EL GIRO HUMANISTA: LA SOFÍSTICA Y ÑA FIGURA DE SÓCRATES

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EL GIRO HUMANISTA: LA SOFÍSTICA Y LA FIGURA DE SÓCRATES
PROTÁGORAS
i) Práctica de la sofística
[Platón, Protágoras 317b ss.] «Protágoras: admito ser sofista y educar a los hombres
(…) Cierto es que llevo ya muchos años dedicado a este arte (…) Jovencito, has de
saber que, si te haces discípulo mío, te va a ser posible, desde el mismo día en que
vengas a mí, regresar a casa como un hombre mejor y, al día siguiente, exactamente
igual. Y cada día que pase progresar continuamente hacia lo mejor. Los otros, en efecto,
echan a perder a los jóvenes. Porque a ellos, que han huido de los saberes técnicos, los
conducen y ponen, en contra de su voluntad, en manos de otras técnicas, enseñándoles
cálculo, astronomía, geometría y música. En cambio, el que llega a mi escuela, no
aprenderá nada más que aquello por lo que a ella viene. Y esa ciencia consiste en un
decidir correctamente sobre los bienes familiares —el modo de administrar de la mejor
manera la casa propia— y sobre los asuntos de la ciudad —cómo obrar y hablar sobre
los asuntos de la ciudad del modo más eficaz posible— Sócrates: Me parece que hablas
de la ciencia política y que prometes hacer de los hombres buenos ciudadanos»
ii) Teología:
[Sexto Empírico, Contra los matemáticos IX 55-56 ] «Protágoras de Abdera (…) quien
en un tratado suyo escribió literalmente: “Sobre los dioses no puedo decir si existen ni
cual es su naturaleza. Ya que son muchos los factores que me lo impiden”. Por esta
causa fue condenado a muerte por los atenienses, si bien escapó y pereció, después, en
el mar en un naufragio»
iii) Relativismo y nominalismo
[Aristóteles, Metafísica XI 6, 1062b 12] «Protágoras dijo que el hombre es medida de
todas las cosas, no queriendo significar con ello más que lo que a cada uno le parece,
posee una realidad firme. Y si ello acontece, sucede que la misma cosa es y no es y es
mala y buena y así todas las demás afirmaciones conformes a las tesis opuestas, por el
hecho de que frecuentemente a unos les parece buena una cosa, y a otros, su contraria, y
la medida es lo que a cada uno le parece»
[Sexto empírico, Esbozos pirrónicos I 216 ss.] «Y también Protágoras pretende que “el
hombre es medida de todas las cosas, de las que son en cuanto son, y de las que no son
en cuanto no son”, designando con ‘medida’ al criterio y con ‘cosas’ a las realidades, de
modo que en teoría afirma que el hombre es el criterio de todas las realidades, de las que
son en cuanto son, y de las que no son en cuanto no son. Y por ello admite sólo lo que a
cada uno le parece y, de ese modo, introduce el “con relación a…”. Por esa razón parece
compartir doctrina con los pirronianos, aunque por otro lado se diferencia de ellos (…)
Protágoras afirma que la materia es fluida y que, al fluir, se producen constantemente
adiciones que vienen a sustituir a las pérdidas y que las sensaciones se transforman y
alteran de acuerdo con la edad y demás disposiciones del cuerpo. Afirma también que
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las causas inteligibles de todos los fenómenos radican en la materia, por cuanto la
materia, en la medida en que éstos dependen de ella, es en potencia todo cuanto a todos
se revela. Pero los hombres aprehenden a veces unas propiedades y otras, otras, según
sus diferentes disposiciones. Así, el que se encuentra en una disposición conforme a la
naturaleza aprehende de las propiedades que están en la materia, aquellas que pueden
revelarse a los que se encuentran en una disposición conforme a la naturaleza; quien se
encuentra en un estado contrario a la naturaleza, aquellas que pueden revelarse a
quienes se encuentran en un estado contrario a la naturaleza. Y el mismo razonamiento
cabe según la edad, el estado de sueño o de vigilia así como con cada una de las formas
de las disposiciones humanas. En este sentido, según Protágoras, el hombre es el criterio
de los entes. Puesto que todo lo que se manifiesta a los hombres existe, y lo que no se
manifiesta a hombre alguno no existe. Vemos, pues, que sostiene también una teoría
sobre el carácter fluido de la materia y sobre el hecho de que radiquen en ella las causas
inteligibles de todos los fenómenos, que son oscuros y sobre los que debemos
abstenernos de emitir un juicio»
[Aristóteles, Metafísica IX 3, 1046b29] «Pero hay quienes afirman, como la escuela de
Megara, que la potencia sólo se da en acto y que, cuando no se efectúa, no existe
