kEATS-LASODAS

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J. KEATS: Las odas
J. Keats escribió todas sus odas entre abril y mayo de 1819, excepto “Al otoño”, escrita
en septiembre de ese año. Las odas constituyen un grupo de poemas que nace de una
misma inquietud y que continúa y culmina el proceso poético de su autor. El poeta
ahora se halla en un constante estado de indeterminación al reconocer el sentimiento de
fracaso, de limitación humana y artística. Keats desarrolló las estrofas más
características de las odas partiendo de la estructura del soneto, para adaptarla a un
discurso que necesitaba mayor expansión.
Las cinco odas constituyen una reflexión poética inigualable sobre la transitoriedad de
las cosas, el deseo de morir, sobre la vulnerabilidad de la relación amorosa, la
belleza en el arte y en la naturaleza.
La experiencia que anima las odas refleja una aceptación trágica de la existencia
humana. «Ode on a Grecian Urn» contrasta la permanencia aparente del arte con la
caducidad de los seres humanos. «Ode to a Nightingale» busca una libertad imaginativa
para el poeta que rompa las ataduras de la experiencia física y disuelva su propia
identidad. En «Ode to Melancholy» por el contrario, se reclama la fuerza de las
emociones intensas como algo insustituible y natural en la vida humana. «To Autumn»
transmite simplemente imágenes y diluye el sentido de fugacidad propio de esta
estación en momentos de serena espera.
También subyace de manera patente en las odas de Keats otro de los temas básicos del
repertorio romántico: la naturaleza, un bien perdido por las circunstancias sociales y
económicas que siguieron a la Revolución Industrial. Y Keats, como anteriormente
habían hecho otros poetas ingleses —Milton, Chaucer, y algunos de los clásicos en los
que buscaba inspiración—, se recrea en la naturaleza considerándola como medio de
expresión de los sentimientos del alma y del sentido trascendente de la vida. Vida y
arte, belleza y verdad, se convierten en los temas centrales de sus odas.
La Oda a una urna griega, la más conocida, trata sobre el poder inmortalizador de la
belleza, manifestado en las producciones artísticas que fueron capaces de elaborar los
antiguos griegos. Con la “Oda sobre una urna griega”, uno de sus poemas más
logrados, queda ya establecida la estrofa definitiva de diez versos endecasílabos cuya
métrica nace de una mezcla del soneto petrarquista y el shakespeariano; sólo en la oda
“Al otoño” se añade un verso más a la estrofa. Utilizando la técnica clásica de Ut
pictura poesis: tópico que recrea las reflexiones críticas sobre la poesía y sobre la
pintura. Desde que Horacio pronunció en la Epístola a los Pisones su célebre verso "ut
pictura poesis" (como la pintura así es la poesía), muchos han sido los críticos que han
cuestionado la posibilidad de unir pintura y poesía.
Keats contempla la obra de arte representada en la urna y deriva de ella un tema de
meditación, que es el de siempre: el dilema entre aceptar el estado temporal o la
esperanza de escapar de él. Pero lo que ha centrado la preocupación de la crítica son
los dos últimos versos: la unidad entre verdad y belleza expresada por la urna —es
decir, representada por el arte— es una manifestación que aparece entrecomillada,
mientras la última afirmación parece un comentario del mismo poeta, aunque algunos
críticos se la adjudican también a la urna. Lo que sí está claro es lo que Keats escribió
en una de sus cartas: “No estoy seguro de nada salvo de la pureza del Corazón y de la
verdad de la imaginación: lo que la imaginación toma como Belleza debe ser cierto”.
Es una meditación, propia del Romanticismo y del siglo XVIII en general, sobre
“belleza” y “verdad”, dicotomía entre «belleza —la idealización de la obra de arte— y
verdad —la ineludible realidad—, reflejada en los tan debatidos dos últimos versos del
poema, que tanta controversia han levantado en críticos y comentaristas:
«La belleza es verdad y la verdad belleza»... Nada más
se sabe en esta tierra y no más hace falta. (Versión de Julio Cortázar)
En «Ode on a Grecian Urn (Oda sobre una urna griega) encontramos esos contrastes,
El núcleo de esta oda es, sin embargo, la muerte, en tanto que Keats es consciente de
que las urnas a las que su oda se refiere sirven para contener las cenizas de los muertos.
Pero es también, al mismo tiempo, una meditación sobre la estética, medio del cual el
espíritu busca la empatía con los cánones aceptados de lo hermoso sólo para verse
frustrado al volver, inevitablemente, al mundo del sufrimiento y al tiempo del que había
ansiado escapar.
Hasta cinco interpretaciones distintas han ofrecido los críticos de estos dos versos que
cierran el poema:
Ambos versos son dichos por la urna a la humanidad.
Ambos versos son dichos por el poeta.
Ambos versos son dichos por el poeta a las figuras que aparecen en la urna.
La frase «La belleza es verdad, y la verdad belleza» es dicha por la urna, y el
resto por el poeta que se dirige a sus lectores.
5. La frase «La belleza es verdad, y la verdad belleza» es dicha por la urna, y el
resto por el poeta que se dirige no a sus lectores, sino a la humanidad.
1.
2.
3.
4.
