El niño ante la vida; Johanna Turner. El desarrollo psicológico en el niño; Henri Wallon

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Índice
INTRODUCCIÓN.
EL NIÑO ANTE LA VIDA
• El contexto del desarrollo.
• Los orígenes de la competencia.
• El desarrollo cognitivo.
• La comunicación.
• La motivación.
• El desarrollo del sentimiento de sí mismo, orígenes y desarrollo afectivo temprano.
• La importancia de los demás.
• Influencia de la familia en procesos fundamentales de su desarrollo.
EVOLUCIÓN PSICOLÓGICA DEL NIÑO
La infancia y su estudio.
El niño y el adulto.
¿Cómo y por qué estudiar al niño?.
Factores del desarrollo psíquico.
Las actividades del niño y su evolución mental.
El acto y el efecto.
El juego.
Las disciplinas mentales.
Los niveles funcionales.
Los dominios funcionales.
CONCLUSIONES.
EL NIÑO ANTE LA VIDA
TURNER, JOHANNA
La hipótesis inicial de afirmar la capacidad del niño en etapas inferiores del desarrollo para aprender, sentir y
vivir en un mundo en principio ajeno e él, se hace correlativa con los elementos de adaptabilidad y desarrollo
que tiene el sujeto desde la más temprana infancia como una característica biológica, y los componentes
emocionales que surgirán a través de la vivencia y comprensión de las experiencias, lo que permitiría, en
teoría, desarrollar nuevas estrategias y conductas de dominio de la realidad en relación, principalmente, a los
ámbitos emocional y cognoscitivo.
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Para ello encontramos distintos elementos y factores que intervendrán en el proceso de cambio y desarrollo y
contribuirán en la formación de componentes fundamentales para la supervivencia y la adaptación del niño a
partir de las primeras etapas de su desarrollo y fortaleciendo las posteriores. Aquí su descripción y detalle.
El contexto del desarrollo
Para la existencia de un desarrollo del individuo y su formación pertinente, es necesaria la presencia de un
contexto, mundo alrededor del sujeto que contempla un extenso ámbito que involucra el papel tanto del
ambiente circundante, como el de los mismos individuos que influyen en la formación psicológica y
emocional del niño a modo de familia y/o sociedad.
El núcleo principal del ámbito interpersonal del niño es, primariamente, el círculo intrafamiliar (padre −
madre − hijo), que compren de las relaciones presentes entre tres individuos recíprocamente enlazados entre
sí, lo que implica que permanezcan juntos durante un lapso suficientemente extenso de tiempo, estableciendo
un vínculo tan estrecho como para que sean (los padres) relevantemente influyentes en la formación del
sujeto.
La interacción progenitor−hijo, presente desde etapas tan prematuras como la lactancia, se puede expresar a
través de cuatro preguntas fundamentales formuladas por Tinbergen en el desarrollo de su teoría al momento
de enfrentarse a los aspectos de su conducta:
• ¿Cuál es su causa inmediata?
• ¿Cómo está relacionado con el desarrollo individual?
• ¿Qué función ejerce dicha conducta en la ayuda del organismo a sobrevivir?
• ¿Cuál es su historia evolutiva?
El análisis detallado de las primeras etapas humanas de desarrollo (cómo lo es la lactancia), a través del punto
de vista evolucionista, pretende llevar a cabo el descubrimiento de pautas comunes en la conducta del
progenitor y el hijo que de alguna manera puedan influir sobre las conductas y respuestas de supervivencia,
llegando a pensar que tales capacidades (expresadas potencialmente) están dadas principalmente por el
componente biológico presente en el organismo y pueden cambiar (adaptarse, según explica la teoría) de
acuerdo a las modificaciones − necesidades respectivas al ambiente o entorno. La fortaleza mayor de éste
planteamiento consiste en que su misma generalidad los hace válido para especies con niveles de historia y
avance evolutivo comparativamente diferentes, que puede presentar comportamientos visiblemente y
analógicamente similares en cuanto a conductas de supervivencia a las necesidades − situaciones que impone
el entorno respectivo.
Un ejemplo de ésta relación es visible entre las especies animales que habitan en comunidad y, ante motivos
situacionales, forjan conductas de grupo en momentos de necesidad, tales como la huida, la alimentación y la
comunicación. También es observable el establecimiento de posiciones jerárquicas en función de, entre otras,
la organización de conductas sociales que forjen al desarrollo evolutivo y, como no, la supervivencia.
Entendemos también, volviendo al desarrollo del niño, que el desarrollo viene acompañado por conductas
(denominadas de dependencia infantil) tales como el juego, la exploración y la curiosidad por descubrir los
elementos del mundo tales que pueda establecer una relación de interacción con aquellos, que normalmente,
podría esperarse aparezcan corrientemente en los miembros de la especie. Los estudios comparativos (con
especies animales), sugieren que durante la primera infancia aparecen rasgos comunes en las conductas
cotidianas y eventuales, tales como el momento de la alimentación, el juego y la separación momentánea de la
madre (por ejemplo) que constituye para el niño una relación de dependencia caracterizada por la estrechez y
proximidad física y emocional, forjando de éste modo una etapa de inmadurez dependiente que sufre cambios
graduales a través de la exploración, la experiencia y la comprensión del lenguaje y elementos situacionales.
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En cuanto al papel del padre, sugieren los planteamientos de West y Konner que las relaciones de padre − hijo
lactante están fortalecidas por un denominado investimiento parental. que compromete la capacidad del
progenitor para garantizar la supervivencia de su descendiente en diversos aspectos biológicos y psicológicos
del hijo, además visto como `dedicación parental masculina' en función de la protección de su(s) hijo(s). En
éste aspecto intervienen también las posibilidades que brinde el contexto para que ésta conducta paternal sea
efectiva y razonable hacia la conformación emocional del niño. El papel de la medre es más cercano al niño
pero no menos complejo, teniendo en cuenta que la unidad familiar es en esencia interactiva, un sujeto de tal
influencia como es ésta representa un objeto de estudio aún de mayor extensión que el padre, pues en el
suplemento de las necesidades (de las más básicas a las más complejas) es la esencial protectora del hijo a
partir de su estado de dependencia (casi absoluta durante las primeras semanas de vida) y su interés por el
desarrollo de la creencia del bebé en su propia eficacia a través de las posteriores etapas de su vida.
Los orígenes de la competencia
Es evidente que, a partir del momento de ser concebido por su madre, el niño presenta actividad física, que
también incluye necesidades como el hambre y la sed. La exploración y manipulación de los objetos de su
entorno, y la interacción con las personas que se encuentran en él forja en el niño el deseo de llevar a cabo
acciones que modifiquen ó conlleven un efecto sobre su entorno. Éste aprendizaje será probablemente
efectivo y aún más útil durante las etapas posteriores cuando el niño deba buscar reacciones ante eventos
situacionales o satisfacer necesidades de índole fisiológica. El llevar a cabo las actividades propuestas por
parte del niño, amplia los horizontes de las aptitudes y capacidades cognitivas que implementarán un mejor
desempeño en la elaboración y aprehensión de nuevas tareas. En el momento en que el niño logra hacer lo que
se ha propuesto, presenta el sentimiento subjetivo de competencia que, en otras instancias, influirá sobre las
aptitudes individuales, la motivación y las respuestas que presenta al manipular su entorno.
