PROCESO DE INDEPENDENCIA DE CHILE

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Escuela República Argentina
Historia y Ciencias Sociales
Coyhaique
GUIA DE APRENDIZAJE
PROCESO DE INDEPENDENCIA DE CHILE
La Patria Vieja (1810 - 1814)
El movimiento revolucionario suscitado en la
Capitanía General de Chile sigue un desarrollo
casi del todo semejante al de las otras regiones
de América. Desde el triunfo del autonomismo en
el Cabildo abierto del 18 de Septiembre de 1810,
se camina con pretensiones cada vez más
separatistas, abortadas, éstas, sin embargo y,
aunque temporalmente, en la batalla de
Rancagua en 1814. Se conoce a éste período
con el nombre de Patria Vieja. En su transcurso,
por efecto de haberse experimentado en el
gobierno autónomo, prende el sentimiento
emancipador en el grupo criollo con aspiraciones
políticas, a la vez que hace suyo el ideal
republicano.
Cuando acontecían los hechos originarios de la crisis
monárquica, gobernaba el Reino de Chile, en forma
interina, don Antonio García Carrasco. Su falta de habilidad
política e imprudencia le enajenaron la voluntad de la Real
Audiencia primero y del Cabildo de Santiago enseguida.
Medidas tan autoritarias como el apresamiento de tres
patricios, Juan A. Ovalle, José A. de Rojas y Bernardo de
Vera y Pintado, llevaron a la aristocracia santiaguina a
exigir su renuncia el 16 de agosto de 1810. Lo reemplazó
don Mateo de Toro y Zambrano, Conde de la Conquista,
anciano ya, sujeto a toda suerte de influencias, quien
convocó a un Cabildo abierto al pueblo de Santiago para
resolver en vista de la difícil situación que se vivía.
La Primera Junta de Gobierno
En el cabildo triunfa la tendencia partidaria del gobierno autónomo, frente a los escasos partidarios
de la sujeción al Consejo de Regencia. Se crea entonces, una Junta de Gobierno. Esta se declaró
fiel a Fernando VII y tomó medidas efectivas:
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Organizó las primeras milicias para defender el reino.
Decretó la libertad de comercio con naciones aliadas de España y neutrales.
También a objeto de contar con la representación de todo el reino, convocó a un Congreso
Nacional.
Todos estos actos responden a un justo ejercicio del derecho, fundado en el uso legítimo de la
soberanía, que ha revertido al pueblo. Pero, hacia fines de 1810, la ideología claramente
revolucionaria se hace presente con la llegada del fraile de la buena muerte, Camilo Henríquez.
Inspirado en la filosofía de la ilustración, en la ideas del Contrato Social de Rosseau, en el ejemplo
de los Estados Unidos, postula la separación. Su pensamiento lo da a conocer en la famosa
Proclama de Quirino Lemáchez, aparecida en enero de 1811. En ella se aboga desembozadamente
por la independencia.
El Primer Congreso Nacional
El 4 de julio de 1811, se instaló el Congreso Nacional. Predominan los patriotas moderados, esto es,
quienes desean reformas sin romper con la metrópolis. El grupo conceptuado de exaltados, de
pretensiones separatistas, quedaba en franca minoría. Como medidas tomadas por el Congreso se
anotan:
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Creación de la Provincia de Coquimbo.
Ley de libertad de vientres, por la cual se declaraba libres a los hijos de esclavos nacidos en el
territorio y se prohibía el tráfico de negros en el país.
Supresión de derechos parroquiales.
Envío de Francisco Antonio Pinto como agente diplomático ante la Junta de Buenos Aires.
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La actitud moderada de los congresales fue aprovechada por José Miguel Carrera, llegado a
Valparaíso en febrero de 1811, quien traía pretensiones de darle al movimiento un cariz más
avanzado. Por sucesivos golpes de fuerza (Oct., Nov. y Dic. de 1811), apoyado por elementos
exaltados, logró clausurar el Congreso y establecer un gobierno personal.
