Historia de la Construcción LA CONSTRUCCIÓN ARQUITECTURA PALEOCRISTIANA DE LA LA ARQUITECTURA DEL CRISTIANISMO Casi todos los tratadistas de la Historia de la Arquitectura coinciden en establecer en sus trabajos, un capítulo dedicado a la Arquitectura Paleocristiana o del Cristianismo Primitivo. La razón de ello puede encontrarse, no tanto en la importancia de las propuestas e innovaciones arquitectónicas de este período, como en el hecho de que el Cristianismo elige a la basílica como edificio que, en principio, respondía a sus necesidades asamblearias (ecclesia) y poco más tarde, cargándola de algunos requerimientos funcionales de carácter religioso hace que, como iglesia o catedral, se constituya en la pieza fundamental de la sociedad. Como dijimos al estudiar la basílica romana, este iba a ser el edificio de mayor proyección de dicha arquitectura; pasaría de manera inmediata al Cristianismo y de aquí a la arquitectura bizantina, a la musulmana, a las catedrales medievales y, también, a las iglesias renacentistas. Desde la Historia de la Construcción, son dos los argumentos fundamentales que nos lleva a mantener un capítulo dedicado a la Construcción de la Arquitectura del Cristianismo. Por un lado, nuestro deseo de estudiar la construcción edilicia o edificatoria desde la evolución de las formas arquitectónicas y de sus técnicas constructivas, sin pérdida de continuidad y sin ausencia de ningún período determinante. Por otro lado, la construcción romana había llegado a un grado de desarrollo tecnológico tal, que sólo estudiando la etapa que ahora emprendemos, lograremos comprender la construcción desarrollada en los períodos bizantino y posteriores, y justificar el hecho de que durante más de mil años, desde aquella refinada arquitectura clásica, la construcción no sólo no encontró innovaciones considerables sino que, por el contrario, sufrió un retroceso notable, al menos en Occidente. Pero para las nuevas etapas históricas, la iglesia habría de ser el edificio fundamental de la organización social y la pieza clave de la arquitectura, y aunque en el período Paleocristiano, la basílica no es sino la basílica romana cristianizada, que con ligeros cambios (reduce sus exedras a un sólo ábside posterior e introduce el nártex que ya estaba en la basílica de Majencio), soportó bien una concepción estructural nueva, principalmente en el gótico, donde desaparece la cúpula del crucero que se había recuperado en el románico y que volvería a aparecer en el renacimiento. Lo cual no debe sorprendernos pues es lógico que el cruce de dos naves, cubiertas a dos aguas, encontrara soluciones constructivas distintas. El año 305 Constantino, que residía en Constantinopla, fue llamado por Galerio a Britannia (Inglaterra) y un año más tarde fue proclamado "Augusto" en York por las tropas de dicho general. Designado para oponerse a la tiranía de Majencio, lo derrotó en la batalla del Puente Mulvio, el 28 de Octubre del año 312, después de haber tenido un sueño en el que, según él mismo escribió en una carta dirigida al obispo de Africa en el año 314, se le presentó el signo de Cristo sobre el sol radiante. El año 313 Constantino y Licinio se reúnen en Milán y tras un acto de reconciliación, acuerdan ambos emperadores, La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción persecución de los cristianos (Edicto de Milán). No obstante, el año 324 y antes de trasladar la capital a Bizancio, Constantino se enfrentó y derrotó a Licinio en Hadrianópolis. De todas formas, Constantino que había promovido la construcción de un gran número de basílicas y logrado la aceptación del Cristianismo, no fue bautizado hasta poco antes de morir, lo cual ocurrió el Domingo de Pentecostés del año 337 en Nicomedia, en la zona Asiática del actual Estambul. Su cadáver fue trasladado a Constantinopla y enterrado junto a la Iglesia de los Apóstoles. El Concilio de Nicea fue convocado y clausurado por Constantino el año 325, con el fin de declarar al cristianismo, religión oficial del Estado frente al arrianismo. Después de dicho evento, Primer Concilio de Nicea, Roma se convirtió en el gran centro cultural del Cristianismo y una gran número de basílicas, se construyeron por todo el Imperio, para alojar a las grandes congregaciones. En oposición con los templos de los períodos anteriores, la apariencia tanto externa como interna de la basílica paleocristiana no fue un factor determinante, la capacidad era lo primero y, la construcción de las mismas, parte de una premisa de utilidad económica. A pesar de todo, como ya apuntamos, no se puede hablar de un arte nuevo, y hacerlo del Políticamente, resulta paradójico que el emperador Teodosio I, que fue un hábil militar, serio en su carácter y formación, hombre obstinado en reforzar el Estado y el último gobernante que mantuvo el control sobre todo el Imperio, fuese a dividirlo, al morir en Milán en Enero del año 395, dando a Arcadio, de 18 años de edad, las provincias de Oriente y a Honorio de sólo 10 años, las de Occidente. Sobre todo cuando en las provincias de Occidente se sabía que el Imperio tendría que sostener grandes luchas con los bárbaros del Norte. De hecho, pronto terminó cayendo bajo los Visigodos y poco más tarde quedó sometido al Imperio o Reino Ostrogodo. Augustine, escritor del siglo IV explicaba que "la conversión del mundo romano al Cristianismo ha sido extremadamente fácil" y lo argumentaba esforzándose en considerar la extensión del viejo Imperio y el tiempo que el paganismo había estado incorporado a la cultura romana. Lo cual, no entra en contradicción con lo expresado por Gibbon, que describió las dificultades que tenían que afrontar los primeros cristianos que desearon mantener su fe pura y tomar parte en la vida regular de la sociedad romana. Cristianismo es lo mismo que hablar de un arte romano tardío. El Cristianismo de este período tomó prestado los temas del arte pagano, cambiando el sentido de sus signos. Al fín y al cabo, el cristiano de la época fue tan "romano" como lo eran los paganos; estuvo educado en el mismo entorno, hablaban el mismo lenguaje y se entrenaron en los mismos oficios. Formas auténticamente híbridas aparecen en todo el arte y en toda la arquitectura del Occidente cristianizado. Ello, con las La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción connotaciones locales de los estilos regionales y haciendo casi imposible reconocer un estilo propio o encontrando más de media docena de estilos arquitectónicos, o peculiaridades que podían definirse como del arte del Cristianismo. Como consecuencia, hay gran divergencia entre los historiadores a la hora de fijar la amplitud del período entendido como Cristianismo. Unos señalan que lo más lógico es iniciar el estudio en el momento en que hay que refugiarse y protegerse de las persecuciones, en tanto que otros señalan la conversión de Constantino como el momento inicial del mismo. Algunos dicen que no hay arquitectura propiamente de esta etapa, mientras que otros mantienen el estudio hasta el siglo VIII. Los más cautelosos lo llevan hasta el año 500, momento en el que los bárbaros reinan en el Imperio de occidente. todo las formas constructivas, impusieron un giro y una forma de arquitectura que podemos definir como Bizantina y que terminaría, en tiempo de Justiniano, invadiendo casi todo el territorio que había ocupado el Imperio Romano de Oriente en los momentos más importantes del mismo. El período que definimos para el estudio de la construcción de la Arquitectura del Cristianismo, abarcará en Occidente hasta el año 554, cuando después de todas las reconquistas de Justiniano, se consolida el Reino Bárbaro de Rávena, ciudad que desde el año 402 había sido la capital del Imperio de Occidente. En Oriente, el estudio lo llevaremos hasta el año 395, momento en el que los movimientos arquitectónicos y sobre 2.- LAS CATACUMBAS. 1.- EDIFICIOS Y CONSTRUCCIONES. Desde que se iniciara la cristianización de Roma por San Pedro y San Pablo, hasta la conversión de Constantino, el Cristianismo vivió etapas que se han denomidado como de Iglesia Perseguida o de los mártires; Iglesia Clandestina o de las reuniones en casas cedidas por algún romano acomodado que había sido cristianizado; Iglesia Aceptada o período en que el propio cristianizado deseaba mantener su militancia en secreto y en la que el funcionario cristianizado renunciaba a sus cargos administrativos o públicos en razón a su fé; y por último, Iglesia Oficial y favorecida por Constantino y por sus sucesores. En consecuencia los lugares o espacios que tuvo que aceptar para sus encuentros, actos funerarios o celebración de su liturgia, fue cambiando de carácter y proporciones en función del grado de libertad o reconocimiento de dichas etapas y del número de miembros con que contó cada congregación. Los espacios o edificios donde realizaron sus celebraciones fueron: "las catacumbas", "las casas de reunión", "las basílicas", "los baptisterios" anexos a las basílicas, a su transepto, o incorporados al nartex de ellas, y "los martyrium" o mausoleos que quedaban incorporados a las catacumbas o a algún cementerio cubierto. Como hemos visto en el capítulo anterior las necrópolis romanas se situaban al pie de los caminos y, según las ampliaciones de la cerca, extramuro o intramuro, cercanas a las puertas de la muralla. En la Roma Imperial se había establecido o generalizado para la clase social alta, el inhumado en enterramientos familiares, en tanto que para La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción la clase baja, y dada la gran población alcanzada, era la incineración y depósito de las cenizas en urna funeraria, de tradición etrusca, la forma impuesta de enterramiento. Pasado el siglo II surgen en Roma conflictos entre el Estado y la Comunidad de Cristianos, por razón de los enterramientos. Por un lado los cristianos que habián aceptado de la tradición hebrea la inhumación para sus difuntos, se negaban a enterrarlos en los cementerios paganos. Por otro lado, el altísimo valor que había tomado el suelo en Roma, obligó a que el Senado se planteara sacar las necrópolis fuera de la ciudad, extramuros. Por ello ofreció y autorizó, para dicho fín, el uso de canteras cuyas galerías de extracción de tufa habían sido abandonadas. Como ya hemos visto, la tufa era una piedra blanda de extraer y de uso generalizado en las obras de cimentación de los edificios romanos. Los cristianos ampliaron la red de estas galerias, e incluso crearon cámaras o Los cristianos aceptaron de buen grado el ofrecimiento, y durante un período de tiempo, Figura 279: Planta y sección (parcial) de la Catacumba de San Calixto en Roma. no muy largo, enterraron a sus difuntos y mártires en estas catacumbas (kata-kumba). Para ello, abrían nichos horizontales en las paredes de dichas galerías, de una longitud próxima a 6 pies y 1½ pies de altura. La profundidad del mismo no superaba los dos pies y se cerraban con losas pétreas o se tabicaban con ladrillos dejando un retallo como repisa. Estas fosas se localizaban a distintas alturas y, generalmente, bien alineadas tanto vertical como horizontalmente. criptas (oscura), a modo de pequeñas salas en las que tenían lugar algún banquete o actos de culto funerario, pero todas estas galerias eran perfectamente conocidas por el Estado y estaban registradas oficialmente, como cementerios. Los foseros que trabajaban en la apertura de las catacumbas y que oradaban los nichos, eran obreros asalariados de Roma, aúnque en algúna ocasión, el estado, reclamó a la La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción Comunidad Cristiana, la contribución económica a estos trabajos. Por todo lo anterior, hay que descartar que las catacumbas fueran lugares de grandes concentraciones, y más aún, que éste fuera el refugio lógico frente a las duras persecuciones Figura 280: Formas de ampliación vertical de la galería de una catacumba. de Decio o de Dicocleciano. Además, a diferencia de las tumbas etruscas, en las catacumbas, dado el amplio desarrollo de superficies de evaporación frente al escaso volumen interior, el ambiente era poco grato y la humedad relativa altísima. Estas galerias o pasillos eran muy estrechas y raramente superaban el metro de anchura, incluso en las citadas cámaras no podían acomodarse para el banquete funerario más de treinta personas. Las galerias que constituían una larga y compleja red de pasillos, sensiblemente ortogonales, se remataban o cubrían con bóvedas de cañón. decoradas con pinturas. Igualmente se tratarón las bóvedas vaídas de las Catacumbas de Domitila al pie de la Vía Apia, cuya decoración símetrica, en base a pinturas sobre estucos, es esplendida. Siendo Roma el lugar donde las catacumbas fueron más frecuentes, no fue la única ciudad donde los cristianos enterraron a sus muertos en estos hipogeos. Así, se encontraron catacumbas en Nápoles, Siracusa, Dura Europa y Alejandría. La categoría o renombre de las catacumbas estaba en función del martir allí enterrado, y era ésta la razón que ocasionaba el deseo de familias enteras de ser enterradas cerca del mártir objeto de su devoción. En Roma son de reseñar las de: San Calixto, San Pánfilo, San Sebastiano, Pretestato, Domitila, Nicomedes en la Puerta Pía, Santa Inés, igualmente en la Puerta Pía, San Hipólito y Cinaca, ambas en la Puerta de San Lorenzo, San Marcelino y Prieto al Este de Roma, entre otras. En algún caso, encontramos catacumbas que mantienen galerías en dos plantas o niveles, y en otros caso, se excavaba el suelo para ampliar su altura. Con igual frecuencia se optaba por rellenar la parte baja, ya utilizada, con el material resultante de la excavación de la parte superior que se ampliaba. Todo esto en función de la facilidad o dificultad que presentara la roca para ser excavada. Desde el punto de vista de la arquitectura, las catacumbas no muestran gran interés, y para la construcción, éste no va más allá de algunas bóvedas labradas en la roca, como es el caso de la famosa Cripta de los Papas en la Catacumba de San Calixto en Roma, del trazado de las ampliaciones de sus galerías y poco más allá de las decoraciones, pinturas murales y tratamiento de los acabados interiores de algunas de ellas. En razón de estos trabajos, debe destacarse la Catacumba de Pretestato, cerca de la Puerta de San Sebastiano, que dispone de magníficas bovedas de cañón perfectamente trazadas y ordenadas, revestidas con estuco y Figura 281: Interior de la galería de una catacumba. 3.- LOS PRIMITIVOS "MARTYRIUM". Es posible que este tipo de construcción no la estemos situando, atendiendo a la cronología, en el lugar correspondiente, no obstante, hemos creido conveniente tratarlo en este punto por su vinculación al uso de enterramiento y, en cualquier caso, para La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción definirlo terminológicamente, pues conociendo su sentido, al usarlo en puntos posteriores, no tendremos que detenernos a hacerlo en ellos. Los martyrium (memoriae) eran construcciones o simplemente lugares donde había sido enterrado un mártir o donde se guardaba una reliquia o cualquier testimonio de la fe cristiana. Estos lugares se constituían en centros de congregación y peregrinaje, y por ello se han construido muchas basílicas e iglesias cristianas, albergándolos o colocándose sobre ellos mismos. Sin duda, el más notable de todos los martyrium, en razón al mártir allí enterrado, fue el de San Pedro, sacado a la luz en el siglo XVI bajo el suelo de la basílica que Constantino mandó levantar en honor del Santo, en el mismo lugar que hoy ocupa en el Vaticano. Todavía podemos contemplarlo debajo del altar mayor de la gran Basílica de San Pedro levantada por Bramante. Muchas otras tumbas fueron encontradas junto al edículo, en la primitiva San Pedro, ya que estas grandes basílicas eran, además, cementerios cubiertos y lugar para los banquetes. Quizás sea La Santa Cruz de Jerusalén en Roma, uno de los pocos ejemplos de los primeros "martyrium" que debamos citar por tener algún interés desde el punto de vista de la construcción y sobre todo, porque se proyecta bajo un programa libre y propio, que como tal, refleja la jerarquía de las funciones deseadas para las capillas palatinas. Esta organización no es otra que la que tomaron las pequeñas iglesias que habrían de surgir más tarde, como modelo de la propia jerarquización de la Iglesia Cristiana. Esta martyria o capilla, se obtuvo por la remodelación introducida por Constantino el año 324, a instancias de Elena, madre del Emperador, en una de las amplias salas rectangulares del Palacio de Sessorio. Este palacio había sido levantado hacia el año 200, en la Colina Palatina. Dicha reforma se realizó con el fin de lograr una capilla privada que alojara la reliquia de la Vera Cruz, traída desde Jerusalén por la propia madre de Constantino. Tras esta remodelación, el espacio quedó subdividido por medio de dos muros virtuales o abiertos por arcos de medio punto sobre Figura 282: La Santa Cruz de Jerusalén, en Roma. pares de columnas con pedestales unificados y basa tórica. A esta sala se le incorporó un gran ábside y se le dotó de un estrecho nártex lateral, cubriéndose ambos espacios mediante bóvedas falsas, situadas bajo la cubierta existente; el primero, con bóveda de cuarto de esfera y el segundo con medio cañón vaído y contínuo. También se generaron martyrium en las salas o cubículas de las catacumbas y fuera o próximas a ellas. Estos enterramientos que motivaban y daban sentido a la conmemoración y a la congregación de fieles, fueron frecuentes tanto en Roma, como en Jerusalén, Antioquía y en todo el territorio donde el Cristianismo tuvo presencia significativa. Algunos de ellos adquirieron dimensiones y proporciones mayores y fueron objetos de obras de gran dignidad, tomando la calificación de mausoleos, relicarios, capillas o santuarios. 