Contaminación ambiental ¿En qué ciudades queremos vivir? Un

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Contaminación ambiental
¿En qué ciudades queremos vivir?
Un alto grado de contaminación ambiental afecta nuestras ciudades, donde vive el 72% de los
peruanos y vivirá más del 90% al 2020. Los pobres están 75% más expuestos a los efectos
nocivos de la contaminación atmosférica.
MINERIA, PESCA Y CONTAMINACION EN CIUDADES
La problemática ambiental de las ciudades mineras y pesqueras es persistente. La débil
institucionalidad pública y un marco normativo que impide una acción eficaz de control y
sanción para evitar o minimizar los impactos sociales, ambientales y económicos negativos son
el común denominador.
Una ciudad minera como Cerro de Pasco ocupa un territorio que se encuentra en disputa
permanente con el crecimiento del tajo abierto de la empresa minera Volcan, que presiona por
la reubicación de casi la mitad de la ciudad. La gran mayoría de su población tiene plomo en
sangre, el 70% cuenta con servicio de agua (entubada, no potable), menos del 20% cuenta
con desagües y 30% de desnutrición crónica.
Las ciudades pesqueras como Chancay, Huarmey, y especialmente Chimbote, representan
claramente el grado de contaminación que padecen la población y la economía por ser la
ciudad donde se inició la epidemia del cólera por la alta contaminación de su mar con
coliformes fecales (y por consiguiente de los peces que comemos).
En Chimbote, las empresas pesqueras no solo contaminan sus aguas –descargan sanguaza,
proteínas solubles, aceites y grasas sin tratamiento a la bahía El Ferrol–, sino también el aire
(y por consiguiente el suelo) con hidrógeno sulfurado, partículas de hollín y de harina, aminas
volátiles y monóxido de carbono. Esto impacta en sus ecosistemas y su entorno, como los
Pantanos de Villa María, una zona de alta biodiversidad; además de ser causa de
enfermedades respiratorias, dérmicas y gastrointestinales entre los pobladores.
Frente a esto el Foro Ciudades para la Vida, en concertación con las Municipalidades y
Universidades locales, han impulsado desde 1996 diversas acciones y experiencias de gestión
local ambiental en el marco del presupuesto participativo.
CONSTRUCCIÓN CON CONTAMINACIÓN
El crecimiento de las ciudades incide en el nivel de contaminación ambiental, entre otras cosas
por la desordenada ocupación del territorio o el descontrol de la emisión de gases tóxicos
provenientes de vehículos e industrias, las descargas de desagües sin tratar(90% van
directamente al mar, ríos y acuíferos en general en el Perú) y la no recolección de residuos
sólidos y desmonte (hasta el 60% en algunas ciudades).
Lima es una de las ciudades más contaminadas de América Latina. El alto grado de
contaminación de su aire se debe en gran parte al parque automotor existente –Lima y callao
concentran casi el 70% de éste, la mayoría de los vehículos tienen más de 10 años–. Se
estima que el Estado gasta anualmente dos millones 130 mil dólares en atender a enfermos
por el material particulado. Algunas instituciones han impulsado la Campaña por el Aire Limpio
y la mejora de la calidad de los combustibles. Asimismo, se ha promovido en el Congreso una
Ley por el Aire Limpio, cuyo proyecto ya está dictaminado, pero aún sin aprobar.
Una situación más grave se da en el Callao debido a la contaminación por plomo por el
inadecuado manejo de minerales en el muelle y por el transporte del mineral. Más de diez mil
niños se encuentran afectados por plomo, un gran porcentaje de ellos supera largamente los
límites máximos de peligrosidad establecidos por la Organización Mundial de la Salud. Una
Coordinadora Vecinal (Callao, Ventanilla, Carmen de la Legua) busca dar una salida integral a
este grave problema.
Igualmente, el crecimiento de la construcción en el país (su PBI subió 18% el 2007), en
particular en Lima, impacta en la salud de las personas y el ambiente. En el Congreso obran
varios proyectos de ley para prohibir el asbesto –una fibra mineral cancerígena, utilizada
masivamente desde 1940 en la construcción de techos, tuberías, pisos, tanques de agua,
prohibida en la Unión Europea, Australia, Japón, Argentina–, que no han sido aprobados.
Asimismo en el Ministerio de Salud está encarpetada una propuesta de Decreto Supremo en el
mismo sentido.
La prohibición del asbesto se asocia a la necesidad de impulsar una construcción sana, segura
y limpia. No solo por el problema de salud pública que genera (cáncer al pulmón, mesotelioma
pleural, asbestosis tanto en trabajadores como en quien usa o vive con este producto), sino
también por los altos costos que demanda su retiro y disposición segura. El Foro Ciudades para
la Vida ha avanzado en experiencias piloto de retiro seguro en un colegio, un centro de salud
en Villa El Salvador y el almacén de una empresa, pero sigue pendiente una norma que
prohíba su uso y comercialización.
APRENDIZAJE COLECTIVO
Además del asbesto existe gran cantidad de elementos tóxicos y peligrosos usados en las
obras (en pinturas, barnices, lacas, tuberías, tableros aglomerados de madera). Son un grave
riesgo que debe ser encarado con políticas públicas que promuevan y alienten su minimización
y prohibición progresiva. Promover la certificación o licenciamiento ambiental de las
construcciones y de las ciudades en que se construyen es una estrategia voluntaria que las
empresas constructoras e industria de la construcción deberían asumir con responsabilidad.
El Ministerio de Vivienda y Construcción, en el 2007, ha elaborado y puesto en consulta el
Reglamento para la Gestión de los Residuos Sólidos de la Construcción, con el que se podría
atender adecuadamente buena parte de los residuos urbanos que se generan y acumulan
sistemáticamente y sin control en playas, bordes de ríos, carreteras y espacios públicos.
Confiamos en que esta propuesta pronto sea aprobada.
Finalmente, luego del sismo del sur, es menester insistir en la necesidad de normas más
estrictas que planifiquen la ocupación segura de nuestro territorio, un uso del suelo densificado
pero también más verde y protegiendo nuestras escasas áreas agrícolas, además de controlar
la calidad de las construcciones en que habitamos. Es una tarea de todos controlar la
informalidad y la impunidad en los procesos constructivos de baja calidad que acarrean
pérdidas en dinero y vidas. Este aprendizaje colectivo aun debe ser asimilado por nuestra
sociedad y requiere un cambio de paradigmas y de mentalidad creativo y muy innovador
acerca de cómo se hace ciudad y cómo se construye en forma ecoeficiente, sana y segura una
vivienda o cualquier edificación. Es un imperativo corregir los vacíos y defectos que la Nueva
Ley de Edificaciones y Habilitaciones contiene y cuyo Reglamento no podrá absolver. La
seguridad de nuestros hijos va primero.
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