LA EDAD MEDIA los siglo V y XV aproximadamente.

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LA EDAD MEDIA
Se conoce con este nombre el período de la historia que transcurre entre
los siglo V y XV aproximadamente.
La desaparición del gigantesco aglutinante político que fue el Imperio
Romano significó en la practica la dispersión del inmenso territorio que lo
conformaba en una enorme número de pequeños señoríos que se repartían el
territorio Europeo.
La disolución del poder imperial necesariamente significó su reemplazo,
pero al no existir ningún grupo social o racial en condiciones de imponerse en
el control de Europa, fueron los propios habitantes de cada lugar generando
estructuras políticas basadas en las tradiciones heredadas de la cultura romana,
en el control ético de la Iglesia Católica, pero básicamente en el agrupamiento
de los agricultores alrededor de los propietarios de las tierras en una relación
simbiótica de mutua cooperación, los unos proveían los frutos de su trabajo en
la tierra, a la que estaban ligados por fuertes e indisolubles lazos y los otros
garantizaban la defensa del pequeño territorio.
En un sentido mas amplio, tradiciones culturales, idiomáticas y raciales,
habrían grandes paréntesis de integración, los mas destacados entre ellos eran,
el Reino de Francia y el Sacro Imperio Romano Germánico, aunque el poder
real, en la primera etapa de la edad Media, descasaba en los Señoríos también
conocidos como feudos.
La única Institución que todos compartían era la Iglesia Católica, ésta
otorgaba el marco ético, el andamiaje jurídico de los Tribunales Eclesiásticos
y una estructura unificada de poder con vértice en Roma, aunque el poder del
Papado en la primera etapa de la edad media no tenía la relevancia y la
influencia que finalmente alcanzó, sobre todo a partir del Siglo XVIII, con la
creación de los Estados Pontificios, que abarcaban gran parte de Italia.
En este período el poder de la Iglesia descansaba en la autoridad de los
Obispos, verdaderos Señores terrenales, que ejercían en la vida cotidiana, por
las inmensas riquezas que poseía la Iglesia, primero con la creación de los
Estados Pontificios en el siglo octavo y luego se extiende a lo largo y a lo
ancho de Europa.
Cátedra de Economía II. Apuntes de clase. Guillermo Luciano
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En este período la Iglesia, lejos de las posturas contrarias al poder
despótico y el abuso de autoridad, que le costara la vida a Jesucristo por su
enfrentamiento con los poderosos de Jerusalén y Roma, ha transigido con el
poder económico, que ha corrompido sus cúpulas.
Los Papas lejos de ser
los herederos de San Pedro, de alguna manera, durante un largo período de la
edad media son los embajadores de Lucifer, promiscuos, con amantes e hijos
naturales, se permiten todos los lujos terrenales, e incluso en su ambición
económica, no titubean en comercializar a través de las indulgencias, la
misericordia divina a cambio de oportunas dádivas.
En este marco aparece la necesidad de nuevas explicaciones y
ampliaciones de la doctrina, es allí donde surgen los grandes filósofos del
catolicismo, encabezados por Santo Tomás de Aquino 1 , que a su vez es
complementado, en lo que a los aspectos económico se refiere, por Oresme 2,
quien, de alguna manera, reconcilia la doctrina católica con el mundo
inaugurado por los mercaderes.
Básicamente, para las nuevas generaciones, no alcanza
con la aceptación de las revelaciones y las santas escrituras, sino que se hace
necesario introducir la lógica en la comprensión de lo religioso y sobre todo,
“amigarla”, con lo que se considera la cumbre de la filosofía, o sea el discurso
Aristotélico.
Dice Galbraith 3 , que probablemente la rápida evolución del mundo
mercantil, en los cien años que van de Sto. Tomás a Oresme hizo que el
segundo ya no se cuestionara validez moral de las nuevas relaciones
económicas, sino que aceptándolas, avanzara en la interpretación ética de sus
implicancias.
Comienza la necesidad de dar respuestas morales, a los interrogantes
que surgen del nuevo orden económico.
