Vivir al filo después de los 20

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Vivir al filo después de los 20
Situaciones típicas de la adolescencia se prolongan hoy hasta la franja de edad que
va de los 20 a los 30 años, que encabeza la estadística de víctimas de accidentes de
tránsito, de consumidores abusivos de alcohol y de adictos a las drogas en el país y
en el mundo. Es un fenómeno cultural que preocupa a los especialistas, quienes
observan que el contacto con el riesgo se extiende hasta una etapa que suele
carecer de la contención que a otras generaciones ofrecía, en el mismo momento de
la vida, un matrimonio temprano o la inserción en el mercado laboral. Paralelamente,
los jóvenes de esa edad muestran dificultades para asumir nuevas
responsabilidades y conseguir su autonomía.
Celso Gómez lleva 16 años trabajando en la noche platense y no deja de
asombrarse por las conductas de riesgo que cada noche asumen personas de entre
25 y 30 años, esas mismas que cuando él empezó a trabajar se caracterizaban por
salir poco y autocontrolarse bastante cuando lo hacían. Pero las cosas cambiaron,
dice Celso. Hoy, las conductas de los que transitan la década que va de los 20 a los
30 suelen parecerse más a las de los adolescentes y cada noche él mismo es
testigo de situaciones en las que gente de esas edades asume riesgos innecesarios,
muchos de los cuales pueden ponerlos en la puerta de una tragedia.
Más de una vez, asegura, Celso intervino para evitar que clientes demasiado
alcoholizados se fueran del boliche manejando sus vehículos. Lo recuerda en el
caso puntual de un joven de treinta años que acostumbra llegar tarde al local,
después de haber pasado por otros pubs. "Había tomado mucho, pretendía irse en
su moto, pero por su estado le costaba sostenerla para arrancar", cuenta Gómez. En
otra ocasión decidió seguir hasta la vereda a una chica que rondaba los treinta y que
pese a haber tomado mucho se disponía a irse manejando en su auto. Celso Gómez
dice que les planteó a ambos, amablemente, que buscaran alguien que los
acompañe o desistieran de manejar. Pero las respuestas que recibió fueron las
mismas. "Estoy bien, ya manejé así muchas veces, puedo controlarlo, no me va a
pasar nada".
La década que va de los 20 a los 30 se está convirtiendo en un motivo de
preocupación para cada vez más especialistas, que destacan que ese período de
tránsito hacia la adultez, en el que hasta no hace mucho tiempo se definían
cuestiones tales como las relaciones afectivas y las situaciones profesionales y
laborales, se vive actualmente de otra manera. Con más similitudes con la
adolescencia, una tendencia mayor a asumir conductas de riesgo y mayores
dificultades para asumir responsabilidades y obtener autonomías. Entre ellas, la del
hogar paterno.
Es un fenómeno que se registra en todo el mundo, que obedece a cuestiones
culturales y cuya descripción se ve abonada por un arsenal de nuevos estudios
realizados fundamentalmente en países como Estados Unidos, donde el tema
preocupa especialmente, dado que se trata de una franja de edad que se caracteriza
por no contar con la contención social prevista para los adolescentes.
Consumo abusivo de alcohol, sexo sin protección, contacto con drogas y conductas
imprudentes al volante son algunos de los excesos que se registran hoy en estas
edades más que en otras, según revelan las estadísticas internacionales y también
las platenses.
Si bien históricamente esta etapa de la vida se ha caracterizado por un mayor
contacto con el riesgo, eso se potencia en la actualidad, porque encuentra a muchos
de quienes la protagonizan en una situación especial. Sin haber terminado de
estudiar ni iniciado su carrera profesional y -a diferencia de sus padres, que
encaraban relaciones estables más tempranas- solteros. Y esa condición favorecería
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los riesgos, dicen los especialistas, ya que quienes están solos consideran que no
tienen que responder ante nadie por sus conductas.
Hoy las principales decisiones referidas a temas profesionales y afectivos se dejan
en suspenso por más tiempo y cada uno de estos factores favorece a la tendencia a
prolongar las conductas típicas de los adolescentes. Y a vivir sin red.
