Poemas de Safo de Lesbos

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de cuando Atis ardía,
Safo de Lesbos, (ca. 593 a. de C.)
“Poemas”, en Antología de textos
clásicos grecolatino, México, Unam,
1978, pp 71-81
tu dulce amor odiaba
y a Andrómeda estimaba.
I
III
La luna luminosa
Desciende, Venus bella,
huyó con las Pléyadas;
y en las doradas copas
la noche silenciosa
con el suave néctar,
ya llega a la mitad; la hora pasó, y en vela
mezcla purpúreas rosas,
sola en mi lecho, en tanto
y a mis dulces amigos
suelto la rienda al llanto
que tu deidad adoran,
sin esperar piedad.
con divinal bebida
inspira y alboroza.
II
Amor, que el pecho mío
IV
continuamente agita,
Será tal vez hallada
es dulce y es impío,
simplecilla labriega,
y es más que una avecita
si dulce amor hiriola
volátil y ligero.
con su dorada flecha,
¡Ay! de su dardo fiero,
Amor el rapazuelo
¿quién consiguió victoria?
de Venus Citerea,
Renueva, amada mía,
que con su blanda mano
renueva la memoria
doma las bravas fieras.
1
Y la joven hermosa
del viento sacudida,
nacida en la floresta,
una roja manzana
siendo de amor tocada,
de mi sueño me priva.
ya suaviza y templa,
las rústicas costumbres,
VI
la esquivez de la selva,
Al Olimpo volara
plegando sus vestidos
si alitas yo tuviera,
con gracia y gentileza.
cual cándida paloma,
y a Pafia la risueña
V
mis cuitas contara,
De los verdes manzanos
mis amorosas quejas,
en las frondosas cimas,
y de allí a las alturas
con estruendoso ruido
de los montes viniera,
las aguas se deslizan,
y enlazaran mis brazos
las puras frescas aguas
la causa de mi pena:
que el peñasco destila;
que el amor dulce amargo
el delicioso estruendo
con fiera violencia
de las hojas movidas
mi corazón impele,
del apacible viento
le arrebata y le lleva,
süave sueño inspira,
cual viento impetuoso
y con Venus hermosa
arranca por las selvas
soñaba que dormía;
en los excelsos montes
mas de las altas ramas,
a las encinas gruesas.
2
no has gozado de Pieria:
VII
y así desconocida
La graciosa doncella
irás a las cavernas
en apartada estancia
del horroroso Dite,
pasa su edad florida
ni será quien te vea
de delicias privada;
cuando en las vanas sombras
sus cuidadosos padres
des fugitivas vueltas.
dicen: -Amor la espanta,
allí vive contenta,
IX
que no quiere de Pafia
Alzad, alzad la casa,
las suaves caricias-;
artífices, que viene
mas, ¡ay!, niña cuitada,
el esposo gallardo,
que ya siente tu pecho
que a Marte se parece:
las amorosas llamas,
al menos muy más alto,
triste, cerrada y sola,
muy más robusto y fuerte
niña y enamorada.
que los más esforzados
que la ciudad contiene.
VIII
Todos de una vez toman
Morirás, bella joven;
y de sus asas tienen
ni servirá ser bella,
la gran Carkesia copa,
ni quedará memoria
y libación ofrecen,
de ti sobre la tierra,
felicidad, delicias,
porque las frescas rosas
eternos, justos bienes,
3
al esposo desean,
cual ave, mas es fiera,
y el dulce vino beben.
y dulce y apacible,
De todas las doncellas,
y de indomable fuerza.
tu venturosa suerte
Atis, de tu abandono
la más linda te ha dado,
al crudo Amor te queja,
ni hallarse otra tal puede:
que en los ojos me abrasa
la dulce joven bella,
de Andrómeda la bella.
por quien tú tantas veces
tiernos suspiros dabas,
XI
hoy a tus brazos viene;
Esperio, luz hermosa
no envidies a los dioses,
de Venus la rosada,
si tu ventura entiendes.
que los tiernos deseos
y enamoradas ansias
X
benigna satisfaces,
Amor bulle en mi pecho
tú conduces a casa
y sin cesar voltea
el delicioso fruto
mi corazón amante
que las almas encanta,
y acá y allá le lleva;
el manchado rebaño
mis miembros desenlaza
de las ligeras Cabras,
su poderosa diestra,
y con su dulce madre
y en viéndome rendido
la niña que las guarda.
ya me desprecia y vuela;
tiene sus lindas alas
4
FRAGMENTOS
que mi persuasión atraiga hacia tu amor?
Inmortal Afrodita de colorido trono,
¿Quién, oh, Safo, te atormenta?
hija de Zeus, artificiosa, te suplico
que no sometas a infortunios ni dolores,
Haré que pronto te siga, si te huye;
oh Soberana, mi corazón.
que si tus regalos rechaza, él te los ofrezca,
y que de inmediato te ame, si no ama,
Y ven, como otras veces
aunque no lo desee".
que abandonaste la casa de tu padre
cuando a lo lejos mi voz oías,
Ven también ahora para librarme del peso
luego que tu dorada
de mis penas; todo cuanto satisfacer
mi ser anhela, cúmplelo: oh, mi aliada,
carroza preparabas: te conducían hermosas
sé tú misma.
ágiles aves cruzando la tierra oscura,
batiendo fuertemente sus alas en medio
de los cielos y del éter.
De inmediato llegaban.
Y tú, dichosa, con tu rostro inmortal sonriendo,
preguntabas con qué sentimiento ahora sufría,
la causa porque te invocaba,
qué anhelaba por sobre todo
mi enloquecido ser: "¿A quién deseas ahora
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