Tres Sistemas Reguladores De La Conducta: Ley, Moral Y Cultura. El presente artículo busca exponer la diferenciación y la relación entre ley, moral y cultura y subrayar su carácter de producto histórico y de pieza clave en la dinámica contemporánea. El presente documento, en su totalidad, es una extracción de dos trabajos del ex - alcalde de Bogotá Antanas Mockus, el primero de ellos titulado “Anfibios Culturales y Divorcio entre Ley, Moral y Cultura”1y el segundo, “Divorcio entre Ley, Moral y Cultura”2 Regla y regulación Se cuenta con una regla cuando se puede distinguir si un comportamiento la cumple o no. Una regla remite a un universo de comportamientos posibles, comportamientos que no se suponen plenamente determinados. Es constitutivo de la noción de regla, al menos tal como la usamos aquí, que la regla pueda ser acatada o violada voluntariamente. La regla se hace operativa por la capacidad de llegar a un acuerdo sobre si un comportamiento se adecúa a ella o no. Una regla separa así los comportamientos posibles en dos grupos: los comportamientos conformes a la regla y los comportamientos contrarios a la regla. La regla es apenas una forma que se expresan indicando diferenciar lo correcto de lo valores son un ejemplo. Lo de la regulación. Hay otras formas de regulación lo óptimo o indicando preferencias. Más que incorrecto, señalan lo preferible. Los llamados que Von Wright3 llama las normas ideales (la Mockus Antanas, “Anfibios Culturales y Divorcio entre Ley, Moral y Cultura”, revista Análisis Político No. 21 de 1994, Pág. 43-56 2 Mockus Antanas, “Divorcio entre ley, moral y cultura”, artículo que expone los soportes conceptuales que fueron relevantes para la formulación y desarrollo del objetivo Cultura Ciudadana en el Plan de Desarrollo “BOGOTÁ para VIVIR todos del mismo lado”. 1 Henrik Von Wright, Norma y Acción. Una investigación lógica, Tecnos, Madrid, 1979, págs. 21-35. Von Wright comienza usando la noción de “norma” de una manera muy similar a como usamos aquí "regla" (donde él usa “normativo” usamos “regulativo” o “regulador”). Distingue entre normas promulgadas (prescripciones), costumbres, normas morales e ideales: 3 Las prescripciones son promulgadas por una autoridad que manifiesta con ellas una voluntad sobre cómo debe(n) comportarse un(os) sujeto(s). Las leyes, las normas jurídicas, son un buen ejemplo de este tipo de norma. Las costumbres en parte son como reglas de juego que definen un juego, al determinar movimientos correctos, permitidos, como sucede en lógica o en matemática (salvo que se adopte un punto de vista realista platónico donde en matemáticas o en lógica se “descubrirían” leyes preexistentes en el sentido de leyes de la naturaleza) y en parte son como prescripciones (aunque emanan de un sujeto difuso, son “prescripciones anónimas”). Las costumbres difieren de las leyes de la naturaleza por la posibilidad humana de “romper” esas normas culturales. Quien las rompe puede incluso no ser castigado y ser apenas considerado un extraño. Las costumbres definen formas de vida. Las normas morales (por ejemplo la norma “las promesas deben cumplirse”) son como prescripciones (no es fácil responder ¿prescripciones de quién?). Al menos en parte definen (por ejemplo la regla mencionada contribuye a definir el sentido de “prometer”), pero también pueden ser vistas y han sido vistas como directrices que recomiendan cursos de acción para conseguir felicidad o bienestar. Bogotá ª Colombia ª [email protected] www.ccre.org,co 1 descripción de cómo sería un ideal de ciudadano, o de buen hijo, etc.) son otro ejemplo. Con frecuencia hay coexistencia y competencia entre diversos sistemas de reglas. Más que vacío de reglas en muchos casos hay sustitución, cambio, de unas reglas por otras. Para poder estructurarse y subsistir, hasta lo que va contra las reglas adopta sus propias reglas. Ciertos ambientes socio–culturales pueden así poseer e intentar imponer a quienes ingresan a ellos sistemas de reglas contrarios a reglas vigentes en otros. Lo culturalmente aceptable varía de un medio a otro. Por otra parte, la Modernidad se caracteriza por una clara y masiva invitación a cada individuo a constituirse un sistema de reglas propio, coherente, que le permita gobernarse según su propio entendimiento (autonomía moral) Tres tipos de regulación: legal, moral y cultural. Aún si se acepta que la acción humana tiende a orientarse en buena parte de manera hedonista, y tal vez precisamente cuanto más sea así, más se halla regulada (limitada pero también constituida