Liliana Glaser

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FUNDACIÓN ESPACIO REDES “ESCUELA CLÍNICA DE FORMACIÓN EN NIÑEZ” TRABAJO DE ELABORACIÓN SUBJETIVA­ Primer Cuatrimestre “¿Por qué un niño logra aprender en la escuela?” Alumna: Liliana Glaser Año: 2016 El aprendizaje en la escuela​
: Si el niño tiene alguien que siempre responde todo, el efecto que se producirá es el de obturar su curiosidad. Es probable entonces, que deje de preguntar. El inicio de las preguntas es una perturbadora costumbre que incomoda a los adultos. Todo gira en torno a qué hacen los adultos cuando están solos. Las preguntas luego, vendrán referidas al propio cuerpo, su propia sexualidad. Si esa curiosidad, pudo ser acompañada por los adultos significativos para el niño, se transferirá al ámbito escolar. El anhelo inconsciente del niño, es poner al adulto en falta. Así lo hará con los docentes en la escuela. El niño prefiere que el adulto no sepa todo para que algo quede a su cuenta. Para que el niño pueda seguir preguntando, el Otro, el maestro, los adultos, deben abstenerse de responder todo. Los docentes que se empeñan en dar respuesta a todos los problemas, provocan que los niños traten de desarticular esa razón aplastante. Ciertos maestros no logran ver que esa posición omnipresente y omnipotente, avasalla el deseo de un niño por aprender. Si no hay lugar para la pregunta, el desconocimiento y la duda, el proceso de aprendizaje se detiene. El deseo materno se muestra omnipotente en sus inicios. Si el niño no ha aprendido a lidiar con el deseo materno, estará transfiriendo este malestar en el ámbito escolar y sobre el docente. Esa desazón se transforma en hostilidad hacia quien no cede en su postura de querer saberlo todo. En este caso, ya no será la madre sino el docente. Este es el espacio que el niño utiliza para poner en falta al docente y mostrarle que no sabe, sin poder advertir esta transferencia afectiva. Muchos niños, se transforman en abusadores de la pregunta, buscan que se les dé cuenta del desconocimiento del adulto. Cuanto más estrictamente “sabios” se muestran los docentes, más querrán los niños agujerearlos, ponerlos en falta. El no poder lidiar con el deseo de la madre, hace que empiece a generar psicopatología en el niño. El no poder definir en qué lugar queda, si como sujeto o como objeto del deseo materno, o en este caso, del deseo del docente, produce un síntoma. En ocasiones, se observan síntomas en los niños que no tienen un correlato neuro­orgánico o genético. No pueden prestar atención, no se quedan quietos en clase o se enferman con mucha frecuencia. Se trata de manifestaciones que perturban el normal desarrollo de su vida escolar y social. Podemos vincular esos síntomas a modos deformados que ha incorporado para sustraerse del campo deseante parental, del deseo materno. Surgen una serie de patologías que dan respuesta a una necesidad: el niño debe sustraerse de ese campo en el que la madre todo lo sabe, todo lo puede, todo lo intenta, tiene todas las respuestas. Resulta entonces que uno de los posibles para esa sustracción resulta ser la enfermedad. No puede sustraerse sin padecimiento, al quedar atrapado en la demanda materna, manifiesta un síntoma que toma la forma de una defensa. La vía para resolverlo se toma enmudeciendo el síntoma, con medicación o terapia alternativa, sin habilitar la palabra. Es justamente la palabra la que permitirá despejar lo que le ocurre a ese niño y a esa madre que no están pudiendo establecerse como sujetos autónomos. Eso liberaría la transferencia negativa desplegada sobre el docente para lograr un alivio en el proceso de aprendizaje. Sabemos que no existe un sujeto que aprende, en quien lo emocional, interfiere como desde afuera. No existe una posibilidad de aprender al margen de la subjetividad. Desde las precondiciones que inauguran la posibilidad de aprender de un sujeto, está el Otro. No hay construcción cognitiva, no hay producción intelectual, no hay proceso de aprendizaje escolar si no hay un sujeto que construya el objeto de conocimiento y ello en una escena discursiva. Este sujeto, este objeto y esta escena, son considerados como ya dados por la escuela que puede dedicarse a enseñar. Es imposible dejar fuera en ningún momento, la posición subjetiva el niño que aprende ya que la subjetividad es constitutiva del proceso de aprendizaje para obstaculizarlo o facilitarlo. La posición psíquica del niño no ejerce su influencia desde una supuesta exterioridad sino desde el interior del proceso de aprendizaje. Freud piensa la Infancia como ese momento lógico que deja marcas sobre las que se constituirá la Subjetividad. Pueden no darse las condiciones para el atravesamiento de la Infancia con sus consecuencias. Es en la escuela y en otras instancias de lazo social, donde se note el interés del niño por el mundo, por conectar con el mundo. Bibliografía: ­ “Inteligencia y Subjetividad” Yannuzzi­ Osorio ­ “Psicopedagogía­ Conceptos y Problemas” Norma Filidoro ­ “Entre la producción de subjetividad y la constitución del psiquismo”. Silvia Bleichmar 
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