Gobierno de José Miguel Carrera (1811- 1813)
Carrera ejecutó varios actos tendientes a conseguir un gobierno independiente. Adquirió una
imprenta. Con ella Camilo Henríquez editó La Aurora de Chile, primer periódico nacional. Tenía
como objetivo principal popularizar el pensamiento de Carrera: La independencia Absoluta. Allí se
ataca a España, se elogia a Estados Unidos; se niega el origen divino de los reyes y se proclama la
soberanía popular.
Carrera dicta el Reglamento Constitucional de 1812. En éste se reconoce a Fernando VII, pero sólo
de manera nominal. El propio Reglamento, el carácter de Cónsul de Estados Unidos, asignado a J.
Robert Poinsett y la creación de una bandera y escarapela nacional, son indicios de que Carrera
quería el derecho del pueblo de Chile a gobernarse por sí mismo.
La orientación separatista de Chile motivó el envío de una expedición militar por el virrey Abascal. El
general Antonio Pareja desembarcó en marzo de 1813 en Chiloé; desde ese punto avanzó hacia el
norte, engrosando sus filas con efectivos de Valdivia y otros lugares del territorio. Con unos 2.000
soldados tomó la ciudad de Concepción, haciéndose fuerte en la región militar de Chile. La defensa
del país la dirigió el mismo Carrera, quien dejo a una Junta (1813) a cargo del gobierno. El
enfrentamiento de los ejércitos del virrey y de los criollos inicia las llamadas ‘Guerras de
independencia’, las que, atendiendo a los componentes que integran los contingentes cabe, con
propiedad, calificarlas de guerras civiles.
Tras un paréntesis en la lucha armada, causado por la
firma del Tratado de Lircay (mayo de 1814) por el cual
las cosas se retrotraen al año 1810, con
reconocimiento de Fernando VII por los criollos y del
gobierno existente en ese momento en Chile por
peninsulares, se reinicia la guerra, la que finaliza en su
primera parte con el triunfo realista en la batalla de
Rancagua (octubre de 1814).
El desastre de Rancagua pone término a la Patria
Vieja e inicia el período histórico llamado Reconquista
Española.
La Reconquista Española o Restauración (1814 - 1817)
El segundo gran momento del proceso
emancipador se inicia en 1814 con el retorno
de Fernando VII al trono español. Es la
segunda coyuntura histórica, configuradora de
la política de restauración y pacificación
emprendida por la corona española en
América y que, en Chile, se prolonga hasta el
año 1817. Su desenlace será la propagación
de la rebelión desde el Río de la Plata, única
región insurrecta entonces, y la difusión en el
pueblo de sentimientos separatistas, todo lo
cual termina por afianzar la independencia.
Características del período
Tradicionalmente a este período se le denomina Reconquista Española. Como tal concepto encierra
error, es preferible llamarlo Restauración, por la conexión existente entre los acontecimientos
ocurridos en América y Europa y, sobre todo, porque se trata de una vuelta a la dominación
española. No es, en suma, una re-conquista, un volver a conquistar un territorio que, como se sabe,
tuvo lugar en el siglo XVI al someterse a la población aborigen.
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Libre España de los ejércitos franceses y vuelto Fernando VII como Rey absoluto, en la Metrópoli se
plantea el hecho americano. Se lo interpreta como un apéndice de los movimientos liberales
europeos, hijo de la Revolución Francesa y se tiene a los súbditos indianos en el concepto de
rebeldes y sediciosos.
En mayo de 1814, por un manifiesto dirigido a los americanos, invitase a éstos a deponer su actitud
de rebeldía y a someterse al Rey. Se quiere volver a la situación política anterior a 1810, con
desconocimiento de lo obrado mientras el monarca estuvo ausente. Apoyan en América esta política
parte del clero, comerciantes monopolistas y la burocracia virreinal, partidarios del fidelismo,
sostenedores de la unidad de la monarquía.