El desarrollo cognitivo
Durante el desarrollo del recién nacido, empiezan a aparecer los objetos o componentes del mundo como
formas discernibles que elaboran un modelo de diferencialidad en el niño con respecto a la comprensión del
ambiente que lo rodea por medio de la captación, que en primera instancia (que requiere de la interacción con
los elementos del medio) implica el uso del potencial biológico del individuo, expresado en los componentes
sensorial, motor y cognitivo en pro de su funcionalidad. La diferenciación de las actividades subjetivas y la
comprensión de su realidad objetiva a través de su interacción con el medio ambiente se da poco antes de los
dos años de vida, según describe Piaget en su explicación del desarrollo cognitivo del niño en una teoría que,
a pesar de basarse en fundamentos empíricos (teniendo en cuenta que fue planteada respaldándose en la
observación de sus tres hijos) conforma un modelo de evolución y desarrollo infantil con la categorización de
éstos dos primeros años en seis estadios:
El primero, que comprende del nacimiento al primer mes de vida, sustenta la utilización de reflejos
congénitos, cuya finalidad consiste en llevar a cabo actividades físicas (de carácter casual y reflejo), a través
de cuya repetición se empieza a desarrollar la inteligencia.
En el segundo estadio, entre el primer y el cuarto mes, se da la coordinación entre las acciones reflejas y su
perfeccionamiento gradual para constituir lo que Piaget denomina reacciones circulares primarias que se
valen de la sincronización continua con el fin de conformar hábitos o secuencias de carácter continuo.
El tercer estadio, entre los cuatro y ocho meses, se caracteriza por la repetición de las acciones (con el fin de
que duren las cosas interesantes que ve) de manera secuencializada, la adquisición de reacciones circulares
secundarias, el niño percibe que las acciones ejercen efectos y consecuencias, pero no diferencia aún la
relación presente entre un acto particular y un efecto específico causado por éste.
Durante el cuarto estadio, comprendido entre los ocho meses y el año, se denota un rápido desarrollo en la
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concepción de la realidad. La conducta del niño comienza a demostrar intencionalidad (solamente inicial en el
tercer estadio) y propósitos más específicos que en las acciones aprendidas por repetición, pues puede retener
su objetivo y la finalidad de tal. Esto da señales de una sofisticación −o complejización− cognitiva puesto que
ahora el niño es capaz de utilizar su mente para mantener una representación mientras realiza una serie de
actividades distintas (que sólo constituyen medios) para facilitar la consecución de su verdadera finalidad,
acercándose a la comprensión del concepto de permanencia del objeto, que es fundamental para la
comprensión de sus propiedades y comienza a constituirse como un utilizador de herramientas.
En el quinto estadio, entre los doce y los dieciocho meses, se da origen a la curiosidad y la exploración a
través de nuevas conductas de experimentación que enlazan los esquemas previos que ya habían comenzado a
perfeccionarse desde los anteriores estadios de su desarrollo. Aparentemente el niño busca captar novedades
en los procesos experimentales y manifiesta satisfacción por sus logros.
El estadio final, entre los dieciocho meses y los dos años, manifiesta que el niño piensa antes de actuar, y
mantiene su interés por llevar a cabo nuevos logros y formas para hacer las cosas. Utiliza imágenes de una
manera básica como expresión del desarrollo de su capacidad simbólica. La interiorización de sus acciones
comienza a ser eficaz, lo que da inicio al proceso de forjamiento de las operaciones concretas que se inicia a
los siete años de vida.
Con el planteamiento de Piaget, se puede establecer un inicio de la inteligencia sensoriomotriz, que
compartiendo el pensamiento de J. Bruner, explica que la cognición se da inicialmente a partir de la acción
física. Bruner, por su parte, difiere de Piaget en la consideración de las reacciones circulares que éste plantea,
sustenta que, el desarrollo intelectual de un niño depende de las acciones del niño sobre su entorno, y no de la
comprensión de las propiedades de sus elementos a través de la acción. De ésta manera, y siguiendo ésta
teoría, el desarrollo de acción hábil conformaría una de las más importantes bases para el desarrollo cognitivo
del individuo.
La comunicación
En la interacción con otros, encontramos en el niño de la primera infancia formas de comunicación tanto
verbal como no verbal. Para que la comunicación sea eficiente, el niño tiene que dominar primero la
capacidad de comprender lo que orto sujeto intenta comunicarle, tanto como dominar las estructuras del
lenguaje que le permitan hacer sus ideas en cuestión comprensibles y coherentes para el entendimiento de los
demás.
La transferencia de éstas ideas no depende meramente, −afirma Courtney Cadzen (The question of intent,
1971)− de l que se denomina sistema intencional humano, sino que asimismo requiere de elementos
intermedio como los son las interpretaciones, formas compartidas acerca del significado de una idea
expresada a través del código simbólico que representa al lenguaje. Pese a que no es posible comprender en
totalidad todo lo que conlleva el modo de pensar de los otros, siendo que su nivel de experiencia −al menos en
una etapa inferior− es limitado, el niño se enfrenta al trabajo de `aprender a comunicar' y comprender el nivel
de los significados que el otro está comunicándole.
La comunicación puede catalogarse tanto como una acción cognitiva, como de índole social, pues
compromete la presencia de dos o más sujetos que captan, expresan y entienden distintas ideas con base en la
productividad de su intencionalidad y/o producción cognitiva. La cuestión más relevante sobre la
comunicación en los niños de temprana edad surge en la siguiente pregunta: <<¿Cómo se desarrolla en los
lactantes ésta esencial capacidad para comunicar, desde el momento del primer llanto, hasta la iniciación del
lenguaje verbal en el segundo año de vida?>>.
No se puede dar una respuesta concreta a ésta pregunta, en vista de la carencia de pruebas científicas, más sin
embargo las descripciones basadas en la observación de niños en período de lactancia han estructurado la
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siguiente clasificación mediante cuatro etapas fundamentales:
• Comunicación prelingüística.
Las intenciones del niño conforman actitudes orécticas. Puede comunicar su hambre, dolor, cansancio,
etcétera.
• Presintáctica.
El niño puede ya hacer uso de palabras, pero sin combinaciones y expresando sólo una en cada ocasión. Su
forma de uso es el portador de su significado.
• Comunicación Sintáctica.
Con posibilidad de combinar las palabras entre sí, maneja ya elementos como la entonación y la sintaxis.
• Actos verbales.
El niño comienza a desarrollar el lenguaje verbal. Sus frases contienen un sentido cognitivo y expresivo. La
forma y el modo aparecen entrelazados.
El lenguaje, además, (haciendo énfasis en el niño entre nueve y veinticuatro meses) se orienta hacia la función
elemental de cumplir las siguientes funciones:
Instrumental: Expresar sus necesidades.
Reguladora: Afectar / influir en la conducta de otras personas.
Interpersonal: Interactuar con otros.
Personal: Mostrar su conciencia acerca de sí mismo.
