ECONOMÍA Y DEMOCRACIA EN COLOMBIA: LA SITUACIÓN EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO XXI (Para el libro DEMOCRACIA FORMAL Y REAL, © Instituto Luis Carlos Galán, Bogotá, 1.994) Julio SILVA-COLMENARES, Dr. sc. oec. * CONTENIDO 1. Democracia y mercado en el proceso de humanización 2. Política y economía para un estado garante del compromiso social 3. Colombia: Crece la brecha entre ricos y pobres y se mantiene la «deuda social» 3.1 - La abrumadora concentración de la riqueza 3.2 - La dolorosa presencia de la pobreza 3.2.1 - Se solucionan necesidades básicas pero se reduce el ingreso de los más pobres 3.2.2 - Crece la ocupación con empleos inestables y desprotegidos 3.2.3 - Educación y salud: «bienes esquivos» para millones de colombianos 3.2.4 - La lejana esperanza de una vivienda 3.2.5 – La discusión sobre los efectos en la pobreza de las modificaciones en la política macroeconómica 3.2.6 - «Redefinir» el gasto social para reducir la pobreza y «repensar» lo social para entrar al futuro 4. Las perspectivas para el siglo XXI: Competencia democrática y democracia competitiva para el desarrollo humano 1. DEMOCRACIA Y MERCADO EN EL PROCESO DE HUMANIZACION Durante varias décadas se planteó en diversos medios políticos y académicos que mercado y democracia eran excluyentes. Pero lo ocurrido en los tres últimos lustros nos ha obligado a pensar que el panorama no era tan simple o lineal y que la vida en verdad es dialéctica, esto es, contradictoria y que en su movimiento contradictorio puede generar procesos y producir realidades que no caben en los esquemas teóricos, por lo que es indispensable revisar la teoría. Puestos en el marco de esta necesaria revisión, en estas notas partimos de la hipótesis de que mercado y democracia son más bien conquistas de la humanidad que se han desarrollado en forma complementaria, aunque no en mecánico paralelismo sino en contradicción dialéctica. Hoy, la revisión histórica indica que desde que el hombre se organizó en comunidad y avanzó en la división social del trabajo aumentó también la Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 1 diversidad y volumen de los productos que excedían las necesidades del autoconsumo y, por tanto, se destinaban al intercambio. Así, el mercado, como punto de confluencia de productores y consumidores --tanto de bienes como de servicios-- está en proceso de desarrollo desde las más antiguas civilizaciones y con el paso del tiempo ha sido escenario ampliado del intercambio y la consiguiente competencia. Intercambio que ha ganado en extensión y profundidad con el progreso de la humanidad y el avance de la división social del trabajo. Con la lenta pero ininterrumpida socialización de la actividad laboral en el curso de los milenios, ha ocurrido una paralela extensión de las relaciones mercantiles, que se universalizan más con el surgimiento del dinero y su contribución a ampliar en el tiempo y en el espacio el movimiento económico. Dinero que a su vez se ha perfeccionado como mercancía de intercambio universal con la materialización en bienes durables y dúctiles --como el oro--, hasta llegar al «dinero fiduciario» de la actualidad, que en el caso de algunas monedas nacionales se ha transformado en dinero mundial. En el capitalismo, al universalizarse la producción mercantil y adquirir la riqueza la forma de un «inmenso arsenal de mercancías», como dice Marx en el primer párrafo de «El Capital», el mercado --como espacio y tiempo del intercambio-- llega a un nuevo nivel en cantidad y calidad --por lo que sufre un cambio esencial--, pero no es la causa sino sólo el medio de la explotación de que se le acusa. Así mismo, en consonancia con la ampliación del mercado y las transformaciones en las relaciones sociales de producción se modificaban y ampliaban las formas de participación de los hombres en los asuntos colectivos. De esta manera, hay que entender la democracia no como la simple renovación electoral de los gobernantes o la alternancia de los partidos políticos en el gobierno, sino como la milenaria aspiración de los hombres --que no tiene fin-- por conquistar la libertad y la verdad y por participar en la discusión y conducción de los asuntos públicos. Por tanto, la materialización de la democracia y el mercado corresponde a un proceso en ininterrumpido ascenso en la historia, por lo que puede decirse que democracia y mercado son conquistas de la humanidad. Mercado y democracia cambian de contenido según la esencia de cada formación socioeconómica y sus expresiones particulares. Por consiguiente, hay que distinguir entre historia de la humanidad --que corresponde al transcurso de las etapas o formaciones socioeconómicas-- e historia de la humanización, entendida como la búsqueda y encuentro de los valores supremos del hombre, esto es, la satisfacción creciente de sus necesidades materiales, sociales y espirituales en un mundo de ascendente libertad y respeto por el individuo, sin que sea ninguna formación socioeconómica punto único de partida o de llegada. Si hace 24 siglos Protágoras dijo que el hombre es la medida de todas las cosas, hoy la ciencia debe dar la medida del hombre y el mercado y la Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 2 democracia ser los medios de su realización. Pero no hay que olvidar que cada vez los hombres se unen menos alrededor de dogmas y más en torno a sus intereses concretos. Bajo esta concepción, mercado y democracia no se estancan en el capitalismo, como lo comprueban las radicales transformaciones económicas y políticas ocurridas en los dos últimos siglos. Esto no niega, sino presupone más bien, que en su movimiento se generan nuevas contradicciones que imponen un salto dialéctico. Conocer estas contradicciones para orientarse hacia el nuevo mercado y la nueva democracia es tarea ineludible de quienes desean cambios profundos en las relaciones sociales entre los hombres. Vista esta sucinta aproximación a lo que queremos entender por democracia y mercado, en el numeral siguiente trataremos de ubicar o precisar el papel que en nuestra opinión han de jugar la política y la economía --en un país como la nueva Colombia que se construye a partir de la Constitución de 1.991--, para avanzar hacia un nuevo estado que sea garante del compromiso o pacto social. 2. POLITICA Y ECONOMIA PARA UN ESTADO GARANTE DEL COMPROMISO SOCIAL Como sustento inicial de la idea que queremos desarrollar en este acápite hemos de decir que es posible --como lo comprueban los sucesivos Informes sobre el Desarrollo Humano de las Naciones Unidas-- que una sociedad tenga altos indicadores de crecimiento económico sin que se reflejen de manera adecuada en las condiciones de vida. O a la inversa, que una sociedad con lento o bajo crecimiento económico logre un significativo mejoramiento social, pues utiliza con más equidad el excedente material. Como es obvio, un crecimiento económico escaso o, peor aún, negativo, de manera persistente, impide el progreso humano, pues éste tiene que basarse en la utilización del excedente creado. Entendemos, por tanto, el crecimiento económico subordinado al progreso humano, esto es, a la satisfacción de las necesidades materiales, sociales y espirituales de la población, sin que se desconozca la necesaria acumulación que permita una reproducción ampliada suficiente en lo cuantitativo y menos desproporcionada en lo cualitativo. Como es comprensible, concebimos el modelo pensado como paso inicial hacia una nueva sociedad, afincada en el hombre como valor supremo. La humanización de la sociedad no puede considerarse como un resultado marginal. En diversos medios académicos y políticos se discute sobre la necesidad de modificar las bases del modelo de crecimiento económico y desarrollo social vigente en Colombia en las últimas décadas, para lograr una sociedad más democrática y con mayor justicia social. Lo anterior significa que el desarrollo Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 3 debe ser sinónimo de democracia económica, social y política en un ambiente de paz. Todo indica que en la conciencia social, en la opinión pública, ganan preeminencia o posición principal las formas «civiles», «legales», de solución de las contradicciones políticas, económicas y sociales. Y que cada día es mayor el rechazo a cualquier forma violenta de solución, no importa que quien la ejerce la considere justa por hacerse en nombre o en beneficio de los trabajadores o de los más pobres. La ilusión insurreccional y de un eventual triunfo guerrillero también ha llevado a «hiperbolizar» a la lucha armada como la forma «superior», «suprema», que --como en el idealismo-- es el demiurgo con capacidad omnímoda, olvidando que no puede ser superior, desde el punto de vista del humanismo, una forma que sustituye la «fuerza de la razón» por la «razón de la fuerza». Tal concepción olvida que hay que comprender de una manera histórico-concreta a las fuerzas que personifican la transformación de la sociedad y las vías para llevarla a cabo. La dialéctica de lo estable y lo cambiante, lo principal y lo accesorio y lo histórico y lo lógico también está presente en la vida real de la sociedad, la que no puede verse de manera estática sino en movimiento continuo. Lo ocurrido en el llamado «socialismo real» obliga a recordar la sabia advertencia de Karl Jaspers de que «a nadie se le puede obligar a ser feliz». Si se acepta en el proceso de materialización de la democracia que la política es el arte y la ciencia del compromiso alrededor de los intereses válidos de los diferentes grupos sociales, entonces la actividad económica y social es el escenario para la realización de tal compromiso, el que tiene que materializarse también en propuestas económicas, sociales y políticas así mismo concretas, en una nueva concepción y modelo de desarrollo. En este marco, hay que reconocer que los cambios económicos, sociales y políticos ocurridos en las últimas décadas no han tenido como único efecto polarizar más a Colombia entre ricos y pobres, explotadores y explotados, sino que han producido también una amplia diferenciación en grupos y sectores sociales sobre cuyos intereses tiene que asentarse cualquier propuesta de solución política duradera. Intereses que pueden ser contradictorios en un primer momento pero no por necesidad antagónicos en el mediano y largo plazo o cuando están de por medio los valores supremos del hombre. En la búsqueda de la democracia hay que llegar a la concepción y vigencia de un nuevo Estado. Concepción y vigencia en que se impone compaginar los principios esenciales del bien común y la convivencia colectiva con la existencia de intereses sociales diferentes, reflejo del desarrollo diversificado de la sociedad y ejemplo de la convivencia política que debe regir en el futuro. Al mismo tiempo, hay que tener en cuenta que día a día existen más factores de contradicción entre la sociedad civil y el Estado, o, diciéndolo de otra manera, entre los ciudadanos y el Estado, que cada vez puede ser menos representante Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 4 de intereses hegemónicos exclusivos y se convierte en garante del compromiso social en bien del desarrollo humano. Por tanto, en su seno las relaciones entre las clases y los sectores de clase se mueven cada vez más en una dialéctica de conflicto y compromiso sociales. La realidad contemporánea derrumba la concepción tradicional del Estado, haciendo que pierdan sentido y resulten falaces ideas y teorías que antes parecían inconmovibles. Muchos de los supuestos o hipótesis sobre los cuales se construyó la teoría del Estado en los dos o tres últimos siglos han entrado en crisis, entendida crisis como momento crítico en el proceso de movimiento de la realidad y del pensamiento que la expresa. Entre los supuestos cuestionados se encuentra el que plantea una separación vertical entre lo privado y lo público y, por consiguiente, entre la sociedad y el Estado, como reflejo de los antagonismos entre libertad y autoridad --en el terreno de la relación individuo-sociedad-- y entre liberalismo «leseferiano» absolutismo totalitario‚ --en el campo de la relación sociedad-Estado--, los que se consideraban irreductibles. Lo privado está mediatizado hoy por el desarrollo de instituciones u organizaciones sociales más próximas al individuo, entre las que se encuentran --además de la familia, ya de antigua existencia-- otras más recientes, como el barrio, vereda o vecindario, el sindicato, la empresa, la comunidad eclesial o religiosa, las asociaciones culturales, cívicas, políticas, deportivas y otras similares, en donde se hace más evidente la relación que existe entre el interés general de la sociedad, el particular del grupo y el específico del individuo. En el seno de estas organizaciones se hace más palpable la complementación o la contradicción entre estos intereses, pero se comprueba que el método más democrático para solucionar las diferencias es el asentado en el diálogo, la concertación y el compromiso. Mientras tanto, la internacionalización de la vida política y económica y el avance hacia una cultura de producción, mercado y consumo mundiales, hacen que las antiguas nociones de «soberanía nacional» y «Estado nacional» estén siendo sometidas al efecto de dos fuerzas en apariencia antagónicas, además de la «globalización» que implican las comunicaciones y el transporte «sin fronteras»; de un lado, el reconocimiento de la autonomía a los entes territoriales con identidad propia --puede ser por origen étnico u otras circunstancias-- y, de otro lado, la necesidad de integrarse a procesos que se mueven en el terreno de lo ínter y supraestatal. También se partía del supuesto que la legitimidad del estado se mantenía con el sistema electoral de la democracia representativa, la soberanía nacional, el imperio de la ley y la llamada «división de las ramas del poder público», y que como garantía de la expresión de los intereses del individuo eran suficientes los Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 5 partidos políticos y la presencia de un estado de derecho, esto es, respetuoso de las leyes. Hoy se plantea que la legitimidad no puede descansar sólo en el mecanismo electoral á--aunque no puede negarse la importancia del consenso que se logra por su intermedio-- y que el propio estado debe encontrar su legitimidad a través de la generación de «principios de comunidad», es decir, de unidad o cohesión entre los distintos sectores y grupos sociales; la legitimidad de origen ya no basta y se requiere una legitimidad de la acción estatal en resultados de aceptación social. Y al lado de los partidos políticos se han desarrollado otras formas de organización