potencia [… así, en relación a cualquier arte o actividad, por ejemplo, la de construir]
cuando cese en su labor, ¿dejará de poseer su arte y cómo la adquirirá para poder
construir otra vez de inmediato? E igual ocurre con las cosas inanimadas. En efecto, no
habrá nada frío ni caliente, ni dulce ni ninguna otra cualidad sensible, si no existen
quienes las perciban. De modo que se encontrarán defendiendo el argumento de
Protágoras. Pero tampoco ningún ser tendrá percepción, si no percibe ni efectúa el acto
de percibir»
[Platón, Protágoras, 333e-334c] "[Sócrates sugiere que quizá 'bueno' sea lo mismo que
'beneficioso para los hombres'; y Protágoras responde:) Aun a cosas que no son
beneficiosas (o útiles) para los hombres, yo las sigo llamando buenas... Conozco
cantidad de cosas -alimentos, bebidas, medicamentos y muchas otras- que son nocivas
para los hombres, y otras que son beneficiosas; y también otras que, en lo que se refiere
a los hombres, no son ni una cosa ni otra, pero son nocivas o beneficiosas para los
caballos, y unas solamente para el ganado bovino, y otras para los perros. Algunas no
tienen efecto sobre los animales, sino solamente sobre los árboles, e incluso algunas son
buenas para las raíces de los árboles pero dañinas para los jóvenes tallos. El estiércol,
por ejemplo, es bueno para todas las plantas cuando se aplica a sus raíces, pero
altamente destructivo si se pone en los brotes o en los tallos jóvenes... Tan diversa y
multiforme es, así mismo, la bondad, que incluso para nosotros la misma cosa es buena
si se aplica externamente, pero mortal si se toma para lo interno. Todos los médicos
prohíben al enfermo que utilice aceite al preparar su alimento, como no sea en pequeñas
cantidades."
Textos del Teeteto
[152a y ss] «[Protágoras] viene a decir que “el hombre es la medida de todas las cosas,
tanto del ser de las que son, como del no-ser de las que no son”... [dice algo así como
que] las cosas son para mí tal como a mí me parece que son, y que son para ti tal y
como a ti te parece que son (...) las cosas son para cada uno tal y como cada uno las
percibe»
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*** Platón extrae las consecuencias ontológicas nihilistas de este argumento. De él se
seguiría que:
[152 d 3] « ninguna cosa tiene un ser único en sí misma y por sí misma y que no podrías
darle ninguna denominación justa, ni decir que es de una clase determinada. Al
contrario, si la llamas grande, resulta que también parece pequeña y, si dices que es
pesada, también parece ligera, y así ocurriría con todo, ya que no hay cosa que tenga un
ser único, ni que sea algo determinado o de una clase cualquiera. Ciertamente, todo lo
que decimos que es, está en proceso de llegar a ser, a consecuencia de la traslación, del
movimiento y de la mezcla de unas cosas con otras, por lo cual no las denominamos
correctamente. Efectivamente, nada es jamás, sino que está siempre en proceso de llegar
a ser»
(153 d 9) «lo que llamas color blanco no es algo que en sí mismo tenga una realidad
independiente fuera de los ojos, ni en los ojos, y no le puedes asignar espacio alguno, ya
que, sin duda, al ocupar una posición determinada, permanecería inmóvil y no podría
llegar a ser en el devenir [... y siguiendo la doctrina de Heráclito] Así resulta evidente
que el negro y el blanco y cualquier otro color no se engendra sino por el encuentro de
los ojos con el movimiento adecuado. Lo que decimos que es cada color no será ni
aquello que se dirige al encuentro, ni lo encontrado, sino una realidad intermedia que se
engendra específicamente para cada uno»
(155 a) « ninguna cosa se hace nunca mayor o menor, ya sea en volumen o en número,
mientras permanezca igual a sí misma [... y] aquello a lo que no le añadimos ni le
restamos nada no aumenta ni decrece, sino que permanece siempre igual. [...y] es
imposible que algo sea con posterioridad lo que no era anteriormente sin llegar a serlo
en el pasado o en el presente... [lo invisible 155 e] el universo es movimiento y nada
más, pero hay dos clases de movimiento, las dos ilimitadas en número, una de las cuales
tiene el poder de actuar y la otra la de recibir la acción»
[157 a] «como ellos dicen, no es posible concebir en firme que lo que ejerce la acción y
lo que la recibe sean algo definido independientemente uno de otro [todo es relación;
todo es dinámico]. Nada, en efecto, es activo antes de producirse el encuentro con lo
pasivo, ni es pasivo antes de encontrarse con lo activo (...) De todo ello se deduce (...)