4.- CASAS DE REUNIÓN. Mucho antes de la publicación del edicto de La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción Milán, el Cristianismo hubo de ser admitido como un hecho social en Roma. Para la segunda mitad del siglo II, la Iglesia había pasado de perseguida a admitida y buena parte de la población había sido cristianizada. Muchos funcionarios habían abandonado su puesto en la Administración por pertenecer a dicha comunidad, otros altos cargos lo mantenían en secreto y un gran número de estos se mostraban, al menos simpatizantes. Los cristianos habían de reunirse en grupos, dos veces al día; al alba, para orar y a la caída de la tarde para las ofrendas y para la partición del pan. En Jerusalén esta liturgia se ofrecía en el templo, y en Atenas en cualquier lugar adecuado del ágora o de la calle. En Roma, para la fecha citada en el párrafo anterior, desde luego estaban prohibidas estas manifestaciones públicas, pero fundamentalmente fue la prudencia de los cristianos y su deseo de no delatar a los muchos convertidos que lo mantenían en secreto, lo que hizo que estos actos se mantuvieran en total reserva. Para entonces muchas casas de romanos acomodados, cristianizados o simpatizantes, ofrecían sus casas como "casas de reunión" y de prácticas de caridad. Evidentemente, no podemos hablar de arquitectura propia del Cristianismo, y mucho menos de la construcción de la misma, hasta después del reconocimiento de Milán. Que no surgieran construcciones antes se debió más a razones económicas que a motivos de clandestinidad. No obstante no podremos enlazar con la basílica como edificio fundamental de esta arquitectura, sin hacer la presente referencia a la "casa de reunión". Se dice que la distribución de la planta de la casa romana o pompeyana, que hemos dibujado en el capítulo anterior, se ajustaba bien a la organización de la Iglesia y a la celebración de su liturgia. Aunque también es posible que fuese el edificio el que fuera conformando a la liturgia y a la propia estructura de la primitiva Iglesia romana, ya que en ningún caso las casas sufrieron reformas por razón de acomodarse al desarrollo de dichas funciones, y cuando las tuvieron, fue para disponer de Figura 283: Organización funcional de la Iglesia y su adaptacióna las Casas de Reunión y a la basílica. mayores posibilidades para practicar la caridad. El atrium venía bien para la reunión, la predicación y la lectura de cartas; el impluvium era ideal para el bautismo y el triclinium, para el acto más importante, "la partición del pan", que era realizado y presidido por un "presbítero" (el anciano) y al cual no podían asistir los no bautizados o catecúmenos. 5.- LA BASÍLICA CRISTIANA. El origen de la basílica romana puede estar en el propio foro o, a través de este, en la estoa griega donde, como ya vimos, fue el pórtico su elemento ordenador. Ya en la basílica, éste rodeó al espacio central descubierto, que pronto se cubrió para quedar iluminado superior y lateralmente. El pórtico quedaría incorporado y reducido a una alineación de columnas o soportes laterales, que separaba la nave central, de mayor altura, de las naves laterales. Así lo La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción veremos desde las primitivas basílicas romanas hasta las iglesias actuales. La exedra, que aparece o se incorpora a la basílica romana por pura necesidad de funcionalidad administrativa, señalando el lugar que había de ocupar el magistrado encargado de administrar justicia, y que pronto pasó a formar parte de casi todos los edificios romanos, termas, mercados, etc., se reduce a un único ábside en la basílica cristiana. A Constantino, que fue promotor de un gran número de basílicas y hombre inquieto con capacidad de grandes iniciativas, se le atribuye que fuera quien, intuyendo la proyección de la nueva religión, entendiera que dicho edificio fuese la construcción adecuada para el culto del Cristianismo. Los obispos romanos o primeros Papas de la Iglesia, que veían a la basílica como una construcción de claro origen pagano y que tenían puestos sus ideales en el Templo de Salomón de Jerusalén destruido por Tito, debieron sacrificar muchas ilusiones, pero aceptaron de buen grado las dádivas y ofrecimientos del Emperador. La basílica se prestaba bien a la organización jerárquica que había tomado la Iglesia desde los primeros tiempos, pues desde el año 220, la Iglesia se organizaba con un obispo en cada centro metropolitano, en Roma, Éfeso, Alejandría, Cartago, Antioquía, etc., y para el año 250 ya se había establecido una perfecta organización parroquial. Así, en la basílica, el Obispo podía emplazarse, rodeado de su clero mayor (presbíteros) en el ábside y en el crucero. Los diáconos o clero menor podían ocupar la cabecera de la nave central y los brazos del transepto, dejando la gran nave central para los fieles (bautizados). Por último, el nártex y la parte posterior de las naves laterales eran ocupados por los catecúmenos o neófitos. La basílica cristiana respondió al esquema de un edificio de planta longitudinal, reuniendo un número impar de naves, tres o cinco, en la que la nave central es la gran sala de reunión, disponiendo de una amplitud próxima al doble de las colaterales y a la que se le anexionaba, en su cabecera, un ábside de dimensiones considerables. Las naves menores o paralelas, se separaban de la central por series o alineaciones de columnas. Recorriendo transversalmente a las naves se anteponía un nártex que, frecuentemente se adelantaba a la fachada del edificio, constituyendo uno de los pórticos que conformaban el atrio. A veces se acompañaba del "transepto" o crucero, creando un espacio que se interponía entre el ábside y las naves. En ocasiones, también dispuso de "matroneum", lugar para las mujeres, situado sobre las naves laterales. Menos frecuente fue la "bema" o tribuna que se constituía por una parte elevada del ábside, del transepto o parte de éste. Figura 284: Apunte de la organización espacial de la basílica paleocristiana. No obstante, diversos cambios se dieron en la basílica cristianizada en su evolución, hasta encontrar su definición como iglesia de las etapas posteriores. Estos cambios que se irán observando en el desarrollo del estudio, fueron motivado por los requisitos litúrgicos, por la disposición económica de la congregación u obispo que la financiara, y por las formas constructivas locales e incluso por la disposición de los materiales, ladrillo, piedra, madera u hormigón. Los cambios fundamentales respecto a la basílica romana habían sido, entre otros, la reducción de los distintos ábsides a uno sólo. La localización de la entrada, que La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción hasta entonces se emplazaba en el costado o lado mayor de la construcción, pasó a situarse en el lado menor y opuesto al que ocupó el único ábside. Este acceso se realizaba a través del nártex, el cual, aunque en algún caso quedó integrado dentro del edificio como podemos ver en Santa Inés Extramuros, en el mayor número de ellos, quedó antepuesto a la fachada frontal. El ábside que había pasado a formar parte de casi todos los edificios romanos, termas, mercados e incluso de la vivienda, al quedarse detrás del crucero y presidido por el gran arco triunfal que daba paso al tabernáculo, tomando un mayor recogimiento, quedó como un elemento patrimonializado por el edificio religioso. de recuperarlas para devolverlas a su primitivo estado. De estas fuertes transformaciones son ejemplos notables San Juan de Letrán, en Figura 286: Planta de la Basílica de San Juan in Laterano. Roma y San Pedro en el Vaticano, que nada tiene que ver con la vieja basilíca. Figura 285: Principales focos del Cristianismo. Desde que se promulga el edicto de Milán, hasta la fecha fijada como final del período que hemos señalado para nuestro estudio, muchas basílicas fueron construidas en Roma. No obstante, pocas de las que aún se conservan nos ayudan a tener una visión real de lo que fueran aquellas primeras construcciones. La etapa renacentista y también la medieval, se encargaron de repararlas o reconstruirlas para incluirlas en la arquitectura del momento y sin ninguna preocupación, salvo casos excepcionales, El mismo año que se proclamó el edicto de Milán (313), Constantino regaló al obispo, (Papa San Melquiades), el Palacio del Cónsul Sextus Lateranus, que había sido confiscado por Nerón para Palacio de los emperadores "Domus Faustae", y que fue cedida por Constantino para residencia del Obispo de Roma. Junto al Palacio, en el lugar que habían ocupado los cuarteles de caballería, se levanto San Juan in Laterano o Basílica Lateranense. Las obras debieron coincidir con la construcción del arco de triunfo de Constantino, aunque fue consagrada por el Papa Silvestre I en el año 324, y finalmente, dedicada a San Juan de Letrán. Se tuvo como la madre de todas las basílicas. Tambien fue conocida como Basilica Constantiniana y desde hace buen tiempo es la catedral de Roma. Por el lujo interior que alcanzó debió ser objeto de múltiples donaciones. Fue expuesta a todo La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción tipo de saqueos y salió totalmente dañada del terremoto del año 896. Ha sido reconstruida varias veces y estado sometida a las intervenciones de arquitectos como Giovanni di Stefano. En 1645 Francesco Borromini, a quien se debe el lujosísimo barroco que hoy lucen las naves, la reconstruyó dejando enterradas las columnas originales en el interior de las regias pilastras actuales. De Alessandro Galilei (1735), es la actual y gigante fachada corintia. El largo y alto transepto es consecuencia de una intervención medieval. 8 metros. Un prolongado transepto que sobrepasaba, en longitud, el ancho total de las naves, se interponía, transversalmente, entre ellas y el ábside. San Juan in Laterano Figura 288: Fachada actual de San Juan de Letrán. Figura 287: Interior de San Juan in Laterano, según el fresco realizado por Dugeht. Con todo, el aspecto que hoy presenta poco tiene que ver con la construcción constantiniana. Un fresco de 1650 ha inducido a muchas equivocaciones al presentarla como una construcción con arcos en su nave central. El grabado de Dugeht se tiene como el documento más fiel y válido. No obstante, todas estas reproducciones son reconstrucciones hipotéticas realizadas después de producirse su ruina y por ello, han de observarse con recelo. La construcción del tiempo de Constantino disponía de 5 naves que alcanzaban una longitud de 75 metros, y cuyas amplitudes eran de 17 metros para la nave central, en tanto que las laterales se aproximaban a los tomó para sus muros la típica fábrica romana, que se conformaba por un núcleo de hormigón encerrado, en toda su envolvente, por una hoja de fábrica de ladrillo. Este muro exterior de la basílica constantiniana, con un espesor de 1,70 m. sobre una cimentación que alcanzó los 10 m. de profundidad, es todavía una obra gruesa para la delgadez que habría de caracterizar a la construcción de la basílica paleocristiana. Quince grandes columnas de marmol rojo separaban la nave principal de cada una de sus dos colaterales y 22 columnas de menor diametro, de mármol verde, colacadas sobre altos pedestales, separaban las naves laterales entre sí. Sobre las primeras, un arquitrabe soportaba al muro de la nave central en cuya parte alta se abrían grandes ventanas, las cuales se resolvían mediante arcos de medio punto, para iluminar este espacio. Sobre las columnas menores, el muro intermedio descargaba por medio de arcos de medio punto de muy corta luz. Sobre el grueso muro exterior, también se abrían ventanas, resueltas de la misma forma que se han descrito para la parte alta del muro de la nave central. La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción Interiormente debió ser muy lujosa, no sólo por sus magníficos capiteles corintios, traídos probablemente de edificios romanos arruinados, sino porque todo el muro estaba decorado con hermosas placas de mármol, de variados colores. Igualmente se trataron las enjutas de los arcos de la arcada intermedia, que estaban aplacadas con mármol veteado en verde (serpentina). Como seguiremos viendo, toda la arquitectura de Constantino, estuvo marcada por el colorido y la riqueza interior. El baptisterio de Constantino, de planta octogonal, levantado por el Papa Sixto III y que se localiza en el costado derecho de la basílica y al que volveremos a referirnos al estudiar los edificios de plantas rotondas, se salvó exteriormente, del maquillaje barroco. Pero para entender mejor a la construcción de la basílica paleocristiana es mejor tratar de hacerlo en San Pablo Extramuros y fundamentalmente en otras basílicas menores como en Santa Inés Extramuros, Santa María del Trastevere o en La Santa Sabina, en Roma, y más tarde, en San Apolinar in Classe, en Rávena. Santa Inés Extramuros fue construida por Constantino el año 324 y remodelada por el Papa Honorio I, hacia el año 625. En la primera mitad del siglo VIII se le incorporó el campanario, y hacia el año 1520 la bóveda del ábside y su embocadura o arco triunfal, fueron decorados con valiosos mosaicos. No obstante, es un buen ejemplo de basílica pagana convertida en iglesia cristiana que conserva sus trazas originales, incluso su tribuna debió ser incorporada al cristianizarse, siendo una de las primeras basílicas que tomaron, en razón de la liturgia, a este elemento elevado o "bema" como propio. Su consideración es importante porque junto a San Lorenzo Extramuros es de las basílicas que dispusieron de planta alta en las naves laterales, es decir, "matroneum". También es singular su planta por no disponer de transepto ni de nártex. Aunque las funciones de este último podían encontrar respuesta en el espacio alternativo que crea el pórtico, que se dispone a la entrada y que comunica, por su planta alta, a los matroneos de ambas alas entre sí. La nave central toma una longitud de 22,50 metros y una anchura de 9,70 metros. Sus dos únicas naves laterales, así como el pórtico que se opone al ábside tras superar la fachada principal, toman un ancho cercano a Figura 289: Planta de Santa Inés Extramuros. los cuatro metros. El ábside es semicircular de gran diámetro y corta altura y se cubre con bóveda de cuarto de esfera. Su arco de embocadura se decoró con una franja o arquivolta pintada, que contiene una inscripción latina. En las enjutas se sitúan plafones o platos con escudos, y aún se prolonga el muro por encima de este gran arco para recibir, en este paño superior, un