Vivir al filo después de los 20 Situaciones típicas de la adolescencia se prolongan hoy hasta la franja de edad que va de los 20 a los 30 años, que encabeza la estadística de víctimas de accidentes de tránsito, de consumidores abusivos de alcohol y de adictos a las drogas en el país y en el mundo. Es un fenómeno cultural que preocupa a los especialistas, quienes observan que el contacto con el riesgo se extiende hasta una etapa que suele carecer de la contención que a otras generaciones ofrecía, en el mismo momento de la vida, un matrimonio temprano o la inserción en el mercado laboral. Paralelamente, los jóvenes de esa edad muestran dificultades para asumir nuevas responsabilidades y conseguir su autonomía. Celso Gómez lleva 16 años trabajando en la noche platense y no deja de asombrarse por las conductas de riesgo que cada noche asumen personas de entre 25 y 30 años, esas mismas que cuando él empezó a trabajar se caracterizaban por salir poco y autocontrolarse bastante cuando lo hacían. Pero las cosas cambiaron, dice Celso. Hoy, las conductas de los que transitan la década que va de los 20 a los 30 suelen parecerse más a las de los adolescentes y cada noche él mismo es testigo de situaciones en las que gente de esas edades asume riesgos innecesarios, muchos de los cuales pueden ponerlos en la puerta de una tragedia. Más de una vez, asegura, Celso intervino para evitar que clientes demasiado alcoholizados se fueran del boliche manejando sus vehículos. Lo recuerda en el caso puntual de un joven de treinta años que acostumbra llegar tarde al local, después de haber pasado por otros pubs. "Había tomado mucho, pretendía irse en su moto, pero por su estado le costaba sostenerla para arrancar", cuenta Gómez. En otra ocasión decidió seguir hasta la vereda a una chica que rondaba los treinta y que pese a haber tomado mucho se disponía a irse manejando en su auto. Celso Gómez dice que les planteó a ambos, amablemente, que buscaran alguien que los acompañe o desistieran de manejar. Pero las respuestas que recibió fueron las mismas. "Estoy bien, ya manejé así muchas veces, puedo controlarlo, no me va a pasar nada". La década que va de los 20 a los 30 se está convirtiendo en un motivo de preocupación para cada vez más especialistas, que destacan que ese período de tránsito hacia la adultez, en el que hasta no hace mucho tiempo se definían cuestiones tales como las relaciones afectivas y las situaciones profesionales y laborales, se vive actualmente de otra manera. Con más similitudes con la adolescencia, una tendencia mayor a asumir conductas de riesgo y mayores dificultades para asumir responsabilidades y obtener autonomías. Entre ellas, la del hogar paterno. Es un fenómeno que se registra en todo el mundo, que obedece a cuestiones culturales y cuya descripción se ve abonada por un arsenal de nuevos estudios realizados fundamentalmente en países como Estados Unidos, donde el tema preocupa especialmente, dado que se trata de una franja de edad que se caracteriza por no contar con la contención social prevista para los adolescentes. Consumo abusivo de alcohol, sexo sin protección, contacto con drogas y conductas imprudentes al volante son algunos de los excesos que se registran hoy en estas edades más que en otras, según revelan las estadísticas internacionales y también las platenses. Si bien históricamente esta etapa de la vida se ha caracterizado por un mayor contacto con el riesgo, eso se potencia en la actualidad, porque encuentra a muchos de quienes la protagonizan en una situación especial. Sin haber terminado de estudiar ni iniciado su carrera profesional y -a diferencia de sus padres, que encaraban relaciones estables más tempranas- solteros. Y esa condición favorecería 1 los riesgos, dicen los especialistas, ya que quienes están solos consideran que no tienen que responder ante nadie por sus conductas. Hoy las principales decisiones referidas a temas profesionales y afectivos se dejan en suspenso por más tiempo