Primer Premio Juvenil “MUJERES ABRIENDO CAMINO” CARTA DE LA BALANZA Queridos ciudadanos: Soy Marie le Blanc, como bien sabéis, la candidata a alcaldesa de esta gran ciudad. Esta carta no está solo dirigida a los votantes, sino a todo habitante de la metrópolis, pues su fin no es obtener votos. Es algo para explicar por qué tengo compromisos con esta ciudad y las personas que viven en ella, para que juzguen libremente y saquen sus propias conclusiones. Para exponer esto, tengo que remontarme a mi infancia. Yo vivía en una gran casa de piedra situada en el casco antiguo de la ciudad, junto con mis abuelos paternos, mis padres y mis dos hermanos menores. Mi padre y mi abuelo trabajaban la mayor parte del día en la fábrica de cobre que había a las afueras mientras que mi abuela y mi madre se quedaban a cuidado de la casa y de nosotros cuando volvíamos del colegio. Recuerdo que nada más llegar tenía que ayudar a poner la comida a la vez que mis hermanos se podían sentar a la mesa y relajarse. Pero era algo normal que se vivía en todos los hogares. Pronto pasaron los años y mi hermano mediano, Pierre, comenzó a trabajar en la fábrica al igual que mi padre y mi abuelo, que ya estaba demasiado mayor para realizar esfuerzos. Yo quería ir a la universidad y seguir aprendiendo cosas, pero en casa no había suficiente dinero para esto. Así que tuve que esperar a que mi hermano más pequeño, Baptiste, decidiera abandonar sus estudios para poder ir. La facultad era enorme, tenía montones de aulas y cosas nuevas para mí. Había mucha gente de incontables sitios distintos, algunas hablaban incluso otro idioma. Las ideas fluían de un lado a otro del campus. Fue entonces cuando me empezaron a llegar las primeras opiniones sobre la igualdad entre el hombre y la mujer. Al principio me costaba entenderlas y me escandalizaba cómo aquellas personas podían rebelarse contra lo que para mí, había sido normal toda la vida. Pero poco a poco fui comprendiendo todo esto y realmente vi posible que el equilibrio que tanto nos merecíamos y nos pertenecía pudiera existir. Hacíamos muchas reuniones para hablar de este tema a las que no solo acudían mujeres. Muchos hombres también estaban de acuerdo con estas ideas, cosa que no me esperaba, ya que si este equilibrio existía, ellos deberían perder muchos privilegios. Esta inquietud me llevó a formularle la pregunta a uno de los chicos que acudían a las tertulias. Era con quien más contacto del grupo había tenido, ya que estudiábamos la misma carrera. Se llamaba Louis Brassens y, al instante de imponer mi pregunta me contestó sin vacilación que porque siempre hubiera sido así, las cosas no deban ser justas. Además, añadió que quién eran ellos para alterar el orden natural de las cosas. La respuesta me sobresaltó en parte por la franqueza y por la claridad de sus propios pensamientos que desde cualquier punto de vista eran razonables. Tras esta charla me puse en marcha con un plan para captar más gente y que fueran a las reuniones. Era bueno para todos. Las mujeres debían conocer sus derechos, y los hombres deberían saber que ellos no tienen la culpa del desequilibrio, que es algo que les inculcaron desde pequeños, pero que se puede cambiar. Durante los siguientes años he seguido manteniendo todas estas conclusiones e intentando promover el conocimiento de estas hasta donde me ha sido posible. Por eso, el compromiso que tengo con esta ciudad es el de devolver el orden natural de las cosas como en su día debió ser: hombres y mujeres viviendo como iguales en todos los sentidos. Solo intento abrir camino para que generaciones futuras puedan tener esto. Y me parece muy importante, pues ya que luchamos y diferenciamos tanto entre el bien el mal, entre la justicia y la injusticia en este mundo esto podría darle a la sociedad más consistencia. Pero para esto os necesito a todos, solo si colaboramos será posible. Paraos a meditar por un segundo en todas las acciones y cosas que os rodean. Si lo pensáis bien, podéis ver la desigualdad. Y variando estas pequeñas acciones, poco a poco cambiará el mundo. Nadie dijo nunca que fuera fácil ni rápido, pero merece la pena si la recompensa es vivir en un mundo donde la balanza esté equilibrada, al menos en este aspecto. Gracias por la atención prestada y el tiempo ocupado en escuchar estas palabras, espero que al menos esto os sirva para verlo todo de una manera diferente. Marie le Blanc, candidata a alcaldesa. Vanesa Encabo Pérez – 15 años Cº La Purísima Lucena (Córdoba)