Portal Iberoamericano de Gestión Cultural www.gestioncultural.org Las enseñanzas de la Feria Arte BA (Argentina)1 Justo Pastor Mellado Crítico de arte y curador Director de la Escuela de Artes Visuales Universidad de Artes, Ciencias y Comunicación (UNIACC) Santiago, Chile 1 Artículo cedido por el autor al Portal Iberoamericano de Gestión Cultural para su publicación en el Boletín GC: Gestión Cultural Nº 12: Mercado del Arte Contemporáneo, junio de 2005. ISSN:1697-073X. Justo Pastor Mellado, connotado crítico de arte y curador, ha escrito textos, libros y es constantemente invitado a conferencias alrededor del mundo. Actualmente es Director de la Escuela de Artes Visuales de la Universidad de Artes Ciencias y Comunicación (UNIACC), de Santiago, Chile. RESUMEN Este es un texto de reflexión de la última Feria de Arte Contemporáneo Arte BA (Buenos Aires, Argentina) realizada en mayo 2005, de quien Justo Pastor fuera parte del panel: Papel de las instituciones latinoamericanas en la difusión y dinámica del arte regional. Asimismo, el autor comparte algunas reflexiones críticas en torno a las galerías, en relación a las demandas museales, y otras peculiaridades del mercado del arte contemporáneo en general. Las enseñanzas que hay que sacar de la Feria de Buenos Aires (ArteBA) Una feria es una feria. Es decir, está pensada para favorecer las conexiones e intercambios. Una feria se hace para los negocios. Una feria de arte se hace para promover los negocios del arte. Nada más obvio. Pero en una feria de arte, la noción de conexiones y de intercambio se amplía, desde la materialidad de las obras a la materialidad de los discursos. Sobre todo cuando se le plantea la necesidad de recomponer la percepción que se tiene de ella. Es lo que ocurrió con la feria de arte de Buenos Aires, ArteBA, que tuvo lugar entre el 19 y el 25 de mayo recién pasado. En este comentario no debo olvidar un hecho significativo. Este consiste en la política de continuidad afirmada por los encargados de su gestión. Esta fue una elegante manera de asumir las propias contradicciones de una feria que, en cierto sentido, exhibía rasgos de deslegitimación en el propio mercado de galerías. El caso es que esta feria, para reconfirmarse como feria, tuvo que asumir funciones que la exceden, pasando a promover, además, el intercambio de los discursos. De ahí que ArteBA programó una serie de mesas redondas, que se desarrollaron durante cinco días, a las que invitó a los principales exponentes de la crítica, la curadoría, el mercado y el coleccionismo. Es decir, la propia feria entendió que debía poner en tensión la actividad de los agentes del sistema de arte local. www.gestioncultural.org [email protected] 2 Es así como la feria desarrolló iniciativas que son las propias de un encuentro de promoción institucional. De eso se trata. De entender que es preciso abordar la totalidad de la cadena de valor en el seno de un sistema. La feria se fortalece porque permite que el mercado adquiera mayor consistencia. Esta consistencia consolida el deseo de coleccionismo. El coleccionismo interviene en la garantización emblemática de ciertas obras, en el seno de un espacio determinado. La musealidad, por su parte, termina por sancionar la recomposición discursiva sostenida por el privilegio de las obras seleccionadas para una exposición determinada. Es así que funciona un sistema, asumiendo sus precariedades, pero sobre todo, haciendo de éstas una condición de trabajo y de avance. ArteBA se las jugó por fortalecer el coleccionismo de arte argentino contemporáneo. Para eso invitó a los principales directores de centros de arte y museos estadounidenses que tratan directamente con arte latinoamericano, con el propósito de fortalecer sus vínculos con los procesos de emprendimiento local. Es así como se trabaja para que exista una real y efectiva “política exterior” en artes visuales. Es decir, como resultado de un trabajo de los agentes del sistema, y no como el efecto de un decreto ministerial en la materia. El caso de esta versión de ArteBA debiera ser estudiado por nuestras autoridades culturales, por nuestros agentes de mercado, por nuestros críticos, como una experiencia que señala una modalidad de trabajo que aborda la totalidad de los agentes que producen y habilitan la presencia institucional del arte. El valor de comparaciones Si por una parte, las