Lenguaje: Sistema particular de símbolos verbales (Bates y Cols, 1977).
En continuación con su desarrollo, a través de los diferentes estadios del desarrollo, los significados que
previamente fueron sonidos para el niño, se convierten en palabras que pueden ser utilizadas para más de una
función, como lo sería resaltar la existencia de determinado objeto y asimismo el deseo o intención de
manipularlo.
Volviendo a hacer referencia al lenguaje del bebé (aún en período lactante) podemos decir que, el desarrollo
de sus formas de comunicación se da a partir de la interacción madre − hijo (Freedle, Roy y Lewis, M., 1977)
en ciertas situaciones específicas, generalmente de carácter social. Los estudios sobre lactantes hallaron que la
conversación y actitudes varias de interacción entre la madre y el niño fomentaban enormemente el desarrollo
de su lenguaje y formas de comunicación, sugiriendo que muy probablemente la capacidad de estimulación y
respuesta materna afecte la rapidez con la que se adquiere el lenguaje en el niño, y dicha capacidad es
posiblemente un signo de la actitud cariñosa y emocionalmente productiva hacia el hijo, lo que, en teoría,
afectaría también el lenguaje verbal de tal.
Se plantea asimismo, la teoría de que existe una interdependencia entre el desarrollo lingüístico, cognitivo y
social, que se basa en la colección de seis premisas ó posibilidades en la estructuración de tal si se sigue la
línea de la siguiente afirmación: la dependencia es un sistema, que para ser efectivo requiere de un proceso de
entrada <<input>> que recíprocamente depende de otro a fin de determinar y construir su estructura, en
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referencia a dos sistemas ya trabajados: el lenguaje y la cognición.
• El lenguaje es equivalente a la cognición; el uno se equipara a la otra y no se pueden separar
empíricamente.
• La cognición depende del lenguaje; el niño no podrá realizar una actividad cognitiva antes de obtener
el input lingüístico principal.
• El lenguaje depende de a cognición, esto implica el dominio de símbolos, en las tareas y juego
cognitivos antes de desarrollar el lenguaje.
• El lenguaje y la cognición tienen raíces y cursos independientes aún cuando básicamente, actúen
conjuntamente.
• El lenguaje y la cognición están separados, pero derivan de una fuente en común.
• La cognición y el lenguaje pasan por secuencias parecidas de desarrollo, pero no tienen una fuente en
común. Su semejanza radica en que, ambos son fundamentalmente ejemplos de formas de solución de
problemas complejos.
Dichas posibilidades son asimismo aplicables a la interdependencia existente entre la cognición y el desarrollo
social y, por otro lado, el lenguaje y el desarrollo social. La relación entre los ámbitos − elementos del
lenguaje, la cognición y el desarrollo, la producción de esquemas cognitivos aún más estáticos (como lo es el
de la permanencia de objeto), expresa el desarrollo de las nociones de causalidad básica y conductas que
relacionan los medios con la finalidad de los actos, demostrados también en la evolución de la comunicación.
La Motivación
La motivación, que se expresa claramente en conductas de aprendizaje, y, afirma Gilbert (1970), <<ayuda a la
selección natural para la supervivencia y la adaptación>>. Los estudios de autores como Papousek han
planteado la tendencia a `encontrar una gratificación' (intrínseca) al solucionar un problema con acertividad.
Aunque tales estudios se basaron inicialmente en pruebas de condicionamiento, se encontró que al ser
gratificado con un premio por realizar una acción determinada, el niño desarrollaba secuencias de conducta,
además de que al terminar la tarea, los niños demostraban relajación y satisfacción. La principal conclusión de
éste trabajo consistió en demostrar que <<la realización de la respuesta correcta desempeña un papel
fundamental en la motivación, más aún que los refuerzos suministrados>>. Es observable que en niños
lactantes, éstos muestran evidentes signos de placer al alcanzar la solución de un problema, incluso estando
solos, como lo ratifican los estudios de Kalnins y Bruner, además, que básicamente consistían en demostrar
que (en situaciones experimentales), los bebés lactantes aprendían una serie de respuestas de succión a fin de
enfocar más claramente un dibujo. Pareciera entonces que, los niños de temprana edad (al menos los lactantes)
fuesen motivados a la resolución de problemas específicos (situacionales, primariamente) por el mero placer y
satisfacción de actuar sobre su entorno y dar alcance a una solución.
El desarrollo de la motivación acarrea también la aparición de una conducta exploratoria (que fomenta el
descubrimiento de objetos, propiedades y de relaciones, que aparece con la curiosidad del niño en período de
lactancia) y una conducta efectuante (que expresa el deseo del niño por ejercer un efecto sobre su entorno a
partir de sus propias acciones, según plantea Bronson en su obra El crecimiento de la competencia, aportando
también que ésta motivación efectuante es intrínseca y necesaria para la supervivencia de un sujeto.
Para ello, el infante debe, inicialmente, darse cuenta de que determinados efectos con contingentes sobre sus
propias acciones; estaría entonces motivado para producir un efecto sobre su entorno, y luego, si sus esfuerzos
fuesen recompensados, desarrollará una orientación de competencia, una actitud de una persona que <<tiene
fe en su propia capacidad para actuar e influir sobre su mundo, y que disfruta utilizando sus
potencialidades>>. El desarrollo de éstas ideas, de contingencia y creatividad son potencializados tanto por el
entorno animado como por el inanimado, resaltando también que, el bebé, será capaz de buscar estimulación,
y también de evitarla, en conjunto con su motivación para explorar y actuar.
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El desarrollo del sentimiento de sí mismo, orígenes y desarrollo afectivo temprano
Durante sus primeros meses de vida, las emociones del niño lactante (su ámbito afectivo), se desarrollan en
conjunto con su pensamiento (su ámbito cognoscitivo) y, además, va adquiriendo un sentimiento y una
concepción acerca de sí mismo. Las reducidas posiciones de la psicología del desarrollo acerca del
sentimiento de sí mismo (siendo que es un tema primordialmente abordado por el psicoanálisis), sustentan la
necesidad de determinar la existencia de un <<ser en el mundo>> del lactante, y, por tanto, su pensamiento y
su modo de sentir. Éste desarrollo de un concepto propio (también denominado self), influirá en el ya tratado
sentimiento de competencia o incompetencia, y por ende, en su autoestima.
La interacción social es, quizás el componente más influyente en el desarrollo de la conciencia de sí mismo.
El niño, plantea Erik H. Erikson, interactúa con un entorno social que cada vez se vuelve más amplio, a
medida, también, que se va desarrollando su personalidad. Dicho cambio (o evolución) se genera en pro del
desarrollo de su madurez, como de las respuestas por parte de los demás. Son éstas pequeñas barreras
evolutivas las que exigen un nivel de desarrollo para superar cada estadio, de tal forma que avance hacia un
siguiente nivel evolutivo, desde la primera infancia hasta la madurez. Tras superar los dos o tres años de vida,
el niño desarrollará la autonomía para la toma de decisiones básicas y la realización de tareas gracias al
ensayo de sus capacidades evolutivas, con el componente afectivo y emocional (expresado en actitudes como
el elogio) que proporcionan los padres, y fomentará actitudes de confianza y capacidad.