y cada uno de estos factores favorece a la tendencia a prolongar las conductas típicas de los adolescentes. Y a vivir sin red. "Desde ya que no se puede generalizar, porque en la misma sociedad se pueden encontrar personas que organizan sus vidas como la organizaron generaciones anteriores, o diferencias muy grandes entre sectores sociales. Pero sí se observa una tendencia a postergar ciertas decisiones", dice el psicólogo Francisco Senegaglia, quien considera que en esa demora se puede leer un cuestionamiento a los patrones de vida de las generaciones previas, que para los actuales jóvenes de entre 20 y 30 estarían "devaluados". Para Patricia Segovia, subsecretaria de Asistencia de las Adicciones de la Provincia se trata de un fenómeno cultural y social por el cual "la adolescencia se extiende y los jóvenes de entre 20 y 30 tienen serias dificultades para constituirse lograr autonomías (por ejemplo, de sus familias de origen) y un pronunciado temor a asumir responsabilidades". LUCES AMARILLAS Las primeras luces amarillas en torno a este tema se encendieron en Estados Unidos, donde una serie de estudios revelaron que muchas de las conductas de riesgo que más preocupan a la sociedad son protagonizadas principalmente por jóvenes de entre 20 y 30. En la Argentina las cosas no son distintas y son los jóvenes de esa edad los que más mueren en accidentes de tránsito, los que encabezan la estadística de consumo abusivo de alcohol y los que admiten que -a pesar de contar con información- no practican sexo seguro. Juan Carlos es taxista, maneja en las madrugadas de fin de semana en La Plata y se acostumbró a convivir con el peligro de un tránsito descontrolado en el que se nota la influencia del alcohol: según estadísticas oficiales, uno de cada cuatro conductores interceptados en puestos de control, arroja resultados positivos al soplar el medidor de alcoholemia en la ciudad. Para Juan Carlos, los números se reflejan en el paisaje de las madrugadas: en los automovilistas que cometen todo tipo de infracciones y en los peatones que cruzan la calle sin mirar, caminan por la calzada o directamente aparecen tirados en los cordones. A veces Juan Carlos se sorprende al ver que quienes protagonizan estas faltas no son adolescentes, sino jóvenes que rozan la treintena. Las estadísticas, son dramáticas en este sentido. En La Plata, donde cada mes cerca de 7.000 conductores se ven involucrados en un accidente vial y entre 7 y 8 personas mueren mensualmente por esta causa, los accidentes de tránsito son la principal causa de muerte del segmento poblacional que comprende a los menores de 35 años, mientras representa la tercera razón en personas de otras edades. Para algunos especialistas hay un comportamiento generalizado entre el adolescente medio y tardío (18 a 24 años), que es el que conduce automóviles, caracterizado por una mezcla de rebeldía y transgresión. Y a eso se suma un sentimiento de omnipotencia. La mayoría de los protagonistas de los accidentes de tránsito en la ciudad tiene entre 25 y 40 años. Desde las compañías aseguradoras se indica que la negligencia es la principal causa de los accidentes (el 90% obedece a fallas humanas) y que entre un 20 y un 30% de ellos se producen en calles con semáforos. Las colisiones que se generan los fines de semana a la noche, que son mayoritariamente protagonizadas por esta franja de edad, se consideran las más violentas y las que producen más muertos. 