LA ARQUITECTURA DEL RENACIMIENTO: ANDRÉS DE VANDELVIRA. Patio interior del Palacio de las cadenas de Úbeda Palacio de las cadenas de Úbeda. Andrés de Vandelvira. Andrés de Vandelvira es el arquitecto español que mejor representa la pureza clasicista del Renacimiento. Sus obras más significativas se hallan en la ciudad de Úbeda (Jaén), capital de una de las comarcas olivareras más imnportante de Andalucía y residencia de una potente aristocracia, muy vinculada al gobierno del Estado. El clasicismo romano de su obra se manifiesta, especialmente, en el palacio que, a continuación se comenta. PALACIO DE LAS CADENAS DE ÚBEDA Este palacio, conocido popularmente como de las Cadenas, cuyo promotor fue Juan Vázquez de Molina, sobrino de Francisco de los Cobos y, al igual que él, secretario de estado de Carlos V y secretario de cámara de Felipe II, y que no llegó ni siquiera a habitar, es en el mismo siglo XVI remodelado, y adaptado para monasterio de madres dominicas. De su fastuosidad ambiental originaria aún mantiene piezas como las pinturas murales de lo que fue Sala Capitular del convento de 1595 y en el tercer cuerpo un magnífico artesonado en artesa siguiendo usos y gustos mudéjares. Indudable obra clásica con similitudes italianas, este palacio es, sin temor a dudas, la pieza de arquitectura civil palaciega del siglo XVI más representativa en su género de toda la ciudad: un auténtico palacio urbano del Renacimiento español. La planta : Con un esquema similar a los palacios y grandes casas del siglo XVI en España, tipologicamente responde a una planta cuadrada con patio interior porticado, rodeado de una elegante columnata, con arcos de medio punto y dos plantas en altura. Siguiendo el modelo de "casa romana" y en general mediterránea, el patio estructura la ordenación interna de las dependencias. A cada planta o cuerpo corresponde un orden arquitectónico diferente: al inferior corintio, jónico al medio y, en planta superior, una combinación de cariátides y telamones. El palacio cuenta con dos fachadas, una la del Ayuntamiento, con tintes clasicistas de los años 40 del siglo XX, con acceso desde lo que fue antiguo huerto del palacio, hoy plaza de los Caídos; y la otra, portada principal de acceso al palacio por la renacentista plaza de Vázquez de Molina. La fachada principal: De una gran magnitud, responde formalmente a un planteamiento orgánicamente estructurado en tres cuerpos, con una ordenación horizontal de tres plantas y verticalmente siete calles de diferente anchura. Desde los extremos, los tramos de la fachada van sucesivamente disminuyendo en anchura hasta llegar al tramo central, que vuelve a ser ancho, consiguiendo un efecto óptico de simetría, así como de solidez de la edificación. En la fachada es destacable -la planta -noble- constituida por siete proporcionados balcones rematados por frontones; el cuerpo alto por los siete ojos de buey y ocho guerreros y madonnas portadores de la heráldica familiar de cada una de las calles; y la cubierta por las linternas de las esquinas superiores del edificio, elemento ornamental en forma de -tholoi- clásico que ayudan a dar mayor esbeltez a la construcción. Un valor añadido anecdótico y atractivo sobre la fachada del palacio son los denominados vítores, grafitis de la época, que, referidos a hechos conmemotativos, personajes o críticas, ofrecen una visión global de uso y paso del tiempo. Pintura mural del palacio. En conjunto, la fachada de clara ascendencia italiana y diseño clásico, es un fiel trasunto de un diseño de casa romana dado a conocer en 1511 por fray Giocondo de Verona. Resulta chocante y al mismo tiempo original la inversión de los órdenes arquitectónicos, que Vandelvira diseña en un alarde de libertad, situando el corintio en la pilastra del primer piso, el jónico en el segundo y en el tercer cuerpo figuras antropomorfas. El patio: Eje desde el que se organiza la vivienda, al igual que el resto de los patios palaciegos de la ciudad, presenta unos rasgos comunes en los que no faltan la fuente central ni la reiterativa y autoafirmante heráldica familiar en las enjutas de los arcos. Este patio en concreto, frente a la tónica general de patio central, aquí queda desplazado considerablemente en planta y por otra parte presenta una singular nota de italianismo que no aparece en ningún otro edificio de la comarca. Y así, la galería columnada del piso bajo -en clave cuatrocentista- se cubre con bóvedas de arista, y en los muros se desarrollan una sucesión continua de arcos ciegos. Así mismo, un originalísimo juego de bicromía realzan a este patio renacentista, efecto que es conseguido a través de la pétrea y marmórea fuente central, con las columnas de mármol blanco de Génova sobre las que descansan los arcos, y a través de la conjunción de arcadas ciegas y bóvedas blanqueadas, lo que presta al edificio una acusada semejanza con la Florencia renacentista. Hoy, este palacio alberga el Ayuntamiento, el Archivo Histórico de la ciudad; así como el Museo de Alfarería.