magnífico fresco, muy bien conservado. La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción Figura 290: Interior de Santa Inés Extramuros. Ocho columnas de diámetro importante y altura considerable, sin duda traídas de edificios más antiguos, constituyen cada una de las dos arquerías que separan, en la planta baja, la nave central de las laterales. Estas columnas están estriadas y se adornan con capiteles corintios. La distancia media que separa a los ejes de las mismas es de 2,83m. por lo que los arcos que descargan sobre ellas son de muy pequeña luz. Estos arcos de amplios intradoses, se decoran con arquivoltas muy planas, como en la Santa Sabina. También se adornan, los frentes de los espacios entre arcos "enjutas unificadas", con grandes medallones colocados a eje con las columnas. económica, tenía que aprovecharse de todas las donaciones que le vinieran de derribos o de edificios arruinados, paganos y no paganos. En esta arquería alta, los arcos disponen de modestas arquivoltas y enjutas unificadas, rehundidas. El espacio entre estas columnas de la planta alta se cierra o defiende con bajos pretiles, y por encima del pequeño friso que corona a los arcos, se abren ventanas al exterior, cerradas por celosías. Estos huecos que iluminan la nave central se sitúan a eje con las claves de los arcos de las descritas galerías. Figura 292: Vista interior, desde el matroneo. Santa Inés Extramuros. Figura 291: Santa Inés. Bóvedas de aristas. Otras tantas columnas, lisas y de menor diámetro resuelven la galería alta. Aquí, los capiteles son jónicos y para resolver las diferencias de longitud de los fustes, y tener una misma cota de arranque de los arcos, se emplazan sobre estos capiteles, unas veces delgados ábacos, y otras disimulados cimacios tronco piramidales invertidos, poniendo de manifiesto que la construcción paleocristiana por razones de pobreza Desde el punto de vista de la construcción, también esta pequeña basílica nos ofrece la posibilidad de señalar puntos interesantes de la tipología constructiva que ahora estudiamos. Así, en la planta baja de las estrechas naves laterales vemos como éstas se cubren con pequeñas bóvedas de aristas ligeramente rectangulares. Lo más interesante de ellas es que, dado que la arquería es incapaz de recibir los empujes horizontales propios de dichas bóvedas, éstas se encuentran atirantadas por elementos metálicos que unen la cara posterior de los arcos, a la altura de sus arranques, con el muro de fachada. La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción Igualmente ocurre en el pórtico que se sitúa detrás de la fachada principal. La cubierta se soporta mediante armazones de madera. La nave central se resuelve con armadura de pendolón muy simple, de la que ahora cuelga un bellísimo artesonado plano, acasetonado con grandes relieves y dibujando, en su parte central, una cruz griega o de brazos iguales. En las naves laterales el armazón es triangular, de una vertiente y también aquí nos ofrece otra singularidad constructiva, ya que baja su tirante inferior hasta empotrarse por debajo de los riñones, en los arranques de los arcos de la galería, con lo cual, han de quedar vistos y localizarse a eje con las columnas o apoyos del arco. El campanario añadido en la fecha citada anteriormente, es de base cuadrada, con cuerpo o caña de ladrillo muy sólida. En el cuerpo alto dispone de dos pisos perforados por tres huecos de ventana, resueltas con arcos de medio punto, en cada cara. Pero volviendo a las grandes basílicas y manteniendo la cronología, hemos de reseñar las características que definieron a San Pedro de Roma y a San Pablo Extramuros, cuyos muros adquirieron alturas de considerable importancia. 5.1.EL MURO PALEOCRISTIANA. EN LA BASÍLICA Desde el punto de vista constructivo, el muro de la basílica paleocristiana, es el elemento que mantiene todas las claves necesarias para el entendimiento científico, no sólo del valor constructivo de esta arquitectura, sino que es la pieza capital para comprender el sentido arquitectónico de este período de la Historia de Occidente. simplemente superpuesta y ejecutada a base de vigas de madera de importantes dimensiones y escuadrías,... ...Se trata de una obra de poca calidad, de estética algo descuidada, como si de una construcción provisional se tratara,... ..., y con el aprovechamiento de materiales y elementos constructivos de otros lugares, sin la más mínima preocupación por el aspecto unitario." (J.A.Tineo). Que duda cabe, que en ésta breve reseña encontramos aspectos que atienden, no sólo al carácter constructivo y de la propia teoría de la arquitectura, sino que también, estos renglones encierran manifestaciones que atienden al sentido, e incluso a la postura del cristiano de la época, ante el edificio que alojaba u ordenaba lo que era su razón de ser. Es evidente que la construcción explica excesivas cosas y que sólo hay que arañar en los muros para encontrar respuestas a muchas cuestiones por conocer. Al muro de la basílica cristiana no podemos observarlo, y ni muchos menos tratar de comprenderlo, desde la misma óptica con la que mirábamos a un pílono egipcio, ni con la que lo hacíamos respecto al Panteón de Roma, ni siquiera con la que apreciábamos la Basílica de Majencio. No se trata de ningún alarde de potencia, se concibe como un elemento funcional, necesario para soportar la cubierta, y se tiene como una pared de espesor mínimo, logrado con gran esfuerzo, sin una técnica cualificada ni estereotipada y con una economía precaria. No se puede estar subordinado a la magnificencia de los grandes sillares, se trata Definiendo a esta construcción, el autor de un texto reciente, dice: "Se trata esencialmente de dos importantes muros paralelos, de una gran longitud y ningún tipo de arriostramiento entre ellos, como no sea la techumbre de madera, La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción Figura 293: Condiciones de estabilidad del muro en la basílica paleocristiana. de una pantalla, a la que no se le faculta para absorber empujes de la estructura de la cubierta y mucho menos de bóvedas, por ello cuando ésta aparece como hemos visto en Santa Inés Extramuros o como veremos en Santa María la Mayor, serán de dimensiones mínimas y, desde su origen, requerirán de atirantamientos. Una excepción importantísima, propia de la primera iniciativa del emperador, es San Juan de Letrán, donde el muro es puramente romano con el núcleo de hormigón envuelto en la fábrica latericia, pero eso pertenecería pronto a la Historia y cuando los obispos quisieron proponer nuevas construcciones, tuvieron que aceptar que a una economía endémica corresponde una construcción endeble. Por ello, si en esos muros, realizados con argamasas de cal o ladrillos, sin ningún tipo de control, ni calidad, a los que el enlucido de cal y el estucado tendrían que proporcionarle solidez, se le quiere encontrar algún alarde, esto tenemos que buscarlo en su desmesurada altura y en su exagerada esbeltez. De cuanto aquí hemos expuestos son buenos ejemplos San Pedro en la Colina Vaticana y San Pablo Extramuros. Las dos grandes basílicas, cada una en su tiempo, debieron mantener la atención de todo el orbe cristiano. No obstante, si queremos percibir la rotundidad que el muro impuso en el espacio central de la basílica cristiana, es mejor acudir a la ya mencionada Santa Sabina o, en Rávena, a San Juan Evangelista. Las excavaciones llevadas a cabo durante la década de los cuarenta del presente siglo, y realizadas a 22 pies debajo del altar mayor de la actual Basílica de San Pedro, han venido a revelar que en el siglo II se levantó un martyrium sobre la tumba del Primer Apóstol, que había sido enterrado en un lugar difícil de un cementerio pagano, probablemente e intencionadamente, en un rincón o lugar apartado. Este lugar, identificado como la tumba de San Pedro, se daba por supuesto desde el siglo XVI. El Papa Silvestre I debió convencer firmemente a Constantino de que aquel lugar era la verdadera tumba del Príncipe de la Iglesia, pues, tanto uno como otro, se empeñaron en la empresa de levantar, el año 330 una gran martyria o sala de banquetes que acogiera a la gran peregrinación que, de todos los lugares, llegaban a venerar al apóstol. Así, ambos decidieron construir la enorme basílica, con la imposición de que la tumba debía de quedar en el transepto y en la embocadura del ábside. El lugar más santificado del Cristianismo Occidental. Figura 294: Planta de la primitiva Basilíca de San Pedro de Roma en la Colina Vaticana. Todo ello, a pesar del irregular declive de la vertiente de la colina Vaticana, lo cual suponía un enorme trabajo y un coste desmesurado en obras de explanación y de cimentación. La vieja Basílica de San Pedro en el Vaticano, fue diseñada, probablemente, tomando como modelo a la Basílica Ulpia del Foro de Trajano. Con unas dimensiones que tanto en largo como en ancho, y también en altura, eran similares a las que alcanzaría, diez siglos más tarde, La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción una catedral gótica. La cimentación, constituida como uno de los muchos muros de contención encargados de conformar y contener la gran explanación, tomaba un espesor próximo a los 4,00 metros y estaba conformada exteriormente por ladrillos que encerraban un núcleo constituido por una argamasa cementícia (hormigón) superior a los 2,40 metros de ancho. La explanada quedaba excavada por su parte superior en una altura de desmonte de la colina, próxima a 3 metros y se conformaba por un relleno, por su parte mas baja, que alcanzaba una cota muy igual a la del desmonte antes citado. A este punto, el más bajo de la explanada, se accedía mediante una escalinata de treinta y cinco peldaños. Sobre la cimentación que acabamos de describir se alzaban los altísimos muros, cuya cota de coronación o de arranque de la cubierta era de 34 metros. Más adelante veremos como estos muros, en San Pablo Extramuros, también altísimos, no superaron los 28 metros. Igual que de San Juan in Laterano, lo que sabemos de San Pedro de Roma, es a través de algún fresco y de reproducciones de mosaicos y grabados. La primitiva basílica que al principio sirvió como sala de banquetes funerarios y de peregrinación, fue demolida, en los primeros años del siglo XVI, por Julio II para construir el actual templo, levantado por Bramante y Miguel Angel. Esta construcción, nuevamente, debió resultar muy cara y requerir delicados trabajos en su cimentación, pues la presencia de fallas en el suelo de la Colina Vaticana eran notorias. Durante estos trabajos, se comprobó que todo el suelo estaba ocupado por enterramientos y que la basílica en sus orígenes, había funcionado como lugar de banquetes y como cementerio cubierto. A pesar de la altura que hemos citado para el muro que separaba la nave central de sus naves colaterales, la basílica era de una sola planta, es decir, sin matroneos. Disponía de cinco naves y ocupaba una superficie de 120x66 m2.; la nave central tomaba unas dimensiones próximas a los 96x24 m2., y cada una de las dos laterales que componían cada ala, disponían de una nachura muy próxima a los 10 metros. Los dos grandes muros que separaban la nave central de sus dos inmediatas paralelas, descargaban sobre sendos pórticos, constituidos por 23 columnas y entablamento, en tanto que los muros que separaban, entre sí, a las naves de un mismo ala, lo hacían sobre una arquería de igual número de soportes, a través de 24 pequeños arcos de medio punto. Una característica importante de esta basílica, fue su transepto tripartito, sin otra compartimentación que una pantalla de columnnas que creaba pequeñas capillas en los extremos de cada uno de sus brazos. También gozó San Pedro de Roma de la característica principal de la basílica propuesta por Constantino, el enorme contraste entre el desinterés por el aspecto exterior del edificio y el gran colorido y riqueza del interior del mismo. Las columnas que oscilaban entre 1,18m y 2,50m. de diametro, eran de distintos colores; mármol verde veteado (serpentina), granito rojo, granito gris e incluso un mármol amarillo que era conocido por "giallo antico". Estas columnas estriadas, lucian baquetones verticales, inter-estrias, en su tercio inferior. Las mismas disponían de capiteles corintios y sin duda fueron traidas de otros edificios más antiguos. Figura 295: San Pedro en el Vaticano según un dibujo de 1470. El edificio, a diferencia de San Pablo La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción Extramuros, era parco en iluminación, pues las once ventanas que se abrían en cada muro para iluminar la nave central, eran pequeñas y estaban situadas muy altas. Con todo, y a pesar de la gran altura que tomó su nave central, el ritmo de sus columnas, sus proporciones y el ambiente que generaba el transepto iluminando el espacio comprendido entre el arco triunfal y el ábside, debía constituirse un espacio muy armonioso. La nave central se cubría con un armazón de madera, resuelto a dos aguas, mediante pares y dobles tirantes. Los empujes horizontales tenían que ser anulados dentro y por la propia estructura de cubrición, pués como hemos dicho, los muros no podían recibir, en su coronación, empujes. Por ello y en este caso, se establecía un tirante o puente a la altura del tercio superior del cuchillo y, al mismo tiempo, mantenía el clásico atirantado inferior, que se constituía por dos tirantes paralelos. Estos armazones se distanciaban muy poco, unos de otros. Las naves se cubrian con techos planos, salvo las dos extremas que lo hacían con una bóveda falsa muy liviana, de medio cañón. En la basílica, las dos grandes paredes que separaban la nave principal de las laterales, que paralelamente le acompañaban, se abrian o aligeraban tomando columnas, para comunicarla con los espacios constituidos por dichas naves paralelas. Como hemos visto tanto en San Juan de Letrán como ahora en San Pedro Extramuros y como podemos ver en Santa Maria la Mayor y en Santa María in Trastevere, el muro descargaba en las columnas a través de un sistema adintelado constituido, formalmente, por un completo entablamento. Otras veces, como también hemos visto en Santa Inés Extramuros y como podremos ver en la enorme San Pablo Extramuros o en la Santa Sabina, el muro descargaba en las columnas a través de un sistema de arcos de medio punto. En todos los casos la distancia intereje entre las columnas siempre fue pequeña y a pesar de que el modelo primero que debió inspirar a Constantino fuese la Basílica Ulpia, no puede decirse que la basílica cristiana se limitara al sistema de "basílicas adinteleladas" sino que esto debió quedar a gusto de los constructores o arquitectos, de manera que, como acabamos de decir, con igual frecuencia se sirvieron del sistema adintelado como del sistema de arcadas. No obstante, en las basílicas de cinco naves, el muro que separaba las naves laterales entre sí, casi siempre tomó el sistema de arcos sucesivos, para descargar las acciones gravitatorias del muro sobre las columnas. Muchas veces se ha repetido, y se repetirá en adelante, que el muro exterior de la basílica paleocristiana era una obra descuidada "aglomerar ladrillos sin ninguna preocupación", esta frase entrecomillada se puede leer en cualquiera de los textos de la Historia de la Arquitectura que trate de este período. Esta afirmación es cierta si se limita a las primeras basílicas cristianas construidas en Roma. Veremos como Milán tiene otra forma de tratar y aparejar la fábrica de ladrillo y como el mausoleo de Galla Placidia en Rávena es una joya de la construcción en ladrillo. Del mismo modo veremos que en las provincias Romanas de Africa, el muro seguiría siendo de piedra y, aunque fue labrado con mayor libertad, mantuvo una dignidad que sobrepasaba la lógica falta de control, propia de la obra tardía romana. Figura 296: Interior de la Basílica de San Pablo en un grabado de 1750, del arquitecto G. B. Piranesi. La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción 5.2.