2 EL ALCOHOL Una de las causas fundamentales que explican estos choques es la velocidad. La otra, el consumo de bebidas alcohólicas, que hace que las respuestas ante cualquier eventualidad de la ruta o la calle se hagan torpes y lentas. Según un informe de la subsecretaría de Tratamiento de las Adicciones de la Provincia, el 40% de los conductores víctimas de accidentes consumió alcohol y de ese 40% el 78% tiene entre 16 y 24 años. Las estadísticas de ese mismo organismo revelan que la franja de edad que registra el mayor consumo abusivo de alcohol es la que va de los 16 a los 26 años. Los mismo pasa con la drogas y en este caso el 37% de los pacientes que se atienden por adicciones en la Provincia tienen entre 20 y 30 años. En ese 37% surgen otras características: EL 37% de ese porcentaje tiene causas pendientes con la justicia, el 26% es desocupado, el 81% es soltero y el 61% vive con su familia de origen. Los datos referidos al consumo indican que el 36,2% de los que abusan de las drogas a esta edad lo hacen diariamente, que el consumo grupal es el más común (58%) y que los conflictos familiares (21,6%) y la búsqueda de nuevas experiencias (14,3%) son los principales motivos que los llevan a utilizar sustancias prohibidas. Las conductas omnipotentes típicas de esta edad se trasladan asimismo al plano sexual. El sida es cada vez más pobre y más joven y ese es un emergente del problema, representado también por el contagio de otras Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS), especialmente en esta franja de edad. Los datos de una encuesta realizada en Villa Gesell y Pinamar sobre 6.500 adolescentes y jóvenes de entre 14 y 25 años revelaron que sólo el 15% de los varones practicaban siempre el sexo seguro, mientras que ese porcentaje ascendía al 27% en el caso de las mujeres. Uno de los correlatos de esta situación está representado por la reaparición de la sífilis como problema, a partir del aumento del número de casos en la provincia en los últimos años. Los estudiosos han descubierto, además, que el área del cerebro que controla los impulsos no madura totalmente hasta alrededor de los 25 años. Así se desprende de estudios realizados por los institutos nacionales de salud de Estados Unidos, la Universidad de Pirttsurg, la Harvard Medical School y la Temple University. De la mano de estos datos, algunas campañas de prevención pensadas originalmente para adolescentes se extendieron, en los últimos años, a edades más avanzadas en el país y en el mundo. Sin embargo, muchos especialistas creen que no es suficiente y consideran que es necesario ampliar los mecanismos de contención para evitar que aquellos que tienen entre 20 y 30 sigan encabezando hoy la lista de las estadísticas más trágicas. http://www.eldia.com.ar/edis/20070910/revistadomingo0.htm lunes | 10.09.2007 3 PARA LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD, YA NO TERMINA A LOS 19 La adolescencia, hasta los 25 años La OMS prolongó 6 años el período adolescente. Qué dicen los especialistas Algunos están de novio pero no piensan en formar una familia. Estudian pero no tienen apuro en recibirse. O viven con sus padres después de recibidos pero tampoco están ansiosos por tener su techo propio. Lo que hasta hace poco los especialistas solían llamar "adolescencia tardía", ahora la Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de definir directamente como adolescencia, al menos en el caso de los menores de 25. ¿Cómo? Pese a que históricamente este organismo internacional limitaba este período entre los 12 y 19 años, ahora muchos de sus especialistas sostienen que esta etapa de la vida se prolonga hasta los 25 años. "La adolescencia está ligada a los factores culturales -explica el sociólogo Ricardo Esteffani-, lo que significa que no se le puede poner una edad límite porque la condición de juventud no es uniforme y varía de acuerdo al grupo social que se considere. Lo que dicen los especialistas de la OMS es lógico porque responde a los cambios sociales de estas últimas décadas, en la que los jóvenes suelen demorar sus responsabilidades de adultos y eligen irse a vivir solos de más grandes o, por ejemplo, casarse cuando ya pasaron los 30". La OMS estima que una de cada cinco personas en el mundo es adolescente, en tanto que el 85% de ellos vive en países pobres o de ingresos medios y alrededor de 1.7 millones de ellos mueren al año. Hasta ahora, es bueno recordar, la OMS definía la adolescencia como la etapa que va entre los 11 y 19 años, considerándose