Masotta, O.: Ensayos Lacanianos. Ed. Anagrama, Barcelona, 1976. PARRAFOS CLAVES: Para pensar las Psicosis: La esquizofrenia. Pág. 33: El padre debe ser considerado como instituyendo en el seno de la intersubjetividad primaria del Edipo, la experiencia de la ausencia de la ausencia. La relación con la madre es relación a una presencia: originariamente es relación a la inmediatez del cuerpo de la madre. El padre, entonces, emergencia de una ausencia primordial, termino mediador entre el hijo y la madre, no es el <cuerpo del padre> sino el <nombre del padre>, y cuando algo falla del lado del padre existe la posibilidad de la aparición de una <identificación en el pánico> con el cuerpo de la madre, la que se descubre en la esquizofrenia, y donde el personaje principal no es la madre como entidad, sino la relación a esa ausencia, el padre, o a la ausencia que como hecho estructural permite el pasaje a la profundidad del mundo percibido, y es por lo mismo constitutiva del principio de realidad. Dialéctica de la ausencia y de la presencia, o de lo invisible y lo visible, que Merleau-Ponty describía en el corazón del mundo percibido y que permitía en el interior de su obra el pasaje de la temática de la percepción a la temática de la visión, y que en los lacanianos sirve, en el caso de la esquizofrenia, menos para dar cuenta de la estructura de la enfermedad que para plantear a la esquizofrenia misma como cuestión: no es en todo caso una mala madre o una madre frustradora, la que se halla en la base de ciertas psicosis, sino algo que falta, la ausencia de la ausencia, el deterioro de un cierto tipo de relación con esa ausencia primordial que es el lugar del padre. El hecho de la falta de objeto es la represión originaria. El encuentro del objeto imposible con la marca fálica se llama narcisismo en la teoría psicoanalítica. El descentramiento del sujeto operado por el inconsciente de los psicoanalistas, no solo alcanza al paciente sino al estatuto del Saber medico en tanto tal. El falo: Significante de la Falta Pág. 34: ¿y cuál puede ser ese punto de unión de la naturaleza a la cultura si no el sexo, esto es, el punto de concurrencia del instinto con ese punto cero a partir del cual se ordena la cadena significante, y que no es sino el Falo? El falo, que no se confunde con el pene real, condición del pasaje de la necesidad al deseo, instituye en el seno mismo del deseo una perversión original por la cual no se puede identificar a su satisfacción. El falo es un indicio, lo que queda de algo cuando algo ha sido borrado. Si las palabras no dicen eso que quieren decir, es por la presencia turbadora del objeto del deseo, que no coincide con el objeto de la necesidad. Pág. 83: La materialidad del significante psicoanalítico consiste (<insiste> diría Lacan) en la operación de desaparición por la cual un significante siempre deberá ser sustituido por otro 1 significante. Se define en la medida en que encuentra su ubicación (de desaparición) en una estructura de <sitios>. Pág. 89: Un significante no representa nada. El sujeto no representa el significado por medio del significante. Al revés, el significante representa al sujeto para otro significante. Representa el sitio topológico del sujeto como intersticio; ese sujeto de la teoría psicoanalítica que Freud descubrió aprisionado en las redes de la significación. El padre y El caso del Hombre de las Ratas: La prohibición paternal constituye la ligazón del sujeto al deseo y el padre en cuestión no es el padre real, es preciso ubicarlo en otra escena. El paciente desea ver desnudas a mujeres que le gustan, pero teme que si su deseo se cumple le ocurra algo (la muerte) a su padre. Obviamente, eso quiere decir que la muerte del padre es condición de la erección del deseo. Para que haya prohibición del incesto es necesario que haya un padre muerto. Pág. 121: El padre del hombre de las ratas no prohíbe a la madre del sujeto, sino que, proponiéndose como modelo, prohíbe la otra que la madre. El padre no le prohíbe nada al sujeto, le impide constituir el sistema de sus identificaciones. Se pone en juego la identificación al Ideal del Yo y la relación del sujeto con los emblemas del padre. Cuando el sujeto recorre al derecho la cadena generacional se topa consigo mismo y se ve como resultado ilegitimo de un pacto fallido, cuando la recorre al revés descubre la imposibilidad de identificarse con la falla que marca la posición del padre. Si se identifica con el Ideal del Yo a los emblemas del padre (como en su delirio de pagar los florines) se expulsa