Retomando el ámbito emocional, es notable asimismo que el desarrollo afectivo se propicia (desde la etapa de
la lactancia) de una buena manera implementado por los padres hacia la conformación de sentimientos y
conceptos respecto a su entorno animado e inanimado y, sobre todo, acerca de sí mismo. Un sentimiento ó
afecto no implica solamente un acontecimiento ó suceso fisiológico, sino la existencia de un estímulo y una
forma más específica de captación cognitiva de la situación. Afirman Lewis y Brooks (1978), que el hecho de
presentar aprendizaje sobre cómo actuar respecto a su mundo, en un lactante, conlleva a la autovaloración de
sí mismo, percibiendo que posee un carácter único y es diferente de los demás, un sujeto que no sólo hace
parte activa sino que afecta su medio exterior y a los sujetos que también interactúan en él. El conocimiento
acerca de otro, de sí mismo y de objetos se desarrolla al mismo tiempo, por ende, el niño puede diferenciar el
papel de los distintos sujetos y sus relaciones con los objetos que lo rodean, y puede establecer comparaciones
entre los demás y sí mismo y poseer una gama más amplia y extensa de experiencias emocionales.
Las emociones, estrechamente relacionadas con el mundo social e individual al que se enfrenta el niño, se
caracterizan por poseer un componente expresivo y uno experimental. Ratifica Saarni (1978) que la
experiencia de una emoción está íntimamente vinculada a su expresión. El desarrollo afectivo se catalogaría
entonces como un proceso de diferenciación gradual que actúa conjuntamente con el desarrollo cognitivo y
con el de la ya mencionada comunicación. Entonces, la experiencia que conlleva una emoción, estaría
cercanamente relacionada y vinculada a su expresión. El establecimiento de relaciones sociales permite al
niño (antes de los dos años de vida), utilizar tres categorías básicas (Establecidas por Mehrabian, 1972) que se
manifiestan cuando el niño es capaz de pensar y discriminar sobre los eventos sociales:
• La evaluación de personas y objetos en cuanto respecta a las emociones de carácter positivo y negativo, lo
que permitiría dar lugar a conductas de aproximación y evitación.
• El juicio acerca de la potencia o el status como elementos correlativos al control social (presente en el
dominio y las relaciones de poder).
• La capacidad de respuesta `discriminativa' como indicadora de significación diferencial de los demás para
con el sujeto mismo.
Los procesos cognitivos y afectivos podrían entonces influirse mutuamente, puesto que la afectividad
proporciona motivación y agrega sentido al pensamiento, lo que quiere decir que todo pensamiento o
actividad realizada surgen de un trasfondo afectivo.
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La importancia de los demás
El ámbito social, ya especificado, implica un componente importante en el desarrollo emocional y psicológico
del niño, que, tras la discriminación de figuras familiares de extraños y el surgimiento de distintas formas
importantes de conducta para con los otros (teniendo en cuenta la anterior diferenciación), puede manejar
elementos emocionales y cognitivos para la exploración y comprensión de su entorno social, forjando nuevos
conceptos y actitudes que varían de acuerdo a los eventos situacionales y los conceptos, tras su formación.
Se produce una vinculación del niño en lactancia al poder distinguir las figuras humanas cercanas a su entorno
afectivo, demostrando preferencia por éstas y tomándolas por objeto principal de conductas que tienen por
finalidad llamar la atención (como lo serían la sonrisa, el llanto y las expresiones de protesta e inconformidad
al encontrarse apartado de tales. Este fenómeno es evidente también en especies ajenas a la humana, más sin
embargo, no dudando de su existencia, la principal discusión radica en la determinación de su origen.
En primera instancia, encontramos la teoría del impulso secundario que sustenta la creencia (algo primitiva
teniendo en cuenta los avances de la psicología del desarrollo) de que el niño tiende a vincularse a una única y
particular figura familiar (idealizada comúnmente en la madre) que le proporciona alimentación, afectividad y
bienestar, siendo insostenible al comprobar que los lactantes se vinculan asimismo a personas que no los
alimentan (o amamantan) y reciben y expresan estimulación a éstos, ó, en caso contrario, se vincularía a una
sola persona pudiendo ser alimentado por otras a la vez.
Otra teoría importante es la del aprendizaje operante, que sostiene que la actuación de la figura materna
natural es igualmente importante, pero, no contempla el hecho determinante de que sea ella quien alimente al
niño, sino que habría una vinculación de éste a causa de sus actividades cotidianas de cuidado y afectividad,
que además, satisfarían sus necesidades instintivas, y conservarían conductas apropiadas que contemplarían
respuesta tanto en el niño como en el adulto.
Sin embargo, un tercer planteamiento, formulado por Schaffer (1971), determina que, la vinculación no
depende del comportamiento particular del adulto, siendo que, al presentarse una carencia en la figura familiar
apropiada para el niño, éste encontraría otra en el núcleo extrafamiliar que le sea simpática y la elegirá
preferiblemente, a pesar del intento inicial del niño por vincularse a la figura familiar de notar un rechazo o
indiferencia en ella.
Para llegar a establecer ésta relación de vinculación el lactante debe primero darse cuenta de que los cambios
en el comportamiento de otra persona no la hacen dejar de ser ésta y de que ésta persona no es él, sino un ser
ajeno, por cercana que pudiese ser su relación, como, comúnmente sucedería con su madre. El miedo a los
extraños, por su parte, surge durante los primeros dos años de vida, pero puede ser más observable cuando el
niño demuestra actitudes de vinculación, pues puede entonces desarrollar un proceso inverso con figuras (al
menos en apariencia) aversivas, con respuestas que equiparen también ésta calidad. La ausencia de las figuras
familiares más cercanas, por ejemplo, puede implicar conductas y emociones negativas cuando, ante la falta
de una figura familiar cercana, el niño tenderá a llamar la atención a modo de protesta para llamar la atención
de ésta persona que afecta su calidad emocional con la ausencia.
Influencias de la familia en procesos fundamentales como el aprendizaje
Teniendo en cuenta lo relevante del papel de la familia sobre el desarrollo emocional, motivacional y
cognitivo del niño, entre otros, es importante atribuir a la familia un papel importante al grupo intrafamiliar en
la obtención de experiencias y conceptos relativos al aprendizaje. Tal vez, en etapas posteriores de su
desarrollo, el niño interactúe con figuras distintas a las familiares como parte de su proceso de integración a la
sociedad, que puedan influir en procesos cómo éste (Por ejemplo, el profesor en el colegio). Al afrontar dichos
procesos, el niño se dará cuenta de que hay un mundo más allá de lo perceptible, que puede ser conocido a
través del lenguaje empleado en distintos ámbitos de la faceta social del mundo de éste.