"Desde ya que no se puede generalizar, porque en la misma sociedad se pueden
encontrar personas que organizan sus vidas como la organizaron generaciones
anteriores, o diferencias muy grandes entre sectores sociales. Pero sí se observa
una tendencia a postergar ciertas decisiones", dice el psicólogo Francisco
Senegaglia, quien considera que en esa demora se puede leer un cuestionamiento a
los patrones de vida de las generaciones previas, que para los actuales jóvenes de
entre 20 y 30 estarían "devaluados".
Para Patricia Segovia, subsecretaria de Asistencia de las Adicciones de la Provincia
se trata de un fenómeno cultural y social por el cual "la adolescencia se extiende y
los jóvenes de entre 20 y 30 tienen serias dificultades para constituirse lograr
autonomías (por ejemplo, de sus familias de origen) y un pronunciado temor a
asumir responsabilidades".
LUCES AMARILLAS
Las primeras luces amarillas en torno a este tema se encendieron en Estados
Unidos, donde una serie de estudios revelaron que muchas de las conductas de
riesgo que más preocupan a la sociedad son protagonizadas principalmente por
jóvenes de entre 20 y 30. En la Argentina las cosas no son distintas y son los
jóvenes de esa edad los que más mueren en accidentes de tránsito, los que
encabezan la estadística de consumo abusivo de alcohol y los que admiten que -a
pesar de contar con información- no practican sexo seguro.
Juan Carlos es taxista, maneja en las madrugadas de fin de semana en La Plata y
se acostumbró a convivir con el peligro de un tránsito descontrolado en el que se
nota la influencia del alcohol: según estadísticas oficiales, uno de cada cuatro
conductores interceptados en puestos de control, arroja resultados positivos al
soplar el medidor de alcoholemia en la ciudad.
Para Juan Carlos, los números se reflejan en el paisaje de las madrugadas: en los
automovilistas que cometen todo tipo de infracciones y en los peatones que cruzan
la calle sin mirar, caminan por la calzada o directamente aparecen tirados en los
cordones. A veces Juan Carlos se sorprende al ver que quienes protagonizan estas
faltas no son adolescentes, sino jóvenes que rozan la treintena.
Las estadísticas, son dramáticas en este sentido. En La Plata, donde cada mes
cerca de 7.000 conductores se ven involucrados en un accidente vial y entre 7 y 8
personas mueren mensualmente por esta causa, los accidentes de tránsito son la
principal causa de muerte del segmento poblacional que comprende a los menores
de 35 años, mientras representa la tercera razón en personas de otras edades.
Para algunos especialistas hay un comportamiento generalizado entre el
adolescente medio y tardío (18 a 24 años), que es el que conduce automóviles,
caracterizado por una mezcla de rebeldía y transgresión. Y a eso se suma un
sentimiento de omnipotencia.
La mayoría de los protagonistas de los accidentes de tránsito en la ciudad tiene
entre 25 y 40 años. Desde las compañías aseguradoras se indica que la negligencia
es la principal causa de los accidentes (el 90% obedece a fallas humanas) y que
entre un 20 y un 30% de ellos se producen en calles con semáforos.
Las colisiones que se generan los fines de semana a la noche, que son
mayoritariamente protagonizadas por esta franja de edad, se consideran las más
violentas y las que producen más muertos.
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EL ALCOHOL
Una de las causas fundamentales que explican estos choques es la velocidad. La
otra, el consumo de bebidas alcohólicas, que hace que las respuestas ante cualquier
eventualidad de la ruta o la calle se hagan torpes y lentas.
Según un informe de la subsecretaría de Tratamiento de las Adicciones de la
Provincia, el 40% de los conductores víctimas de accidentes consumió alcohol y de
ese 40% el 78% tiene entre 16 y 24 años.
Las estadísticas de ese mismo organismo revelan que la franja de edad que registra
el mayor consumo abusivo de alcohol es la que va de los 16 a los 26 años. Los
mismo pasa con la drogas y en este caso el 37% de los pacientes que se atienden
por adicciones en la Provincia tienen entre 20 y 30 años.