Las pretensiones de Fernando se apoyan luego en la fuerza. Se envían contingentes militares; uno,
dirigido por Pascual de Liñan, destinado a México; otro, al mando de Pablo Morillo, en dirección a
Venezuela. Estas tropas se unen a las fuerzas que Abascal tiene en Lima y a las de Callejas en
México. Mientras Morillo domina Venezuela y Nueva Granada, se sofoca el movimiento popular en
Nueva España.
La Restauración adquiere así el carácter de Pacificación, dando forma a las Guerras de
Independencia, generalizadas en América. Ellas tuvieron por consecuencia la aparición de
fenómenos que habrían de marcar fuertemente la historia posterior: militarismo, caudillismo y
terrorismo, ante el cual las masas de indiferentes se unen a la causa independentista; resentimientos
sociales y restablecimiento de antagonismos raciales; desaparición, en algunas regiones, de fuertes
sectores sociales dirigentes; desprestigio de la institución monárquica y, su contrapartida, la
aceptación sin mayor reflexión ni crítica del sistema republicano, aceptado y proclamado en los
Congresos de Apatzingán ( 21/Oct./1814 ); Tucumán ( 9/Ago./1816 ) y Angostura ( 9/Ago./1919 ).
La Reconquista Española o la Restauración en Chile
La batalla de Rancagua permitió al ejército realista restaurar la autoridad virreinal. Políticamente se
vuelve a la situación anterior al establecimiento de la Junta de Gobierno de 1810.
Mientras los más comprometidos con el movimiento emigran a Mendoza, Mariano Osorio, el
triunfador de Rancagua, reinstala la Real Audiencia, cierra el Instituto Nacional, creado por la Junta
de 1813, e inicia una política de concordia y buen ánimo. Al poco tiempo, sin embargo, impulsado
por el virrey de Lima, se vio obligado a actuar con rigor. Creó los tribunales de vindicación, ante los
cuales los habitantes debían acudir a testimoniar su adhesión al rey. Pero la medida que provoco
verdadera alarma y le enajeno la confianza del pueblo, fue el apresamiento de varios vecinos
respetables de la ciudad de Santiago, algunos ya ancianos, acusados de haber tomado parte activa
en los sucesos de la Patria Vieja. El traslado de éstos a la isla de Juan Fernández, entonces temido
lugar de presidio, causó honda conmoción en la población que vio en este hecho un acto de cruel
tiranía.
La política represiva se acentuó aún más con el cambio de gobernador. A fines de 1815, Osorio fue
reemplazado por Casimiro Marcó del Pont, quien, asesorado por los Talaveras de la Reina,
capitaneados por Vicente San Bruno y ante el temor de una invasión desde Mendoza, donde se
preparaba el Ejército de los Andes, creó los tribunales de vigilancia para conocer las denuncias
sobre actos desfavorables al régimen.
Por efecto de éstas y otras medidas de represión, se formó un ambiente de delación y represalia,
temor y odio. El sentimiento separatista, exclusivo de los sectores sociales altos en tiempos de la
Patria Vieja, a consecuencia de las torpezas y excesos cometidos por la autoridad virreinal, prendió
en el pueblo; justo en el momento en el momento en que se identificaban las nociones de gobierno
tiránico y Rey tirano. El sentimiento de adhesión a la autoridad al modo como se desarrolló en la
Colonia, personificada a través del Rey, había muerto.
Como contrapartida, se favorece la llegada del ejército de San Martín, del que se tiene noticia por el
guerrillero Manuel Rodríguez, joven inquieto y romántico, audaz enlace entre uno y otro lado de la
cordillera, quien con sus correrías provoca desconcierto en el bando realista. En efecto, llegados
O'Higgins y Carrera a Mendoza con el resto del ejército, se une a aquél José de San Martín,
gobernador entonces de la provincia de Cuyo. Acariciaba éste el propósito de liberar América del
Sur. Para ello era necesario atacar el centro de las fuerzas realistas que se encontraba en el Perú.
Se dio la tarea de formar un ejército, independizar a Chile y marchar por vía marítima con destino a
la capital del virreinato.
