La Soberbia La soberbia, va íntimamente ligada a nuestro ego vanidoso, que nos hace creer que somos mucho mejores de lo que realmente somos, por tanto si queremos deshacernos de este defecto que tanto daño nos hace a nosotros y a los que nos rodean, deberíamos trabajar más en conocer que es lo que gatilla nuestra soberbia y luego trabajar en la humildad. La soberbia anda siempre de la mano del orgullo, el cual "es engañoso e intoxicante, porque cuando el yo se vuelve orgulloso y arrogante es posible que evolucione en pecado tanto en el individuo como en el grupo" porque no se trata solamente de la sobre valoración de uno mismo, sino que ella deriva en el desprecio por los demás, mirándolos como seres inferiores, menoscabando su dignidad. Ser soberbio es básicamente el deseo de ponerse por encima de los demás, consiste en una autoestima exagerada. No es malo que un individuo tenga una buena opinión de sí mismo, pero cuando cada vez que puede, habla de sus hazañas reales o inventadas, se vuelve fastidioso y poco creíble, pero lo peor es que como se cree superior, no escucha razones ni opiniones ajenas, colocándose el mismo las anteojeras de la ignorancia y de la intolerancia, haciendo casi imposible la armonía y la buena convivencia, porque no hay duda “que el que quiere tener amigos debe mostrarse amistoso”. El soberbio, se cree superior, sin embargo su ego necesita de la aprobación y de la atención y reconocimiento de los demás, lo cual demuestra claramente su inseguridad interna, es en sí mismo una paradoja, pues por un lado se siente superior y por el otro su autoestima es baja y trata de ocultarla tras la soberbia y la arrogancia y muchas veces la manera de hacerlo es con el sarcasmo, del cual Jesús nos previene: “Cuidad de no herir el respeto propio de las almas humildes o miedosas. No empleéis sarcasmo con mis hermanos de mente sencilla, no os mostréis cínicos con los débiles.” La soberbia encabeza la lista de los siete pecados capitales. La causa por la que la soberbia ocupa este lugar tan principal, se debe a que fue ella quien provocó la rebelión y caída de Lucifer, porque “la auto contemplación es sumamente desastrosa, aún para las personalidades excelsas del mundo celestial” “Él había servido en muchos sistemas, había sido un consejero elevado de su grupo, y se distinguía por su sabiduría, sagacidad y eficiencia. Lucero, o sea, Lucifer era el número 37 de su orden, y cuando fue comisionado por los Melquisedek, se le distinguió como una de las cien personalidades más hábiles y brillantes entre más de setecientos mil de su tipo" sin embargo su soberbia hizo que traicionara la confianza que en él se había depositado La soberbia nace cuando la criatura desafía a Dios no admitiendo su condición de criatura y tratando de imponer su deseo frente a la divinidad, creyéndose igual o superior a Él. De todos las formas en que se manifiesta la soberbia, la peor es la soberbia religiosa, el creerse dueño de la Verdad y superior a los demás es el peor error que puede cometer un creyente, pues su orgullo de creer que lo sabe todo, le impide ampliar sus conocimientos sobre la misma verdad que cree tener, porque la Verdad no es estática “es relativa y extensible, siempre vive en el presente logrando nuevas expresiones en cada vida humana”. Los grandes cismas religiosos, las peores guerras mal llamadas santas, la inquisición, los genocidios y tantas otras atrocidades han tenido como motivación la soberbia de creerse los dueños de la verdad. Lo mismo podríamos decir de los regímenes dictatoriales que se niegan es escuchar la voz del pueblo, aún cuando éste como es masa, no siempre tiene pensamiento propio y se deja influenciar y dirigir por otro caudillo tanto o más soberbio que el anterior… Sólo el autodominio y la conciencia personal nos puede permitir el escuchar a los demás, pero a la vez razonar sin soberbia, `por eso el conócete a ti mismo de Sócrates, sigue hoy igual de vigente, pues "el yo es el invencible adversario del hombre y se manifiesta en las cuatro pasiones más grandes del hombre que son: “la ira, el orgullo, el engaño y la codicia" que son los cuatro ingredientes que conforman la soberbia y que la convierten en el escudo de los ignorantes, porque al negarse a escuchar se priva de la oportunidad de aprender de las experiencias y de los conocimientos de los demás. El soberbio ignora que su petulancia y orgullo es debilidad que es rechazada por los que lo rodean, se le puede temer pero no amar. Puede ser inteligente, pero no sabio; puede ser astuto, pero más temprano que tarde, sus fechorías para mantener su orgullo quedarán al descubierto, pues la falta de calidad humana siempre se manifiesta y es rechazada. Es probable que ninguno de nosotros llegue a los extremos citados, porque no estaríamos en la búsqueda del camino espiritual, pero debemos estar atentos porque “de todos los peligros que acechan a la naturaleza mortal del hombre, el orgullo es el peor porque el egocentrismo es vanidoso, engañoso e intoxicante y lleva a la soberbia”. El soberbio tiende a aislarse, porque considera que los demás no están a su altura ignorando que esa búsqueda de soledad es la peor consejera, porque sólo beneficia a su ego que cree saberlo todo cuando en verdad “todo conocimiento finito y toda comprensión de la criatura son relativos. La información y la inteligencia, aunque procedan de altas fuentes, son tan sólo relativamente completos, localmente precisos y personalmente verdaderos”. Tengamos cuidado de no creernos “más buenos” que los demás, no miremos con desprecio a los que saben menos, ni nos burlemos de las almas sencillas, porque Jesús nos dijo que el que se creyera más grande debe servir a los demás y sobre todo no juzguemos “la religión de otro, con nuestras propias acciones de conocimiento y verdad”. No nos consideremos al margen de nuestro mundo o de nuestra sociedad, porque el aislamiento nunca ha sido bueno para quien quiere evolucionar, porque “el aislamiento tiende a agotar la carga de energía del alma, La asociación con los semejantes es esencial para mantener el entusiasmo por la vida e indispensable para alimentar la valentía necesaria en las batallas inevitables del vivir humano” porque “la envidia y el engreimiento sólo pueden ser prevenidos mediante el contacto íntimo con otras mentes” 1776 El ser conscientes que “si hay en nosotros una virtud, es porque la presencia del Cielo, permanece con nosotros” nos ayuda mucho a no creernos más de lo que somos, el acallar el ego nos permite ser buenos instrumentos en las manos de divinas, porque aunque nos parezca increíble Dios nos necesita para expandir el reino, porque “la relación temporal del hombre con el Supremo, es el cimiento de la moralidad cósmica, la sensibilidad universal al deber y la aceptación del mismo”. “Dios y los hombres se necesitan, son mutuamente necesarios para el alcance pleno y final de la experiencia de la personalidad eterna en el destino divino de la finalidad universal” colaboremos a ella con entusiasmo y humildad, no sea cosa que el orgullo de creernos espirituales y mejores que los demás destruya todo lo bueno que pueda haber en nosotros, como le ocurrió a Lucifer.