- LA ESTRUCTURA DE LA CUBIERTA EN LA BASÍLICA CRISTIANA. Roma era maestra en la construcción de puentes y en densas y complejas estructuras de madera; no obstante, el hormigón que les había ofrecido la posibilidad de la construcción abovedada, les adentró en el desarrollo este tipo de cubrición. Con ello, el armazón estructural había ido perdiendo importancia mecánica al permitírsele el apoyo sobre dichas formas pétreas abovedadas. Ahora, el muro entendido como pared mínima e inmediata, apoyada en una columnata más o menos articulada, incapaz de absorber esfuerzos distintos a los gravitatorios, les obligaba a la recuperación de una estructura liviana, pero capaz de anular, en sí misma, los empujes derivados de toda cubierta inclinada. Por ello, estos armazones debían estar fuertemente atirantados. Evidentemente, esta estructura no era nueva ni supuso ningún planteamiento de alternativas posibles, y muchas basílicas La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción romanas habían dispuesto de ella. Como cuchillo estructural, e incluso como armadura de pendolón perfectamente desarrollado, que controlaba el peso del tirante, la conocíamos, desde el siglo III a.C., en el Bouleuterion de Mileto. No obstante, del mismo modo que si quisiéramos encontrar el sentido arquitectónico del espacio de la arquitectura paleocristiana, habríamos de encontrarlo en el muro y en su sentido de direccionalidad y dramatismo que impone en dicho espacio interior, igualmente, si tratásemos de buscar un elemento constructivo en el que la construcción paleocristiana hubiera volcado todo su esfuerzo y aportado determinantes de evolución, tendríamos que encontrarlo en las armaduras de la cubierta. El ritmo propuesto por el muro a través de los elementos de su columnata, es potenciado por la cubierta, hasta adentrarnos en el místico recogimiento que se establece a partir del arco triunfal, en su penetración hacia el tabernáculo. Las formas que estas cerchas o cuchillos a dos vertientes tomaron para la nave central, fueron: las de "simple pendolón" y las de "doble péndola". Las primeras se acompañaban de un solo "jabalcón" a cada Figura 298: Planta de San Pablo Extramuros (380). lado del citado pendolón central, trabajando a compresión y con descarga muy baja para apuntalar al "par" lo más cercano posible a su punto medio. En muchos casos y dependiendo del ancho de la nave, el tirante era doble, es decir, se constituía por un par de palos que marchaban paralelos y a la separación que le marcaba el grosor del par, que quedaba prisionero entre los elementos del tirante, en su encuentro con el muro. En las de doble péndola, este par de elementos verticales trabajaban a compresión y descargaban en el tirante en puntos que dividían, a la longitud del mismo, en tres partes iguales. En los puntos de descarga de las péndolas, se colocaba, en la cara inferior del tirante, una "zapata" para reforzarlo. En este mismo tipo de cercha, además del tirante inferior, se establecía un atirantamiento interno mediante un puente o nudillo, localizado a un tercio de la altura del armazón. Este elemento horizontal que unía y arriostraba a los pares de la armadura, lo hacía justo en el punto de arranque de las péndolas. En todos los casos, la entrega en el muro del cuchillo o armadura, se reforzaba o apoyaba mediante un "can" prolongado o zapata de cabeza, con el fin de acortar la luz de flexión del tirante. Aunque buena parte de estas estructuras de cubierta están ocultas por magníficos techos o artesonados planos, que cuelgan de ellas desde la etapa renacentista, en su estado original eran vistas y todos los tirantes y zapatas de entrega, así como las vigas longitudinales que servían para colgar de ellas las lámparas, se decoraban profusamente con "pan de oro" o se pintaban con colores brillantes y dorados. Entre las que hoy nos muestran sus armaduras vistas, citaremos sólo algunas de las más bellas, así se muestran: la Basílica de la Santa Sabina y la de Santa Inés, que son de pendolón simple y tirante de sección transversal cuadrada; San Apolinar in La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción Classe y San Juan Evangelista, en Rávena que son de doble péndola con zapatas de refuerzo; San Lorenzo de Roma también muestra magníficos armazones vistos. Sin duda, la mejor estructura de cubierta, por su organización, integración espacial y dimensiones, la debió lucir San Pablo Extramuros, pero hoy se encuentra reconstruida y tapada por su esplendido artesonado renacentista. San Pablo Extramuros fue fundada por el Papa Valentiniano I hacia el año 380, y no se terminó y consagró hasta 60 años más tarde. Se levantó sobre un mausoleo del siglo I. En él se guardaban los restos del Apóstol, emplazado en el camino que comunicaba Roma con Ostia. A esta gran basilíca debió servirle como modelo de proyecto San Juan de Letrán, aunque el arquitecto cambió el entablamento o sistema adintelado por una columnata con arcos de medio punto. El 15 de Julio de 1823, un sobrecogedor incendio, tras una sorprendente explosión, la arruinó casi por completo. Afortunadamente Pio IX, en 1854 decidió reconstruirla respetando la imagen original y aunque hay quien la ha calificado, "como una reconstrucción de equivocada interpretación", puede decirse que es de las pocas en las que su reconstrucción partió de la premisa de recuperar su estado primitivo. Cuando quien la analiza hace algunas abstracciones de algunos elementos y decoraciones facilmente identificables, comprueba que refleja bien, lo que debieron ser las grandes basílicas cristianas y, junto con San Clemente y Santa María in Trastevere, ambas en Roma, constituyen los ejemplos que mejor y más fielmente pueden hablarnos de la basilíca de aquel momento de la historia de la Roma cristianizada. En Santa María in Trastevere, igualmente, sí uno se abstrae de los finos mosaicos de Pietro Cavallini y otras decoraciones, es fácil imaginar a la basílica cristiana con su arco triunfal y ábside, con tribuna. San Pablo de Roma fue la segunda de las basílicas mayores, sólo superada por San Pedro en el Vaticano, disponía de transepto con doble "bema" o tribuna y en ella se situó el baldaquino que guarda los restos del apóstol. Las dimensiones totales de su planta superan los 97x64 m2., midiendo la superficie de su nave central 82x21 m2. y las naves laterales, dos en cada ala, alcanzan un ancho muy próximo a diez metros, respondiendo así a la relación normal de que, el ancho de la nave central fuese el doble del ancho de las naves laterales. Figura 299: San Pablo Extramuros. Fachada. Cuarenta grandes columnas lisas de granito gris de Baveno y diámetros próximos a 1,10 m., soportan al muro que separa la nave central de las laterales vecinas. El muro alcanza una altura de 24 m. y descarga sobre arcos de medio punto de muy corta luz, ya que apenas superan los dos metros de vano entre columnas, tras estrangular sus estribos o apoyos en el capitel corintio que los recibe. Los fustes aunque traidos de edificios antiguos son de sorprendente uniformidad y se coronan con magníficos capiteles corintios, ligeramente desiguales. Los muros que separan a las naves laterales entre sí, descargan sobre igual número de columnas, de diámetro algo menor, pero manteniendo una arquería de igual categoría, aunque con capiteles corintios La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción idénticos. Esto último ha permitido asegurar que dichos capiteles fueron expresamente labrados para esta antigua basilíca. Los arcos se decoran con arquivoltas poco saledizas y en el entablamento se emplaza un friso cargado con medallones de mosaicos que retratan a los Papas. El arco triunfal conserva una decoración compuesta por un espléndido mosaico del siglo V. Las arquerías Figura 300: San Pablo Extramuros. Interior. de las naves laterales, como hemos apuntado, disponen de capiteles corintios, todos iguales y hechos expresamente para esta basílica. En base a la perfección de los mismos, puede decirse que se inicia aquí un renacimiento de las formas, el orden y el refinamiento romano. El cual, se reafirmará en otras basilícas posteriores y, claramente, en Santa María la Mayor. Siempre fue singular el magnífico grado de iluminación de San Pablo Extramuros, pues los grandes ventanales que se sitúan en la parte alta del muro de la nave central, a ritmo con la arquería, en vanos alternados, uno sí otro no, con sus finas placas de alabastro, tamizan una luz de sorprendente calidad. Estos huecos están enmarcados por pilastras corintias. De estas ventanas, se ha dicho que San Pablo Extramuros, antes de la reconstrucción, tuvo siempre vidrieras pintadas, es posible que no fuese esto así y que en origen, dado el alto precio que tenía el vidrio en el siglo IV, naciera con dichas placas de alabastro y que el arquitecto de la reconstrucción tratase de ser fiel a la versión antigua, sobre todo, porque ya en el siglo XIX, le hubiese sido más fácil colocar vidrieras emplomadas. El grabado de Giovanni Piranesi, que muestra ventanas sobre todos los vanos de la arquería, es posible que esté equivocado, ya que todas estas reproducciones son siempre reconstrucciones hipotéticas. La cubierta de la nave central de San Pablo Extramuros que quedó totalmente destruida debió ser magnífica, a juzgar por la estructura que mostraban las naves laterales y el material que pudo aprovecharse. Se resolvía mediante armazones de doble péndola, con puente y atirantamiento inferior de doble viga descansando sobre zapatas saledizas. Las dos naves laterales que componen cada una de las alas, mantenían un sólo faldón soportado por pares, acostados sobre cerchas triangulares en la primera nave, y apuntados por jabalcones en la nave más exterior. Hoy todas estas armaduras están cubiertas por magníficos techos. El artesonado de gran relieve y de ricos lacunarios o casetones de palos dorados sobre fondo blanco, que hoy luce la nave central, es elegantísimo. En el claustro barroco de San Pablo Extramuros "Claustro de los Vassallettos", se puede contemplar una armadura de madera que nada tiene que ver con las de la Basílica, pero que mantiene una calidad acorde, por estar junto a él, y no desmerecer la categoría de la del templo. El elemento que más dificultad presenta en estas estructuras de armazones, es sin duda el tirante. Para él había que seleccionar la madera más duradera, la menos pesada y la más resistente al fuego y a los agentes xilófagos. Cualquier otro elemento puede ser sustituido sin demasiados problemas, pero la eliminación temporal del tirante era bastante difícil. Ningún otro elemento del cuchillo ha de La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción Figura 301: San Pablo Extramuros. El Claustro. La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción alcanzar una dimensión mayor que la del tirante y el empalme de estos palos, trabajando a tracción, requiere la unión más cuidada y el uso de cortes y ajustes en forma de rayos de Júpiter, así como el enfundado por cordal o por bridas y horquillas metálicas. En las estructuras de pendolón esta unión ha de quedar lejos de la horquilla de dicho elemento vertical; y en las de doble péndola, lejos de la unión o descargas de estas en el tirante, por ello estas uniones no fueron frecuentes en los armazones de la basílica. raramente superaba los dos metros y medio. Las maderas que se usaron fueron siempre maderas muy secas y probadas, lo cual no era difícil de lograr ya que procedían de otros edificios antiguos. Con todo, la mejor madera que se podía usar era el cedro, pero esta procedía de Oriente Próximo y era muy escasa. En sustitución de ésta, se prefería el enebro que procedía de Creta y de otras islas de aquella parte del Egeo, el cual tampoco era muy abundante. Lo más frecuente era encontrar el abeto inferior, el pino y el larigno de la vertiente adriática de los Apeninos y de la Toscana. El larigno era la más escasa de estas últimas citadas y las mejores o más apreciadas eran las de las zonas de Ancona y Pesaro. 6.- ARQUITECTURA DEL CRISTIANISMO, VERSUS ROMANA TARDÍA. Figura 303: Algunas singularidades en las primitivas armaduras de cubierta de las grandes basílicas. El tirante solía dimensionarse con una sección transversal próxima al cuadrado y con una amplitud, para el lado mayor o vertical de dicha sección, que oscilaba entre un 1/35 y un 1/39 de la longitud del tirante. La distancia a las que se colocaban entre sí, los armazones de la cubierta, era la misma que mantenían las columnas entre ellas, y respecto a su posición, unas veces aparecen colocados sobre la vertical de las columnas o machones, y en otras ocasiones, se colocan sobre la vertical de los puntos medios de los espacios intercolumnios o clave de los arcos. Pero en todos los casos, dicha distancia mantiene el ritmo y la separación fijada por las columnas, la cual Desde el año 326 Constantino había trasladado la capital del Imperio a Bizancio y desde el año 353, Milán se había constituido en la Residencia Imperial en Occidente, para poco más tarde terminar siendo la capital del Imperio de esta parte del mundo romano. Para las fechas citadas, tiempos de Teodosio I, estamos ya en los comienzos del siglo V, y si nuestro estudio atendiese a la pura cronología, a estas alturas de la Historia, deberíamos trasladarnos a Milán o quizás a Rávena. Pero como tratamos de estudiar al edificio en razón de su tipología edificatoria, seguiremos analizando un poco más la basílica, de planta rectangular y muros de relativa esbeltez, manteniendo nuestra atención en Roma. Aunque la manía de trasladar su residencia, por parte de los emperadores romanos, a puntos lejanos de la vieja Roma, próximos a los límites del Imperio, terminaría dispersando esfuerzos y provocando, o al menos favoreciendo, la caida del Imperio de Occidente, sin embargo, todos estos soberanos miraron a la desmesurada y vieja Roma como la Ciudad Eterna de la que nunca debían desvincularse. Lo cierto es que Roma terminó siendo una ciudad políticamente arruinada, desordenada La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción socialmente y su capitalidad, se mantenía gracias al floreciente cristianismo y más concretamente a la fuerte cabeza visible que allí había constituido su Iglesia, como consecuencia de los sacrificios de San Pedro y San Pablo. Durante los sesenta años que duró la construcción de San Pablo Extramuros, muchos cambios se habían experimentado en Roma en el aspecto político, social y religioso, otros en la concepción arquitectónica de sus edificios y algunos en la construcción de los mismos. Las influencias, como punto de encuentro de muchos viajeros, llegaban desde Milán, que también surgía como foco importante del Cristianismo donde se construía con una ejecución sobria y refinada. A través de Rávena llegaban las influencias de Bizancio y de Alejandría, donde se sintetizaba la arquitectura de traza romana y la construcción en piedra, que persistía en las provincias romanas de Africa. Las nuevas tendencias y aspiraciones para la nueva iglesia, entendida como edificio, se iban conformando como síntesis del nuevo pensamiento cristiano. Todo ello hace que las grandes basílicas concebidas como martyrias, salas de banquetes y cementerios cubiertos, construidas a la sombra de los materiales procedente de derribos y edificios ruinosos, queden al margen para dar paso a edificios de menores proporciones, más controlados y de programas más ceñidos a la nueva liturgia. Este renacimiento o retorno a la mejor construcción romana, desarrollada en tiempo de Trajano, se hace notorio ya en los capiteles y naves laterales de San Pablo Extramuros, y se manifestó más claramente en Santa María la Mayor y en La Santa Sabina. Esta operación fue el objetivo principal de Sixto III que implicó en este concurso a los mejores arquitectos del momento, siendo el mejor ejemplo de este "Renacimiento Sixtino" el Baptisterio Lateranense, propiciado por dicho Papa. Santa María la Mayor, emplazada en la Colina Esquilina, fue fundada hacia el año 352 por el Papa Liberio en el lugar donde cayó una importante nevada, en verano. Por ello fue levantada y es conocida, también, como Santa María de las Nieves. Fue reedificada por Sixto III en el año 432. La fachada actual es de Ferdinando Fuga, pero afortunadamente el barroco de la fachada no pasó de aquí y su interior refleja bien lo que fue la