dos fases: la adolescencia temprana 12 a 14 años y la adolescencia tardía 15 a 19 años. "Hoy en día la realidad marca otra cosa -sostiene Esteffani-. A diferencia de la generación de sus padres, que entraron en la etapa adolescente en los años sesenta, los chicos de ahora dejaron de ser niños en una sociedad que se volvió mucho más compleja e incierta. Son cambios que influyen, que marcan. Pensemos que se trata de hijos que fueron testigos de todas las crisis: la de la familia, la de los valores y hasta la económica. Los adolescentes actuales incorporan la realidad de un modo distinto, acaso con más temores y menos expectativas que sus generaciones anteriores, y entonces no es ilógico que se planteen no apurarse a crecer o a asumir responsabilidades de adultos". Una mirada similar sobre la cuestión es la que plantea Laura Mariani, psicóloga especializada en adolescencia y familia. Según su criterio, "no hay dudas de que el tiempo para elaborar la adultez se ha ido dilatando y el síndrome de Peter Pan revolotea en el mundo entero posándose especialmente en los hogares de clase media, donde las presiones no pasan tanto por las carencias de la comida cotidiana ni por el afán de poder". De acuerdo a la especialista, el intenso proceso en el que el adolescente pasa a ser dependiente de sus padres a consolidar su autonomía como adulto se vuelve en la actualidad "más lento debido a que el joven no encuentra en el mundo relevos identificatorios. La crisis de valores hace que para el joven este proceso de cambio se torne más incierto. Y no es algo que le ocurre sólo a los chicos: los padres también contribuyen a demorar este proceso que va de la adolescencia a la madurez". Desde el punto de vista psicológico, sin embargo, la explicación no se agota aquí: en la Asociación Psicoanalítica Argentina no son pocos los que hablan de cierto "interjuego generacional entre padres e hijos de detención del tiempo", alg que, 4 palabras más palabras menos, los propios profesionales se encargan de explicar así: "es como sí ambos quisieran perdurar un poco más como padres de hijos dependientes y como hijos dependientes de esos padres". Es más: contrariando incluso a los parámetros que establece la OMS, no son pocos los especialistas para los cuales la edad de la adolescencia puede llegar hasta los 34 años, y están quienes afirman que la adolescencia será en pocos años un término obsoleto, pues el límite tiende a extenderse años tras año. Según señalan los expertos, otra de las cuestiones que explican este fenómeno tiene que ver con la incertidumbre que genera el mundo actual. La falta de trabajo, la reducción de personal, los ataques terroristas, la falta de liderazgo o las crisis de los grandes relatos, provoca que quienes dejan la niñez continúen temiendo enfrentar un mundo incierto. Así, los nuevos jóvenes encuentran cada vez más difícil definir su identidad, -una de las bases de la adolescencia- en un mundo que también parece adolecer, con líderes y padres adolescentes. "La permanencia en la casa es entonces un refugio que los cobija no sólo de los problemas económicos -aporta Estaffani-, sino que también los protege de un mundo exterior incierto, al cual esperan ir integrándose de una forma más armónica, para que recién cuando realmente se sientan adultos, tomen la responsabilidad de hacerse cargo de su vida y la de los demás, dentro de un mundo complejo y en constante cambio". Teoría al margen, los números también aportan algo: según el Indec, de algo más de 13 millones de personas que habitan en hogares multifamiliares de la provincia de Buenos Aires, cerca de 734 mil son hijos de entre 25 y 44 años. Dentro de ese universo que palpita entre cuatro paredes, 404 mil son varones y casi 330 mil, mujeres Catalina Wainerman, socióloga e investigadora del Conicet, estudió el tema a nivel estadístico y llegó a conclusiones interesantes: "en los años 60 y 70 eran muchos los padres y las madres de los sectores medios que lamentaban que