La otitis media secretora se define por la presencia de líquido en oido medio sin signos o síntomas de infección local aguda. Se considera una patología distinta a la otitis media aguda definida por la presencia de signos y síntomas inflamatorios agudos y presencia de secreción y aire en oido medio, que ya se trató recientemente en otro artículo: http://www.sepeap.es/revisiones/orl/otitisaguda.htm. La otitis secretora puede ocurrir espontáneamente por una insuficiencia tubárica o una respuesta inflamatoria secundaria a una otitis media aguda. Se trata de una patología muy prevalente que puede afectar al 90% de los niños entre los 6 meses y los 4 años. Aunque su resolución es generalmente espontánea en los tres meses siguientes, en un 30-40% de los casos se torna recurrente. El artículo de Richard M. Rosenfeld, Larry Culpepper, Karen J. Doyle, Kenneth M. Grundfast, Alejandro Hoberman, Margaret A. Kenna, Allan S. Lieberthal, Martin Mahoney, Richard A. Wahl, Charles R. Woods, y Barbara Yawn. Clinical practice guideline: Otitis media with effusion. Otolaryngology Head and Neck Surgery 130 (5):S95-S118, 2004, revisa la guía de actuación en la otitis secretora, aspectos que vamos a considerar seguidamente. Estas recomendaciones se recogen también básicamente en la Guía publicada por la Academia Americana de Pediatría: American Academy of Otolaryngology-Head and Neck Surgery and American Academy of Pediatrics Subcommittee on Otitis Media With Effusion. American Academy of Family Physicians. Otitis Media With Effusion. Pediatrics 113 (5) : 1412-1429. Pediatrics 113 (5):1412-1429, 2004. El objeto de ambas guías, como el de todas las Guías es evitar la amplia variabilidad en las actuaciones y valoraciones clínicas de esta patología. Las recomendaciones de ambas Guías se pueden resumir de la siguiente forma: Utilización de otoscopia neumática en todos los casos como método de elección para su valoración (nivel de evidencia A). La membrana timpánica se observa con movilidad disminuida y un nivel hidroaéreo o burbujas en oido medio, todo ello sin signos o síntomas inflamatorios. La sensibilidad de la otoscopia neumática es del 94% y la especificidad del 80%. Timpanometría. Puede ser utilizada para confirmar el diagnóstico de otitis secretora (nivel de evidencia B) cuando los resultados de la otoscopia neumática son poco concluyentes. Se utiliza un estándar de 226 Hz. Los programas de screening en la población de otitis secretora no están indicados en niños sanos y asintomáticos (nivel de evidencia B), las razones de esta afirmación se basan tanto en la alta prevalencia del problema, su resolución espontánea y los escasos beneficios de catalogar una población sobre la que no se va a incidir terapéuticamente con el coste que ello conlleva. Las decisiones terapéuticas se basarán en la duración de la otitis secretora, severidad de los síntoma asociados y lateralidad de la afectación (nivel de evidencia C). Existen una serie de factores de riesgo que deben ser tenidos en cuenta: o Pérdida de audición permanente. o Retraso del lenguaje. o Trastorno de conducta de rasgos autista. o o o o Síndromes con alteraciones craneofaciales. Paladar hendido. Trastorno visual no corregible. Retraso del desarrollo. Los pacientes con otitis secretora sin factores de riesgo asociados deben ser evaluados en tres meses después de efectuado el diagnóstico (nivel de evidencia B). Entre el 75-90% de los procesos se resolverán espontáneamente en este tiempo. Los antihistamínicos y descongestivos no son eficaces en el tratamiento y no se recomiendan. Los corticoides y los antibióticos son ineficaces a largo plazo y no se recomiendan como tratamiento habitual (nivel de evidencia A). Las pruebas auditivas se recomiendan cuando las otitis secretora persiste mas de 3 meses o se observan retrasos del lenguaje o del desarrollo en general. La persistencia de otitis secretora es indicación de revisiones cada 3-6 meses hasta la desaparición del proceso, la aparición de trastornos de audición o retrasos del lenguaje, en estos casos se recomienda tratamiento con implantación de tubos de timpanostomía, según las siguientes indicaciones (nivel de evidencia C): o Pérdida de audición de mas de 40 