En ese 37% surgen otras características: EL 37% de ese porcentaje tiene causas
pendientes con la justicia, el 26% es desocupado, el 81% es soltero y el 61% vive
con su familia de origen.
Los datos referidos al consumo indican que el 36,2% de los que abusan de las
drogas a esta edad lo hacen diariamente, que el consumo grupal es el más común
(58%) y que los conflictos familiares (21,6%) y la búsqueda de nuevas experiencias
(14,3%) son los principales motivos que los llevan a utilizar sustancias prohibidas.
Las conductas omnipotentes típicas de esta edad se trasladan asimismo al plano
sexual. El sida es cada vez más pobre y más joven y ese es un emergente del
problema, representado también por el contagio de otras Enfermedades de
Transmisión Sexual (ETS), especialmente en esta franja de edad.
Los datos de una encuesta realizada en Villa Gesell y Pinamar sobre 6.500
adolescentes y jóvenes de entre 14 y 25 años revelaron que sólo el 15% de los
varones practicaban siempre el sexo seguro, mientras que ese porcentaje ascendía
al 27% en el caso de las mujeres.
Uno de los correlatos de esta situación está representado por la reaparición de la
sífilis como problema, a partir del aumento del número de casos en la provincia en
los últimos años.
Los estudiosos han descubierto, además, que el área del cerebro que controla los
impulsos no madura totalmente hasta alrededor de los 25 años. Así se desprende de
estudios realizados por los institutos nacionales de salud de Estados Unidos, la
Universidad de Pirttsurg, la Harvard Medical School y la Temple University.
De la mano de estos datos, algunas campañas de prevención pensadas
originalmente para adolescentes se extendieron, en los últimos años, a edades más
avanzadas en el país y en el mundo. Sin embargo, muchos especialistas creen que
no es suficiente y consideran que es necesario ampliar los mecanismos de
contención para evitar que aquellos que tienen entre 20 y 30 sigan encabezando hoy
la lista de las estadísticas más trágicas.
http://www.eldia.com.ar/edis/20070910/revistadomingo0.htm
lunes | 10.09.2007
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PARA LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD, YA NO TERMINA A LOS 19
La adolescencia, hasta los 25 años
La OMS prolongó 6 años el período adolescente. Qué dicen los especialistas
Algunos están de novio pero no piensan en formar una familia. Estudian pero no
tienen apuro en recibirse. O viven con sus padres después de recibidos pero
tampoco están ansiosos por tener su techo propio. Lo que hasta hace poco los
especialistas solían llamar "adolescencia tardía", ahora la Organización Mundial de
la Salud (OMS) acaba de definir directamente como adolescencia, al menos en el
caso de los menores de 25. ¿Cómo? Pese a que históricamente este organismo
internacional limitaba este período entre los 12 y 19 años, ahora muchos de sus
especialistas sostienen que esta etapa de la vida se prolonga hasta los 25 años.
"La adolescencia está ligada a los factores culturales -explica el sociólogo Ricardo
Esteffani-, lo que significa que no se le puede poner una edad límite porque la
condición de juventud no es uniforme y varía de acuerdo al grupo social que se
considere. Lo que dicen los especialistas de la OMS es lógico porque responde a los
cambios sociales de estas últimas décadas, en la que los jóvenes suelen demorar
sus responsabilidades de adultos y eligen irse a vivir solos de más grandes o, por
ejemplo, casarse cuando ya pasaron los 30".
La OMS estima que una de cada cinco personas en el mundo es adolescente, en
tanto que el 85% de ellos vive en países pobres o de ingresos medios y alrededor de
1.7 millones de ellos mueren al año. Hasta ahora, es bueno recordar, la OMS definía
la adolescencia como la etapa que va entre los 11 y 19 años, considerándose dos
fases: la adolescencia temprana 12 a 14 años y la adolescencia tardía 15 a 19 años.