social --algunas ya mencionadas en el párrafo anterior-- que expresan mejor los intereses de los individuos. Hay que tener en cuenta que el estado de derecho se convierte en un simple ejercicio declarativo si los ciudadanos no tienen a su disposición los instrumentos que permiten pasar de la representación delegada a la participación activa en la mayor parte de los asuntos públicos o colectivos, al tiempo que el viejo concepto --impregnado de positivismo-- de «ramas del poder público» es sustituido por el nuevo y más integral de «órganos del Estado» --concurrentes pero no por necesidad coincidentes cada momento en los objetivos del Estado--, que no pueden desconocer la existencia de factores reales de poder en la sociedad. Hoy se concede mucha importancia a las diversas funciones que cumple un Estado moderno para que se delimiten muy bien las «reglas del juego» entre la sociedad civil y los órganos de poder, con los entes e instrumentos con que cuentan. Lo esencial en este aspecto no es tanto el tamaño del Estado y su intervención en la economía cuanto su eficiencia y eficacia y la determinación del ámbito de cada función y su finalidad. La democracia participativa supone la intervención racional y no la interferencia estatal, en función de lograr una política de desarrollo equilibrado, sostenible, armónico e integrador de las regiones dentro de una concepción unitaria y descentralizada de la nación. En este caso, no puede seguir confundiéndose al estado empresario con el estado garante de las condiciones de vida y de trabajo de los ciudadanos y normalizador y regularizador de las relaciones sociales. Podríamos decir que el primero es aleatorio y está en función de las insuficiencias que se produzcan en la actividad socioeconómica; el segundo es permanente, pero aún es muy débil en una sociedad como la colombiana. Propósito fundamental debe ser fortalecer la participación democrática en la gestión gubernamental y la función regularizadora del Estado con tal fin, de manera que se garantice la democratización en lo económico, lo social y lo político. Hoy el debate académico y político se centra en el desarrollo teórico y la aplicación práctica de la vigilancia y control que debe ejercer el estado para salvaguardar los intereses válidos de los ciudadanos, en Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 6 general, y de los consumidores, en particular. No hay duda que existe una clara tendencia a sustituir la protección al productor por la protección al ciudadano consumidor. Sin haber pretendido agotar el tema o dar respuesta a todas las preguntas que suponen las concepciones planteadas o discutidas en las páginas anteriores, nos interesa ahora acercarnos a la Colombia de hoy. Nación que por efecto de múltiples factores externos e internos ha devenido en una sociedad víctima de un prolongado conflicto interno armado y de un desarrollo capitalista deformado y «polarizado», al tiempo que ha sufrido de pocos gobiernos dictatoriales y gozado de una significativa estabilidad macroeconómica --en comparación con otros países de América Latina y el Caribe--, entre los aspectos que mejor caracterizan el proceso de nuestro desarrollo en el último siglo. Como es imposible presentar una «radiografía completa» de tal sociedad, nos concentraremos en el próximo numeral en mostrar la situación de riqueza de pocos y pobreza de muchos, como el fenómeno económico que más atenta contra el funcionamiento de una democracia que avance hacia la participación ciudadana y de un mercado que sea vehículo del mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo de millones de colombianos. 3. COLOMBIA: CRECE LA BRECHA ENTRE RICOS Y POBRES Y SE MANTIENE LA «DEUDA SOCIAL» 3.1 - La Abrumadora Concentración de la Riqueza Hace más de tres lustros el autor de estas notas había comprobado el precoz y alto nivel de control monopolístico existente en los principales sectores económicos, y que había surgido no como resultado lógico de la competencia sino más bien de la protección estatal y la estrechez del mercado, así como la existencia de lo que denominamos los «grupos financieros». En nuestro libro «Los verdaderos dueños del país» ya decíamos en 1.977 que la "monopolización no se ha quedado en el control de un producto o un renglón. Monopolistas de un sector se desplazan hacia otros o diversos monopolistas convienen en unirse, para incrementar su influencia y poder. Desembocamos así en los llamados grupos financieros, y que son un peldaño cualitativamente nuevo en el proceso de monopolización. Podemos definir al grupo financiero como la conjunción de capitalistas y capitales de diversas ramas (bancaria, industrial, comercial, etc.) que obedecen a un centro de orientación común y responden a unos intereses estratégicos globales, al tiempo que las empresas que lo conforman mantienen su independencia jurídica y administrativa. Lo que distingue al grupo financiero de las formas de organización capitalista que lo anteceden es el enfoque global estratégico, que incrementa notablemente su poder de Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 7 manipulación y control, pues excede los marcos de un producto o mercado para proyectarse al conjunto de la economía y así facilitar la obtención de ganancias monopolísticas". En complemento de esta definición decíamos que el grupo financiero no está "constituido como una persona jurídica y por ello es muy difícil y casi imposible controlarlo legalmente; está por encima de las empresas pero no es independiente de ellas. Al mismo tiempo, el capitalista financiero también cambia cualitativamente. Ya no es un empresario común, en el sentido de que dirige y está al frente de la producción, sino una especie de superempresario que representa el capital-propiedad, mientras el capital-función se delega en personas que pueden no ser capitalistas financieros". Y aunque ha corrido mucho agua bajo los puentes de la historia, la realidad colombiana de los últimos 15 años confirma antes que niega este proceso, si bien los nombres de los actores cambian. Como afirmábamos en el libro citado, el "capitalista financiero, como el grupo, está por encima de la producción pero no separado de ella. Eso lo diferencia del rentista, quien entrega el capital-propiedad, que casi siempre es capital-dinero, y recibe en cambio capital-ficticio, títulos que representan el capital entregado, y que le permiten participar de la plusvalía pero no intervenir en su generación" [1, 304-305 (el primer número se refiere a la lista de referencias bibliográficas incluida al final; el segundo, a las páginas correspondientes)]. En febrero de 1.993 Hernán BELTZ PERALTA, expresidente de la Bolsa de Valores de Bogotá decía en entrevista para una investigación periodística que el empresario tradicional colombiano "quiere tener el cien por cien de las acciones en la mano para tener el control", y como ejemplo del modelo capitalista clásico señalaba que "Armand Hammer hizo lo que le dio la gana con la Occidental Petroleum con un 1% de las acciones, pero aquí quieren tener el máximo de las acciones". Esto significa que las grandes empresas del país no se financian con la emisión y colocación de acciones, lo que obligaría a quienes detentan su control a compartirlo con otros capitalistas, como también ya lo comprobamos hace mucho tiempo, sino recurriendo al crédito bancario, esto es, al ahorro de todos los ciudadanos. Como dijo para ese mismo periódico Luis Fernando LOPEZ, Superintendente de Valores, las "empresas no emiten porque no tienen necesidad. No tienen necesidad de salir a la calle a buscar capitales para sus expansiones e inversiones, a diferencia de lo que ocurre en los países industrializados donde la bolsa financia las industrias. Aquí se financian con las entidades financieras del grupo o, si no las tienen, con los bancos con los cuales trabajan". Esto ha hecho del mercado de acciones en Colombia un mercado de excesiva concentración y volumen muy exiguo, en comparación con el desarrollo del país. Como decía en esa misma oportunidad BELTZ PERALTA al comentar que Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 8 de 1.991 a 1.992 se triplicó el monto anual negociado, llegando a cerca de $200.000 millones, el mercado de acciones es "subdesarrollado pero antes era infrasubdesarrollado". En palabras de Alberto DONADIO, "la Bolsa sigue sufriendo de anemia", incluso en el número de accionistas, que casi no se ha modificado en los últimos años. No ocurre lo mismo con el valor de las acciones, ya que muchas se han multiplicado por cuatro o cinco veces, sin que ello obedezca a un incremento sustancial de la rentabilidad o a una elevación proporcional de su valor patrimonial, como lo veremos más adelante. "Para la muestra, un botón, continúa DONADIO. La acción de Bancoquia se quintuplicó entre 1.990 y 1.991 al pasar de $295 a $1.525 pero el número de accionistas permaneció estable (de 4.837 pasó a 4.855). En septiembre pasado eran 5.713. El mismo fenómeno se registró en casi todas las 83 sociedades inscritas en la Bolsa de Bogotá". Y en entrevista que le hiciera al hombre de bolsa MARTINEZ ANJEL, éste ratifica la situación de concentración al tomar una publicación de la Bolsa y leer el número de accionistas en algunas empresas: "Fruco, 5 accionistas; Maizena, 5 accionistas; Ingenio Providencia, 68; Ingenio Mayagüez, 105; Rica Rondo, 84; Banco Andino, 33. Cuando llega a la cifra de Bancoquia -5.713 accionistas-, comenta: Todavía le falta por recoger a Julio Mario. Lo que Martínez Angel quiso anotar es una característica muy conocida de las empresas colombianas: son de un dueño o de un grupo, aunque tengan muchos accionistas. Y con frecuencia la intención del grupo es recoger, es decir, adquirir más y más acciones". Recordemos que el Banco Comercial Antioqueño --Bancoquia--, durante décadas propiedad de capitalistas antioqueños, hoy pertenece al grupo financiero que lidera Julio Mario Santo Domingo. Como asegura el periodista citado, las "empresas grandes de la bolsa pertenecen a cuatro grupos: Julio Mario Santo Domingo, Carlos Ardila Lulle, el sindicato Antioqueño y Luis Carlos Sarmiento Angulo. Avianca, Colseguros, Bavaria y las demás cervecerías pertenecen a Santo Domingo; Ardila controla Coltejer (las gaseosas no están en bolsa); el sindicato Antioqueño domina Suramericana, Coltabaco, Nacional de Chocolates, las cementeras y otras; y Sarmiento Angulo posee el Banco de Occidente y el Banco de Bogotá". Como le dijera a DONADIO un exfuncionario de la Comisión Nacional de Valores, "En Colombia la sociedad anónima no es anónima sino que tiene apellido". En confirmación de lo anterior, el informe periodístico utilizado presenta los datos de concentración al finalizar 1.991 de algunas de las más conocidas empresas del país y cuyas acciones se negocian en bolsa. En el caso de Avianca, por ejemplo, 13 accionistas de 8.187, esto es, el 1,5 por mil, poseían casi el 71% de las acciones, mientras el 99,8% de los accionistas tenían el restante 29%; en el Banco Ganadero --antes estatal y hoy privado, escenario a principios de 1.994 de Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 9 una fuerte puja entre inversionistas extranjeros por su control-- 282 accionistas, apenas un poco más del 4 por mil, poseían dos terceras partes de las acciones, y el 73% de los accionistas sólo el 3,3% de las acciones; en Coltejer 35 accionistas de 28.443 poseían casi el 90% de las acciones y el 80% de los accionistas un exiguo 0,5% de las acciones. Y puede decirse que en similares condiciones se encuentran casi todas las empresas inscritas en las bolsas de valores. Como hace algunos años se creía que la escasa presencia de inversionistas en la bolsa se debía a la llamada «doble tributación» --pagaba impuesto de renta la empresa y el accionista--, se utilizó una de las reformas tributarias para eliminarla, sin que el fenómeno haya desaparecido. Como dice DONADIO, "No hay más empresas en bolsas ni más emisiones de las existentes a causa de las exenciones. Pero los accionistas tradicionales y los que jugaron a la bolsa en el «boom» que se inició en 1.991 si se han beneficiado porque no han tenido que pagar impuestos sobre jugosas ganancias. Es posible que la exención haya servido para que algunos grupos incrementaran su control comprando las acciones de pequeños inversionistas que las vendieron aprovechando la valorización que se registró durante el «boom»", anotó Paul CAHN-SPEYER, abogado especializado en impuestos. "Una medida que estaba destinada a abrir el mercado --prosigue DONADIO-- terminó por convertirse en un premio para seguir concentrando el control de las acciones, dijo un exfuncionario de la Comisión Nacional de Valores. Seguir gozando de las exenciones es tal vez la mayor ventaja que ofrece la bolsa a las sociedades anónimas, aunque la mayoría no son democráticas y por la forma de manejo se parecen más bien a las sociedades limitadas". [2, 13A] Si bien el valor neto de una empresa no está determinado por lo que aportaron los accionistas ni por el precio de la acción, sino por la capacidad de generar ganancias en el futuro y su monto previsible, tampoco el precio de negociación de sus acciones en un momento dado puede aislarse en forma total de su valor patrimonial, esto es, como participación real sobre la empresa, ni de la rentabilidad presente y mediata. Y esto es más válido aún para los pequeños y medianos accionistas, quienes no pueden sujetar su inversión a sólo los resultados previsibles en el largo plazo, ya que no persiguen el control de la empresa sino un ingreso habitual. Como señalamos más atrás, ha habido un gran incremento en el precio en bolsa de las acciones, sin que ello tenga relación con cambios sustanciales en las propias empresas. En un informe de febrero de 1.994 de la revista SEMANA se lee que al "terminar 1.990 las 173 empresas inscritas en la bolsa tenían un valor de mercado de 1.909 millones de dólares. Menos de tres años después, en septiembre de 1.993, ese mismo valor ascendía a 10.755 millones de dólares, lo que implica una valorización de casi seis veces". [3, p. á22-23] Como Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 10 comprobación del aumento inusitado del precio de las acciones puede recordarse que el Indice de Acciones de la Bolsa de Bogotá tuvo un aumento del 50,2% en 1.993 y que el índice Vallejo, manejado por la firma Corredores Asociados, se incrementó en 60% entre noviembre de 1.992 y enero de 1.994. [4, p. 3B] Y este notable incremento puede deberse más a operaciones bursátiles en procura del control de empresas que a un sano desarrollo del mercado accionario, pues sigue manteniéndose estancado el número de accionistas. Según