db. Si se documenta esta pérdida de audición se recomienda la implantación de tubos de timpanostomía. o Pérdida de audición de 21 a 29 db. Repetir exploración en 3-6 meses si la pérdida auditiva se mantiene en este nivel se recomienda implantar tubos de timpanostomía. o Pérdida auditiva menor de 20 db. Se recomienda repetir la valoración auditiva en 3-6 meses. La derivación de un paciente con otitis secretora a un otorrinolaringólogo, logopeda debería ir acompañada de los datos referentes a la duración del proceso y necesidad de tratamiento quirúrgico; así como del estado de desarrollo mental del niño (nivel de evidencia C). En los pacientes candidatos a someterse a inserción de tubos de timpanostomía, la adenoidectomía no debe practicarse salvo que exista indicación específica: obstrucción nasal o adenoiditis crónica (nivel de evidencia B). No existen evidencias científicas sobre la relación entre patología alérgica y otitis secretora. Las recomendaciones de ambas Guías se pueden resumir de la siguiente forma: Utilización de otoscopia neumática en todos los casos como método de elección para su valoración (nivel de evidencia A). La membrana timpánica se observa con movilidad disminuida y un nivel hidroaéreo o burbujas en oido medio, todo ello sin signos o síntomas inflamatorios. La sensibilidad de la otoscopia neumática es del 94% y la especificidad del 80%. Timpanometría. Puede ser utilizada para confirmar el diagnóstico de otitis secretora (nivel de evidencia B) cuando los resultados de la otoscopia neumática son poco concluyentes. Se utiliza un estándar de 226 Hz. Los programas de screening en la población de otitis secretora no están indicados en niños sanos y asintomáticos (nivel de evidencia B), las razones de esta afirmación se basan tanto en la alta prevalencia del problema, su resolución espontánea y los escasos beneficios de catalogar una población sobre la que no se va a incidir terapéuticamente con el coste que ello conlleva. Las decisiones terapéuticas se basarán en la duración de la otitis secretora, severidad de los síntoma asociados y lateralidad de la afectación (nivel de evidencia C). Existen una serie de factores de riesgo que deben ser tenidos en cuenta: o Pérdida de audición permanente. o Retraso del lenguaje. o Trastorno de conducta de rasgos autista. o Síndromes con alteraciones craneofaciales. o Paladar hendido. o Trastorno visual no corregible. o Retraso del desarrollo. Los pacientes con otitis secretora sin factores de riesgo asociados deben ser evaluados en tres meses después de efectuado el diagnóstico (nivel de evidencia B). Entre el 75-90% de los procesos se resolverán espontáneamente en este tiempo. Los antihistamínicos y descongestivos no son eficaces en el tratamiento y no se recomiendan. Los corticoides y los antibióticos son ineficaces a largo plazo y no se recomiendan como tratamiento habitual (nivel de evidencia A). Las pruebas auditivas se recomiendan cuando las otitis secretora persiste mas de 3 meses o se observan retrasos del lenguaje o del desarrollo en general. La persistencia de otitis secretora es indicación de revisiones cada 3-6 meses hasta la desaparición del proceso, la aparición de trastornos de audición o retrasos del lenguaje, en estos casos se recomienda tratamiento con implantación de tubos de timpanostomía, según las siguientes indicaciones (nivel de evidencia C): o Pérdida de audición de mas de 40 db. Si se documenta esta pérdida de audición se recomienda la implantación de tubos de timpanostomía. o Pérdida de audición de 21 a 29 db. Repetir exploración en 3-6 meses si la pérdida auditiva se mantiene en este nivel se recomienda implantar tubos de timpanostomía. Pérdida auditiva menor de 20 db. Se recomienda repetir la valoración auditiva en 3-6 meses. La derivación de un paciente con otitis secretora a un otorrinolaringólogo, logopeda debería ir acompañada de los datos referentes a la duración del proceso y necesidad de tratamiento quirúrgico; así como del estado de desarrollo mental del niño (nivel de evidencia C). En los pacientes candidatos a someterse a inserción de tubos de timpanostomía, la adenoidectomía no debe practicarse salvo que exista indicación específica: obstrucción nasal o