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Sin embargo, muchos de los conceptos base para el conocimiento y la comprensión del mundo cotidiano y,
aparentemente normal, teniendo en cuenta su verdadera dificultad y todos los procesos por los que ha pasado
para superar éste concepto, y entender la complejidad de las cosas, son aportados en el núcleo intrafamiliar en
que ha convivido la mayor parte de su vida (al momento de entrar a la escuela) y, en otros ámbitos,
simplemente se revestiría de importancia y relación una gama de conocimientos (no propiamente necesarios
para la supervivencia) que requieren de un desarrollo superior para ser comprendidos. Es aquí donde
intervienen los conceptos ya tratados de estadios de Piaget, motivación y comunicación (entre otros) para
forjar cambios importantes dentro de la mente del niño.
Los procesos afectivos y motivacionales también afectarán entonces su modo de afrontar nuevos problemas y
retos cognitivos que aparecerán en conjunto con las estrategias de enfrentamiento con situaciones generales ó
específicas, medios de defensa y la iniciación de un funcionamiento autónomo para varios de los procesos
fundamentales de su vida en beneficio de sus logros.
EVOLUCIÓN PSICOLÓGICA DEL NIÑO
HENRY WALLON
1. LA INFANCIA Y SU ESTUDIO
1.1. El niño y el adulto.
El libro de Wallon expresa en un principio como el niño solo sabe vivir su infancia. El conocer esa infancia es
trabajo del adulto. El interrogante que se plantea es si ¿este conocimiento respecto de la infancia es desde el
punto de vista del niño o del adulto?
Esta interrogante se plantea debido a que si el hombre tiene conocimiento de sí mismo dándose una existencia
y una actividad de acuerdo a su imagen como no va a ser fuerte este aspecto en relación con el niño que
proviene del adulto y se encamina a ser como él
el cual vigila cuida y guía en su crecimiento.
Aunque existen ciertas similitudes entre el niño y el adulto respecto a elementos simples como el recordar; por
eso mismo es que el adulto muchas veces para comprender al niño asimila los recuerdos que tiene de esa
época para así penetrar en el alma del niño.
Pero el adulto reconoce entonces las diferencias que existen entre él y el niño, el problema es que muchas
veces este las considera como una resta, sea de grado o de cantidad. Debido a esto el adulto se compara con el
niño considerándolo como relativa o completamente incapacitado para ejecutar operaciones o acciones o
tareas que el adulto puede ejecutar. Si se mira desde esta perspectiva, el niño no seria más sino una reducción
del adulto.
Mirándose además de esta manera, estaremos frente a estadios donde el niño va escalando y adquiriendo un
conjunto de aptitudes o caracteres para convertirse en adulto.
Pero con todo en este planteamiento tan concreto y lógico se puede vislumbrar un egocentrismo del adulto
pues se ve como un ser desarrollado y completo y el niño es visto como un adulto en desarrollo, como un ser
en proceso de desarrollo.
Se manifiesta, además, en la idea de que toda evolución de tipo mental tiene su manera de índole personal de
sentir y pensar determinada por el ambiente y la época en la cual viva. Si el adulto llega a admitir que el
pensamiento del niño es diferente del suyo tomara esto como una aberración. Pero antes de continuar
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analicemos algo que se plantea en el libro de Wallon, una cuestión respecto a esta aberración: ¿ es verdad que
la mentalidad del niño y del adulto son heterónomas?, y de esta surge otras preguntas ¿ hasta qué punto el
paso de una a otra supone una transformación total?, ¿Es verdad que los principios a los que el adulto cree que
están ligados sus propios pensamientos son una forma inimitable e inflexible y bajo su imperio los
pensamientos del niño deben ser rechazados por estar fuera de razón? .
Por esto mismo es que mirando las cosas desde otra perspectiva, es útil el estar observando al niño tomando su
desarrollo como un punto de partida haciéndole seguimiento a través de sus edades sucesivas y estudiando los
diferentes estadios del mismo.
Dentro de esto analizando que el niño a lo largo de su desarrollo tanto físico como mental tendrá que realizar
elecciones de información, de actividad, elecciones que al irse dando al pasar de una etapa a otra pueden
generar crisis que influyen visiblemente en la conducta del niño. De acuerdo a todo esto, es que se debe
realizar el estudio del niño para resolver esta y muchas otras inquietudes respecto al niño.
1.2. ¿Cómo y por que estudiar al niño?
En respuesta a la primera pregunta, aunque muchas ciencias en especial la psicología se han basado en la
experimentación es innegable que para estudiar al niño y saber como es su progresivo y complejo desarrollo
es necesaria la observación. Esto es así debido al hecho de que en las etapas propias de la primera infancia, es
observación pura la encargada de mirar y registrar todas las actividades, acciones y reacciones del niño hasta
los 3 o 4 años.
Este registro de todo lo que el niño hace se realiza hasta los cuatro años, o más bien, de acuerdo a ciertos
trabajos que algunos investigadores (Preyer, Major, W. Stern, Decroly entre otros) han realizado, no se tiene
en absoluto estos trabajos. Además, ante el hecho de que la información recogida esta mas que todo
fragmentada, se tiene que tratar de reconstruir los conjuntos de los que dicha información pueden recibir su
significación.
Debido a esto se han realizado métodos que proceden de la observación pura, pero que al mismo tiempo
deben superarla. Estos métodos se encuentran ante la labor de extender la experimentación; el experimentador
se encarga de reconstruir esta relación o la somete a cambios que permiten aislar el resto de los términos o
conceptos unidos a ella.
La observación pura, aunque es una buena herramienta, tiene una dificultad notoria. Esta dificultad consiste en
que usamos, muchas veces sin nosotros saberlo, un cuadro de referencias cuyo empleo es de tipo instintivo,
irrazonado, indispensable; cuando se experimenta, el dispositivo mismo de la experiencia efectúa la
transposición del hecho al sistema que le permitirá al experimentador interpretarlo.
En el caso de la observación, la formula que damos a los hechos nos responde a veces a nuestras relaciones
más subjetivas con la realidad, a las nociones practicas que tomamos de la vida diaria. Por eso mismo se nos
hace bastante difícil observar al niño sin darle algo de nuestros sentimientos o de nuestras intenciones. En este
sentido, el movimiento no es movimiento sino lo que nos parece que se expresa. Por eso, a menos que se trate
de una costumbre, se registra la significación que se ha supuesto, haciendo omisión de indicar en cierta forma
el gesto mismo, o sea, se hace registro de la significación, de las actividades del niño pero según nuestra
interpretación subjetiva omitiendo indicar la acción como tal.
Acerca de este asunto, todo el esfuerzo de conocimiento e interpretación de tipo científico se ha tratado,
siempre, es de reemplazar lo que es referencia instintiva o egocéntrica por otro tipo de lineamiento cuyos
términos están objetivamente definidos. Pero como esto puede suponer problemas para la observación es
importante definir, muy bien cual es el cuadro de referencias que responde al objetivo, al fin de la
investigación ha realizar.
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En el estudio del niño el cuadro de referencias propio y adecuado es la cronología de su desarrollo, por lo cual
muchos investigadores, muchos observadores han tenido cuidado especial en anotar para cada hecho que
registra, la edad del niño en meses y en días. Esto se hace como si se postulara que el orden en que aparecen,
en que suceden las manifestaciones sucesivas de su actividad tiene un cierto valor explicativo.
