran potencia nuclear que amenazaba
seriamente la paz mundial, situación que permitió una rápida ocupación y
desmantelamiento posterior de la dictadura de Husein; y, tercero, el régimen de Bagdad
“no gozaba de popularidad dentro de la comunidad árabe.”10 La guerra de Irak fue la
excusa perfecta para estimular a una sociedad estadounidense sacudida por el 11-S, así
como sirvió para generar un golpe de opinión a escala global. La guerra contra el
terrorismo había iniciado. El objetivo de salvar al mundo del un mal protagonizado por
terroristas que se escudan en Estados corruptos dio su puntapié inicial. La seguridad
vociferada por Estados Unidos, una seguridad que debe ser compartida por el total de
los países del mundo, fueron premisas que se materializaron con el primer bombardeo a
Bagdad en marzo de 2003.
Medina, Guillermo. (2003, mayo-junio), “Irak, la punta del Iceberg”, Política Exterior, Madrid, p. 141.
Ajami, Fuad. (2003, enero-marzo), “Irak y el futuro de los árabes”, Foreign Affairs en Español. [en
línea] http://www.foreignaffairs-esp.org
9
10
Tras cerca de cuatro años de confrontación, se han agudizado las formas de violencia,
las prácticas terroristas no han cesado, día tras día se registran bombas por parte de
militantes chiítas contra el régimen, los costos de la guerra han sido incalculables, la
democracia instaurada ha sido tímida en su efectividad y se estima que la reconstrucción
y recuperación de la población iraquí llevará cerca de 20 años en ser consolidada.
Ante estos preceptos, si bien la teoría de la sociedad internacional fue socavada en su
esencia, corresponde a la misma comunidad de Estados cumplir un papel central en la
solución de una política unilateral estadounidense poco efectiva. La idea futura de dejar
a Irak en manos de fuerzas conjuntas de la ONU apunta en esta dirección. A su vez,
muestran algunas señas de la ineficacia de la guerra unilateral mostrada hasta el
momento.
III
Se estima que el umbral nuclear de Irán está llegando a su límite permitido. La
preocupación de esta situación ha prendido las alarmas en toda la comunidad
internacional, especialmente en la conducta de Estados Unidos que no soporta un Irán
‘nuclearizado’. Por un lado, este régimen teocrático ha tratado de socavar la ya de por sí
inestable situación dentro de Irak, pero por otro parte, para Washington, un Irán
convertido en potencial Estado nuclear, es en verdad una seria preocupación.
Las políticas para contrarrestar al régimen de los mullahs no pueden ser las mismas
recetas que se han impartido en Irak desde 2003. Invadir Irán con ejércitos aliados
resultaría inoperante, ya que el país es más extenso en territorio y los costes de una
posible intervención sacudirían los cimientos de la economía estadounidense ya
desgastada por la misión iraquí.
La única reacción al enriquecimiento de uranio impartido por el gobierno de Mahmoud
Ahmadinejad es el bloqueo y aislacionismo económico iraní que proviene desde la Casa
Blanca. Pese a inscribir a Irán dentro del eje maligno, Estados Unidos ha hecho un
llamado a la comunidad internacional para que la solución al tema iraní sea llevado de
la mano por una acción multilateral. La diplomacia, institución defendida por los
teóricos de la sociedad de Estados, toma importancia política para tratar el tema nuclear
de Irán. Por ello, el gobierno de George W. Bush ha celebrado la intervención
negociada que han realizado Francia, Alemania y Reino Unido frente al tema nuclear,
así como el papel de las inspecciones hechas por la Agencia Internacional de Energía
Atómica con sede en Viena.
Desde el señalamiento de Irán dentro del ‘eje del mal’, las fricciones y divisiones en
materia de política exterior se han hecho sentir en la burocracia clerical iraní. Los de
línea dura han argumentado que para sostener la revolución islámica será necesario
sacrificar una economía bloqueada a costa de un mayor programa nuclear que proteja a
la nación de una posible intervención del ‘Gran Satán’. Al otro costado están los
moderados conservadores quienes defienden un desarrollo nacional, se han mostrado
neutrales frente a la invasión de Bagdad y prefieren evitar un desequilibrio social
interno por parte de los grupos extremistas, los cuales han tratado de inferir en la
ocupación iraquí. Ambos grupos tienen un equilibrio de poder interno y han permitido
de facto que el papel iraní ante la ocupación de Irak no se haya materializado en
desórdenes generalizados.
