Algunas reflexiones La necesidad de marco regulatorio para la agricultura orgánica 1. Toda actividad económica, como por ejemplo la agricultura convencional, está a cargo de privados y el estado no interviene a menos que por esa actividad otros agentes económicos o bien los intereses de la comunidad se vean afectados. Así, la agricultura convencional está regulada. Cuando las actividades económicas afectan o pueden afectar el medio ambiente, la preservación de los RRNN, o la salud o la calidad de vida de la población, etc. , el estado interviene regulando, poniendo límites. Por ejemplo, autorizando el uso y comercio de insumos, estableciendo limites de residuos, tiempos de espera …. 2. En los temas comerciales el estado se cuida no intervenir sin embargo, en las relaciones de comercio el estado interviene para proteger del fraude al consumidor. El etiquetado o rotulado de los productos diferenciados es lo que permite que el consumidor los distinga y el estado regula el etiquetado para evitar que el consumidor sea defraudado. 3. Los productos orgánicos solo se diferencian de los convencionales por su proceso de producción y esa diferencia no es apreciable. El consumidor sólo puede distinguirlo o identificarlo a través del etiquetado. Los propios estados de los países compradores incorporaron la certificación de tercera parte como forma de garantizar a sus consumidores la genuinidad de los productos orgánicos. La colocación de estos productos en el mercado externo fue el origen de la regulación. En América Latina, Argentina fue pionera en ese tema y tiene una legislación reconocida en los mercados del primer mundo desde hace quince años. Otros países en AL han seguido ese camino, por ejemplo Costa Rica, Perú, Ecuador, Chile. 4. La regulación desde el estado nace por exigencia de los mercados externos. El nuevo escenario de certificaciones alternativas surge por demanda de los productores locales, no de los consumidores, ni de los mercados externos. 5. La certificación de tercera parte es costosa y de difícil implementación para los pequeños productores. Por eso los estados de AL hoy tienen el desafío de amparar otro tipo de sistema de garantía que asegure a sus consumidores locales que no van a ser defraudados cuando eligen consumir orgánicos. 6. El estado debe proteger la denominación de orgánico, o ecológico. Para ello tiene que definir con claridad cual es el proceso por el cual se llega a ese producto y cuales son las características de ese producto denominado orgánico. Esas son las reglas del juego. Esa es la primera columna que tiene todo sistema de regulación de la agricultura orgánica. La segunda columna es la identificación, la etiqueta, que se logra siempre que haya verificación, comprobación y la garantía de que cumple con el proceso. La tercer columna del sistema es el control estatal del sistema, registro de productores, habilitación de certificadoras, registro de inspectores, auditorías, sanciones etc. 7. El estado establece condiciones para el proceso orgánico y todos deben cumplir con esas condiciones. Por tanto no puede haber dos tipos de producto orgánico. Lo que si hay son dos tipos de destino: la venta hacia mercados del exterior o la venta masiva hacia compradores organizados y la venta local, en la cual pueden desarrollarse las certificaciones alternativas. En ambos destinos pueden intervenir los pequeños, sin embargo sólo los pequeños pueden ser parte de certificaciones alternativas como los SGP. La relación de confianza, de solidaridad y compromiso que constituye la base de estos sistemas sólo se puede lograr en pequeños predios familiares en donde las personas se conocen, se visitan y dedican tiempo a sostener el sistema. 8. El desafío no pasa por si es necesario que el estado regule los SGP sino si los estados requieren oferta de productos orgánicos para abastecer a su población y alcanzar los beneficios que la agricultura orgánica ofrece al cuidado y preservación del ecosistema. En momentos en que la demanda de materias primas (alimentos) es muy alta y los precios son muy elevados, y cuando hay competencia por el destino de los productos agrícolas desviando su destino hacia la obtención de energía, los estados tienen que preocuparse por el abastecimiento de alimentos tradicionales para su población. Esa provision de alimentos está en gran parte en manos de los pequeños agricultores familiares. De ahí la necesidad de ofrecer respaldo a los procesos de certificación que los propios agricultores están generando. 9. La salida puede estar en regular las condiciones mínimas indispensables para obtener un producto orgánico comercializable. Los sistemas de certificación deberán analizarse en cada situación (no son todos iguales) y generar sistemas de intervención del estado diferentes adaptadas a cada modalidad de comercio. 10. Desarrollar sistemas regulatorios no es tarea sencilla. Exige no solo generar consensos sino también exige escenarios estables. Los estados han avanzado lentamente pero los que han avanzado, hoy encuentran que el marco regulatorio que tienen no es el más adecuado. La principal dificultad es que cuando el estado regula, todo lo que no está regulado queda en la informalidad, por tanto si sólo es orgánico lo que está regulado la legislación debe ser muy amplia para abarcar todas las posibilidades alternativas de certificación y no dejar fuera de mercado a los pequeños agricultores.