sus hijos se fueran a vivir solos a poco de cumplir los 23 o 24 años. Esos padres recordaban sus propios 20 años, cuando los jóvenes dejaban el hogar paterno del brazo de sus maridos y esposas. Hoy, en los mismos sectores sociales, no son pocos los padres y madres que se preguntan cuándo se irán estos hijos dependientes que, pasados los veinte y no tan lejos de cumplir los treinta, siguen viviendo en casa, con comportamientos de adolescentes y apetencias de adultos". Para la investigadora del Conicet, más allá de lo que establezca la OMS, hay algo que está claro: "la juventud de hoy parece interminable -dice-. La etapa de la vida que sigue a la adolescencia se ha alargado. En estos, como en otros cambios sociales, la Argentina sigue tendencias que ya se detectaron desde hace unas décadas en los Estados Unidos, Francia y otros países desarrollados". http://www.eldia.com.ar/catalogo/20090517/informaciongeneral12.htm domingo | 17.05.2009 5 Jóvenes y alcohol: "la previa" en el banquillo Una reciente encuesta oficial revela que el inicio en el consumo de alcohol se produce a edades cada vez más tempranas. Especialistas y autoridades del área aseguran que los mayores niveles de ingesta se concentran en "la previa" del boliche: esa costumbre arraigada en los últimos años, según la cual los chicos se reúnen a tomar horas antes de ir a bailar y que en los últimos años "se mudó", por cuestiones económicas, desde los bares a los domicilios particulares. Buscan crear conciencia en torno a la necesidad de restar legitimidad a una práctica muy arraigada. "'La previa' es tan importante en las noches de fin de semana, que muchos chicos se quedan con eso y después ni siquiera van al boliche", dice Luciano Pereyra (21) mientras tarjetea en una esquina céntrica, cuando se refiere a un hábito que preocupa cada vez más a especialistas y autoridades. Y si esa preocupación hoy se ve potenciada es porque unos y otros creen que el creciente consumo de alcohol por parte de los jóvenes durante los fines de semana se vincula especialmente con esa costumbre que en los últimos años -y de la mano de factores económicos- "se mudó" desde los bares a los domicilios y se transformó para muchos chicos en "un fin en sí mismo". Esta es una de las conclusiones centrales del diagnóstico que hacen autoridades y especialistas a la hora de analizar el preocupante vínculo entre jóvenes y consumo de alcohol. Un vínculo que, reconocen, se inicia cada vez más temprano, que es más frecuente de lo aconsejado y que suele ser la puerta de entrada a otras adicciones y perjuicios. Adolescentes y jóvenes, en tanto, admiten que "la previa" es el momento de la semana en el que más se toma. Lo atribuyen fundamentalmente a una cuestión de precios que incidió para que el consumo de alcohol se mudara desde los boliches y los bares a los propios domicilios particulares o a las esquinas de los barrios. Y si esto sucede es porque existe una legitimación social hacia esta práctica, que hace que muchos padres relativicen sus efectos negativos, controlen poco, o directamente no controlen el consumo de alcohol que se hace puertas adentro y antes de salir. "Lo que suele suceder es que cuando 'la previa' se hace en una casa los chicos roten, y busquen algún lugar cercano a los boliches donde en ese momento no haya padres. Cuando eso no pasa se busca una casa con padres 'piolas' que no se pongan muy controladores", describe Matías Basukevich (20). Chicos y padres consultados coinciden en atribuir el arraigo de "la previa" a los horarios de los boliches, "que empiezan tarde y a los que a nadie se le ocurriría ir antes de las 2 de la mañana". Javier Goñi, Subsecretario de Atención de las Adicciones, considera que las causas y consecuencias de la previa son todavía más profundas. "La existencia de esta costumbre, culturalmente aceptada, agudiza el consumo de alcohol. Pero lo peor es que lo que se oculta detrás del fenómeno es un imperativo que rige entre los jóvenes, según el cual