basílica cristiana del siglo V. A pesar de tratarse de una basílica de sólo tres naves debió servirle de modelo San Pedro de Roma. Completamente arquitrabada, sobre las columnas lisas, de su nave central, dotadas de basa ática y capiteles jónicos, se alza un entablamento clásico compuesto por tres platabandas en su arquitrabe, friso de poca decoración y una marcada cornisa de canes o mensulillas. Antes del arco triunfal, la columnata se abre con sendos arcos laterales, que sobrepasan a la altura del friso, para comunicar la nave central con las cabeceras de las naves laterales. En la parte alta de este muro se resaltan pilastras, de traza trajana, Figura 304: Interior de Santa María la Mayor. las cuales nacen del entablamento, de manera que conforman o encuadran cuarteles coronados por arcos de medio punto, en los que se alternan ventanas y mosaicos. Las citadas pilastras corintias, son completas y disponen de basa sobre basamento, fuste estriado con baquetón en el tercio inferior y capitel corintio de volutas muy resaltadas. Sobre dichas pilastras, se sitúa un tímido friso de poca decoración y, por encima de éste, se repite la cornisa de La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción canes que resolvía el encuentro del muro con la cubierta. Hoy, esta cornisa enmarca el encuentro de dicho muro, con el magnifico artesonado plano de dorados lacunarios. En los muros de las naves laterales extremas se adelantan soportes, que se reducen a pilastras después de resolver los nichos bajos que contrarrestan a las pequeñas bóvedas de aristas que cubren a estas estrechas naves laterales. Dichas bóvedas de aristas, son de plantas rectangulares y quedan atirantadas por elementos metálicos que se anclan en los arcos fajones que definen a las citadas bóvedas. Santa María la Mayor con su planta que evoca a la basílica de origen pagano está clasificada, junto con La Santa Sabina, como el mejor exponente del renacimiento que venimos describiendo. Por su refinamiento interior, esta primitiva basílica está considerada como la más hermosa de todas ellas. La Basílica de la Santa Sabina fue construida algo antes que Santa María la Mayor y que San Lorenzo Extramuros, hacia el año 425, y quedó situada en el Aventino. Junto con San Clemente y con la citada Santa María la Mayor, muestra claramente que el renacimiento sixtino se ocupó, fundamentalmente, de la ejecución cuidadosa, de la utilización de materiales nuevos (no procedentes de derribos) y del uso de elementos labrados para el propio edificio; es decir, atendió más a la recuperación de las técnicas y calidad constructiva que a otros parámetros ideológicos más profundos. Figura 305: Interior de La Santa Sabina. En La Santa Sabina, como venía ocurriendo en toda la arquitectura del Cristianismo Primitivo contrasta la sencillez de la planta y la sobriedad del exterior de la construcción en ladrillo, con el refinamiento y la riqueza que mostró su interior. En San Clemente, la fachada, con su nártex antepuesto, se mantiene muy igual a la de San Pablo Extramuros y, se supone, que también a la primitiva San Pedro de Roma. Figura 306: Detalles de la arquería de la Santa Sabina (Roma 432). San Lorenzo Extramuros a pesar de tratarse de un conjunto que enmarcaba a dos iglesias unidas por sus ábsides, como vimos en los templos romanos de Venus y Roma, y de disponer de matroneos, mantiene, al igual que todas las que ahora reseñamos, su identificación con las primitivas basílicas cristianas nacidas de inspiración pagana. En las tres naves de La Santa Sabina y fundamentalmente en los elementos que componen su ordenada arquería, se respiran los aires más puros de la arquitectura romana, la cual hemos definido como aquella que tiene lugar una vez superada la influencia helenística. La arquería compuesta por arcos de medio punto, hábilmente peraltados, dan lugar a alfices y enjutas bien definidas. Sus La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción columnas corintias estriadas de carácter puramente romano con baquetonado del tercio inferior del fuste y basas dobletóricas sobre pequeño basamento cuadrado y capiteles corintios, disponen de trazado y formas muy romanas. Pero todo ello no es más que una recuperación científica del lenguaje clásico romano, aunque es frecuente que La Santa Sabina siempre se haya puesto como modelo singular de la Arquitectura del Cristianismo. 7.- LA CONSTRUCCIÓN DE LA BASÍLICA CRISTIANA EN LAS PROVINCIAS ROMANAS. Roma que había violentado a sus provincias en materia de impuestos, fue enormemente liberalizadora y generosa maestra en materia de edificación. Por ello, los pueblos no debieron esperar a los tiempos decadentes para mostrar sus peculiaridades y técnicas constructivas locales. En consecuencia, no hubo cambios significativos en la forma de construcción en las provincias romanas, durante el período señalado como "Arquitectura del Cristianismo" que no fueran debidos a la crisis económica o a las corrientes funcionales de la nueva basílica. De todas formas la represión económica se hizo notar de manera más dura en Roma que en el resto del Imperio. relevantes Figura 307: Basílica de Hermópolis (Egipto). núcleos religiosos de la costa de Mauritania; Cartago y Túnez lo hicieron en Bizacena (Tunisia); Cirene en Cirenaica y Alejandría en Egipto, fueron los centros religiosos de las provincias africanas de Oriente. En Egipto, donde la planta de la basílica se hizo más pequeña y la construcción más sólida y compacta, fue frecuente que desapareciera el transepto y que se conservara el nártex. Las naves laterales se prolongaban hasta que el ábside quedaba flanqueado por dos cámaras laterales. Tanto en Egipto, como en Siria y en Creta, que durante este período fue más provincia africana que de la costa del Egeo, el ábside se constituyó trilobulado. La iglesia levantada hacia el año 435 en Hermópolis es el mejor ejemplo de ello. En la Basílica de Deir-el-Abiad, pueden observarse, mejor que Como hemos hecho en Roma, en estas provincias romanas sólo citaremos, de las muchas basílicas que se construyeron por todo el mundo cristinizado, los ejemplos más notables, según nuestro parcial punto de vista; y sólo algunas de ellas, serán analizadas someramente. Ello, en razón a la limitada extensión que este capítulo debe ocupar en esta pequeña Historia de la Construcción, en la que no podríamos ni enumerar todas las construcciones de las que existen restos arqueológicos. Tampoco ello aportaría demasiado a nuestro objetivo. En las provincias africanas muchas ciudades fueron cristianizadas y adquirieron un gran protagonismo durante los siglos IV y V. Tipasa, Djemila y Tebessa en Numidia (Algeria) se manifestaron como Figura 308: Monasterio Blanco en Deir-el-Abiad. La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción en ninguna otra construcción, no sólo las connotaciones locales de traza y diseño, sino también las técnicas constructivas egipcias más tradicionales. En la citada basílica, conocida como el Monasterio Blanco y levantada a mediados del siglo V, podemos ver la regia elaboración de los potentes muros en esviaje, coronados con nacelas y labrados con sillares de piedra caliza, de dimensiones importantes y colocados a hueso. La planta quedó conformada por nártex y cuerpo basilical de tres naves. El transepto desaparece o se funde con el ábside para abrigar un santuario trilobulado. Cambios idénticos pueden observarse en Cirenaica y en las otras provincias citadas. No obstante, en estas provincias romanas del Norte de Africa fue el nártex el elemento que resaltó las particularidades locales, mostrándose cerrado por muros y no porticado como se resolvió en otras latitudes. En todo el Africa cristianizada la construcción fue una prolongación de la construcción pétrea, en su más pura traza romana. Las plantas se trazaban geométricamente perfectas, como Roma había enseñado y exigido. Así, se trataba a la piedra con las mismas leyes de estereotomía, aunque, en general, la fábrica se labrara ahora con sillares más pequeños. De esta forma, aunque se sacrificaba la grandiosidad del Imperio, se lograba una escala humana nueva y se disponía de mayor facilidad de manipulación de los sillares. Esta fábrica constituida por sillares pequeños o medianos, se reforzaba con cadenas de bloque mayores que, en ocasiones, se unían mediante grapas. La piedra fue siempre la caliza local e incluso los capiteles, que fueron siempre los elementos más transportados de toda la construcción romana y que en otro tiempo venían de canteras próximas a Roma, eran ahora de labra local. En contadas ocasiones se recibieron capiteles y fustes de Constantinopla. Recordemos que el muro de la basílica paleocristiana, en Roma, tenía vocación de esbelta pared y que, en ocasiones, los historiadores para expresarse más rotundamente, la han calificado de "cartulina" dispuesta para servir de soporte a pinturas y mosaicos. Con igual intención, podemos decir que en Siria y en Oriente Próximo el muro tomó la función virtual de cortina que, secuencialmente, dividía el espacio mediante paños sucesivos. En Africa, donde el helenismo se había purificado hasta manifestarse toscamente e imponer sus connotaciones locales, el muro se levantó fuerte y pesado, y por lógica razón de la climatología, se abría con ventanas más pequeñas que las que eran normales en las basílicas constantinianas. Quizás la nota más diferenciadora de las basílicas cristianas de Africa, es la ocupación de la boca del ábside por una columnata de tres arcos que descargaban al arco triunfal del santuario, el cual tomaba aún mayor recogimiento. Este tríptico columnario estaba presidido por una grada y, en él, el arco central era claramente de mayor diámetro. Esta solución de apeo de arcos mayores fue aceptada con gusto por Constantinopla y la veremos, con total frecuencia, en la arquitectura bizantina y otomana. Figura 309: Solución de apeo del gran arco mediante arcos menores. En Siria y en su provincia vecina de Fenicia, donde Palmira, Antioquía y la Tripolitanía libanesa se constituyeron como núcleos La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción fundamentales del Cristianismo, el transepto se conformó con cellas en sus extremos, es decir, tripartito, y las naves laterales se prolongaron más allá del transepto para cerrar la cabecera de la basílica mediante tres ábsides paralelos. Fueron frecuentes las iglesias en forma de cruz, como muestra la planta de la Martyria de San Babilas en Antioquía, junto a la ciudad antigua. De todas formas es el área donde se han conservado menos construcciones, e incluso los restos arqueológicos excavados son pocos y parciales. La planta es también pequeña y los muros gruesos y sólidos, de hecho se labraban con sillares de mayores dimensiones de las que hemos señalado en Africa del Norte y con un núcleo enripiado. La construcción es mediante arcos y se introduce la bóveda e incluso la cúpula de la que eran buenos maestros por tradición y vecindad Figura 311: Planta del enorme conjunto desarrollado en Qal't Siman. Final del siglo V. Figura 312: Detalle de la construcción en piedra. En el Conjunto de Qal't Siman. Figura 310: Planta de San Babilas en Antioquía. "persa-sasánida". Ellos fueron los que devolvieron la técnica, ya evolucionada, de la cúpula a Bizancio. El enorme conjunto sirio de Qal't Siman, definido como martyrium con planta de cruz, se conforma por cuatro basílicas ortogonales que se unen a través de crucero octagonal de pura traza romana con dobles columnas y grandes arcos con arquivoltas de espléndida labra y dimensiones. Una de estas basílicas de tres naves mantiene el nártex, otra el triple ábside y las otras dos podrían, en el conjunto hacer, funcionalmente, las veces de un transepto prolongado. En el período final de la etapa de Constantino, en la provincia romana de Palestina y sobre los Santos Lugares se construyeron muchas martyrias. Casi todas fueron rotondas u octagonales, de planta unitaria, y cuyos restos incompletos pertenecen a la arqueología. En ocasiones se ha tratado de justificar, con razones locales o de localización geográfica, estos cambio en la forma de la planta respecto a los martyrium romanos, pero es posible que no haya que buscar otra motivación que la de que las dos grandes obras de Constantino, en estas latitudes, respondieron a plantas de este tipo y que, probablemente, estos edificios sirvieron de modelo, en el área, a otras construcciones. Los Lugares Sagrados de Palestina, junto La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción con Roma, congregaban peregrinaciones de todo el mundo cristianizado, por lo que Constantino, quizás a instancias de Elena, su madre, que había encontrado la Santa Cruz, hizo construir, en el Gólgota, un conjunto de edificios en el que además de una basílica de cinco naves, se emplazaba la gran Rotonda de la Anástasis (resurrección) o del Santo Sepulcro. Se trataba de una construcción levantada en el lugar donde Cristo había resucitado y donde se acogiera el Sepulcro Santo. Constantino decidió construir, tanto el referido conjunto como la Basílica de la Natividad en Belén. Esto debió coincidir, con el momento en que él trabajaba o proyectaba, con los arquitectos más audaces e innovadores del momento la construcción del Baptisterio Lateranense y el mausoleo de su hija Constantina "Mausoleo de Santa Constanza". La invitación de Constantino a la construcción de estas obras con cargo al Estado, debió llevar consigo ideas sobre las formas y categoría que pretendía para estos edificios, por lo que es posible que los arquitectos partieran de las mismas premisas, e introdujeran la nueva forma en las citadas construcciones. Pues no es difícil relacionar y enlazar al Santo Sepulcro con Santa Constanza, de la que trataremos más adelante al estudiar el edificio rotondo. Igual paralelismo puede establecerse entre el Baptisterio Lateranense (aunque este no fuese construido hasta bastante más tarde) y la cabecera octogonal de la Basílica de Belén. No obstante, el parentesco más profundo de la forma de dicha cabecera de la Basílica de Belén lo podemos encontrar en el Mausoleo de Diocleciano en Spalato. El Santo Sepulcro se constituía por un muro curvo, formalmente muy potente, que encerraba un circulo de 33 m. de diámetro y que estaba labrado en piedra local, con grandes sillares. Su planta definía un deambulatorio, con tres pequeñas exedras sobre sus ejes ortogonales, que circulaba Figura 313: Plano, de 1683, del Santo Sepulcro. Figura 314: Rotonda y Basílica de la Anástasis en el Gólgota (Monte Calvario), año 326. alrededor de una arquería también rotonda y sobre la cual corría un matroneo. Ambos espacios se cubrían con bóveda de cañón. La citada arquería se constituía mediante ocho soportes que definían una cruz griega (de brazos de igual longitud) y, entre ellos, cuatro juegos de tres columnas, que se ha dicho representaban a los apóstoles. Esta construcción rotonda se veía cizallada por una fachada plana, y sobre el espacio central rotondo de dos niveles de arquerías, se elevaba un muro a modo de tambor en el que se habrían grandes ventanas que iluminaban cenitalmente al mismo. El edificio debió coronarse con una bóveda La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción hemisférica; no obstante, la bóveda es posible que fuese reemplazada por una cubierta cónica con lucernario central, según muestra el grabado de 1609 de J. Callot, que aparece en los construcción fue ampliada, en tiempo de Justiniano, prolongándose longitudinalmente en ambos sentidos. En esta reforma desapareció el octógono transformándose en un presbiterio trilobulado, es decir, tomó tres ábsides; de esta forma, los dos laterales se enfrentaban entre sí, definiendo un transepto rematado por dichas exedras. Definida así, la construcción actual es más propia del período de Justiniano que de la etapa de Constantino, a pesar de que es una de las pocas basílicas calificada como "basílica constantiniana". Figura 315: Rotonda de la Anástasis. (Grab. de J. Callot). textos de Richard Krautheimer. De todas formas el conjunto fue motivo de muchas remodelaciones y la planta de su basílica aún es motivo de grandes especulaciones. El sepulcro de Cristo