datos del diario EL TIEMPO, el año pasado se negociaron $700.000 millones en acciones, lo que representó el 6,7% de las operaciones totales, las que a su vez aumentaron casi seis veces lo transado cuatro años antes. Este «boom» se aprecia bien cuando recordamos que las transacciones bursátiles pasaron de representar el 4,3% del Producto Interno Bruto -PIB- en 1.989 al 26,7% en 1.993, correspondiendo más de la mitad de los $10,6 billones a papeles estatales, de acuerdo con un informe presentado por la Superintendencia de Valores. Según el mismo diario, el «boom» bursátil de 1.993 estuvo muy ligado a la decisión del Gobierno de liberar a partir de mayo las comisiones en las negociaciones de bolsa. [5, p. 2B] Si tomamos el caso de los bancos --subsector financiero en donde hubo un gran movimiento bursátil entre 1.993 y 1.994-- la situación es evidente. Las ganancias durante 1.993 apenas fueron superiores en 19,4% a las de 1.992, lo que significa una rentabilidad negativa, dado que el incremento general de precios superó el 22% en el año; no obstante --según una información de prensa--, "las acciones de siete de las nueve principales entidades financieras inscritas en la Bolsa de Bogotá tuvieron aumentos que fluctuaron entre el 48% y el 170%", durante 1.993. Mientras unos bancos tuvieron una rentabilidad positiva, sobre la base de las utilidades de 1.993, como fue el caso del Colombia con 40,4% sobre patrimonio y 2,5% sobre activos, o del Banco de Occidente, con 33,1% sobre patrimonio y 4,2% sobre activos, para otros fue negativa, como ocurrió con Bancoquia, cuya rentabilidad fue del 13,9% sobre patrimonio y del 1,4% sobre activos, o del Ganadero con 13,8% sobre patrimonio y 1,9% sobre activos. [6, p.6C] Y a comienzos de 1.994 todavía se mantenía el «boom». El precio de la acción del Bancoquia se incrementó en 50,6% entre el 31 de diciembre de 1.993 y el 11 de febrero de 1.994, al tiempo que la del Banco de Bogotá lo hizo en 32,6%. Por tanto, la relación entre precio en bolsa y valor patrimonial sigue siendo alta; en febrero de 1.994, respecto al valor patrimonial en septiembre de 1.993 --último conocido--, que de 4,9 veces para el Banco Industrial Colombiano -BIC-, 3,6 para los bancos de Bogotá y Ganadero, y 2,1 veces para Bancoquia. En otras empresas no financieras, la situación es similar; 10,1 veces en Cadenalco (Almacenes Ley), 4,2 en Bavaria, 3,3 en Cementos Caribe, 2,7 en Suramericana, Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 11 2,0 en Cementos Argos y 1,9 en Coltabaco. [6, p.28] Y esto que también en la industria la rentabilidad está baja: muy por debajo del 10% anual. Mientras tanto, el control de los grupos sobre el sector financiero sigue siendo fuerte. Sobre la base de activos totales del subsector bancario reportados por ala Superintendencia Bancaria a septiembre de 1993, los bancos de Bogotá y Occidente, bajo el dominio de Sarmiento Angulo, controlaban el 15%; Bancoquia, de Santo Domingo, casi el 6%; el BIC, del llamado «sindicato» antioqueño, otra porción similar, y la familia Guilinski, al adicionar el Banco de Colombia al Andino, completa casi el 15% [12, p.1C]; estos cuatro grupos controlan más del 40% del total de activos bancarios, o diciéndolo de otra manera, casi la mitad del ahorro público, dado el entrelazamiento de estos bancos con los demás intermediarios financieros. Para apreciar lo que este control significa en recursos pecuniarios, recordemos que los activos de todo el sistema financiero llegaron a los 20 billones de pesos al finalizar 1.993, lo que equivale a casi el 50% del PIB del país, aunque hay que reconocer que esta proporción es baja en comparación con los países desarrollados, en donde puede llegar al 90% o 100%. A su vez, el patrimonio de todo el sistema financiero llegó a los 2,5 billones de pesos al finalizar 1.993, lo que representa un 51% de incremento sobre diciembre de 1.992. [8, p. 1B] Como un ejemplo de la alta concentración del capital que se observa en la banca colombiana, podemos mencionar la forma como quedó la composición accionaria del Banco de Colombia luego de su privatización en enero de 1.994. De algo más de 30.000 accionistas que tiene el banco, uno sólo, la empresa Bancol S.A. que representa a la familia Gilinski, se quedó con el 75%, porción por la cual pagó alrededor de US$350 millones; en el otro extremo, 24.789 antiguos accionistas, más del 81%, apenas poseen el 0,1%; en el medio quedaron 3.429 empleados y organizaciones sociales con el 13,8% y 2.238 nuevos accionistas con el 11,2%. [9, p. 5B] Como nota al margen --y en comprobación del poder económico de estos grupos y de los intereses que se mueven detrás del control de la banca-- puede decirse que cerca de una tercera parte de los recursos con que los Gilinski compraron el banco fueron obtenidos con empréstitos en Europa, en especial con el banco ING de Holanda, una de las entidades financieras más grandes del mundo y que ya mantiene negocios con los principales grupos colombianos y algunas empresas estatales de magnitud; antes de haber transcurrido un mes de la privatización, Bancol S.A. vendió, a través de la colocación de bonos convertibles en acciones, una porción equivalente al 36% del capital por US$223 millones, lo que le representa una ganancia en tan corto tiempo de algo así como US$60 millones. Puede decirse que esta ganancia fue una «prima» que los Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 12 inversionistas europeos pagaron a la familia Gilinski para asegurar su participación futura en la dirección del Banco de Colombia, el más grande del país. Se supone --y este es el espíritu de la nueva Constitución-- que en la privatización de empresas estatales o nacionalizadas ocurra una simultánea democratización del capital. Pero hechos como la venta del banco de Colombia y la fracasada compra por los trabajadores de Alcalis de Colombia, empresa propiedad del Instituto de Fomento Industrial -IFI-, hacen pensar que sucede lo contrario. En una encuesta que realizara el diario La República en febrero de 1.994 con empresarios bogotanos, el 71% estuvo de acuerdo con que debía mantenerse y más bien acelerarse la privatización, pero el 61% cree que ha traído mayor concentración y el 89% opina que debe darse mayor cabida a capitales pequeños para que haya mayor democratización en la privatización, al tiempo que un 50% considera que no ha habido transparencia en estas operaciones. [10, p. 4A] Hay que tener en cuenta que el artículo 60 de la nueva Constitución señala que cuando el Estado "enajene su participación en una empresa, tomará las medidas conducentes a democratizar la titularidad de sus acciones, y ofrecerá a sus trabajadores, a las organizaciones solidarias y de trabajadores, condiciones especiales para acceder a dicha propiedad accionaria". Como en el caso del banco de Colombia se limitó la proporción ofrecida a los trabajadores y organizaciones sociales al 15%, como máximo, con base en algunas normas del decreto 663 de abril de 1.993, la Corte Constitucional, en respuesta a una demanda, se pronunció en contra, por cuanto --dice la sentencia del 3 de febrero de 1.994-- la Constitución "consagra a favor de los trabajadores y de las organizaciones de economía solidaria un derecho preferencial que no admite restricción o limitación", máxime cuando se señaló una cifra sin ninguna racionalidad que la justifique. Entre las consideraciones que presenta la Corte para explicar su decisión, lugar destacado ocupa la necesidad de que en Colombia tenga plena vigencia la "democracia en la administración y en la propiedad de las empresas". Como dice la sentencia, "En Colombia, el constituyente de 1.991 elevó a canon constitucional estas formas de participación democrática, y lo ha hecho abiertamente para entronizar nuevos esquemas de organización social, con lo cual el país se incorpora dentro de las corrientes de la vanguardia democrática del mundo". Y más adelante precisa que lo que "esencialmente persigue el inciso segundo del artículo 60 de nuestra Carta, es impedir la concentración oligopólica del capital dentro de los medios de producción y del sistema financiero, e igualmente dirigir el proceso de desconcentración accionaria hacia unos beneficiarios particulares que son los propios trabajadores de las empresas y las Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 13 organizaciones solidarias, con lo cual se avanza en el proceso de redistribución de los ingresos y de la propiedad, que es una meta esencial dentro de un estado social de derecho". [11, p.3A] De otro lado, y en corroboración de la concentración que se aprecia en la propiedad de las acciones, también muy pocas empresas concentran lo fundamental del movimiento bursátil. Según cifras de la Superintendencia de Valores, "todavía el 64,1% de las transacciones de acciones corresponde a sólo diez empresas. Bavaria, Cementos Argos, Banco Ganadero, Corfivalle, Nacional de Chocolates, Banco de Bogotá, Cadenalco, Coltabaco, Suramericana y Banco Industrial Colombiano (BIC)". [5, p. 2B] Así mismo, y aunque parece extraño por la situación de baja rentabilidad observada, ha disminuido el endeudamiento y aumentado la capitalización de las empresas. Según un informe de la Superintendencia de Sociedades, los activos totales de 2.164 empresas pasaron de $12 billones en 1.991 a $18 billones en 1.992, lo que significó un aumento superior al 50%, mientras que los pasivos pasaron de $10 billones a $12,5 billones en los mismos años. Como dijera Camilo GONZALEZ ALZATE, Superintendente de Sociedades, "Eso quiere decir que los activos crecieron 2,5 veces más que las deudas, antes de ajustes por inflación: lo que nos lleva a concluir que las utilidades se están reinvirtiendo en las empresas". Como resultado, el endeudamiento disminuyó del 64,8% al 52,1%. [12, p. 1B] Como decía la revista Semana en febrero de 1.994 hablando de la privatización del banco de Colombia y la licitación de la telefonía celular, "Todas estas cifras multimillonarias, y el hecho de que se estén canalizando a través de negocios donde participan unos pocos, le están dejando al país la sensación de que se están rompiendo todos los récords en materia de concentración de riqueza". Y a continuación resaltaba que "Paradójicamente se están presentando en forma simultánea dos fenómenos aparentemente contradictorios. Por un lado, se está dando una concentración de poder en los grupos económicos que no tiene antecedentes en la historia nacional. Por el otro, y aunque parezca increíble, se ha registrado una mejoría en la distribución del ingreso, lo que es bastante inusual en el contexto latinoamericano de la última década". [3, p. á23-24] A esta «mejoría en la distribución del ingreso» nos referiremos más adelante. Y al mencionar al grupo Santo Domingo, que ganó una porción determinante del floreciente mercado de la telefonía celular, el mismo informe dice que, según cifras dadas por el presidente de Bavaria, "las ventas totales del grupo --tanto en Colombia como en sus sociedades internacionales-- ascendieron a 2.700 millones de dólares en 1.993. Esta cifra equivale al 5.5% del Producto Interno Bruto colombiano y es, a nivel mundial, una de las participaciones más grandes de un grupo en un país". [3, pp. 24-25] Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 14 "El otro grupo considerado dueño del país es la Organización Ardila Lulle, continúa diciendo la revista Semana. Sus ventas en 1.993 llegaron a 1.400 millones de dólares. Sin embargo, aunque las ventas son inferiores a las del grupo Santo Domingo, la fortuna personal de Ardila, según la revista Newsweek, supera los 1.000 millones de dólares. Aun cuando está en menos sectores económicos que Santo Domingo y controla menos empresas, su fortaleza radica en no tener socios, puesto que es propietario del cien por cien de las acciones de sus empresas. Carlos Ardila es el empresario con mejor imagen en Colombia". [3, p. 25] Al mismo tiempo, este informe toca dos temas «calientes» que tienen estrecha relación con el ejercicio de la democracia en el país: el manejo de los medios de comunicación [Santo Domingo es dueño del Caracol, la más poderosa empresa de radio y televisión de Colombia, y Ardila Lulle de RCN, la segunda] así como el control del Estado. En palabras de la revista, "La primera consecuencia que salta a la vista en este proceso es la enorme influencia del grupo Santo Domingo en las tres ramas del poder público. La legislativa está controlada por la tenaza de dinero y medios de comunicación que constituyen el oxígeno de la supervivencia parlamentaria. Por la misma razón, aunque en menor grado, el ejecutivo no siempre cuenta con la posibilidad de tomar las decisiones que atañen al grupo con total independencia. Curiosamente la rama del poder que cuenta con más independencia frente al grupo en la actualidad es la Judicial", ya que "para ser juez no se necesita ni dinero ni salir en Caracol (...)". [3, p. 27] Para concluir este acápite, que tiene como propósito señalar que la alta concentración del capital va en contravía de la democracia económica, recordemos que en artículo de prensa de febrero de 1.994 el exministro Juan Camilo RESTREPO citaba la siguiente afirmación de un estudio de Planeación Nacional: "En Colombia la mitad de la producción industrial se encuentra en estructuras no denominadas competitivas, es decir, en monopolios u oligopolios. Más aún, casi 80% de las ramas industriales tiene estas características". [13, p. 2A] Lo ocurrido en los últimos años corrobora lo que ya habíamos comprobado hace más de 15 años: en Colombia existe una altísima concentración del capital, que conspira contra cualquier democratización y modernización de la sociedad. Cambian algunos nombres en «los verdaderos dueños del país», pero en lo fundamental son los mismos de hace 20 ó 30 años, que conforman con los nuevos un «clan cerrado de poderosos». El crecimiento de los grandes grupos financieros ocurre más por compra o fusión con empresas existentes, o por crecimiento vegetativo de las ramas económicas que controlan, que por creación de empresas nuevas. También se aprecia un interés por acumular, sin consideración del bienestar de las personas. Son contados los dirigentes Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 15 empresariales que entienden de verdad --pues muchos lo dicen como discurso populista-- que la rentabilidad y la supervivencia a largo plazo dependen bastante del avance hacia una sociedad más equitativa, pues esto es lo que permite garantizar en el futuro más y mayores consumidores. Desde el punto de vista de una gestión para el desarrollo, puede decirse que en el país todavía hay más gerencias que gerentes y más gerentes que empresarios. 