LOS RETRATOS DEL - Universidad Marcelino Champagnat

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LOS RETRATOS DEL
BEATO PADRE CHAMPAGNAT
H. Pierre Zind. Boletín del Instituto. Vol. XXIX, N§ 211. Págs. 262-265
Traducción: Jaime Juaristi M.
A la muerte del Padre Champagnat, un pintor de Saint-Chamond, M. Ravéry vino al
Hermitage para hacer un retrato del Beato Padre.
Este retrato se perdió en 1903 y estuvo perdido hasta 1934, fecha en la que se encontró
en Carmagnola.
Por otra parte, el Hermano Benito, aquel Hermano desalentado por el padre Courveille y
animado por el Padre Champagnat, le encargó para él, un segundo retrato, que estuvo mucho
mejor logrado que el primero.
Pero este retrato también se perdió, no habiendo sino aparecido hasta 1937, en SaintGenis-Laval.
1.- DONDE COMBATEN LA VIRTUD Y LA HISTORIA.
Antes de la difusión de la fotografía, sacarse un retrato era señal de orgullo y de lujo,
cosa que evitaban cuidadosamente los religiosos. No tenían ningún otro retrato para dejar de su
persona, que el de Cristo al que debían imitar fielmente. Tal conducta, laudable desde el punto
de vista asc‚tico, era criticable desde el punto de vista histórico.
Para conciliar estos dos aspectos contradictorios, las sociedades religiosas encontraron
tres soluciones:
La primera y la más sencilla, era decidir en asamblea, o por un estatuto, que todo
superior tenía que hacerse retratar. De esta forma, en la sesión del 17 de julio de 1860, el
Capítulo General de los Hermanitos de María, concedió al Venerable Hermano Franciso, un
lapso de seis meses para cumplir con esta obligación.
La segunda solución, era menos aceptable: se utilizaba un pariente cercano. Tal fue el
caso de San Pedro Chanel: su hermana, religiosa marista, posó en su lugar.
La tercera, era tener paciencia hasta la muerte de la persona de quien se quería
conservar los rasgos. Este fue el utilizado para el Bienaventurado Champagnat.
2.- EL RETRATO OFICIAL.
El mismo día de su muerte, 6 de junio de 1840, llamaron a un pintor de Saint-Chamond,
amigo del Padre Champagnat, el señor Ravéry. El difunto, luego de ser rasurado y aseado,
revestido con su sotana, roquete y estola, fue expuesto en su cuarto, sentado en un sillón,
sosteniendo en la mano derecha el crucifijo de su profesión. En una mesita estaban colocados su
breviario, el bonete cuadrado francés, la imagen de Nuestro Señor y de la Santísima Virgen. Dos
velas prendidas iluminaban débilmente la escena.
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Marcelino Champagnat "estaba extremadamente p lido, pero de ninguna manera
desfigurado; su rostro conservaba esos rasgos varoniles, ese aire de bondad y de dignidad que
le habían dado durante su vida tanto ascendiente sobre los espíritus y que le ganaban el corazón
de todos. Junto a ‚l no se experimentaba ningún sentimiento desagradable; se estaba a gusto;
hasta daba gusto contemplarlo.
El pintor tuvo que trabajar de prisa en el cuadro, reproduciendo fielmente la rigidez
cadav‚rica y las órbitas hundidas por la muerte. Un blasón, desgraciadamente situado en la
esquina superior derecha, identificaba el retrato y le daba el car cter de oficial.
Conservado en un principio en Nuestra Señora del Hermitage, (Loira), de 1840 a 1858,
fue trasladado a Saint-Genis-Laval (Ródano), en donde permaneció hasta 1903. Luego, durante
"la gran tagedia" de la expulsión de las Congregaciones, desapareció. Se consideraba
irremediablemente perdido.
En 1934, el Hermano Juan Emilio, por entonces Secretario General, le consagró un
artículo del Boletín del Instituto (N§ 95), reproduci‚ndolo en base a una fotografía de los Archivos.
Esto fue suficiente para que un Hermano descubriera en Italia, en un rincón algo oscuro, el
precioso original, enviado "provisionalmente", treinta años antes, a Carmagnola, cerca de Turín.
3.- UN SEGUNDO RETRATO AUT‚NTICO.
El mismo artículo condujo, en 1937, al hallazgo, en un escondrijo de Saint-Genis-Laval,
de un segundo retrato, autentificado por un escrito que estaba adjunto, y por la firma del pintor
Rav‚ry. Con una diferencia: la ausencia del antiest‚tico blasón, es en todo id‚ntico al anterior. Sin
embargo, parece realizado con m s cuidado: los rasgos son m s giles, los colores m s vivos; el
rostro m s natural.