quedó alojado en un baldaquino central "Baldaquino de Constantino", y la construcción, que gozó de todas las subvenciones de Constantinopla como capital del Imperio, quedó terminada el año 351. Los arquitectos que trabajaron en la obra primera fueron, el sirio Zenobio y Eustacio de Constantinopla. La Basílica de Belén fue construida hacia el año 333 y se conformó por un edificio de planta cuadrada de unos 29 m. de lado, que alojaba un cuerpo basilical de cinco naves longitudinales, y un octógono en su cabecera, que sustituía al ábside, a la vez que interrumpía al bajo transepto. Desde una amplia explanada se accedía a un atrium rectangular y a un nártex, que a modo de propíleo se anteponía a la basílica. El octógono tenía cubierta piramidal con apertura cenital y, en el suelo, se abría un hueco protegido por una barandilla por donde se asomaban los peregrinos para mirar la cueva del Nacimiento. Esta Figura 316: Basílica de la Natividad en Belén. Más tarde, volveremos de nuevo a esta construcción de Belén para precisar algunos detalles de su construcción y en razón del interés que, desde el estudio del edificio de planta o espacio central, mantiene su cabecera rotonda. Desde Tarso a Thesalónica, en toda la costa de Asia Menor y El Egeo, la fecunda labor de San Pablo junto con el traslado de la capital del Imperio a Constantinopla, hizo que un gran número de ciudades como Éfeso, Nicea, Pérgamo, Mileto, Corinto y las dos citadas inicialmente entre otras, encontraran en el Cristianismo una nueva sabia de resurgimiento. En todas estas ciudades se levantaron grandes iglesias y monasterios, cuya construcción atrajo a un gran número de arquitectos y constructores. La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción Figura 317: Planta de Santa Tecla en Meriamlik, (entre Tarsus y Perge), en Turquía. Entre tanto, la planta basilical sufrió importantes transformaciones. Sobre las formas heredadas de Occidente, se fueron recogiendo las lógicas iniciativas de la gran actividad constructiva y las influencias y corrientes que llegaban de las otras provincias de Oriente. Así, fue frecuente la pérdida del transepto, como vemos en la basílica adintelada de San Juan de Estudio, en Constantinopla y en la de Acheiropoietos, en Salónica. También aparece la prolongación de las naves laterales para componer cámaras, con ábsides o sin ellos, en sus fondos, a uno y otro lado del ábside de la nave central, como ocurrió en la planta, de magnífico trazado, de Santa María de Éfeso; y no fue extraña la planta en cruz o de espacio unitario de la primitiva Santa Sofía, levantada por Constantino cerca de su palacio en Constantinopla, probablemente semejante al Santo Sepulcro del Gólgota, y desaparecida tras un pavoroso incendio que la destruyó por completo. Estos fueron los factores innovadores más importantes en la construcción de la basílica en el Imperio de Oriente. Otros cambios dignos de reseñar fueron: la implantación de la cúpula en el centro del edificio, como en la ya citada iglesia de Éfeso; la introducción del ábside de influencia cretense y asiática que quedó inscrito en un macizo que exteriormente se manifestaba poligonal, como en San Sergio y San Baco, en Constantinopla, cuya construcción se había iniciado ya en el ocaso del siglo V; y por último, la generalización del uso de la mampostería pétrea de pequeños sillares, horizontalmente fajeada y ordenada por verdugadas de ladrillos. Dicha forma de reforzar las fábricas, se había desarrollado en el Norte de Africa y en Tripolitania, y fue muy frecuente en Creta y en toda la Costa del Egeo. Este aparejo, definitivamente aceptado, fue empleado en la construcción de la muralla de la nueva capital del Imperio, en la que aún podemos verla y percibir la presencia romana en el Estambul actual. Pero con todo, nos hemos puesto a las puertas de la construcción de la arquitectura bizantina. Por ello, tras reseñar brevemente la basílica de San Demetrio en Salónica (Thesalónica), nos volveremos a la provincia lombarda de Aemilia y a la italiana Flaminia para emprender el estudio de la construcción en Milán y en Rávena respectivamente. La Basílica de San Demetrio en Salónica era la más grande e importante de las construidas en el Imperio de Oriente hasta el final del siglo V, y a pesar de la reconstrucción de que fue objeto como consecuencia del gran incendio que tuvo lugar en los primeros años del presente siglo, responde al prototipo de basílica cristiana de su tiempo y es la mejor representación de la arquitectura protobizantina, en esta parte del Imperio. Dispone de cinco naves, con dobles matroneos, y su transepto tripartito se acompaña con un deambulatorio que confiere, a su planta, forma de cruz. El escalonamiento que presentan las cubiertas de cada una de las naves, le proporciona una magnífica iluminación. A ello contribuye también el gran ábside, que se manifiesta totalmente calado por amplios ventanales. Los muros, toman espesores relativamente importantes y descargan en amplios soportes, mediante arcos que dibujan dovelas alternadas. Entre dichos pilarones, se emplazan grupos de tres o cuatro columnas que contribuyen a la descarga de dicho muro. Sobre los capiteles, se colocan potentes cimacios troncopiramidales, bien marcados e La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción décadas, pues Teodosio, tras dividir Imperio, trasladó la capital a Rávena. Figura 318: Planta y detalle formal y constructivo del muro en San Demetrio, en Salónica. invertidos, para lograr superar el ancho del intradós del arco o espesor del muro y así, transmitir las carga al capitel y a la columna. De esta forma, un recurso constructivo que media, mecánicamente, entre la recogida del descenso de las cargas que proceden del ancho muro hasta su descarga en la columna, se convierte en uno de los elementos compositivos básicos de la arquitectura bizantina. En San Demetrio los arcos se atirantan exclusivamente en el plano en el que se introducen los empujes, es decir, en el plano definido por la arquería. Los doce metros que tiene de amplitud la nave central, se cubren con una sencilla estructura de madera, de "parhilera" par, hilera y tirante, es decir, sin pendolón, jabalcón, ni nudillo. En cambio sí luce pequeñas mensulillas o canes en el apoyo de cada armazón en el muro. Las naves laterales se cubren mediante faldones a una vertiente de pares "a la molinera o en cobertizo". el Durante este tiempo Milán y Tréveris se convirtieron en los principales centros de la Iglesia, pero fue Milán la que se manifestó como el foco más atractivo de la producción arquitectónica del momento. Arquitectos de muy diversos lugares acudieron a la ciudad y, en consecuencia, surgieron plantas de edificios con matices notoriamente diferentes. No obstante, en concordancia con las aspiraciones de este nuevo centro imperial y capitalino, se desarrolló una Arquitectura Monumental que encontró mayor carácter de uniformidad en las formas y modos de construcción que en cualquier otro factor de diseño y composición. Sin duda, la Iglesia de San Lorenzo fue la construcción más importante levantada en Milán durante el siglo IV, no sólo por el volumen de obra que la construcción representa sino por la categoría arquitectónica del conjunto. No obstante, nosotros dejaremos aquí a esta veterana e inmensa construcción a la que volveremos más tarde, en razón de la morfología de su cuerpo básico, al estudiar el edificio de planta central. Mientras tanto, seguiremos examinando otras edificaciones ligeramente más tardías, pero cuyas plantas, se desarrollan más cercanas al modelo basilical que aquí estamos estudiando. 8.- LA CONSTRUCCIÓN DE LA ARQUITECTURA PALEOCRISTIANA EN MILÁN Y EN RÁVENA. Milán había sido, desde el año 353, residencia imperial y poco tiempo más tarde, el año 373, arrebató a Roma la capitalidad del Imperio. No obstante, sólo disfrutó de esta condición, algo más de dos La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción Figura 319: Detalle del aparejo del muro en San Simpliciano en Milán. Además de la iglesia que acabamos de citar, se construyeron, en Milán, otros edificios religiosos, todos ellos de magnífica construcción y entre las que cabe destacar la Basílica de las Santas Vírgenes, más conocida por San Simpliciano por haber sido levantada por este obispo. Esta, dispone de planta de cruz latina de amplias dimensiones, con nártex, transepto prolongado y crucero ochavado. Sus muros están aparejados con una magnífica fábrica de ladrillo, dotada de fuertes pilastras unidas y coronadas por arcos ciegos, constituidos por una sola rosca de ladrillos, presentadas a tizón y bien recortadas en su trasdós a modo de disimuladas arquivoltas. Estos arcos toman diámetros o luces ligeramente superiores a la distancia que separa una pilastra de sus contiguas, lo que hace que el arranque de los arcos aparezca como estrangulado, ya que es algo menor el ancho de dichos arranques que el de las pilastras en las que se apoyan. Aunque la construcción no sea el mejor ejemplo de orden compositivo, si lo es en cambio, para la magnífica ejecución a que se llegó en la obra de fábrica de ladrillo, de tradición milanesa. La Basílica de Santa Tecla, excavada hace apenas treinta años en la actual Plaza del Duomo delante de la catedral gótica, era de grandes dimensiones como todas las iglesias de Milán, disponía de cinco naves, transepto con tribuna, y un gran ábside que debió ampliarse y triplicarse en la etapa medieval. El transepto no se manifestaba al exterior, ya que sus alas quedaban enrasadas con el muro lateral de la basílica. Otras grandes iglesias debieron construirse en Milán, entre las que no pueden dejarse de enumerar San Nazario y San Juan de Conca. La constante que presidió a la construcción milanesa, fue la potencia de los muros de sus construcciones, gruesos en sus dimensiones y serios en su aparejo, constituidos por fábricas de gruesos ladrillos con juntas finas (poco mortero) y cuidadísima labor. Estos, se acompañaban de resaltos verticales o pilastras "bandas lombardas o lesenas" y arcos ciegos y de descarga, empotrados o enterrados en la propia fábrica como vimos en el Panteón de Roma. Con todo, y desde nuestra óptica constructiva, lo más importante fue la escuela de albañilería que se creó en Milán, la cual irradió su influencia por todas las provincias del norte. Ella, dejó buena muestra de su hacer en Tréveris, Colonia y, definitivamente, constituyó la base de la construcción de todos los edificios de Rávena. El año 402, Honorio traslada la capital del Imperio de Occidente de Milán a Rávena. Esta ciudad situada en el Adriático, que había sido subsidiaria de Milán y que había tomado gran protagonismo comercial y religioso por su magnífica situación geográfica, se había constituido en el enlace entre los dos imperios. Desde el punto de vista de la arquitectura, Rávena fue el mejor baluarte y la ciudad receptora de las propuestas que se gestaban en Bizancio y en las costas del Egeo. No obstante, en lo relativo a las formas y técnicas edificatorias, mantuvo siempre la tradición constructiva milanesa. Pero fue Gala Placidia, hermana de Honorio, quien hace que hacia el año 425, Rávena alcance su momento de mayor esplendor. Ello se mantendría, al menos hasta la reconquista de Justiniano (527), aunque hacia la mitad del siglo V, fuera ya arquitectónicamente conquistada por el bizantinismo, lo cual se manifiesta de manera clara en tiempo de Teodorico (490). Para nuestro estudio, el mayor interés radica en que, con algunas modificaciones medievales y renacentistas, dispone de un gran número de edificios, bien conservados, de esta época. No obstante, la ciudad se ha ido hundiendo paulatinamente y esto ha hecho que los edificios hayan cambiado sensiblemente su altura y, en cierto modo, su aspecto inicial. También aquí, dada la corta extensión de nuestro trabajo, sólo reseñaremos los edificios más significativos, desde nuestro particular punto de vista. La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción La Iglesia de la Santa Cruz promovida por la hermana de Honorio hacia el año 420, fue reconstruida en la Edad Media, eliminándose su transepto y construyéndose en su lugar una gran torre, no quedando casi nada de la edificación primitiva, la cual también perdió su nártex. Sin embargo el Mausoleo de Gala Placidia, que fue levantado el año 425 junto al ala izquierda del nártex de la citada iglesia, se conserva casi intacto, a pesar de haber sufrido grandes inundaciones. San Juan Evangelista levantada también por Gala Placidia hacia el 425, muestra tanto en su planta como en sus arquerías elementos nuevos que la separan de la tradicional basílica de occidente o latina. Hoy no dispone de transepto y las naves laterales se prolongan más allá del arco triunfal que constituye la boca del ábside, creándose cámaras laterales paralelas al eje de esta gran exedra poligonal, según el modelo de las costas del Egeo. Dicho ábside esta totalmente perforado por ventanas, resueltas con arcos de medio punto y separadas por delgadas columnillas pétreas, igual que vimos en San Demetrio en Salónica. También esta iglesia se ha hundido más de dos metros respecto a su cota inicial. Figura 320: Evangelista, Rávena. Influencias en San Juan En el interior, los muros que definen a la nave central se mantienen sin ninguna decoración, con ausencia de cornisas y arquivoltas en la arquería, lo que potencia la pureza de dicho muro que resulta más esbelto y prolongado, sobre todo al comparar su altura con el ancho de la nave. A ello contribuye también, el hecho de que su estructura de cubrición se presenta vista, luciendo unas perfectas armaduras de madera de doble péndola. La arquería de buenas luces y proporciones, se constituye por columnas de fustes lisos de distintas alturas y añadidos. Dispone de tímidas basas dobletóricas y pequeños capiteles corintios muy abiertos, que se adornan con diminutas volutas sobre las diagonales, siendo estas pequeñas formas jónicas muy prolongadas en su vuelo. Sobre dicho capitel, el cimacio troncónico se manifiesta ya como una pieza muy decorada, que se adelanta al intradós de los arcos, resultando una composición de "capiteles dobles", propio de las provincias orientales. Figura 321: Detalles de algunos capiteles de la arquitectura paleocristiana. El exterior muestra una fábrica de ladrillo, que tanto en su perfecta ejecución como en la composición y labra de todos sus elementos, pone de manifiesto su fidelidad a la tradición milanesa. Así podemos ver las pilastras o bandas verticales de refuerzos colocadas en las esquinas de sus muros exteriores, del mismo modo que los altos muros de la nave central se acompañan de estas bandas resaltadas y coronadas por arcos ciegos, en cuyos fondos o tímpanos se abren las ventanas superiores. Es probable que nos hallamos detenido más de lo deseable en esta iglesia basilical, que ha tenido una nueva reconstrucción después de la Segunda Guerra Mundial, pero hemos querido resaltar la dicotomía existente, a partir de este momento, en la arquitectura de las iglesias de Rávena entre el diseño y la técnica. El primero recoge las nuevas tendencias que llegan del Imperio de Oriente, a través de Constantinopla, en tanto que la segunda mantiene su herencia fiel a La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción las reglas de la construcción de Milán. Figura 323: Interior de San Apolinar in Classe. Figura 322: Interior de San Apolinar Nuevo. Rávena. Otras iglesias de Rávena como El Santo Espíritu, Santa Agueda y San Apolinar Nuevo, iban siendo colonizadas en su planta y en su interior por los elementos de la arquitectura del Imperio Romano del Este. En la basílica de San Apolinar Nuevo (495), levantado ya en tiempo del Rey ostrogodo Teodorico, además del "doble capitel" y de las arquivoltas decoradas se introduce, abundantemente, el "opus vermiculatum o musivum", donde los ricos mosaicos de sus muros muestran una larga procesión de apóstoles y reflejan, con gran pureza, la traza y riqueza de la decoración bizantina. En San Apolinar in Classe (535), levantada también por el mismo rey arriano, que había pasado su juventud en Constantinopla como rehén y que nada incomodó al Cristianismo, la riqueza de la decoración musivaria se centra en el ábside. Sin embargo tanto en San Apolinar Nuovo como en San Apolinar in Classe podemos ver, en el intradós de los arcos, una recuperación de la decoración lacunaria, o de los encofrados romanos en artesón, que ya vimos tanto en el Panteón como en la basílica de Majencio y, más tarde, en todos los techos de madera de las basílicas romanas que hemos visto en puntos anteriores de este mismo capítulo. Antes de retroceder en el tiempo para pasar al estudio de la planta o del espacio unitario de los edificios rotondos o poligonales que demandaron los baptisterios y otras construcciones, es importante, desde el punto de vista de la técnica constructiva, hacer constar otro hecho notorio de la construcción desarrollada en Rávena. Ello fue la construcción de la bóveda por medio de roscas horizontales de elementos cerámicos o anforillas. Esta técnica que consistía en la creación de elementos curvos lineales, introduciendo la parte trasera de una anforilla en la embocadura de la siguiente, ya había sido utilizada, como nervaduras radiales de bóvedas, por la construcción doméstica romana. Para ello, se usaron las pequeñas vasijas que habían servido para la distribución del vino o del aceite usado para el cuidado de los gladiadores. Figura 324: Decoración lacunaria, introducida en el intradós de los arcos. Esta misma forma constructiva también había sido usada, mucho antes, en el Próximo Oriente, y es probable que a Constantinopla llegara de Asia, como La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción técnica Sasánida. Pero en Rávena, la novedad puede radicar en que se fabricaron unos ladrillos cerámicos tubulares con forma de trompetillas, exprofeso para la construcción de estas cúpulas y bóvedas. Pero ya la veremos más adelante, al abordar el estudio de las construcciones concretas donde fueron usadas para cubrir su espacio central. en base al espacio unitario desarrollado en el Panteón de Roma, donde encontramos la "unidad absoluta" y que más tarde estos edificios ampliarían sus programas hacía capillas privadas, iglesias palatinas e incluso catedrales, como podemos comprobar en la enorme San Lorenzo, levantado al final del siglo IV y que fue catedral arriana de Milán. 