3.2 - LA DOLOROSA PRESENCIA DE LA POBREZA 3.2.1 - Se solucionan necesidades básicas pero se reduce el ingreso de los más pobres. Como lo han comprobado diversas investigaciones, no hay duda que al lado de la alta concentración de la propiedad también existe en Colombia una alta incidencia de la pobreza, ya sea que se mida por la insatisfacción de necesidades básicas o por la capacidad de adquirir una canasta mínima de consumos indispensables. Pero no siempre lo segundo es condición ineludible de lo primero. Existen países con alta concentración de la propiedad y una equitativa distribución del ingreso, pues por intermedio del Estado y otros mecanismos se redistribuye. Es el caso, por ejemplo, de Suecia, en donde según informa la revista The Economist una sola familia posee el 40% de los activos que se negocian en la bolsa, pero muestra una de las mejores distribuciones del ingreso en el mundo. [3, p.24] Sin que se niegue que existe una situación crítica, en los últimos meses se discute si la incidencia de la pobreza se ha agudizado o aliviado. Del lado de esta última posición encontramos apreciaciones como la del informe de la revista Semana ya mencionado. "Hace apenas 10 años --dice Semana--, Colombia era el país con peor distribución del ingreso en América Latina. (...) En la última década, no obstante, la situación ha variado de manera sustancial. Un estudio sobre pobreza y distribución del ingreso, llevado a cabo en 1.992 por el Banco Mundial, cuyas conclusiones fueron dadas a conocer recientemente, muestra que Colombia fue uno de los pocos países en los cuales la distribución no empeoró en la década del 80. Por el contrario, según el estudio, la distribución del ingreso en Colombia sufrió una 'significativa mejoría' en el período, al punto que pasó del primero al sexto lugar entre los países con peor distribución del ingreso en la región". [3, p.24]. Pero académicos como Eduardo SARMIENTO cuestionan los resultados que publica el Banco Mundial. En un artículo en que califica de «falso milagro» la mejoría en la distribución del ingreso dice que en "el rimbombante estudio financiado por el Banco Mundial, realizado por Planeación Nacional e interpretado por el Banco de la República, se incurrió en un error histórico en materia grave. Los cálculos se basaron en una encuesta del Depto. Nacional de Estadística Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 16 DANE- en donde los ingresos están limitados a un millón de pesos. Así, todos los que participaron y ganaron las licitaciones del Banco de Colombia y de la telefonía celular y que adquieren automóviles lujosos aparecen registrados con ingresos de un millón. Y como un millón de ahora es menos que un millón de antes, la metodología subestima cada vez más los ingresos de los grupos altos. Estamos así ante un error que se materializa en una reducción aparente de la participación del 10% más rico y en una mejoría artificial de la distribución del ingreso". [14, p.3A] En un balance social de la administración GAVIRIA TRUJILLO, la investigadora Cecilia LOPEZ MONTAÑO señala, con base en cálculos del Banco Mundial y Fedesarrollo, que "durante los tres primeros años de este gobierno los ingresos totales en las zonas rurales cayeron 17%, en términos reales, mientras los ingresos urbanos se elevaron en un 19%, generándose entre el campo y la ciudad una brecha de 36%. Esto quiere decir que “hoy, un habitante promedio de las zonas urbanas del país tiene ingresos 3.5 veces superiores, al de un habitante promedio de la zona rural, cuando en 1.977 esta relación era de 1.7. Si algún logro de las políticas sociales de los anteriores gobiernos fue evidente, fue haber acercado la situación del campo y la ciudad. Lo primero que debe destacarse es que hoy, después de tres años de apertura, el sector rural colombiano perdió relativamente, en términos de ingresos reales, lo que había ganado en 40 años de desarrollo". Un segundo resultado de tal balance --continua LOPEZ MONTAÑO--, "se refiere al incremento en el número de personas bajo la línea de pobreza. Un millón novecientos mil nuevos pobres es el saldo de los dos primeros años de la administración Gaviria. Este resultado unido a la ampliación de la brecha rural urbana en los últimos años, permite asumir que gran parte de esta pobreza se generó en el campo. Un incremento en la proporción de pobres de esta magnitud, en tan corto plazo, y dentro de un contexto de crecimiento económico, no se había registrado en el país en su historia reciente". [15, p. 8] Pero a pesar de la discusión sobre lo que puede haber pasado en los dos o tres últimos años --y aceptando la tesis del deterioro de la situación-- hay que reconocer que en el largo plazo, esto es, en la perspectiva de las dos últimas décadas si ha ocurrido una mejoría apreciable en los niveles de pobreza, aunque siguen siendo muy altos en comparación con muchos otros países, incluso de América Latina y el Caribe. Según datos citados por la propia Cecilia LOPEZ, la proporción de pobres, medidos por el método de línea de pobreza -LP-, esto es, ingresos respecto a una canasta mínima, bajó, a nivel nacional, del 60% de la población en 1.972 al 48,9% en 1.990 y ascendió de nuevo en 1.992 al 52,8%; según el método de necesidades básicas insatisfechas -NBI-, la cifra nacional descendió del 72,5% en 1.972 al 36,3% en 1.990 y al 35,5% en 1.992. Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 17 En el área urbana, según LP, no hubo cambio y así un ligero empeoramiento, pues pasó del 42,4% en 1.972 al 42,0% en 1.990 y ascendió al 46,0% en 1.992; de acuerdo con NBI descendió del 61,1% en 1.972 al 25,0% en 1.990 y 24,4% en 1.992. Para el área rural la LP se movió del 86,0% en 1.972 al 67,0% en 1.990 y á69,6% en 1.992 y NBI del 89,2% en 1.972 al 66,0% en 1.990 y 62,2% en 1.992. [16, p. 20] Como puede verse a simple vista en las cifras anteriores, en el largo plazo la mejoría fue más pronunciada y evidente por el indicador de NBI que por LP, lo que podría significar que en términos relativos ha sido mayor el esfuerzo del estado por atender las necesidades de vivienda, servicios domiciliarios y educación --de gran peso dentro de NBI--, que el esfuerzo social e individual por mejorar el ingreso de las personas y las familias. De otro lado, hay que tener en cuenta que el NBI refleja más las condiciones estructurales de una sociedad y, por tanto, sus resultados tienden a ser más estables, mientras que la medición por LP está más sujeta a los cambios coyunturales; es posible que en un momento de recesión económica, la pérdida del empleo o la disminución real del ingreso lleve en forma acelerada a muchas personas a quedar por debajo de la línea de pobreza, sin que por ello pierdan de inmediato la satisfacción de necesidades como vivienda, servicios públicos domiciliarios y educación infantil. Como un ejemplo de la mejoría urbana pero con simultánea ampliación de la «brecha» entre pobres y ricos, podemos citar el caso de Bogotá, que hoy tiene menos pobres que hace ocho años, pero con mayor distancia respecto a los ricos. Como dice una investigación periodística, "Entre 1.985 y 1.991, el índice de pobreza se redujo de 23.5 a 19.5%. Sin embargo la diferencia de ingresos entre los pobres y los de mayores recursos es cada vez más amplia. Es más: pese al mejoramiento promedio de las condiciones de vida de los bogotanos, hay preocupación por el incremento de la pobreza y los bajos niveles de educación en sectores como Ciudad Bolívar, donde coincidencialmente reside la mayor cantidad de menores, quienes se supone, constituyen el futuro de la ciudad". Como es natural, hubo zonas de la ciudad en donde fue más pronunciado el descenso, como Kennedy, Chapinero y Tunjuelito, mientras en otras se incrementó la pobreza, como Los Mártires y Engativá; el mayor nivel de pobreza se encuentra en Ciudad Bolívar y San Cristóbal. [17, p. 11A] En la búsqueda de razones de fondo sobre lo ocurrido en los últimos años, el académico y analista económico Abdón ESPINOSA VALDERRAMA dice que a "la concentración del capital y del ingreso, al infortunio del agro, al debilitamiento de las exportaciones y la manufactura, no se ha llegado por casualidad. Estaban en la carta de navegación del modelo económico. (...) Como otros países latinoamericanos, Colombia empieza a experimentar las consecuencias de su modelo económico y la necesidad de reorientarlo. No otra cosa significan las Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 18 propuestas de darle contenido social, de democratizarlo en su concepción y ejecución, de equilibrarlo con el fomento de las exportaciones, de acelerar el crecimiento y de promover la creación de empleo productivo". Y a continuación insiste en que no hay contradicción insoluble entre crecimiento económico y desarrollo social. Para ello recuerda que Taiwan, "el pequeño país asiático no sólo logró crecimiento económico sino que mejoró sus indicadores sociales, hasta el punto de suprimir la pobreza. En América Latina se prefirió el otro arquetipo, con el balance de fuertes desniveles y distanciamiento entre pocos ricos y muchos pobres". [18, p. 5A] En apoyo de la apreciación que hacíamos en párrafo anterior sobre el diferente comportamiento de los dos indicadores básicos de la pobreza, en especial por el «agravamiento» en los últimos años de la línea de pobreza, que se relaciona en forma más directa con el ingreso, veamos un par de datos en donde se comprueba la pérdida de capacidad adquisitiva del salario mínimo legal, lo que afecta los ingresos reales de una proporción significativa de la población colombiana. Para recalcar la importancia de esta medición, basta recordar -según cifras que da Cecilia LOPEZ M.-- "que el 22% de los trabajadores urbanos ganan un ingreso inferior al salario mínimo y que el 33% perciben ingresos máximos iguales a este salario (...)" [15, p. 8] El salario mínimo legal nominal evolucionó de $25.637 para todo el año de 1.988 a $41.025 para 1.990, $81.510 para 1.993 y se elevó a partir del 1 de enero de 1.994 a $98.700; entre el primero de enero de 1.988 y el 31 de diciembre de 1.993 el salario mínimo aumentó en 218%, esto es, más que se triplicó. Pero en el mismo lapso la carestía fue mayor; los precios de los bienes y servicios que componen la canasta familiar que mide el DANE crecieron en los mismos seis años 316%, esto es, más que se cuadruplicaron. El salario mínimo legal real al principio de 1.990 apenas representaba 25.402 pesos constantes de 1.988 y al principio de 1.993 había disminuido a 24.023 pesos constantes; el salario mínimo al 1 de enero de 1.994 sólo representa 23.732 pesos de 1.988, esto es, en los seis años perdió un 7,4% de su capacidad adquisitiva, pérdida que se concentra en el período que va de 1.990 a 1.993. Si la carestía en 1.994 bordea el 20%, el salario mínimo al finalizar diciembre puede representar apenas 19.775 pesos de 1.988, para una pérdida acumulada del 22,8%. Por tanto, el gran reto para los próximos años es recuperar la capacidad adquisitiva de esta parte de la población, que puede llegar a ser un tercio. Si comparamos el salario mínimo legal con el valor de la canasta familiar para obreros que calcula el DANE, en enero de 1994 se necesitaban casi dos salarios mínimos para comprarla, pues su valor llegaba a casi $195.500; y si la carestía es del 20% en diciembre llegará a $234.500, requiriéndose cerca de 2,4 salarios mínimos para adquirirla. Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 19 La revista Clase Empresarial de enero de 1.994 trae una interesante comparación de la capacidad adquisitiva del salario mínimo legal mensual -SMLMcolombiano para 1.994 respecto al de otros países, utilizando como unidad de medida algunos bienes durables y otros de consumo inmediato. Mientras en Colombia se requieren 109 SMLM para adquirir el vehículo más barato, en Perú es necesario entregar 186 salarios, pero en Argentina sólo 32 y en México 59. En cambio, en electrodomésticos la diferencia no es tan grande; una nevera pequeña se compra en Colombia por 2,5 SMLM y en Argentina por 2,4, mientras en Perú hay que entregar 5, salarios y en Venezuela 4,0; un televisor de 21' cuesta en Colombia 3,7 SMLM, en Argentina 2,0 pero en Perú 10,0 salarios, mientras en Chile, Venezuela y México cuesta entre 3,0 y 3,5 salarios mensuales, muy similar a Colombia. En el caso de los bienes de consumo inmediato, la situación es la siguiente. Mientras un SMLM compra en Colombia 268 litros de leche, en Argentina sirve para adquirir 318 litros pero apenas 100 en Venezuela y 35 en Perú; en carne, compra 55 libras en Colombia, 85 en México y 58 en Argentina, pero sólo 42 en Venezuela y 16 en Perú; en pasajes urbanos, sirve para viajar 329 veces en Colombia, apenas 140 en Perú y 224 en Chile, mientras compra 625 pasajes en Argentina y 511 en México. [19, p. 40] En resumen podría decirse que, si exceptuamos los vehículos, el salario mínimo mensual colombiano tiene mayor capacidad adquisitiva que el peruano o venezolano pero menor que en Argentina y México. Para concluir este acápite, transcribamos el panorama global que presentó el presidente GAVIRIA en septiembre de 1.993 ante la Asamblea de la Asociación Nacional de Industriales -ANDI-. Allí dijo que a "pesar de los grandes progresos, subsisten aún notables deficiencias. Una tercera parte de la población todavía vive en estado de pobreza; más del 10% de nuestros compatriotas son analfabetas; cerca de 32 de cada mil niños mueren en su primer año de vida; medio millón de hogares no tienen un techo digno; y más de millón y medio requiere de mejoras importantes en sus viviendas; cerca de la mitad de los jóvenes colombianos no asisten a la escuela secundaria; y más de 5 millones, los más pobres, no cuentan con servicios adecuados de salud". [20, p. 4] 3.2.2 - Crece la ocupación con empleos inestables y desprotegidos Es de suponer que la caída o estancamiento en los ingresos reales de sectores amplios de la población debe incrementar la proporción de la llamada «población económicamente activa», esto es, la parte de la «población en edad de trabajar» [mayores de 12 años] que en un momento determinado está trabajando o buscando trabajo, pues cambios negativos en el ingreso deben agudizar la necesidad de que nuevos miembros de la familia se incorporen a la fuerza laboral. Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 20 Y las cifras así lo confirman; si en 1.982 tal proporción era del 52%, para 1.987 había subido a más del 57% y en 1.992 superaba el 60%. No obstante este incremento --que podría explicar un aumento de los desocupados--, la tasa de desempleo abierto o visible urbano ha disminuido en los últimos años, según la encuesta que realiza el DANE en las 7 principales ciudades, pues pasó del 10,6% en diciembre de 1.990 al 9,9% en 1.991, 9.8% en 1.992 y 7,9% en diciembre de 1.993, una de las más bajas en la última década. El número de desocupados en estas 7 ciudades se redujo de 515.000 personas al finalizar 1.992 a 412.000 en 1.993. [21, p.1B] Mientras tanto --y también según datos del DANE--, la desocupación abierta o visible rural tiende a aumentar, pues pasó del 4,4% en septiembre de 1.992 al 4,9% en el mismo mes de 1.993, esto es, de 246.000 a 276.000 personas [22, p. 1B], aunque todos sabemos que dado el atraso en las relaciones de producción en el campo es muy difícil identificar la desocupación. Si bien la disminución del desempleo urbano es un hecho positivo, en términos generales, el lado negativo de la situación --y que tiene relación estrecha con las condiciones de pobreza-- consiste en que la mayor parte de los nuevos empleos creados en los últimos años carecen de estabilidad y de protección legal y social, al tiempo que constituyen ingresos muy vulnerables, por lo que puede estar afectándose la calidad de vida. Esta misma consideración puede hacerse para mucho empleo rural. Trabajando con cifras globales del DANE --que tienen la característica de ser proyecciones o previsiones aproximadas, por lo que su exactitud y confiabilidad dejan dudas--, puede decirse que Colombia debió llegar en 1.993 a un poco más de 33 millones de habitantes, de los cuales cerca de tres cuartas partes pueden estar en edad de trabajar, o sea alrededor de 24,7 millones. Si hablamos de una «población económicamente activa» que puede oscilar entre el 55% y el 60% de la «población en edad de trabajar» --según como se comporte la coyuntura económica y social en cada momento--, la fuerza de trabajo del país estaría entre 13,6 millones y 14,8 millones de personas. Si consideramos un desempleo visible general del 7% -- en el campo es más bajo pero en las ciudades intermedias y pequeñas puede ser mayor del 7,9% de las grandes ciudades--, la desocupación total podría estar afectando a un universo que oscilaría entre 950.000 y casi 1.050.000 trabajadores, es decir, un volumen alto de familias colombianas. Por diferencia, la fuerza de trabajo ocupada se movería entre algo más de 12,6 y menos de 13,8 millones de personas, habiéndose creado de 1.988 a 1.993 no menos de 1,5 millones de empleos. Pero como señala la ANDI, es preocupante la caída en el ritmo de creación de empleo, pues pasó de 5.7% en 1991 a 5.3% en 1992 y a 2.8% en 1993. [23, p. 8A] Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 21 De otro lado, es previsible que el proceso de apertura económica tenga un impacto negativo sobre el empleo. Según un estudio preparado por Manuel RAMIREZ para el gobierno nacional --cuyo objetivo era determinar el efecto que tendrían sobre la economía nacional en términos de producción y empleo la disminución de aranceles, la eliminación de las restricciones cuantitativas para las importaciones como cuotas y cupos y otras medidas que facilitan la importación de bienes y servicios--, un poco más de 444.000 trabajadores quedarán cesantes en la etapa de consolidación del programa, lo que representa cerca del 5% de la ocupación total, según cifras de 1.989. De acuerdo con tal estudio, el mayor efecto se sentirá en el sector secundario, en donde se prevé la pérdida de más de 242.000 puestos de trabajo, equivalentes al 15,2% del empleo total; y como es natural, dentro de este sector la mayor pérdida se producirá en la industria manufacturera, con casi 233.000 empleos, el 24,9%. Como se desprende de estas cifras, para los trabajadores industriales la situación podrá ser muy crítica, ya que puede llegar a quedar cesante uno de cada cuatro. En cambio, para el sector primario se prevé un efecto mucho menor, ya que se calcula que podrá perder algo más del 5% del empleo. [24, p.8A] Pero como señalamos más atrás, también está el problema de la calidad del empleo, que afecta en forma directa las condiciones de vida de los trabajadores. Como cita un informe periodístico, la ANDI "cuestiona la calidad del empleo y dice que ha crecido de manera importante la informalidad, el subempleo y la temporalidad en tanto que el empleo permanente crece lentamente". Hasta diciembre de 1.993 "existían más de 2,8 millones de trabajadores informales en las diez ciudades más importantes del país, lo que representa el 53% de la población ocupada total", correspondiendo casi la mitad a mujeres. Según datos del DANE, en el sector de los servicios, (incluyendo establecimientos financieros), transporte y comunicaciones, se encuentran el 40,6% de esos trabajadores; en el comercio, restaurantes y hoteles el 32,2%; en la industria manufacturera el 18,8% y en la construcción el 6,8%. Estas cuatro ramas concentran el 98,4% del llamado empleo informal, pero hay que tener en cuenta que no todos estos trabajadores reciben ingresos de «hambre» o sufren de desprotección total, ya que aquí se incluyen muchos trabajadores por cuenta propia que tienen buenos ingresos y se autoaseguran. De acuerdo con la encuesta de hogares del DANE, el 8,5% de estos trabajadores poseen formación universitaria y el 11.4% son propietarios de sus propios negocios; el 40% son trabajadores por cuenta propia, cerca del 30% laboran en pequeñas industrias como empleados y el 11% se ocupa en el servicio doméstico. [25, p.5B] En cuanto al subempleo y la temporalidad, un estudio de FEDESARROLLO, sobre la base de estadísticas del DANE, comprobó que entre junio de 1.991 y el mismo mes de 1.992 el subempleo subió del 15 al 17% y en el mismo período el empleo Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 22 temporal pasó de representar el 16% de la población ocupada al 21%. En opinión de FEDESARROLLO y el instituto SER, lo que más preocupa es el "aumento en cerca de cinco puntos porcentuales en el empleo temporal, lo cual indica la precariedad del tipo de ocupación que está aumentando". Y agrega el estudio: "No es posible saber cuántos de estos empleos están cobijados por la legislación laboral, cuya última reforma estaba encaminada a proteger este tipo de trabajo". [26, p. 6B] Como es comprensible hoy, no toda la política social puede confundirse con el gasto público social, pues una parte esencial de ella consiste en garantizar que la porción fundamental de la población tenga un ingreso adecuado o por lo menos un mínimo de subsistencia, es decir, ha de preocuparse por hacer efectivo el derecho constitucional al trabajo. Por tanto, un reto del futuro será la creación de empleo permanente y productivo, lo que debe apoyarse con una significativa inversión para mejorar el capital humano del país. 3.2.3 - Educación y salud: «bienes esquivos» para millones de colombianos Dado el efecto redistributivo del gasto público en educación, es preocupante que Colombia tenga una muy baja proporción, en términos del PIB, en comparación con patrones internacionales. En efecto --habla con cifras el analista Jairo LONDOÑO ARANGO--, "cuando para los países de América Latina y el Caribe esta cifra es de 4.3%, en Colombia apenas si llegamos a un escaso 3.2% y eso que, actualmente, el gobierno central apenas si financia 85% de la oferta educativa primaria, 60% de la oferta en bachillerato y 40% de la educación superior". Para mayor gravedad, el "gasto público en educación que venía creciendo en forma paulatina desde mediados de los 70 hasta 1.984, empezó a decrecer en forma alarmante a partir del año 85 hasta llegar, en 1.990, a un nivel similar al de 1.970". Y ello en razón de que "mientras los gastos del gobierno central crecieron, durante la última década, a una tasa anual de 4.1%, los aportes del gobierno central al sector educativo aumentaron a una tasa anual promedio de 2.1%". En conjunto, el gasto público y el gasto privado de las familias en educación representó apenas el 5% del PIB durante el último decenio. [27, p. 2A] En el estudio ya citado de FEDESARROLLO y el instituto SER se advierte sobre el descenso en la calidad de la educación, como lo demuestra una encuesta realizada por el ministerio de Educación con estudiantes de primaria en varias ciudades del país, pero no por problemas de exceso de alumnos por profesor, sino por el tipo de relación que se crea entre profesores y alumnos en el proceso de enseñanza-aprendizaje. [26, p. 6B] Como se ha comprobado por muy diferentes medios, la educación jugó un papel transcendental no sólo en la superación del atraso económico sino también en la eliminación de la gran pobreza que afligía ayer a algunos países y que se han convertido en los «tigres asiáticos» de hoy. Como lo recuerda Jairo LONDOÑO Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 23 ARANGO, "allí pueden ocupar a 478 graduados universitarios por cada 100.000 habitantes mientras nosotros sólo disponemos de 156 (tres veces ámenos) o a 97 tecnólogos contra 27 o a 145 investigadores contra 69. Y, ni qué decir de los gastos en investigación y desarrollo que alcanzan a ser de US$346 por habitante en los países desarrollados contra escasos US$12 de América Latina". [27, p. 2A] En cuanto a salud, uno de los aspectos básicos que tiene mayor relación con las condiciones de vida, en especial con la pobreza, es el suministro de agua, ojalá que sea potable, y con medios para la disposición de excretas. Pero según datos de Planeación Nacional la situación todavía es crítica para miles de hogares colombianos. En el sector urbano, disponen de conexión domiciliaria para el suministro de agua el 86% de la población, mientras el 10% no tiene servicio y el 5% la adquiere por otros medios; en el campo, como es natural, más del 58% la adquiere por otros medios, apenas el 32% por acueducto domiciliario y el 10% carecen del servicio. En promedio, sólo un poco más de las dos terceras partes recibe el agua por servicio domiciliario. Pero no toda el agua que llega a los hogares es apta para el consumo humano; se considera que en el campo más del 90% de la población consume agua de mala calidad y en la zona urbana cerca del 40%; en promedio, más de la mitad de la población colombiana, 18 millones de personas, consumen agua que no cumple con los requisitos sanitarios mínimos. En disposición de excretas encontramos una situación aún más delicada, ya que eleva de manera sustancial la exposición de la población a factores de riesgo, siendo mayor esta exposición en los grupos más pobres. En las ciudades, el 65% dispone de conexión domiciliaria, el 30% carece del servicio y el 5% utiliza diversos medios; en el campo, como es natural, no se dispone de servicio domiciliario y sólo el 27% lo hace por diversos medios, llegando al 73% quienes carecen de cualquier servicio; en promedio nacional, sólo el 43% dispone de servicio domiciliario, otra porción similar, el 44%, carece de todo servicio y el restante 13% utiliza diversos medios. [28, p. 2C]. Y la situación descrita en agua y alcantarillado tiende a agravarse en los próximos años, ya que con el proceso en marcha de descentralización se ha estancado el desarrollo de estos servicios, en espera de que los gobiernos locales asuman con conciencia y capacidad institucional esta nueva responsabilidad. De complemento, son servicios que adolecen de costos excesivos y de fallas protuberantes en el control de la producción y los ingresos, en especial por la burocratización a que lleva el clientelismo y la ineficiencia e ineficacia que produce la carencia de manejo gerencial. Como ejemplo podemos citar el caso de los acueductos, en donde de 8.000 funcionarios técnicos que tienen, sólo 800 poseen la capacitación adecuada, al mismo que se considera que el 75% del agua generada y distribuida no se cobra. [29, p.8A]. Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 24 Además del problema conocido de baja cobertura por los sistemas público y de seguridad social --se considera que no menos del 40% de la población carece o tiene muchas dificultades para el acceso al servicio de salud--, se adiciona uno nuevo, que tiene un altísimo costo social y pecuniario y genera una ocupación excesiva de la infraestructura disponible: la violencia, no sólo proveniente de la guerrilla y el narcotráfico sino cada vez más producto de una «cultura de la violencia». Como lo dijo el ministro de salud Juan Luis LONDOÑO DE LA CUESTA en diciembre de 1.993, "La violencia en Colombia se ha convertido en el principal problema de salud pública, arrojando cifras alarmantes (...)". Según cifras del ministerio de salud, la violencia deja por año en Colombia entre 40.000 y 50.000 huérfanos y de 10.000 a 15.000 viudas, afectándose en especial personas inocentes y hogares pobres, agravándose la pobreza. De las 100.000 muertes violentas que se presentaron en América en 1.992, 24.934 se registraron en Colombia --el 25%, cuando Colombia tiene apenas un poco más del 7% de la población--, de las cuales 65% correspondieron a muertes por arma de fuego, 22.3% por accidentes de tránsito y 12% por armas cortopunzantes. Las muertes violentas cuestan al país más de US$1.500 millones al año, 1,2 billones en pesos de 1.993, no tanto por el costo de la atención hospitalaria --aunque no es despreciable la suma, pues existen zonas en donde las víctimas de la violencia consumen lo fundamental de los recursos, desplazando otras necesidades de atención-- cuanto por lo que significa de pérdida de capacidad productiva o de años de vida laboral. [30, p. 3A] 3.2.4 - La lejana esperanza de una vivienda Para agravar el gigantesco déficit de vivienda que existe en los sectores más pobres de la población --no menos de un millón de familias colombianas, una de cada seis, carecen de las condiciones mínimas de habitación--, la inversión del Estado en vivienda social ha disminuido en los últimos años, pasando del 0,42% del PIB en 1.991 al 0,28% en 1.993, según datos dados por la Cámara Colombiana de la Construcción -CAMACOL-. En adición, la inversión del Instituto Nacional de Vivienda de Interés Social y Reforma Urbana -INURBE- ha perdido participación en relación al total en vivienda, pasando de 64% en 1990 a 41% en 1992. [31, p. 6B] De otro lado, es poco lo que ha funcionado el sistema institucional bancario para ayudar a solucionar el problema de vivienda, aunque debe tenerse en cuenta que personas en el umbral de la pobreza tienen muy escasas posibilidades de acceder al crédito, así sea hipotecario. De acuerdo con un informe de la revista Portafolio, sólo el 21% de los hogares propietarios ha adquirido su vivienda a través de Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 25 préstamos, de los cuales apenas menos de la mitad corresponde a corporaciones de ahorro y vivienda