La estructura de esta oda se ajusta en la primera estrofa como introducción, la segunda,
tercera y cuarta como desarrollo del tema y la última como conclusión. Keats desarrolla
en la oda la dicotomía del pensamiento griego entre lo dionisíaco (Amor, pasión,
impulso vital) y lo apolíneo (Belleza, serenidad). El impulso vital y dionisíaco en la
búsqueda apasionada del Amor-Belleza aparece al final de la primera estrofa con
extremada fuerza, moderadamente en la segunda y apoteósicamente en la tercera:
¡Dichoso amor! ¡Dichoso amor, aun más dichoso!
Por siempre ardiente y jamás saciado,
anhelante por siempre y para siempre joven;
cuán superior a la pasión del hombre
que en pena deja el corazón hastiado,
la garganta y la frente abrasadas de ardores.
El ideal apolíneo se recoge en la cuarta estrofa y el principio de la quinta:
¿Éstos, quiénes serán que al sacrificio acuden?
¿Hasta qué verde altar, misterioso oficiante,
llevas esa ternera que hacia los cielos muge,
los suaves flancos cubiertos de guirnaldas?
…………………………………………………………..
¡Tú, silenciosa forma, tu enigma nuestro pensar excede
como la Eternidad! ¡Oh fría Pastoral!
En los últimos versos de la segunda estrofa se halla la clave de la oda y de todo el
pensamiento de Keats: el amante (Dionisios) se ha acercado hasta el límite mismo de la
belleza (Apolo), pero el abrazo dionisíaco se hace imposible:
Osado amante, nunca, nunca podrás besarla
aunque casi la alcances, mas no te desesperes
para surgir inmediatamente el espíritu apolíneo como elemento consolador
aunque casi la alcances, mas no te desesperes:
marchitarse no puede aunque no calmes tu ansia,
¡serás su amante siempre, y ella por siempre bella!
“Al otoño” fue escrita con posterioridad, pero gran parte de la crítica la coloca junto a
las demás odas, a pesar de que este término no aparece en el título. El poema ha sido
valorado como uno de los más insignes de la poesía inglesa de todos los tiempos, la
culminación del proceso poético de John Keats, quizás el comienzo de una nueva etapa
en su obra, que truncaron la enfermedad y la muerte. Porque aquí el léxico típicamente
rico de Keats consigue una concentración adecuada de imágenes en un tono sereno y
seguro. El lenguaje discursivo ha dado paso a otro concreto y autosuficiente; no hay
ironía, porque se ha alcanzado la unión del ideal y la realidad en un paisaje donde hay
algo de paradisíaco, y se ha aceptado el ciclo natural de las estaciones como un orden
innato en nuestra experiencia.
El otoño en este poema está personificado en una diosa que en la primera estrofa
colabora con el sol en el crecimiento y madurez de los productos de la tierra, y en la
segunda estrofa participa de la labor de recolección y observa la destilación de la sidra,
mientras el poeta termina asegurando que el otoño tiene su propia música y desarrollo.
Lo mismo que ocurre con el proceso poético que tantas veces aparece en los poemas de
John Keats. Sus interpretaciones abarcan las opiniones más dispares sobre el tema del
poema:
●
Unos se centran en el devenir de la estación: la belleza del otoño depende de
su devenir y las sucesivas estrofas van recorriendo esta estación del año desde el
momento inmediatamente anterior a la cosecha, la cosecha en sí misma, y el
vacío posterior que precede al invierno.
● Otros prefieren verlo como un recorrido por los sentidos: el poema
empezaría reflejando el sentido del tacto para continuar con la vista y concluir
con referencias auditivas.
● Aún otros prefieren hablar de un recorrido que va desde el mundo de lo
vegetal al de lo humano, para acabar centrándose en el mundo de los
animales, las aves y los insectos.
● Quizá el nexo entre todas estas opiniones se encuentre en la afirmación de que la
interconexión entre madurez, muerte y regeneración está implícita a lo largo de
todo el poema.
La “Oda sobre la melancolía” comienza con una vigorosa protesta contra los símbolos
convencionales del olvido, la muerte y la melancolía, típicos de la poesía del
romanticismo. Es un debate entre las dos personalidades de un poeta escindido. Es la
ironía de nuevo. La melancolía corno unión de dolor y gozo es un estado ideal para el
poeta porque le pone en contacto con la belleza, pero tiene que renunciar a ella si no
desea verse convertido en una presa más de ese estado nebuloso e irreal.
Con la Ode on Melancholy (Oda a la melancolía), Keats retomará de nuevo los temas
del dolor y la belleza, presentándolos bajo el prisma de la melancolía, otro de los temas
típicos de la poesía romántica. Para Keats, la naturaleza de la melancolía es algo sutil,
algo creativo. La melancolía, la muerte y lo vivo y creativo existen como algo continuo
y natural y son parte del devenir del mundo. No pueden entenderse por separado.
Separarlos significa falsificar la naturaleza de la existencia, mientras que observar
plenamente cómo se relacionan es conseguir una visión verdadera e incluso la medida
de la gloria espiritual.
Lo que viene a sugerir, por tanto, la Oda a la melancolía es que nuestro verdadero
estado como seres humanos es el de ser especulativos y, aun así, receptivos. La
melancolía vendría a ser un estado de la mente que permite que los ritmos naturales de
las emociones conformen sus propias opiniones.
BIBLIOGRAFÍA:
● John Keats: Odas y sonetos, edición de Alejandro Valero.
● John Keats: Poemas escogidos, edición de Juan V. Martínez Luciano
● Rafael Argullol: El héroe y el único
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