para divertirse se necesita estar 'borracho' o 'puesto', como dicen ellos. Paradójicamente, por ese consumo excesivo de alcohol muchos pierden la noción de lo que hacen. Y es así como a los trastornos provocados directamente por el alcohol, se suman los indirectos: como el embarazo adolescente, la violencia, los accidentes de tránsito", sostiene el funcionario. Goñi cree que los patrones culturales han cambiado en los últimos 20 años y que hoy el rol que jugaba el cigarrillo en el tránsito entre la adolescencia y la adultez fue suplido por el alcohol, en una generación que valora la ecología y la lucha contra el tabaco, pero que se muestra muy tolerante frente al consumo excesivo de bebidas. 6 Y sobre todo, destaca que la falta de una condena social hacia la venta de alcohol a menores permite que este se siga vendiendo a pesar de la legislación que lo prohíbe y de los controles destinados a hacerla cumplir que, asegura, se intensificaron en los últimos tiempos. De allí que, entre otras medidas, desde la Provincia se apunte a generar conciencia entre chicos y padres en torno a estas cuestiones y poniendo el foco en "la previa", actuando en la comunidad y llevando ese mensaje a ámbitos como la escuela y las campañas de comunicación masiva. Actualmente la venta de alcohol está prohibida en kioscos, polirrubros, estaciones de servicio y de manera ambulante. Entre las 23 y las 8 la prohibición alcanza a almacenes, supermercados, despensas y similares. Tampoco está permitido vender alcohol a menos de 200 metros de cualquier evento de concurrencia masiva. En la actualidad son 45.000 los comercios que en la Provincia están inscriptos en el Registro y se encuentran en condiciones regulares de comercializar bebidas alcohólicas. Los que no cuentan con licencias y de todas maneras venden pueden ser multados por entre mil y cien mil pesos y penados con la clausura de cinco a ciento ochenta días, mientras para el caso de un distribuidor que proveyese alcohol a un comerciante no habilitado está prevista una sanción de clausura de hasta 180 días y multas por más de 500.000 pesos. EL ESTUDIO Un estudio recientemente difundido por la Secretaría de Adicciones pone en evidencia que el consumo de alcohol se inicia en la provincia a edades muy tempranas y que se registra con una alta frecuencia, coincidente con el número de salidas promedio protagonizadas por los chicos. Según esa encuesta, realizada en 2008 entre más de 2000 alumnos secundarios de entre 16 y 23 años de todos los distritos de la Provincia, el 20% de los jóvenes probó el alcohol entre los 12 y los 13 años, el 30% entre los 15 y los 16, el 43% entre los 16 y los 17 y un 7% antes de los 12. En cuanto a bebidas fuertes, el inicio en el consumo es mayor entre los 14 y los 17 años, franja etárea en la que el 70% dice haberlas probado, según los resultados de la encuesta. Las bebidas alcohólicas mezcladas con energizantes también figuran entre los tragos que eligen los chicos, tanto en bares y boliches como en la casa, donde los preparan ellos mismos. Entre los 14 y los 17 años, el 56% contó que probó alguna bebida fuerte con energizante. La mitad de los consultados indicó, además, que toma una vez por semana, y el estudio pone en evidencia, además, que el alcohol es la sustancia más consumida entre los jóvenes de la Provincia. El sondeo indagó también acerca del entorno de los chicos y los niveles de información sobre los riesgos del abuso de alcohol. El 66% aseguró que "la mayoría" de sus amigos toman en primer lugar cerveza, en segundo vino, luego bebidas fuertes y por último las mezcladas con energizantes. Entre el 20 y el 25% dijo que "muchos" de sus amigos toman alcohol y sólo el 1% expresó que "ningún" amigo toma cerveza, que parece ser la preferida de los jóvenes. Otros de los datos manejados por la Subsecretaria de Atención de las Adicciones y procedentes de un estudio realizado por la Secretaría de Programación para la Prevención del Narcotráfico -Sedronar- indica