Santo Tomás inaugura el debate
acerca del valor de las cosas, aunque lo restringe al concepto del precio
justo ( al que no define con precisión ), y condena las acciones, que derivadas
del comercio considera abusos, Oresme da un paso adelante, en función de la
1- 1225-1274 Filósofo y Teólogo italiano que realiza un fenomenal esfuerzo en acoplar la Filosofía de
Aristóteles y la doctrina Cristiana
2
Nicolás de Oresme 1320-1382, Obispo de Lisieux,
3
op.c.
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necesidad de ajustar el funcionamiento social con la doctrina, básicamente
porque la complejidad de las relaciones económicas se ha ido profundizando.
Contemporáneamente la Iglesia consolida su poder temporal, e inaugura
practicas que producirán temibles instituciones y acontecimientos, como la
Inquisición, fortalecida durante el papado de Alejandro IV, Papa del cual Sto.
Tomás de Aquino es asesor.
De alguna manera, una afirmación que hemos hecho reiteradamente,
acerca de la adaptación de todas las instituciones humanas a la estructura
social vigente en cada período histórico, explica también esta evolución
conceptual
Los valores morales que regían la vida de relación, eran los valores
religiosos, el objeto de la vida humana era la salvación y la administración y
difusión del conocimiento estaba en manos de la Iglesia, que poseía las
bibliotecas existentes, que a su vez se encargaba de reproducir a través del
trabajo artesanal de los monjes, lo que le permitía en la practica ejercer una
poderosa censura, relegando a la oscuridad aquellos textos y conocimientos
que a criterio de la autoridad religiosa, contravenían el mensaje y doctrina de
Jesucristo.
La unidad territorial entonces eran los feudos y la pirámide social
encaramaba en la cúspide al Señor feudal, en el medio sus familiares y
servidores directos, los guerreros que debían garantizar la defensa, y
finalmente los siervos.
La servidumbre fue una institución que caracterizó la estructura social y
económica de la edad media, y que la excedió en el tiempo, en muchas
regiones de Europa central y Rusia. Los siervos, una clase de trabajadores
agrícolas, estaban ligados a un lugar de residencia, y eran obligados a cultivar
la tierra del Señor, a veces a un dignatario de la Iglesia, o a ésta misma,
poseedora de enormes bienes temporales.
Una parte del resultado de su trabajo era tomada por ellos para su
subsistencia, aunque debían pagar al Señor por todos los servicios que este les
prestaba y someterse a toda clase de arbitrarios vejámenes, como el derecho
de pernada que ilustra brutalmente la naturaleza del vínculo entre los Señores
y los Siervos.
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Finalmente también eran utilizados como fuerza militar en casos de
conflictos que involucraran a sus Señores, aunque podían esperar cierta
indulgencia y protección de estos, en casos en que magras cosechas pusieran
en peligro su subsistencia.
En la practica la servidumbre significaba un estado de casi esclavitud4,
aunque los siervos tuviesen alguna clase de derechos y no pudiesen ser
vendidos, aunque si se podían transferir los derechos personales que los
ligaban a las tierras donde trabajaban.
Para poder entender la naturaleza de la transición de la esclavitud a la
servidumbre, como base del andamiaje productivo de la sociedad, debemos
considerar dos factores concurrentes.
El primero es que la forma de producir los bienes o sea de generar el
excedente social, que no se modifica de un periodo a otro, son los los mismos
mecanismos que lo generan en los dos períodos.
Como base, el trabajo
individual sin gran calificación, utilizando instrumentos sencillos de labranza,
y la apropiación por la fuerza de las riquezas de pueblos o naciones vecinas a
través del uso de la fuerza.
La novedad, es la nueva concepción moral inaugurada por la doctrina
Cristiana.
Todos los hombres son iguales ante Dios, por lo tanto nadie
tiene puede esclavizar a otro ser humano, so-pena de quedar excluido del plan
Divino.
Pero al no existir una alternativa al modo de producción
tradicional, basado en la apropiación coercitiva del resultado del trabajo de
quienes lo efectúan, lo que hace la sociedad, es reformular la institución de la
esclavitud, transformándola en la de la servidumbre, que esencialmente
significa lo mismo, pero tiene un nuevo barniz, que al menos para los
ciudadanos de esa época les permitía tolerarla en términos morales.
