LA REVOLUCI N INDUSTRIAL EN INGLATERRA

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LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL EN INGLATERRA
En el período comprendido entre fines del siglo XVIII y principios del XIX, nace en
Inglaterra lo que se conoce como capitalismo industrial. Si quisiéramos puntualizar
este hecho, podríamos citar otras fechas que concretan esta cuestión. Por ejemplo,
Paul Monteaux y I.S. Ashton son historiadores que admiten que el mismo hecho
tiene lugar cuando se pasa de una economía artesanal a la economía industrial, en
el período comprendido entre el reinado de Jorge III en 1760 y el comienzo del
reinado de Guillermo IV en 1830. Sin lugar a dudas, que el desarrollo y el apogeo
de la economía inglesa a partir de este hecho iniciado, lo vivenciaría la Era
Victoriana (1837-1901). Convirtiéndose este en el prototipo del sistema capitalista,
identificado con distintas bases teóricas como las de Adam Smith (fundador del
liberalismo económico), David Ricardo (continuador del pensamiento económico
clásico) y Tomás Malthus (economista y demógrafo).
Cabe aclarar, que esta revolución tuvo lugar en el proceso de acumulación de
capital y en los métodos de producción, pero con el costo de más de medio siglo de
duración. En otras palabras, la revolución Industrial se trató de un proceso lento
que provocó cambios sustantivos en materia económica, social y cultural.
Desarrollo de la agricultura
Para que la industrialización se lleve a cabo existió una condición necesaria: el
desarrollo agrícola. Tal es así que podemos afirmar con creces que no hubiese
existido la Revolución Industrial en Inglaterra, sin una verdadera “revolución
agrícola”.
Tal es así, que esta actividad económica, la agrícola experimentó un aumento en la
productividad durante el siglo XVIII. Esto derivó en un detrimento de la “cantidad
de mano de obra” relacionada con la explotación agrícola, obligándola de alguna
manera a reducirla. La consecuencia más visible de esta reducción, fue la migración
de miles de hombres y mujeres que dedicaban su vida plenamente al campo hacia
las grandes ciudades, esperando y disponiéndose hacia la demanda de mano de
obra que necesitasen estas grandes concentraciones industriales. Por ejemplo, ya
para 1800, las principales ciudades inglesas como Londres, Birmingham, Bristol,
Liverpool y Manchester poseían más de 50.000 personas residentes.
Por otra parte, la demanda de útiles y herramientas para la explotación de la tierra,
fue otra de las grandes transformaciones agrícolas y de despegue industrial, ya que
ligado a ello se produciría la actividad metalúrgica, con la producción del arado de
hierro, las trilladoras mecánicas, entre otras. Este aumento de productividad
agropecuaria en el mundo rural, estimuló al mismo tiempo a la industria textil.
Este siglo XVIII, que tuvo como protagonista paralela a la revolución agrícola
inglesa, se exteriorizó a través de transformaciones institucionales y técnicas.
Porque cabe decir, que la existencia de ese desarrollo industrial a partir de una
economía artesanal, no pudo haber existido sin el desarrollo previo o coincidente de
la agricultura.
El cercado
Hasta
principios
del
siglo
XVIII,
el
campo
inglés
conservaba
extensiones
considerables, las cuales pertenecían y eran trabajadas por los yeomen (pequeños
propietarios) pero de una manera ineficaz, porque la parcelación y la localización
irregular de sus explotaciones, condicionaba sus explotaciones.
Tal es así, que el peso de las leyes sobre cercamiento de fincas hizo que durante
este siglo, los pequeños propietarios fueran eliminados poco a poco. Esta nueva ley
ordenaba “el cercado de los campos, prados y pastos abiertos y comunes y de las
tierras libres y comunales de la parroquia...”. Ligado a ello, se conoció como
enclousures acts, a las actas de “cercamiento” promulgadas desde el Parlamento.
Así, incapaces de pagar los gastos de cercado, los pequeños propietarios
inmediatamente abandonaron sus explotaciones, cesando de sus derechos como
tales. Claramente esto fue consecuencia ineludible de la política de ordenación y
reorganización de las explotaciones llevada a cabo en ese entonces, que benefició
la concentración de la propiedad rural en pocas manos.
Sin embargo, que el factor determinante del aumento de la productividad, fue esta
nueva concentración de la propiedad rural, con base entonces en las leyes de
cercados y, por ende en los nuevos criterios de reorganización de explotaciones
agropecuarias extensas.