en su inteligibilidad) por tres sistemas de regulación claramente diferenciables. La regulación jurídica (legal), regulación cultural (colectiva, variable de contexto a contexto) y regulación moral (individual). A continuación, se encuentra un cuadro que compara los tres sistemas reguladores ley, moral y cultura, atendiendo a su forma (explícita o implícita, escrita o no), a la manera de definir su vigencia, a la fuente de su autoridad, al tipo de gratificación que usa, a las sanciones que aplica, a quiénes faculta para aplicarlo y la forma de reparación que propicia. Regulación: Legal, Moral Y Cultural Regulación Forma Legal Explícita, escrita Vigencia definida (cuándo, dónde) Moral Implícita o reconstruida por reflexión. Alcance: propia vida Cultural Incorporada en actitudes y comportamientos. Tabúes. Hábitos. Vigencia: contexto/grupo Las reglas ideales se formulan en relación con lo que algo tiene que ser (no a un hacer). Están ligadas a las nociones de bondad y virtud. Por este lado se llega a los ideales morales, ideales de “vida buena”, distintos de los principios o normas morales. Bogotá ª Colombia ª [email protected] www.ccre.org,co 2 Fuente de autoridad Gratificación Sanción Voluntad popular (o Propia persona. configuración específica Fuentes: padres, de fuerzas) maestros, arte... Constitución Ley Pasado o comunidad. Condición (y signo) de pertenencia. Admiración hacia la ley Satisfacción moral. (sus objetivos, su Ampliación del gestación, su sentido por aplicación). reflexión y comunicación. Atención, felicitación, "tener en cuenta". Ampliación del sentido en la comunicación. Castigo previsto explícitamente (multa, cárcel...). Culpa, malestar interno, tensión sobre identidad personal. Vergüenza, exclusión, mancha sobre imagen social. Propia conciencia (figuras de autoridades interiorizadas). Grupo o comunidad, sus voceros, sus miembros. Arrepentimiento, propósito de cambio y logros en el mismo. Disculpas, perdón, rito de expiación, cambio visible de comportamiento. Autoridad aplica expresamente facultada que sigue proceso previsto Cumplimiento de repara sanción aplicada Los tres sistemas reguladores de la conducta considerados, ley, cultura y moral, se diferencian por el tipo de argumentación que descansa en caso de cuestionamiento o fundamentación (o de simple evaluación de la rectitud de un juicio o de un comportamiento). También se diferencian por los mecanismos que ponen en juego para responder a la trasgresión. De manera muy esquemática, se puede afirmar que en los tres casos la transgresión trae consigo distintas consecuencias objetivas - "externas"- (y subjetivas "internas"): en el caso de la ley, sanciones punitivas o compensatorias (y temor); en el caso de la moral, indignación (y culpa); y, en el caso de la cultura, incomprensión o reprobación. La exclusión de la comunidad (física muerte o exilio -, moral -indignidad- o cultural - segregación-) es la consecuencia última más grave en los tres planos. En el caso de lo moral probablemente juega un papel más importante el autocastigo interno. Además, varían por supuesto en el espacio y en el tiempo, aunque lo hagan con ritmos y alcances distintos. El cambio legal es documentable y fechable (ubicable temporalmente) con precisión. El cambio cultural y moral es más difuso y difícil de apresar y determinar empíricamente. Una breve consideración de la variación de ley, cultura y moral en función del espacio Bogotá ª Colombia ª [email protected] www.ccre.org,co 3 ayuda a comprender su especificidad. Al transitar, por ejemplo, de un territorio nacional a otro, cambia la ley a la que debemos someternos. De un modo similar, al ir de contexto sociocultural a otro (incluso dentro de una misma nación) sabemos usualmente que pueden variar los límites de lo culturalmente aceptable. Sin embargo, la moral "que se expresa como reflexión y como juicio sobre la rectitud no jurídica de ciertas acciones acompaña al individuo vaya a donde vaya: en principio en el plano moral se le exige a éste que tenga integridad, es decir que procure coherencia entre sus comportamientos, que sea consistente por encima de la diversidad de circunstancias temporales y espaciales. El análisis propuesto descansa en el reconocimiento de la especificidad y posible complementariedad de tres sistemas reguladores del comportamiento relativamente autónomos. Esta autonomía se expresa en la posibilidad de distinguir, en el plano mismo de la argumentación, lo moralmente válido, lo legalmente permitido y lo culturalmente aceptable, aún en los casos