a sí mismo de la cadena simbólica; pero en tanto que ese delirio le restituye la identificación a la función del Ideal, no puede entonces pensarse como progenitor. Quiero decir, no puede imaginarizar un hijo. No es por casualidad en efecto que la dama de sus pensamientos no pueda, estéril, darle hijos. Complejo de Edipo, Castración y perversión: Pág. 159: El inconsciente esta sexualmente determinado, el inconsciente es el resultado del rechazo, constitutivo para el sujeto, de ciertos contenidos sexuales. El problema consistió para Freud en determinar que había que entender por sexo. Aquí es donde surge la cuestión de la articulación edipica, ese complejo nudo de relaciones. Para articular el sexo hay que inscribirlo en el Edipo, pero sin falo no hay movimiento. Frente a la premisa universal del pene y la confrontación anatómica de los sexos, surge el complejo de castración. Envidia del pene en la mujer y amenaza de castración en el hombre. El falo no es el pene, es la premisa universal del pene; a saber, la creencia del sujeto infantil de que existe un solo sexo y su testaruda negativa de reconocer la diferencia. Si bien el falo se inscribe en el campo de la visión, no es en cambio representable (lo que no se ve, determina lo que se ve). La mujer debe realizar un doble cambio de zona erógena y de objeto. El motor del movimiento es la decepción fálica. 2 Pág. 165: Si las cinco equivalencias (niño = falo = excremento = dinero = regalo) son momento intrapsiquico de la constitución del sujeto, el sujeto intrapsiquico entonces está constituido por dos sujetos. O aun, que en su constitución intrapsíquica todo sujeto tiene una mujer adentro, la que ha producido la equivalencia entre la pareja fundamental de términos, niño = falo. (La célula: Madre fálica + Narcisismo) En la medida en que el narcisismo fálico debe ser abandonado, nada puede reasegurar ya al sujeto en relación al deseo del otro. Lo que sostiene al padre en su lugar fundante de la estructura del sujeto, es el deseo de la madre por el padre. Un padre es esa diferencia introducida por un deseo de madre que no se agota en un deseo de hijo. Pág. 176: Un axioma de estructura: la castración en la madre. Si la madre no tiene falo, entonces el sujeto infantil no es el falo de su madre, lo que significa el derrumbe del narcisismo infantil. De ese derrumbe depende el hecho de que el sujeto pueda darse o no una historia de sujeto sexuado. El padre, agente de la castración, decidía la estructura. El destete y la pérdida excremental son experiencias reales, la castración no lo es. El temor de perder el órgano, o la ansiedad por tenerlo, no hacen sino expresar el corte. El sujeto debe expulsarse de su posición fálica, tal la condición para que el sujeto tenga historia, pero esa historia tiene como condición que el sujeto haya podido resguardar su capital libidinal. La paradoja es: si opta por su capital, peligra su vida y si se lanza a la vida, podría quedarse sin capital para sobrevivir. Emerge la angustia como la posibilidad de la imposibilidad del corte. El fetiche es el objeto segregado que viene en lugar del pene faltante en la madre. Pero por lo mismo, el fetiche es defensa contra la aceptación de la diferencia de los sexos, a saber, contra el reconocimiento por el sujeto de la castración de la madre. Pero hablamos de modo de defensa y no de mecanismo para indicar por una parte que aquí la defensa no es ejercida por el yo, y para señalar que tal defensa es constitutiva del cuadro en cuestión. Renegación: el sujeto percibe la falta en la madre pero al mismo tiempo rechaza los datos de esa percepción. El objeto fetiche retiene la creencia de la premisa universal del pene. El yo esta escindido en lucha contra la castración de la madre. Pág. 186: En el travesti, en el homosexual, en el fetichista, se ve esa referencia constante al narcisismo y a la madre fálica: se diría aun que aquí la razón de la estructura es una acción reparatoria, que estos perversos obturan, sosteniendo, la falta del pene en la madre. Han convertido, cada uno a su manera, la posibilidad de la imposibilidad del corte en condición de una relación de goce con el objeto. El padre aparece ubicado en un lugar contractual, presentificado, puesto dentro de la escena. Se lo adorna con emblemas de castigador, pero eso no significa que se lo ha rebajado del lugar de legislador, para otorgarle otro lugar, de compañero contractual. Es el desvió de la operación perversa es una trasgresión de lugares que plantea la relación del saber con el goce, la certeza perversa. 3