El temor hacia el poder nuclear de Irán no se ha subestimado; es más, Estados Unidos
ha viabilizado la solución a este tema por medio de mecanismos multilaterales que
hacen eficiente el papel de la sociedad internacional dentro de un ambiente convulsivo
de la política mundial. La resolución 173711 del 23 de diciembre de 2006 por parte del
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas hizo un llamado a Irán para que utilice su
enriquecimiento de uranio para asuntos pacíficos y energéticos, así como celebra el
papel realizado por la Agencia Internacional de Energía Atómica y la Unión Europea en
las negociaciones con Irán acerca de sus objetivos nucleares. Sin embargo, la resolución
deja entrever que se muestra con preocupación los alcances del potencial nuclear de esta
nación. Alí Larijani, representante de la seguridad nacional de Irán argumentó que la
resolución del Consejo de Seguridad “no pararía los esfuerzos del enriquecimiento de
uranio”12, ya que no resulta efectivo para la política iraní en el sentido que su meta
11
[en línea] http://daccessdds.un.org/doc/UNDOC/GEN/N06/681/45/PDF/N0668145.pdf?OpenElement
recuperado: 18 de febrero de 2007, 00:46 hs.
12
Ignatius, David. (2006, 6 de diciembre), “The Price of Iran’s Help”, Washigton Post, p. A25.
principal es jugar un papel activo en Oriente Medio debido al intervencionismo por
parte de Estados Unidos y al aumento de las tropas por parte del gobierno Bush en Irak.
Irán mantendrá su programa nuclear hasta que Washington reconozca la importancia de
esta nación en la región, se suspendan las sanciones económicas y ante todo, se retire
del ‘eje del mal’, ya que al estar inscrito como tal, Teherán considera que su amenaza a
la soberanía permanecerá latente. El juego nuclear disuasivo, que fue una de las
instituciones de la sociedad internacional de la Guerra Fría, ahora adquiere un nuevo
tinte de importancia en la política internacional. Si para los iraníes, la contención
nuclear es el arma de su estrategia política para alcanzar sus intereses, para Estados
Unidos es una amenaza a la seguridad mundial. “Aunque Teherán ha sido agresivo,
antiestadounidense y asesino, su conducta no ha sido ni irracional ni precipitada”13,
porque lo que busca es su estabilidad y papel central en una cada vez más
convulsionada región.
El papel de la comunidad internacional y sus instituciones más representativas para el
tema iraní, como lo son el Consejo de Seguridad y la Agencia Internacional de Energía
Atómica, deberán encontrar las soluciones a la inestable conducta iraní, sacar provecho
de las tensiones internas padecidas por la burocracia de este régimen clerical y poner
énfasis en la cooperación económica e integración de la nación en el comercio
internacional a cambio de un moderado comportamiento en su programa armamentista,
ya que a diferencia de la política unilateral estadounidense en Irak, resulta poco
probable una intervención militar de Estados Unidos en una potencia nuclear reconocida
y que preocupa al conjunto de la comunidad internacional. Como señaló un reciente
editorial del Washington Post: “llevado por la debacle del plan de posguerra en Irak, no
hay una verdadera razón para que el señor Bush ejecute otra acción de guerra” 14, y
menos con un país tan importante en la región como Irán que ha sido el inspirador de la
revolución islámica.
Pollack, Kenneth y Takeyh, Ray. (2005, abril-junio). “Objetivo: Teherán”, Foreign Affairs en Español,
[en línea] http://www.foreignaffairs-esp.org
14
Editorial (2007, 19 de febrero): “The Iran Options”, Washington Post, p. B06.