en que empíricamente coinciden. Lo legalmente permitido se define en relación con un conjunto de normas jurídicas expresas acompañadas de mecanismos específicamente orientados a lograr su cumplimiento, mecanismos que en última instancia se apoyan en el monopolio de la coacción material directa y en la posibilidad de aplicar ésta conforme a normas que aseguran garantías de naturaleza procedimental ("derecho a la defensa", "debido proceso", etc.). Lo culturalmente válido corresponde a comportamientos aceptables o deseables, con independencia frente a lo que dice la ley o el juicio moral individual, y "por lo general" de manera relativa a un medio o a un contexto cultural. Lo moralmente válido se delimita mediante juicios y argumentos que la persona formula "ante sí o ante otros" en uso de su autonomía moral (ante su "conciencia"). Además, la diferenciación propuesta no es simplemente conceptual, no se expresa únicamente en la independencia relativa de unos campos de argumentación. Opera en la práctica y es independiente de la diversidad de conceptualizaciones existentes sobre ley, moral y cultura. En otras palabras, la distinción entre los tres sistemas reguladores tiende a hacer parte de la vida corriente de las sociedades contemporáneas y de algún modo su comprensión está al alcance de todos los actores. Bogotá ª Colombia ª [email protected] www.ccre.org,co 4 La distinción entre los tres sistemas regulatorios, ley, moral y cultura, es el resultado de un proceso histórico de diferenciación4. Aún hoy en día, posiciones fundamentalistas reivindican la unidad, la identificación, entre los tres y que aun para muchos autores "cultura" es un concepto muy amplio que abarca ley y moral. Aquí nos interesa el hecho, de ninguna manera negado por esos autores, de que existe una regulación cultural del comportamiento no reductible ni a la ley ni a la moral. Nos apoyamos para esto en estudios que muestran cómo la reproducción cultural se apoya en una identificación casi automática de contextos culturales y en una definición implícita tanto de lo que en cada contexto cultural es legítimo decir (y hacer) como de las maneras legítimas de hacerlo5. Por el contrario la Modernidad, con su invitación a la autonomía moral del individuo y su énfasis en el Estado de derecho y sus garantías ha generado una marcada diferenciación y separación entre los tres. Mientras el ciudadano cumpla la ley, goza de una gran autonomía individual (moral) y mientras respeten el ordenamiento legal pueden convivir tradiciones culturales muy distintas. Es más, para Rawls, la solidez de las democracias contemporáneas depende del hecho de que tradiciones culturales apoyen por razones distintas unas mismas leyes. Sociedad y los tres sistemas reguladores de la conducta Es claro que dentro de una sociedad contemporánea se presupone que el estado garantiza el cumplimiento de un único sistema congruente de leyes, y que el mismo, por lo general favorece –dentro de ciertos límites– la coexistencia de una pluralidad de morales y una pluralidad de tradiciones culturales, cada cual con especificidades en su regulación. Así, la unidad y el dominio de la ley pueden ser interpretados como condiciones favorables al pluralismo moral y cultural. Pero pluralismo moral y cultural no significan ausencia de regulación moral o cultural (o indiferencia hacia las mismas). Una sola ley, varias morales, varias culturas, ello significa un campo muy atractivo para la diferenciación y el crecimiento de individuos y de tradiciones o proyectos colectivos. Una sola ley, varias morales, varias culturas configuran el suelo propicio para el pluralismo moral y el pluralismo cultural. Pero para ello ¿han de darse unas congruencias mínimas entre los tres sistemas reguladores? "En un sentido lato de cultura, puede considerarse que la moral y la ley hacen parte de la cultura. Sin embargo, existe una regulación cultural del comportamiento, de la acción y de la palabra, que actúa eficazmente más allá de la autorregulación moral y de la regulación jurídica. Ayuda a comprender cómo lo social tiene una vida propia que desborda la del individuo y la del Estado. (...) Usaré la expresión "cultura" en el sentido de esa regulación cultural” (Mockus, 1994). 