9.- EDIFICIOS PALEOCRISTIANOS DE PLANTAS ROTONDAS O POLIGONALES. Es evidente que la basílica de planta rectangular, era el edificio principal y capaz de dar respuesta a las necesidades funcionales que planteaba el Cristianismo, incluso, a su principio básico de direccionalidad hacia el Santuario. Los edificios rotondos y poligonales, que debió apetecer, en principio, más a Constantino y a la creatividad de sus arquitectos, que a otros motivos propios de la Iglesia, estaban llamados a resolver algunas de las funciones periféricas de la nueva religión. Por ello, estos se emplazaron, en un principio, junto a las basílicas, las cuales, seguían constituyendo el edificio principal de cualquier conjunto. Establecer una larga cadena para justificar la evolución del edificio rotondo, desde el espléndido tholo de Micenas hasta el tardío San Esteban Redondo (final del siglo V), como suelen hacer los historiadores, es realmente fácil. Nosotros, no iremos más allá del Panteón (templo de todos los dioses), para encontrar el modelo apetecible por los arquitectos para la reproducción del edificio de panta circular. Tampoco iremos más allá de la Domus Aurea o de la Minerva Médica para el edificio poligonal, que los arquitectos de Bizancio desarrollarían hasta proporciones monumentales y, cuyos temas, ampliarían con numerosas e ingeniosas variaciones. Redondos u octagonales, tomaron las funciones de martyrias, baptisterios, mausoleos y todos aquellos usos, que requerían focalizar la atención en un punto central. Era lógico que surgieran propuestas Figura 325: Edificios notables de planta circular. Los dos ejemplos más notorios de planta rotonda de la arquitectura paleocristiana, que debieron servir de modelo de otras posteriores, datan del tiempo de Constantino. Ellos son, la Rotonda de la Anástasis o del Santo Sepulcro, en Jerusalén, a la que ya hemos hecho referencia y la Iglesia de Santa Constanza, en Roma. Esta última es la pieza más refinada de estas construcciones. Fue construida hacia el año 349 por Constantino para mausoleo de su hija Constantina. Doce pares radiales de columnas lisas, con preciosos capiteles compuestos y cimacios o entablamentos estrangulados, también La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción radiales, reciben a la magnífica arquería de construirse de la misma forma que la de la Minerva Médica que, para el año 320, se encontraba en construcción muy avanzada (construcción romana tardía). Esta última bóveda se constituyó por amplios nervios de ladrillo según la direccion de sus meridianos y una argamasa de hormigón en recuadros o casetones, sin señalar, reforzados y cortados por fajas o verdugadas horizontales de dos hiladas de grandes ladrillos, colocados en planos según la dirección de los paralelos de la cúpula. Lo más significativo en Santa Constanza es que, el muro del espacio central con su columnata, visto desde el interior, se muestra como el de una basílica en la que las naves laterales son simuladas por el deambulatorio que hemos descrito en el párrafo anterior. Figura 326: Planta y sección de Santa Constanza (Roma). ladrillo, que constituye el núcleo central rotondo. Estos arcos, que gozan de un amplio intradós, están trazados en esviaje y muestran, en sus dobles roscas, un exquisito aparejo visto. Por detrás de esta columnata discurre un deambulatorio cubierto por una bóveda de cañón contínuo que está, toda ella, decorada por mosaicos y contrasta la oscuridad de este espacio con la magnífica iluminación de que dispone el espacio central. Este último se cubre con una perfecta bóveda hemisférica, que también se reviste con cuidadosos mosaicos. Finalmente, en la planta baja, un peristilo exterior y perimetral desemboca en el nártex lubulado de la iglesia. La bóveda del espacio central debió Figura 327: Santa Constanza. Detalle del aparejo de la arquería. El muro curvo del edificio redondo sólo permitía que, concentricamente con él, se desarrollaran columnatas a uno u otro lado del mismo. No se prestaba bien, ni al encuentro de las naves de la planta de cruz, ni resolvía el cruce de la nave principal con el transepto de las plantas basilicales. Por otro lado, la bóveda era la cubrición lógica de estos espacios centrales y su construcción no presentaba grandes dificultades, ni para la planta cuadrada de la que ya se conocían las soluciones ochavadas mediante pechinas o trompas, ni para la planta poligonal. Por tanto, no ha de extrañarnos que, desde los tiempos tempranos de la Domus Aurea de Nerón La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción (cuadrado ochavado), la planta poligonal aparezca como propuesta frecuente en la construcción romana tardía (Minerva Médica, polígono de diez lados), ni sorprendernos de que, los arquitectos de Constantino octógono central, que inicialmente se cubría por medio de faldones piramidales sobre una ligera estructura de madera, pasó a cubrirse más tarde mediante una bóveda gallonada, probablemente, tras la reforma sixtina. Este espacio central se constituyó por una columnata coronada por Figura 328: Iglesia de Santa Constanza de Roma. Vista del interior. encontraran en el octógono soluciones válidas para las plantas de sus edificios. Figura 329: Edificios notables de planta poligonal. Constructivamente, la planta octagonal es la consecuencia lógica de bajar a la cimentación las ochavas del edificio. Este ochavado, se lograba mediante trompas o pechinas, cuando se pretendía cubrir la planta cuadrada con bóvedas hemisféricas. Quizás el modelo más inmediato que pudieron encontrar los arquitectos de la etapa paleocristiana fuera el Mausoleo de Dioclesiano en Spalato, el cual recoge toda la tradición de los mausoleos de la antigüedad oriental. El Baptisterio Lateranense fue construido por Constantino, hacia el año 315, junto a la basílica de San Juan de Letrán. En los comienzos de siglo V fue remodelado por Sixto III, para su incorporación al renacimiento propiciado por el citado Papa. El grabado de Lafréri muestra como el arcos peraltados sobre un dintel anular que le sirve de arriostramiento, y un deambulatorio cubierto con bóveda de cañón circunda al altísimo cuerpo central. Este espacio, se ilumina mediante grandes ventanales, situados bajo la citada bóveda de gallones. Muchos edificios tomaron el octógono para desarrollar su planta y otros lo usaron para resolver el encuentro o cruce de sus naves o de las cabeceras de las mismas. Nosotros sólo haremos ligeras referencias de aquellas, que por sus formas constructivas o por su significación, nos van a mostrar el camino o la evolución hacia la construcción de la arquitectura de Bizancio, a la puerta de la cual nos encontramos al estudiar la construcción de los edificios de Rávena. La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción Así, el martyrium de Qal'at Si'man, modelo de la construcción pétrea de grandes sillares desarrollada en Siria, toma la planta octagonal para resolver el encuentro de las cuatro naves basilicales que conforman la planta en cruz del conjunto. La planta de cruz presenta al cuadrado como la solución más inmediata del espacio central o de cruce de las naves, así lo podemos ver en la Martyria de San Babilas, construida en Antioquía el año 379 y desde luego en el ya citado Mausoleo de Gala Placidia en Rávena. Pero fueron muy pocos los casos en los que encontramos el prisma cuadrado elevándose centrales, los romanos siempre utilizaron la bóveda hemisférica, gallonada o de revolución. Por esta razón nos encontramos con mayor frecuencia el octógono resolviendo la parte alta de estos cuerpos de crucecería. En el Mausoleo de Gala Placidia encontramos el espacio central cuadrado cubierto con una bóveda de media naranja resuelta sobre arcos Figura 331: Sección del Baptisterio Lateranense según el grabado de Lafréri. fajones, y constituye uno de los ejemplos tempranos de esta forma constructiva, que desarrollaría con gran frecuencia la construcción bizantina. Esta pequeña edificación levantada nada más terminarse la construcción de la Iglesia de la Santa Cruz quedó adosada al nártex de la misma, conformando una planta en cruz cuyo brazo mayor quedaba en prolongación del citado y desaparecido nártex. Figura 330: Lateranense. Planta y Sección del Baptisterio limpiamente hasta la cubierta, pues la cubrición de este espacio con armadura de madera en pabellón no estaba bien desarrollada, y en cualquier caso, debajo de la estructura de madera de estos espacios La mayor importancia de este grato mausoleo puede radicar en la cantidad de factores que en el confluyen, vemos la tradición constructiva de la construcción milanesa, la concepción de la planta de espacio central e La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción Figura 333: Planta y sección del Mausoleo de Gala Placidia, en Rávena. Figura 332: Mausoleo de Gala Placidia. Rávena. interiormente, es predecesora en occidente de la arquitectura de Bizancio. Muchas otras peculiaridades notables pueden encontrarse en el estudio de esta pieza de la arquitectura de Rávena. Sus muros son sobrios, aparejados con gruesos ladrillos y tendeles delgados de morteros de cal, se refuerzan con resaltos verticales y arcos ciegos del mismo modo que pudimos verlos en San Simpliciano en Milán. Sobre los muros que limitan los brazos de la cruz de su planta se alzan frontis clásicos con molduras bien cuajadas y elaboradas con el mismo tipo ladrillo. Las naves de los brazos de la cruz se cubren con bóvedas de medio cañón sobre arcos directores, en tanto que el cuerpo central, que sobresale ampliamente por encima de las naves de los brazos, se cubre con una bóveda de media naranja sobre arcos torales. Esta, se conformó con una fina hoja (tabicada) de ladrillos colocados en hiladas horizontales y que presentan su tabla hacia el intrados de la bóveda, la cual, es capaz de soportar un amplio relleno, aligerado por anforillas, hasta formar el asiento de la cubierta de cuatro aguas (pabellón), con que se cubre este cuerpo central. Con todo la bóveda más interesante, por su originalidad constructiva, de las construidas en Rávena, es la que cubre el espacio central de San Vital. Ella, se construyó mediante la Figura 334: Interior del Mausoleo de Gala Placidia. técnica de anforillas o trompetillas que hemos descrito en el punto anterior; es decir, por medio de piezas cerámica tubulares y huecas "trompetillas" que se enchufaban entre sí, creando roscas horizontales continuas a modo de espirales. También se utilizaron vasijas aligerantes para el relleno de los senos de los triángulos La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción curvilíneos que, a modo de pechinas, quedaban por debajo de la clave de los arcos torales. Pero a esta iglesia bizantina volveremos en el próximo capítulo. Volviendo al Mausoleo de Gala Placidia, en el interior, no sólo por su decoración de ricos mosaicos que debió llegarle algo mas tarde, sino por el irregular y descuidado trazado de los arcos, puede observarse claramente la influencia de la arquitectura que se estaba desarrollando en Constantinopla y en las ciudades del Egeo. Es singular el nacimiento de los pilaretes sobre los que arrancan los arcos torales superiores, los cuales se adelantan, a modo de mensulillas, en los cuatro rincones. Como hemos dicho anteriormente, la cubierta del cuerpo central se resuelve a cuatro aguas sobre la bóveda de ladrillo ya descrita, en tanto que las naves de los brazos se cubren a dos vertientes sobre bóvedas de medio cañón. En estas naves, sobre los muros de fondo, se abren pequeñas ventanillas cuadradas. En todos los faldones de las cubiertas se usa la teja cerámica como material de acabado. Finalmente es de reseñar que el pavimento actual del mausoleo se encuentra cerca de metro y medio por encima del suelo que inicialmente tuvo la construcción, ya que como, toda la ciudad, esta pequeña capilla ha ido hundiéndose a lo largo de su historia. En la Iglesia de la Natividad, construida en Belén en tiempo de Constantino, el cuerpo octagonal constituía la cabecera de la nave central de la basílica. Este cuerpo que suplantaba al ábside, adquiría el verdadero sentido de planta central que siempre mantuvo esta forma geométrica, y permitía que el suelo quedara perforado, en el centro del octógono, para la contemplación de la gruta del Nacimiento. Se trataba de una construcción pétrea, también de grandes sillares, que dispuso de magníficos mosaicos en su pavimento y que se cubría por faldones sobre una estructura piramidal de madera, en cuyo vértice, se abría un óculo para proporcionar iluminación cenital a la construcción y a la Cueva de Belén. Figura 335: Basílica de Belén. Planta de la construcción constantiniana. Ya hemos hecho referencia a la espléndida construcción que constituyó la Iglesia San Lorenzo en Milán, y volvemos a ella en razón de la enorme creatividad y receptividad de los arquitectos que debieron concentrarse en esta ciudad, en la época en que era la capital de Occidente y centro de primer orden de la nueva Iglesia. Esto se manifiesta en el estudio de su planta, que a primera vista puede entenderse como una planta cuadrada tetralobulada, pero que estructuralmente, evidencia un núcleo octogonal adintelado descargado por arcos y cuajado dentro del cuadrado, de manera que es capaz de contrarrestar todos los efectos de pandeo y empujes que puede introducir el pesado cuerpo superior. A éste fuerte núcleo se adosan amplios ábsides, originando una planta cuadrilobulada que recuerda a la Villa Adriana, y que debió recoger las influencias que llegaban de las Costas del Egeo y del Próximo Oriente. Figura 336: Planta de San Lorenzo. Estructura de La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción su mayor esplendor y había hecho de Constantinopla una rica, próspera y gran ochavas a partir del cuadrado. Milán. Esta lectura de la estructura ochavada fue la que invitó a los arquitecto del siglo XII, a cambiar el cimborrio cuadrado que disponía el edificio, por el cuerpo octogonal que hoy se eleva bajo la cúpula. La construcción responde a la apreciada obra de ladrillo y albañilería que se desarrolló en Milán. Como ya hemos descrito en puntos anteriores, se trataba de una construcción de muros muy sobrios aparejados con gruesos ladrillos, delgados tendeles de mortero de cal y cuidadísima ejecución. Estos, quedaban reforzados y adornados por pilastras o lesenas y arcos ciegos enterrados en la propia fábrica, para control mecánico del acomodo del asentamiento de los ladrillos y arriostramiento del conjunto de dicha fábrica en el muro. Esta estructura de ochavado del cuadrado, sirvió de modelo a los baptisterios que, bajo planta cuadrada con transición al octógono, se construyeron en Rávena, como podemos ver en el Baptisterio de los Ortodoxos levantado el año 400, y más tarde en el Baptisterio de Riva San Vitale levantado en el lago de Lugano, al NO. de Milán hacia el final del siglo V, y en la propia Iglesia de los Santos Sergio y Baco levantada en los comienzo del siglo VI, en Constantinopla; pero otra vez nos hemos introducido en el tiempo y estilo bizantino. Para entonces ya se había iniciado la construcción, en Rávena, de San Vital, había muerto Teodorico, rey arriano que había mantenido cordiales relaciones con Roma y Constantinopla, y Justiniano, que reinaba en el Imperio Bizantino y que había logrado sofocar levantamientos como los de "Nika" y otros disturbios internos, e incluso apaciguar las contiendas contra los persas, decide reconquistar buena parte del Imperio de Occidente. Recupera Italia de los godos, parte de España de los visigodos y parte de Africa de los vándalos. Establece el "Exarcado de Rávena" o título de Estado Bizantino y capital de Occidente para dicha ciudad y hace de ella el momento más brillante de su historia. El Imperio de Oriente, en el que Justiniano había logrado Figura 337: Vista de la enorme Iglesia de San Lorenzo, levantada en Milán a finales del siglo IV. ciudad, permanece hasta 1453 en que Constantinopla es tomada por los turcos otomanos. 