que ninguna cosa tiene un ser único en sí misma y por sí misma, sino que siempre llega
a ser para alguien. Es más, el ser debería eliminarse en todos los casos (...) utilizamos
esta palabra por costumbre e ignorancia [aquí se ve con toda claridad la crítica que
Nietzsche, y después otros muchos, van a hacer contra la metafísica clásica. No es,
pues, nada nuevo] [... Por consiguiente, sigue diciendo el texto] no hay que aceptar
términos que, como ‘algo’, ‘de alguien’, ‘mío’, ‘esto’, ‘aquello’, o cualquier otra
palabra, atribuyan estabilidad a las cosas [es decir, que impliquen el concepto de
sustancia]. Al contrario, hay que hablar de ellas de acuerdo con la naturaleza, y hay que
decir que están en proceso de llegar a ser y en vías de hacerse, destruirse o alterarse
[tesis fundamental del existencialismo contemporáneo...] Es necesario utilizar esta
forma de expresión tanto al tratar de las cosas aisladas, como de la multiplicidad que
constituye un agregado... como al que se le da la denominación de hombre, piedra o la
de cada ser viviente y especie»
[158 c] «¿Qué prueba podría uno esgrimir ante alguien que nos preguntara si estamos
dormidos en este mismo instante y soñamos todo lo que pensamos, o estamos en vela y
dialogamos despiertos unos con otros?...el tiempo empleado en afirmar la realidad de
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las opiniones que tenemos despiertos es el mismo que dedicamos a afirmar la realidad
de las que tenemos dormidos. ¿Es que va a quedar determinada la verdad por la mayor o
menor cantidad de tiempo [en que se tenga una determinada creencia]?»
[160 b] «Además, cuando llegue a percibir, es necesario que llegue a percibir algo, pues
es imposible llegar a percibir, si no se percibe nada. También es necesario que, al llegar
a ser aquello dulce, amargo o algo por el estilo, llegue a serlo para alguien. Es
imposible, en efecto, que llegue a ser dulce, si no es dulce para alguien.
Por consiguiente, según creo, resulta que somos, si es que somos, o que llegamos
a ser, si es que llegamos a ser, el uno en relación al otro, ya que la necesidad ata nuestro
ser, pero no lo ata con otras cosas ni con nosotros mismos. Resulta, pues, que estamos
enlazados el uno con el otro. De manera que si se dice de algo que es o que llega a ser,
hay que decir que es para alguien, de alguien o en relación con algo. Pero nosotros no
podemos decir que algo es o llega a ser en sí mismo y por sí mismo (...) Teniendo en
cuenta que lo que actúa sobre mí es para mí y no para otro, ¿no es verdad que soy yo
quien lo percibe y no otro? (...) Por tanto, mi percepción es verdadera para mi, pues es
siempre de mi propio ser, y yo soy juez, de acuerdo con Protágoras, del ser de lo que es
para mí y no del no ser de lo que no es»
[160 d 6] « Has estado, por tanto, muy acertado al decir que el saber no es otra cosa que
percepción. Las doctrinas de Homero, de Heráclito y de los que pertenecen a esta estirpe
que afirma que todo está en movimiento, como si fuera una corriente, vienen a coincidir
en lo mismo con la del sabio Protágoras, que dice que el hombre es la medida de todas
las cosas»
[Platón, Teeteto 166d ss.] «[Apología de Protágoras] Yo afirmo que la verdad es como
la tengo escrita: a saber, cada uno de nosotros es la medida de las cosas que son y de las
que no son; ahora bien, infinitamente difiere uno de otro exactamente en el hecho de
que para uno existen y se revelan unas cosas, y para otro, otras. Muy lejos estoy de
negar que existan la sabiduría y el sabio; sin embargo, sabio llamo yo a quien logre
cambiar a cualquiera de vosotros, de forma que lo que le parece y es para él malo, le
parezca y sea para él bueno (…) Recordad los términos de la conversación anterior: que
al enfermo le parecen amargos los alimentos que come y lo son, mientras para el que
está sano son y le parecen todo lo contrario. No hay, por tanto, que considerar más sabio
ni a uno ni a otro —porque ni siquiera sería posible— ni debe hacerse una acusación en