y bancos comerciales, es decir menos de una de cada diez familias. Por tanto, es comprensible que casi dos de cada tres viviendas, el 62%, sea producto de la autoconstrucción, llegando esta proporción al 82% en los estratos más bajos. [32, p. 11] En Santafé de Bogotá, apenas el 55% de los hogares posee casa propia, por lo que puede decirse que el restante porcentaje vive en arrendamiento. [17, p. 11A] En cuanto al nuevo sistema de subsidio estatal para la vivienda, las primeras evaluaciones de los expertos cuestionan su eficacia social. Como se sabe, el antiguo Instituto de Crédito Territorial -ICT-, que funcionaba bajo la modalidad de subsidio a la oferta, desapareció y fue sustituido por el INURBE, que opera bajo á la nueva modalidad de subsidio a la demanda, esto es, subsidio directo al beneficiario para que el opte por la solución que crea más conveniente en el mercado de vivienda de interés social. Se supone que este sistema está orientado, en lo fundamental, hacia el 30% más pobre de la población, pero según opinión del Centro Nacional de Estudios sobre la Construcción -CENAC- no ha ocurrido de esta manera, ya que priman beneficiarios que no corresponden a la población objetivo. De otro lado, el sistema es muy lento; de casi 146.000 subsidios otorgados para el sector urbano hasta diciembre de 1.993, sólo se había entregado en realidad el 32%. [31, p. 6B] En similar sentido se pronunció el Contralor General de la República, quien señaló en noviembre de 1.993 que para las familias con ingreso inferior a dos salarios mínimos legales mensuales, que debe ser la población en que se focalice el subsidio, apenas se había otorgado el 48% de los subsidios, correspondiendo el restante 52%, es decir, la mayor parte, a familias con ingresos entre 2 y 4 SMLM, lo que significa, en su opinión, que el sector financiero no ha dado la financiación esperada para la población objetivo. "En consecuencia --decía el Dr. BECERRA BARNEY--, si el gobierno pretende una verdadera redistribución del ingreso y quiere contribuir con ayuda real hacia 61% de los hogares que necesitan vivienda, debe introducir ajustes en su política de vivienda". [33, p. 10A] No obstante, un documento del Dpto. Nacional de Planeación de febrero de 1.994 asegura que en 1.991 se otorgaron algo más de 88.700 subsidios, en 1.992 casi 175.700, en 1.993 más de 237.600 y se espera entregar 177.600 en 1.994, para un total de 679.700 subsidios en los cuatro años, cuando la meta inicial eran 539.000 soluciones en el cuatrienio. [36, p.1B] Para apreciar las condiciones de habitabilidad --en donde se refleja la alta proporción de hogares pobres--, recordemos que más de la tercera parte de los colombianos tiene que compartir por necesidad su cama, es decir, dormir dos o más miembros de la familia en una sola cama sencilla; en los estratos más bajos la situación tiene características dramáticas: en el 51% de los hogares en el Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 26 estrato subnormal; 49% en el bajo-bajo y el 40% en el bajo. La tercera parte de los hogares comparte espacios o servicios con otros hogares, mientras la cuarta parte comparte patio o terraza, lavadero y baño y la quinta parte la cocina; de otro lado, sólo el 11% de los hogares tienen calentador de agua, mientras el 68% posee nevera; en cambio, apenas el 64% cuenta con closet o armarios y el 62% con muebles de sala y comedor. [32, p. 11] Como se atreve a decir el principal gremio de los constructores, CAMACOL, "Nadie duda que el sector de la construcción en el presente cuatrienio ha alcanzado los niveles más altos de desempeño y el mejor comportamiento en las utilidades de las empresas de construcción en toda la historia. Pero al mismo tiempo, en este mismo período se ha registrado una de las más precarias inversiones sociales en vivienda que recuerde la nación". Lo anterior muestra que el actual modelo de desarrollo no puede por sí sólo generar equidad. [31, p. 6B] 3.2.5 - La discusión sobre los efectos en la pobreza de las modificaciones en la política macroeconómica. Aunque el objetivo de este documento no es discutir en si los cambios que han ocurrido en la política macroeconómica en los últimos lustros --que en la práctica puede haber significado un cambio de modelo en el desarrollo socioeconómico del país--, vamos a hacer una breve referencia a ellos para analizar su eventual incidencia en la pobreza y las condiciones de vida de millones de colombianos. Aceptando de entrada que se han producido modificaciones sustanciales, en forma resumida puede decirse que durante la década de los 80 se fueron implementando cambios que transformaron el modelo de desarrollo denominado por los medios de opinión «cepalino» --aunque no siempre coincidía con las propuestas de la CEPAL--, con una concepción de «economía cerrada» o de «crecimiento hacia adentro», en un nuevo modelo de concepción «aperturista», bautizada por muchos como de inspiración «neoliberal». Tal «viraje» se afianza a finales del gobierno BARCO y se consolida con la administración GAVIRIA. Según el profesor Libardo SARMIENTO ANZOLA, la "receta neoliberal reclama como fundamento de su ideario: la libertad individual, una política macroeconómica que estimule la competencia, el saneamiento de las finanzas públicas, el control de la expansión monetaria, la estabilidad y la orientación de la economía hacia el exterior, la apertura comercial, la reducción del Estado, la eliminación de los subsidios sociales y económicos, el fomento del ahorro y la inversión privada, el fortalecimiento del mercado libre y las leyes laborales reguladas por las fuerzas de oferta y demanda". [52, p. 4] Diversos analistas han insistido en señalar que la puesta en práctica de esta «receta» ha tenido un alto costo social, que han pagado, en primer lugar, los trabajadores con reducción en Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 27 los ingresos reales y pérdida del empleo estable y protegido y, en segundo lugar, los productores agrícolas e industriales que están más sometidos a la competencia externa, sin que el gobierno haya podido compensar esta situación con mayor gasto social y ampliación de la cobertura de los servicios sociales, como está implícito en el modelo, ni con protección ante la competencia externa desleal. El mismo SARMIENTO ANZOLA dice que desde "mediados de los años ochenta en Colombia se observa una pérdida de participación del gasto social, los índices de pobreza crítica, de población en situación de riesgo, de débil o nula incorporación a la economía moderna y, consecuentemente, de presencia del llamado sector informal vienen incrementándose. Esta tendencia no muestra variaciones en los años noventa". Y refuerza lo dicho con un análisis de la Contraloría General de la República, en donde se confirma que "existen enormes restricciones financieras en el presupuesto nacional que aplazarán el objetivo fundamental de fortalecer fiscalmente lo social. Esto último en realidad sería apenas una forma de recuperar los niveles de inversión social perdidos durante la segunda parte de la década de los ochenta. (...) El rubro de inversión social ha venido perdiendo importancia con respecto al presupuesto general: en 1.991 era el 10,4%, en 1.992 es el 9,45% y en 1.993 será el 8,2%. Estas cifras han estado muy por debajo, para todos los años, de las enunciadas en el Plan de Desarrollo: 11% en 1.991, 19,6% en 1.992 y 22,5% en 1.993". [37, p. 12] No obstante esta situación --corroborada con cifras que parecen merecer toda la credibilidad--, voceros del gobierno persisten en mostrar que lo ocurrido ha sido algo muy distinto. En un artículo de marzo de 1.994 el Director Nacional de Planeación, Armando MONTENEGRO, no sólo repetía la tesis del mejoramiento del ingreso ya discutida más atrás, ratificando que "tanto la desigualdad como la pobreza han disminuido en Colombia en los últimos años", sino insistía en que ello "puede deducirse de la simple observación de varios hechos económicos relacionados entre sí: el ingreso percápita se ha elevado sustancialmente, pues la economía ha crecido a una tasa mucho más alta que la de la población; el empleo se ha elevado en más de 1,5 millones en los últimos tres años y el salario mínimo ha recuperado su poder adquisitivo y el industrial ha aumentado en forma importante. A lo anterior hay que añadir la caída de las tasas de interés que ha reducido el ingreso de los estratos más altos. Además, se han eliminado los auxilios y transferencias que otorgaba el Estado, a través de la protección y el crédito de fomento, a los grupos de mayores ingresos y, a cambio, ha establecido subsidios a los más pobres, en vivienda, educación y otros servicios sociales". Y señalaba a continuación que "existen razones para ser optimistas sobre el futuro", pues ya se está saliendo de la etapa "más crítica y difícil" de la apertura y "sólo en los próximos años tendrán pleno efecto dos grandes reformas Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 28 emprendidas por este gobierno: la descentralización territorial, con un incremento real de las transferencias sociales superior al 100% hasta el año 2.002 y la de la seguridad social, con un ambicioso programa en el campo de pensiones y salud para los grupos más pobres. En síntesis, el conjunto de las reformas recientes están conduciendo al país no solo a un mayor crecimiento sino a menor pobreza y desigualdad". [38, p. 5A] Pero en respuesta explícita a los planteamientos de MONTENEGRO, el presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia, Cesar DE HART VENGOECHEA, decía que "no tiene sustento concluir que existe una mejor distribución del ingreso apelando, maliciosamente, al argumento según el cual se ha elevado el ingreso percápita debido a que la economía ha crecido más que la población. Ese resultado se fundamenta en un promedio que, precisamente, desconoce el punto en discusión: la equitativa distribución del ingreso. (...) Por doloroso que sea, debemos admitir que estamos presenciando un agudo proceso de concentración de riqueza". De otro lado --continúa el presidente de la SAC--, "aumentan los cordones de miseria en los centros urbanos, la informalidad y temporalidad del empleo ascienden a niveles insoportables y el empleo formal disminuye, contribuyendo todo ello a un deterioro de la calidad del empleo, y consecuentemente, del de la vida. En estas circunstancias, esgrimir el descenso estadístico del desempleo --desconociendo, además, la realidad rural-- como un logro, equivale a confesar que es válido canjear calidad por cantidad". DE HART fortalece su cuestionamiento a la política macroeconómica refiriéndose al control de la inflación, una de las mayores obsesiones del equipo económico del presidente GAVIRIA, ya que no se puede "seguir bajo la ilusión de un triunfo frente a ella. La inflación nunca estuvo bajo control en sus causas estructurales, y sólo se produjo el espejismo de ese logro, recurriendo al facilísimo de pasarle la cuenta al sector productivo en general y, particularmente, al agropecuario, mediante la sustitución de la producción nacional con la importación de productos subsidiados más baratos". Por eso --enfatiza-- "la dirigencia colombiana viene fallando en la identificación de las relaciones de causa y efecto de los grandes problemas nacionales. El liderazgo no es suficiente. Falta claridad en la definición del rumbo por seguir". [39, p. 5A] De otro lado, instituciones como la Asociación Nacional de Industriales --ANDI-señalan que el crecimiento de los últimos años está "cimentado sobre bases vulnerables, que difícilmente son sustentables a futuro". Para la ANDI "llama la atención la creciente importancia del sector servicios en la generación de valor" [los servicios financieros, gubernamentales, personales y comerciales aportaron durante 1.992 y 1.993 más de la mitad del crecimiento del valor agregado], "mientras la industria mantiene constante su participación desde mediados de la década de los setenta, circunstancia que pone en evidencia el bajo dinamismo de Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 29 la actividad productiva, la relativa desindustrialización de la economía y su consecuente terciarización". Así mismo, y luego de mostrar que la demanda agregada creció en 5,2% en 1.992 y 11% en 1.993 mientras el PIB lo hizo en apenas 3,5% y 5,2% en estos años, destaca que tales resultados ponen "en evidencia la creciente brecha entre la generación de ingresos y el gasto agregado, déficit que se ha compensado con importaciones del lado de la oferta y con mayor endeudamiento privado del lado del ingreso. En efecto, las importaciones como componente de la demanda crecen 42% en 1.993 frente a 29,4% el año anterior", mientras la "cartera bancaria está creciendo por encima del 50%, el doble de lo observado el año pasado". Como señala la ANDI, "ninguna economía puede gastar indefinidamente más de lo que produce. En el mismo sentido, el gasto público no puede ser el principal motor de crecimiento en el largo plazo, si se pretende modernizar e internacionalizar la economía. En lo que respecta a la capacidad del sector financiero para absorber las mayores exigencias de crédito, existen serias dudas acerca de la misma, sin que se generen indeseables presiones al alza de la tasa de interés". [40, p. 6B] Si tenemos en cuenta las observaciones de la SAC y la ANDI, el panorama para los sectores de bajos ingresos no puede ser de optimismo, pues el efecto conjunto de los fenómenos señalados sólo puede traer reducción en los ingresos reales de los trabajadores y pérdida del empleo productivo, con la consecuente disminución en su capacidad de compra y empeoramiento en las condiciones de vida. De ocurrir este proceso, Colombia estaría más cerca de lo que reconocen algunos voceros gubernamentales de la situación evidenciada en otros países que han abordado cambios similares en la política macroeconómica. Como lo reconocen instituciones multinacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, muchas veces en los últimos años los países que abordaron reformas sustanciales para «acompasarse» a los procesos en marcha de internacionalización de la economía y modernización del Estado, dejaron de lado --por necesidad o en forma adrede-políticas y programas para mejorar la calidad de vida, en especial de los más pobres. Se aplicaron políticas económicas cuyos eventuales efectos redistributivos negativos se desestimaron, por lo que no se tuvieron en cuenta los costos sociales de tales procesos y, en muchos de ellos, aumentó la «deuda social», ampliándose la brecha entre pobres y ricos. En un boletín del Fondo Monetario Internacional de enero de 1.994 se lee que el "FMI