Esta estructura social se consolida fuertemente durante un prolongado
período y únicamente devendrá en una nueva a partir de resquicios que
4
Maurice DOOB
Estudios sobre el Desarrollo del Capitalismo
ED Siglo XXI 1973
................”Para el caballero o el barón, el campesino, siervo o libre, era una fuente renta, en tiempos de paz se
lo oprimía todo lo posible dentro del país y en tiempos de guerra en territorios extranjeros, era una criatura
hecha para ser explotada en el país y aniquilada en el extranjero, nada mas.”
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permiten a sectores sociales no incluidos en este proyecto ir royendo los
fundamentos de su funcionamiento.
El mundo Romano era un mundo, básicamente cosmopolita.
Los
Romanos a medida que iban conquistando territorios se apropiaban de todos
los bienes culturales y religiosos de los pueblos avasallados, y estos bienes
circulaban rápidamente por todo el Imperio, a partir de la asimilación que de
estos tenían las clases patricias.
Las vías Romanas, obras
maestras de la ingeniería de su tiempo, permitían la difusión de bienes, valores
y costumbres por todo el territorio conquistado.
La fragmentación del poder acaecida por el advenimiento del medioevo,
cambia drásticamente esta situación, los valores se petrifican e inmovilizan a
partir de la hegemonía de la doctrina Cristiana y los bienes y usos dejan de
circular por el territorio europeo, con la facilidad y velocidad que
anteriormente tenían.
Las rutas se hacen inseguras, las costumbre se
hacen rígidas y la movilidad espacial se detiene.
A pesar de esto, sigue siendo necesario que alguien se haga cargo de
poner en disposición de los feudos, los bienes que estos no producen, pero si
consumen, alguien deberá trasladar los vinos y trigo de Francia, o los tejidos
de Flandes, o los aceros de Toledo, pero ese alguien no esta comprendido en la
organización social medieval.
Una nueva clase de individuos aparece por fuerza de la necesidad, son
los mercaderes, que asumen la tarea terriblemente riesgosa de atender las
necesidades de extramuros de los feudos.
Transitar por la tierra de nadie, cargados de riquezas y bienes, era una
actividad mas que peligrosa, y además sentir sobre sus espalda el escarnio de
desarrollar actividades que estaban fuera de toda consideración y aprecio
social.
La ética y la religión condenaban el comercio como una actividad en la
frontera de los valores sociales apreciados, condenando la acción de vender
los objetos a mayor precio del que eran comprados, sin agregarles valor
alguno, no había prácticamente diferencias en la consideración social entre un
comerciante y un timador.
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Los mercaderes instalaban sus tiendas fuera de los muros de las
fortalezas medievales y desarrollaban sus actividades al amparo de la
tolerancia que sobre ellos pesaba, porque las abastecían de bienes, de estas
tolderías primitivas van surgiendo los conglomerados urbanos que conforman
las grandes ciudades europeas.
Con el transcurso de los siglos, se
fueron acumulando inmensas riquezas por quienes esta función desempeñaban
y por fuerza de las circunstancias pasaron a tener un rol preponderante en el
funcionamiento social.
La actividad guerrera a la que eran tan afectos los señores feudales y
que desarrollaban permanente para la defensa de su territorio y el incremento
de sus bienes, exigía ingentes cantidades de dinero para adquirir armas,
alimentos, caballos, y contratar mercenarios.
Quienes poseían dinero eran los comerciantes y facilitaban los medios
económicos a los señores feudales a cambio de privilegios comerciales dentro
de sus territorios.
Esta clase de vínculos se fue consolidando y
ampliando con el tiempo y la importancia de los mercaderes se fue
acrecentando, reclamando estos a su vez no solo privilegios comerciales, sino
también reconocimiento social.
A medida que se acrecentaban los patrimonios de los mercaderes,
también crecían las necesidades financieras de los señores feudales y sus
cortes dispendiosas, ya sea por sus actividades guerreras o por el ocio
recreativo en el que ocupaban su tiempo entre duelos y batallas.