13
IV
De un tenor similar al iraní es la situación de Corea del Norte. Este país complementa el
rompecabezas de lo que se denomina ‘eje del mal’. A diferencia del régimen teocrático
de Teherán, Corea del Norte vive una política interna de cohesión, nacionalista y
radical, frente al intervencionismo estadounidense. El populista Kim Jong Il ha
promocionado un proyecto nacionalista autoritario con miras a evitar la invasión de
Washington en su territorio, el cual consta de un férreo programa nuclear que ha sido
conocido por toda la opinión pública mundial cuando se realizaron las prácticas en el
norte del país el 9 de octubre de 2006. Fue un acto intimidatorio de Corea del Norte para
demostrarle al mundo de sus verdaderas intenciones, pero a parte de ello, las pruebas
llevadas a cabo reflejaron los intereses nacionales de esta nación que pretende contener
una política intervencionista de Estados Unidos. Corea del Norte “quiere ser reconocido
como una potencia nuclear, ellos están asumiendo que es la única opción para
mantenerse seguros, tendremos que esperar y ver si ellos están en lo correcto”15. Tal
aseveración pone en manifiesto que a los norcoreanos no les interesa sacrificar su
pobreza, atraso y déficit a costa de un proyecto nuclear nacionalista antiestadounidense.
Si a Washington le preocupa la situación, a los países colindantes con Corea del Norte
mucho más; por ello, mientras Japón se une más a las posturas estadounidenses de
bloqueo y aislacionismo, China y Corea del Sur apuestan al retorno de los diálogos
multinivel, ya que consideran que esta prueba llevada a cabo por Kim es un mensaje a
la comunidad internacional para que se borre del ‘eje del mal’ y cooperen
económicamente con Corea del Norte.
Lo que se evidencia en la Península de Corea es un equilibrio de poder regional
mediante la disuasión nuclear, por lo que se estima que este presupuesto explicativo de
la teoría de la sociedad internacional (el equilibrio de poder) está adquiriendo una nueva
relevancia en el comportamiento de los Estados para alcanzar sus intereses. En tal
sentido y en la misma línea con el tema iraní, a Estados Unidos no le interesa una
intervención unilateral militarista e la región, pese a que tiene bases militares en Corea
del Sur. De un lado, porque resultaría oneroso para Washington embarcarse en una
Faiola, Anthony y Fan, Maureen. (2006, 10 de octubre de 2006), “North Korea’s Political, Economic
Gamble”, Washington Post, p. A12.
15
guerra cuando aún el tema de Irak no está resuelto; y de otro, porque Corea del Norte es
otra potencia nuclear notable.
Las respuestas ante la situación norcoreana se matizaron en las resoluciones 1695 y
1718 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en las cuales se condenaron las
prácticas nucleares como un atentado contra la estabilidad y la seguridad internacional,
así como se hizo un llamado al grupo de los Seis (Estados Unidos, China, Japón, Rusia
y las dos Coreas) a que reanuden los diálogos diplomáticos para estabilizar la situación
en la Península, o de lo contrario se establecerían bloqueos más severos contra el
régimen de la República Democrática de Corea. De la misma forma se autorizó a la
Agencia Internacional de Energía Atómica para que supervise los programas de misiles
antibalísticos y realice un inventario de los componentes armamentistas de Pyongyan.
Así como el sismo que produjo la prueba nuclear, de la misma intensidad fue el
remesón en la comunidad política internacional, que de inmediato acudió a Naciones
Unidas para emitir las políticas al respecto.
Para el gobierno Bush, las pruebas norcoreanas deben ser llevadas al Consejo de
Seguridad, como en efecto se hizo; no obstante, “las transferencias de material y armas
nucleares de Corea del Norte a otros Estados o entidades no estatales serían
consideradas como una grave amenaza para Estados Unidos y tendría que ser la
responsable de las consecuencias de tales actos”16, por lo que el entramado de
Washington deja luces acerca de la posible agudización de políticas drásticas hacia el
régimen de Kim si este no acata a carta cabal las disposiciones de la institucionalidad
internacional o los diálogos de los Seis. El gobierno chino ha calificado de “agotadores
esfuerzos en la negociación”17 que se ha adelantado con Corea del Norte para el
desarme nuclear de la base de Yongbyon, a cambio de abastecimiento de combustible,
mayor incentivo del comercio e inversión extranjera directa.
La relevancia teórica de la sociedad internacional para preservar la estabilidad de la
seguridad internacional en el caso concreto de la Península de Corea, se ha hecho
efectiva. Se puede ver la configuración de equilibrios de poder regionales, la efectividad
Abramowitz, Michael y Lynch, Colum. (2006, 10 de octubre), “U.S. Urges Sanctions on North Korea”,
Washington Post, p. A01.
