ÁMBITO JURÍDICO El inspector Javert “El derecho ciertamente expresa valores y principios, pero ellos no funcionan simplemente cuando se repiten en clases de Derecho o en escritos judiciales. Gran parte de su influencia social se juega en las conciencias individuales y en las formas como el derecho estructura el deber hacia los otros” El derecho es un sistema normativo. Regula relaciones ordinarias donde se busca ordenar, prevenir o, a veces, resolver conflictos de intereses. Pero el derecho también cumple otras funciones más generales. Como sistema de normas, es uno de los espacios privilegiados que utiliza la sociedad para “normalizar” la conducta de sus ciudadanos. Esa normalización se hace mediante la estructuración de algunas creencias básicas, que terminan constituyendo el núcleo de nuestras actitudes de respeto y consideración por los demás. En ese sentido, el derecho ayuda a definir y solidificar el espacio de la ética: esta podría definirse, muy sencillamente, como el conjunto de creencias y disposiciones que hacen que, al menos por momentos, estemos dispuestos a posponer nuestra satisfacción personal en aras de los derechos, la consideración y el respeto que nos merecen los otros. El valor que tienen los otros (frente a mi interés personal) se puede construir de diferentes maneras: hace algunos años el respeto a los demás y la contención del interés personal se realizaba mayoritariamente a través de la noción de “pecado” y de creencias de tipo religioso. La secularización de la sociedad parece haber desplazado ese conjunto de creencias socializadoras hacia el derecho. Es muy posible que las personas jóvenes y seculares estructuren su visión del “otro” a través del discurso de sus “derechos”. No en vano las cartillas de pedagogía constitucional (que hay en diferentes países de América Latina) son en realidad cuadernillos de afianzamiento de actitudes éticas básicas. El derecho, por tanto, termina participando en la estructuración de la conciencia individual. Leyendo Los Miserables, de Víctor Hugo, se observan algunos ejemplos fascinantes. Esta novela, escrita en el año de 1862, es uno de los documentos culturales más interesantes para entender la cultura jurídica francesa del siglo XIX. La novela es básicamente una historia de la ley contra el hampa, pero con resultados muy paradójicos. Jean Valjean es condenado por robar pan para su hambrienta familia. Inmediatamente después de su liberación y sin saber qué hacer, Valjean roba de nuevo; su víctima (monseñor Myriel) lo salva cuando es capturado, al decir que la platería hurtada había sido en realidad un regalo. Luego, en secreto, le hace prometer a Valjean que se convertirá en un hombre honesto. Y aquí es cuando la novela se convierte en una reflexión sobre el inspector Javert. Este personaje es un eficiente policía que, en estricta interpretación de su deber, empieza a perseguir de la forma más celosa a Valjean. El policía le sigue los pasos en la Francia de la época y, finalmente, en el levantamiento de 1832, se infiltra entre los sublevados, para poder capturar a su hombre. En lugar de ello, el espía es descubierto y Valjean pide que le permitan ajusticiarlo por su propia mano; en vez de ello, le otorga la vida y la libertad al tenaz inspector. El levantamiento es finalmente LEGIS 1 ÁMBITO JURÍDICO derrotado. En la precipitada fuga, Valjean es capturado por Javert, quien tiene, por fin, la oportunidad de hacer justicia. El hombre al que ha perseguido, sin embargo, le ha salvado también la vida, y ahora duda entre la gratitud y el deber. Cuando entiende que tiene que dejar libre a Valjean, lo hace con gusto, pero en el acto se lanza a las aguas del río Sena. A lo largo de la novela, el principio de legalidad es el código moral de comportamiento de Javert. Como policía, él no piensa que la ley sea el conjunto de límites que les puede imponer a los demás. La ley es el conjunto de máximas con las que controla su propio comportamiento. La legalidad es, fundamentalmente, autocontrol, no control de los otros. En el momento final de la novela, cuando por consideraciones morales es forzado a violar su código de respeto a la legalidad, prefiere la muerte. Es la única salida coherente de quien ve en la ley, no solo códigos externos de conducta, sino la médula de su ética privada. Al igual que con la noción de pecado, la “ley” o los “derechos” sirven tanto para vigilar a los demás como para vigilarse a sí mismo. Son armas de batalla para la defensa de mis intereses, pero también herramientas de delimitación de mi propio comportamiento. Esta función de ortopedia ética del derecho es importante. El derecho ciertamente expresa valores y principios, pero ellos no funcionan simplemente cuando se repiten en clases de Derecho o en escritos judiciales. Gran parte de su influencia social se juega en las conciencias individuales y en las formas como el derecho estructura el deber hacia los otros. Este fenómeno se da finalmente a nivel constitucional: se busca establecer incentivos, la mayor parte de ellos demasiado toscos o primitivos, para obligar a que los líderes de la sociedad tengan una particularmente fuerte consideración de los otros. Los líderes sociales tienen un deber ético especial de ponderar en su toma de decisiones intereses ajenos a los propios. Así lo exige su propia función. El derecho ha inventado truquitos para tratar de forzar esa agregación de intereses. Pero esos truquitos tienden a ser imperfectos y fácilmente obviables. Cuando ello ocurre, la fuerza ética del derecho es más un recordatorio constante a los líderes políticos que su comportamiento no puede ser cerreramente egoísta. La obligación ética dependerá de nuevo de la solidez de su conciencia ética individual, cuando los refuerzos de la pública no son suficientes. Esta relación entre el alma de los individuos y el derecho es fundamental, a pesar del largo olvido en que se le ha tenido. El derecho, pues, tiene una saludable variedad de ofertas éticas: está la cultura de la legalidad como opción y también la cultura de los derechos. Ambos son soluciones éticas plausibles a los dilemas de la conciencia individual. Le pregunto al lector: ¿cómo funciona el derecho en sus consideraciones éticas? LEGIS 2