Metáforas de la organización

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Notas de lectura
Metáforas de la organización
Marcel Antonorsi Blanco
La organización es un fenómeno suficientemente complejo y rico como para que
pueda, deba, ser visto en todas sus facetas.
El libro de Gareth Morgan, Imágenes de la Organización, es ideal para ayudar a
ver la organización de manera multifacética. Porque la organización puede ser
vista, como destaca Morgan, como una máquina, como un organismo, como un
cerebro procesador de información, como una cultura, como un sistema político,
como una “prisión síquica”, como un flujo permanente de cambio, y hasta como
un instrumento de dominación.
Todas estas son imágenes, metáforas, paradigmas (preferirán algunos) para
pensar la organización. Cada una tiene su interés y su limitación. A falta de una
teoría integradora que todavía no tenemos, es preferible saber ver las
organizaciones en toda su riqueza, antes que limitarse a un solo ángulo.
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A la mayoría de las personas, cuando piensa en una organización, le vienen a la
mente la imagen de un organigrama con sus cajetas y líneas, la idea de que
cada puesto y departamento tiene una función que cumplir, que cada una de las
partes debe armonizarse con la otra, que la coordinación entre los componentes
se lleva a efecto para cumplir el propósito de la organización. Sin saberlo, como
aquel personaje de Moliére, está pensando en la organización burocrática
convencional, y tiene en la cabeza la imagen de un mecanismo. Esa es la
metáfora más automática, y en ato grado la que domina el pensamiento
administrativo y común sobre la organización. Cada parte de la organización es
una pieza que se ensambla con las demás en una construcción racional. Cada
parte es como el engranaje de una máquina. Esta metáfora se expresa en
organigramas, descripciones de puestos, manuales de organización. Por más
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que se ha declarado su muerte, sigue vivita y coleando. Es la metáfora, la
imagen del paradigma dominante.
Otra metáfora menos frecuente, pero también bastante común, que se piense
en una organización como si fuera un ser vivo, un organismo. La organización,
como un organismo vivo, nace, crece, se desarrolla, madura, y eventualmente
decae y hasta muere. La organización tiene necesidades que busca satisfacer
con recursos que busca en su ambiente. La organización se adapta a su
ambiente y compite con otras organizaciones por recursos escasos. En este
sentido la organización puede ser vista, con gran interés, a partir de la metáfora
de un organismo.
Si nos imaginamos las organizaciones como cerebros, como captación,
elaboración y procesamiento de información, podremos destacar los procesos
de inteligencia y aprendizaje. La idea de aprendizaje organizacional parece
derivarse directamente dentro de las sugerencias de esta metáfora. La idea de
la organización como un holograma (metáfora para el cerebro) se inscribe
dentro de esta imagen de la organización como cerebro.
Las organizaciones también pueden se vistas como una cultura, como la
pudiera ver un antropólogo que estudie una la cultura de una tribu. De acuerdo
con esta metáfora, la organización es un conjunto de personas con valores
comunes, que participan en ceremonias de iniciación, rituales de paso,
ceremonias. Dentro de la organización hay héroes, tradiciones, mitos, creencias.
Diversas partes de la organización pueden tener sub-culturas diferentes, en
mayor o menor grado compatibles. Si adoptamos la metáfora de la organización
como una cultura, comenzamos a destacar, como ha ocurrido en la pasada
década, los aspectos simbólicos, intangibles, pero decisivos para comprender
las organizaciones.
Especialmente entre quienes se preocupan por su sobrevivencia y ascenso en
una organización, es fácil que se adopte una metáfora política para entender la
organización. De esta manera la organización es vista como un orden
establecido, en el cual ciertos grupos dominan, donde se producen conflictos
entre grupos, apetencia de poder, competencias, alianzas, fenómenos
cortesanos. La organización es vista desde el ángulo del poder, de su obtención,
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distribución, uso. La organización puede ser vista, de manera válida como un
sistema político.
Las organizaciones también pueden, y han sido vistas como cárceles síquicas,
como entidades en las cuales sus miembros se encuentran atrapados por una
propias humana. La cárcel síquica puede ser la organización total donde se
trabaja, se vive y, a veces hasta se nace y se muere (hospitales, prisiones,
ejércitos, monasterios), pero puede ser también la adicción a una organización
sin la cual no se sabe vivir, cuya sola idea de dejar produce la angustia de un
síndrome de abstinencia. Este es un aspecto de las organizaciones que sólo con
esta metáfora podemos destacar. Las organizaciones pueden ser vistas también
como cárceles virtuales.
Cercana a la anterior está la idea de las organizaciones como instrumentos de
dominación, no ya de sus miembros, sino de su entorno. Esta viene a ser una
ampliación de la metáfora política y orgánica. Las organizaciones buscan lograr
recursos, acumular poder, desarrollar destrezas para dominar a otras personas,
organizaciones, países.
Finalmente, Gareth, sugiere una metáfora de mayor grado de abstracción, la de
la organización como un flujo permanente de cambio y transformación.
Distinta de la idea de la organización como estructura estable y permanente,
esta metáfora insiste en el fenómeno de cambio constante que implica la ida
social. Esta metáfora permite explorar la idea de a organización como sistema
autoproductor, de los mecanismos de realimentación circulares y de los
mecanismos dialécticos por los que cada fenómeno engendra su opuesto.
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Las organizaciones no son ni cerebros, ni mecanismos, ni culturas, ni prisiones,
ni mecanismos, ni organismos. Las organizaciones son todo eso a la vez, y
mucho más.
Si nos limitamos a pensar las organizaciones desde el punto de vista de una de
estas imágenes, metáforas o paradigmas, podremos captar apenas una faceta
de una realidad riquísima. Especialmente pobre será la realidad que
apreciaremos si entendemos la organización como un mecanismo racional
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burocrático, en el cual es preciso arreglar meticulosamente el diseño de cada
pieza para que cumpla su función dentro del reloj, y encontrar o adecuar las
personas para que se desempeñen en cada pieza.
Las metáforas pueden ser utilizadas como un recurso de sistematización de
teorías y conceptos, para ubicar los aportes de cada autor dentro de su gaveta.
Para ordenar la variedad de aportes teóricos y prácticos según la imagen o
metáfora que les subyace.
También pueden ser utilizadas con fines de descripción y diagnóstico. Utilizar
sucesivamente varias de las metáforas descritas para entender una
organización aporta una perspectiva riquísima, multidimensional, con la cual
podremos apreciar fenómenos y relaciones que de otra manera se nos
escaparían.
Por supuesto, si la orientación es práctica, gerencial, podemos utilizar estas
metáforas como guías para diseñar organizaciones complejas con toda la
compejidad que merecen. Diseñar sus aspectos mecánico-estructurales, diseñar
sus procesos de adaptación, diseñar sus mecanismos de poder, diseñar sus
formas de aprendizaje...
Las organizaciones son muchas cosas a le vez.
Empeñarse en ver, evaluar y gerenciar solamente una de esas cosas es un
facilismo, es una pobreza unidimensional. Esforzarse por ver, valorar, y
combinar múltiples perspectivas, es más difícil, pero también más interesante y
prometedor.
Las metáforas para pensar la organización son un recurso innovador y útil.
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