enseñanzas de ArteBA nos indican la necesidad de entender la complejidad de funcionamiento del sistema de arte local, por otra parte, no deja de generar curiosas situaciones, justamente, por promover iniciativas. O sea, lo peor que puede pasar en un espacio es que alguien tenga iniciativas, ya que estas obligan a la gente a tomar responsabilidades que, en el fondo, no quieren tomar. www.gestioncultural.org [email protected] 3 Ocurrió en ArteBA una situación que permite reflexionar sobre la capacidad que pueden llegar a tener los galeristas en relación a las demandas museales. Habrá que definir, primero, cual es la naturaleza de dichas demandas. Ya se sabe que no poca gente dirá, “lo que es del galerista es del galerista, lo que es del museo es del museo”. Pero por lo pronto, menciono la necesidad que tienen los museos de sostener unas políticas de desarrollo de colecciones. Eso pone de inmediato en el centro de la discusión, el estado de los museos para sostener dichas políticas. Valga señalar que en Chile, los museos carecen de políticas de adquisiciones. Apenas pueden con el manejo de sus propias colecciones. Pero en este caso, las comparaciones de rigor sirven para señalar rumbos. La cuestión es que ArteBA propició las adquisiciones por parte de los museos, a través de programas como Matching Funds, que implicaban una parte de dinero dada por un sponsor para que cada museo la “completara” con otro tanto. Pasaron cosas muy curiosas. Hubo curadores y/o directores de instituciones museales extranjeras que, de repente, no encontraban qué comprar que fuese contemporáneo y a la vez de nivel museístico suficiente. Algunos se dejaban guiar por un espíritu académico, mientras otros buscaban desesperadamente obras que señalaran un rumbo nuevo. Sin embargo, las piezas que se ofrecían no estaban, al parecer, a la altura de lo requerido por un museo extranjero consagratorio. En cambio, el MALBA (Museo Latinoamericano de Buenos Aires) no tuvo empacho en comprar obras de gente muy joven. Se trató de piezas que aún no tienen un supuesto nivel como para estar en colecciones importantes. Sin embargo, se la jugaron a instalar ciertos criterios y arriesgaron un punto de vista. Finalmente, el comentario general fue que la obra de feria tenía escaso nivel museístico. ¡Pero al menos se planteó la distinción! Sobre todo, en esa denominación “obra de feria”, que aparece como todo un “concepto práctico”, que debiera ser una advertencia para el coleccionismo duro. www.gestioncultural.org [email protected] 4 Perdón: ¿podemos afirmar que en Chile existe coleccionismo duro de arte contemporáneo? No es mi propósito fomentar la depresión de los agentes de este sistema nuestro, tan local, por no decir, localísimo. Lo que hay que retener es esta noción, por antonomasia: obra de nivel museístico. ¿Acaso los museos, chilenos, pueden sostener un criterio de adquisición de nivel? A juzgar por el modo cómo se han construido las colecciones de algún museo privado, la cosa deja bastante que desear. En Chile, hay instituciones que están por debajo del nivel de obras de feria. En el supuesto que la obra de feria nos señale un rango subordinado. Puede haber, efectivamente, muy buenas obras de feria, pensadas para satisfacer espacios interiores no institucionales. O sea, de intimidad doméstica. Estos problemas parecen no ser objeto de la reflexión crítica. Y sin embargo, es en estos problemas que la crítica debe inmiscuirse, justamente, con el propósito de legitimar y/o deslegitimar las adquisiciones. Pero no. La crítica en Chile es como el perro del hortelano: no come ni deja comer. Entonces, no se las juega en ninguno de los niveles, porque trabaja sobre obras de alcance monumentalmente museal, sin que puedan ser adquiridas por nadie; ni por el galerismo de avanzada, ni por el museo. Es cierto que en Chile se produce obras para el museo, y desafortunadamente para esos artistas, no hay política de adquisiciones que las recuperen. Es muy probable que exista un “gusto de museo” y un “gusto de crítico”, que no necesariamente coinciden con un “gusto de coleccionista” contemporáneo. Habrá que trabajar en la institucionalización de una “cadena del gusto”, para poder repensar las exigencias que se plantea cada uno de los agentes, desde sus espacios en este autocomplacido sistema local chileno. www.gestioncultural.org [email protected] 5