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Con este fin se organizó el Ejército de los Andes. San Martín y O'Higgins y otros militares
destacados, cruzan la cordillera en enero de 1817 y, el 12 de febrero del mismo año, derrotan al
ejército realista en la batalla de Chacabuco. Se pone fin al poder de la Monarquía española en Chile
y se inaugura la llamada Patria Nueva.
La Patria Nueva (1817 - 1823)
El
Gobierno
de
Bernardo
O’Higgins
Triunfante el ejército patriota en Chacabuco, el pueblo
de Santiago, reunido en Cabildo abierto, nombró en el
cargo de Director Supremo a don Bernardo O’Higgins
Riquelme. La aristocracia entregaba el poder a la
única fuerza que en esos momentos aparecía en
condiciones de ejercer la soberanía. Pero, a causa de
los excesos cometidos por el Director, molesta por los
desaires de que la hizo objeto, seis años más tarde,
en otro cabildo abierto, le quitaba el poder.
Personalidad de O’Higgins
Cuantos se han referido a la personalidad de O’Higgins, han destacado la influencia de su
ascendencia irlandesa y la hispano-criolla, las cuales le llegan claramente diferenciadas. De aquélla
procede la tenacidad de su acción, firmeza de convicciones, entrega al ideal forjado, persistencia en
el objetivo propuesto, circunspección de carácter. De ésta, la impetuosidad de sus reacciones, su
apasionamiento respecto de las personas, violencia en no pocos de sus actos.
Tales notas se condicionaban a los sentimientos orientadores de su actividad política: fe en la
independencia y los beneficios que ella reportaría para mejorar la sociedad con la ayuda de leyes
sabias; odio al pasado, a España y españoles; desprecio por la aristocracia; confianza en el
americanismo.
Los conceptos de lealtad, honor, deber, moralidad, definen su ética de ciudadano. Voluntad,
optimismo, osadía, son cualidades que explican su actuación como soldado.
Pensamiento Político de O’Higgins
Las ideas políticas de O’Higgins se modificaron con el tiempo. A comienzos de la revolución era un
convencido del sistema republicano democrático. Discípulo de Miranda, recogió, a través de éste, la
filosofía política del siglo XVIII; sin embargo, su ideario no lo formó en la lectura de los tratadistas
sino en la experiencia lograda en Inglaterra. Admirador del parlamentarismo inglés, quiso establecer
en un principio la democracia y, en tal sentido, se mostró partidario en 1810 de reunir a un Congreso.
Los hechos pronto lo convencieron de que no era posible establecer el sistema por él propiciado: no
había tradición política, el pueblo carecía de virtudes cívicas, no existían hábitos arraigados de
gobierno democrático. El fracaso de la Patria Vieja, debido más que nada a la rivalidad de grupos
familiares y de partido, la anarquía observada en la región del Plata, el contacto con los militares
argentinos, monarquistas y autoritarios y el propio ejercicio de mando en la vida militar, lo inclinaron
al gobierno personalista. Aunque su pensamiento continuó siendo republicano, hasta el punto de
rechazar los planes monárquicos de San Martín, optó por una autocracia patriarcal, fórmula que
recuerda los gobiernos del despotismo ilustrado, cuando opinó que:
“Nuestros pueblos no serán felices sino obligándolos a serlo”.
El tipo de gobierno instaurado por O’Higgins fue el de una dictadura de corte civil. En su ejercicio
afianzó la independencia al eliminar los últimos restos de ejército realista en territorio continental y al
formar la Escuadra Libertadora del Perú. También ensayó política y administrativamente a la nación
con la dictación de las Constituciones de 1818 y 1822. Por último, cabe destacar su empeño en
transformar la sociedad chilena de caracteres coloniales. Reformas que, al herir los intereses y
sentimientos de la aristocracia, provocaron la oposición de esta, con su consecuencia, la abdicación
de O’Higgins al cargo de Director Supremo (28/enero/1823).
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