Los mercaderes, por su rol marginal en la sociedad, eran una presencia
revulsiva, sobre todo para el orden religioso, su actividad era censurada por la
Iglesia, su cosmopolitismo los transformaba en agentes de difusión de culturas
extrañas y su matrimonio de conveniencia con los señores feudales, les daba
una visión practica ( ó cínica ), de los acontecimientos.
El saberse
poderosos, pero a la vez rechazados socialmente era un permanente incentivo
para que acrecentaran su poder y su influencia social.
Finalmente, la perfecta articulación de sus intereses con los de los
Reyes, dado que los comerciantes reclamaban privilegios territoriales para el
comercio exclusivo a cambio de el financiamiento que cedían a las cortes, y
estos privilegios territoriales eran perfectamente convenientes a los monarcas,
porque al limitar claramente territorios de Estados, podían establecer
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fronteras, aduanas y consiguientemente recaudar impuestos, el poder de
los mercaderes irrumpió en la vida cotidiana en términos de aceptación, como
una clara superación de los tiempos pretéritos.
El hito que marca el quiebre de los tiempos lo marca al final de la Edad
Media el Cisma Protestante.
Sin querer menoscabar la reforma de Lutero 5 , no podemos dejar de
mencionar que finalmente a partir de su doctrina, el lucro, o beneficio que
emerge de la actividad económica deja de ser estigmatizado, como fuente de
perdición y pecado y pasa a estar incluido en el Plan Divino, pasando entonces
las actividades desarrolladas por mercaderes, comerciantes, banqueros y otros
sujetos económicos, a contar con el beneplácito moral de la sociedad.
A lo largo de la historia humana esta situación es una constante, siempre
los grupos que se encaraman en la cúspide del control social, terminan
reclamando para si, prestigio y posición, declarando e imponiendo a los demás
la corrección y legitimidad de sus procedimientos, autoridad y proyecto social.
Finalmente, este sector social, por la naturaleza de su actividad es un
aliado natural de el progreso, la ciencia y la técnica.
Mientras la Iglesia Católica bloqueaba cualquier innovación o teoría que
viniese a renovar conceptos, en mérito a que sus mentores invariablemente le
asignaban designios diabólicos a cualquier modificación de los saberes
establecidos, los Mercaderes eran naturales aliados de las nuevas tecnologías y
conocimientos, valga como ejemplo, las mejoras en los conocimientos
geográficos y las artes de la navegación se traducían en ganancias en forma
inmediata al achicar el tiempo de los viajes y por ende los costos de su
actividad.
La estocada final al control del conocimiento por parte de la Iglesia la
da Johann Gutemberg (1400 /1468), al inventar la imprenta de tipos móviles,
5
Martín Lutero 1483 / 1546 Teólogo alemán, autor de la Reforma Protestante,
movimiento que parte la Iglesia Romana e incorpora nuevos conceptos y visión de lo
religioso, con fuertes implicancias, en lo social político y económico.
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quitándole a los monasterios o sea a la Iglesia la exclusividad de la
duplicación de los textos.
Hasta ese momento los libros se reproducían uno a uno, en los
monasterios, que tenían a tal efecto una sala llamada scriptorium en la que los
Monjes copiaban manualmente los textos conocidos, en un trabajo lento, que a
su vez le permitía a la Iglesia mantener el control sobre el conocimiento.
El invento de Gutemberg democratiza el acceso al saber, al abaratar
drásticamente el valor de los libros y ponerlos fuera de la esfera de
administración clerical.
La ciencia y la innovación dejan de ser un estigma para pasar a ser un
bién apreciado y disputado, porque significa poder y riqueza.
Finalmente el objeto de la existencia humana deja de ser salvar el alma
y pasa a ser la acumulación de riqueza.
El mundo intelectual y artístico, finalmente liberado del oprobio moral
y de la persecución a la que había sigo condenado por siglos, explota en una
producción sorprendente que invade todos los campos del saber y del espíritu.
A esta etapa de la historia le debemos seres extraordinarios e
irrepetibles, como Leonardo da Vinci (1452-1519), Miguel Ángel Buonarrotti
(1475-1564) y tantos otros artistas cuya producción testimonia estos conceptos.
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