La síntesis de reconocimiento en el concepto

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La síntesis de reconocimiento en el concepto.
Para que las anteriores síntesis sean útiles, es necesario reconocer lo
representado en ellas bajo un concepto. De otra forma, ordenaciones similares que
podrían corresponder a un mismo concepto no serían reconocidas como pertenecientes a
tal concepto. No podríamos decir, ante dos árboles que son instancias de un mismo
concepto arbos, pues cada uno se presentaría de forma particular sin poder establecer un
concepto común. Tal concepto consiste para Kant, «únicamente en la conciencia de la
unidad de síntesis»i. La conciencia es por tanto necesaria para el concepto: «Sin
conciencia no puede haber conceptos ni es, por tanto, posible conocer objetos»ii.
¿A qué se refiere Kant con la expresión «objeto de las representaciones»iii?. Para
comprenderlo hay que referirse a la oposición conocimiento-objeto. El conocimiento es
de objetos, pero no encontramos por ningún lado un objeto en general sino que siempre
encontramos objetos. Cuando lo dado por la intuición sin ningún orden se conforma
como conocimiento lo hace bajo la forma de objetos, pero no tenemos una intuición del
objeto abstracto en sí. El objeto, por tanto, «hay que entenderlo simplemente como algo
en general = X, ya que fuera de nuestro conocimiento, no tenemos nada confrontable
con ese mismo conocimiento como correspondiente a él»iv. Al no tener nada que se
corresponda con este objeto, sólo podemos concluir que, la unidad formada por el
objeto debe ser entonces la «unidad formal de la conciencia que efectúa la síntesis de lo
diverso de las representaciones»v.
«Decimos, pues, que conocemos el objeto cuando hemos producido la unidad
sintética de lo diverso de la intuición»vi. Ahora bien, tal unidad debe ser originada por la
síntesis según una regla de forma que «por una parte, haga posible un concepto en el
que la diversidad se unifique y, por otro, haga necesaria a priori la reproducción de esa
misma diversidad. Es decir, cuando pensamos un triángulo como objeto, debemos haber
unido las representaciones (líneas) según reglas que siempre permitan la unificación de
tales representaciones. «Esa unidad de la regla es la que determina toda la diversidad y
la somete a unas condiciones que hace posible la unidad de apercepción»vii. El concepto
de esa unidad es la representación del objeto = X, y lo pienso como triángulo cuando
realizo la unificación de una diversidad que son las representaciones de la línea.
«El concepto es siempre, por su forma, algo universal y que sirve de regla»viii.
Como regla, determina la síntesis que produce la unidad de la diversidad de las
representaciones. Como universal, el concepto implica necesidad y por lo tanto una
condición trascendental. Ese fundamento trascendental y originario es la apercepción
trascendental.
En la percepción interna, la conciencia del yo es meramente empírica, siempre
mudable. A ella la llama kant apercepción empírica o sentido interno. Debe haber algo
originario y anterior a esta conciencia que no puede ser pensado como tal a través de los
datos empíricos, es decir, «anterior a toda experiencia, ha de haber una condición que
haga posible esa misma experiencia y que dé validez a tal suposición trascendental»ix.
Sin la conciencia de que yo soy el mismo cuando cuento el primer número de una serie
que cuando cuento el número 50, es imposible tomar conciencia de la serie que hemos
contado. Es por tanto necesaria una conciencia que «preceda a todos los datos de las
intuiciones. Sólo en relación con tal unidad son posibles las representaciones de
objetos»x. A tal conciencia pura, originaria e inmutable la llama Kant apercepción
trascendental. Siguendo a Liebniz, alude al «carácter de acompañante de la percepción
(ad-perceptio), conciencia de la conciencia perceptiva»xi.
Esta «originaria e ineludible conciencia de identidad del yo es, a la vez, la
conciencia de una igualmente necesaria unidad de síntesis de todos los fenómenos
según conceptos»xii. Es decir, el psiquismo para pensarse a sí mismo, necesita de una
unidad, pues no podría hacerlo ante la diversidad de las representaciones. Tal unidad
ante la que se constituye como tal la apercepción trascendental no es otra que la unidad
de las reglas que rigen la síntesis de lo diverso de las representaciones. La conciencia (a
priori) de dicha ley que unifica la diversidad, es el objeto trascendental = X, cuyo
concepto puro pone en relación todos nuestros conocimientos empíricos. Es decir, se
trata de un concepto que no contiene ninguna intuición determinada sino que ser refiere
a la «unidad forzosa [a priori] que debe haber entre la diversidad de un conocimiento»xiii
Ahora podemos aclarar en qué consiste la realidad objetiva del conocimiento
empírico, esto es, la referencia de las representaciones a un objeto trascendental: no es
más que la necesaria unidad de conciencia, que se basa en una ley trascendental según la
cual se unifican sintéticamente los fenómenos. Sin dicha ley no sería posible relacionar
los fenómenos dentro de la intuición empírica. «La realidad objetiva de nuestro
conocimiento se basará en la ley según la cual, en la experiencia, esos fenómenos han
de estar sometidos a las condiciones de indispensable unidad de apercepción, al igual
que, en la simple intuición, lo han de estar a las condiciones formales de espacio y
tiempo: son esas condiciones las que hacen posible el conocimiento»xiv
i
A 104
A 105
iii
A 105
iv
A 104
v
A 105
vi
A 105
vii
A 105
viii
A 106
ix
A 107
x
A 107
xi
torretti 295
xii
a 108
xiii
A 109
xiv
a 110
ii
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