En su circular, fechada el 31 de mayo de 1870, el Hermano Luis María, que
personalmente había conocido al Bienaventurado desde 1831, declaraba que este segundo
retraro era "m s parecido, tal vez, que el mismo original"
Había pertenecido de 1840 a 1870, al Hermano Benito, encargado de la librería del
Instituto cuando le sobrevino una muerte accidental en el camino de Annonay a Firminy, en
Saint-Ferr‚ol-d'Auroure (Alto Loira), el 23 de mayo de 1870.
4.- ORIGEN DE ESTE RETRATO.
De nombre civil: Benito Deville, el Hermano Benito nació al sur de Saint-Etienne, en
Chazeau, (Loira), en 1800. Habiendo tenido conocimiento de la fundación del Instituto de los
Hermanitos de María, y de la construcción del Hermitage de Nuestra Señora, se dirigió all en
enero-febrero de 1826 para pedir su admisión.
Lo condujeron al primer piso, al cuarto del Fundador. Marcelino Champagnat convalecía
de una enfermedad mortal (había redactado su testamento el 6 de enero) y platicaba con Juan
Claudio Courveille, Superior General de la Sociedad de María.
Este último "lo examinó minuciosamente y le hizo una imagen tan espantosa de las
obligaciones de la vida religiosa, que el joven, desalentado por lo que acababa de escuchar,
estaba a punto de abandonar su proyecto"
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El Beato, que durante la entrevista no había pronunciado palabra, pero que no había
perdido de vista al postulante, adivinó en su rostro la mala impresión que acababa de ocasionarle
el cuadro tan exagerado de las obligaciones de la vida religiosa. Cuando Benito Deville iba a
retirarse, le hizo una señal de que se quedara.
Cuando quedó solo con ‚l, lo invitó a visitar la capilla. Se encontraba en el tercer piso, y
cimentada en la roca. Se necesitó tiempo para que el convalesciente pudiera trepar los cuarenta
escalones que conducían a la capilla, y aunque se apoyaba en el barandal y se detenía algunos
instantes en cada descanso, estaba completamente agotado cuando entraron en el santuario.
La capilla era nueva: el 15 de agosto pasado, el p rroco de Saint-Chamond, Dervieux, la
había bendecido y consagrado al culto. En un nicho del presbiterio, entre dos ventanas de vidrios
de colores, la estatua de María atraía las miradas.
Despu‚s de haber adorado al Santísimo Sacramento, el Beato Champagnat se dirigió a
Deville: "Vea esta Augusta Virgen, Ella es nuestra Buena Madre, Ella ser tambi‚n la suya, si
usted viene a esta casa que le est consagrada, y Ella le ayudar a vencer los obstáculos de la
vida religiosa".
Al salir de la capilla, añadió: "¨Se podr decir que el yugo de Jesucristo es pesado y difícil
de llevar? No, el divino Salvador, que es la misma Verdad, nos enseña que su yugo es dulce , y
que es un consuelo y una satisfacción llevarlo. Le aseguro que encontrar m s satisfacción,
alegría y felicidad en el servicio de Dios que los que puedan proporcionale todos los placeres del
mundo. Venga a intentarlo, y usted se convencer . La vida religiosa no tiene nada de penoso
para los que tienen buena voluntad. No tema; le prometo la protección de nuestra Buena Madre:
Ella tendr cuidado de usted como de su hijo; lo espero, pues, uno de estos días, no falte".
Con estas palabras, el postulante sintió desvanecerse todos sus temores; su corazón se
llenó de gozo y entusiasmo: "Sí, respondió, regresar‚; le doy mi palabra". Algunos meses m s
tarde ingresó en el noviciado.
Sucesivamente cocinero en Nuestra Señora del Hermitage, en Charlieu, en La CoteSaint-Andr‚, dió clases despu‚s hasta 1847. En 1840, el Hermano Benito daba clases en SaintChamond. El agradecimiento y afecto que manifestaba en todas circunstancias hacia el Beato
Fundador, lo llevaron a solicitar a Rav‚ry una copia del retrato oficial.
Llamado para reemplazar al Hermano Luis al frente de la Procura, se llevó consigo el
cuadro, primero a Nuestra Señora del Hermitage, y luego, en 1858, a Saint-Genis-Laval, en
donde permaneció, a veces venerado, otras escondido, según los acontecimientos históricoreligiosos de Francia.
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