Transformaciones técnicas
También debe tomarse en cuenta, que otro factor primordial, fueron los realmente
espectaculares avances técnicos.
El sistema de Norfolk. Lord Towshend, impulsó en la región de Nork un conjunto de
innovaciones, tales como el drenaje de suelos, que se preparaba posteriormente
con margas y abonos. Sumado a ello, sin emplear el barbecho y con el objetivo
principal de evitar el agotamiento de los suelos, se llevaron a cabo las primeras
experiencias de alternancia de cultivos. Por ejemplo, primero se cultivaba trigo;
segundo tubérculos forrajeros; tercero, cebada y cuarto, alfalfa o trébol. También
para facilitar la alimentación del ganado durante el invierno, se iniciaron cultivos de
prados artificiales. Esto provocó que entre 1730-1760 en Nork se duplicara el valor
de las tierras, y que la nobleza viera como interesante el desarrollo de la
agricultura.
Perfeccionamiento de los medios de producción. Nuevos tipos de arados y
herramientas de hierro son las maquinarias que se introdujeron para aquel
entonces, dando lugar más tarde a la aparición del arado de acero.
Además se
perfeccionaron e inventaron nuevas trilladoras, desarrollándose también nuevos
métodos de drenaje. Por otra parte, en cuanto a los ganados vacuno, caballar y
lanar; gracias a los sistemas empíricos pudo mejorarse su calidad.
Iniciativas científicas. Todos los empeños por mejorar la agricultura fueron dejando
un importe secuela de iniciativas científicas y culturales en las relaciones de los
propietarios rurales: aparecieron publicaciones como Revista de los agricultores y el
Periódico de los agricultores.
Sin embargo, la gran masa de trabajadores agrícolas fue perdiendo la seguridad de
antaño. Los progresos de la trilla mecánica redujeron los niveles de empleo en los
meses de invierno. El obrero agrícola comenzó a soportar la difícil experiencia del
desempleo técnico.
Desarrollo de los transportes
En el transporte y las comunicaciones, Inglaterra se hallaba en el siglo XVIII
rezagada con respecto os países europeos. Durante, las primeras décadas del siglo
XVIII se dio una verdadera “fiebre de canales”, debida fundamentalmente a la
iniciativa privada. Como consecuencia, se redujo el costo del transporte, con lo cual
se estimularon todas las fórmulas de actividad económica.
En 1761 quedaría inaugurado el primer canal (el canal de Worsley), inspirado en las
realizaciones francesas, en cuanto a vías de comunicación fluvial se refiere. La
construcción de puentes, canales, túneles, carreteras se entendió pronto como una
tarea apremiante, que, en pleno “despegue” industrial, facilitaría el traslado de la
población y de los intercambios. A mediados del siglo XVIII, Inglaterra comenzó a
desplegar una amplia red de canales y carreteras, y a finales del siglo XVIII
estaban en 2500 kilómetros de canales.
El sistema de carreteras de peaje activó la iniciativa privada; su construcción se
vería favorecida por el amplio movimiento de redistribución de tierras prevista por
la ley de cercados. El ferrocarril fue consecuencia de la Revolución Industrial, pero
no formó parte de la fase “revolucionaria en la industrialización. En 1830 no
llegaban a los 100 kilómetros las líneas férreas en Gran Bretaña.
Desarrollo Demográfico:
A pesar de la inexistencia de un censo general al cabo del siglo XVIII, hoy por hoy
es relativamente fácil detectar las distintas fases de la evolución de la población
inglesa durante esa etapa. Para facilitar el estudio se ofrece, de entrada, un
esquema general:
1700-1740 Fase de estancamiento, cuando se produjeron con relativa frecuencia
etapas cortas de reducción de la población.
1750 Se inició el despegue demográfico.
1771-1830 Se duplicó la población en Inglaterra y el País de Gales.
En términos generales, el siglo XIX inglés, en concreto de 1800 a 1914,
experimentó la cuadruplicación de su población, pasando, aproximadamente, de los
diez a los cuarenta millones de habitantes. Con base a estos datos es posible
deducir que, durante el periodo de la Revolución Industrial, demográfica fue
considerablemente, alta, decreciendo luego, poco a poco, hasta principios del siglo
XX.