Una comprobación de esta idea es la que ha mostrado Gesell, en la cual al ser propuesto el mismo test al niño
semana tras semana, o mes tras mes, sus comportamientos sucesivos revelan transformaciones más bien
rápidas y con frecuencia radicales que producen el tiempo en las reacciones del niño pero, algunos
investigadores han mostrado excepciones mas o menos aparentes en esta acción del tiempo que entonces,
implica la idea misma de desarrollo, unida al papel que tiene la infancia en la vida.
El análisis de estas excepciones nos permitirán captar lo mejor posible las condiciones y la significación de
los progresos que están en espera de realizarse.
En palabras de Wallon respecto a lo planteado anteriormente algunas veces surge una nueva reacción sin
futuro que no reaparece con iliacion sino varias semanas mas tarde. Otras veces, una adquisición ya antigua
parece borrarse en el momento en que la actividad del niño se dirige hacia otro dominio . Tomando en cuenta
esto se concluiría que entre el paso del tiempo y el que corresponde al desarrollo psíquico del niño se
manifestarían ciertas discordancias.
Analizando estas ideas, especialmente las tratadas en el caso de Gesell, algunos investigadores como Preyer se
han interrogado sobre la observación, si su descripción no habrá sido deformada, desde el principio, por una
interpretación que antecedía al acontecimiento; pero de acuerdo con este punto se ha visto que, a menudo, la
anticipación esta en los hechos en si.
Debido a esto, las reacciones que tiene el niño en el caso de Gesell son el conjunto de condiciones diversas e
intercambies que serian circunstancias externas y disposiciones internas.
En este sentido esto genera dos tipos de condiciones:
• Cuanto mayor es el número de circunstancias externas, su realización es más probable que sea
accidental.
• Cuanto más aumente el número de disposiciones internas el ordenamiento de estas tanto mas va a
tender a ser un todo que va a entroncarse con la predisposición constante del sujeto.
Otro aspecto importante que debe tomarse en cuenta en la observación del niño por parte del observador, en el
estudio del niño es lo referente al lenguaje, pues el observador debe cuidarse de atribuir a los gestos del niño
la significación plena que podría tener en el adulto. Sea cual sea el sujeto no debe reconocerles otro valor sino
aquel que puede ser justificado por el comportamiento del mismo. Para vislumbrar esto se dará la idea de que
el comportamiento es, en cada edad, de una manera que responde a los limites de sus aptitudes, mientras el
adulto tiene una serie de actividades, de responsabilidades y de elementos cognoscitivos que le hacen actuar
de una manera mas compleja y extensa, pudiendo responder por eso mismo a estos elementos con sus
herramientas comportamentales para responder de manera optima.
Además de esto hay que tomar en cuenta que la actividad mental del niño no se desarrolla en un mismo y
único camino, en un mismo plano por una especie de crecimiento continuo. Es un avance de una etapa a otra.
Eso muestra que no hay resultado exacto ni igual ni entre un niño y otro ni entre un estadio y otro del niño.
General, para realizar un estudio al niño hay que tomar en cuenta que cada niño es diferente, que el desarrollo
cognitivo es un factor importante y que este estudio debe ser mas bien objetivo, describiendo y registrando lo
que pasa, las actividades que realiza el niño, no lo que al observador, al investigador le parece ver. Es
importante tomar en cuenta que el estudio del niño es, según lo expresa Wallon, especialmente el estudio de
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las fases que lo van transformando en un adulto.
1.3 Factores del desarrollo psíquico
El desarrollo psíquico del niño presenta una serie de contradicciones debido a la amplitud y diversidad de sus
condiciones; esto plantea importantes interrogantes a las cuales se deberá dar solución. Para esto se hará
análisis de todo el desarrollo del niño. Esto partiendo de la etapa de lactancia, se inclina a un nivel que,
relacionado al comportamiento de otras especies animales, es apenas un inicio, pues las razones que pueden
surgir de las circunstancias naturales se encuentran o se hallan cubiertas en el hombre por otros que vienen de
una sociedad en sumo grado compleja e inestable.
La influencia que puede usar la sociedad presupone en el sujeto un cúmulo de aptitudes claramente
diferenciada y formadas como revelaciones propias de la especie. Es así como en el niño, se contraponen y
complementan mutuamente los factores de un origen tanto biológico como social.
Al mismo tiempo en que las probabilidades actuales y las correspondientes condiciones de vida llegan a un
equilibrio estable, también se hace presente la tendencia al cambio, cuyo origen es ajeno a esta exacta relación
de tipo funcional. El origen es orgánica, pero de esto se hablara a continuación. En el desarrollo del sujeto la
función se revela con el crecimiento y el desarrollo del órgano, en muchas ocasiones, precede en mucho a la
función. De esto se hablara a continuación mediante un ejemplo muy aclarativo.
El numero de células nerviosas es el mismo desde el momento del nacimiento hasta el instante de la muerte.
Si algunas se destruyen durante el transcurso de la vida, jamás son reemplazadas. Así mismo muchos órganos
deben terminar su diferenciación estructural antes de revelar su función, pues en el caso de las células
nerviosas, estás terminan de construirse y de hacer las primeras conexiones antes de iniciar sus respectivas
labores funcionales. En todos estos casos, a menudo, sus primeras manifestaciones no son mas que un
ejercicio libre, siendo este sin otro motivo que el ejercicio mismo.
El motivo de su crecimiento no se encuentra en su presente sino en el tipo de la especie que al adulto le
corresponde realizar. El cimiento esta a la vez en el pasado y en el futuro. Teniendo esto en cuenta, decimos
que cada edad del niño es como una cantera en la cual determinados órganos aseguran la actividad presente,
mientras se construyen masa imponentes para manifestar su razón de ser en las edades posteriores.
Así, el fin perseguido, no es mas que la realización de lo que el genotipo tiene en potencia. El plano según el
cual se desarrolla cada individuo depende de la predisposición a que el sujeto sea propenso desde su
formación inicial. Su realización plena es necesariamente de forma sucesiva y puede no ser completa, debido
a que las circunstancias la modifican en mayor o menor grado.
Todo esto da a entender que la historia del individuo, o sea, todos aquellos aspectos bajos los cuales se
manifiesta el sujeto durante su vida, son muestra de la dominación del genotipo en el sujeto y se constituyen
de manera observable por su fenotipo, o sea, todas aquellas características, tanto físicas como
comportamentales del sujeto.
Relacionando estos conceptos anteriormente planteados, algunos psicólogos, tomando en cuenta la teoría que
toma la ontogénesis como la repetición de la filogenesis. Creyeron poder adaptarla al desarrollo del individuo
relacionando a este con la evolución de las civilizaciones humanas, y exponiendo, así las similitudes que se
presentan entre las formas del comportamiento infantil y la serie de practicas y creencias por las cuales han
pasado las sociedades humanas, similitudes que se observan en las sucesivas edades del niño.
Esto se hace especialmente desde la primera infancia donde se ven, por ejemplo, los juegos guerreros, su
invención, o mejor dicho, la reinversion del arco y las flechas, serian una remembranza de edades
desaparecidas. Lo mismo pasa con lo que se llama su mentalidad mágica, o sea, la creencia del poder de la
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voluntad sobre las cosas y sobre los acontecimientos sea de forma directa o mediante las invenciones o las
formulas ( de esto se considera que surgió una idea de tipo animista o religión animista).