está haciendo más hincapié en el tema de la pobreza al formular los programas de ajuste estructural de los países en desarrollo de bajo ingreso, como resultado de la experiencia y de algunas críticas externas que han vertido en torno Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 30 a los mismos", pues se ha comprobado que en "la década de los setenta y en los primeros años de la década de los ochenta, a medida que los gobiernos de los países en desarrollo actuaron con más energía para combatir las perturbaciones externas y corregir los excesos en materia de endeudamiento y gastos, la carga del ajuste comenzó a recaer a menudo en los grupos más vulnerables de la sociedad". Por eso el director gerente del FMI, Michel Camdessus, suele poner ahora el acento en la necesidad de fomentar un «crecimiento de alta calidad» que aborde la pobreza y otros problemas sociales. [41, p. 7] 3.2.6 - «Redefinir» el gasto social para reducir la pobreza y «repensar» lo social para entrar al futuro. Ya para terminar este capítulo digamos dos palabras sobre el comportamiento reciente del gasto público social, uno de los principales instrumentos con que cuenta el gobierno para reducir la pobreza, en especial cuando se mide por la satisfacción de necesidades básicas, y mejorar las condiciones de vida y trabajo de los sectores más desprotegidos de la población. En el balance social ya citado de Cecilia LOPEZ se lee que, con independencia de la definición que se adopte de gasto social, "en los primeros años del gobierno Gaviria hubo una reducción de la participación del gasto social en el PIB, con respecto a la dinámica de los años anteriores. En 1.991 el gasto social llegó a un 7.3% del PIB, cifra similar a la registrada durante el ajuste de 1.986 y muy inferior a los niveles observados durante la primera parte de la década de los 80. Sin embargo, para los últimos dos años, con cifras estimadas, se señala una recuperación que de acuerdo con las proyecciones hechas por el Ejecutivo, superarían el nivel de 8% en el 93 y del 9% en 1.994. Estas últimas cifras son apropiaciones, es decir intenciones de gasto". [15, p. 8] Si bien el presidente GAVIRIA también ha insistido en que la fase final de su gobierno estará «más marcada» por la ejecución de una política social ambiciosa -ya que en los dos primeros años hubo de dedicarse más a la implementación de la política económica para garantizar las profundas reformas que se promulgaron en varios campos--, muchos analistas temen que no se llegue a los niveles porcentuales ofrecidos, ya que por tradición la ejecución del gasto social siempre está muy por debajo de los montos presupuestados. Según cálculos de Libardo SARMIENTO, "en 1.990, de cada cien pesos apropiados para lo social, sólo se pagaron 25 pesos en el año; en el 91 se duplicó este monto y en 1.992, la relación fue del 60%". Como dice Cecilia LOPEZ, estos "sí son niveles excesivamente reducidos, bajo cualquier circunstancia". [15, p. 8] De otro lado, existe la preocupación de que no todo lo presupuestado como gasto social corresponde en realidad a inversión nueva en lo social, pues se pueden estar contabilizando como tal, sumas que no son más que la "absorción por parte del presupuesto nacional de pasivos laborales que tenían empresas que han sido liquidadas o privatizadas (...) Por ejemplo --dice Juan Camilo RESTREPO--, en el presupuesto de 1.994 Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 31 hay casi $400.000 millones registrados como gasto social, que aunque lo es en efecto, no puede considerarse como una inversión nueva en el área social". [13, p. 2A] Ya que estamos en un país que sustituye al Estado nacional por el Estado local como responsable en la ejecución de la política social, esto es, en la lucha directa contra la pobreza, recordemos el orden en que más de 200 alcaldes definieron el que consideran problema primordial de su comunidad: desempleo el 25%, agua potable y saneamiento 24%, presupuesto el 18%, vías de acceso en mal estado 15%, otros servicios públicos deficientes 12,3%, violencia e inseguridad 11% y educación y salud con sendos 6,4%. [34, p. 1B] Si creemos en la solución democrática de los problemas sociales, esta lista es un reto para los próximos gobiernos y su solución debe convertirse en el compromiso social de que ha de ser garante el Estado. Como lo reconocen instituciones multinacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, muchas veces en los últimos años los países que abordaron reformas sustanciales para «acompasarse» a los procesos en marcha de internacionalización de la economía y modernización del Estado, dejaron de lado --por necesidad o en forma adrede-políticas y programas para mejorar la calidad de vida, en especial de los más pobres. Se aplicaron políticas económicas cuyos eventuales efectos redistributivos negativos se desestimaron, por lo que no se tuvieron en cuenta los costos sociales de tales procesos y, en muchos de ellos, aumentó la «deuda social», ampliándose la brecha entre pobres y ricos. En la perspectiva inmediata se impone «reinventar» el gobierno en lo social, «repensar» la forma de planear y ejecutar la política social, en donde el estado cumpla sus funciones irrenunciables y el sector privado pueda incorporarse a la solución de la pobreza. No puede mantenerse la perversa concepción --como decía en enero de 1.994 el destacado académico y prestigioso comentarista Abdón ESPINOSA VALDERRAMA-- de que el "fetichismo del mercado sirve para disculpar toda clase de excesos e inequidades. Si crece el número de pobres en proporción inquietante; si los salarios reales se deterioran; si el agro languidece y aumenta a paso rápido la desigualdad social, culpa es de las fuerzas ocultas que gobiernan las economías". Y como un gran interrogante hacia el futuro, más adelante propone: "Del mismo modo como se formulan pronósticos sobre la futura evolución de la economía, convendría intentarlo con sus expresiones sociales. ¿Hacia dónde marcha realmente el país? ¿Hacia la agudización de desequilibrios y conflictos o hacia un desarrollo estable, justo y armónico?. La paz social obliga a contemplar derroteros y soluciones que el sólo funcionamiento del mercado no garantiza". [35, p 5A] Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 32 Y ese futuro, para principios del siglo entrante, se lo imagina así el presidente GAVIRIA, según lo «pintara» en la clausura de la Asamblea de la ANDI en septiembre de 1.993: "tasa de analfabetismo del 3.2%; la esperanza de vida al nacer superior a 72 años; la mortalidad infantil por debajo del 18 por mil; cada una de las mujeres tendría 2.2 hijos en promedio; y la tasa de crecimiento de la población sería del 1.3%. El comercio exterior sería del orden de 80.000 millones de dólares al año. El recorrido de Bogotá a la Costa Atlántica será inferior a 8 horas y entre la capital y Buenaventura, del orden de 6 horas. Nuestras tasas de inflación deberán ser de un sólo dígito, el desempleo del 5% y una proyección conservadora nos lleva a esperar un crecimiento del PIB de 5% anual promedio en lo que resta de los noventas". [20, p. 4] Sólo la historia podrá decir si esta previsión se cumple o no, lo que dependerá en buena parte de que gobierno y ciudadanos seamos capaces de lograr mayor crecimiento económico con más desarrollo social, para lo que necesitaremos, sin duda, el Estado que sea necesario y el mercado que sea indispensable. O diciéndolo en otros términos, una economía de libre competencia pero con democracia, esto es, abierta a la participación de toda iniciativa y que ofrezca diversas opciones para la felicidad de las personas, y una democracia competitiva, o sea, que estimule la competencia entre los ciudadanos para participar con entusiasmo en los asuntos públicos. A esta perspectiva dedicaremos el cuarto y último numeral de estas notas. 4. LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO XXI: COMPETENCIA DEMOCRÁTICA Y DEMOCRACIA COMPETITIVA PARA EL DESARROLLO HUMANO Al reconocimiento del pluralismo político‚ debe corresponder la aceptación de una economía mixta, sustentada en varias formas de propiedad, iguales todas ante la ley, pero que tienen distinto contenido socioeconómico y, por tanto, diferente papel en la sociedad. Aunque parece imposible que puedan coexistir diversas formas de propiedad y organización empresarial, lo cierto es que ya se encuentran en nuestra economía, con muy diferente nivel de desarrollo. No hay duda que en el desarrollo de la actividad económica han surgido formas de propiedad y organización empresarial, que van desde las más antiguas, que corresponden a la organización social de nuestros antepasados precolombinos, hasta las más modernas, como es la presencia de empresas mundiales, las que Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 33 a su vez pueden ser de propiedad individual y colectiva, o privadas, estatales o mixtas. Así, por ejemplo, a las formas de propiedad que conforman la llamada «economía solidaria» corresponde una manera distinta de organización del proceso de trabajo y de dirección empresarial a la que encontramos en las entidades estatales y las empresas capitalistas. Si bien las empresas de economía solidaria implican cierta modificación de las relaciones internas tradicionales de producción y propiedad, ello no significa que renuncien a la acumulación y la reproducción ampliada. Estas formas de propiedad pueden llegar a materializar y desarrollar la autogestión como forma superior de participación de los trabajadores en la administración de la economía y en la conducción del Estado y la sociedad. Sobre esta base, hay que apuntar a la formación de una economía asociativa con producción a escala, tecnologías de punta, sobre el presupuesto de construirse como empresas rentables, eficientes y competitivas, interesadas en la ampliación del mercado interno, la elevación de la calidad de vida de la población, la defensa de los recursos naturales y la afirmación de la soberanía nacional y popular, pudiendo incorporar sus excedentes de producción al comercio exterior. Dada esta diversidad, es necesario que se fije el ámbito en que se considera puede lograr un mejor desempeño cada forma de propiedad, o por lo menos aquel en que de preferencia puede lograrlo, para que cada sector social que participa en la actividad económica conozca las «reglas del juego» y sepa que se espera de él y hasta donde puede llegar. Así como en lo político un modelo que incorpora distintas clases sociales y sectores de clase supone conciliar de alguna manera sus intereses, en lo económico se necesita también tener claridad sobre la participación de cada grupo social y la contradicción que puede presentarse entre los intereses particulares y los generales de la sociedad. Como es obvio, esta conciliación no es fácil, pero mientras más claras sean las «reglas del juego» menos conflictos insolubles se presentarán. En este proceso de definir «reglas del juego» claras, uno de los aspectos que debe tenerse en cuenta es que las prácticas monopolistas, como aprovechamiento de la condición dominante un mercado, no pueden suprimirse por simples normas jurídicas, así sean constitucionales, por cuanto son un resultado lógico e histórico de la concentración de la producción y de la centralización del capital. Por tanto, la principal función del Estado para impedirlas consiste en estimular por todos los medios una verdadera democratización de la economía, esto es, garantizar a todas las formas de propiedad y de organización empresarial no sólo la igualdad jurídica sino iguales condiciones de acceso a los recursos de la sociedad. De otro lado, la revolución científico-técnica de hoy, con el paso de la mecanización a la automatización y de Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 34 la producción en línea a la producción flexible, con la agricultura y ganadería de laboratorio, la miniaturización de los productos y el fraccionamiento del proceso de trabajo, abre nuevos caminos a la pequeña y mediana empresa. La conclusión a que nos lleva la experiencia de muchos países es que el monopolio --sea privado o estatal-- no desaparece con la aplicación de normas legales sino con el «acicate» de la competencia. Y puestos en este punto, hay que decir que al amparo de la discusión sobre monopolios, intervención del Estado, empresas estatales, internacionalización de la economía, perspectivas para el siglo XXI y otra temática similar, algunos teóricos y analistas de la economía y la política han elaborado una falsa disyuntiva excluyente entre Estado y libre empresa y entre mercado y planeación. Como esta discusión toca algunas de las concepciones rectoras de la nueva Constitución Política de Colombia --cuyo primer renglón define al país como un Estado social de derecho--, parece conveniente dedicar unos párrafos a los aspectos más relievantes sobre este particular, teniendo en cuenta su vinculación con el objeto de estas notas: estudiar la relación entre economía y democracia en Colombia, ahora y en el futuro, que siempre comienza en el día de mañana. Hemos de comenzar por recordar que la nueva Constitución Política plantea la libertad económica con pluralidad de formas de propiedad. Es evidente que en la redacción final de los principales artículos que sobre aspectos económicos trae la nueva Carta Magna se nota la discusión que en el mundo teórico de las academias y en la vida práctica de los países ocurre entre una posición que pretende llevar al extremo el libre juego de las fuerzas que se mueven en cualquier economía y de otro lado quienes les niegan toda importancia. Si bien parecería que estas dos posiciones son antagónicas e irreconciliables, también la misma vida ha ido demostrando que expresan procesos que, en su contradicción, pueden ser complementarios, ya que es imposible que alguno llegue a su extremo absoluto. Y esto es lo que nos enseña la dialéctica: el desarrollo de cualquier realidad --ya sea en la naturaleza, la sociedad o el pensamiento-- no es lineal, unívoco, sino movimiento contradictorio, que pocas veces desemboca en la destrucción de los contrarios, y si con bastante frecuencia en la síntesis que recoge «lo mejor de la vida». Por eso, en diversos documentos hemos dicho que avanzamos hacia un «pragmatismo dialéctico». Para el propósito de este documento lo fundamental es que la nueva Carta Magna reconoce la importancia de la libertad económica‚ --que es indispensable en un país de «precoz monopolización» como Colombia-- pero no olvida que el mismo «modelo de desarrollo» imperante durante últimas décadas impone la necesidad de la intervención estatal. Así mismo, proclama los beneficios del mercado competitivo –y en