UNIÓN CON LA CORONA DE PORTUGAL: 1581 En 1578 murió a manos de los turcos el rey Sebastián I de Portugal, y en 1580 el trono quedó vacante tras la muerte del cardenal regente Enrique. Felipe II, como hijo de la princesa portuguesa Isabel y sobrino del rey Sebastián I, reclamó para sí mismo el trono vacante de Portugal. El alto clero, la alta nobleza y los comerciantes consiguieron que las Cortes de Thomar (abril de 1581) nombrasen a Felipe II como rey de la Corona de Portugal. El motivo de tal apoyo era la promesa de parte de los consejeros de Felipe II de no imponer las decisiones desde Castilla y el deseo de ampliar el negocio en el Imperio español de ultramar. La pequeña nobleza y bajo clero, junto con las clases populares, tenían mayores recelos de un rey “castellano” (existía un sentimiento histórico anti-castellano), por lo que apoyaron al hijo bastardo de Sebastián I, el prior Antonio de Crato. Un pequeño ejército creado por éste fue derrotado definitivamente por el duque de Alba en agosto de 1580. De esta manera Felipe II se hacía con la Corona de Portugal, que comprendía entre otros territorios con: el territorio peninsular de Portugal, zonas costeras del actual Brasil cada vez más amplias, importantes zonas costeras del litoral africano, Filipinas, Malucas, la costa de la actual India, las islas Azores o gran número de islas a lo largo de Oceanía. A partir de 1581 la llegada de plata de América se incrementa espectacularmente y los ingresos de la Corona española aumentan un 90%. QUINTA FASE: INVASIÓN DE INGLATERRA (1588) El incremento de la piratería en América (Drake saquea Santo Domingo y Cartagena de Indias en 1582) y el apoyo inglés a los rebeldes flamencos, provoca que desde 1585 Felipe II encargue la preparación de un elaborado y costosísimo plan de invasión de Inglaterra. En mayo de 1588 zarpó desde Lisboa la “Armada Invencible”(130 enormes naves con gran potencia de fuego y que transportaban a 30.000 soldados a los que habrían de añadirse los 90.000 que deberían haber embarcado en las costas de Flandes). Sin embargo, diferentes tempestades impidieron el embarco de los soldados de Flandes y la batalla naval fue desastrosa para la flota española. Pese a que sería exagerado considerar un desastre dicha derrota (“sólo” se perdió un 40% de la flota y apenas cuatro años más tarde estaría casi recuperada), sí tuvo consecuencias importantes: se abandonó definitivamente el proyecto de invasión de Inglaterra, fue un varapalo del punto de vista económico y se incrementó la piratería atlántica. GUERRA CIVIL EN FRANCIA: 1589-1593 Tras el asesinato del rey francés Enrique III de Valois en 1589, el noble protestante navarro Enrique sitia (aunque no consiguió ocupar) con sus tropas París y se autoproclama como rey de Francia, “Enrique IV”. Los diferentes Estados católicos europeos, encabezados por España y los Estados Pontificios, se niegan a reconocer a un protestante al frente de Francia, por lo que se inicia una guerra contra él que se convertirá en una guerra civil entre nobles franceses católicos y reformistas. La petición de Felipe II de que el trono fuese ocupado por su hija Clara Eugenia (como nieta de Enrique II) hijo aumentar los temores a una total hegemonía europea de Felipe II, por lo que los Estados católicos negociaron con Enrique IV una situación de compromiso. A dicha situación se llegó en julio de 1593, cuando los Estados Generales franceses proclamaron oficialmente a Enrique IV rey legítimo de Francia con la condición de que éste se convirtiera al catolicismo, cosa que hizo atribuyéndosele la famosa frase de “París bien vale una misa”.