Malagahoy - Els Joglars

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Malagahoy.es
26/11/08
"La cúpula de Barceló delata cómo la
cultura se deja llevar por la gilipollez"
El intérprete participa en la representación de 'La cena', la última
creación de Els Joglars escrita y dirigida por Albert Boadella, que se
representa en el Teatro Cervantes desde mañana hasta el sábado
PABLO BUJALANCE / MÁLAGA
Desde 1983, Ramon Fontserè es la cabeza visible sobre las tablas
de Els Joglars. Sus magistrales trabajos en Ubú President (1996/)
y Daaalí (2000) merecieron, respectivamente, el Max y el Premio
Nacional de Teatro. También el cine ha sabido de su oficio en
películas como Soldados de Salamina (2002) y El séptimo día, de
Carlos Saura (2003). Pertenece a una rara estirpe de actores, la
que sólo tiene por método la paciencia y el empeño.
-En La cena interpreta usted a un cocinero algo radical que
pretende frenar el cambio climático con sus recetas. ¿Se ha
inspirado en algún personaje real?
-No, no. Es cierto que en otros trabajos he absorbido impulsos de
personajes reales, pero este cocinero es una creación que salió de
la nada y comenzó a dejarse ver en los ensayos después de mucho
trabajo. Se trata de un personaje sectario, mesiánico, que sigue
métodos muy radicales a la hora de practicar su cocina y hace
suyas las tesis de Galileo Galilei al asumir como propia la idea de
que sólo los locos han tenido la oportunidad de transformar el
mundo. Es un excéntrico, un frívolo, nunca se sabe lo que se
puede esperar de él.
-Su manera de definirlo recuerda mucho a Don Quijote.
-No, bueno, Don Quijote era un hombre de palabra y éste es un
aprovechado. Se podría comparar más bien con Miquel Barceló,
que sobre el asunto del dinero que ha costado la cúpula de la ONU
se apresuró a decir que él no tenía nada que ver. Aunque
pensándolo bien tiene razón, si él pide un dinero y se lo dan
tampoco se le puede criticar mucho. El asunto éste de la cúpula ha
delatado hasta qué punto la cultura se deja llevar por la moda y la
gilipollez.
-¿Ha cambiado mucho la manera de crear los personajes en Els
Joglars desde que llegó usted a la compañía en los 80?
-Ha cambiado pero a la vez mantiene la misma fuerza, el mismo
ímpetu. La edad te da cierta inconsciencia, y eso a su vez te
confiere fuerza para aportar templanza al personaje. Es como la
evolución en el toreo de Luis Francisco Esplá. Cuando lo veías en
los comienzos percibías que daba cada paso porque sí, y ahora se
ve un dominio soberbio que sólo permite la inconsciencia, cuando
ya no tanteas tanto, cuando descartas de entrada muchas
tonterías y te quedas con lo esencial. Los que no han cambiado
son el ritmo y los tiempos que dejamos a cada personaje que
madure, algo que debemos a nuestra independencia. El mercado
obliga hoy a las compañías a estrujar dos meses de ensayo como
mucho y a estrenar cada vez con más antelación. Eso a nosotros
no nos afecta.
-¿Esa independencia es la clave de que lleven tanto tiempo juntos?
-Sí. Mucha gente tiene una idea de nosotros próxima a una
comuna hippie, y yo no estoy muy seguro. Vivo con mi mujer en
una masía que nos compramos cerca de donde ensayamos, un
poco aislados, lejos de los círculos que hay que soportar en Madrid
o Barcelona. Ese aislamiento nos permite centrarnos en los
espectáculos y blindarnos contra muchas tonterías.
-¿Se considera un actor de método? ¿Y de qué método?
-Me considero un producto de Els Joglars. Entré muy verde, antes
sólo había trabajado en otra compañía como técnico de luces. Me
gusta ser abierto y libre a la hora de afrontar un personaje. Mi
método es la paciencia y el empeño, lo necesario para ofrecer al
espectador algo digno y vivir de ello.
-¿Qué actor tiene como modelo?
-De los españoles, Pepe Isbert. Y Luis Cuenca, y Fernán-Gómez. Y,
después, cualquier inglés. Un papel que siempre he visto como
muy propio para mí es el que hace Dustin Hoffman en Cowboy de
medianoche. Son ese tipo de actores que no se andan con
tonterías, ni imposturas. Paul Newman lo tenía todo a favor, era
guapo, buen tipo, y supo conservarlo. No lo echó a perder con
drogas ni estupideces. Pepe Isbert no tenía nada a favor, y sin
embargo se nota en cada película que el tío disfruta, le sale ese
sarcasmo manchego, y eso que él venía del teatro. Con gente
como Isbert el cine sale solo.
-¿Cómo ve la crisis alguien que se dedica a un oficio como el
teatro, que siempre está en crisis?
-Los del teatro nos movemos en la crisis como peces en el agua.
Eso sí, desde que se armó la debacle estamos teniendo una
ocupación mucho mayor que antes, y en teatros grandes. El otro
día hablaba sobre esto con Boadella, parece que en crisis la gente
va más al teatro, como que tiene necesidad de ese ritual. Pero,
vaya, la crisis la pagaremos los de siempre. Botín no ha dejado de
comprar bancos, ya se sabe que las grandes fortunas se amasan
siempre en periodos de crisis. Imagino que quien mejor sale
parado con todo esto es el medio ambiente, ya que habrá menos
cemento para meter en el campo.
-¿Afectará a Els Joglars que Boadella haya aceptado dirigir los
Teatros del Canal en Madrid?
-No. Eso es una decisión personal de Boadella que no tiene por qué
afectarnos a los demás. Creo que es bueno para la compañía que
su director haya anunciado que hará en Madrid un teatro para
contribuyentes, y no para las élites. Por lo demás, todos tenemos
proyectos más allá de Els Joglars. Yo mismo presentaré en marzo
mi primera novela, y el pasado verano rodé otra película en
Cataluña, Tres días con la familia. Me ofrecen papeles para el cine,
pero para un actor de teatro es duro. Ahí no eres el rey.
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