17
Cody, Edward. (2007, 13 de febrero), “Tentative Nuclear Deal Struck With North Korea”, Washington
Post, p. A01.
16
de la diplomacia y las capacidades nucleares para alcanzar intereses concretos. Sin
embargo no todo es color de rosa y las tensiones permanecerán hasta que la ayuda hacia
Corea del Norte se plasme en la realidad.
V
El compromiso de Estados Unidos con Israel data desde el holocausto judío cuando se
comprometió a reivindicar territorial y políticamente a esta población. Desde el
nacimiento en 1948 de este Estado-nación la inestabilidad en Oriente Medio no ha
mostrado mejorías y la agudización de la crisis se ha plasmado en la historia. La guerra
entre Israel y Hezbolá en territorio libanés a mediados de 2006 ha convulsionado a la
región. No solo porque es una confrontación que desestabiliza los tímidos diálogos
alcanzados entre palestinos e israelíes, sino que la guerra ahora es entre un actor
terrorista no estatal contra un Estado soberano. “Hezbolá es un movimiento político de
gran influencia dentro de Líbano y, al mismo tiempo, una organización terrorista al otro
lado de sus fronteras.”18 El entramado vivido luego del secuestro de dos soldados
israelíes por parte de esta organización fundamentalista islámica se ha caracterizado por
aumentar el caos político en Oriente Medio, ya que el Estado de Israel no tolera los
actos violentos de este adversario que recibe el apoyo de Irán y Siria, dos potencias
regionales que reclaman un papel singular en la zona y, por ende, desestabilizan
cualquier intento de acercamiento con la nación Palestina. “Detrás de las escenas de la
guerra, existen un cúmulo de temas que les preocupan a quienes apoyan a Hezbolá –Irán
y Siria-, cuestiones acerca de la amplia estrategia entre Estados Unidos e Israel a lo
largo de la región.”19
Estados Unidos se mantuvo al margen del conflicto mientras en los medios informativos
se presenció la destrucción apocalíptica de Beirut y otras ciudades libanesas. Detrás de
los ataques de la guerrilla chií al mando de Hassan Nasralá contra la base militar israelí,
se esconden las pugnas territoriales en las granjas del Cheba y los Altos del Golán, que
Garton Ash, Timothy. (2006, 23 de julio), “El nuevo desorden multipolar mundial”, El País, Madrid, p.
11.
19
“Shockwaves from Lebanon”, The Guardian, 2 de agosto de 2006.
18
a la luz de Hezbolá, son lugares sagrados que han sido expropiados por Israel. Pero
también existe un interés marcado por parte del gobierno precedido por Ehud Olmert de
eliminar esta milicia chiíta al precio que sea necesario. Las premisas del proyecto
político israelí consta en disminuir las alas violentas transfronterizas, tanto Hezbolá, el
Hamás palestino y, Al Qaeda, situación que desde la óptica islámica es una estrategia
patrocinada desde Washington. Luego del desangre, la destrucción y la inestabilidad,
Líbano e Israel acataron la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU para
“el cese inmediato de las hostilidades entre Israel y la guerrilla chií de Hezbolá en
Líbano, en donde el ejército israelí se debe retirar paulatinamente y Hezbolá se debe
replegar”20, para dar entrada a los 15.000 mil efectivos de las fuerzas conjuntas de
Naciones Unidas que finalmente salvaguardaron la frontera sur de Líbano.
La eficacia de la institucionalidad internacional para dar punto final a la confrontación y
preservar la seguridad y las vidas civiles se evidenció tras la injerencia del Consejo de
Seguridad así se hubiese tardado un mes en el cual las muertes, lo ataques y la
destrucción de la infraestructura fueron severos. De cierto modo la sociedad
internacional se reivindicó para dar cese al fuego a una situación que, sin embargo,
mantendrá un ambiente de conflicto en futuros escenarios.
Hezbolá, Hamás, Siria e Irán son actores internacionales que actúan como palo en la
rueda al proyecto democratizador estadounidense, situación evidenciada en la guerra
libanés-israelí. Estas organizaciones terroristas y Estados peligrosos que han sido
encasillados desde Washington como desestabilizadores de la seguridad internacional
mostraron sus capacidades e intereses al margen de un papel aislado mostrado por
Estados Unidos, país que se limitó a delegar su papel en las disposiciones emitidas por
Naciones Unidas.