"Hoy en día la realidad marca otra cosa -sostiene Esteffani-. A diferencia de la
generación de sus padres, que entraron en la etapa adolescente en los años
sesenta, los chicos de ahora dejaron de ser niños en una sociedad que se volvió
mucho más compleja e incierta. Son cambios que influyen, que marcan. Pensemos
que se trata de hijos que fueron testigos de todas las crisis: la de la familia, la de los
valores y hasta la económica. Los adolescentes actuales incorporan la realidad de
un modo distinto, acaso con más temores y menos expectativas que sus
generaciones anteriores, y entonces no es ilógico que se planteen no apurarse a
crecer o a asumir responsabilidades de adultos".
Una mirada similar sobre la cuestión es la que plantea Laura Mariani,
psicóloga especializada en adolescencia y familia. Según su criterio, "no hay dudas
de que el tiempo para elaborar la adultez se ha ido dilatando y el síndrome de Peter
Pan revolotea en el mundo entero posándose especialmente en los hogares de
clase media, donde las presiones no pasan tanto por las carencias de la comida
cotidiana ni por el afán de poder".
De acuerdo a la especialista, el intenso proceso en el que el adolescente pasa a ser
dependiente de sus padres a consolidar su autonomía como adulto se vuelve en la
actualidad "más lento debido a que el joven no encuentra en el mundo relevos
identificatorios. La crisis de valores hace que para el joven este proceso de cambio
se torne más incierto. Y no es algo que le ocurre sólo a los chicos: los padres
también contribuyen a demorar este proceso que va de la adolescencia a la
madurez".
Desde el punto de vista psicológico, sin embargo, la explicación no se agota aquí: en
la Asociación Psicoanalítica Argentina no son pocos los que hablan de cierto
"interjuego generacional entre padres e hijos de detención del tiempo", alg que,
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palabras más palabras menos, los propios profesionales se encargan de explicar
así: "es como sí ambos quisieran perdurar un poco más como padres de hijos
dependientes y como hijos dependientes de esos padres".
Es más: contrariando incluso a los parámetros que establece la OMS, no son pocos
los especialistas para los cuales la edad de la adolescencia puede llegar hasta los
34 años, y están quienes afirman que la adolescencia será en pocos años un
término obsoleto, pues el límite tiende a extenderse años tras año.
Según señalan los expertos, otra de las cuestiones que explican este fenómeno
tiene que ver con la incertidumbre que genera el mundo actual. La falta de trabajo, la
reducción de personal, los ataques terroristas, la falta de liderazgo o las crisis de los
grandes relatos, provoca que quienes dejan la niñez continúen temiendo enfrentar
un mundo incierto.
Así, los nuevos jóvenes encuentran cada vez más difícil definir su identidad, -una de
las bases de la adolescencia- en un mundo que también parece adolecer, con
líderes y padres adolescentes. "La permanencia en la casa es entonces un refugio
que los cobija no sólo de los problemas económicos -aporta Estaffani-, sino que
también los protege de un mundo exterior incierto, al cual esperan ir integrándose de
una forma más armónica, para que recién cuando realmente se sientan adultos,
tomen la responsabilidad de hacerse cargo de su vida y la de los demás, dentro de
un mundo complejo y en constante cambio".
Teoría al margen, los números también aportan algo: según el Indec, de algo más de
13 millones de personas que habitan en hogares multifamiliares de la provincia de
Buenos Aires, cerca de 734 mil son hijos de entre 25 y 44 años. Dentro de ese
universo que palpita entre cuatro paredes, 404 mil son varones y casi 330 mil,
mujeres
Catalina Wainerman, socióloga e investigadora del Conicet, estudió el tema a nivel
estadístico y llegó a conclusiones interesantes: "en los años 60 y 70 eran muchos los
padres y las madres de los sectores medios que lamentaban que sus hijos se fueran
a vivir solos a poco de cumplir los 23 o 24 años. Esos padres recordaban sus
propios 20 años, cuando los jóvenes dejaban el hogar paterno del brazo de sus
maridos y esposas. Hoy, en los mismos sectores sociales, no son pocos los padres y
madres que se preguntan cuándo se irán estos hijos dependientes que, pasados los
veinte y no tan lejos de cumplir los treinta, siguen viviendo en casa, con
comportamientos de adolescentes y apetencias de adultos".