4 Somos conscientes de que estamos ampliando el concepto de código de Basil Bernstein para cubrir no sólo la delimitación en cada contexto evocador del qué y del cómo se habla al ámbito de la acción: qué y cómo se hace. 5 Bogotá ª Colombia ª [email protected] www.ccre.org,co 5 Por otra parte, la fundamentación de las reglas, especialmente de las morales y culturales, hoy en día, tiende a tener que ser necesariamente compatible con los dos pluralismos, el moral y el cultural. Kant, Habermas y Rawls hacen frente a su manera a los retos del pluralismo moral y pluralismo cultural. Pero lo clave es que no implican relativismo absoluto o indiferencia a la presencia de cualquiera de los tres sistemas y por el contrario, de un modo u otro, la discusión filosófica y la investigación en ciencias sociales terminan llevando a reconocer una fuerte autonomía de las tres regulaciones. Pluralismo moral y pluralismo cultural no deberían significar relativismo disolvente. Pero implican una estructuración lógica nueva de las relaciones entre la autorregulación individual y la(s) colectiva(s). Que otros tengan reglas parcialmente distintas a las mías no significa que yo pueda o deba volverme más laxo con las mías. Si reconozco la validez de otras tradiciones culturales, no por ello he de debilitar mi interés por elaborar e intensificar mi pertenencia a una tradición específica. La democracia, como hoy las conocemos, requieren una autonomía marcada entre los tres sistemas reguladores: ley, moral y cultura. Es propia de la democracia la construcción de reglas comunes acatadas por personas moralmente diferenciadas pertenecientes a diversas tradiciones culturales. Podemos partir de la oposición entre dos tipos ideales de sociedad: aquellas donde lo moralmente válido cabe dentro de lo culturalmente válido, lo cual a su vez cabe dentro de lo legalmente permitido, y aquellas donde, como en la nuestra, abundan las incongruencias entre esos tres sistemas de regulación de la acción y la interacción6. La nuestra, en especial por su diversidad cultural y su grado de segmentación social, estaría más cerca del segundo tipo7. "En la sociedad democrática ideal, de un modo que ilustran algunas épocas en la vida de algunas sociedades industrializadas estables, los tres sistemas de regulación del comportamiento mencionados -ley, moral y cultura- tienden a ser congruentes en el sentido que se explica a continuación. Todos los comportamientos moralmente válidos a la luz del juicio moral individual suelen ser culturalmente aceptados (no sucede necesariamente lo contrario: existen comportamientos culturalmente aceptados que algunos individuos se abstienen de realizar por consideraciones morales). A su vez lo culturalmente permitido cabe dentro de lo legalmente permitido (aquí tampoco sucede lo inverso: hay comportamientos jurídicamente permitidos pero culturalmente rechazados). La Para nuestra argumentación lo decisivo es la posibilidad de la no coincidencia empírica entre lo autorizado o lo prohibido por los tres sistemas, la existencia de comportamientos legalmente no válidos pero culturalmente aceptados o moralmente justificados (el soborno o el uso de droga en ciertos contextos) o de comportamientos legalmente permitidos pero cultural o moralmente rechazados (como el empleo juguetón del arte o de elementos culturales tradicionales descontextualizados, por la publicidad o por los movimientos contestatarios), etc. 6 7 Un primer esbozo y empleo de esta tipología se encuentra en Carrillo (1991). Bogotá ª Colombia ª [email protected] www.ccre.org,co 6 falta de congruencia entre la regulación cultural del comportamiento y las regulaciones morales y jurídicas del comportamiento se expresa en Colombia como auge de la violencia, de la delincuencia y de la corrupción; como ilegitimidad de las instituciones, como debilitamiento del poder de muchas de las tradiciones culturales y como crisis o debilidad de la moral individual" (Mockus, 1994). Existen muchas acciones posibles que aunque no tengan arraigo cultural, o incluso caigan fuera de lo culturalmente aceptable en un momento histórico, o choquen con la moral de muchos, son aceptables desde el punto de vista jurídico y son relevantes desde el punto de vista de la sociedad, la técnica, la economía, el arte y otros campos de actividad. En síntesis, el divorcio entre los tres sistemas se expresa en acciones ilegales pero aprobadas moral y culturalmente, acciones ilegales y desaprobadas culturalmente pero moralmente juzgadas como aceptables y acciones ilegales, reconocidas como moralmente inaceptables pero culturalmente toleradas, aceptadas. Y como obligaciones legales que no son reconocidas como obligaciones morales o que en ciertos medios sociales no son incorporadas como obligaciones culturalmente aceptadas. Bogotá ª Colombia ª [email protected] www.ccre.org,co 7