La presión demográfica como factor de desarrollo sólo representaba una variable
dependiente de factores externos. Sin embargo, con la Revolución Industrial se
convertiría en una nueva fuerza motriz incorporada a la evolución de las estructuras
de la sociedad. A partir del momento en que las transformaciones técnicas
permitieron aumentar el volumen de la producción, el crecimiento demográfico iría
creando nuevas necesidades y, en consecuencia, nuevas salidas para Los
productores. El crecimiento de La población se convirtió así en un factor esencial del
progreso. Sin presión demográfica, dejó de existir un factor esencial del crecimiento
de la demanda y, por ello, el desarrollo industrial quedó paralizado o frenado. La
oferta de mano de obra estaba en función de la población.
El progreso técnico
El progreso técnico es una de las condicionantes más importantes de la Revolución
Industrial. La herramienta manual poco a poco fue sustituida por la máquina,
gracias a los perfeccionamientos tecnológicos y a la utilización del vapor como
fuente de energía. Este conjunto de descubrimientos transformó las relaciones
entre el factor trabajo y el factor capital. Se operó entonces el gran salto de la fase
artesanal a la infraestructura tecnológica moderna, transformando las condiciones
de vida y de trabajo.
Los inventores y el contexto económico y social
Desde finales del siglo XVIII el proceso de creación tendía a ser más científico y
“colectivo”, tanto a nivel de la empresa como del modo de producción general del
país. El Estado y las empresas privadas invirtieron sumas considerables en el
progreso técnico. Inventor y empresario se integrarían en equipos dotados de
medios científicos de trabajo, e intentarían dar solución a cada nuevo problema que
planteaban los inicios de la sociedad industrial.
La industria textil
En este campo comenzó a verificarse, antes que en ningún otro, el paso de la
independencia
artesanal
al
régimen
de
contratación.
Los
grandes
telares
desplazarían el mundo artesano de las manufacturas textiles. Los comerciantes
capitalistas comenzaron a concentrar un utillaje costoso y voluminoso en las
fábricas. El antiguo artesano textil, dueño de su arcaico medio de producción, se
vio obligado a contratarse en las fábricas, cuyos ritmos de producción coparon
rápidamente los circuitos clásicos de distribución y cambio.
Hacia 1730, John Kay inventó la lanzadera volante, que permitía tejer en menos
tiempo piezas de mayores dimensiones.
En 1770, Hargreavas obtuvo la patente de una máquina que hilaba con varios hilos
a la vez, y gracias a los sistemas de husos se aumentó la producción. La utilización
de fuentes de energía, hidráulica en un principio y a vapor después, multiplicó su
potencial. Lo que en un momento fue un descubrimiento para explotación
doméstica, se fue convirtiendo en compleja maquinaria de uso industrial.
Alrededor de 1780 apareció el telar mecánico de Cartwigth, que permitió a las
empresas de tejido absorber la superproducción de hilaturas. Asimismo, la máquina
de vapor pronto fue incorporada a los talleres mecánicos, ampliando los marcos de
producción y la estructura fabril.
El hierro
La industrialización del hierro se dio con el empleo del carbón en los altos hornos.
La madera
como alimento fundamental de las fundiciones amenazaba, por la
voracidad de éstas, con la desaparición de amplias zonas de bosque. Inglaterra,
además, no contaba con suficientes reservas madereras.
Sobre 1710, Abraham Darby descubrió el carbón de coque. Este carbón,
perfeccionado por sucesivos tanteos, permitió el
desarrollo paralelo de la
producción de hierro y de carbón: dos fuentes de riqueza fundamentales para
Inglaterra en el siglo XIX. La poderosa corriente de aire que exigía la combustión
del coque en los altos hornos se vio facilitada por la máquina de vapor.
La máquina de vapor
Se desarrolló a lo largo del siglo XVIII como una nueva fuente de energía adaptada
a los más importantes procesos de explotación industrial. Las primeras bombas de
vapor, que se utilizaban para bombear el agua de las minas de carbón y de cobre,
consistían en máquinas ineficaces y peligrosas. James Walt dedicó toda su vida a
transformar aquellas rudimentarias máquinas de vapor en verdaderas máquinas de
precisión. A partir del momento en que Walt encontró la manera de configurar los
mecanismos fundamentales del artilugio que “producía movimientos” oscilatorios,
de tal manera que generaran un movimiento circular, la antigua aplicación
exclusiva
para
bombeo
de
as
de
depósitos,
salmueras
o
destilerías,
fue
inmediatamente aplicada como fuerza motriz en el acarreo por levantamiento de
enormes volúmenes de agua (con grandes ruedas giratorias), en las iciones, en los
telares mecánicos y en los transportes.
Fuente Consultada: Historia Universal Gómez Navarro y Otros
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