Para la investigadora del Conicet, más allá de lo que establezca la OMS, hay algo
que está claro: "la juventud de hoy parece interminable -dice-. La etapa de la vida
que sigue a la adolescencia se ha alargado. En estos, como en otros cambios
sociales, la Argentina sigue tendencias que ya se detectaron desde hace unas
décadas en los Estados Unidos, Francia y otros países desarrollados".
http://www.eldia.com.ar/catalogo/20090517/informaciongeneral12.htm
domingo | 17.05.2009
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Jóvenes y alcohol: "la previa" en el banquillo
Una reciente encuesta oficial revela que el inicio en el consumo de alcohol se
produce a edades cada vez más tempranas. Especialistas y autoridades del área
aseguran que los mayores niveles de ingesta se concentran en "la previa" del
boliche: esa costumbre arraigada en los últimos años, según la cual los chicos se
reúnen a tomar horas antes de ir a bailar y que en los últimos años "se mudó", por
cuestiones económicas, desde los bares a los domicilios particulares. Buscan crear
conciencia en torno a la necesidad de restar legitimidad a una práctica muy
arraigada.
"'La previa' es tan importante en las noches de fin de semana, que muchos chicos se
quedan con eso y después ni siquiera van al boliche", dice Luciano Pereyra (21)
mientras tarjetea en una esquina céntrica, cuando se refiere a un hábito que
preocupa cada vez más a especialistas y autoridades. Y si esa preocupación hoy se
ve potenciada es porque unos y otros creen que el creciente consumo de alcohol por
parte de los jóvenes durante los fines de semana se vincula especialmente con esa
costumbre que en los últimos años -y de la mano de factores económicos- "se mudó"
desde los bares a los domicilios y se transformó para muchos chicos en "un fin en sí
mismo".
Esta es una de las conclusiones centrales del diagnóstico que hacen autoridades y
especialistas a la hora de analizar el preocupante vínculo entre jóvenes y consumo
de alcohol. Un vínculo que, reconocen, se inicia cada vez más temprano, que es
más frecuente de lo aconsejado y que suele ser la puerta de entrada a otras
adicciones y perjuicios.
Adolescentes y jóvenes, en tanto, admiten que "la previa" es el momento de la
semana en el que más se toma. Lo atribuyen fundamentalmente a una cuestión de
precios que incidió para que el consumo de alcohol se mudara desde los boliches y
los bares a los propios domicilios particulares o a las esquinas de los barrios.
Y si esto sucede es porque existe una legitimación social hacia esta práctica, que
hace que muchos padres relativicen sus efectos negativos, controlen poco, o
directamente no controlen el consumo de alcohol que se hace puertas adentro y
antes de salir.
"Lo que suele suceder es que cuando 'la previa' se hace en una casa los chicos
roten, y busquen algún lugar cercano a los boliches donde en ese momento no haya
padres. Cuando eso no pasa se busca una casa con padres 'piolas' que no se
pongan muy controladores", describe Matías Basukevich (20).
Chicos y padres consultados coinciden en atribuir el arraigo de "la previa" a los
horarios de los boliches, "que empiezan tarde y a los que a nadie se le ocurriría ir
antes de las 2 de la mañana".
Javier Goñi, Subsecretario de Atención de las Adicciones, considera que las causas
y consecuencias de la previa son todavía más profundas.
"La existencia de esta costumbre, culturalmente aceptada, agudiza el consumo de
alcohol. Pero lo peor es que lo que se oculta detrás del fenómeno es un imperativo
que rige entre los jóvenes, según el cual para divertirse se necesita estar 'borracho'
o 'puesto', como dicen ellos. Paradójicamente, por ese consumo excesivo de alcohol
muchos pierden la noción de lo que hacen. Y es así como a los trastornos
provocados directamente por el alcohol, se suman los indirectos: como el embarazo
adolescente, la violencia, los accidentes de tránsito", sostiene el funcionario.