algunas normas lo erige en una especie de «paradigma Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 35 económico»--, pero de igual manera determina que debe haber una planeación participativa, para lograr un uso mejor y más concertado de los recursos en la satisfacción de las necesidades colectivas. Es decir, no es una Constitución a la que pueda acusársele de exclusiva orientación neoliberal o de un pronunciado sesgo socializante o de intervencionismo a ultranza. Desde el punto de vista socioeconómico interesa destacar en la nueva Constitución dos bloques temáticos, de indiscutible actualidad y contradictoria interrelación, al tiempo que cada uno de ellos tiene su propia dialéctica interna: a) libertad económica e intervención estatal en la economía, y b) planeación participativa y mercado competitivo. Sin duda, para muchos el más importante artículo de la nueva Constitución es aquel que determina que la actividad económica y la iniciativa privada son libres, al tiempo que reconoce que la libre competencia económica en un derecho de todos, aunque a ambos derechos les impone fronteras para impedir que se transformen en libertad abusiva y competencia destructiva; al primero, que debe estar dentro de los límites del bien común, y al segundo, que es un derecho que supone responsabilidades. Vista la principal formulación que incluye la nueva Constitución Política sobre libertad económica --en donde el reconocimiento de la propiedad avanza hacia la pluralidad de formas y la libre iniciativa empresarial tiene el límite de los derechos de los demás--, se señalan a continuación los rasgos básicos que tiene su contrapartida necesaria: la intervención estatal en la economía. La dicotomía entre libertad económica --entendida en definición extrema como el juego libérrimo de todas las fuerzas de una economía-- e intervención estatal en la economía --definida a su vez como estatismo a ultranza--, y que las asimila a factores excluyentes en el desarrollo, es muy popular y atractiva para el discurso «efectista» pero falsa y lleva a una polémica agotadora y sin perspectivas. Es imposible concebir una sociedad contemporánea libre sin la institución Estado, pero no se puede «reducirlo» a la visión unilateral del Estado-epifenómeno, o el Estado-instrumento, o el Estado-función, o proclamar el fracaso del Estado porque son ineficientes y quiebran algunas empresas estatales. En este sentido hay que distinguir entre el Estado empresario --que puede ser ineficiente en algo que no le es consubstancial como producir bienes y servicios-- y el Estado regulador y controlador --que corresponde a una responsabilidad irrenunciable--. De otro lado, hay que ver como trataron de resolver los constituyentes el aparente antagonismo que existe entre planeación y mercado. Como en el caso de la dicotomía entre libertad económica e intervención estatal, la presentación de este antagonismo es popular pero falsa. Si bien desde las más remotas civilizaciones el mercado‚ ha sido el mejor escenario‚ para distribuir con eficiencia y Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 36 productividad los frutos del trabajo, no hay duda que la mayor utilización de la naturaleza, la creciente diversidad de bienes y servicios y la ampliación en el espacio y en el tiempo del mercado, han impuesto la conveniencia de hacer un uso más planificado, esto es, más racional y consciente, de los recursos y de su capacidad para satisfacer necesidades humanas. Hay que buscar la síntesis entre la planificación estatal que regula el proceso económico, de un lado, y el espacio que se debe garantizar para las relaciones mutuas entre los productores de bienes y servicios y entre éstos y los consumidores, del otro lado. Como pensamos muchos investigadores, la planificación debe centrarse en el objetivo de lograr un uso racional de los recursos, en el marco de un crecimiento sostenible, mientras el mercado tiene como tarea fundamental orientar a los productores en el cambiante mundo del consumo individual. Hoy se ha comprobado que el desarrollo humano es algo más que simple crecimiento económico. En esta búsqueda se encontrarán caminos impensados, que mucho ayudarán en el tránsito hacia una sociedad más justa y libre. Sobre esta base podría decirse que si en la vida socio-política la libertad política es la «sangre» de la democracia, como participación de los ciudadanos en la discusión y conducción de los asuntos públicos, en la vida socioeconómica es la libertad económica el «músculo» del mercado, como escenario para la satisfacción creciente de las necesidades de la población. Así mismo, hay que tener en cuenta que si bien el mercado se mantiene como un sistema de regulación de la economía, ya no es el único y a veces ni siquiera el más determinante. Por consiguiente, sin desconocer la función del mercado en la orientación del proceso de producción y de prestación de servicios mercantiles y en el mantenimiento de una competencia adecuada para lograr una mayor eficiencia, se requiere que el estado oriente el uso planificado de los recursos esenciales de la sociedad, de manera tal que la libertad de iniciativa en la producción, distribución, utilización y consumo de bienes y servicios no impida la justicia social y no produzca un despilfarro contrario a la utilidad pública y al interés de las generaciones humanas del futuro. La eficiencia económica no puede concebirse en detrimento de la eficacia social, esto es, del cumplimiento de la finalidad social insoslayable del Estado. Por consiguiente, es válido hablar de un nuevo tipo de mercado, así como de formas más desarrolladas de la democracia, hasta encontrar el camino más expedito para la participación efectiva de los ciudadanos en la orientación y gestión de los asuntos públicos. Entre la «mercadocracia» del viejo capitalismo -con la adoración de fuerzas que destruyen al propio hombre-- y la «mercadofobia» del antiguo socialismo --que estaba sacrificando al individuo en aras de la sociedad, al ciudadano en aras del Estado y al hombre en aras del Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 37 colectivo--, hemos de encontrar el mercado que haga efectiva la democratización en la producción y la distribución de la riqueza y la democracia‚ que permita la sana emulación de todas las organizaciones sociales en procura de la dirección política. De igual manera, entre la aparente «estadofobia» que recorre al capitalismo -pues al mismo tiempo se orienta al Estado en favor de los poderosos y como apoyo de la gran empresa-- y la evidente «estadolatría» que explica buena parte del fracaso del socialismo burocrático, hemos de encontrar el Estado fuerte que sea garante efectivo de las condiciones de vida y de trabajo de toda la población, en el nivel histórico concreto que corresponde a cada sociedad, y las formas de propiedad y organización empresarial que sean la alternativa socioeconómica a los monopolios, para evitar que --ya sean estatales o privados-- caigan en la ineficiencia y la ineficacia. Lo anterior no significa que estemos viendo al mercado capitalista, a la «libre competencia capitalista» como el nuevo demiurgo de la vida económica y social, y al típico Estado burgués como la forma ideal de la superestructura política. Como le parece al autor de estas notas, la polémica se centra ahora en dos ideas fundamentales. De un lado, cómo avanzar hacia un mercado democrático, esto es, que la menor desproporción entre producción y consumo, y entre valores y precios, sea resultado de un mayor desarrollo de las fuerzas productivas y de una mejor correspondencia en las relaciones sociales de producción. De otro lado, cómo lograr una democracia competitiva, esto es, de mayor participación de los ciudadanos en la orientación y gestión de los asuntos públicos, para lo cual es indispensable la sana competencia o emulación en procura de la dirección política, ya sea bajo la forma de partidos políticos o de otras manifestaciones que materialicen el derecho a disentir y a presentar diferentes opciones. En nuestra opinión, la búsqueda de un nuevo mercado pasa por el camino de reconocer a la ley del valor la función de mecanismo principal de la distribución, al tiempo que el reconocimiento del valor de la fuerza de trabajo --con las inevitables oscilaciones que ocurren alrededor de los salarios-- sea el medio para que los trabajadores puedan satisfacer sus necesidades en un nivel histórico concreto. No con el falso igualitarismo que niega la ley del valor sino con una real justicia social que reconoce diferencias en el aporte que cada uno hace a la riqueza social y, por tanto, en la participación que a cada uno corresponde en la distribución del excedente social. Pero hay que decir que no estamos pensando en el mercado como la finalidad de una sociedad más justa, ya que nunca podrá ser más, junto con la democracia, que medios para realizar el fin de la sociedad: la realización de los hombres en una escala de valores histórico-concreta. Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 38 Para terminar esta nota, hemos de decir que coincidimos con quienes creen que para Colombia, pero también para América Latina y el Caribe, en general, se abre la posibilidad luminosa de ser en el siglo XXI síntesis dialéctica de la eficiencia capitalista y del «ideal socialista» de justicia y democracia, esto es, superación en el proceso de desarrollo de la sociedad humana. Por eso consideramos no sólo oportuno sino indispensable insistir en la formulación de nuestras propias teorías y estrategias, lo que no significa renunciar al acervo científico universal. En esta búsqueda teórica --que entrelaza lo nuevo con lo viejo, lo autóctono con lo foráneo, lo general con lo particular-- hay que trabajar sobre la idea muy actual del «mundo íntegro», ya que ello implica de alguna manera la convergencia en la organización económica y política y en la valoración del hombre, como «medida de todas las cosas». Sin que neguemos la historia de la humanidad --el tránsito de unas etapas o formaciones socioeconómicas a otras--, nuestro reto es insertarnos en la historia de la humanización, entendida como la búsqueda y encuentro de los valores supremos del hombre, esto es, la satisfacción creciente de sus necesidades materiales, sociales y espirituales en un mundo de ascendente libertad y respeto por el individuo. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS 1. SILVA-COLMENARES, Julio. Los verdaderos dueños del país. Suramérica, Bogotá, 1.977 2. DONADIO, Alberto. En la bolsa, un "boom" sin accionistas. El Espectador, 7 de febrero de 1.993 3. El nuevo capitalismo. Revista Semana, febrero de 1.994. 4. Acciones, la mejor inversión de 1.993. El Tiempo, 11 de febrero de 1.994 5. En 1.993 se afianzó boom bursátil. El Tiempo, 28 de enero de 1.994 6. MEJIA MAZUERA, Jaime. Bancos: una inversión en alza. El Tiempo, 13 de febrero de 1.994 7. MEJIA MAZUERA, Jaime y GUEVARA GIL, Jacquelin. Empresas, a la caza del águila. El Tiempo, 9 de enero de 1.994 8. Utilidades Financieras crecen 46%. El Tiempo, 9 de febrero de 1.994 9. GUEVARA GIL, Jacquelin. Bancolombia con 30.000 accionistas. El Tiempo, 31 de enero de 1.994 10. Encuesta empresarial de La República. La República, 5 de febrero de 1.994 11. Sentencia Constitucional sobre privatización de entidades financieras. La República, 19 de febrero de 1.994 12. CARDENAS, Diego Hernán. Empresas: cae endeudamiento y se dispara capitalización. El Espectador, 18 de septiembre de 1.993 13. RESTREPO, Juan Camilo. El desdibujado rostro de la apertura. La República, 2 de febrero de 1.994 14. SARMIENTO, Eduardo. Mejor distribución del ingreso: falso milagro. El Espectador, 13 de febrero de 1.994 Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 39 15. LOPEZ MONTAÑO, Cecilia. El balance social de Gaviria (I). Portafolio, 24 de enero de 1.994 16. LOPEZ MONTA Ñ O, Cecilia. El balance social de Gaviria (II). Portafolio, 31 de enero de 1.994 17. TOVAR MARTINEZ, Edmer. Bogotá: crece la brecha entre ricos y pobres. El Tiempo, 18 de julio de 1.993 18. ESPINOSA VALDERRAMA, Abdón. Concentración del poder económico. El tiempo, 3 de febrero de 1.994 19. Salario mínimo 1.994. ¿Quién da más? Revista Clase Empresarial No. 7, enero de 1.994 20. "El revolcón no se puede acabar". Portafolio, 20 de septiembre de 1.993 21. Desempleo bajó a 7,9% en doce meses. El Tiempo, 28 de diciembre de 1.993 22. Desempleo rural afectó a 276.081 personas en nueve meses de 1.993. El Tiempo, 15 de enero de 1.994 23. El empleo temporal crece en forma acelerada: ANDI. La República, 11 de enero de 1.994 24. MEJIA MAZUERA, Jaime. La apertura económica: 444 mil empleos menos. El Tiempo, 13 de abril de 1.992 25. La mitad del empleo es informal. El Tiempo, 1 de mayo de 1.993 26. Se deteriora la calidad del empleo: FEDESARROLLO. El Tiempo, 27 de noviembre de 1.992 27. LONDOÑO ARANGO, Jairo. Educación, elemento clave para conquistar nuestro destino. La República, 9 de febrero de 1.994 28. TOVAR MARTINEZ, Edmer. Acueductos en tubo de ensayo. El Tiempo, 6 de febrero de 1.994 29. Mil municipios cobran el agua pero no la facturan. El Tiempo, 21 de febrero de 1.994 30. Violencia alcanza cifras alarmantes dice Minsalud. La República, 23 de diciembre de 1.993 31. GONZALEZ, Luis Alberto. Cobertura de vivienda social se mantiene baja. La República, 12 de febrero de 1.994 32. Colombia se hacina. Portafolio, 8 de noviembre de 1.993 33. El contralor cuestiona eficacia y equidad social del Inurbe. La República, 21 de noviembre de 1.993 34. RONDEROS, María Teresa y CORTES, Ernesto. El país de los alcaldes. El Tiempo, 16 de enero de 1.994 35. ESPINOSA VALDERRAMA, Abdón. Fetichismo del mercado. El Tiempo, 29 de enero de 1.994 36. Superadas las metas de vivienda. El Tiempo, 25 de febrero de 1.994 © Propiedad intelectual de Julio SILVA-COLMENARES. Prohibida su reproducción sin permiso. * Economista, Contador Público, Administrador de Empresas, PhD en Economía y Doctor en Ciencias Económicas de la Universidad de Rostock (Alemania); miembro de número y secretario general de la Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 40 Academia Colombiana de Ciencias Económicas; profesor emérito de la Universidad Autónoma de Colombia; profesor visitante de postgrados en varias universidades de Colombia; autor de más de 20 libros y folletos y de más de 200 ensayos y artículos publicados en el país y en el exterior; en la actualidad, Director de Postgrados de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la FUAC y columnista de la página editorial del diario económico y empresarial La República. Julio SILVA-COLMENARES LA SITUACION EN LOS 90 Y LAS PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO 21 41