“El gobierno israelí aprueba la resolución de alto el fuego pero continúa con los bombardeos”, El País,
13 de agosto de 2006.
20
VI
Frente a la guerra iraquí, la teoría de la sociedad internacional recibió un golpe
fulminante, en tanto que se reivindicó frente a las situaciones desestabilizadoras en Irán,
Corea del Norte y la guerra entre Hezbolá e Israel librada en territorio libanés. No
obstante, la sociedad internacional está sitiada por los designios norteamericanos.
Tras la Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, el gobierno Bush ha
utilizado los presupuestos explicativos de la sociedad internacional en dos sentidos. Por
un lado, argumentó dentro de sus ejes doctrinarios que utilizará todos sus recursos en
aras de hacer más efectivas a las principales instituciones internacionales para que a
través de ellas se puedan establecer obstáculos a la formación de las redes terroristas
internacionales. Y por el otro, utilizó como bandera unos valores como el desarrollo
económico -el libre comercio, la democracia, el bienestar social, la lucha contra la
pobreza, las libertades públicas, el fortalecimiento de la salud pública y el sostenimiento
ambiental- como los baluartes que deben alcanzar todos los ciudadanos del mundo para
alcanzar una justicia cosmopolita y, a su vez, eliminar las cadenas terroristas y a los
Estados que las auspician.
Estos valores, a la luz de la sociedad internacional, son los objetivos que este mismo
paradigma defiende, desde su concepción clásica hasta la formulación de la gobernanza
global. Estos valores universales, al ser formulado desde un solo escritorio burocrático
como el estadounidense, esta tomando esta visión teórica para sí, desvirtuándola o
sometiéndola única y exclusivamente a sus designios políticos acomodados a sus
intereses, por lo que la teoría podría carecer de una cierta validez en la actual coyuntura
antiterrorista. Sin embargo, las injerencias de la diplomacia multilateral, las oposiciones
a la guerra antiterrorista que han evidenciado algunas de las principales potencias
internacionales, y, el papel de los órganos intergubernamentales ofrecen una luz en el
camino acerca de la manipulación teórica de la sociedad internacional.
Ante la intervención unilateral iraquí, en la que utilizó un moralismo universal de
implantación de los valores que son ‘justos’ para todas las sociedades antagónicas, se
puede ver reflejada una manipulación estadounidense de la sociedad internacional. En
tanto que el llamamiento a la diplomacia, a la multilateralidad y a las organizaciones
internacionales para el trato de los temas en Irán, Corea del Norte y la guerra entre
Líbano e Israel, han sido situaciones que revitalizan el paradigma sistémico de la
sociedad de Estados.
El gobierno que pretende eliminar el terrorismo en todos los rincones del mundo ha
estimado conveniente el papel jugado por las instituciones internacionales que se
encargan de salvaguardar los pilares fundamentales para el orden mundial. Se puede
argumentar que la posición dual de Estados Unidos se traduce en que la sociedad
internacional ofrece presupuestos de notable interés cuando la burocracia de
Washington lo cree conveniente. La política exterior estadounidense deambula entre el
péndulo que va desde posturas idealistas para encontrar una justicia cosmopolita hasta
posiciones realistas del actor racional prudente. Hablamos de una ‘sociedad
internacional estadounidense.’
Bibliografía:
Australian Journal of International Affairs, Vol. 56, No. 3
BULL, Hedley (1977). La sociedad Anárquica: un estudio sobre el orden en la política
mundial, ediciones La Catarata, Madrid, 2003.
Diario El País, Madrid
Foreign Affairs, Vol. 81, No. 5
Foreign Affairs en Español, versión electrónica http://www.foreignaffairs-esp.org
ediciones consultadas: enero-marzo de 2003, julio-septiembre de 2003, abril-junio de
2005.
Política Exterior, mayo-junio de 2003
Estrategia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos (2002). Versión en Inglés en:
http://www.whitehouse.gov/nsc/nss.html
The Guardian, Londres
The Washington Post, Washington
United Nations, resolución 1737
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