que 1 de cada 3 menores consultados reconoció haber consumido alcohol en el último mes previo a la consulta. En lo que hace a la información manejada por los chicos en torno a este tema, sólo el 3,6% de los consultados dijeron carecer de ella. Los jóvenes reconocen a los 7 padres y a la escuela (28% en cada caso), ser la principal fuente de información, mientras que radio y TV fueron mencionados en el 17% de los casos. Del mismo estudio surge que la franja que va de los 19 a los 25 años es la que registra el mayor índice de consumo de alcohol. EBRIOREXIA El consumo excesivo de alcohol entre los jóvenes despertó una nueva preocupación en torno a un trastorno alimentario asociado con alcoholismo que ya genera inquietud en algunos países europeos. Se trata de la ebriorexia -que viene a sumarse a las más frecuentes bulimia y anorexia- y que se manifiesta en la voluntad de quien lo padece en sustituir la falta de comida con la ingesta de alcohol. Es una patología que puede traer graves consecuencias y, lo más preocupante, es que muchos ebrioréxicos lo son sin saberlo. Es un trastorno difícil de detectar, dado que es bastante común que en la actualidad un adolescente se emborrache los fines de semana y además esté pendiente de su dieta. El ebrioréxico sustituye la falta de comida en el estómago con las calorías que aporta al organismo el consumo desenfrenado de alcohol, indican los especialistas que agregan que, en los casos más graves el alcohol se mezcla con drogas para poder aguantar más tiempo sin comer. El riesgo principal de la ebriorexia, según la asesoría psicológica de ADANER, es que puede derivar en desnutrición, intoxicación por etanol e incluso coma etílico, además de dañar de forma fulminante órganos vitales y las neuronas. En la Argentina, el problema todavía no fue detectado. http://www.eldia.com.ar/edis/20090810/revistadomingo0.htm lunes | 10.08.2009 8 INTERES GENERAL Adultos infantiles Hay padres que usan juguetes para niños o coleccionan muñecos. Son personas que se niegan a crecer y adoptan actitudes propias de jóvenes. Padecen el síndrome de Peter Pan Por GREGORIO DOLCE Cada vez hay más adultos que se refugian en su pasado para no crecer. Son coleccionistas de muñecos de series animadas, lectores de comics y adictos a los juegos electrónicos. Aunque no hay estadísticas sobre este síntoma, crecen las comiquerías y sus clientes. La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, no está distante de actividades asociadas con las grandes metrópolis, donde la ficción camina por callejones y avenidas. EL KARMA DE PETER PAN Peter Pan es un personaje literario que está condenado a ser joven por siempre. Lo que puede ser un don dentro de un cuento infantil, pierde su inocencia en el mundo de los adultos. Ese universo, alejado del país de "Nunca Jamás", es un síndrome de negación a la adultez. En 1983, el psicólogo estadounidense Dan Kiley publicó "El síndrome de Peter Pan", al que describió como el conjunto de características que tiene una persona que no sabe o no quiere renunciar a ser un hijo. Al respecto, Laura Mariani, coordinadora del "Centro Integral de Psicología Aplicada" de La Plata explica que "la persona (que padece esta psicopatología) ha quedado ligada a determinados puntos de fijación. En general cuentan con escasa capacidad de espera, conductas de apego y limitaciones para asumir responsabilidades". Además, detalla que "estos adultos conservan actitudes infantiles, suelen tener dificultades en todos los aspectos de su vida de relación, dado que sus respuestas no están de acuerdo con su edad cronológica. Se comportan de manera discontínua. Es decir, si bien pueden mostrar una actitud adulta por su experiencia de vida y acopio de información, por otro lado canalizan sus frustraciones adoptando posturas regresivas". JUGUETES: PATRIMONIO DE ADULTOS Es habitual ver a un niño jugando con muñecos, con autos, dibujando un mundo de fantasía, pero esa propiedad de la que los chicos hacen