10.- CONSIDERACIONES FINALES EN RELACION CON LA CONSTRUCCION PALEOCRISTIANA Y CON SU ENTORNO SOCIAL Y CONSTRUCTIVO. A lo largo de cuanto hemos expuesto en los puntos en que hemos dividido este estudio, hemos reiterado insistentemente la pobreza creativa, denunciada por los historiadores, al referirse a este período de la historia de la arquitectura. Del mismo modo nos hemos expresado al referirnos a las formas o sistemas constructivos desarrollados para la construcción de sus edificios. No obstante, es importante recordar que no estamos hablando de un "pueblo" nuevo, ni de un área geográfica distinta, como ocurría cuando pasábamos de la arquitectura mesopotámica, a la griega o a la egipcia; sino que, en este caso, se trata del mismo pueblo, que ocupaba las mismas provincias del imperio romano. Por ello, lo fundamental radica en comprender el fenómeno que introdujo el Cristianismo en dicho territorio, La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción y de entender en qué momento o situación se encontraba, el mismo, cuando esto ocurre. Los límites del Imperio se habían consolidado y los movimientos y tendencias no emanaban ya, ni de la conquista militar, ni de la cabeza del Estado. Las comunidades cristianas, enraizadas en el pueblo, eran el motor y el origen de todos los movimientos migratorios. Pero este pueblo que desdibujaba las fronteras provinciales bajo una religión común y que tenía que resolver y satisfacer sus lógicos problemas cotidianos, había fundamentado su razón de ser en la práctica religiosa, en el culto a Dios y, también, en la exaltación y veneración de sus mártires. Por ello todos los esfuerzos estaban dirigidos hacia el edificio religioso. Observado esto desde nuestra visión particular de la construcción, se observa ahora una arquitectura claramente utilitaria e impulsada por el pueblo. Así, la basílica vista desde su exterior, no es más que un edificio útil, constituido por naves adosadas de la forma más simple e inmediata. Por otro lado, Roma, desde el tiempo de Sila, había desarrollado un auténtico magisterio de la ciencia de la construcción y que, en base a la organización gremial de los oficios que intervenían en la práctica edificatoria, había logrado que la construcción fuese la actividad más creadora y prolífera de todas cuantas se desarrollaban en su vasto territorio. Pero hacia la segunda mitad del siglo III, el Estado, había abandonado notablemente la construcción de nuevos edificios, al menos en el entorno de Roma. Con ello, la industria de la construcción quedó muy desmantelada y consecuentemente, se produjo la pérdida de un gran número de oficios. En estas condiciones, esta nueva construcción "tardo-romana", que es promovida desde organizaciones no estatales, organizada con el auxilio del emperador o sin él, tuvo como primer objetivo hacer realidad la construcción de sus edificios. Ella trata por tanto, de responder a un programa de Figura 338: San Apolinar in Classe, donde puede observarse la sencillez de su aspecto exterior. necesidades, carente de alardes grandilocuentes y cargada de gran simplicidad constructiva. En consecuencia, afirmar que no existen innovaciones ni investigación sobre las formas de construcción de este período de la historia de la arquitectura romana, al menos hasta la etapa de Rávena, es algo que no ha de causarnos sorpresa ni hacernos pensar que se trata de un período carente de interés intelectual. También se trataba de una construcción que no contaba con los presupuestos inagotables que caracterizó a la obra romana de los tiempos de las grandes recaudaciones del Estado. Por el contrario, debía centrarse en una economía mínima, sujeta a donaciones y, al menos al principio, debía abastecerse de las edificaciones romanas arruinadas que, previa autorización, pudieran demoler, retirar y acopiar sus materiales de derribo. Por ello, el esfuerzo creativo se agotaba en la búsqueda, limpieza y combinación, hasta hacer coincidir en alturas y proporciones, de los elementos constructivos de posible aprovechamiento. No obstante, lo que más se acusa en estas construcciones es la pérdida de la magnífica organización desarrollada en la ejecución de la obra romana y la ausencia del orden en la materialización de las operaciones y oficios, al que se había llegado en la construcción de los siglos precedentes. En las provincias romanas de Africa y Asia Menor, es donde mejor pueden notarse La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción estas consecuencias de la decadencia del Imperio. La construcción respondía a la misma forma y trazado de la construcción en piedra, pero la ausencia de abastecimiento de los elementos fundamentales, los cuales eran tomados, en etapas anteriores, como pautas de referencia de la calidad y de modelo a seguir, propiciaba ahora una pérdida en el rigor, aún cuando esto llevaba a una obra más fresca, local y próxima al pueblo. Las consignas y ordenes de Roma aparecían con menos fuerza y, esta falta de control y caída de la calidad puede palparse, como acabamos de decir, en la obra africana de este período. Quizás el factor compositivo que siempre presidió a la construcción paleocristiana, que está presente tanto en la basílica como en los edificios rotondos y poligonales, y que sería bastante injusto desposeerla de su propiedad intelectual es la desmaterialización, del conjunto y de todas sus partes. A ésta, se había llegado a través de los signos y se hace patente, de forma rotunda, en el muro. Si este elemento no estuviera suspendido por columnas pulidas hasta el extremo, y oradado por las grandes ventanas que se abren en su parte alta, la percepción del espacio interior sería radicalmente distinta. En la basílica cristiana, la ligereza es tan latente como lo era el monolitismo en la obra romana. lógico pensar que tras un largo período de floreciente actividad constructiva, debió existir un gran número de operarios que, por tradición, debían conocer bien, determinados oficios. No es menos evidente que las magníficas armaduras de las cubiertas, habían sido realizadas por carpinteros de buen oficio. Igualmente ocurre si consideramos los espléndidos aplacados pétreos que revistieron el interior de las basílicas y de los baptisterios. Recordemos que desde el tiempo de Constantino, el interior de la basílica se significaba por el enorme colorido que introducían los aplacados marmóreos y que las ventanas se cerraban con magníficas celosías "transennas", labradas en placas de alabastro, mármoles o madera. Otro tanto podríamos decir de los soladores, con solo detenernos a contemplar los espléndidos pavimentos que aún lucen la iglesias de San Lorenzo y de San Pablo, en Roma. Figura 340: Detalle de tratamientos de algunos pavimentos. Figura 339: Transennas o celosías con las que se cerraban las ventanas. Tampoco puede tomarse la coincidencia de algunos signos como una aceptación de los mismos, ni como una falta de creatividad. Las desmaterialización de los signos paganos a que hemos hecho referencia anteriormente, no debió ser nada fácil, dado el fuerte arraigo que ello suponía en la sociedad romana y la compleja lectura e interpretación de la narración alegórica "parábola" de la nueva religión. Así, hacer comprender que a partir de un momento, el racimo de uvas deja de significar a Baco para simbolizar a la sangre de cristo, o que el pez representa al Salvador, No obstante, admitiendo los problemas de organización que acabamos de señalar, es La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción no debió ser algo inmediato, ni desprovisto de imaginación. Finalmente, y con el fin de apreciar mejor la importancia de este período de la historia de la edificación, ha de tenerse, al mismo como fundamento consecuente de la continuidad y evolución de la historia de la cultura de Occidente y que, si ha sido difícil establecer los límites entre la Arquitectura Romana y la Paleocristiana, mucha más dificultad se tiene para separar a ésta última, de la digna Arquitectura Bizantina. La Construcción Paleocristiana 181 Historia de la Construcción BIBLIOGRAFÍA: WORLD ARCHITECTURE. Varios autores. Editor: Paul Hamlyn. London 1966 HISTORIA DE LA ARQUITECTURA Choisy, Auguste. Edit. 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Oxford 1973 La Construcción Romana y Paleocristiana 224 Historia de la Construcción INDICE: V.-LA CONSTRUCCIÓN ROMANA LA CONSTRUCCIÓN EN ROMA Y EN SU IMPERIO. ............................................................111 1.- CARACTERÍSTICAS DE LA CONSTRUCCIÓN ROMANA. .............................................112 2.- LAS FABRICAS Y SUS MATERIALES. .............................................................................114 2.1.-OPUS CAEMENTICIUM. ....................................................................................................115 2.2.-LAS PIEDRAS EN LA CONSTRUCCION ROMANA. .......................................................115 2.2.1.- Opus Siliceum................................................................................................................116 2.2.2.- Opus Cuadratum. ..........................................................................................................117 2.2.3.- Opus Incertum. ..............................................................................................................117 3.1.-EL MURO EN LA CONSTRUCCIÓN ROMANA. ..............................................................122 3.3.-LA BÓVEDA DE CAÑÓN CIRCULAR. ..............................................................................123 4.- LA CASA ROMANA. ............................................................................................................127 4.1.-LA CONSTRUCCIÓN DE LA CASA ROMANA. ...............................................................129 4.2.-LA CUBIERTA DE LA CASA ROMANA............................................................................131 4.3.-LA CASA DE PISOS. (INSULAE). .....................................................................................132 4.4.-VILLAS Y PALACIOS (DOMUS)........................................................................................133 5.- EL TEMPLO Y LA BASÍLICA. ............................................................................................134 5.1.-EL TEMPLO ROMANO. .....................................................................................................135 5.2.-LOS TEMPLOS ROTONDOS (THOLOS). ........................................................................138 5.3.-EL PANTEÓN. ....................................................................................................................141 5.4.-LA BASÍLICA. .....................................................................................................................148 6.- ARCOS DE TRIUNFO. ........................................................................................................152 7.- CONSTRUCCIONES PARA LOS ESPECTACULOS. .......................................................153 7.1.-EL TEATRO. .......................................................................................................................154 7.2.-EL ANFITEATRO. ...............................................................................................................158 7.3.-EL CIRCO............................................................................................................................164 8.- LAS TERMAS O BAÑOS PÚBLICOS. ...............................................................................165 9.- LAS OBRAS PÚBLICAS EN LA CONSTRUCCIÓN ROMANA. .......................................168 9.1.-CALZADAS ROMANAS. ....................................................................................................169 9.2.-PUENTES Y ACUEDUCTOS. ............................................................................................171 9.3.-LA PROPUESTA ROMANA PARA UNA CIUDAD NUEVA. .............................................176 10.- EL PAPEL DEL ARQUITECTO Y EL ENTORNO TECNOLÓGICO Y SOCIAL DE LA CONSTRUCCIÓN EN LA ROMA IMPERIAL. ......................................178 VI.-LA CONSTRUCCIÓN DE LA ARQUITECTURA PALEOCRISTIANA LA ARQUITECTURA DEL CRISTIANISMO .............................................................................181 1.- EDIFICIOS Y CONSTRUCCIONES. ...................................................................................183 2.- LAS CATACUMBAS. ...........................................................................................................184 3.- LOS PRIMITIVOS "MARTYRIUM". ....................................................................................186 4.- CASAS DE REUNIÓN. ........................................................................................................187 5.- LA BASÍLICA CRISTIANA. .................................................................................................187 5.1.- EL MURO EN LA BASÍLICA PALEOCRISTIANA. ..........................................................193 5.2.- LA ESTRUCTURA DE LA CUBIERTA EN LA BASÍLICA CRISTIANA...................................................................................................196 6.- ARQUITECTURA DEL CRISTIANISMO. VERSUS ROMANA TARDÍA. ..........................202 La Construcción Romana y Paleocristiana 227 Historia de la Construcción 7.- LA CONSTRUCCIÓN DE LA BASÍLICA CRISTIANA EN LAS PROVINCIAS ROMANAS. .....................................................................................205 8.- LA CONSTRUCCIÓN DE LA ARQUITECTURA PALEOCRISTIANA EN MILÁN Y EN RÁVENA. ...................................................................................................211 9.- EDIFICIOS PALEOCRISTIANOS DE PLANTAS ROTONDAS O POLIGONALES...........................................................................................214 10.- CONSIDERACIONES FINALES EN RELACION CON LA CONSTRUCCION PALEOCRISTIANA Y CON SU ENTORNO SOCIAL Y CONSTRUCTIVO. ..............................................................................................221 La Construcción Romana y Paleocristiana 227