Goñi cree que los patrones culturales han cambiado en los últimos 20 años y que
hoy el rol que jugaba el cigarrillo en el tránsito entre la adolescencia y la adultez fue
suplido por el alcohol, en una generación que valora la ecología y la lucha contra el
tabaco, pero que se muestra muy tolerante frente al consumo excesivo de bebidas.
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Y sobre todo, destaca que la falta de una condena social hacia la venta de alcohol a
menores permite que este se siga vendiendo a pesar de la legislación que lo prohíbe
y de los controles destinados a hacerla cumplir que, asegura, se intensificaron en los
últimos tiempos.
De allí que, entre otras medidas, desde la Provincia se apunte a generar conciencia
entre chicos y padres en torno a estas cuestiones y poniendo el foco en "la previa",
actuando en la comunidad y llevando ese mensaje a ámbitos como la escuela y las
campañas de comunicación masiva.
Actualmente la venta de alcohol está prohibida en kioscos, polirrubros, estaciones de
servicio y de manera ambulante. Entre las 23 y las 8 la prohibición alcanza a
almacenes, supermercados, despensas y similares. Tampoco está permitido vender
alcohol a menos de 200 metros de cualquier evento de concurrencia masiva.
En la actualidad son 45.000 los comercios que en la Provincia están inscriptos en el
Registro y se encuentran en condiciones regulares de comercializar bebidas
alcohólicas. Los que no cuentan con licencias y de todas maneras venden pueden
ser multados por entre mil y cien mil pesos y penados con la clausura de cinco a
ciento ochenta días, mientras para el caso de un distribuidor que proveyese alcohol
a un comerciante no habilitado está prevista una sanción de clausura de hasta 180
días y multas por más de 500.000 pesos.
EL ESTUDIO
Un estudio recientemente difundido por la Secretaría de Adicciones pone en
evidencia que el consumo de alcohol se inicia en la provincia a edades muy
tempranas y que se registra con una alta frecuencia, coincidente con el número de
salidas promedio protagonizadas por los chicos.
Según esa encuesta, realizada en 2008 entre más de 2000 alumnos secundarios de
entre 16 y 23 años de todos los distritos de la Provincia, el 20% de los jóvenes probó
el alcohol entre los 12 y los 13 años, el 30% entre los 15 y los 16, el 43% entre los
16 y los 17 y un 7% antes de los 12.
En cuanto a bebidas fuertes, el inicio en el consumo es mayor entre los 14 y los 17
años, franja etárea en la que el 70% dice haberlas probado, según los resultados de
la encuesta.
Las bebidas alcohólicas mezcladas con energizantes también figuran entre los
tragos que eligen los chicos, tanto en bares y boliches como en la casa, donde los
preparan ellos mismos. Entre los 14 y los 17 años, el 56% contó que probó alguna
bebida fuerte con energizante.
La mitad de los consultados indicó, además, que toma una vez por semana, y el
estudio pone en evidencia, además, que el alcohol es la sustancia más consumida
entre los jóvenes de la Provincia.
El sondeo indagó también acerca del entorno de los chicos y los niveles de
información sobre los riesgos del abuso de alcohol. El 66% aseguró que "la mayoría"
de sus amigos toman en primer lugar cerveza, en segundo vino, luego bebidas
fuertes y por último las mezcladas con energizantes. Entre el 20 y el 25% dijo que
"muchos" de sus amigos toman alcohol y sólo el 1% expresó que "ningún" amigo
toma cerveza, que parece ser la preferida de los jóvenes.
Otros de los datos manejados por la Subsecretaria de Atención de las Adicciones y
procedentes de un estudio realizado por la Secretaría de Programación para la
Prevención del Narcotráfico -Sedronar- indica que 1 de cada 3 menores consultados
reconoció haber consumido alcohol en el último mes previo a la consulta.
