Poemas de Filetas de Cos

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Filetas de Cos (ca. 336 a. C.)
IV3
I1
Al cumplir por lo menos cincuenta la dulce Niciade,
Algún día veremos la tierra por obra divina;
en el templo de Cipris colgó como ofrenda
ahora el mar es un circo para el saltar del viento.
sus sandalias, sus bucles postizos, un límpido bronce
que no ha perdido nada de sus fieles reflejos,
su faja preciosa y aquello que un hombre no debe
nombrar y que aquí ves con las artes de Cipris
II2
La estela afligida nos cuenta: -Llevose a la niña
Teódota, de tan cortos años, el Hades.
Mas ella le dice a su padre: -Contén tu tristeza,
Teódoto: es de humanos el sufrir desdichas.
III
No te lloro, mi amigo querido, que muchos momentos
felices gozaste con tu porción de penas.
1
Llegada la edad del retiro, una cortesana ofrenda a Afrodita, llamada como tantas otras
veces Cipris con alusión a su culto en Chipre, los utensilios de su oficio, entre ellos un
espejo y tal vez un falo artificial.
2
Primera de las muchas alusiones al Hades, morada del dios infernal.
3
El poema, breve y posiblemente incompleto, admite dos interpretaciones: la que hemos
aceptado, en la que un marinero, desolado ante la inmensidad del mar desierto, desea
ardientemente ver tierra, u otia posible en que alguien profetizaría que de las aguas va a
brotar una isla.
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