los términos de que el enfermo es un ignorante por sostener una opinión de esa
naturaleza, mientras que el sano es sabio, por sostener una opinión de naturaleza
distinta. Por el contrario, se debe efectuar un cambio hacia la otra posición, ya que la
disposición segunda es mejor. Así también en la educación debe efectuarse un cambio
de una disposición hacia otra mejor. Ahora bien, el médico Realia ese cambio con
medicinas, mientras el sofista lo hace con discursos. Porque nadie ha conseguido que
uno que sustenta opiniones falsas mantenga, después, opiniones verdaderas. Ya que ni
es posible mantener opiniones sobre cosas que no existen, ni otras distintas a las
experiencias, sino que éstas son siempre verdaderas. Mas bien creo que quien, por
efecto de una disposición perniciosa del alma, sostiene opiniones coherentes con ese
estado, una disposición adecuada le hace concebir otras opiniones de igual carácter,
opiniones que algunos, por inexperiencia, califican de verdaderas, y yo, en cambio,
mejores que las otras, pero en modo alguno más verdaderas. Y a los expertos en cuerpos
los llamo médicos, y si lo son en plantas, agricultores. Porque yo afirmo que también
éstos, cuando alguna planta está enferma, en lugar de sensaciones perjudiciales, les
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inducen otras sensaciones beneficiosas, saludables y verdaderas. Y del mismo modo,
digo que los oradores buenos y sabios logran que las ciudades crean justo lo que es
beneficioso, en lugar de nocivo, para ellas. Porque lo que a cada ciudad le parezca justo
y bello lo es efectivamente para ella, en tanto sea valorado como tal. Ahora bien, el
sabio, en lugar de las opiniones particulares que resultan nocivas para los ciudadanos,
logra que parezcan y sean buenas aquellas otras que son beneficiosas. Por la misma
razón el sofista, que tiene la capacidad de educar, por ese procedimiento, a los que
acuden a él, es, para sus discípulos, sabio »
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SÓCRATES
Textos de la Apología:
[21 a- 21 e] "[...] una vez fue Querofonte a Delfos y tuvo la audacia de preguntar al
oráculo esto [...], preguntó si había alguien más sabio que yo. La Pitia le respondió que
nadie era más sabio. Acerca de esto os dará testimonio aquí este hermano suyo, puesto
que él ha muerto [...] tras oir yo estas palabras reflexionaba así: "¿Qué dice realmente el
dios y que indica en enigma? Yo tengo conciencia de que no soy sabio, ni poco ni
mucho. ¿Qué es lo que realmente dice al afirmar que yo soy muy sabio? Sin duda, no
miente; no le es lícito." Y durante mucho tiempo estuve yo confuso sobre lo que en
verdad quería decir. Más tarde, a regañadientes me incliné a una investigación del
oráculo del modo siguiente. Me dirigí a uno de los que parecían ser sabios, en la idea de
que , si en alguna parte era posible, allí refutaría el vaticinio y demostraría al oráculo:
"Este es más sabio que yo y tú decías que lo era yo." Ahora bien, al examinar a éste pues no necesito citarlo con su nombre, era un político aquel con el que estuve
indagando y dialogando-- experimenté lo siguiente, atenienses: me pareció que otras
muchas personas creían que ese hombre era sabio y, especialmente, lo creía él mismo,
pero que no lo era. A continuación intentaba yo demostrarle que él creía ser sabio, pero
que no lo era. A consecuencia de ello me gané la enemistad de él y de muchos de los
presentes. Al retirarme de allí razonaba a solas que yo era más sabio que aquel hombre.
Es probable que ni uno ni otro sepamos nada que tenga valor, pero este hombre cree
saber algo y lo sabe, en cambio yo, así como, en efecto, no sé, tampoco creo saber.
Parece, pues, que al menso soy más sabio que él en esta misma pequeñez, en que lo que
no sé tampoco creo saberlo. A continuación me encaminé hacia otro de los que parecían
ser más sabios que aquél y saqué la misma impresión, y también allí me gané la
enemistad de él y de muchos de los presentes."