Muchos investigadores como Sigmund Freud, dieron una importancia a este resurgimiento de los
pensamientos de tipo ancestral. Los juegos imaginativos, los cuentos que complacen a los niños, los sueños
del adulto, algunas de sus creencias estéticas, serian un regreso a la forma mítica bajo cuyo imperio se
expresaban las antiguas civilizaciones y que actualmente utilizan los deseos rechazados por nuestra
civilización para manifestarse de manera disimulada. De esta manera podrían sobrevivir en cada sujeto
aquellas situaciones que pertenecían a las primeras edades de la humanidad y que la moral de los pueblos no
ha dejado de atacar .
Pero este planteamiento de unión de la ontogénesis y la filogénesis han generado una serie de objeciones y
creado interrogantes como las siguientes:
• Los cambios que influye el paso de una especie a otra, ¿ por qué no habían influido tanto en las
distintas etapas del crecimiento como en los caracteres del animal adulto?.
• La recapitulación del pasado, ¿ En qué medida seria sutilmente reemplazada por la más urgente
necesidad de realizar un nuevo tipo de organización?
En este punto, el problema tiene por lo menos dos datos precisos que son:
• La comparación entre las formas.
• El orden de sucesión de las mismas.
En el plano de psicogenesis el paralelismo entre la ontogénesis y la filogénesis esta libre de criterios de tipo
objetivo sino que también esta llena de inverosimilitudes que son insuperables.
Si las etapas de la vida mental del niño tienen por prototipo y también por condición las diferentes etapas de la
civilización humana, el vinculo entre los terminos correspondientes se haría presente solo como una estructura
material cuyo rango estaría determinado de manera estricta en el desarrollo del sujeto y de la especie como tal.
Si están por ejemplo dos individuos de civilizaciones distintas, el intervalo seria el numero de generaciones
que tendrían que transcurrir para encontrar una serie de estructuras intermedias, o sea, que el intervalo seria en
cierta manera insuperable no sólo para ellos sino también para una parte mas o menos grande de su
dependencia. Tomando esto en cuenta, si el de acuerdo entre dos personas adultas ya formadas puede ser
irreductible para el niño el medio en el cual le incrustara la civilización correspondiente.
Tomando en esto ultimo que se ha planteado, el siguiente ejemplo puede mostrar algo interesante que sucede
con la influencia de lo externo en el niño y en su desarrollo psicológico. El lenguaje es un elemento que sirve
para comunicarnos y expresar ideas propias o lo que se entiende de los sucesos externos al sujeto. Este halla
sus probabilidades debido a la existencia de centros especializados que, por otro lado tienen bastante
profundidad, o sea, que implican actividades de niveles diferentes y las cuales han aparecido en la especie
humana pero con esto no se quiere decir que el lenguaje se halla preformado en tales centros. El sistema por el
cual el niño aprende a usar el lenguaje depende del medio en el cual este.
Como afirma Wallon, este sistema puede no ser único y cuando se desarrollan varios sistemas en el mismo
individuo, sus relaciones pueden ser psicológicamente muy diferentes: equivalencia exacta o referencia de
todos a uno de ellos que esta en correspondencia inmediata con las intenciones y el pensamiento. Mas aun,
pueden existir formulas que servirían para expresar actividades psíquicas de diferente nivel, de acuerdo con
las circunstancias, disposiciones de tipo mental en el sujeto y también a ciertas actividades las cuales varían
según la edad del niño.
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Este ejemplo muestra claramente que no existe reacción mental que sea independiente, sino, que siempre,
depende de las circunstancias exteriores, de una situación, de un medio por su forma y su contenido. De todas
maneras existen quienes se oponen a una exacta asimilación del desarrollo de tipo psíquico con el desarrollo
embrionario así como también hay otros que, por el contrario, se encierran, se encasillan bajo la influencia
exclusiva de factores de tipo orgánico.
Ahora analizare otro aspecto del desarrollo del niño que dan evidencia de ciertos factores de tipo psíquico que
daría visos acerca de su desarrollo psicológico. La similitud entre algunas aptitudes y algunas operaciones
mentales del niño con los llamados primitivos puede explicarse por una especie de semejanza entre las
situaciones que es del todo relativa.
El medio en que vivimos nos aporta instrumentos y técnicas las cuales van íntimamente ligados a la practica y
a las necesidades de nuestra vida diaria. El niño aprende a usar tales herramientas de manera progresiva. Con
esto se ve que los presuntos primitivos se asimilarían a cada una de estas situaciones sucesivas en las cuales
ciertas herramientas y técnicas no han existido para el todavía.
Como conclusión de todo esto planteado aunque el desarrollo de niño es del todo avanzado, el niño como tal
tiene este desarrollo en etapas que son claramente distinguibles unas de otras. Con ellas podemos estudiar las
características del niño a medida que este avanza de etapa en etapa.
2.LAS ACTIVIDADES DEL NIÑO Y SU EVOLUCIÓN MENTAL
2.1 El acto y el efecto.
Entre los rasgos tanto psicológico como fisiológicos que caracterizan cada etapa del desarrollo del niño esta el
tipo de actividades a las que el niño se dedica, actividades que se convierten en factores de su evolución
mental. Esto se hace a través muchos y variados medios los cuales van cambiando con los sistemas de
comportamiento que entran en juego con los estímulos, con los intereses, con las funciones y con las
alternativas concurrentes.
A la forma más elemental, mas general corresponden aquellas actividades que se pueden clasificar en aquellas
relaciones que se dan entre el acto y el efecto pero a este acto se le da una naturaleza que puede ser variable.
De estos actos, el acto más elemental no tendría todavía un fundamento psíquico. La actividad de los órganos
correspondientes seria la única razón de su ejercicio. Seguramente seria muy difícil afirmar con propiedad que
un acto, y aun un simple movimiento, no tiene armonía psíquica. Del mismo modo, se admite que el gesto
funcional esta seguido de un cierto placer, el mismo que se encontraría ligado al ejercicio de la función. Pero
esto no es del todo simple como puede parecer al principio. Antes del gesto ejecutado de motricidad propia,
parece haber gestos que corresponden a los efectos sentimentales, cuya correlación con el sueño constituye el
comportamiento del recién nacido. Estos efectos no pueden hallarse apartados de los estados afectivos a los
que responden, como ocurre con la forma de expresión y con lo expresado. Están unidos dichos efectos con
los estados afectivos a través de una solidaridad inmediata que en un principio se confunden con los primeros.
Pero esto no es lo que podemos pensar como lo más primitivo y para entenderse bien se hará mediante un
ejemplo. En el transcurso de las primeras semanas de vida del niño, se acostumbra observar movimientos
súbitos, intermitentes con una dispersión esporádica a través de los músculos; en suma, observamos hechos
que recuerdan al mal de corea. En efecto, parece que se produjeran explosiones debidas a una simple
liberación de energía en los fragmentos disociados del aparato motor.
