El arte íbero y celta

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El arte íbero y celta
1.- La cultura ibérica:
La cultura ibérica se extendió desde el sureste de Francia, todo el levante español hasta
Andalucía (Jaén, Granada, Córdoba). Los pueblos colonizadores, fenicios desde el siglo
VIII, y griegos, desde finales del siglo VI fundarán colonias por las costas
mediterráneas peninsulares que influirán claramente en la cultura ibérica.
Así, el contacto, sobre todo con los griegos, supondrá la adquisición de un bagaje
tecnológico y cultural que les permitirá la construcción de ciudades de organización ya
compleja. Estas ciudades, más frecuentemente poblados, se levantarán en lugares
elevados para su más fácil defensa, se dotarán de murallas y una estructura de calles y
viviendas que constituirán un entramado más o menos reticular (Azaila, en Teruel;
Numancia, en Soria).
Junto a los poblados, más original será la arquitectura que harán en sus construcciones
funerarias. Se trata de sepulturas en “planta de bandera”, con forma cuadrangular
semienterrada y cubierta con lajas de piedra bien trabajada y todo cubierto de tierra, o
tumba de tipo túmulo. Se accede por un corredor a la cámara funeraria cuadrada, en
cuyo centro dispone de una pequeña cámara donde se depositaban en una urna de
piedra o un recipiente cerámico las cenizas del difunto, pues se practicaba la
incineración (tumba de Tútugi en la localidad de Galera, Granada). Un pilar o columna
central sustentaba la techumbre. Incluso se han encontrado pequeños relieves y pinturas
en estas tumbas.
La escultura es la aportación más importante de los íberos, escultura que refleja la
impronta griega. Suele tratarse de esculturas con función religiosa y funeraria,
destacando las denominadas damas:
- La Dama de Elche, reducida aun busto, debió ser de cuerpo entero; representa
probablemente a una diosa, con un complicado tocado y aderezo. Su inexpresivo rostro
nos recuerda las diosas orientales y las facciones de su rostro la escultura griega del
período preclásico (primera mitad del siglo V).
- La Dama de Baza (Granada), quizás también una diosa ibérica (e incluso se ha dicho
que el retrato de una gran dama por sus rasgos más individualizados), está sedente y
conserva mejor la policromía que la de Elche. Ambas imágenes tienen en el dorso una
cavidad para guardar las cenizas de un difunto.
- La Dama del Cerro de los Santos (Albacete): se trata de una dama erguida y
oferente (porta en sus manos ofrendas), con gran atención también al detalle decorativo.
- Son también frecuentes las figuras de animales, leones y osos, que se colocaban ante
las tumbas con el fin de ser guardianes de las mismas. La más destacable es la Bicha de
Balazote (Albacete), síntesis de animal-hombre: cuerpo de toro y cabeza de hombre.
- Fueron muy abundantes las esculturas menores, hechas en piedra y sobre todo en
bronce. Parece que los íberos no tenían templos; adoraban a sus dioses en la naturaleza
ofreciéndoles pequeñas figurillas o exvotos solicitando el beneficio de los dioses:
figurillas de jinetes, guerreros, orantes, animales…
- Respecto a la cerámica, esta fue abundante y se extendió con rapidez por estos
territorios. Sigue también modelos griegos y fenicios, e incluso etruscos. De color
rojizo a amarillento, presenta dibujos muy estilizados (donde aparece la figura
humana y de animales), esquemáticos, o motivos meramente decorativos y
geométricos.
2.- La cultura celta:
Los celtas se extendieron desde Centro-Europa hacia el sur, al comenzar el primer
milenio antes de Cristo. Su arte, sin las influencias de los pueblos colonizadores, y su
cultura menos avanzada harán que sus manifestaciones artísticas tengan menor
entidad que la de los pueblos ibéricos. En la Península ocuparán el sector nororiental,
desarrollando una cultura celta más pobre pero más genuina, y en el interior la
influencia de la cultura ibérica ya se notará, hablando de una cultura celtibérica. Eran
poblaciones dedicadas más a la ganadería que a la agricultura. El comercio se reducía
al trueque y la estructura social era más sencilla (basada en clanes familiares) en la
cultura ibérica.
En el noroeste se desarrollará la cultura de los castros. Se han encontrado más de cinco
mil poblados. Eran asentamientos fortificados, con unas viviendas reducidas a
cabañas de planta circular y unas condiciones de vida en la población bastante
míseras. En la región celtibérica las construcciones son más avanzadas y más
semejantes a los poblados íberos. Estos pueblos sin embargo trabajaron bien el metal,
dominaban la metalurgia del hierro y de la orfebrería del oro. En la escultura del
interior peninsular una de las obras más destacables son los denominados verracos,
simplificados cuerpos de jabalíes o toros, que pudieron ser exvotos, lugares de
enterramiento o señales del territorio de una tribu. Destacan los Toros de Guisando en
la provincia de Ávila.
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