[22 c] "Así pues, también respecto a los poetas me di cuenta, en poco tiempo, de que no
hacían por sabiduría lo que hacían, sino por ciertas dotes naturales y en estado de
inspiración como los adivinos y los que recitan los oráculos [moira theia]."
[23 a] "[por todo lo anterior] Es probable, atenienses, que el Dios sea en realidad sabio y
que, en este oráculo, diga que la sabiduría humana es digna de poco o de nada [comparar
con la famosa frase de San Pablo hablando de la Cruz: "Nosotros predicamos un Dios
crucificado; escándalo para los judíos, locura para los paganos", etc. Sócrates sería un
pequeño ejemplo de humildad frente a este hecho inconcuso de la ignorancia humana] [...]
Por esta ocupación [la de buscar si hay algún hombre sabio] no he tenido tiempo de
realizar ningún asunto de la ciudad digno de citar ni tampoco mío particular, sino que me
encuentro en gran pobreza a causa del servicio del dios."
[28 a-b] "Lo que yo decía antes, a saber, que se ha producido gran enemistad hacia mí por
parte de muchos, sabed bien que es verdad. Y es esto lo que me va a condenar, si me
condena, no Meleto ni Ánito sino la calumnia y la envidia de muchos. Es lo que ya ha
condenado a otros muchos hombres buenos y los seguirá condenando. No hay que esperar
que se detenga en mí.
Quizá alguien diga: "¿No te da vergüenza, Sócrates, haberte dedicado a una
ocupación tal por la que ahora corres peligro de morir? [en cierto mnodo la acusación de
Nietzsche]?". A este yo, a mi vez, le diría unas palabras justas: "No tienes razón, amigo, si
crees que un hombre que sea de algún provecho ha de tener en cuenta el riesgo de vivir o
morir, sino el examinar solamente, al obrar, si hace cosas justas o injustas y actos propios
de un hombre bueno o de un hombre malo [...] En efecto, atenienses, obraría yo
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indignamente, si, al asignarme un puesto los jefes que vosotros elegisteis para mandarme
en Potidea, en Anfípolis y en Delión, decidí permanecer como otro cualquiera allí donde
ellos me colocarón y corrí, entonces, el riesgo de morir, y en cambio ahora, al ordenarme
el dios, según he creído y aceptado, que debo vivir filosofando y examinándome a mí
mismo y a los demás, abandonara mi puesto por temor a la muerte o a cualquier otra cosa
[...] En efecto, atenienses, temer la muerte no es otra cosa que creerse sabio sin serlo, pues
es creer que uno sabe lo que no sabe. Pues nadie conoce la muerte, ni siquiera si es,
precisamente, el mayor de todos los bienes para el hombre, pero la temen como si supieran
con certeza que es el mayor de los males. Sin embargo, ¿cómo no va a ser la más
reprochable ignorancia la de creer saber lo que no se sabe?. Yo, atenienses, también quizá
me diferencio en esto de la mayor parte de os hombres [...] y no sabiendo suficientemente
sobre las cosas del Hades, también reconozco no saberlo. Pero sí sé que es malo y
vergonzoso cometer injusticia [...] En comparación con los males que sé que son males,
jamás temeré ni evitaré lo que no sé si es incluso un bien."
[29 d] "Yo, atenienses, os aprecio y os quiero, pero voy a obedecer al dios más que a
vosotros, y mientras aliente y sea capaz, es seguro que no dejaré de filosofar, de exhortaros
[... como] acostumbro: 'Mi buen amigo, siendo ateniense, de la ciudad más prestigiada en
sabiduría y poder, ¿no te avergüenzas de preocuparte de cómo tendrás las mayores
riquezas y la mayor fama y los mayores honores, y, en cambio, no te preocupas ni interesas
por la inteligencia, la verdad y por cómo tu alma va a ser lo mejor posible? [...] y yo creo
que todavía no os ha surgido mayor bien en la ciudad que mi servicio al dios."
[32 a] "[...] es necesario que el que, en realidad, lucha por la justicia, si pretende vivir un
poco de tiempo, actúe privada y no públicamente."
[32 b] "[alusión a su participación en el Consejo contra los generales de la batalla de las
Islas Arguimusas y a su negativa a lo Tiranos para detener a un inocente. En estas
ocasiones Sócrates mostró que] ... a mí la muerte, si no resulta un poco rudo decirlo, me
importa un bledo, pero que en cambio me preocupa absolutamente no realizar nada injusto
e impío."
[33 a] "Yo no he sido jamás maestro de nadie."
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