Rosamari Suárez, osr en Guatemala

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Rosamari Suárez, osr en Guatemala
Mexicana de nacimiento, Rosamari Suárez lleva 11 años trabajando en
Guatemala, en los proyectos que la congregación de las Hermanas Oblatas del
Santísimo Redentor tiene en la capital y en Ayutla, una localidad situada en la
provincia de San Marcos, junto a la frontera con México.
La comunidad de Guatemala consta de 5 hermanas que se dividen entre estas
dos localidades. En Ayutla, además, se encuentra un “equipo de misión” que
acompañan e instruyen. Actualmente, la congregación desarrolla 6 proyectos
enfocados a dignificar la vida de las mujeres que ejercen la prostitución en estas
zonas.
Los 6 proyectos que tiene la congregación en Guatemala se pueden resumir de
la siguiente manera:
-
Proyecto psicosocial, situado en ambas localidades.
-
Proyecto para luchar contra la trata, llevado a cabo en la capital del país
junto con otros miembros de vida religiosa.
-
El proyecto Dorca. talleres productivos, para que las chicas sean auto
sostenibles, se les enseña a realizar artesanía, bisutería u otros objetos
que puedan luego vender.
-
Programa de seguimiento y acompañamiento a aquellas mujeres que
están en proceso de salir de la prostitución.
-
Albergue de asistencia en la frontera, especialmente creado para atender
a mujeres en situaciones límite.
-
Academia Madre Antonia, también situado en Ayutla, donde se imparten
talleres y cursos de capacitación laboral.
Según nos comenta Rosamari, la gran mayoría de estas chicas con
migrantes, de entre 16 y 17 años de edad, de ahí la importancia de la labor
que realizan en la frontera con México. Uno de los principales problemas que
la religiosa detecta en la zona es que las chicas cada vez son mayores en
número y menores en edad.
A nivel social, la principal dificultad con la que se topan las hermanas oblatas
es la manera en la que este tema se está naturalizando, aceptando en la
sociedad guatemalteca. Se empieza a ver como algo normal que haya
menores que ejerzan la prostitución, e incluso que las maten. Las propias
chicas ven como algo normal esta situación, ya que muchas veces la misma
familia es la que empuja a ello.
Pero Rosamari no pierde la esperanza, ella sabe que Dios está presente en
esta realidad. Sabe que, aunque muchas veces la situación parezca
imposible y nada tenga sentido, siempre aparecerá una mujer que les dé las
gracias por la labor que hacen. Y sólo por eso, habrá merecido la pena el
esfuerzo.
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