JUECES Y CORREO ELECTRONICO

Anuncio
El uso del correo electrónico particular en horas laborales
divide a los jueces
Autor: E. BARRERA
Fuente: ABC.es (2 Octubre 2002)
Frente al modelo anglosajón, que sólo limita los derechos al momento de la
transmisión, el sistema continental va más allá en la protección de libertades
BARCELONA. «El Derecho es esencialmente sentido común». Es la premisa que un
magistrado de lo Social de Barcelona aplica en una sentencia en la que anula un despido a
una trabajadora, basado en los análisis realizados a su correo electrónico y sus visitas a
páginas web, al considerar que la empresa vulneró sus derechos constitucionales. Sentido
común para distinguir los casos de «intromisión desproporcionada» -en los que se violan
normas básicas como el secreto de comunicaciones- y aquéllos en los que un propósito
legítimo reclama una intervención en la que, sin embargo, deben imperar siempre una
serie de garantías.
El uso del correo electrónico en empresas y las decisiones judiciales que se desprenden de
ello son en España hasta el momento dispares y dibujan una «doctrina legal nada
pacífica» en la que, según explican fuentes judiciales, debe imperar ese sentido común.
Las mismas fuentes recuerdan que esta disparidad de criterios es exportable a un marco
mundial en el que conviven dos bloques: el modelo anglosajón -con EE.UU. a la cabezaen el que en el capítulo de las comunicaciones se limitan los derechos constitucionales al
momento de la transmisión; y, por el contrario, el sistema continental, que abarca más
allá y encuadra el soporte físico de transmisión.
Material propio
¿Puede usted perder el trabajo por dedicar su tiempo en la oficina a contestar correos
electrónicos de carácter particular? A efectos prácticos, las decisiones judiciales en España
referidas a la capacidad empresarial para acceder a los correos electrónicos toman dos
rumbos. El sector doctrinal, que se inclina por considerar que, ya que el material
informático es propiedad del ocupador, el derecho fundamental al secreto de las
comunicaciones -artículo 18.3 de la Constitución- no ampara las comunicaciones «interprivatus», ya que la compañía tiene por ley -artículo 20.3 del Estatuto de los Trabajadores
(ET)- asignadas las competencias de vigilancia sobre la actividad laboral de sus empleados
y el uso de medios empresariales. A modo de ejemplo, los Tribunales Superiores de
Justicia de Cataluña (5-7-200), del País Vasco (31-10-2000), Galicia (4-10-2001) y Madrid
(4-12-2001) se pronuncian así.
Información facilitada por HELGUERO ASOCIADOS
C/ Magallanes, 24 – 1º C
28015 Madrid
Tfno. 902.440.003
www.protegemostusdatos.com
1
En el otro plato de la balanza está la doctrina, que las mismas fuentes judiciales apuntan
como mayoritaria, en la que el secreto de comunicaciones está por encima de todo y la
auditoría o examen de los archivos personales del trabajador vulnera los preceptos
constitucionales. Una vertiente que hace hincapié en que no existe ley orgánica en nuestro
país que desarrolle el secreto de comunicaciones, que se ampara en la doctrina del
Tribunal Constitucional y que tiene sus exponentes en las sentencias de los Tribunales
Superiores de Justicia de Andalucía (25-02-2002), Madrid (31-1-2002) y en el reciente fallo
judicial del Juzgado de lo Social número 23 de Barcelona que anulaba un despido por
estos motivos.
Una sentencia en la que dos artículos, el 18 de la Constitución -secreto de
comunicaciones, y el 20.3 del Estatuto de los Trabajadores -la empresa puede adoptar
medidas oportunas de vigilancia y control para verificar el cumplimiento laboral- son
citados por ambas partes. A la trabajadora en cuestión se le recriminaba el uso incorrecto
del correo electrónico empresarial y una navegación «inadecuada» por Internet. Para
demostrarlo, una auditoría encargada por la compañía penetró en los ficheros personales
de la empleada y analizó su actividad.
Taquillas y armarios
En esta ocasión, cuando se entra en el correo electrónico de la empleada, es una
«intromisión desporporcionada» de la empresa, asegura el juez, que no duda en poner un
ejemplo ilustrador: de la misma manera que para acceder a la taquilla, armario o mesa de
un empleado y registrar sus contenidos es necesaria una orden judicial, debe ser
respetada al máximo la dignidad de los empleados y practicarse el registro cuando sea
absolutamente necesario para la protección del patrimonio personal o el de los demás
trabajadores -según el artículo 18 del ET-, «¿por qué se hacen distinciones en la
informática?». Especialmente, cuando el Tribunal Constitucional incide en que «los
avances tecnológicos de los últimos tiempos hacen necesario un nuevo entendimiento del
concepto de comunicación y del objeto de protección del derecho fundamental, que
extienda la protección a esos nuevos ámbitos, como se deriva necesariamente del artículo
18.3 de la Constitución».
Información facilitada por HELGUERO ASOCIADOS
C/ Magallanes, 24 – 1º C
28015 Madrid
Tfno. 902.440.003
www.protegemostusdatos.com
2
Distinta vara de medir en la navegación por Internet en el
trabajo
La misma doctrina que se inclina por la primacía de los derechos fundamentales «pone
pegas» a aplicar los mismos parámetros «liberales» en la navegación por Internet en los
centros de trabajo y en horas laborales, ya que considera que «no tiene amparo en el
artículo 18.3 de la Constitución, ni tan sólo en el capítulo de los derechos fundamentales a
la intimidad «strictu sensu»». En este sentido, aseguran que «el uso de los ordenadores
de la empresa para el acceso a Internet con fines propios y en horario de trabajo es
suceptible -en un marco concreto de fraude contractual- de ser considerada como un
incumplimiento grave de las obligaciones laborales y, por tanto, causa de despido». Sin
embargo, aquí aparecen las peticiones de «sentido común» que gran parte de la
judicatura exige, ya que los primeros argumentos no son obstáculo para considerar que
«toda navegación irregular sea causa de sanción o, ni tan sólo, de ejercicio del poder
diciplinario empresarial». En resumen, «hilar fino» para saber si se está ante un «uso
social» -como lo sería el del teléfono- o un «abuso particular».
Información facilitada por HELGUERO ASOCIADOS
C/ Magallanes, 24 – 1º C
28015 Madrid
Tfno. 902.440.003
www.protegemostusdatos.com
3
Descargar