En lo que hace a la información manejada por los chicos en torno a este tema, sólo
el 3,6% de los consultados dijeron carecer de ella. Los jóvenes reconocen a los
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padres y a la escuela (28% en cada caso), ser la principal fuente de información,
mientras que radio y TV fueron mencionados en el 17% de los casos.
Del mismo estudio surge que la franja que va de los 19 a los 25 años es la que
registra el mayor índice de consumo de alcohol.
EBRIOREXIA
El consumo excesivo de alcohol entre los jóvenes despertó una nueva preocupación
en torno a un trastorno alimentario asociado con alcoholismo que ya genera
inquietud en algunos países europeos.
Se trata de la ebriorexia -que viene a sumarse a las más frecuentes bulimia y
anorexia- y que se manifiesta en la voluntad de quien lo padece en sustituir la falta
de comida con la ingesta de alcohol.
Es una patología que puede traer graves consecuencias y, lo más preocupante, es
que muchos ebrioréxicos lo son sin saberlo.
Es un trastorno difícil de detectar, dado que es bastante común que en la actualidad
un adolescente se emborrache los fines de semana y además esté pendiente de su
dieta.
El ebrioréxico sustituye la falta de comida en el estómago con las calorías que
aporta al organismo el consumo desenfrenado de alcohol, indican los especialistas
que agregan que, en los casos más graves el alcohol se mezcla con drogas para
poder aguantar más tiempo sin comer.
El riesgo principal de la ebriorexia, según la asesoría psicológica de ADANER, es
que puede derivar en desnutrición, intoxicación por etanol e incluso coma etílico,
además de dañar de forma fulminante órganos vitales y las neuronas. En la
Argentina, el problema todavía no fue detectado.
http://www.eldia.com.ar/edis/20090810/revistadomingo0.htm
lunes | 10.08.2009
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INTERES GENERAL
Adultos infantiles
Hay padres que usan juguetes para niños o coleccionan muñecos. Son personas
que se niegan a crecer y adoptan actitudes propias de jóvenes. Padecen el
síndrome de Peter Pan
Por GREGORIO DOLCE
Cada vez hay más adultos que se refugian en su pasado para no crecer. Son
coleccionistas de muñecos de series animadas, lectores de comics y adictos a los
juegos electrónicos. Aunque no hay estadísticas sobre este síntoma, crecen las
comiquerías y sus clientes.
La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, no está distante de actividades
asociadas con las grandes metrópolis, donde la ficción camina por callejones y
avenidas.
EL KARMA DE PETER PAN
Peter Pan es un personaje literario que está condenado a ser joven por siempre. Lo
que puede ser un don dentro de un cuento infantil, pierde su inocencia en el mundo
de los adultos. Ese universo, alejado del país de "Nunca Jamás", es un síndrome de
negación a la adultez.
En 1983, el psicólogo estadounidense Dan Kiley publicó "El síndrome de Peter Pan",
al que describió como el conjunto de características que tiene una persona que no
sabe o no quiere renunciar a ser un hijo.
Al respecto, Laura Mariani, coordinadora del "Centro Integral de Psicología Aplicada"
de La Plata explica que "la persona (que padece esta psicopatología) ha quedado
ligada a determinados puntos de fijación. En general cuentan con escasa capacidad
de espera, conductas de apego y limitaciones para asumir responsabilidades".
Además, detalla que "estos adultos conservan actitudes infantiles, suelen tener
dificultades en todos los aspectos de su vida de relación, dado que sus respuestas
no están de acuerdo con su edad cronológica. Se comportan de manera discontínua.
Es decir, si bien pueden mostrar una actitud adulta por su experiencia de vida y
acopio de información, por otro lado canalizan sus frustraciones adoptando posturas
regresivas".
JUGUETES: PATRIMONIO DE ADULTOS
Es habitual ver a un niño jugando con muñecos, con autos, dibujando un mundo de
fantasía, pero esa propiedad de la que los chicos hacen gala con naturalidad tiene
competidores: Los Peter Pan.