Sin posibilidad de conexión alguna entre las sensaciones que salen de toda intención, no dejan rastro ya que
no hay un punto de partida, ni un indicio de algunas conexiones que no tengan un sentido, mucho más si se
entiende que el propósito es una actitud en la que se preforma el movimiento. Si las uniones se sustraen a las
determinaciones de la sensibilidad, no es solo porque esta sea extraña a su voluntad, sino porque no pueden
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insertar en ellas nada que sea característico. En ese caso, sin una relación entre el sistema de contracciones
musculares y las impresiones de ellas, no se puede hablar de que el movimiento pasa a formar parte de la vida
psíquica del niño ni a contribuir a su desarrollo.
Para tratar de aclarar en que momento se da esta relación, algunos psicólogos, que reconocen su necesidad,
tratan de atribuirle el momento de su aparición más temprana. Para hablar de esto hay que tomar en cuenta dos
campos: el cuerpo propiamente dicho y la relación entre este y su exterior . El cuerpo propiamente dicho esta
ligado a las reacciones como son las de equilibrio y las actividades que tienen como fondo la contracción y
tonicidad muscular. Entre este tono muscular y las sensibilidades parece haber una relación de reciprocidad
inmediatas: la ubicación y propagación de sus efectos que pueden suponerse con exactitud y la situación de
los espasmos que muestran que las contracciones y la sensación tienen relación como si estuvieran adheridas
una a la otra. Tocante a la otra, la relación del cuerpo con el exterior, pareciera que estuvieran en dos extremos
de un circuito mas o menos amplio, pues esta ligado el aprendizaje con la actividad o el acto del sujeto.
Respecto al niño, para que adquiera tal complejidad de esta relación deberá pasar un tiempo largo pues esta
adquisición se hará de etapa en etapa. Pero para explicar la relación entre sensibilidad y movimiento se tomara
un concepto de Baldwin llamado reacción circular, o sea que, como lo expresa Baldwin en el libro, entre estos
dos existe una relación propiamente fundamental. Esta expresa que no hay sensación que no provoque
movimiento destinados a hacerla mas especifica así como tampoco hay gestos que no generen sobre la
sensibilidad nuevos movimientos hasta que hay concordancia entre la percepción y la situación
correspondiente, con ello se puede decir que la percepción es actividad y sensación. En el niño esto será
fundamental para su desarrollo pues a medida que avance etapa por etapa el niño ira adquiriendo capacidad de
utilizar sus órganos para expresar una sensación y para generar movimientos mas coordinados y organizados.
La relación que existe entre acto y efecto se ve manifiesta en un ejemplo con el cual culmino este apartado: La
niña al subirse a la mesa, tira del mantel y el padre al ver lo que sucede lo coge para evitar que se caiga, al
suceder esto la niña se detiene asombrada por lo que pasa y cada ves que tira del mantel ve que existe una
resistencia y de ahí en adelante perseguirá el lograr un efecto cuya causa es la resistencia que encontró del
padre. La unidad de acto y efecto, aunque depende del medio y del sujeto no es completamente extrínseca;
como lo expresa Wallon es una modificación realmente experimentada en el gesto y la modificación se
vuelve reguladora e intermediaria entre una circunstancia exterior y el gesto mismo.
2.2 El juego.
El juego es una de las actividades del niño por excelencia y de ella se ha hecho mucho análisis del cual yo
tomare algo para ver que efecto tiene el juego en el desarrollo del niño. En el primer estadio del niño se ven
juegos funcionales estrictamente luego aparecen los juegos de ficción, de adquisición y de elaboración los
cuales seria interesante explicar uno por uno.
Los juegos de tipo funcional son aquellos constituidos por movimientos simples como estirar y doblar brazos
o piernas, agitar los dedos, tocar los objetos, hacer ruidos, balancear los objetos cuyo objetivo fundamental es
notoriamente buscar aquella ley del efecto, o sea, la utilización adecuada y concertada de nuestros
movimientos. Los juegos de ficción como el jugar a las muñecas, coger un palo y hacer de el un caballo, son
aquellos en donde hay una actividad cuya deducción es mas compleja que en el anterior, pero también mas
próxima a ciertas determinaciones que se han dado del juego y que se encuentran mejor especificadas. El
juego de adquisición es como dicen popularmente, donde el niño es todo ojos y todo oídos, pues el niño mira,
escucha, hace esfuerzos por observar y comprender cosas y seres, escenas, imágenes, cuentos y canciones que
parecen atraerlo totalmente. Los juegos de elaboración son aquellos en donde el niño se complace en reunir,
realizar combinaciones con los objetos, modificarlos, transformarlos y crear otros nuevos. En este tipo de
juegos, los juegos de ficción y de adquisición, en lugar de ser opacados por los juegos de elaboración, juegan
su papel en ellos.
Pero he aquí una pregunta: ¿ Por que a estas diversas actividades las llaman juegos?, posiblemente sea por
asimilación .
15
Tinbergen, N. (1951): The study of instinct. Londres: Oxford University Press.
Haciendo referencia a la Ontogenia.
Con relación al proceso de Filogenia.
West, Mary Maxwell, y Konner, Melvin J. (1976): The role of the father: An anthropological perspective.
New York, USA.
White, R. W. (1960).
Bruner, J. Pensamiento y lenguaje.
Según Turner, J. (1980): El niño ante la vida. Madrid, España.
Halliday, M. (1975): Aprendiendo cómo significar: Exploraciones en el desarrollo del lenguaje. Londres,
Gran Bretaña.
Conducta medios − finalidad que afecta positivamente el desarrollo del lenguaje
Puede observarse en el período sensoriomotor.
Papousek, H. (1967): Estudios experimentales del comportamiento apetitivo en recién nacidos e infantes.
Londres, Gran Bretaña. Academic Press.
Bronson, W. C. (1971): The growth of competence: issues of conceptualization and measurement. Londres,
Gran Bretaña.
Bronson, W. C. (1971).
Con esto quiere decir que es tomar la posición del niño de acuerdo a sus propios recuerdos
ABERRACION: Acción o situación que va en contra de orden de una normalidad.
Tomando mental como desarrollo cognitivo en el que el niño aprende conceptos simples como leer, escribir,
etc.
Según Wallon: cuya finalidad esencial−como la de todo conocimiento−consiste en poner en evidencia una
relación determinada.
O sea, que a la observación le damos elementos subjetivos más que objetivos.
Con esto quiere decir Wallon que el experimentador le da a la observación características subjetivas de lo que
le pareció ver.
W. Henry. La evolución psicológica del niño. colección pedagógica. Buenos Aires. 1984
Wallon comenta al respecto según la opinión de algunos investigadores: en el genotipo estaría grabada la
historia de la especie y el individuo no haría mas que reproducir los rasgos esenciales de la misma .
esto según lo expuesto en la nota anterior.
16
Objeciones en su campo originario, la embriogenesis, aspecto que por otra parte, no es un argumento
necesario para justificar al transformismo.
W. Henry. La evolución psicológica del niño. Colección pedagógica. Buenos Aires. 1984
Nombrados aquí como sufrimiento y bienestar.
Denominados sensibilidad propioceptica y exterioceptica respectivamente.
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