gala con naturalidad tiene competidores: Los Peter Pan. Leonardo Batic, dibujante platense que trabaja para Warner Bros y Disney, conserva muñecos de la "Guerra de las Galaxias" y de otras historias, aunque su colección está ligada a su actividad y no a un comportamiento impropio. Sin embargo, por su trabajo ha conocido a personas que padecen el síndrome de "niños por siempre". "Leo", como se lo conoce en el ambiente, cuenta que "a una de las cosas a las que te llevan las historietas son las ferias de libros y las convenciones. La convención más importante en el mundo es la de San Diego (Estados Unidos). Ahí se encuentra a gente que vive en un mundo infantil". "Hablan y visten como si fueran chicos. Recuerdo que en 2002 estaban por estrenar Episodio I, y había un viejito japonés, de 80 años, que se había disfrazado de Jedi... Hay un punto donde está bárbaro, y a veces se llega a un punto en donde te provoca cierto escozor", relata. 9 Mientras incorpora anécdotas de su viaje a la Meca de los comics, abre un álbum del que emerge un personaje bizarro: Un hombre de 40 años, obeso, con barba tupida, fumando un cigarrillo y con orejas de conejo rosas. "Cuando lo vi me pregunté: ¿Qué hago yo acá, con este tipo fumando un puro y esas orejas?", dispara entre risas. COMIQUERIAS: POLITICA DE LA PRIVACIDAD Más allá de las jugueterías, a las cuales suelen asistir mayores para comprarles regalos a los jóvenes, están las llamadas comiquerías, y cuya clientela es más abigarrada. A ellas asisten desde adolescentes hasta adultos, desde curiosos hasta coleccionistas. Por eso, indagar en cuáles son los gustos y tipo de clientes al que se dirigen estos locales en La Plata era una cuestión obligada. Sin embargo, ante el requerimiento del cronista y pese a la garantía de resguardo de fuente, distintos negocios del rubro se negaron a dialogar sobre el tema: "No es contra el medio ni en contra suyo. También vinieron una vez los de la TV, pero no hablamos. Nosotros nos dedicamos a satisfacer las necesidades de nuestros clientes, y lo que quieran ellos está bien". A pesar de la negativa, Batic realiza un aporte importante, ya que entre 1992 y 1994 fue propietario de "Criptograma", una comiquería que estaba en calle 9 entre 48 y 49: "Al local iba gente que me pedía cualquier cosa. En una oportunidad un abogado me pidió que le dibujara unas martas, el material era de humor, sensual y pornográfico. Eran animalitos haciendo lo que hacen los adultos. Y había personas que no se perdían un número". Además, reconoce que "casi todos los clientes compran para ellos y no para chicos. Los coleccionistas son gente grande. La mayoría tienen 35 años para arriba. Hay tipos que guardan los muñecos y otros que juegan con ellos". PADRES AL DIVAN La psicóloga Mariani aclara que "no necesariamente" un padre que atesore juguetes padece el síndrome de Peter Pan: "Puede coleccionar objetos infantiles basados en un punto de vista artístico o por lo representativo que son de una evolución sociohistórica. Pero que juegue con ellos insistentemente es significativo". Los padres que tienen conductas infantiles "son festejados por sus hijos cuando éstos conservan la edad apropiada para compartirlos. Pero al entrar en la adolescencia, todos los hijos comparan a sus propios padres con otras matrices y es ese el momento en que notan la diferencia". Según Mariani, los adultos identificados con este síntoma "necesitan de apoyo psicoterapéutico para superarlo, ya que no pueden sostener una represión tan fuerte por sus propios medios. Necesitan hacer el pasaje al juego adulto a través del deporte u otro tipo de juegos que tome aspectos intelectuales, sociales". El crecimiento físico no siempre está ligado al intelectual, y las actitudes lúdicas de un mayor tampoco están referenciadas directamente con las de un niño. Aunque ciertas regresiones tienen, sin duda, una cita pendiente con Freud. http://www.eldia.com.ar/edis/20080420/revistadomingo39.htm# domingo | 20.04.2008 10