Leonardo Batic, dibujante platense que trabaja para Warner Bros y Disney, conserva
muñecos de la "Guerra de las Galaxias" y de otras historias, aunque su colección
está ligada a su actividad y no a un comportamiento impropio. Sin embargo, por su
trabajo ha conocido a personas que padecen el síndrome de "niños por siempre".
"Leo", como se lo conoce en el ambiente, cuenta que "a una de las cosas a las que
te llevan las historietas son las ferias de libros y las convenciones. La convención
más importante en el mundo es la de San Diego (Estados Unidos). Ahí se encuentra
a gente que vive en un mundo infantil".
"Hablan y visten como si fueran chicos. Recuerdo que en 2002 estaban por estrenar
Episodio I, y había un viejito japonés, de 80 años, que se había disfrazado de Jedi...
Hay un punto donde está bárbaro, y a veces se llega a un punto en donde te
provoca cierto escozor", relata.
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Mientras incorpora anécdotas de su viaje a la Meca de los comics, abre un álbum del
que emerge un personaje bizarro: Un hombre de 40 años, obeso, con barba tupida,
fumando un cigarrillo y con orejas de conejo rosas. "Cuando lo vi me pregunté: ¿Qué
hago yo acá, con este tipo fumando un puro y esas orejas?", dispara entre risas.
COMIQUERIAS: POLITICA DE LA PRIVACIDAD
Más allá de las jugueterías, a las cuales suelen asistir mayores para comprarles
regalos a los jóvenes, están las llamadas comiquerías, y cuya clientela es más
abigarrada.
A ellas asisten desde adolescentes hasta adultos, desde curiosos hasta
coleccionistas. Por eso, indagar en cuáles son los gustos y tipo de clientes al que se
dirigen estos locales en La Plata era una cuestión obligada.
Sin embargo, ante el requerimiento del cronista y pese a la garantía de resguardo de
fuente, distintos negocios del rubro se negaron a dialogar sobre el tema: "No es
contra el medio ni en contra suyo. También vinieron una vez los de la TV, pero no
hablamos. Nosotros nos dedicamos a satisfacer las necesidades de nuestros
clientes, y lo que quieran ellos está bien".
A pesar de la negativa, Batic realiza un aporte importante, ya que entre 1992 y 1994
fue propietario de "Criptograma", una comiquería que estaba en calle 9 entre 48 y
49: "Al local iba gente que me pedía cualquier cosa. En una oportunidad un abogado
me pidió que le dibujara unas martas, el material era de humor, sensual y
pornográfico. Eran animalitos haciendo lo que hacen los adultos. Y había personas
que no se perdían un número".
Además, reconoce que "casi todos los clientes compran para ellos y no para chicos.
Los coleccionistas son gente grande. La mayoría tienen 35 años para arriba. Hay
tipos que guardan los muñecos y otros que juegan con ellos".
PADRES AL DIVAN
La psicóloga Mariani aclara que "no necesariamente" un padre que atesore juguetes
padece el síndrome de Peter Pan: "Puede coleccionar objetos infantiles basados en
un punto de vista artístico o por lo representativo que son de una evolución sociohistórica. Pero que juegue con ellos insistentemente es significativo".
Los padres que tienen conductas infantiles "son festejados por sus hijos cuando
éstos conservan la edad apropiada para compartirlos. Pero al entrar en la
adolescencia, todos los hijos comparan a sus propios padres con otras matrices y es
ese el momento en que notan la diferencia".
Según Mariani, los adultos identificados con este síntoma "necesitan de apoyo
psicoterapéutico para superarlo, ya que no pueden sostener una represión tan fuerte
por sus propios medios. Necesitan hacer el pasaje al juego adulto a través del
deporte u otro tipo de juegos que tome aspectos intelectuales, sociales".
El crecimiento físico no siempre está ligado al intelectual, y las actitudes lúdicas de
un mayor tampoco están referenciadas directamente con las de un niño. Aunque
ciertas regresiones tienen, sin duda, una cita pendiente con Freud.
http://www.eldia.com.ar/edis/20080420/revistadomingo39.htm#
domingo | 20.04.2008
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